Reseña de libros | ¿Una nueva teoría sobre populismo? Analizando el argumento de Jan-Werner Müller

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_119
Fecha de publicación: 09/2018
Autor:
Jacopo Custodi
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Reseña de libro: Müller, Jan-Werner. What Is Populism?. University of Pennsylvania Press, 2016, 123 págs.

Sin duda, el populismo es un asunto candente que cautiva hoy en día a académicos y periodistas como pocos otros temas en política. No faltan los análisis del populismo: ha sido sumamente conceptualizado y operacionalizado en el ámbito académico, donde las dos perspectivas más influyentes son el enfoque ideacional (representados por autores como Cas Mudde y Cristóbal Rovira Kaltwasser) y el enfoque inspirado en el pensamiento de Ernesto Laclau. Por tanto, los lectores de la obra What is Populism? que ya conozcan los planteamientos académicos sobre el populismo quedarán desconcertados con la afirmación inicial de Müller: «simplemente no disponemos de nada similar a una teoría del populismo». Por esa misma razón, no sorprende que, a pesar de que Müller es un influyente y respetado politólogo, el libro haya recibido muchas críticas de estudiosos del populismo.

La obra gira en torno a tres cuestiones: qué es el populismo; cómo actúan los populistas una vez en el poder, y de qué manera debemos combatirlos (los liberales). Define el populismo como una «forma de política identitaria exclusivista» (p. 3), que se basa en una «imaginación moralista de la política» (p. 19). Según la percepción de los populistas del mundo político, este se divide entre, por un lado, un pueblo moralmente puro y unificado y, por otro, unas élites corruptas. Los populistas suponen un peligro real para la democracia puesto que no solo son antiliberales, sino que son, además, antidemocráticos en tanto en cuanto «siempre antipluralistas» (p. 3). Este antipluralismo tiene sus raíces en la reivindicación populista de que «ellos, y nadie más que ellos, representan al pueblo» (p. 20). Aunque la idea generalizada es que los partidos populistas son, ante todo, partidos de protesta y, por tanto, no son capaces de gobernar, según Müller, los populistas en el poder han demostrado que este planteamiento no es válido. Una vez en el Gobierno, los populistas conservan el poder recurriendo al clientelismo de masas y a la corrupción, reprimiendo a la sociedad civil y ocupando las instituciones públicas. Tales prácticas se justifican de forma explícita por razones de índole moral y por la afirmación de representar los verdaderos intereses del pueblo; de este modo, los populistas no tienen que disimular sus abusos de poder y transforman los sistemas liberal-democráticos en los que operan en «democracias defectuosas» (p. 58). Por último, Müller aborda la cuestión relativa a la manera en que nosotros, los defensores de nuestras instituciones liberal-democráticas, debemos dar respuesta a los populistas. Su planteamiento es sencillo: debe criticarse sin ambages a los populistas por ser un peligro real para la democracia, pero, al mismo tiempo, necesitamos implicarlos en el debate político y aceptar el diálogo para desmontar sus argumentos.

El razonamiento de Müller atrae por su claridad argumentativa, aunque a cambio de perder rigor tanto analítico como normativo. En cuanto a la falta de rigor en el análisis, esta se percibe de forma inequívoca al observar de quiénes habla Müller. De hecho, su definición de populismo solo puede sostenerse excluyendo un grupo significativo de actores que son normalmente clasificados como «populistas», aunque no sean necesariamente una amenaza para la democracia. Müller comienza su libro con una enumeración de los actores que suelen ser etiquetados de populistas (por ejemplo, Trump, Sanders, Syriza, Erdoğan, Podemos, Le Pen, Farage, Orbán, Chávez, Morales, Wilders, etc.). Sin embargo, a medida que avanza el libro, van desapareciendo los actores de izquierda, excepto los latinoamericanos; el populismo de izquierda del sur de Europa se va desvaneciendo de la imagen sin explicación al respecto, con lo que los ejemplos que respaldan su argumento son únicamente de la derecha europea y estadounidense, así como de la izquierda latinoamericana (representada, en el análisis de Müller, casi siempre por la figura de Chávez). Ello supone incurrir en un pensamiento circular: en primer lugar, en la definición de populismo, Müller esencializa y cosifica el vínculo entre el populismo y la hostilidad hacia la democracia; en segundo, fundamenta su definición recurriendo únicamente a un compendio de casos que se ajustan a su vínculo apriorístico; en tercer lugar, utiliza su definición de populismo para describir su selección de casos. Este continuo tránsito de lo universal a lo particular, y viceversa, repercute negativamente en la validez de su análisis. Es más, si bien Müller es un experto de la política europea, su familiaridad con el contexto latinoamericano es cuestionable. Por ejemplo, cuando denuncia el populismo latinoamericano de izquierdas, llega a tildar a Evo Morales de «malvado autoritario» y lo equipara nada menos que a Recep Tayyip Erdoğan (p. 85). Paradójicamente, relega a una de las notas al final del libro el reconocimiento –claramente incompatible con su razonamiento– de que Morales ha intentado desarrollar en Bolivia un «enfoque inclusivo», ha «ofrecido un buen número de derechos básicos» y «tratado de que se reconozca a minorías anteriormente excluidas» (p. 113).

En cuanto a la debilidad normativa de su argumentación, el problema estriba en que Müller omite las razones que subyacen al reciente auge del populismo. Müller nos habla del modo de dialogar eficazmente con los populistas para poder refutarlos, pero se muestra del todo indefinido respecto a los problemas que han propiciado su éxito electoral. Admite que «hay aspectos que mejorar en las democracias actuales» (p. 59), aunque, acto seguido, le resta importancia a este argumento y no lo desarrolla. Habla de las «promesas incumplidas de la democracia» para explicar por qué resulta atractivo el populismo (p. 76), pero lo hace simplemente para aclarar que «no es posible cumplirlas en nuestras sociedades» (p. 76). Al señalar el populismo como la mayor amenaza de la democracia liberal, soslaya otras amenazas que ya venían afectando la calidad de nuestras democracias desde mucho antes de que los populistas autoritarios fuesen accediendo al poder en algunos países europeos. A partir de la década de los ochenta, las desigualdades sociales y políticas han ido aumentando y se han excluido del debate colectivo decisiones legislativas de calado. Tanto los partidos de centro-izquierda como los de centro-derecha han ido abrazando paulatinamente los mismos valores centrales del neoliberalismo, dejando a la ciudadanía sin verdaderas alternativas en cuanto a las políticas sociales y económicas. El descontento social y la desafección política han tratado de encontrar una vía a través de las instituciones democráticas tradicionales. Estos cambios sistémicos han erosionado la calidad de nuestras democracias y han propiciado el auge de nuevos actores populistas; sin embargo, en el análisis de Müller pasan desapercibidos.

Para concluir, What is Populism? es un breve ensayo en defensa del liberalismo político, escrito con un estilo ameno y fluido, y que aporta ciertos argumentos valiosos a la descripción de los gobiernos autoritarios de derechas que han surgido recientemente en Europa, como los de Hungría o Polonia. Sin embargo, la ausencia de rigor académico en el análisis hace que la teoría de Müller resulte difícil de operacionalizar. Por último, el argumento normativo no va más allá del razonamiento liberal tradicional y no insiste mucho sobre las razones, económicas y políticas, que favorecieron el surgimiento de los populistas autoritarios contemporáneos.

Traducción del original en inglés: Alejandro Lacomba y redacción CIDOB.

DOI: doi.org/10.24241/rcai.2018.119.2.301