Yuliya Tymoshenko

Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 29/12/2007.

El segundo ejercicio de Yuliya Tymoshenko como primera ministra de Ucrania concluyó el 4/3/2010, cuando, de resultas de una moción de censura parlamentaria perdida en la víspera, fue sucedida en funciones por el viceprimer ministro Oleksandr Turchynov; semanas después, la Rada invistió primer ministro a Mykola Azarov. La caída de Tymoshenko se produjo días después de asumir la Presidencia de la República Viktor Yanukovych, vencedor sobre Tymoshenko en las elecciones presidenciales a doble vuelta del 17/1 y 7/2/2010. Posteriormente, Tymoshenko fue detenida y juzgada bajo la acusación de abuso de poder en la negociación y firma del contrato de gas de 2009 con Rusia. El 11/10/2011 la ex primera ministra recibió una condena de siete años de prisión, pena de la que fue exonerada por decisión legal de la Rada el 22/2/2014, coincidiendo con el triunfo de los opositores a Yanukovych en la Revuelta del Euromaidán. Una vez liberada y reincorporada a la vida parlamentaria, Tymoshenko volvió a presentarse para presidenta en las elecciones del 25/5/2014, en las que volvió a quedar segunda, esta vez tras Petro Poroshenko, y por tercera vez en las de 31/3/2019, cuando no consiguió pasar al balotaje. Desde 2016 Tymoshenko ha liderado en la Rada las oposiciones de su partido, Batkivshchyna, a los Gobiernos de los presidentes Poroshenko y Volodymyr Zelenskiy.


1. La construcción de un emporio privado del gas
2. Entrada en la política, vínculos con Lazarenko y superministra para el sector energético en el Gabinete Yúshchenko (1996-2000)
3. Problemas con la justicia, defenestración del Ejecutivo y paso a la oposición (2000-2003)
4. Colíder de la Revolución Naranja de 2004 contra el presidente Kuchma
5. Primera ministra de Ucrania y pronta ruptura con el presidente Yúshchenko en 2005
6. Segunda etapa en la oposición parlamentaria (2005-2007)
7. Empuje electoral, nuevo pacto con Yúshchenko y retorno a la jefatura del Gobierno (2007-2010)


1. La construcción de un emporio privado del gas

La parquedad del currículum oficial de Yuliya Tymoshenko en el relato de los datos personales hasta bien entrada su tercera década de vida, más su propia actitud evasiva cuando le han indagado sobre su infancia y juventud, vienen alimentando una controversia sobre los orígenes de la política que sus enemigos no han dejado de azuzar.

Nacida en 1960 la gran ciudad oriental de Dnipropetrovsk, a orillas del Dniéper y con mayoría de población rusófona, durante años fuentes de su entorno sostuvieron que era hija de rusos étnicos nativos de Ucrania y de clase trabajadora, y que su apellido de soltera era Telegina (Telehina en su forma ucranizada). Sin embargo, cabeceras de prensa de Ucrania y Rusia dieron por cierto, y así se hizo constar en algunas semblanzas divulgadas por medios internacionales, que su padre, llamado Volodymyr Abramovych Grigyan, era armenio y que Telegina no era sino un apellido adoptado por la madre, Lyudmyla Mykolayivna (apellidada de soltera Nelepova), tras fracasar su matrimonio.

En diciembre de 2004 la entonces opositora, indagada por un periodista azerí sobre sus presuntos orígenes armenios, respondió que la familia de su padre era "letona por diez generaciones" y que en la familia de su madre "todo el mundo era ucraniano". Además, cuando las elecciones presidenciales de 2010 medios nacionalistas de derechas especularon con que la candidata tenía raíces judías, una genealogía ya comentada en 2005 por el ministro de Comunicaciones de su primer Gobierno, Yevhen Chervonenko.

