Ciudades, democracia y soberanía energética: desafíos globales y respuestas locales
La amenaza planteada por el cambio climático es cada día más evidente y más dramática. En la apertura de la última cumbre mundial (COP24) en Katowice, Polonia, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, lo expresó claramente al afirmar que «tenemos un grave problema» y que «seguimos moviéndonos demasiado lentamente, e incluso en la dirección equivocada» (ONU, 2018). La buena noticia es que algunos gobiernos, en particular al nivel municipal, son conscientes del desafío global, están avanzando en la dirección adecuada y han asumido que las respuestas al cambio climático también deben tender a ampliar la justicia social, profundizar la soberanía y radicalizar la democracia. En julio de 2018, el Ayuntamiento de la capital de Cataluña inició las operaciones de la nueva comercializadora eléctrica metropolitana: Barcelona Energía.
Esta medida permitirá a la ciudad desenchufarse del oligopolio eléctrico, al crear la mayor empresa pública de energía renovable en el Estado español. El nuevo operador municipal se propone contribuir al «cambio de modelo energético», en el marco de «una estrategia de gran alcance que implica recuperar la soberanía energética promoviendo la producción pública y ciudadana de energía, la democratización del acceso a esta y su gestión como servicio público» (barcelonaenergia.cat). La nueva empresa pública, además de abastecer a edificios oficiales, equipamientos, la red de alumbrado y los semáforos del municipio, a partir de enero de 2019 podrá tener como clientes a miles de vecinos de la ciudad.