La economía cubana en el 60 aniversario de la revolución

Anuario Internacional CIDOB 2019
Data de publicació: 06/2019
Autor:
Carmelo Mesa-Lago, Economista, University of Pittsburgh
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A inicios del año 2019, la revolución cubana cumplió sesenta años. Es oportuno pues evaluar la evolución de la economía de Cuba en dicho período, y especialmente entre 2007 y 2017, momento en el que Raúl Castro introdujo una serie de reformas estructurales en el sistema económico del país. Además, en 2018 comenzó una transferencia generacional en la jefatura del Estado y se redactó una nueva Constitución, que fue aprobada en referendo el 24 de febrero de 2019. El presente artículo identifica, en primer lugar, los principales cambios económicos ocurridos en las últimas seis décadas en la isla, así como los dos elementos de continuidad fundamentales de la política económica: el sistema socialista y su fuerte dependencia económica respecto a dos naciones extranjeras amigas (Rusia y Venezuela). Seguidamente se evalúa, para el período 2007-2017, el desarrollo en Cuba de ambas continuidades a la luz de una decena de indicadores económicos: el crecimiento económico; la estabilidad financiera; la producción agropecuaria y pesquera; la producción minera y manufacturera; el sector del turismo; el balance del comercio exterior de bienes y servicios; los principales ingresos en divisas; las remesas externas; el pago de la deuda externa; y la inversión extranjera directa. Una vez consignados los principales resultados económicos, se analiza el efecto de las reformas estructurales iniciadas en 2018 y se explora el potencial real de que otra nación pueda reemplazar a Venezuela como socio político y económico de Cuba en el futuro. Finalmente, se ofrecen unas propuestas destinadas a acelerar y profundizar en las reformas económicas para superar la crisis. El artículo se basa principalmente en las estadísticas oficiales cubanas y en las de la CEPAL1 para comparaciones de dimensión regional.2 El texto no ofrece un análisis de la política social en Cuba, que puede consultarse, por ejemplo, en mi último ensayo sobre el tema.3

Cambios y continuidades del sistema económico cubano

En Cuba, la economía de mercado fue transformada desde 1961 en un sistema de planificación centralizada, con enorme predominio de la empresa estatal y con una agricultura colectivizada, con el mercado supeditado a tal plan. Este modelo ha fracasado en todo el mundo, pero su esencia continúa presente en Cuba, resultando en una monumental ineficiencia económica que ha dañado el crecimiento.

Si analizamos detenidamente la estructura del PIB cubano, este ha cambiado considerablemente en las últimas décadas: durante el período comprendido entre 1989 y 2017, la participación de los bienes en el PIB descendió de un 38% a un 18%, mientras que otros servicios crecieron de un 48% a un 63% (ver Gráfico). Esta evolución fue debida a que en 1989 la industria y la producción agropecuaria eran mayores, y a que desde 2007 el sector no estatal ha expandido los servicios, como detallaremos más adelante en el apartado dedicado a los resultados de las reformas estructurales. La dependencia de la venta de azúcar –que suponía el 75% del total de las exportaciones y el 22% del PIB en 1958– ha sido sustituida por una dependencia de la venta de servicios profesionales y el turismo –80% de exportaciones y 12% del PIB, respectivamente. Sin embargo ambos sectores generan escaso valor agregado y sacan poco provecho de la bien educada fuerza de trabajo cubana. En 1958 Cuba no exportaba servicios profesionales, mientras que en 2018 el número de turistas que visitaron la isla se había multiplicado por 18 y el ingreso correspondiente por 20, tal y como se puede comprobar en el apartado dedicado al desarrollo económico de Cuba.

Durante el mismo período, la producción de petróleo creció 79 veces y hoy en día Cuba se ha convertido en productor de gas natural. La dependencia en la importación energética ha disminuido de un 99% a alrededor del60% (ver Cuadro). Sin embargo, la producción petrolera decreció un 19% durante el período 2010-2017, y las prospecciones en aguas profundas no han tenido el éxito esperado.