Más allá de la procedencia y la nacionalidad de Volodymyr Grigyan (o Hrihyan), que al parecer sí nació en Letonia y poseía un pasaporte soviético donde constaba como letón, lo cierto fue que abandonó a su esposa y a su hija pequeña cuando esta sólo tenía tres años. La niña habría asistido a la escuela con el patronímico armenio y luego ella y su madre se habrían registrado con los nombres de Yuliya y Lyudmyla Telegina. De lo que no hay duda es que en 1979 la futura dirigente se matriculó en la Facultad de Economía de la Universidad Estatal de Dnipropetrovsk empleando el matronímico ruso.

Al poco de ingresar en la Universidad, con 18 años, Yuliya contrajo matrimonio con Oleksandr Tymoshenko, un joven de su misma edad, paisano de Dnipropetrovsk, rusohablante e hijo de Hennadiy Tymoshenko, apparatchik comunista de rango medio en la estructura burocrática de la entonces República Socialista Soviética Ucraniana. Oleksandr Tymoshenko aportó a Yuliya el apellido de casada y le abrió las puertas de un mayor estatus social. La pareja tuvo su primer y único retoño, una niña, Yevgeniya, en 1980.

En 1984, una vez obtenido el título de economista especializada en ingeniería cibernética, Tymoshenko entró a trabajar en una de las empresas estatales que conformaban el paisaje industrial de Dnipropetrovsk, la planta de máquina-herramienta Lenin, donde fungió de ingeniera y economista durante un lustro. En 1989, al socaire de la liberalización económica propiciada por la Perestroika de Mijaíl Gorbachov, dejó tan confortable plaza profesional para aventurarse en el embrionario sector privado. El proyecto que puso en marcha con otros socios cooperativistas, una cadena de establecimientos de alquiler de películas y juegos de video para uso doméstico, resultó todo un éxito, animándola a embarcarse en negocios comerciales más suculentos junto con su marido y su suegro.

La sociedad de los Tymoshenko probó fortuna en un sector, el energético, que prometía pingües beneficios en un país que dependía absolutamente de los suministros de hidrocarburos de Rusia, gas natural en particular. En 1991 la URSS se desintegró y Ucrania adquirió la condición de Estado independiente dotado de un sistema político pluralista en tránsito a una democracia completa (hasta 1994 no tuvieron lugar elecciones legislativas), pero sumido en una recesión económica catastrófica como consecuencia de la desarticulación de los mercados internos soviéticos.

El hundimiento de los viejos gigantes industriales de propiedad pública, más la falta de leyes y códigos reguladores, favorecieron el desarrollo de compañías privadas que, con enorme desparpajo, aprovecharon a fondo el vacío normativo y el desorden general para llevar a la práctica su particular concepción del capitalismo de mercado. Todo indica que Tymoshenko y su familia política se desenvolvieron con arreglo a estas pautas desembozadas. Su primera compañía, la Corporación de Gasolinas Ucranianas (Ukrainskiy Benzin), operó desde 1991 en Dnipropetrovsk y con el tiempo adquirió el monopolio de la venta de combustible a las granjas colectivas que el Estado tenía en el óblast.

Esta situación de privilegio tuvo mucho que ver con la relación de amistad establecida por Tymoshenko con el preboste regional, Pavlo Lazarenko, un antiguo koljozista que en 1992 había sido nombrado representante personal del presidente de la República, Leonid Kravchuk, antes de convertirse en jefe de la Administración Regional, o gobernador, a instancias del sucesor del anterior al frente del Ejecutivo de Kyiv, Leonid Kuchma. Lazarenko y Kuchma eran los rostros señeros del llamado clan de Dnipropetrovsk, un poderoso lobby político-industrial al que las elecciones generales de 1994 confirieron muchas palancas del poder. A los Tymoshenko no tardó en considerárseles miembros de este pujante grupo de interés.

Las sucesivas promociones políticas de Lazarenko, que en septiembre de 1995 ascendió al puesto de primer viceprimer ministro y en mayo de 1996 a primer ministro en sustitución de Yevhen Marchuk, tuvieron reflejo inmediato en las actividades empresariales de Tymoshenko, que tomaron un vertiginoso curso ascendente, si bien opaco a las contabilidades de beneficios, muy elevados sin duda, y, a la sazón, de corta vida. Matrimonio y suegro fundaron corporaciones y se convirtieron en socios capitalistas de consorcios internacionales relacionados con la explotación de recursos mineros y el comercio de hidrocarburos, en alguno de los cuales participó el omnipresente Víktor Pinchuk, yerno del presidente Kuchma y nuevo líder del clan de Dnipropetrovsk.

