La diplomacia argelina como fuente de legitimidad: entre tradición y renovación
Samia Chabouni, Maître de Conférences en Ciencias Políticas, Université de Jijel (Argelia). samia.chabouni@univ-jijel.dz. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9482-6860
El poder argelino tras el Hirak (las protestas y movilizaciones sociales de 2019-2020) ha apostado por la política exterior tanto para restaurar el papel de Argelia en el escenario internacional como para contener la crisis social y política interna en el país. Al considerar que la política exterior es un instrumento de legitimación eficaz, a través de ella ha intentado absorber la cólera de la población provocada por los excesos de los cuatro mandatos de Abdelaziz Buteflika (1999-2019). A fin de elaborar esta política, el actual presidente, Abdelmadjid Tebboune, ha lanzado la idea de una nueva Argelia, la cual se presenta al mundo por medio de una nueva política exterior.
La diplomacia argelina vivió su época dorada desde los años sesenta hasta principios de los ochenta del siglo pasado, en un contexto de luchas anticoloniales en África y de Guerra Fría a escala global, cuando su voz era escuchada en el escenario internacional. El poder1 argelino utilizó la revolución del país tanto como recurso estratégico en la formulación de su política exterior, reflejando el proceso revolucionario en marcha (Etienne, 1977), como de instrumento de legitimidad política, lo que se denomina: «legitimidad revolucionaria». Durante la presidencia de Houari Boumédiène (1965-1978), Argelia ocupó una posición de líder entre los países del Tercer Mundo y del movimiento de los no alineados (Grimaud, 1984). Asimismo, fue un período marcado por la formación de una generación de diplomáticos de gran talento, lo que contribuyó a consolidar el lugar de Argelia en el concierto de las naciones como potencia bisagra en las relaciones internacionales entre el Norte y el Sur. Al mismo tiempo que aplicaba una política exterior pragmática de cooperación técnica, científica y comercial abierta a las potencias occidentales, la diplomacia argelina mantenía firmes principios políticos de solidaridad internacional, derecho a la autodeterminación y desarrollo compartido (Ait Chaalal, 2000).
Sin embargo, a partir de los años ochenta, la diplomacia argelina fue perdiendo terreno en el escenario internacional, paso previo a la entrada en una fase de crisis interna que desembocó en un repliegue diplomático total. Muchos factores explican el cambio, entre ellos, la crisis socioeconómica provocada por la caída del precio de los hidrocarburos, los disturbios de octubre de 1988, así como las repercusiones de la caída del Muro de Berlín en 1989; todos ellos condujeron al final de esta época gloriosa y al desvanecimiento de la política exterior argelina. De hecho, durante la posterior década negra y de guerra civil (1992-2002), Argelia entró en una etapa de repliegue diplomático, agravada por el boicot impuesto por las principales capitales europeas.
Con la llegada al poder de Abdelaziz Buteflika en 1999, este –buscando legitimidad interna, tras la retirada de los demás candidatos a las elecciones presidenciales– intentó durante sus primeros mandatos acabar con el aislamiento diplomático del país. Incluso llegó a convertir la lucha contra el terrorismo en el hilo conductor de su política exterior, utilizándola como herramienta para capitalizar sus políticas; en el exterior, buscó el reconocimiento internacional de su Gobierno. Al principio de su Presidencia, Buteflika cosechó algunos éxitos diplomáticos, acabando con el aislamiento internacional del país, pero sin lograr reconstruir una diplomacia eficaz. Fue un período caracterizado por un poder fuertemente personalista, lo que se reflejó en la diplomacia argelina, prisionera del buteflikismo y de la ambición desmedida del presidente. Como consecuencia de ello, la diplomacia volvió a toparse con una crisis interna en la cúpula del Estado, agravada por la enfermedad del presidente Buteflika a partir de 2013. Más tarde, desde las protestas y movilizaciones sociales de 2019-2020 conocidas como el Hirak y la dimisión de Buteflika el 2 de abril de 2019, el poder argelino ha buscado otros instrumentos para revitalizar la política exterior del país.
En este contexto, este artículo quiere responder a la siguiente pregunta de investigación: ¿cómo se ha convertido la crisis estructural de legitimidad, agravada por los años de Buteflika, en el hilo conductor de la política exterior argelina, que pretende ser nueva y dar respuesta a las turbulencias del entorno regional e internacional del país? Para ello, el artículo adopta un enfoque instrumentalista, y analiza el uso del recurso a la política exterior como medio de legitimación2, tanto nacional como internacional. Asimismo, quiere ser una aportación al debate teórico sobre el soft power y los nuevos enfoques de la diplomacia, especialmente en los países africanos emergentes. Respecto al plano empírico, el estudio se basa en las observaciones de la autora sobre el terreno.
Los fundamentos de la legitimidad y la visión de la política exterior de Tebboune
El 22 de febrero de 2019, el pueblo argelino salió a la calle para protestar contra el quinto mandato del presidente Buteflika, que se encontraba en un estado de salud precario desde 2013. Este movimiento popular no violento3, conocido como el Hirak, aspiraba a un cambio radical del sistema político, mediante manifestaciones en las que el pueblo expresaba su voz y sus opciones sociales y políticas. Dichas movilizaciones consiguieron forzar la dimisión del presidente el 2 de abril de 2019, pero el cambio que reclamaba la población no se limitaba solo al presidente, sino que implicaba una renovación de todo el régimen político. Sin embargo, pese a la oposición de los activistas del Hirak, se mantuvo la celebración de las elecciones presidenciales del 12 de diciembre de 2019, en las que Abdelmadjid Tebboune se impuso con el 58,15% de los votos, con una participación de solo el 39,83%, según el Consejo Constitucional. Y, aunque estos comicios fueron muy contestados con un boicot masivo, el mundo occidental no se indignó por ello.
Según varios especialistas, y como subraya el sociólogo Nacer Djabi (Le Figaro y AFP, 2019), a pesar de la celebración de las elecciones, el presidente Tebboune y su Gobierno carecen de legitimidad. En primer lugar, Tebboune fue elegido con una participación muy baja (39,83 % según las cifras oficiales), la más baja jamás registrada en unas elecciones presidenciales en Argelia. En segundo lugar, la personalidad de Tebboune no es en absoluto un símbolo de cambio, ya que fue jefe de una Daira, posteriormente wali4, y varias veces ministro (de Vivienda, Turismo, etc.) e incluso, aunque brevemente, primer ministro de Buteflika en 2017, apoyando su quinto mandato. De manera que, para el pueblo argelino, que aspiraba a una emancipación total de los símbolos del sistema político anterior, Tebboune no es más que otra figura del régimen de Buteflika.