Por lo que se refiere a los servicios sociales (salud, educación, pensiones), estos antes eran parcialmente privados y estaban principalmente limitados a las zonas urbanas. Ahora son totalmente estatales y virtualmente universales y gratuitos.

Sin duda alguna, uno de los peores indicadores económicos cubanos durante el período 1958-2017 es la deuda externa. A pesar de lograr importantes condonaciones con acreedores extranjeros (ver el siguiente apartado sobre el desarrollo económico), la deuda externa de Cuba se ha incrementado hasta 190 veces en los últimos 59 años.

Además, la tasa de crecimiento de la población cayó del 2,1% al -0,2% durante el período comprendido entre 19532017, debido al acelerado envejecimiento de la población; es importante destacar también que la tasa de natalidad en Cuba es la menor del hemisferio y la proporción de adultos mayores en la población subió de 9% a 20% (ver Gráfico). Todo ello indica que Cuba tiene la población más envejecida de la región, lo que incrementa sustancialmente el costo público destinado a la salud y a las pensiones.

Respecto a los elementos de continuidad en el sistema económico cubano, la economía socialista no ha logrado en seis decenios cambiar su dependencia de la ayuda y subsidios provenientes del exterior, así como generar suficientes exportaciones para financiar las necesarias importaciones, a fin de lograr un crecimiento sostenido y una balanza comercial equilibrada. De la dependencia económica con los EEUU (en 1958 un 52% de las exportaciones cubanas tenían como destino este país) se pasó a una dependencia con la URSS y, posteriormente, con Venezuela. En primer lugar, respecto a Moscú (en 1987 el 72% de las exportaciones), durante el período 1960-1990 el comercio bilateral otorgó a Cuba 65.000 millones de dólares (tres veces la ayuda que la Alianza para el Progreso dio a América Latina). Pero la desaparición del bloque socialista en los años noventa provocó una gravísima crisis en Cuba. En segundo lugar, respecto a Venezuela, la dependencia económica se desarrolló desde comienzos del siglo xxi (llegando al 44% de las exportaciones cubanas). En su cima en 2012, la ayuda, subsidios e inversión venezolana hacia La Habana equivalían al 11% de PIB cubano.

El desarrollo económico de Cuba

Crecimiento económico

A pesar de la colosal ayuda externa, la ineficiencia del sistema provocó una bajada del crecimiento del PIB cubano del 12,1% en 2006 al 1,1% en 2018 (la quinta tasa de crecimiento más baja en la región), y tuvo un promedio de 1,7% en el período 2014-2018. La previsión para 2019 es de 1,5%, un cuarto de lo necesario para generar un crecimiento adecuado (ver Gráfico). La formación de capital bruto, clave para el crecimiento, declinó del 14,8% al 10,3% del PIB en 2008-2017 (la menor tasa en la región). Se estima que es necesario un 25% para un crecimiento adecuado y sostenido.

Estabilidad financiera

El déficit fiscal cubano, que había disminuido al 1,3% en 2013, creció hasta un 8,7% en 2017 (el promedio regional es de 3,1%) y se proyecta hasta los 11,9% en 2018 (ver Gráfico). Respecto a la medición de la inflación en la isla caribeña, se obstaculiza porque nunca se ha publicado la necesaria canasta de bienes y servicios. Un indicador alternativo es el excedente monetario en circulación, el cual creció del 36,8% al 53,8% en el período de 2007-2017, el mayor incremento desde la crisis de los años noventa.4

Producción agropecuaria y pesquera

La producción agropecuaria cubana, que en 2017 incluía trece productos principales, había descendido en todos ellos (salvo la hoja de tabaco) respecto a la cima alcanzada desde 2009.Además, en siete de ellos era menor al nivel de 1989, en vísperas de la desaparición del bloque socialista (ver Cuadro).

