Nuevos municipalismos en espacios posyugoslavos: rupturas democráticas en Zagreb y Belgrado

Norma Tiedemann, investigadora predoctoral y ayudante de investigación, Departamento de Ciencia Política y Teoría Política, Universität Kassel. norma.tiedemann@uni-kassel.de
A medida que sistemas políticos formalmente democráticos de todo el mundo devienen en regímenes autoritarios neoliberales, surgen contramovimientos que adoptan la forma de plataformas municipalistas. En este contexto, el espacio posyugoslavo también es testigo de la confluencia de protestas de este tipo, por ejemplo, en Zagreb y Belgrado. Estas prácticas solo pueden entenderse si se analizan las condiciones locales concretas y las estructurales generales. En este artículo, el surgimiento de nuevos municipalismos en ambas ciudades sirve como punto de partida para analizar una coyuntura concreta de contradicciones e iniciativas que pertenecen a un desarrollo más amplio enmarcado en las turbulencias de los 10 años posteriores a la crisis y potencialmente representan rupturas democráticas en estados-nación neoliberales y autoritarios. Así, esta contribución indaga en las condiciones societales para su existencia y el papel que pueden desempeñar los aparatos de Estado como terrenos de luchas emancipatorias.
De Preston a Málaga, de Nápoles a Belgrado: una red de «ciudades rebeldes» se extiende por el continente europeo (Caccia, 2016). Más allá del entusiasmo en torno a los denominados «nuevos municipalismos», el enigma es: ¿por qué se utiliza un mismo término para hacer referencia a fenómeno que tienen lugar en lugares tan sumamente diferentes? ¿Cuál es el contexto general que alienta a los movimientos a «reinventar las prácticas democráticas desde la dimensión local»? (ibídem) Croacia y Serbia rara vez aparecen en estudios sobre movimientos sociales (Brentin y Bieber 2019: 2), pero, en el punto álgido de las experiencias españolas (Barcelona, Madrid), también la región de la antigua Yugoslavia fue testigo de la confluencia de protestas en plataformas municipalistas: Zagreb Je NAŠ! (ZJN) y Ne da(vi)mo Beograd (NDB)1. Para entender este viaje de prácticas, debemos analizar tanto las condiciones concretas locales como las estructurales más generales. Esto requiere pasar de un enfoque microsociológico al análisis del antagosnismo del que emerge la controversia. Los estudios sobre movimientos sociales a menudo «conceptualizan (…) el movimiento social como una entidad (…) distinta más que como un punto de partida para descifrar la complejidad (…) de la coyuntura poscrisis» (Engelhardt y Moore, 2017: 273). Por otra parte, la teoría crítica social con frecuencia adopta una visión panorámica estructuralista, que no investiga desarrollos políticos concretos. Ante ello, aquí se propone un enfoque de análisis coyuntural, con el fin de embeber los movimientos en su contexto político-económico más amplio y en un espacio-tiempo específico.
El análisis de la coyuntura abarca «los posicionamientos históricos concretos de las estrategias políticas (…) que reflejan tendencias inscritas estructuralmente, relaciones de fuerzas, formaciones institucionales e ideológicas y factores circunstanciales» (Gallas, 2017: 257). Partiendo del realismo crítico, la coyuntura se sitúa en el terreno de lo factual, que se refiere a los hechos, a los que no necesariamente puede accederse por medio de la observación inmediata (lo empírico), sino que son producidos por mecanismos subyacentes (lo real, véase Blaikie, 2000: 108). El realismo crítico está relacionado inherentemente con las interpretaciones políticas emancipatorias de la ciencia no positivista (Belfrage y Hauf, 2016: 259). Su objetivo es arrojar luz sobre las condiciones estructurales y el potencial para la agencia emancipatoria. Por consiguiente, este artículo se interesa por la búsqueda de explicaciones a por qué determinados movimientos aparecen en una coyuntura específica y qué potenciales emancipatorios tienen. Los casos de estudio de Zagreb y Belgrado no se analizan de manera comparativa, sino como ejemplos ilustrativos de procesos societales, pese a sus particularidades. En este sentido, el presente artículo busca «una interpretación holística –esto es (…) contextualizada y embebida– del fenómeno o sistema objeto de investigación», por lo que no se sitúa en un nivel de análisis microscópico centrado en «actividades y procesos de captación» (Snow y Trom, 2002: 149 y sig.), recursos o marcos discursivos.
Sobre la base de estas consideraciones, en primer lugar, se exponen a grandes rasgos los fundamentos teóricos de la democracia materialista y su relación con el nuevo municipalismo. A continuación, se presenta el contexto coyuntural del autoritarismo neoliberal en Serbia y Croacia, así como sus efectos sobre el espacio urbano y las listas municipalistas en Zagreb y Belgrado como contramovimientos. Y, por último, se reflexiona sobre los movimientos y el gobierno local y se destacan unas conclusiones finales. La parte empírica se basa en más de 30 entrevistas cualitativas llevadas a cabo durante tres viajes de investigación de campo en 2018 y 20192.
Los nuevos municipalismos de Croacia y Serbia sirven como punto de partida para analizar la coyuntura de un auge global del autoritarismo, que surge por la falta de un nuevo régimen de acumulación y, en su lugar, amplía y ahonda la fórmula neoliberal (Demirović y Sablowski, 2013). En el curso de este auge, se produce una involución de la forma del Estado democrático (Buckel, 2016: 304). Las iniciativas analizadas pertenecen a un movimiento societal contra dichos acontecimientos enmarcado en las turbulencias de los 10 años posteriores a la crisis y representan potenciales rupturas democráticas en estados autoritarios neoliberales que se multiplican más allá de Europa.
Capitalismo, democracia y ataques contra las instituciones desde abajo
El debate en torno a los nuevos municipalismos refleja una euforia desbordante, en detrimento del hecho de tomarse suficientemente en serio las relaciones de fuerzas. La ciudad parece ser en cierto modo un ensamblaje de «contrapoderes situados» y «microsocialidades» flotando libremente (Kubaczek y Raunig, 2017). Tomar mayor distancia podría ayudar a entender las prácticas municipalistas de la semiperiferia europea en el contexto de una crisis político-económica. Aquí se sostiene que la estrategia municipalista emerge de una constelación que refleja un conflicto agravado entre un sistema político y otro económico, es decir, es producto de una relación dialéctica entre la democracia y el capitalismo (Buckel, 2016). Al investigar este nivel de la realidad societal, se hacen visibles las «tendencias inscritas estructuralmente» (Gallas, 2017: 257) que producen tanto la coyuntura actual de autoritarismo neoliberal como sus contramovimientos.
