El mundo en 2016: diez temas que marcarán la agenda internacional
* Texto cerrado el 24 de enero de 2016. Esta Nota Internacional es fruto de la reflexión colectiva del equipo de investigadores de CIDOB. Coordinado y redactado por Eduard Soler i Lecha, ha contado con las aportaciones de Anna Ayuso, Jordi Bacaria, Anna Bardolet, Moussa Bourekba, Luigi Carafa, Carmen Claudín, Josep Maria Coll, Paula de Castro, Nicolás de Pedro, Anna Estrada, Francesc Fàbregues, Oriol Farrès, Blanca Garcés, Francis Ghilès, Óscar Mateos, Pol Morillas, Elena Sánchez, Héctor Sánchez, Santiago Villar y Eckart Woertz.
Vulnerabilidad, o lo que es lo mismo, una capacidad mermada para afrontar el riesgo, puede ser la palabra de moda en 2016. Vulnerable será la recuperación económica global. Vulnerables serán quienes dependan en mayor grado de los altos precios del petróleo o de la inversión y demanda chinas. Vulnerables serán derechos y libertades que creíamos adquiridos y que pueden verse sacrificados en aras de la seguridad. Vulnerables serán también los liderazgos, las alianzas y los procesos de integración regional.
Todo ello sucederá en un contexto de aceleración de procesos de cambio y contradicciones entre fuerzas que empujan en direcciones opuestas. En la agenda internacional, se materializarán con especial intensidad macro-tendencias como las revoluciones tecnológicas, los procesos de urbanización o los cambios en la redistribución del poder global y regional. Un año que registrará la incapacidad de resolver múltiples crisis (refugiados, integración europea, emergentes, entre otras muchas) hasta el punto de ir desvirtuando el propio concepto de crisis ya que se convertirán o bien en fenómenos crónicos o en manifestaciones de procesos de cambio de largo recorrido.
Sin olvidar las inevitables sorpresas que todo año por venir depara… ¿Quién podía prever en 2015 que estallaría el escándalo de las emisiones de los motores diesel de Volkswagen o que Turquía derribaría un cazabombardero ruso? Pero, intuyendo en qué circunstancias y en qué áreas geográficas van a adquirir mayor transcendencia, podemos apostar por diez temas que darán mucho de qué hablar. Y, al final de este documento, apuntamos algunos acontecimientos que conviene tener marcados en la agenda y otros que todavía están a la espera de fecha.
1. Riesgo en los mercados emergentes
El epicentro de la gran crisis económica global ha ido desplazándose. Empezó en el corazón del sistema, Estados Unidos, pero fue en Europa y concretamente en los países de su periferia sur, donde se hizo más persistente. En 2016 puede que algunas economías emergentes tomen el relevo. Empezando por la mayor de ellas, China. Se dice que cuando los elefantes corren, el resto de animales tiemblan. Si lo que presenciamos es algo más que un resfriado, las consecuencias trascenderán las fronteras del gigante asiático.
Por un lado, esta eventualidad puede suponer un duro golpe para aquellas economías (muchas de ellas en países en desarrollo y productoras de materias primas) crecientemente dependientes del mercado chino y de sus inversiones en grandes infraestructuras. Por otro, ello puede frenar los planes de la reserva federal norteamericana de ir poniendo fin a su política de expansión monetaria ya que, de no hacerlo, estaría empujando todavía más la economía China y la de otros países emergentes hacia una zona de turbulencias. Y, por último, esta posibilidad pondrá en entredicho el “modelo chino” que hasta ahora ha inspirado a otras economías en vías de desarrollo.
Otro mercado emergente sobre el que se mantendrán las especulaciones es Brasil. En 2016 el país continuará en recesión, persistirá el acoso político contra la presidencia de Dilma Rousseff y probablemente proseguirán las manifestaciones de descontento ciudadano, tanto por los escándalos de corrupción como por los crecientes niveles de desempleo. Lo que hará de 2016 un año especial para Brasil es la celebración de los Juegos Olímpicos de verano en Rio de Janeiro que pondrá al país en el escaparate mundial.
2. Vulnerabilidad por los bajos precios del petróleo y de otras materias primas
La tensión bajista sobre los precios del petróleo se mantendrá salvo que, en la cumbre ordinaria de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) del 2 de junio, los países productores actúen al unísono y decidan reducir la producción. El escenario resulta poco probable puesto que Arabia Saudí está dispuesta a perder siempre que sus rivales cosechen pérdidas mayores. Uno de estos es Irán, que va a poner en el mercado su producción de crudo aprovechando el fin de las sanciones internacionales. Además, no se trata sólo de una cuestión de oferta, sino también de demanda. Especialmente, si se confirma la desaceleración (y, en ciertos casos, la recesión) en algunas economías emergentes y si Europa, Japón y Estados Unidos se muestran incapaces de tomar el relevo del crecimiento.