Producción minera y manufacturera

El índice de producción industrial en 2017 era un 32% inferior al nivel de 1989. La producción minera menguó de 0,6% a 0,5% del PIB en 2007-2017 y declinó por quinto año consecutivo. De los principales once productos minero-manufactureros, nueve menguaron respecto a la cima alcanzada en el mismo período y, entre ellos, cinco estaban por debajo del nivel de 1989.

Turismo

El sector del turismo presenta los mejores resultados dentro de la actividad económica en Cuba: el número de turistas en la isla se ha incrementado un 117% durante el período 2007-2017 (17 veces desde 1989) y se aceleró desde 2015 a raíz de la apertura de la administración de Barack Obama con Cuba, y su eliminación de las restricciones impuestas por el presidente George W. Bush. En cuanto al origen de los turistas, los últimos datos indican que en primer lugar, aunque en disminución, se encuentran los ciudadanos procedentes de Canadá, seguidos por los cubanos en el exterior, un colectivo en ascenso. El ingreso bruto por turismo creció un 48% en el período, y 20 veces desde 1989 (ver Gráfico). En los últimos años, la expansión del sector turístico se ha hecho por medio de cruceros cuyos visitantes gastan solo un 7% de lo que desembolsan los que llegan por avión, porque los primeros tienen asegurados el alojamiento, los alimentos y las excursiones. El menor crecimiento del ingreso se debe al turismo de naturaleza más económica. A fines de 2017 y comienzos de 2018 debido al huracán Irma y a las medidas punitivas de la administración de Donald Trump (prohibición de usar hoteles y restaurantes de propiedad de los militares y la alerta contra ataques sónicos a diplomáticos estadounidenses), el turismo descendió, pero comenzó a recuperarse en la segunda mitad de 2018.5

Balance del comercio exterior de bienes y servicios

Durante el período revolucionario se ha producido un déficit anual en la balanza comercial de bienes, que alcanzó un récord en 2008 y después disminuyó debido a un recorte en las importaciones, lo cual también causó falta de insumos para la producción y escasez de bienes de consumo. En 2017, las exportaciones de bienes eran un 55% inferiores al nivel alcanzado en 1989, y las importaciones un 25% menos, lo que provocó un incremento del déficit del 261%. Desde el siglo XXI, Cuba comenzó a exportar servicios profesionales (médicos, enfermeras, maestros, etc.), hecho impulsado por un tratado con Venezuela, quien compra el 75% de dichos servicios. Es por ello que se produjo un superávit en el saldo comercial de servicios que llegó a su cima en 2013, compensando el déficit de bienes y generando un superávit en el saldo global. Sin embargo, debido a la grave crisis económica venezolana el superávit disminuyó en un 30% en el período 2014-2017, mientras que los servicios profesionales cayeron un 23% en el mismo período. De esta manera, su aporte al PIB bajó del 13,8% al 8,3%, lo que fue una de las causas del descenso en el PIB cubano (ver Cuadro).

Principales ingresos en divisas

Los gráficos de la página 259 muestran la importancia y la tendencia de los ingresos por divisas en Cuba, generados por los principales sectores exportadores durante el período 2007-2017. En primer lugar se encuentran los servicios profesionales, que han declinado desde 2014. En segundolugar está el turismo, con una tendencia creciente. El tercer lugar lo ocupa el níquel, con tendencia decreciente, mientras que el azúcar y el tabaco, en cuarto y quinto lugar respectivamente, quedan muy por debajo de los anteriores y mantienen una evolución estancada.