Desde la perspectiva de la teoría de la democracia materialista, la existencia de instituciones políticas externas a las relaciones económicas de producción (en concreto, la democracia parlamentaria) debe entenderse como la evolución de un sistema político capaz de asegurar un equilibro frágil. Los foros democráticos como los parlamentos no solo constituyen un prerrequisito para un mandato político burgués, sino también un «régimen de malestar» que permite canalizar los deseos sociopolíticos afuera de las instituciones hacia el interior del Estado (Marx, 1852). Mientras la acumulación de capital funcione bien, los parlamentos se mantendrán como terrenos de lucha en los que las clases subalternas podrán conseguir concesiones. En épocas de crisis, sin embargo, la burguesía está dispuesta a frenar los procesos democráticos con el fin de proteger su base material de poder, es decir, las relaciones de propiedad con las que obtienen plusvalías (Buckel, 2016: 304). La erupción de la crisis en 2007-2008 inició un nuevo ciclo de retroceso en los logros democráticos, como la gestión de la eurocrisis (Oberndorfer, 2017), el incremento del poder del Ejecutivo, la creación de multitud de regulaciones jurídicas especializadas o la restricción de las competencias de los parlamentos (Buckel, 2016: 314). Así, se ha ido contrayendo la relativa autonomía del Estado, es decir, el hecho de que el poder político se ejerza a través de una compleja amalgama de aparatos de Estado que incluye la democracia parlamentaria (Poulantzas, 2000: 127 y sig.). No obstante, este debilitamiento de los procedimientos democráticos no está exento de oposición, ya que el estatismo autoritario ha generado una «oleada de reivindicaciones democráticas» (ibídem: 247) tales como los movimientos contestatarios contra el recorte en derechos sociales y políticos que han surgido en Europa y más allá en la última década.
El resultado preliminar de las manifestaciones antiausteridad llevadas a cabo desde 2010 ha sido un reajuste en la relación entre los movimientos sociales y los partidos políticos, especialmente en los márgenes de Europa, donde actores políticos han intentado integrar estas dinámicas controvertidas «desde arriba». En este sentido, proyectos políticos como Syriza en Grecia o Podemos en España, limitados al marco del Estado-nación, se han desgastado por múltiples contradicciones. Paralelamente, desde abajo se ha lanzado un ataque contra las instituciones. En las ciudades, las contradicciones de la privatización implacable de los servicios y la desigualdad ganan visibilidad, a la vez que se llevan a cabo experimentos de contrademocracia (Harvey, 2012). Ya en la década de 1970, Henri Lefebvre atribuyó una importancia estratégica a la política local: «La ciudad y su periferia tienden a devenir en un escenario para diversos tipos de acciones que ya no pueden estar relegadas a las ubicaciones tradicionales de las fábricas (…). La ciudad y el ámbito urbano son, pues, la escena de la lucha, pero también son lo que está en juego en dicha lucha. ¿Cómo puede alguien aspirar al poder (…) sin planificar la ocupación de dicho espacio y la creación de una nueva morfología política (…)? (ibídem, 1991: 386-387).
Las plataformas municipalistas forman parte de la configuración de esa morfología. Su práctica expresa la frustración por la impermeabilidad de los aparatos de Estado y por la destrucción salvaje de los espacios urbanos en favor de intereses lucrativos. El modo en el que se apela al «derecho a la ciudad» en dichas luchas obedece al concepto de «autogestión» de Lefebvre, que dicho autor describió como la «participación real y activa» (2009: 145).
El contexto regional del sureste de Europa
Aunque el espacio posyugoslavo presenta importantes particularidades, forma parte de un todo políticoeconómico, unido por los sistemas capitalistas de (re)producción. La vida urbana está modelada por unas condiciones más amplias del capitalismo neoliberal, por lo que observamos problemas comunes en ciudades de toda Europa en la coyuntura actual. Además, existe una red de contactos internacionales a través de la cual se van extendiendo las distintas experiencias, como la red de Ciudades sin Miedo o Fearless Cities3.
Pese a sus diferencias, Croacia y Serbia comparten una historia común como repúblicas constitutivas de la República Federativa Socialista de Yugoslavia (RFSY). Mientras existió como tal, la RFSY fue testigo de contradicciones cada vez mayores que ocasionaron una creciente oposición, en la década de 1980, movilizaciones nacionalistas y una desintegración violenta en los años noventa. Su incorporación al mercado mundial empezó de inmediato, con la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI). A finales de la década de 1980, los programas de ajuste estructural presentaban todas las características del neoliberalismo que posteriormente se generalizaría con las políticas de austeridad y recorte de derechos sociales (Weißenbacher, 2005: 150 y sig.). Las fuerzas políticas, «profundamente arraigadas en el tradicionalismo, el nacionalismo y el rechazo autoritario hacia la democracia» (Dolenec, 2013: 163), ganaron poder, impulsadas por las contradicciones de los desequilibrios económicos y los derechos de autonomía. Tras la desintegración del país, vinieron la desindustrialización y las privatizaciones sistemáticas, así como el surgimiento de una élite política perfectamente intrincada con los actores económicos. Así pues, a partir de la década de 1990, la concentración de poder, las formas autoritarias de gobierno, el debilitamiento de los parlamentos y el abuso de poder de los que formaban parte de los aparatos de Estado dificultaron la formación de instituciones políticas representativas (ibídem). Solo con las manifestaciones multitudinarias de finales del siglo pasado, los nuevos actores políticos desafiaron a la élite de la transición.