Entre los países que pueden verse más afectados se encuentran Rusia, Venezuela y Nigeria. Para los tres, las dificultades presupuestarias pueden multiplicar otro tipo de desafíos como las sanciones occidentales en el caso de Moscú, la inestabilidad política y el enfrentamiento institucional en Caracas y la lucha contra Boko Haram para Abuja. Y los tres merecen una especial atención por el impacto que su desestabilización podría provocar entre sus vecinos. Aunque su repercusión sistémica sea menor, conviene no pasar por alto otros petro-estados como Kazajstán, Azerbaidzhán o Guinea Ecuatorial, unos países que se han caracterizado por un férreo control político construido sobre las rentas del petróleo y que no se han preocupado por corregir las desigualdades en sus respectivos países. Por último, estos precios bajos pueden aumentar las tensiones entre el Gobierno del Kurdistán iraquí y Bagdad, complicando un poco más la situación en Oriente Medio.
Sería un error fijar la atención sólo en las vulnerabilidades que causa el descenso de los precios del petróleo. Aunque se dilate más en el tiempo, la tendencia bajista también afecta a los precios del gas natural. Un país especialmente perjudicado es Argelia: no ha hecho los deberes en las últimas décadas ni para aumentar su producción ni para diversificar la economía y, además, su presidente, gravemente enfermo, no ha nombrado todavía un sucesor.
En el ámbito del gas natural, veremos cómo a través del aumento de producción de gas de esquisto (shale gas) y del aumento de instalaciones de licuefacción y re-gasificación, resultará más sencillo diversificar los proveedores. El impacto geopolítico en Europa es notable en la medida que irá incorporando dos proveedores: Irán y Estados Unidos, disminuyendo progresivamente la dependencia respecto a Rusia.
Y la presión bajista puede extenderse a otras materias primas. Las dudas sobre los países emergentes, y en concreto sobre China, pueden tener efectos negativos para los precios de otras materias primas. Ya se está notando, por ejemplo, en el cobre (un golpe duro pero no letal para Chile, primer productor de este metal). En cuanto a los productos agrícolas, la situación es algo más compleja. 2015 ya presenció una bajada de precios, la cual, de prolongarse, representará para un país como Brasil un problema añadido a su maltrecha economía. Con todo, convendrá estar atentos a las condiciones climáticas: los precios bajos de 2015 también se han debido a cosechas abundantes pero algunos climatólogos predicen que el fenómeno meteorológico conocido como “el Niño” podría ser especialmente virulento en 2016 y dañar la producción agrícola, sobre todo en el Sureste asiático.
3. Revoluciones tecnológicas
2016 no se caracterizará tanto por la aparición de nuevas tecnologías como por la constatación de la irreversibilidad de su impacto en la distribución del poder, en el modelo económico e incluso en cuestiones éticas y legales. Cuatro ámbitos merecen una atención especial.
Las energías renovables continuarán expandiéndose. Los costes de producción han disminuido tan notablemente que las renovables siguen siendo competitivas en un contexto de precios de hidrocarburos bajos. El reto más importante será el almacenaje y su integración en las redes eléctricas. La irrupción en los mercados de las baterías Tesla para uso doméstico o los avances en la autonomía de los coches eléctricos auguran cambios de largo recorrido y con una fuerte dimensión geopolítica. Los exportadores de hidrocarburos perderán influencia global por la descartelización del mercado de la energía y, a nivel doméstico, aumentará la presión para diversificar sus economías. Por otro lado, aumentará la relevancia de los productores de materiales escasos y, de avanzar la investigación en el campo de las baterías, uno de los principales beneficiados sería Chile, el principal productor mundial de litio.
Se acelerarán la digitalización y la robotización de la economía en 2016 y se traducirán en un debate más intenso sobre el futuro del trabajo y la educación. ¿Continuarán existiendo empleos que hoy dan trabajo a centenares de millones de personas? ¿Qué nuevas ocupaciones aparecerán? ¿Será posible el reciclaje profesional y, de no serlo, cómo se afrontará el riesgo de exclusión social? ¿Vamos hacia una economía más terciarizada y precarizada, con un mayor peso en el mercado de trabajo de los servicios personales? ¿Cómo adaptar el sistema educativo, incluida la formación profesional, a estas transformaciones? Mientras prosiguen estos debates entre expertos y actores económicos y sociales, miles de emprendedores continuarán abriendo nuevas vías de negocio, especialmente en el ámbito de la economía colaborativa. Estos avances también abrirán nuevos desafíos en términos de seguridad en la medida que grupos terroristas y redes criminales aprovechan los ángulos muertos de la economía digital.
