El nexo entre cambio climático y energía

Anuario Internacional CIDOB 2017
Fecha de publicación: 04/2017
Autor:
Saleemul Huq, Yousuf Mahid, Shababa Haque y Saqib Huq
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La energía como factor indispensable para el desarrollo económico

La energía juega un papel indispensable en la configuración del desarrollo económico de un país y como garantía de la calidad de vida de sus ciudadanos. Sin embargo, la producción y el consumo de energía siguen ejerciendo una presión considerable sobre el medio ambiente, contribuyendo con cerca de dos terceras partes a las emisiones globales de gases de efecto invernadero, especialmente del dióxido de carbono (CO2) que resulta de la quema de combustibles fósiles (1). El cuarto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) concluyó en 2007 que “la mayor parte del incremento observado en la temperatura media global desde mediados del siglo XX se debe muy probablemente al incremento observado en la concentración de gases de efecto invernadero antropogénicos”(2). El hecho es que, debido al predominio de los recursos energéticos no sostenibles, el clima está cambiando rápidamente, lo que representa una amenaza importante para la economía y el medio ambiente, al tiempo que inflige daños severos a la vida y a los medios de subsistencia de las personas.

Tras la revolución industrial, el mundo ha visto avanzar la tecnología hasta un punto en el que los retos que afrontamos reclaman una transición del mercado energético global. Según el último informe del Consejo Mundial de la Energía (3), una de las preocupaciones principales de los líderes de la industria es el contexto de permanente incertidumbre sobre el clima. El histórico Acuerdo de París y la adopción de energías renovables como uno de los Objetivos para un Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas han dado una forma definida a este marco de incertidumbre y sugieren ya caminos hacia eficiencia energética. Es más, los compromisos que expresan las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (CND) alcanzados en la COP21 suponen un logro estimulante en pos de la energía sostenible, que contribuirá de manera determinante a la lucha contra el cambio climático. Los CND promueven la atenuación del cambio climático mediante una reducción las emisiones de gases de efecto invernadero, además de favorecer la preservación –y ampliación– de las fuentes de energía existentes, con pautas de consumo más comedidas a nivel local y global.

Si bien la mejora de la eficiencia energética por medio de la tecnología ofrece una oportunidad importante a la creación de incentivos de mercado para el desarrollo y el uso de tecnologías respetuosas con el clima (4), en términos de eficiencia existe aún una brecha constatable entre uso real y uso óptimo de la energía (5). Para reducir esta brecha –y acercarnos así a un desarrollo sostenible–, es necesario proceder a un examen ajustado de los problemas sociales, económicos y ambientales. Por tanto, es importante adoptar medidas a largo plazo que aceleren la aplicación generalizada de energías renovables y avanzar de esta manera hacia la transición hacia su uso generalizado. A pesar de las numerosas oportunidades, este cambio de paradigma está encallado por la falta de entendimiento entre los decisores políticos respecto a las realidades actuales de las tecnologías y los mercados energéticos. La consecuencia de todo ello es un vacío de políticas, mecanismos de apoyo y de las inversiones necesarias para impulsar el desarrollo de una energía limpia. Es de esperar que el desarrollo de ODS en su vertiente energética y la introducción de CND en el Acuerdo de París supongan verdaderos hitos en la lucha contra el cambio climático desde la perspectiva energética.

ODS: promover el acceso a la energía para un mundo climáticamente resistente

Como sucesor de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el año 2015 vio la emergencia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Desplegados en torno a 17 objetivos generales y 169 metas específicas, los ODS buscan atacar las causas fundamentales que impiden un desarrollo sostenible y resistente al clima en todo el globo. Aunque cada objetivo tiene un conjunto de metas desglosadas, la mayoría de ellos están conectados. En particular el Objetivo número 7 (“energía para todos”), está en una posición central por cuanto afecta al posible éxito de algunos de los demás Objetivos de un Desarrollo Sostenible.

El acceso a la energía fortalece a las comunidades

El primero de los ODS, la reducción de la pobreza, tiene una importancia fundamental para un desarrollo general sostenible. La pobreza viene dada por los ingresos de la unidad familiar y por la capacidad de satisfacer las necesidades básicas. Tener acceso a la energía mejora la capacidad de consumo básico y permite aprovechar mejor la educación y la asistencia sanitaria (6). Podemos pues afirmar que una comunidad que ha rebajado su índice de pobreza está mejor preparada para combatir el cambio climático y es más resistente a sus impactos (7).