Así pues, el poder argelino post-Hirak, necesitado de legitimidad, ha apostado por la política exterior como herramienta tanto para restaurar el papel de Argelia en el escenario internacional como para contener la crisis social y política interna. Para ello, el régimen de Tebboune se apoya en tres factores –antiguos y nuevos– que apuntalan la legitimidad y determinan la política exterior de Argelia: la memoria de la guerra de liberación, la retórica de la mano extranjera y la seguridad, así como una interpretación interesada del Hirak.
a) La memoria de la guerra de liberación
La búsqueda de legitimidad es una cuestión recurrente para todos los regímenes, y más aún en los de los estados africanos independientes (Gazibo y Thiriot, 2009: 29). En el caso de Argelia, desde la independencia (1962) hasta principios de la década de 1990, el poder argelino utilizó la historia y la memoria de la revolución para legitimarse: las políticas del país se diseñaron en nombre de la guerra de liberación nacional, apareciendo Francia como uno de los casos más emblemáticos de utilización política del pasado (Rosoux, 2001: 15). A este respecto, cabe precisar que, en Argelia, este pasado se manifiesta más particularmente a través del uso político de una vívida memoria colectiva en torno a los sacrificios de los mártires y una guerra gloriosa. Esta utilización se ha mantenido en el tiempo y constituye la divisa principal en la orientación política de Argelia, especialmente por lo que respecta a las relaciones argelino-francesas y, más en general, a su política exterior. El presidente Emmanuel Macron llegó a calificar la utilización de esta fórmula de «rédito de memoria» (rente mémorielle) (Kessous, 2021), algo inédito para un presidente francés, lo que irritó a los responsables argelinos y reavivó las tensiones entre ambos países.
Para asegurar una gestión de la memoria que responda a las exigencias de la nueva política exterior argelina, el presidente Tebboune ha innovado en este ámbito, al crear un canal de televisión, La mémoire, dedicado a cuestiones de memoria franco-argelinas, así como una comisión mixta de historiadores argelinos y franceses para poner fin a las guerras de la memoria que han caracterizado las relaciones entre ambos países.
b) La retórica de la mano extranjera y el enfoque centrado en la seguridad
Mientras que en el pasado el enemigo de Argelia estaba encarnado por el colonialismo y el neocolonialismo, siendo claramente definido, hoy en día el enemigo es más bien difuso, ambiguo y multidimensional. Se manifiesta a través de la sombra de la «guerra civil». En la década de 1990, cuando Ahmed Taleb Ibrahimi era ministro de Asuntos Exteriores, el Gobierno argelino jugó la carta de la lucha antiterrorista para asentar su legitimidad internacional. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 también le permitieron mantener esta retórica en un contexto marcado por la guerra contra el terrorismo declarada por la Administración Bush (Chena, 2011: 110). En la actualidad, el poder argelino opta por la misma estrategia, pero esta vez jugando la carta tanto del terrorismo como de la inestabilidad regional. Durante el Hirak, el exjefe del Estado Mayor Gaid Salah evocó la teoría de la conspiración en sus discursos hablando de una mano extranjera o, más concretamente, de «fuerzas ocultas»5. Esta estrategia está concebida para atemorizar y contener a la oposición.
El 27 de febrero de 2019, víspera del segundo viernes de movilizaciones del Hirak, el primer ministro Ahmed Ouyahia dijo temer «manipulaciones y maniobras» y se refirió vagamente a «círculos extranjeros», al tiempo que cuestionaba la naturaleza anónima de las convocatorias a manifestarse (Souiah, 2020: 36). El principio de no injerencia forma parte ineludible de la cultura política argelina y, siendo un principio clave de su política exterior, se reactiva cuando el régimen se siente amenazado (ibídem: 117). No obstante, es importante subrayar que el pueblo comparte este principio. Extrayendo lecciones de las experiencias siria y libia, el Hirak ha expresado su rechazo categórico a cualquier intervención exterior. Está claro que, desde la Primavera Árabe, la región del Magreb es cada vez más frágil, con un Sahel completamente desestabilizado, por lo que el contexto plantea amenazas reales para el país.
Esta retórica también fue retomada por el poder en la fase posterior al Hirak, reapareciendo una vieja palabra en boca del presidente, «khabarji»6 (Ben Cheneb, 2009: 42). El término procede de una mezcla lingüística argelino-turca y significa «el que comunica información a extranjeros», con una connotación de espionaje y colaboración. El presidente argelino utilizó este término por primera vez en su entrevista periódica con la prensa argelina el 24 de febrero de 2023, refiriéndose a la activista franco-argelina Amira Bouraoui, que fue exfiltrada a Francia con la ayuda de los servicios de seguridad franceses. También se refirió a Ihsane El Kadi, director de Radio M, acusado de recibir financiación extranjera (Amrouche y Zerrouky, 2023). Junto con otros activistas, a todos ellos se los califica de colaboradores extranjeros.
c) El «Hirak bendito» como nueva fuente de legitimidad
El actual Gobierno se ha apoyado en una interpretación interesada del Hirak para legitimarse. Mucho antes de su elección, el presidente Tebboune empezó a hablar del « Hirak bendito » para referirse a la primera fase del movimiento que desembocó en la dimisión de Buteflika (Bensaad y Rahal, 2020: 7). Asimismo, los jefes del Estado Mayor, Gaid Salah y Said Chengriha, no dejan de sacralizar el Hirak, subrayando quesalvó a Argelia. A menudo utilizan expresiones pronunciadas por los manifestantes como «la Issaba» para evocar al antiguo régimen o el lema unificador: «djaich chaab khaoua khaoua» («el Ejército y el pueblo son hermanos»).
En 2020, el presidente Tebboune decretó el 22 de febrero como día nacional de la fraternidad y la cohesión entre el pueblo y su Ejército (Algérie Echo, 2020). Esta acción simbólica estaba directamente al servicio del proceso de legitimación nacional; se trataba claramente de una respuesta implícita al principal lema coreado durante el Hirak: «Estado civil, no militar». Por consiguiente, el Hirak se convierte en un nuevo recurso estratégico para el régimen establecido. Para el académico argelino afincado en Francia Abdennour Benantar (2022: 32), esta institucionalización del Hirak tenía al menos dos objetivos: a) vaciar de contenido al movimiento, afirmando que había logrado su objetivo inicial de deponer a Buteflika; y b) apropiarse del Hirak en lugar de sus oponentes políticos, acusando de traición a los activistas que retomaran el Hirak. Asimismo, el presidente aprovechó el impacto muy positivo del Hirak a escala internacional para reposicionar el país en el tablero regional e internacional; según su punto de vista, la reaparición diplomática de Argelia se debe basar en una serie de éxitos en materia de acción exterior, así como en un enfoque proactivo que presente al país como una potencia en África y el Mediterráneo.