Sin embargo, a pesar de que se han evidenciado ligeros avances en democratización y mejoras socioeconómicas, este progreso se está revirtiendo desde hace unos años (Pasic, 2016). La situación de lenta estabilización se vio perturbada por la crisis de 2008. La economía de Croacia se contrajo un 12% entre 2009 y 2014, la segunda pérdida más importante de la UE (Global Property Guide, 2017). En consonancia con la gestión preponderante de la crisis en toda la UE, la disciplina presupuestaria fue el principio imperante en el país (Bartlett, 2015), que actualmente concentra la tercera tasa de desempleo juvenil más alta de la UE (Botrić, 2017: 7). Por su parte, la economía serbia también se vio arrastrada por la turbulenta situación global. La renta nacional y el número de personas empleadas se han estancado desde 2008 y la deuda pública ha aumentado del 28,3 % del PIB en 2008 al 72,2 % en 2015 (Prokopijević, 2015). Con la ayuda del FMI, el Gobierno serbio implementó reformas económicas centradas en «el apoyo al crecimiento económico impulsado por el sector privado» y en la fórmula mágica del «ajuste fiscal» (IMF, 2018), es decir, de la austeridad.
Más allá del ataque a los derechos sociales –por ejemplo, desregularizando los mercados laborales–, la crisis también activó otro ciclo de retroceso en los avances democráticos. La libertad de prensa está deteriorándose en ambos países (Vladisavljevic, 2019; Vukasovic, 2016). En Serbia, el control parlamentario del Ejecutivo es débil (European Commission, 2018: 6), mientras que el Gobierno sigue una estrategia de ley y orden, endureciendo el sistema de sanciones (OCCRP, 2019). La «toma del Estado» es un problema recurrente, en que se intercambian cargos, concesiones, etc., como contraprestación a favores mutuos o lealtad de los votantes4. En ambos países, hay una baja confianza en las instituciones políticas (Eurobarometer, 2017; Fiket et al., 2017). Asimismo, las protestas multitudinarias en Serbia, que empezaron a finales de 2018, indican un profundo descontento con el régimen vigente del Partido Progresista Serbio, que erosiona los derechos políticos y civiles, presiona a sus adversarios y a los periodistas, y concentra el poder en la cúpula en la figura del presidente (Freedom House, 2019b). En comparación con su vecino, Croacia –una «democracia con puntos débiles» (EIU, 2018)–, está menos plagada de tendencias autoritarias; sin embargo, la corrupción sistémica y la existencia de un bloque de poder fragmentado que permanece unido por el conservadurismo nacional, así como el revisionismo histórico (Echikson, 2019; Freedom House, 2019a; Hajdari y Colborne, 2018), la convierten en un caso que ilustra tendencias más amplias.
Esta involución democrática, esto es, el giro hacia el autoritarismo neoliberal5, se está enfrentando a respuestas desde abajo. Las manifestaciones contra la gentrificación, la privatización, los ataques a los derechos laborales, la devastación ecológica, etc. han creado redes de las que han surgido plataformas municipalistas en los últimos dos años. De un modo similar a las protestas españolas de 2011-2012, las iniciativas politizan la disfuncionalidad de la democracia representativa en el capitalismo autoritario neoliberal. Las exigencias de la acumulación, incorporadas al Estado neoliberal, configuran la vida urbana y las posibilidades de autodeterminación colectiva de manera comparable tanto aquí como en Londres, Barcelona o Berlín. En este contexto, mientras que en Croacia Zagreb je NAŠ! entró en las instituciones locales tras las elecciones municipales de 2017, en Serbia Ne da(vi)mo Beograd no pudo traspasar el umbral electoral en mayo de 2018.
A continuación, se demostrará cómo la configuración de las ciudades como espacios de lucro debilita tanto la capacidad de los ciudadanos de llegar a fin de mes, como el régimen democrático, y se ofrecerá un panorama exhaustivo de la coyuntura actual.
El urbanismo neoliberal: la precarización de la reproducción social
Los espacios urbanos desempeñan un papel fundamental a la hora de «absorber el excedente de producción que generan constantemente los capitalistas en su afán por conseguir plusvalías» y, por consiguiente, son clave a la hora de reproducir de manera general las relaciones sociales (Harvey, 2012: 7). Esto los convierte en un punto de partida privilegiado para investigar la coyuntura subyacente del autoritarismo neoliberal. En Zagreb y en Belgrado el espacio urbano está destrozado, en tanto en cuanto ofrece condiciones de vida degradantes para la mayoría de sus habitantes y, al mismo tiempo, constituye el escenario simbólico y físico para manifestaciones de poder y para la absorción del capital y de la mano de obra en el sector de la construcción.
En ambos casos, la vivienda se organiza a través de la propiedad. En 2016, el 90% de los croatas y el 82,4% de la población serbia eran propietarios-ocupantes (Eurostat, 2018a). Apenas quedan viviendas sociales y la turistificación reduce el número de pisos disponibles para vivienda real. En Croacia, Airbnb experimentó un crecimiento de más del 100% entre 2015 y 2017 (Babić, 2017). Así, si no es a través de una herencia, la vía de acceso a la vivienda en propiedad es el endeudamiento, lo que supedita esta necesidad a la volatilidad de los mercados crediticios. La enorme expansión de los préstamos entre 2000 y 2007 ha acarreado problemas graves para muchos hogares croatas, que no pueden saldar sus deudas desde la crisis (Rodik, 2015). Una consecuencia potencial de ello puede ser el desahucio, que se ejecuta mayoritariamente sobre viviendas hipotecadas (European Action Coalition, 2016: 45).
Ello también sucede en Serbia. Tanto los precios del sector inmobiliario como los costes de los suministros han subido, de modo que el 28,2% de la población sufría sobrecarga en los costes de la vivienda en 2016, puesto que le dedicaba más del 40% de sus ingresos (la media de la UE-28 es del 11,3% [Eurostat, 2018b]). Muchos hogares acogen a varias generaciones, lo que significa que la gente joven se ve estancada, ya que no gana lo suficiente para independizarse (Tomanović y Stanojević, 2015: 24). El porcentaje de vivienda de titularidad pública apenas alcanzó el 2% en 2002 (Petrović, 2013: 248). Tras «dos largas recesiones consecutivas (la de los noventa y la actual), (…) el empobrecimiento drástico y la destrucción del Estado social» (Krstić, 2017), la mercantilización de la vivienda acarrea una crisis de reproducción social. La desigualdad de ingresos está entre las más altas de Europa (Arandarenko et al., 2017), por lo que tener una vivienda segura se vuelve más difícil para [BM4] una parte considerable de la población. La nueva Ley de la Vivienda de 2016 ha simplificado el procedimiento de desahucio. La relatora especial de Naciones Unidas observó que «faltan disposiciones adecuadas respecto del plazo de notificación previo a un desahucio; (…) lo que sugiere la negación del acceso a la justicia o a compensaciones legales» (UN Human Rights Council, 2016: 6). Aparte de la introducción en 2011de los «contratistas públicos», la implementación de la ley ha hecho crecer la amenaza de desahucio por irregularidades menores (Krstić, 2017). Ante una patente deficiencia en la infraestructura social pública, el recurso al préstamo es considerable. Los préstamos a hogares anteriores a la crisis aumentaron significativamente: del 0,58 % del PIB en 2001 al 12,5 % en 2007 (Global Property Guide, 2008). Tras una caída importante, volvieron a repuntar y se esperaba que alcanzaran el 20,3% del PIB en marzo de 2017 (National Bank of Serbia 2017: 11).