Una comunidad más fuerte es la que promueve la educación (objetivo nº 4), ofrece empleo (objetivo nº 8) y proporciona unos servicios adecuados de seguridad y asistencia sanitaria para todos (objetivo nº 3). La energía puede ser un elemento vital para satisfacer muchas de estas necesidades. Hay cada vez más pruebas de que el acceso a la energía mejora las condiciones socioeconómicas y facilita las condiciones para una vida mejor (8).

De hecho, las condiciones socioeconómicas de aquellos núcleos aislados que todavía viven a oscuras pueden ser significativamente mejoradas con el acceso a la energía. La energía renovable de generadores no conectados a una red puede ser una buena solución para electrificar algunas de las localidades más remotas. El acceso a la electricidad cambia la vida. Tener luz por la noche permite a los niños estudiar más allá de las horas diurnas, lo que tiene un impacto directo en su rendimiento escolar. Tener un rendimiento escolar más alto a menudo dirige a los niños hacia una educación superior, lo que les permite aprovechar una gama más amplia de oportunidades de empleo. Abre la puerta a opciones que previamente eran impensables. Esto mejora la potencialidad de las familias para generar más ingresos. En el caso de las mujeres, especialmente en la parte del mundo en vías de desarrollo, el acceso a la energía también hace posible más oportunidades de trabajo. Por ejemplo, disponer de luz durante más horas les permite acabar sus tareas domésticas y centrarse en actividades que pueden traer ingresos adicionales a la familia (9).

Según la Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR), 2015 ha registrado el número más alto de personas desplazadas. Aproximadamente 65,3 millones de personas han tenido que abandonar su hogar en todo el mundo, y 21,3 millones de ellas son refugiados (10). Casi el 90% de los refugiados no tienen acceso a la energía de manera permanente; en los campos de refugiados el 80% depende de la leña para cocinar y calentarse, y el resultado es que muchos mueren prematuramente a consecuencia de la contaminación del aire provocada por el humo en espacios cerrados (11). Durante una reunión de alto nivel celebrada en vísperas de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Refugiados y Migrantes cuyo lema era: “Que nadie se quede atrás: energía para una respuesta humanitaria y un desarrollo sostenible” se subrayó cómo afecta la crisis energética a los refugiados, y se puso de relieve la necesidad de proporcionarles energía sostenible con carácter prioritario.

La energía puede mejorar la seguridad y las condiciones de salubridad de los habitantes de los campos de refugiados. Los generadores de electricidad fuera de la red pueden aumentar la seguridad por la noche simplemente iluminando las calles. Sustituir la leña por un combustible alternativo puede evitar a las mujeres verse expuestas a la violencia cuando se aventuran a salir en busca de leña para cocinar. Iniciativas como la de la Fundación IKEA, que han tomado medidas para invertir en energía solar para los refugiados instalando farolas y linternas solares, e incluso creando la primera granja solar para un campo de refugiados, son muy notables y pueden ayudar a millones de personas que se han visto desplazadas de sus hogares (12).

Reducir el cambio climático mediante una energía limpia

La consecución del objetivo nº 7 (“energía para todos”) es crucial para culminar con éxito los otros objetivos, pese a que las formas más baratas y más fácilmente accesibles de energía pueden a menudo ser perjudiciales para el medio ambiente y acelerar el cambio climático, contradiciendo directamente el objetivo nº 13 (“acción climática”). Para mejorar el uso y la disponibilidad de la energía sostenible, que consuma menos carbono y que sea al mismo tiempo más asequible, es importante invertir en avances tecnológicos en el campo de la energía renovable. Una de las metas del objetivo nº 7 pone énfasis en el incremento de la mezcla de energías renovables, que puede contribuir a la consecución de uno de los principales objetivos del Acuerdo de París para el cambio climático, es decir, limitar la temperatura por debajo de los 2oC. Utilizando fuentes de energía alternativas no solo se contribuye a llevar la energía a algunas de las bolsas más alejadas de las redes eléctricas, sino que también se reduce la cantidad de gases de efecto invernadero perjudiciales para la atmósfera (13), que es una medida vital para mitigar el cambio climático.