Así, el Gobierno actual está desarrollando su nueva visión de la política exterior apoyándose en los tres factores determinantes de la legitimidad y asociándolos. Desde su elección, el presidente Tebboune y su Ejecutivo han emprendido un proceso de revitalización de la diplomacia argelina para que Argeliapueda recuperar su lugar en el escenario internacional (Chabouni, 2023: 272), empleando la expresión «la nueva Argelia» para marcar una ruptura con la era Buteflika, en particular en el frente diplomático, paralizado entre 2013 y 2019. Para dar un nuevo impulso a esta política, Tebboune elaboró una hoja de ruta para una política exterior más dinámica, por lo que recurrió a Ramtane Lamamra, diplomático experimentado que dominaba las cuestiones que afectan directamente a los intereses vitales de Argelia. Lamamra fue ministro de Asuntos Exteriores entre julio de 2021 y marzo de 2023, cargo que también ocupó con Buteflika entre 2013 y 2017. En 2019, tras el estallido del Hirak, a través de él se buscó con urgencia el apoyo exterior al plan elaborado por el régimen para poner fin a la crisis (Thieux y Hernando de Larramendi, 2020: 115). Sin embargo, en marzo de 2023 fue sustituido por Ahmed Attaf, también veterano y antiguo diplomático de los años noventa. Esta inesperada sustitución suscitó muchos interrogantes y llevó a preguntarse sobre la crisis generacional y la dificultad de renovar las élites, en particular en el seno del aparato diplomático, alimentando el debate sobre su legitimidad.
El contexto internacional y la guerra en Ucrania: oportunidades para la diplomacia argelina
Las convulsiones geopolíticas mundiales vinculadas en particular a la guerra de Ucrania son propicias para reforzar el papel de Argelia en África y en la cuenca mediterránea. La guerra energética y las sanciones contra Rusia han situado al país en una posición de fuerza. De hecho, Occidente lo considera una fuente alternativa al gas ruso (FRS-FMES, 2022: 64). A finales de agosto de 2022, las inversiones en infraestructuras de prospección y exportación de gas fueron objeto de conversaciones en Argel entre el presidente francés, que iba acompañado por empresarios, y un grupo de ministros argelinos (Kolodko, 2023: 141). En este marco, por ejemplo, está previsto construir a muy corto plazo un nuevo gasoducto bajo el lecho marino del Mediterráneo. Un poco antes, los italianos ya habían firmado varios acuerdos de exportación de gas con Argel (ibídem).
Cabe señalar que la subida de los precios del petróleo y del gas han reforzado automáticamente las arcas del país7, lo que constituye una poderosa fuente de estabilización interna y, por consiguiente, de consolidación y renovación de la legitimidad. Sin embargo, esta mejora de las cuentas del Estado se ve amenazada por dos factores: las fluctuaciones de los precios y el aumento constante del consumo doméstico de gas. Los ingresos procedentes del petróleo han permitido financiar subidas salariales (APS, 2022c) y subsidios a los desempleados para calmar el frente socioeconómico, y es probable que estos valiosos ingresos aún puedan utilizarse para consolidar la paz social y estabilizar el sistema político. Pero esta dependencia del dinero para resolver los problemas socioeconómicos no perdurará, ya que la inflación y el alto coste de la vida, potenciados por la inestabilidad internacional, pesan cada vez más en la vida diaria de los argelinos.
En el frente exterior, la subida de los precios del petróleo y el gas dará a los responsables argelinos un amplio margen de maniobra diplomática, lo que les permitirá aspirar a convertirse en el epicentro de lo que el Foro Económico Mundial de marzo de 2011 denominó el eje «Mediterrafrica» (Farrand, 2022), en referencia a las múltiples dinámicas que experimentarán el Mediterráneo y África. Para apreciar esta voluntad argelina, basta con observar los grandes proyectos de infraestructuras que Argelia pretende completar o poner en marcha (gasoducto que une Nigeria-Argelia-Europa, redes ferroviarias hacia el Sáhara, proyecto del mayor puerto mediterráneo en Hamdania, reanudación y finalización del viejo sueño de la carretera de la unidad africana, apertura de varios pasos fronterizos con los estados del sur del Sáhara, etc.).
Este dinero también se utiliza para desarrollar una diplomacia de ayudas financieras en beneficio de varios países considerados amigos o aliados que comparten la misma visión que Argelia de las relaciones internacionales, especialmente aquellos que forman parte de los intereses estratégicos del país; lo que algunos califican como «diplomacia de chequera». Por ejemplo, en 2022 Argelia concedió a Túnez un préstamo de 200 millones de dólares reembolsable en 15 años, con un tipo de interés del 1% y un período de carencia de cinco años (Ben Salem, 2022). También hizo una donación de 100 millones de dólares a este país, lo que se explica principalmente por la necesidad, en términos de seguridad, de apoyar al régimen de Kais Saied con el fin de mantener el orden en la región y evitar la inestabilidad en la frontera este, que ya sufre la inestabilidad endémica de Libia. También se trata de aparentar ser una potencia con la que se puede contar. Además, esta decisión se explica por consideraciones puramente geoestratégicas. Argelia pretende invertir en lo que muchos consideran un importante éxito diplomático: por una parte, dar la vuelta a la posición tradicional de Túnez sobre el Sáhara Occidental y, por otra, impedir cualquier normalización magrebí con Israel; dicho de otro modo, evitar la creación de un flamante eje Rabat-Túnez-Tel Aviv que convertiría a Argelia en un país completamente cercado. Lo mismo ocurre con Palestina y el Sáhara Occidental, que son los principales asuntos de la diplomacia argelina y que cuentan con el apoyo incondicional de Argelia.
