Moon Jae In

El 9 de mayo de 2017, en plena escalada de tensión con ecos prebélicos entre Corea del Norte y Estados Unidos, Corea del Sur celebra unas elecciones presidenciales que deberían abrir una fase de mayor protagonismo del país en el manejo de una crisis donde el Gobierno de Seúl ha sido relegado a un papel secundario, si no de comparsa, pese a los críticos riesgos para la seguridad nacional. A las mismas acude como gran favorito Moon Jae In, candidato del principal partido de la oposición, el Democrático de Corea (PDC), y político orientado al centro-izquierda. Su programa, social liberal en el terreno económico y pacifista de cara al exterior, choca con el del conservador Partido de la Libertad (ex Saenuri), en el poder desde hace una década y muy tocado por la caída en desgracia de la sucesivamente suspendida, destituida y arrestada presidenta Park Geun Hye, actualmente juzgada por corrupción. De hecho, estas son unas elecciones adelantadas, mientras preside el país con carácter interino el primer ministro Hwang Kyo Ahn.

Moon es un abogado identificado con las causas de la democracia, los Derechos Humanos y la justicia social, y su adiestramiento en la política empezó como devoto asistente de su antiguo compañero de bufete Roh Moo Hyun, del que fue secretario y asesor legal en sus años de presidente (2003-2008) y hasta el día de 2009 en que, abrumado por un escándalo de corrupción familiar, decidió quitarse la vida. En 2012 Moon, en nombre del Partido Unido Democrático (heredero del Uri Dang de Roh y a su vez predecesor del actual PDC), realizó una primera tentativa presidencial, pero entonces fue batido por Park

Ahora en 2017, Moon, impulsado por una imagen de transparencia y probidad, repone en el primer plano el planteamiento cardinal de su tradición política, que es la búsqueda incansable de la paz y la reconciliación en la dividida península coreana, sin importar cuán desalentadoras o peligrosas sean las circunstancias, promoviendo el acercamiento al régimen totalitario del Norte y el retorno a la mesa de negociaciones para conseguir convencer a Pyongyang de que renuncie a sus programas de misiles balísticos y armas nucleares. Proponiendo un remedo de la fructífera pero finalmente fracasada Sunshine Policy puesta en marcha por el presidente Kim Dae Jung (1998-2003) y luego proseguida por Roh Moo Hyun, Moon plantea una compleja vía persuasiva de la recalcitrante dictadura norcoreana que hibridaría las sanciones, la disuasión militar, los incentivos materiales y el diálogo diplomático.

El aspirante opositor encuentra perturbadora la estrategia dura, con gran despliegue armamentístico y valoración de opciones militares anticipatorias, adoptada por la Administración de Donald Trump para neutralizar las amenazas norcoreanas. En particular, ve con escepticismo el despliegue del dispositivo de defensa antimisiles THAAD, que el Ejército estadounidense ha instalado a toda prisa de común acuerdo con las autoridades salientes de Seúl, y reclama una mayor "responsabilidad" de los surcoreanos en su propia seguridad, a la vez que llama a tener en consideración los temores de China, interlocutor necesario en aras de una "diplomacia equilibrada". Incluso se muestra dispuesto, si es que llega a la Casa Azul, a sostener una cumbre con su homólogo norteño Kim Jong Un para restablecer un entendimiento básico. Sus detractores del campo derechista acusan a Moon de ser blando con Pyongyang y de minar el vital acuerdo de seguridad y defensa con Estados Unidos, extremo que él niega de plano.

El caso es que el público surcoreano asiste perplejo al discurso mudable y contradictorio de Trump, que un día advierte de que su paciencia se ha "agotado" y al siguiente dirige elogios a Kim y le propone hablar sin intermediarios, multiplicando las incertidumbres en un escenario ya de por sí volátil. Hasta ahora, el elemento impredecible recaía solo en las autoridades de Pyongyang, campeonas de la retórica agresiva y que podrían realizar su sexto test atómico desde la detonación subterránea de 2006. Los matices saturan el enfoque de Moon, quien no deja de destacar los rasgos "pragmáticos" del discurso de Trump, mientras sentencia la inutilidad tanto de la "estrategia de contención" de los dos últimos presidentes conservadores de su país, Park Geun Hye y Lee Myung Bak, como la "paciencia estratégica" de Obama. Por otro lado, en la campaña electoral Moon ha visto comprometida su imagen liberal progresista con la afirmación de que se "opone" a la homosexualidad.