En un intento de impulsar las actuaciones para cumplir las metas del objetivo nº 7 (ODS), así como el Acuerdo de París de una manera consistente, en junio de 2016 se puso en marcha un proyecto-marco de 5 años (de 2016 a 2021) conocido como SE4ALL (Sustainable Energy for All o “energía sostenible para todos”). Este proyecto pretende destinar los recursos financieros necesarios para hacer un cambio en dirección a una energía limpia y asequible. El aspecto principal del proyecto SE4ALL se centra en garantizar el acceso universal a los modernos servicios energéticos, multiplicar por dos el índice de mejora de la eficiencia energética y la proporción de energía renovable en la mezcla global. Algunas de las iniciativas que se enmarcan en este proyecto incluyen formar alianzas a escala global para ayudar a los dirigentes de los países a tomar decisiones fundamentadas en política energética. El proyecto-marco también pretende que estas decisiones se tomen de una manera inclusiva, teniendo en cuenta las necesidades de aquellos que se ven privados de sus derechos energéticos(14).

Los actores potenciales y su papel

Hay varios actores importantes cuyas decisiones y liderazgo serán cruciales para llevar a cabo la reducción de emisiones a la escala requerida. El primero es, por supuesto, los gobiernos nacionales, y dentro de ellos principalmente los ministros de Energía y generación eléctrica. También son importantes los parlamentos y las asambleas legislativas, que supervisarán el progreso de los gobiernos a nivel nacional. Los ministros de planificación y finanzas también desempeñan un papel fundamental ayudando a los ministros de Energía a llevar a cabo sus planes de reducción.

El segundo actor en importancia es el sector privado, especialmente los inversores en el sector eléctrico, que han de decidir cambiar desde un modelo de producción de energía basado en los combustibles fósiles, a unas tecnologías que no los utilizan. Los innovadores de las tecnologías de la energía renovable también desempeñarán un papel fundamental en el desarrollo de unas tecnologías más eficientes, con lo que se reducirán aún más los costes.

Otro grupo de actores del sector privado son los fondos de inversión, incluidos los fondos de pensiones que deciden en qué sectores invertir y que necesitarían adoptar una cartera no basada en combustibles fósiles e invertir en cambio en compañías de tecnologías renovables. En el Reino Unido, por ejemplo, unas 43 universidades han participado en una “Campaña de Desinversión” que se compromete a evitar la propiedad o la inversión en acciones, valores o bonos que estén vinculados a compañías basadas en el consumo de combustibles fósiles26. El Parlamento británico ha lanzado una campaña similar que tiene como objetivo desinvertir el fondo de pensiones de los ministros del Reino Unido en el Parlamento de las compañías de combustibles fósiles y destinarlos a carteras de inversiones más respetuosas con el clima. Estas campañas constituyen un claro indicio de la voluntad y la determinación de estas organizaciones para iniciar la transición hacia unas prácticas más sostenibles en sus propias operaciones.

Finalmente, los consumidores han de demostrar su preferencia por las tecnologías renovables, como optar por los vehículos eléctricos en vez de por los vehículos basados en el petróleo, y otras opciones de este tipo. Estas tendencias están ya en marcha; se calcula que las existencias de coches eléctricos en todo el mundo en 2015 eran de unos 1,3 millones de vehículos, casi el doble de los que había en 201427 y necesita seguir creciendo en otras áreas del paisaje de las tecnologías renovables. El comportamiento del consumidor es tal vez el motor más poderoso del posible cambio, pues esto da a los partidos políticos y a las entidades del sector privado un estímulo para actuar de una forma más responsable y para planificar unas prácticas más sostenibles a largo plazo.

Responsabilidades regionales y nacionales: participación del sector privado

Las inversiones en centrales eléctricas y en otras tecnologías como el transporte requieren a menudo fondos internacionales, y estos tienen que ser movilizados y potenciados. También a nivel regional, el uso compartido de la energía entre países posibilita formas más eficientes y rentables de generación y suministro. Por ejemplo, en el sur de Asia, si los enormes recursos hidroeléctricos de las montañas del Himalaya en Nepal y Bután son explotados, se podrá proveer el nordeste de India y Bangladesh.

