Rusia juega a la espera estratégica en Libia
No se había visto tal nivel de alarma ante las intenciones rusas en Libia y en el Mediterráneo desde el comienzo de la Guerra Fría: un aluvión de artículos recientes advierten de que los movimientos de Rusia en Libia son la prueba de una política agresiva y expansionista que encaja con sus intervenciones militares en Ucrania y Crimea. Pero se trata de una exageración. Si bien es cierto que Rusia se ha aprovechado de la aversión al riesgo que ha mostrado Estados Unidos durante la Primavera Árabe para fortalecer su posición en diversos frentes (en particular, en Siria), su postura en relación con Oriente Próximo en general es selectiva y oportunista. A Rusia le interesa primordialmente mantener y elevar su estatus geopolítico, generar influencias de las que se pueda servir para sus intereses más cercanos y asegurarse una parte de los réditos económicos que aporten futuros acuerdos. Carece tanto de los recursos como de la voluntad de comprometerse en un país que podría resultar un desastre durante mucho tiempo.