Condicionantes de la acción de la OEA y Brasil en la crisis hondureña.

Opinion CIDOB 62
Fecha de publicación: 03/2010
Autor:
Dr. Aquiles Magide
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Dr. Aquiles Magide
Miembro del Grupo de Investigación Opinião Pública, Marketing Político e Comportamento Eleitoral ( UFMG)

Barcelona, 9 de marzo de 2010 / Opinión CIDOB, n.º 62

Sentadas las bases institucionales para la superación de la crisis hondureña con la toma de posesión por el nuevo Presidente Porfirio Lobo, es hora de analizar deficiencias y condicionantes de algunas respuestas políticas y diplomáticas al golpe de Estado de 28 de junio de 2009.

Esas deficiencias fueron patentes en la actuación de la Organización de Estados Americanos (OEA); si bien consiguió aunar posiciones comunes de los países miembros en la condena al golpe de Estado, no fue capaz de evitarlo ni supo incidir en las causas que lo provocaron, incluido el comportamiento y actitudes del Presidente Zelaya. La acción de la OEA posterior al golpe tampoco facilitó una salida a la crisis; su posición cerrada de retorno a la situación previa, ignorando el comportamiento de las instituciones hondureñas –nuevo Presidente, Parlamento y judicatura-, condujeron una situación de bloqueo debida a la intransigencia de las partes. De ahí la preponderancia de la acción desplegada por la diplomacia estadounidense, cuya misión encabezó Thomas Shannon. Por último, la perseverancia de la OEA en no reconocer el proceso electoral y sus resultados ahonda más su papel irrelevante en relación a Honduras.

Algo similar sucedió con la actuación político-diplomática de Brasil. Este país, inicialmente contribuyó a dar una respuesta conjunta de condena al golpe en el marco de la OEA. Sin embargo, el regreso de Zelaya a Honduras y su prolongada estancia en la embajada brasileña en Tegucigalpa supusieron un cambio radical en la posición de Brasil. En primer lugar, permanecen las incógnitas sobre la participación activa del gobierno brasileño y venezolano en el planeamiento del viaje y entrada de Zelaya en Honduras surgidas desde el momento en que Brasil le concede asilo diplomático en su embajada. Es difícil imaginar que el regreso del Presidente depuesto se realizara sin tener previamente negociado su nuevo lugar de residencia física.

Hubiese o no negociación, la aceptación por Brasil de Zelaya en su embajada en Tegucigalpa, así como de la actividad política desplegada por éste en el recinto diplomático, restringió la capacidad de influencia en la resolución del conflicto. Tal vez se calculó que la presión internacional forzaría una pronta renuncia del Presidente provisional Micheletti y el retorno al poder del Presidente depuesto, otorgando a la diplomacia brasileña un lugar prevalente. Pero el conflicto se prolongó y Zelaya permaneció en la embajada hasta su salida del país con destino a República Dominicana, tras la toma de posesión de Porfirio Lobo como Presidente de Honduras. Como la OEA, la diplomacia brasileña quedó bloqueada y espectadora del papel protagonista de Estados Unidos.

Entre la miríada de factores que ayudarían a explicar la posición de la OEA y Brasil, uno trascendente es la incidencia del gobierno venezolano y los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) en las organizaciones y diplomacias nacionales de la región. El alineamiento de la Honduras de Zelaya con la ALBA explica la posición de Chávez y los países afines, a la que fue arrastrada la OEA. Otro hecho de relevancia en la actitud beligerante de la OEA y de su Secretario General, tal vez se encuentre en la posición que puedan adoptar los países de la ALBA en la elección del nuevo mandatario de la organización el próximo 24 de marzo.

En cuanto a Brasil, su deseo de liderazgo regional genera en ocasiones condescendencia, cuando no complicidades, con el gobierno de Chávez y su liderazgo en la ALBA. En el presente caso, el acogimiento de Zelaya y el error notorio en la percepción de la situación política hondureña, le conllevó pérdida de influencia. A la vista de los posteriores acontecimientos: una vez nombrado embajador de Estados Unidos en Brasil justamente a Thomas Shannon, el mismo que encarriló el conflicto hondureño; tras la elección de los nuevos Secretarios General y Adjunto de la OEA en marzo; después que el Banco Mundial haya reanudado la ayuda a Honduras congelada a raíz del golpe de Estado (incrementando los créditos hasta 360 millones US$); tras la visita de Hilary Clinton a Brasil y otros países de la región; y retomadas las negociaciones del acuerdo de asociación de Centroamérica con la Unión Europea; parece que el reconocimiento del nuevo Presidente hondureño y su gobierno por parte de Brasil y de los países no pertenecientes a la ALBA es cuestión de breve tiempo.

Dr. Aquiles Magide
Miembro del Grupo de Investigación Opinião Pública, Marketing Político e Comportamento Eleitoral ( UFMG)