Una iniciativa titulada SARI/E (South Asia Regional Initiative for Energy) fue lanzada para abordar cuestiones que pueden mejorar el comercio regional y la inversión en infraestructuras energéticas hacia procedimientos más sostenibles. Este tipo de inversiones han de potenciarse e implementarse en otros centros regionales del mundo para hacer posible una mejor integración de las actividades de sostenibilidad de los países vecinos y para crear un mercado para las tecnologías renovables.

Durante el año 2016 se han producido importantes avances en las tecnologías de la energía renovable, desde una mayor eficiencia hasta la consecución de una mayor parcela de mercado para la generación de energía. La continua insistencia de la comunidad internacional sobre el Acuerdo de París y los Objetivos de las Naciones Unidas para un Desarrollo Sostenible han hecho ciertamente que los gobiernos mantengan el cambio climático y la sostenibilidad en la agenda. Las campañas y las peticiones del público en general también han sido determinantes para poner de relieve la voluntad de la gente de pedir una transición hacia economías más sostenibles, y también han despertado el interés de las empresas comerciales para operar de un modo más responsable.

Ahora es preciso hacer un mayor esfuerzo de colaboración para desarrollar políticas y regulaciones correctas que permitan a las entidades de los sectores público y privado aprovechar este impulso hacia la sostenibilidad.

El Acuerdo de París: un hito en la acción climática

Otra iniciativa histórica que ha tenido un enorme impacto tanto en la acción climática como en la energía ha sido el Acuerdo de París sobre el cambio climático, que entró en vigor el 4 de noviembre de 2016 después de ser ratificado por los países que representan más del 55% de emisión global de carbono (15). Este tratado pone en marcha un plan de acción global y una trayectoria irrevocable hacia el desarrollo de regulaciones y estrategias para prevenir los graves efectos del cambio climático. El Acuerdo de París pone énfasis en el control del aumento de la temperatura por medio de la inversión en la transición hacia la energía limpia.

Reducir la temperatura: limitación a 1,5 oC

El Artículo 2 del Acuerdo de París expresa el siguiente objetivo:

“Mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2oC con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5oC con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático” (UNFCCC, 2015).

Los científicos del clima advirtieron que superar el umbral de los 2oC podía tener consecuencias catastróficas en el cambio climático (por ejemplo, subida del nivel del mar, inundaciones, sequías, etc.) (16). Muchos científicos sostienen que si bien limitar el aumento de temperatura a 1,5oC sería un reto muy difícil, lograr este objetivo minimizaría considerablemente el peligro. Esta diferencia fraccional de aproximadamente medio grado reduciría significativamente los daños en algunos de los países más vulnerables del mundo. Un estudio reciente hecho por unos investigadores europeos revela que este aumento de medio grado podría producir una subida global del nivel del mar, una pérdida de capacidad adaptativa de todos los arrecifes coralinos que les llevaría a la extinción, una degradación del rendimiento de los cultivos, olas de calor y sequías prolongadas(17). Además, limitar la subida a 1,5oC podría representar la diferencia entre la supervivencia y el desastre para muchas personas. Por consiguiente, no podemos subestimar la importancia de conseguir este objetivo.

Implicación del límite de 1,5 oC: transformación del sistema energético

El objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5oC constituye un reto innegable para el mundo. Requeriría el despliegue bajo, nulo o negativo de un abastecimiento energético basado en el carbono, grandes reducciones en las emisiones de carbono, y una intensificación mucho mayor de la transformación cualitativa del sistema energético y de todos los sectores económicos (18). Esta transición, de llevarse a cabo de una forma ordenada, minimizaría los riesgos asociados con el cambio climático y nos permitiría conseguir los objetivos fundamentales del Acuerdo de París que efectivamente descartan la provisión de proyectos de nuevos combustibles fósiles. Este es el momento de ir abandonando rápi da y progresivamente la extracción y la quema de combustibles fósiles, reemplazando las fuentes de energía convencionales por otras energías renovables mucho más limpias. Frente al impacto de los fenómenos climáticos extremos, el cambio hacia unas fuentes de energía renovables se considera la opción más sostenible y climáticamente resistente.