Remesas externas

Respecto las remesas desde el exterior de Cuba, sin contar con una serie estadística oficial, las estimaciones indican que estas aumentaron un 143% entre 2008-2017, desde los1.447 millones de dólares a los 3.515 millones.6 En el último año, las remesas superaron los ingresos generados por el turismo. Las remesas, principalmente enviadas por ciudadanos cubano-americanos, se beneficiaron del proceso de apertura de Barack Obama en 2015, que eliminó todas las restricciones impuestas anteriormente por George W. Bush. Actualmente la Administración Trump ha mantenido el statu quo. Con todo ello, un dato a destacar en este punto es que los cubanos en el exterior son la segunda fuente de turistas y la primordial en remesas.

Pago de la deuda externa

Cuba no publica estadísticas completas sobre la deuda externa total, solo se ofrecen datos sobre la deuda corriente o deuda activa, que ascendió a 15.857 millones de dólares en 2015, el último año disponible.7 En los últimos años el gobierno ha logrado concesiones notables para reducir su deuda externa, en concreto se ha condonado el 90% de la deuda con Rusia, el 47% con China, el 70% con México y el 80% con los bancos japoneses. En 2015, La Habana firmó un acuerdo con 14 de los 20 países miembros del Club de París para renegociar la deuda acumulada desde 1986 y que ascendía a 11.100 millones de dólares. De la deuda total, se condonaron todos los intereses y cargos por un valor de 8.500 millones de dólares y se redujo la deuda a 2.600 millones, a pagar en 18 años. Con este nuevo calendario, Cuba abonó 40 millones de dólares en 2016, 60 millones en 2017 y 70 millones en 2018 por servicio de la deuda, el total aumenta progresivamente por una tasa de interés creciente desde 1,6% en 2016 a 8,9% en 2033, lo que exige que la economía crezca lo suficiente para sufragar la carga progresiva, lo que a día de hoy no ha ocurrido. El fallo de un pago conllevaría la imposición de un interés de 9%. De esta manera, los abonos hechos por Cuba han mejorado la credibilidad financiera externa del país y son clave para obtener el indispensable crédito externo, pero han forzado una reducción de las importaciones, incluyendo insumos para la economía y los bienes de consumo, con efectos adversos en la producción y el consumo de la población, unidos a recortes en el suministro de energía a las empresas. Con relación a Argentina, la deuda se encuentra pendiente por valor de 2.400 millones de dólares, que con los intereses y penalidades podría oscilar ahora entre 8.000 y 11.000 millones. Además, por si no fuera poco, Cuba ha pospuesto pagos a varios de sus suministradores y socios de inversión generando una deuda de 3.449 millones de dólares, y tiene deudas con bancos privados acumuladas desde 1986 por un total de 1.858 millones.

Inversión Extranjera Directa (IED)

Desde que en 2014 se implementó en Cuba la ley de inversión extranjera8, se han aprobado 175 proyectos por un valor total de 5.500 millones de dólares, de los cuales solo se han materializado 500 millones, lo que representa un quinta parte de los 2.500 millones de dólares anuales oficialmente requeridos para un desarrollo económico sostenido.9 Las razones de esta lentitud en la ejecución de tales proyectos son: la burocracia, el temor al mercado, el prejuicio contra la inversión extranjera, la imposibilidad de contratar y pagar directamente al personal, la dualidad monetaria y cambiaria, la falta de conocimiento, entrenamiento y motivación de las empresas, y el refuerzo del embargo por parte de la Administración Trump.10 Recientemente la IED ha sido definida como esencial y se han tomado medidas para acelerar su aprobación, pero sin corregir sus problemas centrales. En la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, establecida hace cinco años, se han autorizado 41 inversiones (de un total de 400 propuestas) por un valor de 1.660 millones de dólares, pero solo 15 han iniciado sus operaciones.11 

Efectos de las reformas estructurales, el cambio en la dirigencia y la nueva Constitución