Con la guerra en Ucrania, que también ha desencadenado maniobras político-militares-diplomáticas a escala mundial, Argelia se ha encontrado ante un contexto internacional cargado de riesgos reales de confrontación, que exige un reajuste de las políticas exteriores de todos los estados llamados a alinearse con las posiciones de las grandes potencias, lo que plantea en sí mismo un importante desafío a la diplomacia argelina, estructurada desde la independencia en torno al principio de no alineación. Es decir, el reto al que se enfrenta Argelia sería cómo mantener su no alineación, esto es, cómo seguir siendo soberana en sus decisiones diplomáticas, al tiempo que preserva sus alianzas y amistades con potencias a las que el nuevo contexto mundial está dividiendo y empujando a la confrontación. ¿Cómo mantenerse no alineado en una época de extrema polarización? Para hacerse una idea de las presiones que están llevando a Argelia a posicionarse, especialmente tras el inicio de las operaciones militares rusas en Ucrania, basta con observar el número de militares y diplomáticos de alto rango que visitaron a Argel solo en los meses de enero y febrero de 20238.
Al igual que varios países africanos, Argelia se abstuvo en la votación de la resolución de Naciones Unidas del 2 de marzo de 2022 en la que se exigía a Rusia el cese inmediato del uso de la fuerza en Ucrania (Soyez, 2022), lo que constituye en sí mismo una prolongación de la postura de no alineación heredada de la Guerra Fría en relación con los enfrentamientos militares-diplomáticos entre las potencias mundiales y otras resoluciones que exigen sanciones contra Rusia; según el discurso oficial, esta postura denota justamente una no alineación (Abba, 2022: 105). Para muchos países africanos o asiáticos que se niegan a optar por pertenecer a uno u otro bando, Argelia podría desempeñar un papel preponderante en el movimiento de los países no alineados (Chikhaoui, 2023), lo que representaría una verdadera oportunidad para que Argelia se presentara como líder de una visión del Sur Global distinta de la defendida por Moscú o Washington. El propio Tebboune confirmó esta voluntad argelina, cuando, al recibir al presidente ugandés Musewini (11-12 de marzo de 2023), reiteró la aspiración de Argelia a presidir el movimiento de los países no alineados con motivo del anuncio de una minicumbre de este movimiento en verano de 2023 en Argel; así como cuando hizo el llamamiento a la comunidad internacional para que concediera dos puestos permanentes en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a la Unión Africana en su última cumbre. A raíz de la escalada militar en Ucrania, determinados sectores de la prensa occidental han tendido a confinar a Argelia en el bando ruso, sosteniendo que la herencia antiimperialista de este país se ve contrarrestada por sus vínculos históricamente sólidos con Rusia. Sin embargo, la realidad es más compleja. Aunque Argelia considera útil esta relación privilegiada con Rusia, no deja de tener sus límites. Se han rechazado en repetidas ocasiones los intentos de Rusia de establecer una base naval en Argelia (AVIA PRO, 2020), y las iniciativas para diversificar los lazos económicos entre ambos países, más allá del sector armamentístico, han tardado en materializarse. Por otra parte, Argelia ha estrechado sus lazos económicos con Europa, sobre todo en el sector energético.
Parece, por tanto, que Argel juega en varios frentes. Quiere preservar sus sólidos vínculos con Moscú pero, al mismo tiempo, tranquilizar a Estados Unidos y a sus socios europeos. Ha reabierto su embajada en Kiev, signo del mantenimiento de las relaciones bilaterales con ese país. Esta postura podría resultarle útil en un mundo acelerado en el que todo es posible. Teniendo esto en cuenta, ¿podría Argelia desempeñar un papel en la crisis ucraniana? El presidente Tebboune, al ser preguntado por la existencia de una iniciativa argelina para resolver la crisis ucraniana, respondió: «la diplomacia argelina es una diplomacia silenciosa y Argelia puede tener una solución para la crisis ucraniana» (APS, 2023). No dio más detalles, alegando el secreto diplomático. ¿Se trata de un discurso dirigido a la opinión pública argelina, que está muy atenta a esta guerra, o más bien de una diplomacia proactiva? ¿Tiene Argelia alguna carta que jugar? ¿Puede desempeñar un papel mediador en la cuestión ucraniana? El presidente confirmó esta afirmación en una entrevista concedida al canal catarí Al Jazeera el 22 de marzo de 2023: «Argelia está cualificada para desempeñar un papel de mediación en la crisis ucraniana (...); Argelia es uno de los pocos países con la credibilidad necesaria para llevar a cabo esta misión».Cabe señalar que, en el pasado, Argel desempeñó un papel de árbitro (Porter, 2015: 45) adquiriendo una notable experiencia en el ámbito de la mediación. En 1980, Mohammed Seddik Ben Yahia negoció la liberación de los rehenes estadounidenses en Teherán y consiguió resolver la crisis tras una retención de 444 días. Asimismo, la diplomacia argelina medió con éxito entre Irak e Irán en 1983 y entre Etiopía y Eritrea en 2000 (Daguzan, 2015: 40).
En el plano de la seguridad, las relaciones de Argelia con las potencias occidentales también son matizadas. Aunque no forma parte del grupo de los principales aliados de la OTAN en el Norte de África y el Mediterráneo, Argelia lleva dos décadas participando en el Diálogo Mediterráneo de la OTAN. La cooperación del Ejército argelino con sus homólogos occidentales se ha ampliado en torno a la lucha contra el terrorismo desde el 11 de septiembre. No obstante, Argelia se ha resistido regularmente a las presiones de Occidente para que amplíe su participación en operaciones de seguridad contra grupos insurgentes islamistas en el Sahel (Farrand, 2022), en estricto cumplimiento de su doctrina de no injerencia en los asuntos internos de otros países, a pesar de las tendencias intervencionistas de varias potencias mundiales y regionales. Esta postura se reiteró cuando la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) consideró la posibilidad de enviar tropas a Níger tras el golpe de estado de julio de 2023 en este país (Ait Ouarab, 2023).