En 2016, se cumplen quince años de la creación de Wikipedia y diez del primer tweet: será inevitable reflexionar sobre cómo está cambiando la forma de informarnos y de comunicarnos. Y también sobre los intentos para controlar y censurar los flujos de información, sobre los límites a la libertad de expresión y sobre la recuperación de formas vintage de información, comunicación y activismo.
Por último, los avances en materia de inteligencia artificial y robotización generarán problemas de naturaleza ética y legal, parecidos a los que se han producido sobre los drones. La movilización de la comunidad científica, el liderazgo de activistas como Jody Williams -Premio Nobel de la Paz 1997 que lanzó la campaña internacional para la prohibición de las minas antipersonas- y la creciente cobertura del fenómeno en la prensa, aumentarán la conciencia social sobre los riesgos que acarrea la investigación en sistemas armamentísticos autónomos, denominados popularmente como “killer robots”.
4. Bloques desgastados y alianzas volátiles
Una UE absorbida por problemas internos tendrá más dificultades para proyectarse globalmente. Y es que 2016 será un año marcado por cuatro grandes desafíos: la recuperación económica, la llegada e integración de refugiados, el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE (sin fecha acordada pero podría celebrarse a mediados del año) y el giro hacia políticas populistas y de derecha extrema en gobiernos de Europa Central. En este sentido habrá que seguir atentamente las decisiones del Gobierno polaco ya que, como en el caso de Hungría, podrían suponer un torpedo en la línea de flotación de los valores y principios europeos.
En 2016 también será evidente que los BRICS no son (si es que alguna vez lo fueron) ni un bloque compacto ni una alternativa a la gobernanza financiera global. Entre estos, India será un país cortejado por todos. Por dos motivos: a diferencia de otras potencias emergentes, cuenta con perspectivas de crecimiento favorables y tanto puede inclinarse hacia Estados Unidos como hacia sus poderosos vecinos del Norte.
En este contexto de bloques desgastados, las alianzas serán cada vez más unidimensionales (articuladas en torno a un tema concreto) y, por lo tanto, se antojarán volátiles e incluso contradictorias. Oriente Medio ofrecerá el ejemplo más claro. Aunque resultará tentador intentar simplificar este rompecabezas aludiendo a un bloque suní liderado por Arabia Saudí enfrentado a un bloque chií liderado por Irán, en sobradas ocasiones se podrá comprobar que ni son bloques homogéneos ni se articulan solamente en clave sectaria. Como viene sucediendo desde hace años, puede que supuestos aliados en un tema (por ejemplo, el conflicto en Siria) se hallen en campos opuestos en otros aspectos (en relación con los Hermanos Musulmanes o sobre el conflicto árabe-israelí). Otra de las tendencias que se acentuará este año es que la UE y Estados Unidos verán mermada su confianza en sus aliados tradicionales (Israel, Arabia Saudí, Egipto y Turquía) y mirarán con creciente interés el papel que puede desempeñar Irán.
En América Latina seguirá debilitándose el bloque bolivariano. La tensión en las instituciones y en las calles en Venezuela será recurrente y habrá que estar atentos al desarrollo de las elecciones en Nicaragua, el 6 de noviembre. Ecuador mantendrá una política pragmática y la normalización de relaciones entre Cuba y Washington proseguirá. Esto se producirá en el marco de procesos más amplios de viraje del continente hacia la derecha (el elemento clave en 2016 podrían ser las elecciones en Perú) y de dificultades internas de aquellos países con medios o voluntad para ejercer liderazgo, especialmente Brasil.
En contraste con la tendencia de los bloques en descomposición y alianzas volátiles, veremos cómo las relaciones transatlánticas y transpacíficas heredadas del contexto de Guerra Fría gozarán de relativa buena salud. Con una agenda que combinará cuestiones de seguridad (Corea del Norte, Ucrania) y de liberalización comercial. En la fase final del mandato de Obama se acelerarán los tempos para cerrar las negociaciones del TTIP (Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión). Su entrada en vigor dependerá de la ambición del nuevo tratado y también del grado y dirección que tomen las movilizaciones sociales a ambos lados del Atlántico.
5. Geopolítica marítima
El control de las rutas marítimas y de puntos estratégicos para el comercio mundial va a adquirir especial protagonismo en 2016 y lo hará en cinco espacios concretos. El primero es América Central donde se inaugurará la ampliación del canal de Panamá para permitir el tránsito de buques de mayor capacidad de carga. Pero también será un año de especulaciones sobre la viabilidad de la ruta alternativa que China ha estado impulsando en Nicaragua.
El segundo es Oriente Medio. Grupos terroristas y redes de criminalidad organizada continuarán operando en el Sinaí, proyectándose no sólo como una amenaza para la seguridad de Egipto sino también a escala global por la proximidad con el canal de Suez. El estrecho de Bab el-Mendeb también despertará interés, por la proximidad del conflicto en Yemen pero, sobre todo, por los planes de China de afianzar su presencia en esta zona con una base militar en Yibuti. Y, por último, el estrecho de Ormuz, punto clave en el comercio de petróleo y de gas natural licuado, aparece como uno de los riesgos globales que comportaría una escalada de tensión entre saudíes e iraníes.