(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 5/5/2017. Moon Jae In fue el ganador de las elecciones presidenciales de 9/5/2017 y en la jornada siguiente tomó posesión del cargo con un mandato de cinco años sin opción a reelección. El 10/5/2022 fue sucedido por Yoon Suk Yeol, ganador de las elecciones del 9/3/2022).

1. Abogado progresista y colaborador del presidente Roh Moo Hyun
2. Fallida postulación presidencial en 2012 y líder de la oposición a la presidenta Park Geun Hye
3. Candidato favorito para las elecciones de 2017 con un programa de desescalada de la tensión militar en la península de Corea

1. Abogado progresista y colaborador del presidente Roh Moo Hyun

Moon Jae In es oriundo de la isla de Geoje, un territorio altamente industrializado unido por puente-carretera con la gran ciudad costera de Busan.. Durante la guerra de Corea, Geoje y el perímetro de Busan en el continente quedaron a salvo de la invasión norcoreana, así que el hogar del niño, nacido seis meses antes del Armisticio de Panmunjom de julio de 1953, no sufrió directamente los estragos de la contienda bélica, si bien sus padres eran unos campesinos refugiados que habían huido de los combates desarrollados en la República Popular Democrática de Corea a finales de 1950. El cabeza de familia se ganaba la vida como peón en un campamento de prisioneros de guerra norcoreanos custodiado por las fuerzas de la ONU en Geoje, mientras que su esposa vendía huevos en el puerto de Busan.

Instalado con sus padres y hermanos en Busan, el joven, educado en la religión católica, cursó la secundaria en la escuela Kyungnam y en 1972 inició la carrera de Derecho en la Universidad Kyung Hee de Seúl. En 1975, su participación en el movimiento de protestas estudiantiles contra las maniobras autoritarias de Park Chung Hee, el general autor del golpe de Estado de 1961 y devenido presidente-dictador en 1972 al socaire de la ley marcial, le costó el arresto, la expulsión de la Universidad y el reclutamiento forzoso para el servicio militar. Durante tres años, Moon estuvo movilizado en un batallón de fuerzas especiales que participó en misiones puntuales en la Zona Desmilitarizada de la frontera intercoreana.

En 1980 Moon fue licenciado del servicio activo con el grado de sargento y retomó las clases de Derecho en la capital, pero no tardó en ser detenido de nuevo, esta vez por violar la ley marcial decretada por el general Chun Doo Hwan, sucesor del asesinado Park, en su campaña para aplastar las revueltas populares contra la nueva dictadura militar. Con todo, pronto quedó puesto en libertad, para luego conseguir terminar la carrera y aprobar el examen que le capacitaba como jurista. Su intención, viable en virtud de su excelente rendimiento académico, era hacerse con una plaza de juez, pero figurar en las listas negras de opositores al régimen suponía estar vetado para la magistratura, así que tuvo que resignarse a ejercer de humilde abogado privado en su ciudad, Busan.

En Busan, Moon se asoció a Roh Moo Hyun, un colega de profesión unos años mayor, volcado en las causas humanitarias y que acabó desembarcando en la alta política como opositor destacado a los gobiernos conservadores de los presidentes Roh Tae Woo y Kim Young Sam (1988-1998). El bufete de Moon y Roh se especializó en la defensa legal de estudiantes, sindicalistas y activistas sociales perseguidos por la dictadura de Chun Doo Hwan. Tras la instalación de la democracia en Corea del Sur, el despacho siguió llevando casos relacionados con los derechos humanos, civiles y laborales, y fue miembro descollante de la asociación de abogados progresistas Minbyeon. Al convertirse Roh, diputado de la Asamblea Nacional desde 1988, en un político profesional a tiempo completo en Seúl, Moon se quedó al mando del bufete de Busan, pero sin aflojar sus lazos personales con su amigo y mentor, vínculos que, al contrario, se reforzaron.

