2014 en el Mediterráneo y Oriente Medio: buscando desesperadamente un resquicio de esperanza
Moussa Bourekba, Gestor de proyectos, CIDOB
Francis Ghilès, Investigador Sénior Asociado, CIDOB
Eduard Soler i Lecha, Coordinador de Investigación, CIDOB
Eckart Woertz, Investigador Sénior, CIDOB
3 febrero 2014 / Opinión CIDOB, n.º 220 / E-ISSN 2014-0843
En 2013 los países del norte de África y de Oriente Medio han sido testigo de la frustración y el descontento ante la lentitud de sus transiciones, de la violencia y de la confrontación regional. Ha sido un annus horribilis y muchos analistas, creadores de opinión y políticos han recuperado el viejo paradigma del excepcionalismo árabe, asumiendo que la región está indefectiblemente condenada a ser un escenario de violencia y radicalización. ¿Confirmará 2014 esta asunción o, por el contrario, ofrecerá algún motivo para ser moderadamente optimista sobre el potencial de cambio y paz en la región?
Túnez y Egipto han empezado una nueva etapa política con la aprobación de sus respectivas constituciones. Sin embargo, a estas alturas de 2014, parece que los dos países siguen caminos opuestos. Mientras que la restauración militar en Egipto continúa reprimiendo a miembros de los Hermanos Musulmanes y a activistas revolucionarios, Túnez ha optado por el consenso y el compromiso. La nueva constitución en Egipto amplía derechos individuales pero, al mismo tiempo, refuerza el papel de tutela del Ejército, alienando a amplios segmentos de la población. En Túnez, la nueva constitución también amplía los derechos y libertades de los tunecinos pero de una forma mucho más inclusiva y respetuosa con las distintas sensibilidades. La consolidación de la “vía tunecina” hacia la democracia mandaría un mensaje fuerte a la población y las élites de la región.
En Libia, las autoridades centrales han sido incapaces de desmovilizar a las milicias y han perdido el control de amplias zonas en el sur y el este del país. Desde que en octubre de 2013 una milicia secuestró al Primer Ministro Ali Zeidan la violencia ha ido en aumento. Y, entretanto, crecen las tensiones territoriales y se abren todo tipo de escenarios. Una de las pocas noticias positivas es la valiente movilización de los ciudadanos de a pié contra las milicias, así como la multiplicación de iniciativas de base que tienen como objetivo dibujar un nuevo futuro en un país en que la sociedad civil apenas existía.
Argelia, un país clave en el norte de África, celebrará elecciones presidenciales en abril. Abdelaziz Buteflika, a pesar de sus graves problemas de salud, podría presentar su candidatura para un cuarto mandato. Otros, como el ex Primer Ministro Ali Benflis, ya han hecho pública su candidatura. El principal interrogante es si los argelinos tienen una elección real y, por lo tanto, si el cambio desde dentro puede ocurrir en los próximos años. En una región turbulenta, Argelia tiene capacidad para convertirse en un actor que instituya un cierto orden regional siempre que gestione correctamente la estabilidad dentro de sus fronteras y permita que una nueva generación acceda al poder.
En Marruecos es probable que el Rey siga llevando a cabo reformas sin mayores impedimentos. Las tensiones entre el PJD y otros partidos políticos han bajado de intensidad desde julio de 2013. A pesar de que la economía ha mejorado, el año pasado pudimos ver una sociedad marroquí movilizada alrededor de varios escándalos y cuestiones vinculadas a los derechos y las libertades (corrupción, violencia sexista, DanielGate, etc.). Este tipo de presión social es la única garantía de que desde arriba sigan promoviéndose reformas.
Menos prometedora es la situación en Oriente Medio. En 2013 el conflicto en Siria se ha convertido en uno de los peores desde la Segunda Guerra Mundial. Naciones Unidas ya no cuenta los muertos, casi dos millones y medio de sirios se han registrado como refugiados en otros países y casi seis millones son desplazados internos. Lo que empezó como una protesta pacífica contra un régimen autoritario ha degenerado en una guerra civil y la violencia se transmite a sus vecinos, especialmente en Líbano e Irak. El año 2014 empezó con las conversaciones de Ginebra 2 en las que parte de la oposición y el régimen se sentaron alrededor de la misma mesa. Se obtuvo demasiado poco pero era poco realista esperar más en las actuales circunstancias. Solo habrá una perspectiva de solución si los actores locales están dispuestos a ceder y si las potencias regionales e internacionales que les apoyan les obligan a ello. Y estas condiciones no se reúnen todavía. En el plano interno, es una guerra de supervivencia. En el plano regional, Irán y Arabia Saudí buscan hegemonía. En el plano global, para potencias como los EE.UU., Rusia y otros es un tema de prestigio y de estatus.
Las proyecciones que se puedan hacer para 2014 están marcadas por nuevas tendencias geopolíticas. 2013 fue un año clave en la redefinición de liderazgos regionales, especialmente con la destitución de Mohammed Morsi en Egipto y la elección de Hassan Rohani en Irán, y este año veremos qué efectos han tenido estos cambios. Además, en Turquía, Erdogan se enfrenta a tensiones internas y su política exterior es blanco de críticas fuera y dentro del país. Arabia Saudí está desempeñando un papel más activo mientras que Catar se ha visto obligado a moderar su activismo político. En cuanto a las potencias internacionales, Rusia ha vuelto a Oriente Medio; los EE.UU. dejan claro que no quieren resolver todos los problemas de la región aunque el secretario de Estado, John Kerry, se haya implicado personalmente en conseguir un acuerdo marco entre palestinos e israelíes; la Unión Europea está demasiado ocupada resolviendo sus problemas internos mientras que algunos estados miembros, que antes marcaron la agenda en Libia y Mali, son mucho menos activos en este frente. En estas circunstancias, un acercamiento entre Irán y Occidente podría marcar la diferencia.
Si las potencias regionales y globales llegan a la conclusión que la hegemonía no es una opción viable y entienden que su interés a largo plazo es ir reduciendo los niveles de violencia y de tensión, sólo entonces, 2014 podría albergar un resquicio de esperanza en un región atormentada.