El tercero es el Mediterráneo Oriental. Sobre todo si se alcanzara un acuerdo para la resolución del conflicto en Chipre, abriendo así nuevas oportunidades para explotar los yacimientos de gas natural. Las esperanzas son más altas que nunca por dos motivos: por un lado, el perfil dialogante y la voluntad genuina de llegar a un acuerdo de los presidentes Nicos Anastasiades y Mustafa Akinci y, por otro, el mayor interés que podría mostrar Turquía en llegar a un acuerdo. Ésta, en efecto, ha ido acumulando demasiados fracasos en política exterior y además este acuerdo le permitiría dar un impulso a las negociaciones de adhesión a la UE.
El cuarto es el Ártico. Una Rusia asertiva y la evidencia del cambio climático (2016 puede ser un año récord en cuanto al retroceso de la extensión de la superficie helada en el Ártico) contribuirán a aumentar el interés por el control de este espacio, tanto en términos de rutas comerciales, de explotación de los recursos del fondo marino y de seguridad convencional.
Y, por último y no menos importante, en Asia Oriental convendrá estar atentos a las consecuencias del desafío norcoreano y a las reacciones defensivas que ello pueda provocar en los vecinos surcoreanos y en Japón. En cuanto a las disputas marítimas de Asia Oriental, las pretensiones de Beijing en el mar de China meridional seguirá siendo un factor de alto riesgo. En el sudeste asiático, Filipinas cobrará una relevancia especial, porque celebrará elecciones cruciales en mayo y es uno de los países que contemplan las maniobras chinas con mayor preocupación. La tensión entre Beijing y Taipei también podría subir de intensidad tras las elecciones taiwanesas de enero.
En un mundo en que la geopolítica marítima adquiere mayor relevancia, también lo hará el atractivo de las grandes ciudades portuarias, especialmente en la medida que sepan conectarse a grandes redes globales y lo utilicen para atraer inversión en campos que vayan más allá del sector logístico.
6. Ciudades sostenibles y resilientes
Vivimos en un mundo cada vez más poblado (7.400 millones) y más urbano (54%) y la tendencia, según Naciones Unidos, no tiene visos de revertirse. Para 2030 se prevé una población global de 8.500 millones de los cuales el 60% vivirá en ciudades. El éxodo rural se acelerará, especialmente en las economías emergentes y en los países donde ya se hace evidente el calentamiento global. Además, la comprensión de qué es y qué no es un ámbito urbano irá modificándose con la consolidación y universalización del fenómeno metropolitano. Buena parte de los problemas y desafíos de las ciudades trascienden las políticas de los municipios y ello obliga a nuevas formas de gobernanza metropolitana.
Una de las principales citas del año 2016 es la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible (Habitat III). Este foro se reunirá en la capital de Ecuador, Quito, y tendrá por delante el reto de traducir en términos de políticas urbanas los Objetivos de Desarrollo Sostenible y las conclusiones del acuerdo climático de París. Las ciudades lucharán para que se las reconozca no sólo como un tema sino también como un actor y un socio imprescindible para asegurar un desarrollo sostenible. Lo harán por voluntad propia pero también por presión ciudadana ya que los efectos del calentamiento global y la contaminación van a movilizar a los residentes en núcleos urbanos, exigiendo soluciones que a menudo no residen sólo en las manos de los gobiernos locales.
El crecimiento rápido y a menudo desordenado de las zonas urbanas está aumentando su vulnerabilidad a grandes desastres naturales. Desgraciadamente, es fácil que en 2016 tengamos la ocasión de constatarlo en forma de terremotos e inundaciones, poniendo sobre la mesa la necesidad de aumentar la resiliencia de las ciudades. Con todo, esta agenda tenderá a ampliarse para abordar cómo las ciudades han de hacer frente a otro tipo de emergencias y crisis. Por ejemplo, cómo acomodar una llegada masiva de refugiados, cómo reducir los niveles crecientes de desigualdad, cómo sobreponerse a la amenaza terrorista, cómo afrontar una pandemia o cómo luchar contra el crimen organizado.
En un contexto en que se produce una concentración de población, riqueza y poder en las ciudades, sus representantes políticos tendrán cada vez más proyección. La capacidad de actuar coordinadamente será esencial para incidir en las políticas de los estados e incluso en la conformación de la agenda internacional.