Al margen por el momento de toda militancia partidaria, Moon se perfiló sin embargo como uno de los principales asistentes y colaboradores de Roh, al que pasó a prestar asesoría legal. En 2000 Roh, dirigente del Congreso Nacional para la Nueva Política (CNNP) y de su formación sucesora, el Partido Democrático del Milenio (PDM, al que posteriormente iba a tomar el relevo como partido oficialista el Uri Dang), fue nombrado ministro de Asuntos Marítimos y Pesca por el presidente desde 1998, Kim Dae Jung, el más afamado y tenaz luchador contra las dictaduras de Park y Chun, entonces embarcado en una complicada, esperanzadora y finalmente fracasada estrategia de acercamiento y reconciliación con el régimen comunista de Corea del Norte, la llamada Sunshine Policy, que le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz.

En abril de 2002 Roh, montado en una plataforma social liberal parcialmente continuista del legado de Kim (así, el ex ministro deseaba rematar las reformas estructurales de la economía y perseverar en la Sunshine Policy, rebautizada por él Política de Paz y Prosperidad, pero deploraba los escándalos de corrupción de la Administración saliente, a los que quería pasar página), se hizo con la candidatura por el PDM de cara a las elecciones presidenciales de diciembre. Moon se sentía a gusto en el trabajo jurídico interno, y fue solo por obligación y respeto hacia Roh que aceptó la invitación de administrar la campaña electoral de su preceptor. El 19 de diciembre de 2002 Roh batió al derechista Lee Hoi Chang, antiguo primer ministro con Kim Young Sam, y el 25 de febrero de 2003 tomó posesión de la jefatura del Estado, sentando a su discípulo en un lugar destacado del equipo presidencial.

En la Casa Azul, sede de la Presidencia de la República de Corea, Moon fue desde el principio un oficial muy influyente en la condición de alto secretario para Asuntos Civiles. En marzo de 2007 Roh le ascendió a secretario en jefe de la Presidencia y meses después Moon ayudó a organizar la segunda cumbre intercoreana, celebrada por Roh y el dictador comunista Kim Jong Il en Pyongyang en octubre de 2007. El histórico encuentro produjo un compromiso mutuo en pro del tratado de paz pendiente desde 1953, pero esta declaración conjunta, como las anteriores, iba a acabar en papel mojado por la contumacia nuclear y militarista del régimen de Pyongyang, potencia atómica de facto desde su test subterráneo de 2006.

Ahora bien, el principal apoyo, de tipo técnico, que Roh recibió de Moon fue a la hora de enfrentar la avalancha de acusaciones, políticas y judiciales, sobre sobornos y otros actos de corrupción presuntamente cometidos por miembros del Gobierno y del círculo presidencial, varios de los cuales empezaron a ser detenidos y procesados por diversos cargos. En marzo de 2004 la oposición parlamentaria, encabezada por el Gran Partido Nacional (GPN) de Park Geun Hye, la hija del asesinado presidente Park Chung Hee, consiguió que la Asamblea Nacional suspendiera en sus funciones a Roh por unos supuestos de incompetencia gestora y violación de la neutralidad política de la jefatura del Estado a unas semanas de las elecciones legislativas, pero en mayo siguiente el Tribunal Constitucional declaró infundado y nulo el procedimiento de impeachment parlamentario, dejando a Roh exonerado y rehabilitado.