La más ambiciosa aventura empresarial de Tymoshenko se llamó Sistemas Unificados de Energía de Ucrania (YESU). Fundada en 1995 para licitar en la desmonopolización por el Estado de las importaciones de gas de Rusia, al cabo de un año esta compañía 100% privada ya poseía la cuota más voluminosa del mercado del suministro del hidrocarburo, lo que era como decir que su facturación suponía un porcentaje sustancial del PIB de Ucrania. Con arreglo al nuevo marco legal, el transporte y la distribución del gas en Ucrania corrían a cuenta de una serie de adjudicatarias privadas, mientras que la compañía estatal Ukrhazprom se reservaba la definición de las cuotas anuales de importación, a repartir entre los operadores, así como el control sobre la comercialización de la parte del gas proporcionado gratuitamente por Gazprom como medio de pago por el uso de los gasoductos ucranianos para las ventas destinadas a Europa.

La YESU evolucionó rapidísimamente hacia un holding multisectorial de empresas, algunas dedicadas a negocios no del sector energético, como el comercio de metales, canalizaciones y otros equipamientos industriales. Según estimaciones de la época, a finales de 1997 la corporación presidida por Tymoshenko facturaría hasta una cuarta parte de la producción económica ucraniana, un rendimiento cuanto menos prodigioso para una firma que no tenía ni tres años de vida. En la biografía oficial que la política divulgó en una antigua versión de su página web se aseguraba que "para 1997, las deudas multimillonarias que Ucrania tenía con Rusia por el gas natural quedaron completamente liquidadas gracias a la actividad de la YESU".

Con 35 años, Tymoshenko, que entonces lucía un aspecto –larga melena suelta de color castaño oscuro- muy diferente del mostrado en su salto a la fama internacional ocho años después, se convirtió en una empresaria estrella y se ganó a pulso los remoquetes de "nueva oligarca" del clan de Dnipropetrovsk y de Princesa del Gas, tan enorme era el poder económico que había adquirido. Pero estos apelativos destilaban tanta aclamación como mordacidad y vilipendio, ya que las operaciones de la YESU, además de gozar del descarado patrocinio de Lazarenko, en una clara colusión de intereses privados y funciones públicas, empezaron a recibir denuncias muy graves, centradas en el presunto contrabando de partidas de gas ruso sustraídas a la fiscalización del Estado y en extraños chanchullos con el vendedor del país vecino, Gazprom, aunque los detalles más perturbadores de esta presunta trama fraudulenta iban a aflorar un tiempo después.

Femenina, coqueta y decididamente atractiva, Tymoshenko ofrecía a primera vista una imagen de eslava dulce y candorosa, pero los que la conocían bien sabían que era una mujer de carácter fuerte, astuta, tenaz e implacable en los negocios.


2. Entrada en la política, vínculos con Lazarenko y superministra para el sector energético en el Gabinete Yúshchenko (1996-2000)

En diciembre de 1996, probablemente para protegerse contra una eventual acción judicial en su contra, Tymoshenko incursionó en la política representativa, pretendiendo y ganando como candidata independiente un escaño de la Verjovna Rada o Consejo Supremo de la República en una elección parcial que tuvo lugar en la circunscripción de Kyrovohrad, óblast del centro del país y vecino occidental de Dnipropetrovsk. Tymoshenko se convirtió en diputada nacional con el 92,3% de los votos. En el Parlamento de Kyiv, la aún magnate empresarial no se encuadró, como habría cabido esperar, en el grupo parlamentario del que era miembro Lazarenko, Yednist (Unidad), sino en el llamado Centro Constitucional, grupo recién articulado por el diputado Myjaylo Syrota, que se describía como progresista y reformista, así como propresidencial, luego, como el anterior, miembro del siempre difuso y cambiante partido del poder al servicio de Kuchma.

