Una presidencia rotatoria menguante: El difícil papel de España

Nota Internacional CIDOB 17
Fecha de publicación: 07/2010
Autor:
Carme Colomina, Investigadora principal CIDOB. Deniz Devrim, Investigadora Asociada CIDOB. Laia Mestres, Investigadora CIDOB. Eduard Soler i Lecha, Investigador Principal CIDOB
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Notes internacionals CIDOB, núm. 17

La mejor conclusión de la evaluación de la acción exterior en la última presidencia española de la Unión Europea de 2010 es que no hay evaluación posible. Es decir, el ejercicio gubernamental que prepara una agenda en relaciones internacionales de la UE para la presidencia semestral, junto con el análisis académico que evalúa sus avances cada seis meses ha quedado obsoleto. La política exterior de la Unión Europea ya no se construye semestralmente. Ya no tiene sentido evaluarla con este tempo. La evaluación debe ser más a largo plazo, seguramente siguiendo las legislaturas quinquenales de la Comisión y el Parlamento. Además, el Tratado de Lisboa no ha resuelto el sistema de representación exterior única. La Unión Europea sigue inmersa en un debate interno sobre la nueva jerarquía de poderes y en este contexto, las nuevas presidencias semestrales, obligadas a viajar en “el asiento trasero” del coche, como lo definía un diplomático belga, se han quedado sin la visibilidad y liderazgo político que antes disfrutaron.

Para España el ejercicio de las presidencias semestrales había representado, en las tres ocasiones anteriores, el momento de máxima expresión de su europeísmo, así como la ocasión para dar un impulso a las prioridades españolas en la agenda europea. Ese mismo objetivo estuvo presente durante los preparativos de la cuarta presidencia. José Luis Rodríguez Zapatero anunció que el semestre español no sería un mero trámite, sino que se planteaba como transformador y con una agenda muy ambiciosa. Quizás demasiado para un país debilitado ante sus socios europeos por los datos económicos, que se encontró con una maquinaria institucional europea aún por estrenar y con una Comisión Europea al ralentí durante sus primeros meses.

La presidencia española de la UE no lo ha tenido fácil. El ajuste al nuevo sistema institucional y las propias dificultades de una Unión Europea, que sigue sin encontrar su lugar en la nueva escena internacional, también han influido en el último semestre europeo.

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