Tras esta victoria, Roh y Moon, su inseparable edecán, secretario y asistente legal, tuvieron un período de relativo respiro en el frente de las imputaciones de corrupción, hasta que una nueva andanada de revelaciones sobre sobornos, financiación ilegal y tráfico de influencias de enorme magnitud golpeó al campo presidencial. La credibilidad de Roh como político probo y paladín de la lucha anticorrupción empezó a agrietarse, mientras que su agrupación, el Uri Dang, entró en descomposición y acabó desapareciendo en el seno del Nuevo Partido Unido Democrático (NPUD), a su vez convertido en cuestión de meses en el Partido Unido Democrático (PUD). Moon se mantuvo rigurosamente al margen de estas mudanzas políticas y tampoco jugó ningún papel en las elecciones presidenciales de diciembre de 2007, donde el candidato del GPN, Lee Myung Bak, arrolló al postulante del NPUD, Chung Dong Young.

El 25 de febrero de 2008 un cariacontecido Roh abandonaba la Casa Azul de Seúl acompañado por su fiel Moon. El ex presidente estaba decidido a retirarse completamente de la política para dedicarse a su nueva vida de agricultor, pero el Gobierno del GPN y la Fiscalía se pusieron a rastrear una serie de actuaciones sospechosas de la Administración anterior. Las pesquisas judiciales sacaron a flote un rosario de corruptelas cometidas por personas del entorno más cercano de Roh, empezando por su hermano mayor, detenido por la Policía en diciembre de 2008 y firmante de una declaración en la que reconocía su responsabilidad de parte de los cargos por soborno que se le formulaban. A principios de abril de 2009 Roh encajó otro golpe demoledor con el arresto de Jung Sang Moon, uno de sus secretarios en la Casa Azul, quien había hecho de recadero de un sustancioso pago de dinero de un empresario, también detenido, destinado al parecer a la mismísima ex primera dama, Kwon Yang Sook, y otros familiares directos. Aunque las diligencias penales le rodeaban peligrosamente, Moon no se vio involucrado en el escándalo.

Roh, al incriminar a su familia en el cobro de lo que tenía todo el aspecto de tratarse de sobornos en pago por favores políticos, confesó su vergüenza por lo sucedido y pidió perdón, pero no pudo evitar que los fiscales le llamaran a declarar a él también, ante los fuertes indicios de que todo el trasiego irregular de dinero de origen empresarial había tenido como destinatario último su propia persona. El 30 de abril Roh mantuvo el tipo en su interrogatorio judicial, pero se trataba de un hombre anímicamente destrozado. El 23 de mayo de 2009, días después de caerle a su hermano Roh Gun Pyeong una condena a cuatro años de cárcel y cuando todo el mundo creía inminente su arresto, Roh Moo Hyun decidió acabar con todo arrojándose a un barranco próximo a su casa rural en Bongha.

La muerte en tan trágicas circunstancias del que había sido el presidente del país hasta hacía poco más de un año provocó una lógica conmoción en Corea del Sur y puso bajo foco a Moon, quien asumió los papeles de portavoz de la familia y albacea del estadista desaparecido. Él fue el encargado de explicar los detalles del siniestro (por ejemplo, confirmó que Roh se había quitado deliberadamente la vida y no sufrido un accidente, y que se había tirado al vacío aprovechando un descuido del escolta que siempre le acompañaba en su paseo matutino por el campo) y de hacer pública una nota personal de despedida en la que el suicida transmitía su "dolor" y su "agonía", y pedía a sus seres queridos que no lamentaran su muerte, pues se trataba del "destino". Asimismo, supervisó los multitudinarios funerales de Estado y después ayudó a poner en marcha la Fundación Roh Moo Hyun para preservar el legado político y defender el honor del difunto.


2. Fallida postulación presidencial en 2012 y líder de la oposición a la presidenta Park Geun Hye

La dignidad de la figura de Moon a lo largo del drama personal de Roh impresionó a muchos surcoreanos y el campo liberal progresista, mandado a la oposición, se fijó en él como un candidato atractivo para presentar a las próximas elecciones presidenciales.