Las reformas estructurales se empezaron a aplicar a partir de 2018 en el sector no estatal, y comprendieron a: trabajadores por cuenta propia, usufructuarios de tierras ociosas estatales, miembros de cooperativas agropecuarias, campesinos dueños de tierras, y miembros de cooperativas no agrícolas y de servicios. Todos estos sectores superan el 24% de la fuerza laboral (15% en el sector privado), generan un 7% del PIB yaportan el 11% de los ingresos tributarios.12 Las regulaciones aprobadas en 2018 para los dos primeros sectores tenían por objetivo central controlar su expansión, elevar sus impuestos y evitar que indujeran a una acumulación de la propiedad y la riqueza. Estas políticas, producidas en un momento muy difícil en el país, supeditan la racionalidad económica a la lógica ideológico-política y provocarán efectos adversos.

El anuncio de Raúl Castro de que la unificación monetaria-cambiaria comenzaría en 2018 no se efectuó a causa de la debilidad de la economía y a las enormes barreras que afronta, entre ellas: el mercado mayorista que aún no se ha establecido, y que es esencial para el sector no estatal; en la agricultura la reinstauración de la venta obligatoria de la mayoría de las cosechas al gobierno a precios inferiores al precio de mercado; y la imposición temporal en algunas provincias de un tope de precios a la venta de los productos en los mercados agropecuarios de oferta y demanda. En definitiva, las reformas no han tenido un efecto tangible en la economía cubana como ya se ha visto.13

El nuevo presidente del Consejo de Estado de Cuba desde abril de 2018, Miguel Díaz-Canel, no ha desarrollado un programa de reformas propio, sino que ha continuado implementando las medidas de Raúl Castro y del Partido aprobadas antes de su nombramiento.En este sentido, en su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2018, Díaz-Canel declaró: “El cambio generacional de nuestro gobierno no debe ilusionar a los adversarios de la revolución. Somos la continuidad, no la ruptura”.14 La nueva Constitución15 mantiene la esencia del modelo de Estado centralizado, con la empresa estatal como la forma superior de propiedad, a pesar de su notoria ineficiencia y fracaso en el resto del mundo. El rol del mercado se “considera”, pero no se especifica. La propiedad privada se nombra en penúltimo lugar entre seis formas de propiedad y se limita a ciertas formas de producción que nosedeterminan, sin otorgar las garantías necesarias. Si bien es cierto que la nueva Carta Magna autoriza la inversión foránea, esta no se permite a los ciudadanos cubanos, quienes tienen menos derechos que los extranjeros.16 Díaz-Canel corrobora el continuismo: “Tengo la convicción de que no habrá cambios en nuestros objetivos estratégicos y que el carácter irrevocable del socialismo será ratificado” en el referéndum de 2019.17 Esto resulta absurdo frente a la crisis más severa que afronta el país desde los años noventa, acompañado por el colapso económico y quizás el cambio de régimen en Venezuela.

Venezuela en crisis: ¿puede reemplazarlo otro país?

La dura crisis producida en Venezuela se acentuó en 2018 con unas cifras alarmantes: el PIB cayó un 18% (50% en el período 2013-2017), la inflación fue del 10 millones por ciento (un récord histórico mundial), se produjo una severa escasez de alimentos y medicinas, y tres millones de ciudadanos han emigrado del país. En enero de 2019 se agravó la crisis política con la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente del país, que recibió el apoyo mostrado por 27 países del continente, así como por la OEA, el Parlamento Europeo y otros diez países europeos. Durante el período 2012-2016 la exportación de servicios profesionales cubanos a Venezuela menguó un 23%, mientras que durante el período comprendido entre 2012 y 2017 el comercio bilateral descendió un 74% (de 44% a 17,6%), y el suministro de petróleo cayó a la mitad y paró la inversión (ver Cuadro).