La mercantilización del tejido urbano no solo es explicable en relación con la vivienda. El Estado también está impulsando macroproyectos urbanísticos. En Belgrado, el más flagrante es el proyecto de frente fluvial Belgrade Waterfront (véase Datoo, 2018; Slavković, 2015), un espectáculo que deja al descubierto que la democracia burguesa se está deconstruyendo a sí misma, dejando paso a la aprobación de normas específicas en detrimento de leyes generales. Es el caso particularmente de la Lex Specialis de 2015, hecha a medida para la expropiación relacionada con la inversión y el contrato entre Serbia y el inversor (Veselinović, 2017). En Zagreb, un proyecto similar de renovación urbana fue la construcción hace un tiempo de Cvjetni Trg (Plaza de las Flores), que incluye «un quinto centro comercial [con] un aparcamiento subterráneo y apartamentos de lujo» (Klicek, 2014). En marzo de 2019, el alcalde de la ciudad, Milan Bandić, firmó un memorando de entendimiento con Eagle Hills, el inversor de Belgrade Waterfront, para construir una «ciudad dentro de la ciudad», un lugar de ensueño igualmente megalómano y de dudosa legalidad (Vladisavljevic, 2019). Según parece, estos proyectos no mejoran la calidad de vida de los ciudadanos, sobre todo por la espiral descendiente de la economía.
Tras este análisis de las condiciones estructurales que llevaron a la decadencia del régimen democrático en términos más abstractos y de las condiciones de vida más concretamente, pasamos ahora a las plataformas municipalistas, que se oponen a una mayor profundización del autoritarismo neoliberal. No se describen a modo de investigación comparativa ni se abordan como entidades aisladas, sino como estudios de caso que arrojan luz sobre ejemplos de la red Ciudades sin Miedo. De esta forma, se busca captar la heterogeneidad de la red y, a la vez, investigar la coyuntura general de decadencia de las formas democráticas y del autoritarismo neoliberal. Este encaje es fundamental, puesto que «las condiciones sociales (…) en las que existe cualquier comunidad o grupo social no son exclusivamente el resultado de las actividades de los participantes» (Blaikie, 2000: 111). Esto orienta la investigación realista crítica, que se apoya en el conocimiento y la interpretación de los actores, para perfilar los patrones subyacentes.
«Zagreb Je NAŠ!» (ZJN)
En Zagreb, donde el actual alcalde lleva en el poder casi dos décadas y cada vez se decanta más hacia la derecha (Bilić y Stubbs, 2015: 125), la idea de entrar en la arena política institucional «siempre estuvo de un modo u otro a la vuelta de la esquina» en los círculos activistas (entrevista 03)6. Sin embargo, no fue hasta las elecciones locales de mayo de 2017 cuando «hubo suficientes personas dispuestas» (entrevista 10) e individuos y grupos interesados para crear la plataforma municipalista «Zagreb Je NAŠ!» (ZJN), cuya organización se inspiró en Barcelona en Comú (entrevista 16). Por medio de una coalición de cuatro partidos verdes y de izquierda –ahora presente en la asamblea municipal como «el bloque de la izquierda»–, la alianza obtuvo cuatro escaños de los 51 en el nivel superior de gobierno de la corporación municipal (7,6%) y muchos más en niveles inferiores. Sin que estos partidos se hubieran unido en una coalición, probablemente ninguno de sus participantes por separado hubiera superado el umbral necesario para obtener un escaño (entrevista 17). A pesar de que los actuales representantes en los consejos de barrio, de distrito y de la ciudad tienen conocimientos procedentes del activismo en sindicatos o en organizaciones ecologistas, antifascistas, LGTB y por el derecho a la ciudad, ninguno había estado en política institucional antes (entrevista 01). Así pues, ZJN es una «confluencia de movimientos», que se construye sobre una densa red de activistas. En sus raíces se encuentran, entre otros, las manifestaciones estudiantiles de 2009 (Baćević, 2015), la colaboración entre los estudiantes y los sindicatos (BRID-Organization for Workers’ Initiative and Democratization), los conflictos alrededor de Cvjetni Trg, el derecho a la ciudad (Dolenec et al., 2017) o la campaña en contra de la privatización de las autopistas croatas (Milekic, 2014).
Aunque la organización extraparlamentaria es muy apreciada, los activistas implicados reconocen sus limitaciones, es decir, la naturaleza superficial y temporal de cualquier éxito: «puedes conseguir (…) un resultado político, hemos paralizado esto o aquello, pero si no puedes institucionalizar este resultado, básicamente lo pierdes» (entrevista 10). La frustración por la inaccesibilidad a las estructuras centrales de los aparatos de Estado fue, pues, un factor que motivó el cambio de estrategia: «Te entregas a fondo y es como si no pasara nada, así que decidimos intentar entrar en estas estructuras y comprender mejor cómo funcionan» (entrevista 03). Además, debido al aumento de las fuerzas de derecha, sobre todo con el Gobierno de 2016, los actores emancipatorios se vieron presionados a ampliar su compromiso y contrarrestar el ataque tanto sobre la democracia liberal como sobre los derechos sociales: «Me di cuenta de que si no te implicas existe la posibilidad de que este tipo de política, personas y organizaciones se generalicen y ocupen toda la esfera pública» (entrevista 19). La «revolución conservadora, que también está teniendo lugar en Croacia» (entrevista 18), concienció a la gente de que «no podemos quedarnos mirando cómo suceden estas cosas» (entrevista 10). Con el partido socialdemócrata inmerso en el caos, la falta de oposición real reforzó la convicción de dar el salto a la política parlamentaria (entrevista 15). La nula representación de todo «lo que abarcaba la izquierda -los verdes -la izquierda » (entrevista 01) y el desencanto por «el hecho de que los partidos, independientemente de su ideología (…), realmente forman parte de un establishment (…), todos se ayudan unos a otros» (entrevista 02), alimentó el surgimiento de un nuevo actor.