La caída en desgracia de Lazarenko ante Kuchma en junio de 1997, cuando el ex oligarca fue suspendido en sus funciones de primer ministro y luego obligado a dimitir en el contexto de unos problemas de salud tras los que se ocultaban serias divergencias políticas, supuso un punto de inflexión en la espectacular trayectoria de Tymoshenko. Privada de su principal valedor en las instancias gubernamentales, la empresaria abandonó la dirección general de la YESU y se concentró en su incipiente carrera política. En septiembre de 1997 Tymoshenko secundó a Lazarenko en la reactivación, tres años después de ser fundado, del movimiento político Hromada (Comunidad), al que situaron en la oposición a Kuchma y para el que reclamaron un ideario socialdemócrata. Semanas después, Hromada celebró en Kyiv una convención extraordinaria que proclamó la pretensión de "echar al régimen mediante el mecanismo constitucional de las elecciones" y eligió un "gabinete en la sombra" que Tymoshenko se encargó de presidir.

En las elecciones legislativas del 29 de marzo de 1998 Hromada quedó en un discreto quinto lugar tras el Partido Comunista (KPU), el Movimiento Popular (Ruj, principal fuerza de la oposición, sólido en las regiones occidentales, de tendencia centroderechista, nacionalista y proeuropea), el Bloque de Socialistas (SPU) y Campesinos (SelPU), y el Partido Democrático Popular de Ucrania (NDPU). Hromada capturó 24 de los 450 escaños de la Rada, de los cuales 16 fueron ganados por el sistema proporcional basado en las listas de partidos –con el 4,7% de los votos- y 8 por el sistema mayoritario en circunscripciones uninominales. Tymoshenko revalidó su escaño por Kyrovohrad con el 92,3% de los sufragios como candidata uninominal y tras la constitución de la Rada fue elegida jefa del Comité Presupuestario.

En la nueva legislatura adquirió una mayor presencia otro de los grandes lobbies político-empresariales en los que se apoyaba la presidencia de Kuchma, el llamado clan de Donetsk, por tener su cuartel general en esa urbe oriental, cabeza de la región minera de Donbás, integrada también por el óblast de Luhansk. Este grupo de poder era cerradamente prorruso al tiempo que rival del clan de Dnipropetrovsk.

El saldado de viejas cuentas con Lazarenko asomó a las claras en febrero de 1999, cuando el ex primer ministro, una vez retornado a Ucrania tras haber sido detenido en Suiza bajo una acusación de lavado de dinero y puesto en libertad bajo fianza por las autoridades helvéticas, fue despojado de la inmunidad parlamentaria para responder ante la justicia nacional por un rosario de delitos económicos cometidos presuntamente durante su etapa como servidor del Estado. A los pocos días, Lazarenko puso los pies en polvorosa y recaló en Estados Unidos con una petición de asilo político, pero las autoridades de inmigración norteamericanas se la denegaron y, antes al contrario, le dictaron prisión preventiva y emprendieron su propia investigación criminal.

Las pesquisas de las justicias de Suiza, Estados Unidos y Ucrania, donde el nuevo Gobierno de Valeriy Pustovoytenko dio instrucciones a la Fiscalía General para que formulara las pertinentes acusaciones al antiguo primer ministro, sacaron a la luz una práctica continuada de sobornos de la YESU a Lazarenko entre 1996 y 1997, lo que explicaría el fenomenal acaparamiento mercantil de la compañía gasífera en ese período. Aunque situada en el ojo del huracán, Tymoshenko, por el momento, se las arregló para zafarse de la acción de la Fiscalía.

Ya en enero de 1999, previendo lo que se le avecinaba a Lazarenko, Tymoshenko dimitió como vicepresidenta de Hromada y en marzo siguiente, como resultado de la fuga de Lazarenko a Estados Unidos, terminó de romper las amarras con el desahuciado dirigente político y estableció un grupo parlamentario independiente, Batkivshchyna (Madre Patria), convertido en julio en el partido Asociación Panucraniana Batkivshchyna (VOB). En la operación Tymoshenko arrastró tras de sí a 22 diputados de Hromada, entre ellos Oleksandr Turchynov, un paisano de Dnipropetrovsk e íntimo colaborador desde el principio de su carrera empresarial, que venía ejerciendo como el número tres del partido de Lazarenko.