Estos problemas forzaron un recorte de ocho puntos porcentuales en el gasto social cubano desde 2008 a 2017, con el consiguiente deterioro de los servicios de salud y educación. Desde el año 1989 a 2017, el valor de las pensiones ha disminuido un 50%, la construcción de viviendas bajó un 80%, y el salario ajustado a la inflación en un 61%.18 Ante tal escenario, una caída de Nicolás Maduro en Venezuela sería un golpe muy fuerte para la economía cubana, y es que solo el comercio de bienes y la compra de servicios profesionales en 2017 a Cuba sumaron un total de 10.029 millones de dólares, lo que representa el 10,4% del PIB cubano.

Actualmente, no hay en la comunidad internacional un país con la capacidad y la voluntad de reemplazar a Venezuela en su apoyo económico a Cuba. Para citar solo algunos ejemplos: Irán tiene petróleo y una buena relación con Cuba, pero sufre una severa crisis económica y sus prioridades ahora mismo se encuentran en Oriente Medio; en México, país rico en petróleo, el presidente Manuel López Obrador ha ofrecido contratar 3.000 médicos cubanos, pero es difícil pensar que con los problemas que enfrenta el país hoy día se pueda permitir un dispendio de 10.000 millones de dólares anuales para ayudar a Cuba. Sin duda, la población mexicana no aceptaría este gasto público.

Por lo que se refiere a Rusia, este es el séptimo socio comercial de Cuba, su intercambio de bienes llegó al 3,4% del total en 2017, su déficit en la balanza comercial de bienes ascendió a 393 millones de dólares, el mayor desde que se creó la Federación Rusa (Cuba importó 414 millones y solo exportó 21 millones) y no compra servicios profesionales cubanos. No obstante, en 2017 el intercambio debienes con Rusia aumentó en 95%, después de una disminución y estancamiento de cuatro años –el incremento fue solo de 20% sobre 2007.19 En noviembre de 2018 La Habana firmó varios convenios con Moscú en los siguientes ámbitos: modernización de la producción de energía eléctrica y el acero; suministro de medios de transporte ferroviario; exploración de depósitos de petróleo bituminoso; y recuperación de la producción de cítricos. Cabe subrayar el hecho que se desconocen los montos de dichos proyectos y que varios de ellos habían sido acordados antes y están todavía en estudio. Actualmente, Rusia está suministrando petróleo a Cuba, suministro quees pagado por Venezuela. A Putin le encantaría reabrir la punta de lanza que tenía la URSS en Cuba en los años de la Guerra Fría frente a losEEUU,pero es virtualmente imposible que actualmente pueda financiar esta relación económica asimétrica: ¿Con qué le va a pagar Cuba el valor de sus importaciones? Las producciones de azúcar, níquel, cítricos, tabaco y pesca –que constituían la base de las exportaciones cubanas en los años ochenta–han descendidonotablemente, y es improbable que Cuba pueda pagar el petróleo ruso con envío de médicos y otros profesionales, los cuales tendrían que aprender el idioma. Además,Venezuela paga a los médicos cubanos hasta siete veces más de lo que cobra un médico venezolano de promedio. Por último, la crisis económica que padece actualmente Rusia hace más difícil que pueda reemplazar a Venezuela.

En este contexto, China sería otro posible aliado cubano: es el segundo socio comercial de Cuba (fue el primero en 2016), con una participación del 16% en el intercambio total de bienes, pero en 2017 descendió en 22% en comparación a 2016 y menguó un 6% respecto a 2008 en el inicio de la Gran Recesión. Por lo que se refiere al déficit comercial con China, este fue de 1.295 millones de dólares (Cuba importó 1.659 millones y exportó solo 364 millones), por tanto es un déficit similar al de Venezuela. En los últimos años las relaciones entre Beijing y La Habana se han reforzado, con un acuerdo firmado en 2017 por valor de 164 millones de dólares destinado a adquirir equipos de construcción chinos. Beijing también hizo una donación de 129 millones de dólares para el ámbito de la ciberseguridad. Sin embargo, estas sumas son minúsculas si las comparamos con las enormes inversiones chinas en América Latina, sobre todo en grandes países que producen materia prima abundante y esencial para China. En el caso de Cuba, el país no tiene productos que exportar a China –salvo 400.000 toneladas de azúcar que China exige anualmente– y es aún más difícil que le exporte servicios profesionales, por razones de lengua y cultura, y además porque China no tiene un sistema público sanitario gratuito y hay copagos por el servicio. Cabe también tener en cuenta que el gigante asiático está atravesando unperíodo de desaceleración del crecimiento económico –la tasa de crecimiento de 2018 fue la menor desde 1990– y el aumento de las tarifas por parte de la Administración Trump dificultan también un nuevo despegue de la economía china. Ante todas estas circunstancias pues, no parece probable que China pueda convertirse en el nuevo socio económico que Cuba necesita.

