Reseña de libros | Populismo: ¿democracia o dictadura?

Revista CIDOB d'Afers Internacionals_119
Fecha de publicación: 09/2018
Autor:
Óscar García Jaén
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Reseña de libros:  Finchelstein, Federico. From Fascism to Populism in History. University of California Press, 2017, 352 págs.

Federico Finchelstein es un historiador argentino que ejerce como profesor en la New School for Social Research (Nueva York). El título del libro reseñado sirve como síntesis de sus intereses de investigación y de la evolución de los mismos, desde una primera etapa más centrada en el fascismo, a la actual, en la cual da cuenta también del fenómeno populista. Este es claramente un libro con el rigor propio de la academia, cuyo autor conoce y dialoga con toda la literatura reciente (De la Torre, Mudde, Laclau) y no tan reciente (Canovan, Germani). Solo en calidad de compendio bibliográfico sobre populismo como tema de estudio, el libro ya merecería la pena. Pero, además, es un libro tremendamente conectado con la actualidad política. Existe desde hace unos años un creciente protagonismo de partidos y líderes políticos populistas. Sin duda, el último y más relevante suceso de este fenómeno ha sido la elección de Trump como presidente de los Estados Unidos. Un país con una gran tradición democrática cuyo nuevo líder es calificado a menudo (por ciudadanos de a pie y académicos) como fascista. El autor es plenamente consciente del momento político que se vive a nivel global y de la necesidad que tienen las sociedades de entender un fenómeno complejo como el populismo. A este respecto, Finchelstein ofrece dos apuntes: primero, Trump no puede ser considerado a día de hoy un fascista pero sí un populista, pues el fenómeno del fascismo y el del populismo son distintos (aunque estrechamente relacionados); y, segundo, el populismo no es un fenómeno nuevo en absoluto, la única gran novedad es que ahora se encuentra en el interior de la Casa Blanca. 

Respecto a la vertiente más académica del libro, se caracteriza por navegar entre dos disciplinas: la historia y la teoría política. En correspondencia con este doble interés, el autor trata de establecer dos tesis principales: 1) el populismo moderno es un fenómeno político conectado históricamente con el fascismo, que nace precisamente en Argentina con el Gobierno de Perón en 1946, como alternativa al liberalismo en un momento histórico en el que, tras las caídas de los principales regímenes fascistas (Mussolini y Hitler), el fascismo deja de ser una alternativa viable; y 2) a nivel conceptual, el populismo, igual que el fascismo, se opone al liberalismo por su vertiente autoritaria y antipluralista, pero también se diferencia claramente del fascismo en lo que respecta al papel de la violencia y el respeto a las elecciones democráticas. Para desarrollar estas dos tesis, el libro se estructura en cuatro secciones. Una primera introductoria, en la que el autor deja claros su objetivo y aproximación. Una segunda sección en la que trata el fenómeno del fascismo; en concreto, su aparición y desarrollo histórico no solo en Europa sino a nivel global durante la primera mitad del siglo xx, lo que le permite establecer una serie de elementos universales que caracterizan a este fenómeno. En una tercera parte hace lo propio con el populismo, el tema principal del libro; relata su aparición histórica en Argentina y establece los elementos que lo caracterizan y que le hacen formar parte del movimiento antiilustración del que también participa el fascismo, pero que a su vez también lo diferencian del mismo. Por último, en la cuarta parte, Finchelstein trata la tensión que existe en el populismo entre dos concepciones de la legitimidad distintas. Por un lado, los movimientos y partidos populistas participan del juego de las elecciones democráticas y acatan sus resultados; esto es, entienden que la legitimidad del Gobierno proviene de la soberanía popular que ejercen los ciudadanos al elegir a sus representantes. Por otro lado, el líder populista está imbuido de un aura de legitimidad que trasciende las elecciones democráticas; aunque solo es apoyado electoralmente por una parte de la ciudadanía, él es, por así decirlo, la encarnación del pueblo y la nación. Esta segunda forma de concebir la legitimidad política genera dentro del populismo una tendencia hacia el autoritarismo. 

Probablemente el aspecto más criticable del libro sea la evaluación que en él se hace del populismo. En este sentido, el autor se mueve entre dos discursos contradictorios. Uno de ellos reconoce la ambivalencia que existe en el populismo, pues más allá de la tendencia autoritaria que lo caracteriza y cuya lógica estudia y refleja bien Finchelstein, puede tener también, y de hecho ha tenido, efectos positivos sobre las sociedades. Por ejemplo, el autor reconoce que algunos gobiernos populistas de América Latina han contribuido en las últimas décadas a mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos y a expandir la participación democrática entre sectores que antes quedaban fuera de la política. Pero este discurso queda eclipsado por otro que simplemente advierte de los peligros que el populismo supone para la democracia. Un buen ejemplo de ello es la conclusión del libro: «Los desafíos pasados del populismo a las formas igualitarias de democracia continúan en el presente y están en estos momentos poniendo en peligro el futuro de la democracia» (p. 256). Lo que Finchelstein le reprocha a Laclau, con quien por otra parte comparte mucho, es que este no reconoce los peligros inherentes al populismo o las contradicciones que han existido en los regímenes populistas latinoamericanos. Pero algo parecido, aunque a la inversa, podría decirse también de este libro. Ese sesgo en contra puede estar justificado por el hecho de que las experiencias populistas que predominan hoy en el mundo, especialmente en Europa y Estados Unidos, son especialmente peligrosas por excluyentes o antipluralistas, y carecen de la promesa real de una movilización y politización de sectores subalternos. Pero, en cualquier caso, un análisis del fenómeno populista deber dar cuenta, en línea con Laclau, de que existe en el populismo una condición de posibilidad hacia la expansión democrática y, contra Laclau, de que el mismo liderazgo político que hace posible esa promesa crea una tendencia hacia el autoritarismo que pone en peligro algunas de las instituciones esenciales para el buen funcionamiento de la democracia. 

DOI: doi.org/10.24241/rcai.2018.119.2.292