El informe prospectivo del Diálogo Mediterráneo de la OTAN indica que las nuevas élites darán prioridad al desarrollo Sur-Sur. China contribuirá inevitablemente a la renovación y al desarrollo de las infraestructuras de la región (el proyecto titánico del puerto de Hamdania, cerca de Cherchell)9. Impulsadas en parte por las inversiones masivas y la creciente demanda de los países BRICS (Brasil, Federación Rusa, India, China y Sudáfrica) y del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), las empresas del Norte de África serán el eje del desarrollo de nuevos vínculos regionales. Como consecuencia de ello, la orilla sur del Mediterráneo se posicionará como una pasarela clave para el rápido crecimiento de los mercados emergentes de América Latina, Asia y África (Chikhaoui, 2023). En este sentido, el presidente argelino Tebboune ha reafirmado en reiteradas ocasiones la pertenencia de Argelia a su espacio natural, el Mediterráneo, con su profundidad estratégica en África. Argelia está desarrollando y consolidando sus tratados de amistad, vecindad y cooperación, así como sus asociaciones estratégicas con los países de la cuenca mediterránea. Por ello, la aspiración de Argelia de unirse a los BRICS se convertirá, sin duda, en una interfaz estratégica en el Mediterráneo Occidental (ibídem). No obstante, en la 15.ª cumbre de los BRICS, celebrada en Johannesburgo del 22 al 25 de agosto de 2023, la adhesión de Argelia no fue aceptada (Ait-Ouarab, 2023). Es evidente que la importancia de esta adhesión ha sido exagerada por el Gobierno argelino y, sobre todo, por los medios de comunicación locales, que han sobredimensionado la cuestión, según el exdiplomático Abdelaziz Rahabi: «esta movilización, confiada a personas que están lejos de comprender lo que se dirime en términos geopolíticos, me parece exagerada (...) nunca debe presentarse a una organización internacional como la solución a los problemas. En primer lugar, es una admisión de fracaso y, en segundo lugar, supone confiar tu destino a una potencia extranjera» (Kebir, 2023).
En el eje sahelo-sahariano, la penetración de Rusia en los países de África Occidental para sustituir a Francia brinda a Argelia oportunidades para gestionar mejor sus intereses vitales en su patio trasero. Sin embargo, ¿se protegerán mejor los intereses argelinos acercándose a los rusos y a las fuerzas locales hostiles a la presencia francesa? ¿O le interesa más bien favorecer una dinámica diplomática como fuerza estabilizadora y mediadora regional cooperando con todas las fuerzas presentes?, como sugiere el editorial de la revista El-Djeich10, órgano de expresión del Ejército, en el número 716 (marzo de 2023). Dicha editorial subraya: «Argelia sigue utilizando su diplomacia activa a escala regional, en particular para contribuir a resolver los problemas a los que se enfrentan algunos países vecinos, como Libia y Malí, lo que ha sido acogido favorablemente por diversos actores regionales, el último de ellos el portavoz de los dirigentes y representantes de los movimientos políticos de la República de Malí, que visitó recientemente nuestro país, donde, tras ser recibido por el presidente de la República, elogió el papel desempeñado por Argelia para llevar la paz y la reconciliación a Malí y restablecer la seguridad y la estabilidad en el país».
Por lo que respecta al eje árabe, la cumbre de la Liga Árabe celebrada en noviembre de 2022 fue una oportunidad para que la nueva diplomacia argelina demostrara su pericia en la construcción de un consenso árabe lo más amplio posible. Un consenso que fue acogido con satisfacción por dos potencias mundiales: «Acogemos con satisfacción todos estos resultados, y nuestras posiciones son muy cercanas y comunes por lo que respecta a la Declaración de Argel y a la solución en Oriente Próximo», declaró el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergéi Lavrov. Por su parte, el presidente chino, Xi Jinping, celebró el compromiso de Argelia «de reforzar la solidaridad entre los países árabes y su papel activo en la protección de los derechos e intereses legítimos de los países en desarrollo». Estas palabras de dos altos representantes de las principales naciones BRICS y poderosos actores en la remodelación del liderazgo y los equilibrios mundiales evocan, en dos registros diferentes, los resultados positivos de la Cumbre Árabe. El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Ghéit, declaró: «que no hubo reservas sobre lo que se decidió» en Argel, lo que confirma el éxito de Argelia a la hora de aunar a los países árabes (Khelassi, 2022). Por otra parte, otro ámbito de competencia diplomática de Argelia es el de las relaciones entre los países del Golfo, encabezadas por Arabia Saudí, Irán y la propia Argelia, que siempre han adoptado una postura muy equilibrada, negándose a alinearse con uno u otro bando (Driss, 2021: 85-99). El restablecimiento de las relaciones entre Irán y el reino saudí, gracias a la mediación de China en marzo de 2023, ha permitido a Argelia ganar puntos estratégicos frente a su vecino marroquí, que no ha dudado en mostrar una clara y total alineación con la postura saudí.
Uno de los retos a los que se enfrenta la nueva política exterior argelina es la crisis diplomática con España, que repercute en su posición sobre la cuestión saharaui y determina su actual dinamismo diplomático. Esta crisis diplomática surgió tras la decisión del Gobierno español de apoyar el proyecto de autonomía propuesto por Marruecos en 2007. En junio de 2022, este cambio de postura de España llevó a Argelia a suspender el Tratado de amistad, buena vecindad y cooperación firmado en 2002 (Cembrero, 2022), lo que provocó pérdidas colosales para España en términos comerciales, con una caída de más del 80% de las exportaciones españolas a Argelia (Gjevori, 2023). Esta crisis ha causado perjuicios a ambos países (pérdidas financieras, para las compañías aéreas, proyecto Medgaz, etc.); no obstante, Argelia parece encontrarse en una situación bastante favorable. En primer lugar, jugar la carta del gas puede reforzar su papel geopolítico, especialmente en el tenso contexto internacional generado por la guerra energética. Este contexto permite a Argelia erigirse como actor decisivo en el Norte de África, y revitalizar así su diplomacia. En segundo lugar, resulta que esta situación de conflicto ha reforzado la legitimidad interna, es decir, la imagen de la «nueva Argelia», a través del papel de los medios de comunicación locales, que transmiten a la población una narrativa basada en la soberanía de Argelia y, por supuesto, en un Estado fuerte. Todo ello a pesar del descontento de los comerciantes11 que son las principales víctimas de esta situación debido a las pérdidas y dificultades asociadas al intercambio comercial. Por último, hay que decir que esta situación de crisis ha consolidado el apoyo de Argelia al pueblo saharaui y al Frente Polisario, demostrando su fidelidad a su diplomacia normativa.
El poder de la imagen en el corazón de la diplomacia: ¿el auge del soft power argelino?
Como ya hemos mencionado, el presidente Tebboune juega mucho con el poder de la imagen e intenta ejercer una política de seducción, como se pudo observar en la celebración de los sesenta años de independencia del país, el 5 de julio de 2022: se organizó un desfile militar de una magnitud sin precedentes a fin de presentar a la nueva Argelia con atuendo de líder regional. Ello se produjo en un contexto de agitación geoestratégica mundial y, sobre todo, de tensión con el vecino Marruecos y su acercamiento a Israel. Cabe tener en cuenta que Argelia se construyó sobre la base de una lucha armada que, al precio de una guerra sangrienta, logró conquistar la independencia; asimismo, se apoya en su Ejército, que también ha logrado derrotar al terrorismo y hoy lucha contra cualquier posible amenaza. Evidentemente, el objetivo era presentarse como una potencia regional y, desde la perspectiva doméstica, también se quiso aliviar, tres años después del Hirak, las diversas tensiones internas, haciendo un llamamiento a la unidad y a la cohesión nacional. Se apeló al patriotismo argelino que, pese a las diferencias y divergencias políticas, sigue considerando al Ejército como digno heredero del Ejército de Liberación Nacional (ALN, por sus siglas en francés) y garante de la unidad nacional.