Siguiendo con las medidas preventivas, Tymoshenko proclamó su respaldo al Ejecutivo de Kuchma y se alineó plenamente con el partido del poder. El 17 de diciembre de 1999, Kuchma, en respuesta a los gobiernos occidentales que le instaban a acelerar las reformas de mercado y a perseverar en el doloroso ajuste financiero para dejar atrás una década de recesión y desmanes inflacionarios, nombró primer ministro al gobernador del Banco Nacional de Ucrania, Víktor Yúshchenko, el artífice de la introducción en 1996 de la primera moneda nacional digna de llamarse tal, el hryvnya, y un funcionario muy apreciado por los gobiernos y organismos acreedores por su talante liberal y monetarista, y por su solvencia gestora.

Yúshchenko quería dotarse de un equipo de colaboradores de mentalidad empresarial moderna, que no pusieran reparos a su proyecto de elaborar unos presupuestos sin déficit. Así que recomendó a Kuchma el fichaje de Tymoshenko para la cartera, creada ex profeso, de viceprimera ministra para el sector energético, cuya reforma resultaba imperiosa ante la persistente incapacidad de los proveedores para cubrir la demanda interna. Yúshchenko tenía en estima a Tymoshenko y no le importó cargar con el riesgo de que, una vez sentada en el Gobierno, la justicia se pusiera a husmear en sus sospechosas andanzas en el sector privado, en cuyo caso el escándalo político estaría servido. Más difícil de explicar resultó el visto bueno de Kuchma, al tratarse Tymoshenko de la antigua coadjutora de Lazarenko. Sin embargo, ella había repetido una y otra vez que su bando era el oficialismo.

El 30 de diciembre de 1999 Tymoshenko, que acababa de obtener el título de doctora en Economía con una tesis titulada La regulación por el Estado del sistema fiscal, recibió el nombramiento de viceprimera ministra y una vez instalada en su despacho lo primero que hizo fue revisar la situación de los débitos de Naftohaz Ukrajiny, sucesora de Ukrhazprom el año anterior, al Estado ruso: según los directivos de la compañía pública, la deuda ascendía a los 380 millones de dólares, pero el socio vendedor, Gazprom, elevaba la cantidad a los 2.800 millones.

En enero de 2000 la viceprimera ministra se presentó en la sede central de Gazprom en Moscú y cerró con el presidente de la entidad, Rem Vyajirev, un trato que consideró ventajoso para Ucrania: a cambio del reconocimiento de un monto de deuda de Naftohaz Ukrajiny próximo a la cantidad reclamada por el socio ruso –de vuelta a casa ella habló de 2.300 millones, aunque matizó que la asunción de semejante deuda no era "oficial"-, Gazprom se comprometía a suministrar a Ucrania hasta finales de año 30.000 millones de metros cúbicos de gas al precio de 40 dólares por cada 1.000 metros cúbicos. Tymoshenko debió de resultarle muy persuasiva a Vyajirev, ya que días más tarde el patrono ruso aceptó en Kyiv ante Yúshchenko un esquema de reescalonamiento del pago de la deuda, que de paso quedaba sustancialmente rebajada por arte de birlibirloque: según el primer ministro, Gazprom estimaba ahora que la cantidad debida se situaba entre los 1.700 y los 2.000 millones de dólares.

Tymoshenko se tomó en serio el abono de las deudas a Gazprom, se propuso terminar con la práctica inveterada del robo de gas ruso a partir de la red de conducciones y elevó los pagos en metálico en detrimento de los suministros gratuitos, lo que suponía que Rusia a su vez tendría que pagar derechos de tránsito por sus exportaciones a Europa a través de Ucrania. También, se puso manos a la obra para suprimir la mala costumbre de las distribuidoras locales, extraordinariamente lucrativa para ellas, y de muchos clientes jurídicos de cobrar y abonar las tarifas eléctricas con servicios no dinerarios o las más diversas fórmulas de trueque, con el consiguiente perjuicio para el erario público, privado de recaudaciones fiscales.


