Apuntes | Los estados del Consejo de Cooperación del Golfo y el Sur Global

Anuario Internacional CIDOB 2025 (edición 2024)
Fecha de publicación: 10/2024
Autor:
Luciano Zaccara, profesor investigador del Gulf Studies Center, Qatar University
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La Copa Mundial de Fútbol de la FIFA Qatar 2022 generó numerosas declaraciones y controversias por parte de participantes y no participantes del megaevento futbolístico. Una de las más llamativas fue la de Hassan Al Thawadi, secretario general del Supreme Committee for Delivery and Legacy, encargado de la organización del mundial, durante el Foro de Seguridad Global de 2023, al afirmar que el mundial de Qatar había sido «por encima de todo, una celebración del Sur Global». Sus palabras evidenciaban la adscripción de Qatar a ese término y al sentido que este concepto ha tenido para las autoridades qataríes, en función de los objetivos planteados para el mundial. Más allá de un carácter simbólico, que refleja el deseo de las monarquías del Golfo de mostrar su alineación con un grupo de países mayoritario y que aspira a aumentar su influencia en el escenario internacional, lo cierto es que la pertenencia formal o explícita de los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) al Sur Global sigue estando sujeta a debate, como también lo está la propia noción de Sur Global, que es vista por muchos como profundamente ambigua.

Los estados que conforman el CCG ‒Arabia Saudí, Qatar, Omán, Bahréin, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos‒, presentan rasgos comunes, como la abundancia de recursos petroleros y unos sistemas políticos similares ‒monárquicos y con un marcado componente tribal‒, y han emergido principalmente como actores prominentes en la escena regional, y también de la internacional, a partir de las revueltas árabes iniciadas en 2010. Su adscripción declarada al Sur Global ha sido habitual en diversos foros y citas internacionales, si bien la realidad de la situación económica y geopolítica de estas monarquías petroleras difícilmente puede equipararse con las características políticas, sociales y económicas del resto de países que conforman el grupo, ni con sus posicionamientos políticos, que distan mucho de ser comunes o coherentes. En el contexto de las crisis internacionales actuales, como las guerras en Ucrania y Gaza, la postura de los países del CCG ha sido objeto de un escrutinio especial. Su influencia financiera y diplomática a menudo los coloca en una posición de poder para influir en el curso de estos conflictos, principalmente en Medio Oriente, pero también los ubica en el punto de mira de las críticas de ambos lados de los conflictos.

El CCG, los conflictos internacionales y la presencia militar de EEUU

En el caso de la guerra desatada tras la invasión rusa de Ucrania, los seis países citados se sumaron a la condena a la invasión, aunque posteriormente las posiciones fueron divergiendo. Por un lado, Kuwait, quizá rememorando los tiempos de la invasión por parte de Irak en 1990, fue el único país árabe en apoyar una resolución de condena en Naciones Unidas. Por su parte, Qatar ofreció sus oficios de mediación y colaboración financiera y energética a Europa. En cambio, Arabia Saudí y Emiratos se han mostrado en todo momento más cercanos a Moscú, en concordancia con la creciente aproximación de estos dos países a Rusia, China e India. Los seis estados han mantenido relaciones diplomáticas y económicas con el régimen de Putin, evitando involucrarse en ningún tipo de sanciones impulsadas por Estados Unidos y la Unión Europea, e incluso aumentando el intercambio comercial con Moscú. Esto no ha ido en detrimento de las buenas relaciones que Kiev tiene con todas las capitales del Golfo, y que quedaron de manifiesto con la participación del presidente Zelensky en el Fórum de Doha de 2022. 