Se entiende que el espacio urbano y el nivel local tienen una importancia específica, ya que a este nivel los recursos circulan y se asignan físicamente: «la mayoría de las personas (…) no entienden qué es la ciudad (…), cómo nos despoja de calidad de vida» (entrevista 09). Es por ello que muchos creen que «tienes que trabajar en la ciudad que conoces, en el espacio que entiendes» (ibídem). Sin embargo, para otros, el terreno municipal era un primer paso para abrir la caja negra de las instituciones de Estado (entrevista 10). El municipalismo en el caso de Zagreb es la consecuencia del aprendizaje y de una decisión estratégica basados en la experiencia de resultados limitados, una comprensión cada vez mayor de la naturaleza de los problemas y la convicción de que existía un descontento que no estaba siendo representado: «Nos dimos cuenta de que es un momento político. La gente simplemente dejó de creer en las instituciones, en la democracia, en los partidos» (entrevista 17). Así, los activistas tuvieron suficiente confianza y determinación para plantear una oposición real yendo más allá del «espectáculo de títeres» habitual (ibídem) y abordando la «calidad de vida material» (entrevista 2). La conciencia sobre el cambio societal todavía mantiene unido el abanico «ideológicamente heterogéneo» del propio ZJN (entrevista 10), así como la coalición (entrevista 02). Según su propia descripción, ZJN está «más cercano a la extrema izquierda que a las posiciones de centro» (entrevista 17) y se aprecian «voces radicales» que integran «asuntos como los derechos reproductivos de las mujeres o derechos de los trabajadores» (entrevista 03). Ante ello, los otros concejales los consideran un elemento perturbador: «Me siento realmente como un paria allí, todo funcionará mucho mejor cuando no esté, así es cómo piensan ellos» (entrevista 01).
Conociendo estas relaciones de poder, cruzar el umbral institucional no tenía por qué implicar radicalidad: «no me hacía la falsa ilusión de que cambiaríamos el mundo» (entrevista 03). ZJN es una fuerza marginal, que tiene un escaño en el consejo municipal, mientras que en niveles inferiores «solo puedes decidir si quieres poner bancos o plantar un árbol, y aun para eso solo tienes el 50% del poder» (entrevista 01). Sin embargo, al entrar en las instituciones se ha conseguido comprender cómo funcionan estos aparatos: «conocimos esta red clientelar y su funcionamiento» (entrevista 01). Además, ello les permitió convertirse en un sujeto colectivo, puesto que «consigues más voz, consigues más visibilidad en los medios de comunicación, consigues un mayor impacto» (entrevista 02). ZJN incluso ha sido representado como el líder de la oposición (entrevista 20). Debido a su implicación, el consejo municipal «se ha convertido en un nuevo escenario de batallas políticas» (entrevista 19).
Desde un punto de vista programático, ZJN pretende desarrollar prácticas democráticas y acabar con las privatizaciones, por ejemplo, convenciendo a otros representantes de la oposición de que voten en contra de la venta parcial de la gestión del agua (entrevista 01). También prestan apoyo a los ciudadanos del barrio para organizarse –por ejemplo, contra la mercantilización de la ciudad a través de proyectos de regeneración urbana con ánimo de lucro (entrevista 17)–, lo cual requiere creatividad para usar las estructuras legales existentes de forma innovadora. En este sentido, ZJN experimentó con la recuperación de instituciones inactivas, como las asambleas vecinales (entrevista 01). Además, los concejales ahora pueden tener acceso a documentos que no estaban a su alcance anteriormente. «Nadie de Zagreb sabía cómo funcionan estos gobiernos locales. No podías conseguir la información. Existe y es un sistema inmenso, se le insufla mucho dinero (…). Y ahora que lo abrimos al público (…) se quedan realmente estupefactos. Les afecta directamente, porque es su barrio» (entrevista 17).
El hecho de estar en la oposición implica que la presión para alcanzar compromisos es relativamente baja. Esta circunstancia facilita un enfoque creativo, que incluye elementos disruptivos como abandonar la asamblea para que no haya quorum suficiente para la votación, alargar los plenos discutiendo cada punto en vez de aprobar las decisiones directamente (entrevista 01) o insistir en algo hasta el punto de ser expulsados, lo que suscitó una gran atención mediática: «no lo hacíamos para montar un show, sino (…) para señalar la corrupción» (ibídem). Así pues, la sede parlamentaria no solo se usa para contribuir a políticas progresistas «respetando las reglas, para mostrar que podemos respetar las reglas mejor que ellos (…), sino también que no gobernaremos como lo hicieron ellos» (entrevista 02). Sirve también para llamar la atención hacia las relaciones antidemocráticas entre las élites económicas y políticas (en ocasiones rompiendo las reglas): «Me parece (…) bien estar en la oposición, una situación en la que podemos […] hacer ruido» (entrevista 10). Lo que se hace visible en las prácticas municipalistas de ZJN es una oposición imaginativa hacia el Estado y sus aparatos, una exploración de los potenciales democráticos desde el interior de las estructuras de Estado y con la ayuda de estas: «Esto les permite empezar a (…) ejercer influencia sobre los procesos (…) que de otro modo tienen lugar (…) como una actuación teatral bien planeada y ejecutada» (Buble et al., 2018: 26).