7. El legado de Obama y la nueva Administración estadounidense
Los estadounidenses están llamados a las urnas el 8 de noviembre de 2016 y el resto del mundo continuará teniendo la sensación de que el impacto de ese resultado les afecta enormemente. Va a ser un año en que se hará balance del legado de Obama en temas como la política migratoria, el deshielo de relaciones con Cuba, el compromiso con la lucha contra el cambio climático o la apuesta diplomática en relación al programa nuclear iraní. En la recta final de su presidencia es probable que redoble esfuerzos para endurecer los requisitos para la posesión de armas. Con todo, el suyo será un legado incompleto si no cumple una de las promesas hechas al acceder a la presidencia: el cierre del penal de Guantánamo.
Aunque Bernie Sanders ha ido escalando posiciones, a principios de año todas las apuestas sitúan a Hillary Clinton como la persona mejor posicionada, tanto para ser nominada candidata en las primarias demócratas como para hacerse con la presidencia. Igual que la elección de Obama intensificó el debate sobre el papel de la población afroamericana, la de Clinton abrirá el debate sobre el impacto que puede tener el hecho que una mujer lidere la primera potencia mundial. También se hablará del papel de las dinastías en la política estadounidense y del grado de continuidad o cambio respecto a la Administración Obama.
La elección del candidato republicano estará marcada por el perfil controvertido del favorito en las encuestas, Donald Trump. Un magnate inmobiliario que se ha hecho mundialmente famoso por su discurso islamófobo, su rechazo a acoger refugiados y la promesa de mano dura en materia de inmigración. Gane o no, su ascenso es un indicador de un proceso de frustración y radicalización de parte de la sociedad norteamericana y obliga a plantearse cómo podría alterar los equilibrios internacionales si alguien con este perfil se sentara en el despacho oval. Un efecto colateral del ascenso de Trump es que hace aparecer a sus principales rivales, Ted Cruz y Marco Rubio, como moderados a pesar de mantener posturas duras en temas como la negación del cambio climático, la libertad para poseer armas o la política exterior.
Sectores demócratas en Washington acarician la idea que Trump sea su rival, arguyendo que eso movilizaría a sus bases. Como precaución, cabe recordar que, guardadas las distancias, la nominación de Reagan en 1980 generó sentimientos parecidos y al final fue él quien ganó las elecciones. La nominación de Cruz y Rubio nos situarían en una elección más ajustada y en la necesidad de prestar mayor atención al papel del voto latino en un Estados Unidos que vive profundas transformaciones demográficas.
8. Estados fallidos, espacios desgobernados y terrorismo global
No son fenómenos nuevos pero 2016 mostrará probablemente nuevas ediciones de esta amenaza a la seguridad global. La fragilidad, colapso o inoperancia de las estructuras estatales así como el fortalecimiento de grupos armados (milicias, grupos insurgentes, redes de crimen organizado) generan en ocasiones vacíos de seguridad y, en otras, un desafío a las instituciones del orden de seguridad regional y global. En este momento existen en amplias zonas del Sahel y el cuerno de África, en el Sinaí, en Libia, Siria, Irak, Yemen, Afganistán y Pakistán.
En 2016 estos espacios serán un foco de inestabilidad global en tanto que base operativa de grupos terroristas crecientemente conectados entre sí y como pulmón para todo tipo de redes criminales. Los tres grupos con mayor capacidad destructiva serán los talibanes, Boko Haram Estado Islámico (EI), también conocido por el acrónimo árabe Daesh. Las distintas coaliciones internacionales contra este último grupo sólo conseguirán su objetivo si actúan coordinadamente, si utilizan otros instrumentos además del militar y, más importante todavía, si cuentan con un apoyo terrestre local. Creemos que estas condiciones sólo se cumplirán parcialmente y, por lo tanto, intuimos pérdidas de territorio y de popularidad de este grupo pero no su plena desaparición del escenario de conflicto.
Evidentemente, lo que suceda con EI está íntimamente vinculado con los intentos de encontrar una solución negociada al conflicto en Siria. Apostamos por una intensificación de esfuerzos diplomáticos en un contexto caracterizado por la fatiga del conflicto: diversos actores regionales y globales pueden empezar a abandonar posiciones maximalistas en búsqueda de acuerdos que permitan salvar la cara y, eventualmente, obtener contraprestaciones en otros espacios de negociación. Las señales de que un acuerdo podría estar más cerca llegarían en caso de que Moscú y Teherán dejasen intuir que al-Assad no puede o no debe pilotar el futuro del país. No obstante, dos elementos pueden acabar cerrando esta ventana de oportunidad: que, al final, acaben pesando más la rivalidad entre potencias regionales (especialmente entre Irán y Arabia Saudí) o que los actores locales demuestren mayor autonomía y se rijan por cálculos de intereses que puedan diferir de sus patrocinadores extranjeros.
Relativamente desconectados de lo que suceda en Siria e Iraq, terroristas vinculados de forma más o menos explícita con EI proseguirán su campaña de proyección del terror a escala global. Y en el Sahel y el Magreb veremos cómo compiten estas “nuevas expresiones del terrorismo” con otros grupos que todavía actúan bajo el paraguas y con la metodología de Al Qaeda.