Así pues, ante la ausencia de un nuevo socio que pueda reemplazara Venezuela, Cuba enfrentaría de nuevo–como ya hizo en los años noventa– una crisis económica muy severa de la cual no la salvaría el continuismo. En aquel entonces, Fidel Castro, a regañadientes para paliar la crisis, introdujo reformas tímidas –el turismo extranjero, el trabajo por cuenta propia y los mercados libres agropecuarios–, por lo que la actual dirigencia cubana no tendría más remedio que acelerar y profundizar las reformas estructurales, de lo contrario habría el riesgo de una explosión social. Aunque dicha crisis no alcanzaría la magnitud económica de los años noventa –porque Cuba ha diversificado sus socios comerciales, ha aumentado la producción de petróleo, y ha expandido el turismo, la inversión externa y las remesas– han transcurrido 25 años de desgaste político y desencanto ciudadano, a lo que se añade la desaparición del líder capaz de hacer frente a la hecatombe. 

La aceleración y profundización de las reformas para paliar la crisis

El lema de Raúl Castro sobre las reformas fue “sin prisa pero sin pausa”, sobre el mismo mensaje advirtió que “la prisa nos condujo a serios errores”, dio lugar a “improvisaciones e ingenuidades”, no hubo el necesario control y seguimiento, lo cual impidió la corrección de “desviaciones”, “en aras del enriquecimiento personal”.20 En 2016 solo se había cumplido el 21% de los planteamientos acordados en 2011 sobre las reformas, el 77% estaba “en proceso” y en el resto no había avance; al parecer, estas cifras no se han actualizado en 2017-2019. Frente a esta lentitud e incertidumbre, el proceso de reforma requiere una aceleración y profundización y a ese efecto se sugieren las siguientes propuestas.21

Al contrario de lo sucedido en China, donde Deng Xiaoping dio luz verde a la iniciativa personal con su famosa frase “no importa si el gato es negro o blanco con tal que cace ratones”, la cual dio lugar al socialismo de mercado y a un enorme crecimiento económico, la dirigencia cubana está obsesionada con impedir la concentración de la riqueza y la propiedad, lo cual es una barrera a los incentivos. Si se quiere moderar dicha concentración, lo apropiado es controlarla con el sistema tributario.

En el sector agrícola se podría seguir el exitoso modelo sino-vietnamita, con el siguiente patrón: se entrega la tierra –mantenida en propiedad estatal como en Cuba– a través de contratos por tiempo indefinido o por un período de 50 años; y se deja a los individuos, familias y cooperativas que decidan libremente qué sembrar, cuánto y cómo invertir, a quién vender la cosecha y fijar los precios por la oferta y la demanda. Por el contrario, actualmente en Cuba los contratos de usufructo son por un período de 20 años (hasta recientemente eran solo de diez), pueden ser cancelados por diversas razones incluyendo el interés estatal o fines de utilidad pública o interés social, además el Estado influye en las cosechas a sembrar, compra alrededor del 70% de dichas cosechas a un precio fijado por él, que es inferior al precio de mercado (“acopio”), limita la inversión a un 3% del área de la parcela, e impone un impuesto por baja productividad –que se juzga por parte del gobierno.