3. Problemas con la justicia, defenestración del Ejecutivo y paso a la oposición (2000-2003)

Estas políticas revisionistas levantaron muchas ampollas en las empresas proveedoras –el mismo ámbito del que ella había sido máxima abanderada-, acostumbradas a desarrollar parte de sus operaciones en la economía sumergida y a amasar inmensas fortunas personales mediante el compadreo, los procedimientos mercantiles más heterodoxos o directamente la corruptela, así que la bautizada como la Dama de Hierro ucraniana no tardó en verse rodeada de un círculo de hostilidad.

Kuchma hizo de portavoz de este descontento empresarial vertiendo duras críticas a la gestión de la viceprimera ministra, a la que echó en cara la reiterada insatisfacción de los niveles de demanda de gas y los excesivos precios para el consumidor. En junio de 2000, el ministro de Energía y Combustibles, Serhiy Tulub, miembro prominente del clan de Donetsk, dimitió alegando diferencias insuperables con Tymoshenko. El siguiente y contundente golpe vino en agosto, cuando Oleksandr Tymoshenko, quien seguía formando parte de la junta directiva de la YESU, y el vicepresidente primero de la corporación, Valeriy Falkóvych, fueron arrestados por la Policía a instancias de la Fiscalía General, que les consideraba sospechosos de haberse apropiado unos años atrás de 800.000 dólares de dinero público en una operación de exportación de chatarra industrial a países asiáticos.

Tymoshenko, en lo que fue respaldada en bloque por su partido, tachó la detención de su esposo de "venganza política" de los sectores empresariales perjudicados por sus iniciativas contra la corrupción y la economía sumergida, contenidas en el programa Energía Limpia, y, olisqueándose una celada que esta vez le tenderían directamente a ella, afirmó que estaba lista para defenderse "por todos los medios posibles previstos en la legislación". En los meses que siguieron, la Fiscalía fue desgranando el resultado de sus investigaciones criminales contra la YESU, a la que le achacaba expatriaciones ilegales de capital entre 1996 y 1997 por valor de 1.100 millones de dólares, un centenar de los cuales habría ido a parar a cuentas bancarias controladas por Lazarenko.

A principios de noviembre de 2000 el entorno presidencial echó mas leña al fuego con un informe del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa (RNBO) sobre la situación del sector energético. En el documento se acusaba al Gobierno de presentar "datos poco fiables" sobre los revalorizados niveles de ingresos por el cobro de servicios a los abonados y de reservas para el consumo invernal. Yúshchenko, en quien también caía el dardo, amenazó con dimitir y su viceprimera ministra, más pugnaz, arremetió contra las "intrigas" y las conclusiones "políticamente motivadas" dirigidas a "desacreditar" el Gabinete. Acto seguido, Oleksandr Tymoshenko fue formalmente acusado de pagar a Lazarenko cuando era primer ministro sobornos por la suma de 4.600.000 dólares.

A últimos de mes se divulgó que el Ministerio Fiscal de Rusia consideraba a Tymoshenko sospechosa de haber pagado generosamente ciertos favores no especificados al ex viceministro de Defensa de este país, Vyacheslav Litvínov, en su etapa de jefa de la YESU. Inasequible al desaliento, la responsable gubernamental continuó adelante con su campaña anticorrupción en el sector energético, el cual empezó a reportar al Estado un buen pellizco de ingresos hasta ahora hurtados por quienes debían transferirlos, ingresos que ayudaron a Yúshchenko a abonar a funcionarios y pensionistas unas pagas que llevaban meses bloqueadas por los problemas de liquidez.

