El Sahel: cambio climático, (in)seguridad y migraciones
¿Qué papel juega el cambio climático en la situación de inestabilidad actual en el Sahel? ¿Cuáles son las mejores estrategias de adaptación a promover en la zona para hacer frente a la emergencia climática? ¿Qué papel tiene o puede tener Europa en la resiliencia climática del Sahel central? Estas son algunas de las preguntas a las que da respuesta el estudio «Cambio climático y resiliencia en el Sahel central» liderado por CIDOB, en colaboración con el European Centre for Development Policy Management (ECDPM) y el think tank alemán Adelphi. El estudio, que ha analizado durante un año y medio el impacto del cambio climático en esta región vulnerable, se enmarca en el proyecto CASCADES financiado por el programa de investigación e innovación H2020 de la Unión Europea, que tiene por objetivo el análisis de los efectos en cascada del cambio climático y cómo estos pueden afectar a Europa. La iniciativa cuenta con la participación de doce centros de investigación europeos.
La región del Sahel central –Níger, Mali y Burkina Faso– afrontará importantes variaciones climáticas en las próximas décadas. Aunque las proyecciones difieren según los modelos, el mayor consenso radica en el aumento de las temperaturas 1,5 veces más rápido que la media global de aquí a 2030; una mayor variabilidad de las precipitaciones en el tiempo y espacio y, el incremento de los fenómenos extremos, como las sequías y las lluvias torrenciales, que podrían ser más frecuentes y graves. Esto perturbaría la producción agrícola y pastoral, principales actividades económicas de la zona, y perjudicaría a las comunidades rurales vulnerables, especialmente las mujeres y los grupos históricamente excluidos.
El cambio climático podría afectar igualmente a las tensiones intercomunitarias, cada vez más presentes, por sus efectos en las precipitaciones y los patrones de trashumancia. Los conflictos podrían intensificarse si fallaran los sistemas de prevención, gestión y redistribución de recursos. Las pérdidas económicas inducidas por el clima y la inseguridad alimentaria, las tensiones comunitarias, así como el descrédito de las instituciones podrían beneficiar indirectamente a los grupos armados facilitando el reclutamiento entre las comunidades excluidas. Sin embargo, la investigación indica que el cambio climático no sería una causa directa de la proliferación de grupos armados en la zona. "Otros factores como las intervenciones militares extranjeras, las reivindicaciones religiosas y la marginación de las comunidades de pastores serían más importantes", según afirma Oriol Puig, investigador de CIDOB en el proyecto CASCADES.
La movilidad es una importante estrategia de diversificación económica en el Sahel. El cambio climático podría provocar más desplazamientos forzados, incrementar la migración del campo a la ciudad o incluso intensificar la migración regional. Sin embargo, la migración hacia otros países africanos superaría con creces la que se dirige a Europa. Además, algunas poblaciones quedarían atrapadas por falta de medios para desplazarse.
Cambio climático y resiliencia en el Sahel
La probabilidad y gravedad de los impactos climáticos en la región dependerán de la evolución futura de las condiciones socioeconómicas y políticas, que determinan la vulnerabilidad y resiliencia. La productividad agrícola, la existencia de instituciones eficaces e inclusivas, la mejora de infraestructuras o la promoción de sistemas de gestión de recursos y conflictos eficientes son factores claves a considerar. Asimismo, las oportunidades económicas, las relaciones sociales o las medidas de adaptación en general, afectadas por políticas e intereses geoestratégicos de la UE y de otros actores globales, son imprescindibles para discernir si se impondrá un aumento de la desertificación en la región o se consolidará un reverdecimiento, entre otros efectos, como se evidencia en las últimas décadas.
La adaptación al cambio climático debe aprovechar más y mejor la complementariedad entre la agricultura y el pastoreo y promover más iniciativas a pequeña escala, tal y como apunta el estudio. Con el aumento de la productividad del suelo como prioridad, se debe contribuir a difundir el uso de semillas adaptadas al clima y se debe rentabilizar el conocimiento local en relación con técnicas y conservación de tierras. Se deben definir mejor los corredores de trashumancia y abordar la exclusión histórica de las comunidades móviles. Del mismo modo, es necesario mejorar los sistemas de información y alerta meteorológica y facilitar su difusión. En cuanto a las iniciativas y enfoques existentes, como la Gran Muralla Verde o la Agricultura Climáticamente Inteligente, han de adaptarse mejor a las necesidades locales y promover la apropiación.
Las políticas nacionales de los países sahelianos tienen cada vez más en cuenta los riesgos relacionados con el cambio climático. La cooperación regional en el seno de organizaciones bien establecidas, como la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental), es un factor crucial de la respuesta a los impactos climáticos. No obstante, las acciones para promover la resiliencia y adaptación se ven limitadas por los recursos disponibles, la fragmentación entre iniciativas y la dependencia crónica a nivel internacional.
El papel de Europa en la resiliencia climática del Sahel central
Las políticas de contención migratoria promovidas por la UE deben suavizarse, concluye el estudio, porque agravan las tensiones y conflictos obstaculizando medios de vida como la trashumancia e impidiendo la movilidad que es una estrategia importante para hacer frente a las consecuencias del calentamiento global. Se deberían aplicarán los protocolos de libre circulación de la CEDEAO y no priorizar acuerdos bilaterales para frenar la migración como, por ejemplo, los existentes entre las instituciones comunitarias y Níger.
Las estrategias de seguridad y construcción de paz se deben redefinir, priorizando el enfoque de derechos humanos y no tanto el aspecto militar, como hasta ahora. La existencia de un cierto cansancio de las sociedades europeas, pero sobre todo sahelianas, respecto a las intervenciones militares en la zona, percibidas por los expertos encuestados como contraproducentes, obligan a redimensionar el aspecto militar y enfatizar el desarrollo y las necesidades locales. "Por ello, se deben reconocer, fiscalizar y exigir responsabilidades a los abusos de derechos humanos cometidos hasta ahora" –afirma el investigador de CIDOB Oriol Puig.
El estudio «Cambio climático y resiliencia en el Sahel central» se integra dentro del proyecto CASCADES, y se basa en una combinación de métodos cuantitativos y cualitativos como una encuesta en línea a más 200 expertos de la región, 38 entrevistas semi-estructuradas a expertos y responsables de organizaciones internacionales y locales, un análisis cuantitativo de datos históricos y proyecciones de impacto climático de futuro y un ejercicio participativo de planificación de escenarios realizado conjuntamente con especialistas de la región.
>>Accede al Report: Climate Change, Development and Security in the Central Sahel