Más allá del contenido de este desfile, que tiene una dimensión militar y conmemorativa en términos de forma, el acontecimiento se inscribe en la nueva política exterior de Argelia, que se apoya en las herramientas del soft power para marcar su papel diplomático y paliar las carencias del período anterior. A diferencia de otros países árabes, como Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Marruecos, entre otros, Argelia había descuidado en gran medida este importante aspecto de la diplomacia. Hoy, la nueva situación geopolítica la obliga a replantearse su estrategia de comunicación y a adoptar un enfoque propio del soft power.
Diplomacia deportiva
La organización de eventos deportivos forma parte del soft power y de la capacidad de influencia y atracción del país organizador. Los países siempre han utilizado el deporte como herramienta, por diversas razones: por ejemplo, el deporte es una forma de reivindicar una causa nacional, pasada o presente, y también una forma de buscar reconocimiento. Ocurrió así en el caso del equipo itinerante del Frente de Liberación Nacional (FLN) de 1958 a 1962, durante la guerra de Argelia (Champagne, 2012: 70). En este sentido, Argelia atesora un historial acreditado en la organización de eventos deportivos internacionales que se remonta a la década de 1970: los Juegos Mediterráneos de 1975, los Juegos Africanos de 1978 y 2007, así como la Copa Africana de Naciones (CAN) de 1990 (Abba, 2022: 422); sin embargo, la inestabilidad del país en la década de 1990 mermó considerablemente sus capacidades. Argelia retomó este aspecto esencial de la diplomacia con la organización de la 19.ª edición de los Juegos Mediterráneos de 2022 en Orán12, con el objetivo de proyectar la imagen de un país constructor y abierto a sus vecinos mediterráneos. Aunque más modesto que otros campeonatos en términos de visibilidad internacional, Argelia también acogió la séptima edición del Campeonato Africano de Naciones (CHAN 2023). Las autoridades argelinas hicieron todo lo posible para que el acontecimiento tuviera la máxima proyección continental, con la presencia del nieto del presidente Nelson Mandela y su familia, del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y del presidente de la Confederación Africana de Fútbol (CAF), Patrice Motsepe. A escala nacional, el reto consistió en mediatizar el acontecimiento. Las autoridades argelinas se esforzaron en movilizar a los jóvenes y a la sociedad civil para dar una imagen honorable de la nueva Argelia (APS, 2022b).
Desde esta perspectiva, Argelia se apoya en la diplomacia deportiva como herramienta para mejorar la imagen internacional del país; su objetivo es demostrar las capacidades del Gobierno tratando de elevar la organización de los eventos según el modelo catarí, que se ha impuesto a escala internacional demostrando su eficacia en la organización del Mundial de Fútbol de 2022, a pesar de la campaña contra Qatar llevada a cabo por los medios de comunicación occidentales. A escala nacional, el objetivo es conquistar el corazón de los argelinos, en este caso de los jóvenes, apasionados por el fútbol, porque ver a su país gestionar un acontecimiento de esta magnitud les dará la esperanza de seguir creyendo en Argelia y en su poder. Así pues, el régimen intenta reparar la fractura sociopolítica abierta durante la época de Buteflika y agravada en el Hirak. Asimismo, trata de movilizar a los africanos, incluso captándolos, recurriendo a la seducción e intentando recuperar el tiempo perdido, desde Argelia quedó aislada del continente. No cabe duda de que una buena gestión de este tipo de acontecimientos puede propiciar la selección de Argelia para organizar otros eventos de gran envergadura, todo ello en aras del beneficio de la imagen del país y de la legitimidad del poder establecido. Gracias a estos éxitos deportivos, los árabes reconocieron la pericia de Argelia en este campo y decidieron concederle la organización de la segunda edición de los Juegos Árabes en julio de 2023.
Diplomacia cultural y religiosa
La estrategia de comunicación del régimen también moviliza la dimensión religiosa y cultural. En primer lugar, en materia de diplomacia cultural, Argelia se orienta hacia la puesta en valor de su identidad cultural y su patrimonio nacional mediante la inversión en turismo, un sector durante mucho tiempo descuidado en lo que respecta a la promoción de la imagen del país y de su diversidad cultural, sus artes culinarias, sus costumbres y la riqueza de sus lugares turísticos. En este sentido, del 22 al 25 de febrero de 2023, en Orán se organizó una feria internacional de turismo, viajes y transporte (SIAHA) (El-Watan, 2023) bajo los auspicios del ministerio de Turismo y Artesanía13. Además, se están haciendo esfuerzos para fomentar el turismo saharaui al facilitarse la expedición de un visado a la llegada al aeropuerto en las ciudades del sur (Le Figaro y AFP, 2022).
Aún en el plano cultural, destaca la creación de la cadena internacional de información Alg 24, que forma parte de esta dinámica de promoción de la imagen del país y de construcción de una visión argelina del mundo. La cadena emite programas y debates sobre Argelia y el mundo, así como diversos espacios sobre el país, con el objetivo de dar a conocer la cultura local. En 2022, Argelia financió una campaña publicitaria sobre el país para atraer turistas; al respecto, el canal europeo Euronews emite publicidad para animar al público internacional a visitar Argelia a través de una serie de reportajes titulados Algeria tomorrow14 que se emiten constantemente en esta cadena. Todo ello forma parte del nuevo programa del presidente Tebboune para dar a conocer el país en todos los frentes y, en particular, su potencial cultural y turístico. Otro signo de esta apertura es el creciente número de entrevistas que el presidente concede en medios de comunicación internacionales (Al Jazeera, Le Point, France 24, etc.), lo que era muy poco frecuente durante la Presidencia de Buteflika.