9. Refugiados en un mundo fortificado
En 2016 el número de refugiados y desplazados internos continuará batiendo récords. No desaparecerán los motivos por los que huyen ni se generarán condiciones propicias para el retorno. De igual forma no habrá grandes cambios ni en el origen ni en el destino. Oriente Medio, la zona del lago Chad, el Cuerno de África, Afganistán y Birmania serán los lugares de dónde huyan millones de personas. Encontrarán acogida fundamentalmente en una primera corona de países vecinos pero un mayor número de ellos emprenderán rutas más largas y peligrosas. Por lo tanto, habrá mayor presión hacia el continente europeo y también hacia Australia.
Será precisamente la imposibilidad del retorno pero también la escasez de recursos de agencias especializadas de las Naciones Unidas lo que aumentará la presión a nivel local sobre cómo integrar a esta población en el mercado de trabajo, en el sistema educativo y en la sociedad en su conjunto. Líbano es uno de los países más vulnerables a esta presión por la altísima proporción de refugiados que acoge, por la reducida extensión de su territorio y por la complejidad de los equilibrios entre comunidades.
Los refugiados seguirán siendo uno de los principales temas de la agenda europea y seguirá constatándose el fracaso colectivo en la gestión de esta crisis. Si en 2015, el debate se centraba en cómo hacer frente a una emergencia humanitaria, en 2016 ganará peso la cuestión de la integración de los refugiados en las sociedades de acogida. Y los movimientos xenófobos adaptarán su discurso del miedo a esta nueva realidad: no hablarán sólo de invasión sino que presentarán a los refugiados como un enemigo interior, una especie de caballo de Troya. La canciller Merkel, que al principio de esta crisis se posicionó a favor de una política de brazos abiertos, se verá cada vez más cuestionada por miembros de su propio partido. Un mal resultado en las elecciones regionales de este año destaparía tensiones sucesorias y podría endurecer las políticas de acogida.
Los estados miembros y las instituciones europeas no tendrán más remedio que reconocer que el actual sistema de distribución de refugiados así como la política de asilo (sistema de Dublín) ni funcionan ni van a funcionar. Pero esta constatación y las modificaciones que se deriven no se traducirán en mecanismos más justos y eficientes. En paralelo, se multiplicarán los esfuerzos para reforzar las fronteras exteriores de la UE y para arrancar más colaboración de Turquía y de los países de origen y tránsito.
10. Securocracias
El concepto de “securocracia” es utilizado aquí con dos significados. El primero indica que son elementos vinculados a los cuerpos de seguridad (Ejército, policía, servicios de inteligencia) que detentan en poder, a veces a través de cauces informales. El segundo se refiere a la invocación de la seguridad como mecanismo de legitimación del poder y como prioridad absoluta de la acción de Gobierno. Es esta segunda acepción la que tomará cuerpo en 2016, traduciéndose en la perpetuación de medidas excepcionales (despliegue del Ejército en las calles, restablecimiento de controles fronterizos dónde ya no los había, toques de queda, entre otras).
En consecuencia, se cuestionarán derechos que se creían adquiridos. Por ejemplo, en Francia se intensificará el debate sobre el derecho a la propia nacionalidad. En Turquía se impondrán más límites a la libertad de expresión y manifestación en un clima de violencia por el repunte del terrorismo y el enfrentamiento en zonas urbanas entre las fuerzas de seguridad y el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). En la UE, aparecerán más restricciones a la libre circulación de personas. Globalmente, la amenaza terrorista será la mejor excusa para introducir nuevos mecanismos de control sobre la población, aunque éstos puedan tener otras motivaciones. China ofrece un ejemplo claro con la implementación de la recién adoptada ley anti-terrorista.
Con una población que reclama seguridad y unos estados dispuestos a proporcionarla, la política del miedo dominará tanto en sistemas democráticos como en regímenes autoritarios. Serán muchos los líderes que invocarán la célebre frase de de Gaulle “o yo o el caos”. Este año conviene prestar especial atención al continente africano. Son varios los presidentes africanos que mostrarán en 2016 su voluntad de perpetuarse en el poder. El primero en hacerlo será el de Uganda, Yoweri Museveni, en el poder desde 1986 y que buscará un nuevo mandato en las elecciones de febrero.
El debate sobre la seguridad en América Latina será distinto. En todo el continente pero especialmente en México, América Central y Venezuela, la sociedad reclamará que se reduzcan los altísimos niveles de inseguridad ciudadana, la impunidad del crimen organizado y la ineficiencia o parcialidad de la Justicia. Y, para terminar con una nota optimista, 2016 debería ser el año en que se ponga fin a décadas de conflicto en Colombia. El proceso de paz ha llegado a un punto de no retorno y esto abrirá para el Gobierno y la sociedad colombiana nuevos retos en materia de seguridad, como el de la desmovilización, desarme y reintegración de combatientes.