El desdichado final de su compañero de bufete, amigo y jefe cambió también al propio Moon, hasta entonces inasequible a las tentaciones políticas. En las elecciones legislativas y municipales parciales de abril y octubre de 2011 el abogado hizo campaña en favor de los candidatos de la oposición al GPN. Su notoriedad aumentó merced a la publicación de un libro de memorias muy vendido, Moon Jae In: El destino, donde el autor pasaba revista a sus años a lado de Roh y revelaba detalles del ejercicio presidencial de este, sobre todo en el capítulo internacional de las relaciones con Corea del Norte y Estados Unidos. Moon suscribía a pies juntillas la tesis victimista de que la persecución judicial contra el honrado Roh no había sido más que una operación de aniquilación personal orquestada por sectores políticos y empresariales derechistas que se sentían perjudicados por sus políticas de reforma de los conglomerados industriales o chaebols.

Al empezar 2012, el activismo político de Moon ya no dejaba lugar a dudas sobre su interés en presentarse a las elecciones presidenciales de diciembre de ese año en nombre del principal partido de la oposición, el PUD. Este no era exactamente el PUD formado en febrero 2008 por los partidarios de Roh; aquella formación, al poco de constituirse, en julio de 2008, había adoptado el nombre de Partido Democrático y en diciembre de 2011, mediante su fusión con el pequeño Partido de la Unidad de los Ciudadanos, había dado lugar al nuevo PUD bajo el liderazgo de Han Myeong Sook, quien fuera primera ministra con Roh. Las elecciones legislativas del 11 de abril de 2012 fueron el bautismo en la política representativa de Moon, quien ganó el escaño de diputado por Sasang, un distrito de Busan. Por los demás, los comicios, pese a la ganancia de votos del PUD, fueron ganados por el Partido de la Nueva Frontera (Saenuri), nueva denominación del GPN y el partido del presidente Lee Myung Bak.

El 16 de septiembre de 2012 Moon, con el 56% de los votos, fue el ganador del proceso de primarias votadas por los afiliados del PUD, en esos momentos presidido por Lee Hae Chan (otro anterior primer ministro con Roh Moo Hyun), para la selección del candidato presidencial. En su discurso de proclamación, el nominado invocó un gobierno de "equidad y justicia" para Corea del Sur, defendió las políticas sociales costeadas con mayores cargas fiscales a los ricos, recordó la necesidad de dialogar con Corea del Norte en aras de la paz - hasta el punto de mostrarse dispuesto a un encuentro cara a cara con el líder supremo de Pyongyang, Kim Jong Un, hijo del fallecido Kim Jong Il-, y prometió "terminar la labor" emprendida por el difunto Roh.

Antes de librar la campaña electoral contra su adversaria del Saenuri, Park Geun Hye, Moon se propuso, consiguiéndolo, que cancelara su postulación y se pasara a su bando el empresario independiente Ahn Cheol Soo, un magnate de la industria del software informático que concurría con excelentes puntuaciones en los sondeos y que con su empuje de outsider populista garantizaba el fracaso de los demócratas frente al Saenuri. Sin embargo, la retirada pactada de Ahn y las simpatías de las poderosas centrales sindicales, atraídas por su plan fiscal favorable a las clases trabajadoras y orientado a la izquierda, no le resultaron suficientes para ganar a Moon, quien el 19 de diciembre, con el 48% de los votos, perdió su envite presidencial contra Park.

La derrota por menos de cuatro puntos de diferencia no dejó, empero, abatidas a las huestes del PUD, que consideraron satisfactoria la campaña electoral desarrollada por Moon. El abogado conservó intacto el capital político adquirido en el último año y se volcó en la empresa de aglutinar a todo el centro-izquierda surcoreano para conseguir ganarle la partida al Saenuri en las elecciones de 2017. Sus esfuerzos, compartidos con Ahn Cheol Soo y otras figuras de la oposición, empezaron a cristalizar con la presentación el 26 de marzo de 2014 de la Nueva Alianza Política por la Democracia (NAPD), partido de corte social liberal basado en el PUD (últimamente llamado simplemente Partido Democrático), absorbido por la nueva colectividad, y el protopartido montado por Ahn, Nueva Visión Política. Aunque su máximo referente era Moon, la NAPD se dotó de una presidencia orgánica bicéfala formada por Kim Han Gil, el último presidente del PUD/PD, y Ahn Cheol Soo.