Asimismo, Tymoshenko anunció que el Gobierno se disponía a emprender la reconversión y privatización del sector del carbón, una reforma que iba a afectar de lleno, y negativamente, a los intereses del crecido clan de Donetsk, uno de cuyos capitostes más conocidos era el gobernador del óblast y gran aliado de los poderes rusos, Víktor Yanukóvych. Este último anuncio de intenciones precipitó el desenlace que ya venía fraguándose desde tiempo atrás. El 15 de enero de 2001 la Fiscalía General solicitó para Tymoshenko los cargos de contrabando de gas, falsificación documental y evasión fiscal durante su ejercicio al frente de la YESU entre 1996 y 1997. La imputada no se mordió la lengua y denunció que todas las inculpaciones contra ella y su marido estaban "orquestadas por los clanes criminales de oligarcas que de hecho gobiernan Ucrania".

Su dedo acusador se detuvo en Viktor Medvedchuk, potentado financiero del llamado clan de Kyiv, líder del Partido Social Demócrata de Ucrania-Unido (SDPU-o) y vicepresidente de la Rada, quien venía adquiriendo un peso creciente en el partido del poder. El 19 de enero vino la esperada represalia política en la forma de una abrupta destitución como viceprimera ministra. El decreto de baja en el Gobierno lo emitió Kuchma sin el conocimiento de Yúshchenko.

El 13 de febrero de 2001, en virtud de la aparición de indicios que la incriminaban en la entrega a Lazarenko de un soborno de 79 millones de dólares, Tymoshenko fue arrestada por la Policía e internada con carácter cautelar en la prisión capitalina de Lukyanivsky, de tenebrosa reputación por las condiciones que debían soportar sus reclusos, aunque sin régimen de incomunicación. Precisamente, en Lukyanivsky -la situación era verdaderamente insólita- se encontraba su esposo desde el año anterior; para evitar que los cónyuges entraran en contacto, las autoridades penitenciarias trasladaron a Oleksandr a otro centro en el óblast de Zhytomyr.

El 21 de febrero la Fiscalía añadió al pliego de cargos contra la ministra cesada los de ocultación de beneficios en los balances de resultados, conspiración para esconder en el extranjero sumas por valor de 181 millones de dólares y fraude en el pago del IVA por valor de 2,6 millones de dólares. La acusación se permitió añadir que, por los datos que manejaba, Tymoshenko, "incluso mientras servía en el Parlamento desde 1997", había "administrado de facto" las operaciones corporativas de la YESU y "organizado un grupo criminal a partir de sus empleados, trabajadores y otras estructuras comerciales".

Tymoshenko se enfrentaba a una encrucijada muy delicada, y su decisión, altamente arriesgada, fue tomar el camino de la autodefensa y la confrontación hasta las últimas consecuencias. Antes de y durante su breve detención (que, según su entorno y ella misma, discurrió en condiciones más que indignas), se declaró en oposición al Ejecutivo, lanzó una proclama de lucha sin cuartel contra los oligarcas y llamó a los ucranianos a reaccionar contra el "totalitarismo" de que estaban haciendo gala Kuchma y su entorno.

En la calle, los militantes del partido Batkivshchyna exigieron la libertad de su líder y el levantamiento de las acusaciones en su contra, reclamaciones que hizo suyas una iniciativa cívica denominada Foro de Salvación Nacional (FNP). Lanzado el 9 de febrero de 2001 por diputados, políticos y juristas opositores, el FNP, al igual que los movimientos de protesta Por la Verdad y Ucrania sin Kuchma, propugnaba un procedimiento de destitución parlamentaria de Kuchma por considerarle responsable directo de la desaparición en septiembre de 2000 y posteriormente del asesinato del periodista Heorhiy Gongadze.

El escándalo provocado por este crimen de claro significado político colocó al presidente ucraniano en su más difícil situación desde 1994. De hecho, en opinión de algunos observadores, la defenestración ministerial y la persecución judicial de Tymoshenko buscarían, además de eliminar una amenaza para los intereses de muy influyentes círculos de poder económico en Ucrania y Rusia, desplazar a un segundo plano las derivaciones explosivas del caso Gongadze.