Sin embargo, tras dos años en el consejo municipal, en los distritos y en los barrios, se ha despertado la impaciencia, puesto que representantes de otros partidos a menudo bloquean el cambio: «Cada iniciativa que iniciábamos era bloqueada o eliminada o simplemente quedaba en nada» (entrevista 03). Puesto que ZJN incluía a muchas mujeres en su lista, el sexismo también saltó a la palestra: «Son muy groseros conmigo, me chillan, me tratan con condescendencia (…), simplemente no se pueden imaginar que una mujer hable sobre algo y que deben escucharla» (entrevista 17). Para las personas que trabajan dentro de la plataforma y alrededor de esta, el ciclo institucional ha supuesto una enorme inversión de tiempo, puesto que ayudar a la gente a organizarse –lo que no dio lugar a estructuras sólidas propias de los grupos de barrio activos, como se esperaba (entrevista 14)– y el trabajo programático consumen muchas horas. Aunque el compromiso todavía es sorprendentemente alto (entrevista 08), los resultados siguen siendo ambivalentes. Lo que se manifiesta mayoritariamente como algo positivo de esta experiencia es la revelación de cómo hasta el último rincón de la administración local está tomado por el clientelismo y de cuán ineficaces son estas estructuras. Los miembros más optimistas expresaron que «era arriesgado, pero valió la pena» (entrevista 14). Mejorando la coordinación entre los concejales en los niveles inferiores, la plataforma pretende dar una mayor coherencia a su trabajo con una perspectiva a largo plazo, puesto que «desde el principio quisimos que el proceso supusiera un crecimiento para la gente. (…) Todo lo que aprendimos, lo aprendimos juntos» (ibídem).
Ne da(vi)mo Beograd (NDB)
La campaña de protesta Ne da(vi)mo Beograd (NDB) se creó en 2014 para oponerse a una «mayor degradación de Belgrado en nombre de macroproyectos urbanísticos y arquitectónicos» como Belgrade Waterfront (Veselinović, 2017). Los activistas constituyeron una lista para las elecciones municipales de marzo de 2018 –cuya fecha no se anunció hasta unas semanas antes del día de los comicios (CRTA, 2018: 7)–, pero no alcanzaron el porcentaje de votos necesario para entrar en el consistorio de la ciudad.
Sin embargo, sus disputas con las instituciones ya son reveladoras. Desde la realización de «todas las cosas burocráticas que se puedan hacer» (entrevista 04) hasta la ruidosa interrupción de una audiencia pública sobre el plan de ordenación del territorio, el enfoque es la intervención activa con el fin de sacar a la luz acuerdos no democráticos en los proyectos de privatización: «Chillábamos, cantábamos y lanzábamos pelotas en el pleno [del ayuntamiento] y ellos seguían leyendo como si nada. Contábamos con que nos echarían, pero no lo hicieron. (…) Personal y profesionalmente, te sientes obligado a luchar contra ello» (entrevista 21). Es digno de mención el hecho de que intentaran ir en la misma dirección que ZJN o Barcelona en Comú. Tras la crisis de 2008, en Serbia también se fueron dando cada vez más discursos izquierdistas, que expresaban críticas hacia el capitalismo. El anticomunismo tuvo allí su bastión durante muchos años. Cualquier referencia positiva a los principios socialistas había sido desacreditada tras el nacionalismo de los actores políticos teóricamente socialistas en la década de 1990 y el mantra de la democracia liberal de mercado en el período de transición posterior al año 2000 (entrevista 05). La crisis económica y la consiguiente crisis política de la UE y sus políticas de ampliación generaron «una confusión de relatos políticos» (entrevista 12) y permitieron ligeras rearticulaciones: «izquierda ha dejado de ser una palabrota» (entrevista 05). En este clima, NDB pudo «perpetrar un asalto exitoso contra el orden aún por consolidar de la hegemonía cultural burguesa de Serbia» (Matković y Ivković, 2018: 36). Asimismo, abrió el debate acerca de la estafa de los contratos de inversión y contribuyó a cambiar el discurso público, que fue más favorable después de que la crisis diluyera las creencias de que la liberalización y la regulación mejoraban el nivel de vida (Musić, 2016: 74).
Una vez más, la idea de desafiar a las instituciones del Estado de manera más directa entrando en el terreno de la política institucional había existido durante un tiempo, pero no se implementó hasta 2018, cuando ya era «vergonzosamente tarde para todo» (entrevista 04). Ello fue el resultado de constatar que la conciencia pública sobre las deficiencias del régimen existente era alta y que no estaba representada. Después de que salieran a las calles multitud de personas para oponerse al proyecto del Waterfront, «la impermeabilidad de los accionistas a abrir la puerta a formas de debate público» (Ne da(vi)mo Beograd, 2018: 59), es decir, la ausencia de respuesta de los aparatos de Estado capturados y neoliberalizados, contribuyó a la decisión «de canalizar e intensificar las voces y las reivindicaciones de los ciudadanos» (ibídem: 60). Cuando «el Estado (…) y las instituciones te fallan» (entrevista 07), unirse al juego electoral parecía un último recurso: «al final no sabes qué hacer más que concurrir a las elecciones» (ibídem).
Esta articulación del activismo de la calle lleva asociado el objetivo de cambiar la percepción de la política en un entorno donde esta «se percibe como algo malo, como un escenario contaminado» (entrevista 04). La política debe practicarse tanto entre los ciudadanos como en las instituciones de la ciudad, pero «la gente aquí está acostumbrada a la insatisfacción constante y a la simple dureza de la vida y nadie les pregunta nada» (entrevista 06). Aunque el relato oficial es de democratización, «hemos pasado por la desdemocratización porque la gente siente que tiene menos derecho a participar en la vida pública» (entrevista 11). El rechazo a convertirse en un partido convencional estuvo motivado por las trabas formales7, pero también por la inevitable imagen de corrupción asociada a los partidos políticos: «ser un partido político no es muy conveniente, porque es un concepto muy deslegitimado» (entrevista 12). Así pues, se inscribieron como lista ciudadana sin estatus oficial (entrevista 07).
En el transcurso de las movilizaciones, la iniciativa pasó de girar en torno a una «cuestión concreta (…) que partía del derecho a la ciudad» (entrevista 04) a contemplar análisis más generales relacionados tanto con cuestiones democráticas como con asuntos económicos y estructurales. «Las elecciones municipales se jugaban sobre asuntos cotidianos; nosotros queríamos profundizar y llegar a los aspectos subyacentes: la propiedad privada, el desempleo, la falta de asistencia sanitaria, los derechos laborales» (entrevista 06). Abordar el tema del desarrollo urbano abrió la puerta a mostrar la absurdidad del autoritarismo neoliberal, que produce políticamente una «falta de dinero para dar alojamiento a la gente, [mientras que el] Gobierno municipal de Belgrado sigue invirtiendo en proyectos irracionales» (entrevista 11).