Pocos meses después, en julio, los candidatos de la NAPD tuvieron un mal rendimiento en una elección parcial para cubrir 15 puestos de la Asamblea Nacional, y como consecuencia del fracaso renunciaron a sus cargos ejecutivos Kim y Ahn. Un Comité de Planificación de Emergencia asumió con carácter interino las riendas del partido, pero en los meses siguientes la NAPD, con un mínimo recorrido todavía, vio agravarse su crisis al entrar en conflicto abierto el sector mayoritario próximo a Moon e identificado con la memoria de Roh, y el ala controlada por Kim y Ahn. El 9 de febrero de 2015 una convención partidaria elevó a la presidencia a Moon, quien acto seguido tendió la rama de olivo a Ahn. El empresario rechazó su oferta de integrar un liderazgo colectivo y a cambio exigió una nueva elección interna. Toda vez que Moon descartó esta salida, Ahn resolvió abandonar el partido.

El portazo de Ahn, al que siguieron Kim y otros disidentes, dejó a Moon las manos libres para recomponer la primera fuerza de la oposición, que el 28 de diciembre de 2015 tomó el nombre de Minjoo o Partido Democrático de Corea (PDC). Los forcejeos prosiguieron y el 27 de enero de 2016 Moon cedió la presidencia del PDC a un conductor interino ajeno a su facción de Roh, Kim Chong In, político de orientación conservadora. El panorama de turbulencias tomó un cauce más sosegado gracias a la victoria contra pronóstico en las legislativas del 13 de abril de 2016. Entonces, el Saenuri, dañado por la crisis de popularidad que arrastraba la presidenta Park a causa de un reguero de controversias, fue superado en un escaño por el PDC.

Moon no se presentó a la reelección en la Asamblea porque quería preparar su segunda candidatura presidencial. En agosto de 2016 el abogado recobró el pleno control de su partido al resultar elegida presidenta del mismo una de sus oficiales de confianza, la diputada Choo Mi Ae. La promoción de Choo despejó el camino para la segunda nominación de Moon.


3. Candidato favorito para las elecciones de 2017 con un programa de desescalada de la tensión militar en la península de Corea

Moon preparaba su segundo asalto a la Casa Azul en una elección que, de acuerdo con el calendario institucional, tendría lugar en diciembre de 2017. Entonces, siempre que fuera el vencedor de las primarias del PDC, desenlace que se daba prácticamente por hecho, se vería las caras con el candidato que el Saenuri designara para suceder a Park, la cual, de acuerdo con la Constitución, no podía optar al segunda mandato. Sin embargo, en octubre de 2016, un inesperado y monumental escándalo político vino a trastornar el curso político de Corea del Sur en un sentido de auténtico desastre para el oficialismo y de oportunidad de oro para la oposición.

Se trató de la aparatosa caída en desgracia de la presidenta Park, acusada de permitir que su amiga y confidente Choi Soon Sil, hija del jefe de una iglesia sectaria del que había sido discípula, se valiera de su posición de influencia para obtener beneficios económicos a pesar de no tener ningún puesto en el Ejecutivo. Acosada por la opinión pública, que no aceptó las confusas disculpas de la mandataria y sus despidos de oficiales del Gobierno como maniobra de distracción, Park fue suspendida por la Asamblea Nacional, mediante una moción de impeachment sacada adelante con el voto decisivo del PDC, el 9 de diciembre; entonces, la presidenta tuvo que traspasar sus funciones al primer ministro, Hwang Kyo Ahn, quedando en manos del Tribunal Constitucional la decisión sobre su destitución formal. Moon fue una de las figuras nacionales que galvanizaron las manifestaciones multitudinarias en las calles de Seúl y otras ciudades para exigir a Park que no se aferrara al cargo y dimitiera sin condiciones.