25 citas que ya se pueden marcar en la agenda…
16 de enero: Elecciones generales en Taiwán. Podría poner fin a un período de distensión entre Taipei y Beijing. Será el preámbulo a otras elecciones en el continente asiático como las de Filipinas (mayo) y Hong-Kong (septiembre).
20-23 de enero: Foro Económico Mundial. Como cada año, la localidad suiza de Davos se convierte en punto de encuentro entre líderes políticos y económicos para hablar de riesgos y retos globales pero también para ver y dejarse ver.
24-31 de enero: Cumbre de la Unión Africana en Addis Abeba. Alrededor de la cumbre, organizaciones de la sociedad civil africana harán oír su voz ya que esta organización ha declarado 2016 como el año de los derechos humanos.
12-14 febrero: Conferencia de Seguridad de Múnich. Una cita ineludible que llega a su 52 edición. Tan importante como la agenda pública serán los encuentros que los participantes mantengan en los márgenes de la conferencia.
26 de febrero: Elecciones legislativas en Irán. A pesar de las trabas de los sectores más duros del régimen, pueden confirmar el apoyo popular a la línea de moderación, Condicionarán la política iraní a largo plazo ya que la Asamblea de Expertos, cuyo mandato es de 8 años, elige al líder supremo.
13 de marzo: Elecciones regionales en Alemania en tres länder, entre ellos Baden-Württemberg. ¿Le pasará factura a Merkel la política de brazos abiertos con los refugiados? Si es así, se abrirá el debate interno sobre su sucesión.
17 de marzo: Quinto aniversario de la resolución 1973del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que dio cobertura legal a la intervención internacional en Libia. Será una buena ocasión para identificar por qué no consiguió estabilizar el país y reflexionar sobre la vigencia y aplicación del concepto de responsabilidad de proteger.
23 de marzo: Fecha límite para un acuerdo de paz en Colombia. Así lo fijaron el Gobierno colombiano y el jefe del secretariado de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) en las conversaciones de la Habana. Todo indica que el proceso de paz es irreversible.
3 de abril: Elecciones en Irlanda. Es la fecha más probable aunque no están formalmente convocadas. Después de Grecia, Portugal y España, partidarios y contrarios de las políticas de austeridad se medirán en las urnas.
10 de abril: Elecciones en Perú. Keiko Fujimori, la hija del controvertido presidente de origen japonés, encabeza las encuestas. Su victoria confirmaría el giro a la derecha de la política latinoamericana pero probablemente se necesitará una segunda vuelta, el 5 de junio.
22 de abril: Ceremonia de firma del acuerdo contra el cambio climático. En el “Día de la Madre Tierra”, Ban Ki-moon ha convocado a los líderes mundiales a firmar el acuerdo alcanzado para frenar el calentamiento global. El plazo para firmarlo continuará abierto hasta el 17 de abril de 2017 y entrará en vigor cuando lo hayan firmado 55 países que representen el 55% de las emisiones globales.
5 de mayo: Elecciones en Escocia. Un test sobre la fortaleza del movimiento independentista, casi dos años después del referéndum. Los escoceses valorarán si Londres ha cumplido las promesas con las que consiguió, al final, la victoria de la opción de permanecer en el Reino Unido y si el voto por el SNP (Partido Nacional Escocés) sigue siendo la mejor forma de canalizar el descontento con las políticas conservadoras.
2 de junio: Cumbre de la OPEP. Probablemente los exportadores de petróleo continúen divididos entre quienes pueden mantener la producción a pesar de que ello implique continuar con precios bajos y aquéllos para quien esta situación puede suponer una amenaza existencial.
8-10 de junioCumbre de las Américas. La capital de Paraguay,Asunción, acogerá una cumbre dónde se verán los nuevos equilibrios en las relaciones hemisféricas y el impacto de los cambios políticos en diversas capitales americanas.
23-24 de junio: Consejo Europeo. Conoceremos el contenido de la nueva Estrategia Global de la UE y también el grado de apropiación que hagan de ella los líderes europeos.
9-14 de agosto: Foro Social Mundial en Montreal. Hace quince años del primer foro en la ciudad brasileña de Porto Alegre que, a veces, se define como el Davos de los movimientos alternativos. Por primera vez tiene lugar en una ciudad del “Norte”.
5-21 de agosto: Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. Expondrá al mundo las contradicciones del modelo de crecimiento brasileño y las dificultades políticas de la presidenta Dilma Rousseff. Los atletas rusos no podrán participar por motivos de dopaje. Y probablemente las demandas de respetar la inmemorial tregua olímpica sean ignoradas en distintos escenarios de conflicto.
