Revisando la política europea de vecindad: respuesta débil a rápidos cambios

Nota Internacional CIDOB 36
Fecha de publicación: 06/2011
Autor:
Eduard Soler i Lecha y Elina Viilup, Investigadores principales, CIDOB
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Notes internacionals CIDOB, núm. 36

En un vuelo a primera hora, yendo a Bruselas a debatir con sus colegas la respuesta de la UE a los levantamientos populares en Túnez y Egipto, el ministro de exteriores sueco Carl Bildt tweeteaba sobre la cuestión de si la UE puede ser una fuerza para las reformas y el estado de derecho en sus países vecinos. Una comunicación conjunta de la Comisión Europea y el Servicio de Acción Exterior, publicada el 25 de mayo, tiene como intención abordar esta cuestión proclamando la necesidad de “una nueva respuesta para una vecindad cambiante”. Esta fue también una de las cuestiones de la agenda del encuentro de los jefes de Estado y gobierno de la UE el 24 de junio, y muy pronto será tratada por el Parlamento Europeo. ¿Habrá alguna diferencia esta vez?

La cálidas y en general poco críticas relaciones mantenidas durante décadas por los gobiernos europeos con muchos de los gobiernos autoritarios del Norte de África y de Oriente Medio, junto a la respuesta indecisa cuando emergieron las primeras protestas, ha comprometido seriamente la credibilidad de la UE. En la Vecindad Oriental, que comprende países del Este de Europa y del Cáucaso, el atractivo de la UE también se ha erosionado. La UE ha sido reacia a ofrecer perspectivas de adhesión, las esperanzas de las Revoluciones de Colores se han esfumado y ninguno de los miembros orientales se encuentra actualmente en la senda de reformas democráticas, con la potencial excepción de Moldavia. Para decirlo con franqueza, al modo de Lukashenka y Aliev, Oriente tiene sus Ben Alís y se parece cada vez más a los países del sur Mediterráneo antes de las revueltas.

Desde 2004, la UE ha puesto en un mismo marco político la Política Europea de Vecindad (PEV), sus relaciones con este amplio y heterogéneo grupo de países que se extiende desde Marruecos a Bielorrusia y entre los que se dan situaciones excepcionales como Palestina. Estos países han tenido diferentes relaciones políticas y económicas con la UE y algunos de ellos están viviendo conflictos latentes o abiertos, ya sea entre ellos o internamente. Lo más importante, no obstante, es que tienen expectativas completamente diferentes, como se desprende del tipo de relaciones que quisieran tener con la UE.

El objetivo oficial de la PEV es promover reformas e incluso armonización con las normas y legislación de la UE en los campos político y económico mientras que la finalidad no declarada puede ser descrita como la consolidación de un área de influencia política, económica e incluso cultural en sus fronteras sureñas y orientales. En cuanto a los resultados políticos, existe un acuerdo total tanto entre expertos como entre profesionales en que si no son un completo fracaso sí son unos resultados bastante decepcionantes. La política de la UE ha fracasado en generar progreso en su vecindad, y hemos observado la inadecuación de sus herramientas para favorecer reformas políticas, sociales e institucionales. El atractivo de la UE, particularmente en el sur, ha disminuido debido a la emergencia de nuevos poderes globales, las divisiones entre los Estados miembros y la proyección de la imagen de la “fortaleza Europa”. Las revueltas árabes sólo han hecho más evidente los defectos y contradicciones de esta política.

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