¿Nadar a contracorriente? el futuro del acuerdo de la Unión Europea con Cuba
Cuba y la Unión Europea (UE) inician una nueva etapa en su relación en un escenario de cambios de signo contradictorio que abren oportunidades, pero también importantes retos. Durante el Gobierno de Raúl Castro, iniciado en 2006, Cuba se ha esforzado en ampliar la apertura hacia el exterior para conseguir una mayor y mejor inserción regional e internacional.
En ese proceso, Cuba trascendió el tradicional activismo vinculado al movimiento de los no alineados para incrementar sus relaciones con organismos regionales, iniciar un proceso de acercamiento a los Estados Unidos (EE. UU.) y ampliar la cooperación con un número mayor de socios extrarregionales, incluyendo la firma del primer Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC) entre la isla y la UE en diciembre de 2016.
Sin embargo, el actual contexto parece menos halagüeño que aquel en que se realizaron las negociaciones. La coyuntura hemisférica se ha vuelto más hostil hacia Cuba debido a la Presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, quien enfrió el deshielo iniciado por su predecesor, Barack Obama, y también por el reemplazo de algunos gobiernos de la izquierda latinoamericana más afines por otros conservadores y críticos en países como Argentina o Brasil. Hoy parece que la UE nada a contracorriente en su relación con Cuba.