4-5 de septiembre: Cumbre del G-20 en Hangzhou. Por primera vez este grupo que reúne a las principales economías del planeta se congregará en China. La desaceleración en las economías emergentes, los impactos de la caída del precio del petróleo y la política monetaria estarán presentes en las discusiones y la cobertura informativa de la cumbre.
13-26 de septiembre: 71 Sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas. Escaparate para los líderes mundiales. Habrá que estar atento al último discurso de Barack Obama que accedió a la presidencia con un compromiso con el multilateralismo. También será la última sesión con Ban Ki-moon de Secretario General. En 2016 habrá elecciones para escoger a su sucesor.
18 de septiembre: Elecciones legislativas en Rusia. El interés no estriba en el resultado (la victoria de Rusia Unida es segura) sino en cómo se desarrollen las elecciones (cuánta expresión de disconformidad permitirá el Kremlin).
17-20 de octubre: Habitat III. Quito acogerá la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible. Un foro que se reúne cada veinte años y cuya agenda llevará al plano local los Objetivos de Sostenibilidad del Milenio y las conclusiones del acuerdo climático de París.
6 de noviembre: Elecciones en Nicaragua. Unas elecciones marcadas por la polarización si, como todos prevén, Daniel Ortega vuelve a presentarse y la oposición, siguiendo el ejemplo venezolano, comparece unida.
8 de noviembre: Elecciones presidenciales en EEUU ¿Cambiará el rumbo de la política exterior y de la política migratoria? Dos de las cuestiones que centrarán la campaña y dos poderosos motivos por los que todo el mundo mirará hacia Washington.
27 de noviembre: Elecciones presidenciales en la República Democrática del Congo. La búsqueda de un nuevo mandato de Joseph Kabila puede provocar inestabilidad, especialmente en el Este del país.
31 de diciembre: 25 aniversario de la disolución de la Unión Soviética. Una buena ocasión para reflexionar sobre la forma de relacionarse de Rusia con sus vecinos y sobre los conflictos congelados del espacio exsoviético (Transdniéster, Nagorno-Karabaj, Abjasia, Osetia, entre otros)
… y otras 10 que siguen a la espera de fecha
Referéndum británico sobre la pertenencia a la UE. Aunque Cameron se dio de margen hasta finales de 2017, lo más probable es que los británicos estén llamados a pronunciarse sobre un nuevo encaje de su país en la UE a mediados de 2016.
Acuerdo de paz en Chipre: Quizás resulte demasiado optimista incluirlo en la lista. Pero nunca antes se había estado tan cerca de poner fin a un conflicto de más de cuarenta años.
Consejo Europeo extraordinario sobre refugiados o política migratoria. Puede que se convoque tras una gran tragedia, tras un aumento de llegadas a las costas europeas o simplemente al constatar que los planes de redistribución son un clamoroso fracaso y que el sistema de asilo ha quedado superado por las circunstancias.
Cierre de las negociaciones del TTIP: Ése era el margen que se habían dado Estados Unidos y la UE. La movilización social juega en contra pero la voluntad de aprovechar el último año de mandato de Obama empuja a favor.
Conferencia internacional sobre la paz en Siria: las conversaciones de Ginebra siguen centradas en quién debe sentarse en la mesa. ¿Veremos en 2016 un esfuerzo diplomático para hablar del qué y del cómo y no del quién?
Cumbre de la Liga Árabe en Marruecos: Así se decidió en marzo de 2015 pero no se ha comunicado todavía la fecha. Probablemente sea una ocasión en que Arabia Saudí intente proyectar su liderazgo regional. Marruecos es un firme aliado de los saudíes.
Elecciones regionales y locales en Túnez: Cinco años después de la caída de Ben Ali, los tunecinos no han podido elegir aún a sus alcaldes. Hacerlo es esencial para consolidar la frágil transición democrática.
Apertura del canal de Panamá: prevista para el mes de abril, pero todavía sin una fecha oficial. Dará mayor visibilidad a la importancia estratégica de los grandes flujos marítimos y se especulará sobre la viabilidad de rutas alternativas.
Impeachement a Dilma Rousseff: Con tres frentes abiertos en el Congreso, en el Tribunal electoral y en la opinión pública, la presidenta de Brasil ha conseguido preservar las alianzas que le permiten mantenerse al frente del Gobierno pero éstas son volátiles. Los Juegos Olímpicos pueden proporcionarle una tregua pero, después, los cálculos del socio mayor de la coalición gubernamental, el Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), podrían cambiar.
El cierre del penal de de Guantánamo: Obama prometió hacerlo durante su primer año en la Casa Blanca y ha repetido que el penal es caro e ineficiente. ¿Cumplirá su promesa aunque sea siete años más tarde o dejará la patata caliente en manos de su sucesor o sucesora? ¿Se consumará con una visita histórica a la Isla?
E-ISSN: 2013-4428
D.L.: B-8439-2012