En su esfuerzo por plantear una alternativa real, NDB presentó un programa electoral elaborado mediante un proceso de participación por internet (entrevista 13), que abarcaba un amplio abanico de temas en comparación con otros que presentaron solo dos puntos, incluyendo proyectos que no eran posibles. Las prioridades fueron «la infraestructura ferroviaria en desuso, la priorización del transporte público, [la cesión de] espacios públicos en desuso (…) a la comunidad local, (…) la solidaridad en materia de vivienda –por ejemplo, impuestos sobre pisos vacíos–, (…) el acceso al agua potable» (entrevista 04). Estas cuestiones surgieron a partir de un proceso de aprendizaje sobre lo que es realmente relevante para la gente (entrevista 06). La decisión de concurrir a las elecciones ganó adeptos entre diferentes actores de la escena izquierdista de Belgrado, que «lo consideraban un paso natural, una manera de ganar visibilidad» (entrevista 11). Otros se mantuvieron al margen, aunque participaron en las acciones de protesta. El escepticismo podría explicarse por el hecho de que NDB no surgió a partir de una red tan diversa como en Zagreb, sino de un sector de la población civil que se ocupaba de la planificación urbana y los espacios autogestionados. En Serbia, las distintas fuerzas progresistas trabajan de manera bastante independiente y (todavía) no cooperan estrechamente (entrevista 23). La mayoría coincide en que el espacio para una auténtica izquierda en el contexto político serbio está vacío y que NDB fue la única lista izquierdista que se presentó a las elecciones: «partidos como el Partido Socialista son todo lo contrario a lo que dice su nombre» (entrevista 13). Sin embargo, se considera que la coherencia ideológica del proyecto presenta margen de mejora. Su carácter abierto permite que la gente proyecte diferentes tendencias ideológicas sobre NDB: «la gente ve en nosotros lo que quiere» (entrevista 04). Esto puede ser una muestra de inclusión por encima de las barreras ideológicas (Matković y Ivković, 2018), pero también obstaculiza una mejor organización puesto que la gente percibe una falta de crítica hacia el fondo de los problemas sociales, políticos y ecológicos del país: «querían que la protesta no pareciera de izquierda ni de derecha, que fueran simplemente ciudadanos por el Estado de derecho» (entrevista 13). No obstante, los entrevistados confirmaron que la campaña «sirvió para vencer algo de la desconfianza» (entrevista 07) entre los dispersos círculos izquierdistas que, sin embargo, siguen constituyendo una red frágil.
Para muchos, el porcentaje del 3,5% de los votos que consiguió NDB –que competía contra otros 23 partidos con ambiciones más o menos creíbles– constituyó «una experiencia valiosa» (entrevista 13) y «un éxito» (entrevista 21). Sin embargo, faltaron las estructuras adecuadas para integrar a las personas en la toma de decisiones (entrevista 13), lo que supuso que algunos debieron asumir grandes cargas individualmente (entrevista 21). Tras la campaña electoral, se reforzaron las alianzas, por ejemplo, con el movimiento contra los desahucios8 o con iniciativas antiprivatización y de inquilinos en otras poblaciones, a modo de red de ciudades rebeldes (entrevista 22). Todo ello podría servir para participar en elecciones a otros niveles. Cada vez más, NDB se ocupa de las condiciones laborales, como la escasa seguridad en el sector de la construcción (Ne Davimo Beograd, 2019) y, de este modo, la controvertida cuestión inicial, el proyecto Belgrade Waterfront, se transforma en una confluencia de múltiples conflictos. Incluso se logran pequeñas victorias en asuntos locales, como un recurso contra una alianza público-privada firmada en 2017, que preveía la construcción de una incineradora de residuos en un barrio de la periferia, lo cual habría tenido un coste para los ciudadanos y ni siquiera estaba en consonancia con los objetivos de la UE en materia de reciclaje. Al prosperar la impugnación, se paralizó la construcción (Jovanović, 2019).
Lo singular del contexto de NDB es la reacción del Gobierno y de las instituciones del Estado. Hubo un alto grado de represión: algunos individuos fueron amenazados físicamente, la policía les intervino los teléfonos (Zaba, 2016) y fuerzas paraestatales sospechosas les siguieron (entrevista 21). Esto demuestra que los movimientos de oposición no están aceptados como elementos necesarios de un estado democrático, lo cual subraya la naturaleza autoritaria del régimen. La inseguridad subsiguiente desempeñó un papel clave en la decisión de desafiar a las fuerzas del poder en su propio terreno. Sin embargo, irregularidades en el proceso electoral pusieron de manifiesto a qué nivel de asimetría se enfrentan los activistas (CRTA, 2018). Las protestas contra el Gobierno desde diciembre de 2018 podrían desafiar cada vez más la forma de gobierno del Partido Progresista Serbio. Pero, independientemente del efecto que puedan tener, las manifestaciones han sido usadas en primera instancia por actores como NDB para plantear reivindicaciones sociales y organizar a la gente a nivel de barrios (entrevista 22). Sin embargo, la oposición progresista es aún demasiado débil para articular estas protestas, aunque las manifestaciones se consideran expresiones de auténtico descontento (Aleksić, 2019).
Conclusiones finales
«La política de los márgenes» aporta «lecciones fundamentales sobre el futuro de la izquierda y de la democracia», puesto que las periferias europeas son espacios «donde las contradicciones del “capitalismo democrático” son especialmente pronunciadas» (Dolenec, 2018). Algunos países, entre ellos Croacia y Serbia, se ven afectados por el inmenso giro antidemocrático que se ha producido por las repercusiones de la crisis económica y las deficiencias del Estado de derecho y de los poderes parlamentarios. Con más claridad que en el caso de Croacia, Serbia se está convirtiendo en un régimen autoritario, a medida que la situación social va empeorando. Las dinámicas de contención que se generan comparten características en los diferentes espacios. Más allá de las particularidades locales de la región del sureste de Europa, existen múltiples puntos de conexión entre movimientos emancipatorios, puesto que sus decisiones estratégicas, es decir, «los posicionamientos históricos concretos de las estrategias políticas (…) reflejan tendencias estructurales» (Gallas, 2017: 257). Partiendo de un marco realista crítico, que se interesa por los mecanismos subyacentes y por los potenciales emancipatorios, el estudio de casos municipalistas en diversas regiones contribuye a la comprensión de la relación dialéctica entre el capitalismo y la democracia y, con ello, a un mejor análisis del papel de los aparatos de Estado como ámbitos de lucha.