De un modo similar a como lo ha hecho el Sur Global, los países del CCG han cultivado la ambigüedad respecto al conflicto, simultaneando las críticas a la OTAN, EEUU y la UE por sus políticas imperialistas, y los reproches a Moscú por invadir un país menor y no respetar la integridad territorial de sus vecinos. No obstante, esto no implica que sean equidistantes, como refleja la relación particular que los seis estados tienen con Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN, y que es una muestra más de los delicados equilibrios que deben realizar los países del Sur Global en función de los conflictos entre grandes potencias y también la falta de coherencia entre sus declaraciones y sus acciones concretas, coartadas por condicionantes internos y externos. Basta recordar que cuatro países del CCG ‒Bahréin, Kuwait, Qatar, EAU‒ forman parte de la Iniciativa de Cooperación de Estambul patrocinada por la OTAN y que los seis estados cuentan o han contado hasta hace poco con presencia militar estadounidense en su suelo. De entre todos los asentamientos, destaca la base militar conjunta de Al Udeid en Qatar, sede del Comando Central de Estados Unidos, y que hospeda a fuerzas estadounidenses, del Reino Unido y de Qatar, que es quién financia íntegramente la instalación. Bahréin alberga el cuartel general de la 5ª. Flota de Estados Unidos, fundamental para ejercer el control marítimo de la región por parte de Washington. Kuwait, Omán y Emiratos Árabes Unidos también cuentan con presencia permanente de tropas estadounidenses y de otros países del entorno de la OTAN, como Francia y Reino Unido. Por último, si bien Arabia Saudí no alberga una fuerza militar operativa de Estados Unidos en la actualidad, las infraestructuras y bases construidas en los años noventa están a su disposición en caso de ser necesario. A pesar de esta imbricación, la ambigüedad mantenida por los seis estados árabes en relación con la guerra de Ucrania no generó grandes críticas por parte de Washington o de las capitales europeas, toda vez que desde el Golfo se ofreció ayuda, principalmente en la forma de suministro alternativo de petróleo y gas, y también, de inversiones. 

Distinto es el caso de la guerra en Gaza, iniciada tras los ataques de Hamás del 7 de octubre, y cuya desproporcionada y funesta represalia israelí parece no tener fin, que ha colocado a los seis miembros del CCG en una situación muy delicada. Los seis estados han contribuido financieramente con la reconstrucción y desarrollo de la Franja de Gaza. Qatar, en particular, ha sido el principal sostén financiero de la estructura administrativa de la Franja, una tarea para la que se ha coordinado con la UNRWA y también con Israel, con quien oficialmente no mantiene relaciones diplomáticas. 

A este respecto, la firma de los Acuerdos de Abraham en 2020, entre Israel y Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, y la perspectiva, anunciada por el mismo Mohammad Bin Salman, príncipe heredero de Arabia Saudí, días antes de iniciarse la guerra, de una posible normalización de las relaciones entre Arabia Saudí e Israel, ha puesto nuevamente en cuestión los posicionamientos de estos países en coherencia con los principios más generales de lo que representa, en principio, el Sur Global, entre los que se incluiría el apoyo a la causa palestina.

Sin entrar en detalle sobre cómo las otras regiones del Sur Global han reaccionado ante la guerra de Gaza, cabe destacar que, a fecha de la redacción de este artículo, ninguno de los estados árabes que reconocen a Israel, incluidos los dos del CCG, han sancionado diplomática o económicamente a Israel, algo que sí han hecho algunos países en África o América Latina. Solo Egipto, el primer país árabe en reconocer a Israel en 1979, y con quien Israel y Estados Unidos tienen una alianza muy estrecha, se sumó en mayo de 2024 a la causa iniciada por Sudáfrica contra Israel por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia. Las posiciones más críticas dentro del CCG con Israel han sido las de Qatar, quien actúa de mediador en el conflicto (alberga la oficina de Hamás a petición de Israel y de Estados Unidos), y Kuwait, cuyo gobierno recordó, en diciembre del 2023, que Kuwait seguía aun técnicamente en guerra con Israel desde 1967. Más adelante, se especuló también con una posible ayuda de Emiratos y Arabia Saudí a Israel en el marco de la operación de represalia iraní al ataque de su embajada en Damasco, y que presumiblemente habría consistido en la provisión de inteligencia para detectar y eliminar los misiles y drones disparados desde suelo iraní contra objetivos israelíes. 

¿Sur global, sí o no? Esa es la cuestión

Los posicionamientos de los estados del CCG ante los recientes conflictos de Ucrania y Gaza denotan las prioridades de las élites árabes del Golfo en función de su objetivo fundamental, la supervivencia de los regímenes políticos y sus propias familias reales. Son evidencia también de los límites que estos países tienen respecto a los conflictos regionales o globales, y de su falta de coherencia con respecto a los posicionamientos compartidos por el Sur Global, que siguen la estela de los que hicieron suyos los organismos que le precedieron ‒como Grupo de los 77, Países No Alineados, Tercer Mundo, entre otros‒ y de los que se nutre: la lucha contra el imperialismo, la descolonización, o la autodeterminación de los pueblos. En este sentido, y si bien existe en la literatura académica un extenso debate, la existencia real de un bloque del Sur Global es muy discutible más allá de declaraciones puntuales que los diferencien con un Norte Global en términos de políticas globales. La participación y coherencia de los países del CCG con estas definiciones es también discutible.