Mientras la credibilidad de Park se evaporaba a toda velocidad, la imagen positiva de Moon tomaba altura. Sondeos del momento le ponían en cabeza de una competición en la que también participaba, aunque solo oficiosamente, una personalidad de la talla de Ban Ki Moon. El ex secretario general la ONU era sin duda un hueso duro de roer para Moon, pues ofrecía un perfil progresista, amable y, sobre todo, experimentado y prestigioso, que podía privarle de muchos votos. Pero este problema desapareció el 1 de febrero de 2017 cuando Ban anunció que no sería candidato. Moon tenía otro reto, conseguir que Ahn Cheol Soo, al igual que en 2012, renunciara a presentarse y cerrara filas con él para agrupar el voto de centro y centro-izquierda, pero el magnate, que ahora lideraba su propia fuerza política, el Partido Popular, insistió en contender.

La cuenta atrás para las elecciones experimentó un adelanto tan drástico como previsible el 10 de marzo de 2017. Ese día, el Tribunal Constitucional ratificó el impeachment contra Park y la mandataria fue definitivamente apartada del cargo (el 30 de ese mes, Park acabó siendo detenida y encarcelada a la espera de conocer un pliego de cargos criminales por corrupción como antesala de su juicio). El primer ministro Hwang se convirtió en el presidente titular de la República y los electores de Corea del Sur fueron citados para votar el 9 de mayo.

El 3 de abril de 2017 Moon fue proclamado ganador de las primarias del PDC. Con un 57% de apoyos, no tuvo dificultades para imponerse a tres rivales de menor calibre, Ahn Hee Jung, Lee Jae Myung y Choi Sung. Sus principales contrincantes en las urnas nacionales iban a ser su ex aliado Ahn Cheol Soo y Hong Jun Pyo, el abanderado del Partido de la Libertad de Corea (PLC), nueva denominación del Saenuri desde febrero, después de sufrir la escisión de un sector minoritario contrario a Park. El abogado acudía a las elecciones de mayo liderando firmemente los sondeos y portando un programa virtualmente idéntico al de 2012, con un enfoque casi socialdemócrata del papel del Gobierno en la economía y el estado del bienestar (por ejemplo, mencionó un plan de estímulo fiscal a las pymes y las start-ups de 10 billones de wones, casi 9.000 millones de dólares al cambio), y una concepción marcadamente diplomática, conciliadora y pacifista de las peliagudas relaciones con Corea del Norte.

El caso era que el interminable ciclo de tensiones militares en la península coreana pasaba en estos mismos momentos por una fase de flujo de altísimo riesgo, pues el régimen de Kim Jong Un y la nueva Administración estadounidense de Donald Trump estaban enzarzados desde enero en una cruda pendencia verbal y no meramente retórica, pues la espiral de amenazas mutuas con tomar represalias bélicas se apoyaba inquietantemente en una exhibición de músculo militar sin precedentes por ambas partes.

En respuesta a las advertencias por parte de Pyongyang de que redoblaba el lanzamiento de misiles de medio alcance sobre el mar de Japón, de que "en cualquier momento" podía golpear el territorio norteamericano con un misil intercontinental con cabeza nuclear ("ataques ultraprecisos") y de que disponía de plutonio suficiente para municionar y detonar una decena de bombas atómicas, Washington, de común acuerdo con el Gobierno de Seúl, anunció el despliegue inmediato en Corea del Sur de elementos del dispositivo terrestre de defensa antimisiles THAAD (Terminal High Altitude Area Defense) y el envío a la zona de una potente escuadra naval encabezada por el portaaviones Carl Vinson.

En marzo, el secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, de visita en Seúl, avisó que la "paciencia" de Estados Unidos con Corea del Norte estaba acabándose y que la superpotencia ya no descartaba la opción militar si la dictadura de Kim Jong Un seguía desafiando a la comunidad internacional con sus pruebas de misiles y su programa nuclear. En abril, Trump mismo manifestó que se le había "agotado" la paciencia y que el conflicto bélico en toda regla era una posibilidad bien real, si bien dejó abierta la puerta a "nuevas conversaciones" siempre que el oponente dejara de agitar los tambores de guerra. Con su virulencia y catastrofismo habituales, Pyongyang replicó con las amenazas de hundir el Carl Vinson si se le ponía a tiro y de anticiparse a un ataque preventivo del enemigo, ya fuera convencional o nuclear, con el primer golpe, "aplastante y efectivo", de una "guerra termonuclear" que tendría "catastróficas consecuencias" para Estados Unidos y sus aliados.

