La financiación no solo proviene del petróleo y el saqueo. Cómo el Estado Islámico utiliza la agricultura

Opinion CIDOB 436
Fecha de publicación: 10/2016
Autor:
Eckart Woertz, investigador sénior, CIDOB, y Hadi Jaafar, profesor asistente, American University en Beirut
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*Este artículo ha sido publicado previamente en The Washington Post

 

El Estado Islámico ha sido noticia repetidamente por apoderarse y beneficiarse del petróleo de la región. Pero se ha dedicado menos atención al uso que ha hecho de otro recurso decisivo para el funcionamiento de cualquier futuro Estado: la agricultura. El Estado Islámico no publica estadísticas sobre agricultura. Por lo tanto, ¿cómo podemos medir su producción agrícola y las posibles fuentes de ingresos? ¿Cómo ha afectado la campaña internacional contra el Estado Islámico a este sector económico decisivo?

En un artículo reciente, hemos usamos un método innovador de interpretación de imágenes por satélite para determinar la producción agrícola en el territorio controlado por el Estado Islámico. Hemos obtenido índices de vegetación por teledetección y los hemos correlacionado con la producción en los años previos al conflicto en función de las estadísticas gubernamentales. Para aislar el impacto del conflicto de los efectos de la sequía, controlamos las precipitaciones estadísticamente. Los resultados son sorprendentes: el Estado Islámico podría estar utilizando la agricultura y beneficiándose de ella mucho más de lo que se consideró anteriormente.

Cómo el Estado Islámico se apoderó de la agricultura y la controló

En 2013 y 2014 el Estado Islámico se apoderó de grandes zonas de la región de Jazira en Siria y la provincia de Nínive en Irak, dos importantes graneros. Los agricultores fueron desplazados, se interrumpió el suministro de insumos subvencionados y se paralizó el abastecimiento de cereales que recibía el apoyo gubernamental. Sin embargo, el Estado Islámico no se limitó a talar y quemar. Igual que hizo con las refinerías de petróleo, el Estado Islámico consideró que las infraestructuras alimentarias —como los silos— eran un activo estratégico y decidió mantenerlas intactas y apoderarse de ellas. La agricultura suponía un modo de garantizar el suministro de alimentos y una fuente constante de ingresos tributarios. Ante la disminución de otras fuentes de ingresos de las industrias extractivas —como el petróleo—, de los rescates y de las confiscaciones, y con las donaciones extranjeras supuestamente inferiores que en 2013 y 2014, los ingresos procedentes de la agricultura han ido cobrando más importancia.

Como es lógico, el conflicto ha tenido graves consecuencias en la agricultura, sobre todo en los cultivos de regadío de verano, como el algodón en el noreste de Siria, y la fruta, las hortalizas y el algodón en la cuenca del río Orontes en el oeste del país. La afectación de los cultivos invernales de secano ha sido menor, aunque notable, en una Siria arrasada por la guerra. A pesar de que las precipitaciones fueron normales en 2012, se aprecia claramente el impacto que tuvo el conflicto, al que siguió una recuperación en 2013. En 2014, la sequía perjudicó a las cosechas, especialmente en la provincia de Alepo, pero en 2015 los agricultores se beneficiaron del aumento de las precipitaciones, sobre todo en Irak, donde la productividad fue mayoritariamente superior a la media anterior al conflicto entre 2013 y 2015, tanto en los territorios pertenecientes al Estado Islámico como en los demás.

¿Exactamente cuánto dinero ha recaudado el Estado Islámico a través de la agricultura?

Independientemente de las repercusiones derivadas del conflicto, la producción de trigo y cebada de secano en el territorio del Estado Islámico se ha visto mucho menos perjudicada de lo que esperamos inicialmente antes de empezar nuestra investigación. Los ingresos que el Estado Islámico ha obtenido de esta producción probablemente son considerables. El Estado Islámico recauda un impuesto del zakat del 5% y del 10% sobre los cultivos de regadío y los cultivos de secano, respectivamente. Los precios de los cultivos coinciden más o menos con los niveles del mercado mundial, ya que el Estado Islámico no aplica un sistema de precios de producción y de consumo subvencionados, como el Gobierno irakí. Calculamos que en 2015 el grupo pudo obtener hasta 56 millones de dólares solamente de los impuestos del trigo y la cebada. Además, el grupo grava otros cultivos, el ganado y las cadenas de transformación y distribución. Esto es especialmente destacable si lo comparamos con la estimación por parte de funcionarios estadounidenses de un total de ingresos anuales de 1000 millones de dólares. La mitad de estos ingresos provenían del petróleo hasta la primavera de 2015, pero ahora se han reducido drásticamente.

El valor total de la producción estimada de 2,45 millones de toneladas de trigo en territorio del Estado Islámico en 2015 equivalió aproximadamente al valor anual de la producción petrolera del Estado Islámico durante su apogeo a finales de 2014 y principios de 2015.

¿Qué sucede con los excedentes?

Irak y Siria eran importadores netos de trigo antes del conflicto; el Estado Islámico no lo es. Como ha mantenido la producción, pero la población en su territorio ha disminuido, probablemente produce un excedente que puede exportar. Calculamos la población anterior a la guerra del territorio del Estado Islámico con la ayuda de estadísticas de WorldPop que combinan datos censales con el análisis de imágenes por satélite y deducen los flujos estimados de refugiados y desplazados internos. En 2015 la población del territorio del Estado Islámico probablemente no superaba los 4 millones de personas, muy inferior a los cálculos de 8 millones y más que se han difundido en los medios. Esto supondría un consumo interno de 0,85 millones de toneladas de trigo y un excedente exportable de 1,6 millones de toneladas.

Adónde se destina realmente este excedente es una cuestión políticamente delicada. Los costes de transacción se han disparado y las rutas de transporte hasta los mercados tradicionales en el oeste de Siria se han visto alteradas. Pero el Estado Islámico sigue comerciando con petróleo y gas con otros grupos rebeldes y el Gobierno sirio. Es posible que suceda lo mismo con el trigo. Los países vecinos son los destinatarios del comercio de ganado no regulado procedente de toda Siria. De nuevo, es posible que suceda lo mismo con el trigo. Existe el incentivo económico de introducir ilegalmente trigo en el sistema subvencionado de distribución irakí y en Turquía, donde los precios son más elevados, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

La economía del Estado Islámico no es sostenible a largo plazo. La agricultura en su territorio tiene los días contados, ya que se han interrumpido las cadenas de suministro de los insumos agrícolas, como los abonos y las semillas de calidad. Pero, entre tanto, las futuras investigaciones podrían seguir arrojando luz sobre cómo los combatientes destruyen, restablecen y gravan la agricultura en tiempos de guerra y cómo se benefician de ella.

 

D.L.: B-8439-2012