Junto con la seguridad energética, el precio y los beneficios medioambientales fueron tenidos en cuenta como fuerzas motivadoras para impulsar el desarrollo de una industria de la energía renovable (19). Sin embargo, esta última se ha revelado recientemente como una preocupación importante. La energía renovable desempeña un papel imperativo como medio para reducir el carbón en la mezcla de la energía global y como estrategia fundamental para la atenuación del cambio climático. Los estudios muestran que doblar la proporción actual de recursos renovables contribuiría a la reducción de por lo menos la mitad de las emisiones de carbono en el mundo (20). En reconocimiento de este considerable beneficio, la inversión en energías renovables se ha incrementado aproximadamente un 5%, hasta los 285.900 millones de dólares en 2015, registrando un nuevo récord en el suministro de energía renovable (21). En varios países se está poniendo de manifiesto una tendencia cada vez mayor a invertir en energía limpia. Para producir energía solar asequible, India y Francia han establecido una alianza solar. Una iniciativa conjunta chino-norteamericana se ha comprometido a invertir 3.100 millones de dólares en un fondo chino para la cooperación climática Sur-Sur(22). Suecia, Costa Rica, Escocia y Alemania son algunos de los países que están desarrollando programas para un cambio global hacia las energías renovables(23).

Sin embargo, un análisis reciente ha puesto de manifiesto que los compromisos nacionales no están en consonancia con los ambiciosos objetivos del Acuerdo de París. Las inversiones tendrán que llegar a los 500.000 millones de dólares para superar el nivel existente de energía renovable24. Además, sería necesario desarrollar un objetivo político formal (por ejemplo, una INDC o Contribución Prevista Determinada a Nivel Nacional). Esto indicaría un fuerte compromiso político para la consecución de los objetivos establecidos. Para impulsar el objetivo y crear sinergias entre las partes, es vital que todos los interesados de los diferentes sectores y niveles se impliquen y coordinen a la hora de planificar una estrategia de actuación.

Intervenciones políticas nacionales

Todos los países han desarrollado y presentado sus respectivas INDC, su compromiso de reducir la emisión de gases de efecto invernadero a nivel nacional. En el caso de muchos países en vías de desarrollo, las INDC dibujan un escenario de reducción de emisiones guiada exclusivamente por la acción doméstica, y otro con apoyos internacionales tecnológicos o financieros. Por ejemplo, en las INDC de Bangladesh, el país se comprometió a reducir las emisiones en un 5% antes de 2030 respecto a la situación normal, pero ofreció reducirlas un 15% si la comunidad internacional le proporcionaba tecnología y financiación.

Después de la COP21, estas INDC se están convirtiendo en Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) a medida que van pasando de compromisos a planes a implementar. Muchos países en vías de desarrollo están desarrollando sus NDC con un apoyo internacional adicional que debería permitirles mejorar sus compromisos sobre reducción de emisiones en las INDC y plantearse unos objetivos de reducción más elevados en las NDC.Todas las NDC se revisarán de nuevo en la COP(24) en 2018, y la UNFCCC, la Convención-Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, adoptará nuevas decisiones sobre la base de dicha revisión para determinar si las acciones nacionales se consideran adecuadas para alcanzar el objetivo de 1,5 o 2oC, o para intensificar los esfuerzos y “corregir al alza” las estrategias de reducción de emisiones de cada nación.

Hasta la fecha, unos 116 países han ratificado o se han adherido al Acuerdo de París(25), que ahora inicia el proceso de estos países para incorporar sus NDC en su propio paisaje regulador y de política nacional.

Notas:  

1. EPA, 2016
2. IPCC, 2007.
3. World Energy Issues Monitor, 2016
4. Newell, 2000
5. Jaffe & Stavins, 1994
6. DFID, 2002.
7. IIED, 2012.
8. Bergasse, 2013.
9. Biswas, Bryce & Diesendorf, 2001; Ahmed, Islam, Karim & Karim, 2004.
10. UNHCR, 2016. 11. UN, 2016a.
11. UN, 2016a.
12. Figueres, 2015.
13. UN, 2016b.
14. Harvey, 2015; Embassy of France in USA, 2016: Doyle & Rampton, 2016.
15. Harvey, 2015.
16. Kraft, 2016.
17. Climate Analytics, 2016.
18. IPCC, 2009
19. IRENA, 2015.
20. Frankfurt School – UNEP Collaborating Centre, 2016.
21. Schulze & Lea, 2016.
22. Clean Technica, 2016.
23. IRENA, 2016.
24. UNFCCC, 2016
25. Fossil Free UK, 2016. 27. IEA, 2016

 

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Palabras clave: cambio climático; Desarrollo Sostenible; Energía; ODS