Sobre esta vorágine de acciones y declaraciones, Moon, a diferencia del presidente Hwang, un estadista interino con la autoridad política menoscabada, tenía mucho que decir. Para empezar, reiteró su disposición a sostener con Kim Jong Un una cumbre que, en apariencia, se enmarcaría en una especie de versión limitada de la Sunshine Policy y la Política de Paz y Prosperidad auspiciadas por Kim Dae Jung y Roh Moo Hyun entre 1998 y 2008.

Para el PDC, la paz en la península coreana era la máxima prioridad, y para ese fin debía retomarse en relación con el Norte una vía persuasiva que aunara tres fórmulas: en primer lugar y sin género de dudas, "cierto grado de presión y coerción", es decir, las sanciones ya en vigor y la disuasión militar clásica esperable de un estado que técnicamente, desde el Armisticio de 1953, seguía siendo de guerra, pero con un mayor nivel de "responsabilidad" en la defensa nacional por parte del Ejército surcoreano; en segundo lugar y al mismo tiempo -lo que parecía un tanto contradictorio con lo anterior-, la adopción de medidas de confianza e incentivos materiales en las formas de ayudas, cooperación industrial, intercambios culturales y humanos, y programas conjuntos; y en tercer lugar, el diálogo diplomático directo, tanto bilateral como multilateral, resucitando de ser preciso el formato de las conversaciones sexpartitas (ambas Coreas, Estados Unidos, China, Rusia y Japón) desarrolladas entre 2003 y 2007. Se trataba de arrancar del Norte un acuerdo que en un primer momento supondría la congelación de sus actividades nucleares y que a más largo plazo debería desembocar en el desmantelamiento de toda esa capacidad.

Por otro lado, Moon no creía que el imperativo de mantener alta la guardia en la frontera desmilitarizada en torno al paralelo 38 justificara la existencia en el Sur de unas leyes de seguridad interna muy estrictas y un organismo de espionaje doméstico como el Servicio Nacional de Inteligencia. El candidato prometía abolir estas estructuras, a su entender difícilmente compatibles con un Estado democrático y de derecho, en caso de salir elegido presidente.

Sensible a las acusaciones de sus detractores de la derecha sobre que escondía pulsiones filocomunistas, Moon intentó aclarar que él no ponía en duda la necesidad, vital, de la alianza de seguridad con Estados Unidos y su fuerte componente militar in situ, repartido en una quincena de bases e instalaciones en todo el país. Este vínculo transpacífico era ciertamente el "pilar" de la diplomacia y de la misma democracia de Corea del Sur. Pero insistió en que desplegar a toda prisa, sin el debido debate político y público, sin evaluar cuidadosamente sus beneficios y sus riegos, los interceptores antimisiles de Estados Unidos, cuya plena operatividad se esperaba para principios de mayo, no ayudaba a aliviar la asfixiante tensión ambiental. Además, Moon decía tomar en consideración la alarma de China, que veía al THAAD como una amenaza a su propia seguridad, por la evolución de los acontecimientos en su vecindad. Por todo ello, Moon era partidario de reevaluar a fondo el THAAD.

El campo demócrata y buena parte de la opinión pública surcoreana encontraban incluso más irritante la afirmación por la Casa Blanca, al punto matizada, de que Seúl iba a correr con el grueso, unos 1.000 millones de dólares, del coste del THAAD. Moon se tenía por un "amigo de América", aunque también opinaba que Corea del Sur debía aprender a "decirle no" a Estados Unidos en determinadas circunstancias. A últimos de abril, el líder opositor provocó un revuelo al deslizar en un debate televisado su "oposición" a la homosexualidad.

Moon Jae In está casado con Kim Jeong Suk y es padre de dos hijos.

(Cobertura informativa hasta 1/5/2017)