Otro aspecto de esta diplomacia es el impulso dado por Argelia en la UNESCO a la inscripción de varios elementos de patrimonio material e inmaterial argelino como Patrimonio de la Humanidad (cocina e indumentaria tradicionales, géneros musicales, etc.). Por ejemplo, el Rai, un canto popular argelino, se incluyó en la lista de la UNESCO en 2022 (APS, 2022d); otros géneros musicales y trajes tradicionales figuran en la lista de bienes inmateriales cuya inscripción en el Patrimonio de la Humanidad se propondrá próximamente, entre los que figura la vestimenta tradicional femenina del este de Argelia, la Gandoura de terciopelo: djaba madjboud (APS, 2022a).
Por otra parte, la religión es otro recurso vital para la acción exterior. Al respecto, la zawiya tidjania, que se ha implantado desde Senegal hasta Egipto, pasando por los países del Sahel, ocupa un lugar preponderante, habida cuenta de que su líder espiritual vive en la ciudad de Adrar. Argelia intenta renovar el legado político e ideológico de esta cofradía religiosa en África, organizando el coloquio internacional: «Imam Mohamed Ben Abdelkrim Al Maghili : gouvernance, unité et stabilité des sociétés africaines» («Imán Mohamed Ben Abdelkrim Al Maghili: gobernanza, unidad y estabilidad de las sociedades africanas»). Organizado por el ministerio de Educación Superior en colaboración con el ministerio de Asuntos Religiosos y Wakfs, el simposio reúne a delegaciones de más de 40 países, y tiene como objetivo recordar los principios de tolerancia del islam mediante el examen de un determinado número de valores que caracterizaron la vida y las acciones del imán al-Maghili, y la consolidación de los lazos de fraternidad y coexistencia pacífica entre el pueblo africano y el resto del mundo (Karim, 2022).
Diplomacia económica
La diplomacia económica ha sido durante mucho tiempo el pariente pobre del soft power argelino (Chabouni, 2023: 277); de hecho, el país está rezagado en comparación con su vecino marroquí, que ha permitido a sus empresas establecerse en toda África. Sin embargo, en la nueva configuración de su política exterior, el poder político argelino promueve la diplomacia económica. En la conferencia nacional sobre el plan de recuperación económica, celebrada en Argel los días 18 y 19 de agosto de 2020, el presidente argelino centró su discurso en la diplomacia económica y el deseo de invertir en el continente (Litamine, 2020). El jefe del Estado declaró que quería acabar con la denominada economía de las rentas (économie de la rente) y anunció su intención de desarrollar las relaciones comerciales con el mercado africano. Así, animó a los agentes económicos argelinos a invertir en dicho mercado. No obstante, la economía argelina sigue siendo hiperdependiente de los hidrocarburos (Mokelfi, 2015), lo que complica la iniciativa, ya que primero es necesario salir de esta crisis y reforzar la economía nacional para poder establecer empresas argelinas a escala continental. En cualquier caso, Argelia ha rectificado su postura sobre la Zona de Libre Comercio Continental (ZLEC), tras expresar reticencias en 2018, y ahora está ayudando a acelerar su puesta en marcha. La economía argelina está efectivamente cada vez más orientada a África; por ejemplo, el país tiene previsto desarrollar sus conexiones con África; el 10 de agosto de 2022 el jefe del Estado ordenó la apertura de nuevos vuelos a Sudáfrica, la República Democrática del Congo, Etiopía y Gabón. Recientemente, en la 36ª cumbre de la Unión Africana (18 y 19 de febrero de 2023) se anunció una ayuda de 1.000 millones de dólares para el continente africano. Del mismo modo, el anuncio en el sector bancario relativo a la apertura de dos bancos argelinos en Senegal y Mauritania da testimonio de esta voluntad de relanzar la diplomacia económica en África.
Ayuda y solidaridad argelinas
Otro medio de la acción exterior de Argelia es la ayuda al desarrollo, dirigida principalmente a los países del África Subsahariana, en particular, a los del vecino Sahel (Abba, 2022: 410) y también a los territorios ocupados de Palestina y los campos de refugiados del Frente Polisario en Tinduf. A ello se suma la dimensión humanitaria, tan importante para la diplomacia argelina. De hecho, a pesar de las diferencias de las grandes potencias sobre el régimen de Bashar Al Assad, y tras el mortífero terremoto que sacudió Turquía y Siria el 6 de febrero de 2023, Argelia fue el primer país en tender la mano al pueblo sirio. En efecto, el contingente argelino de protección civil acudió al lugar de los hechos en cuanto se produjo la catástrofe, y los socorristas argelinos fueron elogiados por su entrega. Incluso el Washington Post informó sobre las diversas operaciones llevadas a cabo por los 89 miembros de las unidades argelinas de protección civil, describiéndolos en los primeros días como Héroes de la Ciudad (Fahim y Karatas, 2023). Fue un éxito de la diplomacia argelina en el plano humanitario. El presidente llegó a rendirles homenaje públicamente, un gesto muy simbólico que presenta a un jefe del Estado que se preocupa por su pueblo y su dignidad, sobre todo porque era el primer homenaje que se rendía a este sector de la sociedad desde la independencia del país (condecoración presidencial). Es más, esta maniobra tenía por objeto hacer olvidar los desmanes del régimen en 2021, que reprimió violentamente a los 230 bomberos que se manifestaron para mejorar sus condiciones laborales y salariales (Belga, 2021).
Conclusión
Tras la caída de Abdelaziz Buteflika en 2019, el presidente Abdelmadjid Tebboune tuvo que hacer frente a una serie de retos, como la parálisis de la diplomacia que impedía hacer oír la voz de Argelia, o la pandemia de la COVID-19, que añadió dificultades a las cadenas de suministro. Fueron unas complicaciones que afectaron a la popularidad de Tebboune durante los dos primeros años de su Presidencia, aunque también le llevaron a elaborar un nuevo plan de acción, la Nueva Argelia, que incluía una nueva política exterior.
De hecho, el activismo diplomático de Argelia ilustra a la perfección su deseo de establecerse como Estado bisagra y potencia influyente, intentando construir una nueva identidad diplomática. Esta voluntad se caracteriza por la determinación de aprovechar, a favor del país, todas las oportunidades que se presenten en el escenario internacional, con un enfoque basado en una respetuosa mezcla de los principios fundadores de la política exterior argelina y una sobredosis de pragmatismo de la que carecía la eficacia diplomática de Argelia. Este auge de la diplomacia argelina se ve propiciado por un clima internacional muy favorable, en el que los actores internacionales más poderosos peregrinan a Argel, convertida en la «Meca de la diplomacia», e insisten en que Argelia puede hacer valer su peso y desempeñar un papel más activo en las cuestiones internacionales más apremiantes, a saber, la energía, la lucha contra el terrorismo y la consolidación de los marcos multilaterales.