El trabajo por cuenta propia se limita a 123 ocupaciones (la gran mayoría de las mismas sin cualificación o muy baja, y está prohibido para los profesionales) y está sometida a las siguientes condiciones: se requiere una licencia, que en 32 de dichas ocupaciones se suspendió temporal o permanentemente; se obliga a abrir una cuenta bancaria para controlar los ingresos y los gastos; se impide crear sucursales; está sometido a numerosas restricciones, impuestos (uno aumenta la tasa tributaria según se incrementa el número de empleados), desincentivos e inspecciones estatales que pueden imponer multas onerosas e incluso confiscar el micro-negocio y arruinar a su propietario; y además carecen de mercados al por mayor para comprar insumos y necesitan microcrédito. Es necesario cambiar toda esta regulación para que el trabajo por cuenta propia prospere y contribuya más a la economía y al fisco.

Otro campo que merece una revisión son las cooperativas de producción no agrícola y de servicios, que llevan cinco años en estado “experimental”, lo cual crea incertidumbre y daña la inversión. Las llamadas cooperativas de “segundo grado” no se han creado –por ejemplo, cooperativas de servicio, integradas por cooperativas simples–; solo hay 434 aprobadas con 17.000 miembros, cifra muy baja si la comparamos con los 590.000 trabajadores por cuenta propia y 274.000 usufructuarios). Es necesario pues confirmar la naturaleza permanente de estas cooperativas y darles apoyo para que crezcan en membresía y producción o servicios.

Respecto al inversionista extranjero hay que dejarle contratar y despedir a sus empleados –sujeto a la ley–, pagarles directamente el salario sin que el Estado le arrebate la mayor parte, y premiar a los que se esfuerzan más. Además, también habría que permitir la inversión a los microempresarios nacionales y a los cubanos en el exterior.

Por último, pero no por ello menos importante, la unificación monetaria y cambiaria, en discusión hace una década, actualmente crea enormes distorsiones de precios y es un fuerte impedimento a la inversión extranjera. Es necesario acabar su introducción en el país, tomando las precauciones necesarias.

Todas estas medidas, incrementarían la producción interna y el crecimiento económico, reducirían y pondrían fin a las importaciones de alimentos que pueden producirse en Cuba, atraerían una mayor inversión extranjera y de forma más rápida, y en definitiva mejorarían el nivel de vida de los cubanos. La alternativa, especialmente si cesa la ayuda venezolana, sería el caos. 

Notas: 

1. CEPAL, 2018a, 2018b.

2. Para más detalles ver Mesa-Lago, 2018b; cuando aquí no se especifica la fuente, procede de este trabajo.

3. Mesa-Lago, 2018a.

4. ONEI, 2008 a 2018.

5. Perelló, 2018.

6. Morales, 2018.

7. ONEI, 2018.

8. Ley núm. 118.‘Ley de la inversión extranjera’, aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba, en su Primera Sesión Extraordinaria de la VIII Legislatura, del día 29 de marzo de 2014.

9. Mesa-Lago, 2018b.

10. Terrero, 2017.

11. Pérez Villanueva, 2018.

12. Datos basados según ONEI, 2018.

13. Mesa-Lago, 2016.

14. “Intervención”, 2018.

15. La Constitución fue aprobada en referendo el 24 de febrero de 2019, con un 86,8% a favor y un 9,0% en contra, pero este proceso se hizo sin presencia de observadores internacionales.

16. Constitución de Cuba, 2019.

17. “Intervención”, 2018.

18. Mesa-Lago 2018a. 

19. ONEI, 2018.

20. “Discurso del General…”, 2018.

21. Mesa-Lago, 2018b. 

Referencias Bibliográficas:

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–          (2018a), “Social Welfare and Structural Reforms in Cuba,” Cuba in Transition, Washington DC: ASCE, Vol. 27.

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