¿En qué medida una menor autonomía relativa permite una intervención emancipadora en la complejidad del Estado burgués en su forma actual sacudida por la crisis? Poulantzas (2008: 75) desaconseja «identificar el Estado con una “máquina” (…) creada por una determinada clase únicamente con el objetivo de dominar». En su lugar, los aparatos de Estado y sus prácticas institucionales concretas son los resultados contingentes de las luchas. Por lo tanto, podría argumentarse que las plataformas municipalistas pretenden actuar en el marco del Estado, hacerlo más accesible y luchar contra este para conseguir su transformación (Jessop, 2017: 197). Practican una especie de desobediencia institucional para desafiar las políticas de austeridad antidemocráticas tanto en el terreno del espacio urbano como en las instituciones estatales (locales). Al repolitizar la democracia como lucha por las condiciones materiales de vida, impiden supeditar continuamente la autonomía relativa del Estado a imperativos económicos.
La democracia podría practicarse para establecer límites a los efectos del dominio de clase, especialmente en la coyuntura actual de autoritarismo neoliberal, lo que otorgaría un peso especial a los contramovimientos municipalistas. Para ello, la democracia burguesa solo debería adoptar normas que permitan criticar y superar las propias contradicciones del sistema. De lo contrario, las desigualdades materiales y formales siempre socavarán la autonomía individual y colectiva.
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Notas:
1- «Zagreb es nuestro» y «No hundamos Belgrado».
2- Estas entrevistas constituyen la primera ronda del trabajo de campo de mi proyecto de tesis doctoral posterior a una fase de trabajo documental teórico. El grupo de entrevistados de Zagreb estaba formado por miembros de los diferentes niveles del consejo municipal (9), personas activas en la plataforma Zagreb je NAŠ!, pero no en un consejo (7), representantes de ONG (1) e investigadores (2). En Belgrado, incluyó a personas todavía activas en Ne Da(vi)mo Beograd [NDB] (7), activistas de otros grupos que colaboran con NDB (6), representantes de ONG (2) e investigadores (2). Las entrevistas han sido transcritas y analizadas a la luz del conocimiento técnico y de proceso que se articula (véase Bogner y Menz, 2009). Según un acuerdo con los entrevistados, el material se ha anonimizado.
3- Véase http://fearlesscities.com/
4- Sobre las ciudades croatas, véase Hoffmann et al., 2017.
5- El neoliberalismo autoritario es un régimen en el que las «prácticas [dominantes] pretenden marginar, disciplinar y controlar a los grupos sociales disidentes y las posturas políticas opuestas, en lugar de tratar de conseguir su beneplácito explícito» (Bruff y Tansel, 2019: 234). Estas prácticas incluyen «invocaciones reiteradas al mercado o a la necesidad económica para justificar un amplio abanico de reestructuraciones en varios lugares societales» (ibídem). Puesto que la forma concreta de dicho régimen en el sureste europeo nunca ha tenido una prehistoria de neoliberalismo no autoritario, se sugiere enfatizar la neoliberalización del autoritarismo ya existente con la denominación autoritarismo neoliberal.
6- Véase la lista de entrevistados en el anexo al final del artículo.
7- La reforma de la Ley de Partidos Políticos de 2009, entre otras cosas, aumentó el número de firmas necesarias para formar un partido a 10.000 (Freedom House, 2011).
6- Véase http://zakrovnadglavom.org/
Anexo:
Entrevistas
01) Dos concejales, Zagreb, 6 de abril de 2018
02) Concejal, Zagreb, 7 de abril de 2018
03) Concejal, Zagreb, 9 de abril de 2018
04) Miembro de NDB, Belgrado, 12 de abril de 2018
05) Miembro de una ONG, Belgrado, 12 de abril de 2018
06) Miembro de otro grupo, Belgrado, 13 de abril de 2018
07) Miembro de NDB, Belgrado, 15 de julio de 2018
08) Miembro de una plataforma, Zagreb, 17 de septiembre de 2018
09) Miembro de una plataforma, Zagreb, 19 de septiembre de 2018
10) Concejal, Zagreb, 19 de septiembre de 2018
11) Investigador, Belgrado, 21 de septiembre de 2018
12) Miembro de NDB, Belgrado, 24 de septiembre de 2018
13) Miembro de otro grupo, Belgrado, 24 de septiembre de 2018
14) Miembro de una plataforma, Zagreb, 21 de febrero de 2019
15) Miembro de una plataforma, Zagreb, 24 de febrero de 2019
16) Miembro de una plataforma, Zagreb, 25 de febrero de 2019
17) Concejal, Zagreb, 25 de febrero de 2019
18) Concejal, Zagreb, 26 de febrero de 2019
19) Miembro de una plataforma, Zagreb, 27 de febrero de 2019
20) Concejal, Zagreb 28 de febrero de 2019
21) Miembro de NDB, Belgrado, 4 de marzo de 2019
22) Miembro de NDB, Belgrado, 4 de marzo de 2019
23) Miembro de otro grupo, Belgrado, 6 de marzo de 2019
Traducción del original en inglés: Maria Gené Gil y redacción CIDOB.
Palabras clave: Zagreb, Belgrado, municipalismo, pos-Yugoslavia, democracia, capitalismo, teoría del Estado materialista, movimientos sociales
DOI: doi.org/10.24241/rcai.2019.123.3.93
Cómo citar este artículo: Tiedemann, Norma. «Nuevos municipalismos en espacios posyugoslavos: rupturas democráticas en Zagreb y Belgrado». Revista CIDOB d’Afers Internacionals, n.º 123 (diciembre de 2019), p. 93-118. DOI: doi.org/10.24241/rcai.2019.123.3.93