Desde octubre de 2023, en el contexto de la guerra entre Hamás e Israel y de las numerosas violaciones de los derechos humanos en la Franja de Gaza, Argelia, firme partidaria de la causa palestina, llama a llevar a Israel ante la justicia internacional. Así lo manifestó el presidente Tebboune durante la apertura del año judicial 2023-2024, el 6 de noviembre de 2023, animando a los juristas árabes a iniciar acciones legales ante la Corte Penal Internacional (CPI) contra Israel (Blidi, 2023). Con su declaración contundente, una vez más, demostró que Argelia es una ferviente defensora del derecho a la autodeterminación de los pueblos colonizados y oprimidos. Dicha posición también le servirá para legitimar su poder a nivel interno, especialmente a medida que se acerca la campaña electoral. A escala internacional, obviamente encontrará un eco, especialmente porque el mundo cada vez está más dividido con respecto al conflicto en Oriente Medio, donde el Sur Global tiene su propia voz al respecto: el presidente de Colombia, Gustavo Petro, declaró que apoyaría a Argelia ante la CPI (El-Khabar, 2023).
En este contexto, la política exterior se presenta como un medio esencial con el que el Gobierno de Tebboune intenta restaurar la imagen de Argelia a escala internacional, granjearse la confianza de los argelinos y aumentar su índice de legitimidad, muy dañada por los años de gobierno personal del presidente Buteflika. Sin embargo, la nueva política exterior del país sigue siendo rehén de factores estructurales internos: dependencia endémica de las exportaciones de hidrocarburos, inflación galopante, ineficacia para frenar el desempleo, debilidad de la moneda, etc. Por otra parte, la represión de cualquier forma de oposición y la restricción de la libertad de expresión pueden asimismo alterar la imagen que el poder desea proyectar, y amenazan su credibilidad. Por último, las reiteradas remodelaciones en el seno del Gobierno ponen de manifiesto la ineficacia de la gestión de los asuntos internos. En el plano exterior, el aumento de las amenazas asimétricas a lo largo de la frontera, las tensiones con la vecina Marruecos y la crisis diplomática con España son otros tantos problemas que Argelia debe afrontar si quiere mantener el equilibrio y la paz en la región.
A pesar de estos retos internos y externos, el presidente Tebboune ha conseguido mantener un clima social relativamente tranquilo. Al utilizar un lenguaje popular en sus discursos, Tebboune se ha granjeado la simpatía de un número creciente de ciudadanos, que ahora se refieren a él como ammi Tebboune («tío Tebboune»). No obstante, en última instancia, en el caso de Argelia, la diplomacia sigue siendo el recurso predominante en cualquier proceso de legitimación y consolidación del apoyo popular a la estabilidad del sistema político, que es el objetivo último de todo poder.
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Notas:
1- En este artículo se utiliza la noción de «poder político» en su sentido más amplio. El término se refiere al sistema político que incluye varios componentes (actores) y está particularmente adaptado al caso argelino. A lo largo del texto, se hace referencia, más concretamente, al régimen político de Tebboune, ya que el estudio se centra en el período de su gobierno. Para más detalles sobre el concepto de poder en Argelia, véase: Hachemaoui (2016: 169-190).
2- Por legitimación internacional aquí se entiende el reconocimiento del papel preponderante y de liderazgo que le corresponde a Argelia.
3- Este movimiento se caracterizó principalmente por manifestaciones semanales, y se mantuvo hasta el inicio de la pandemia de la COVID-19 en 2020.
4- En la administración territorial argelina, el wali es el presidente que dirige la Wilaya. Esta última es una entidad administrativa diversa en extensión y competencias que equivale, según los estados, al departamento, a la región, a la provincia o al cantón. El jefe de una Daira es el presidente (o director) de una subdivisión de la Wilaya que reúne varios municipios. Subprefectura.
5- Para más información, véase: Mohand Amer (2020: 3-30).
6- Que significa chivato, soplón, espía. Está compuesta por el sufijo t. (جي) y ar خبرjabar «información».
7- El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima los ingresos recaudados en 58.000 millones de euros (Bobin, 2022).
8- Entre otros dirigentes, viajaron el vicesecretario de Estado estadounidense (1 de febrero), el viceministro de Defensa para las Fuerzas Armadas del Reino Unido (26 de febrero), el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, el presidente del Consejo de Ministros italiano, etc.
9- Se trata de un proyecto sino-argelino.
10- Esta palabra árabe significa «ejército» y, en este caso, se refiere a la revista de la institución militar.
11- En nuestras conversaciones con varios comerciantes cuya actividad se basa esencialmente en productos españoles, estos se quejaron de su situación y expresaron su descontento, aunque esta postura sigue siendo minoritaria. Sin embargo, como resulta difícil calibrar la opinión de los argelinos, hemos observado que la mayoría de ellos, sobre todo en las redes sociales, parecen estar orgullosos de la posición argelina respecto a esta crisis.
12- En total, participaron delegaciones de 18 países europeos, cinco africanos y tres asiáticos. Argelia no organizaba estos juegos desde 1975.
13- El objetivo del evento, que reunió a más de 40 expositores argelinos y extranjeros, fue promover la diversidad cultural a través del turismo.
14- Para más información, véase: https://fr.euronews.com/special/algeria-tomorrow
Palabras clave: Argelia, poder, Abdelmadjid Tebboune, política exterior, legitimidad, Hirak
Cómo citar este artículo: Chabouni, Samia. «La diplomacia argelina como fuente de legitimidad: entre tradición y renovación». Revista CIDOB d’Afers Internacionals, n.º 135 (diciembre de 2023), p. 143-168. DOI: doi.org/10.24241/rcai.2023.135.3.143
Revista CIDOB d’Afers Internacionals, n.º 135, p. 143-168
Cuatrimestral (octubre-diciembre 2023)
ISSN:1133-6595 | E-ISSN:2013-035X
DOI: https://doi.org/10.24241/rcai.2023.135.3.143
Fecha de recepción: 02.05.23 ; Fecha de aceptación: 12.09.23
Traducción del original en inglés: Paloma Valenciano y redacción CIDOB.
La autora agradece las aportaciones y la colaboración de los coordinadores del número, Miguel Hernando de Larramendi y Beatriz Tomé-Alonso, así como de los responsables de la revista. Asimismo, agradece a Mouloud Souilah, Georges Berguezan, Salim Chena, Sihem Kouras, Cindy Morillas, Hayet Rouibah y Laurence Thieux por sus comentarios y correcciones.