El 27 de marzo de 2001, los abogados de Tymoshenko, alegando que su cliente tenía quebrantada la salud y que en ningún momento había evadido la acción de la justicia, consiguieron que un juez del tribunal regional de Kyiv declarara nula y sin efecto la orden de arresto de la Fiscalía General. Ese mismo día, Tymoshenko fue excarcelada e ingresada en un hospital de la capital con problemas digestivos y fuertes dolores de cabeza. El 31 de marzo seguía en cama cuando otro magistrado, esta vez del tribunal municipal de Kyiv, ejecutó una demanda de la Fiscalía para que se anulara el anterior auto judicial y se restableciera el arresto.

Entonces, los abogados apelaron ante el Tribunal Supremo, que el 2 de abril suspendió la segunda interdicción. Tymoshenko abandonó el hospital, prometió no marcharse de Kyiv y, por primera vez, se declaró lista para contender por el puesto de presidente de la República, aunque precisó que estaría dispuesta a apoyar a otro candidato "si se revela como un verdadero líder, capaz de entregar su vida por Ucrania". El 15 de mayo, el Supremo anuló la orden de arresto iniciada por la Fiscalía. Cuando hablaba de otro aspirante presidencial, Tymoshenko pensaba en Yúshchenko, sin duda el político más popular de Ucrania, amén de estadista de excelente reputación en los países occidentales, ya que era el adalid de las reformas estabilizadoras de la macroeconomía y los efectos positivos de su gestión estaban alcanzando también a la ciudadanía.

El primer ministro había encajado con despego la destitución de su viceprimera ministra e incluso había llegado a suscribir junto con Kuchma y el presidente de la Rada, Ivan Plyushch, un manifiesto conjunto en el que se lanzaban advertencias contra las "fuerzas destructivas" que amenazaban con llevar a Ucrania a la "bancarrota política". Este ostentoso alineamiento propresidencial disgustó profundamente a los aludidos en la declaración, el FNP y los demás movimientos de protesta. Tymoshenko se mantuvo cauta y a la expectativa.

Sin embargo, Yúshchenko empezó a cambiar su postura política a medida que fue percatándose de que las mismas fuerzas que habían despedido a Tymoshenko se aprestaban a echarle a él, con el más que probable visto bueno de Kuchma. En efecto, en la Rada cuajó un movimiento hostil instigado por el SDPU-o y apoyado por el KPU. Como resultado, el 26 de abril de 2001, el primer ministro fue derrotado en una moción de censura. Su destitución parlamentaria, calificada por la prensa internacional de frenazo a las reformas en Ucrania, empujó a Yúshchenko al bando de la oposición.

A Tymoshenko le faltó tiempo para ofrecer al ex gobernante una "cooperación constructiva" con el fin de conseguir, uniendo fuerzas con la adición de un tercer dirigente opositor, Oleksandr Moroz, del Partido Socialista de Ucrania (SPU), una mayoría parlamentaria suficiente para acorralar a Kuchma, pero Yúshchenko creía que el compromiso con el partido del poder aún era posible; es más, apostaba por recomponer dicho partido fáctico con la adición de una "amplia coalición democrática" que quería constituir con la inclusión, entre otros, de las dos facciones a que había dado lugar la división del Ruj tras la muerte en 1999 del líder histórico del partido-movimiento, Vyacheslav Chornóvil, en un accidente de circulación.

Mientras Yúshchenko, amablemente, le daba largas, Tymoshenko no perdió el tiempo y reorganizó a sus partidarios con vistas a las elecciones legislativas de 2002. En julio de 2001 anunció la creación de una alianza formada por la Batkivshchyna y los partidos Asamblea Popular Ucraniana (UNPS, más conocida como Partido Sobor) de Anatoliy Matviyenko, Social Demócrata Ucraniano (USDP) de Vasyl Onopenko, Republicano Ucraniano (URP) de Levko Lukyanenko, Republicano Conservador Ucraniano (UKRP) de Stepan Jmara y Cristiano Demócrata (KDP) de Oles Serhiyenko. Además, el FNP, que no era un partido político sino un movimiento cívico, eligió a Tymoshenko como su presidenta. En noviembre, todas estas agrupaciones se declararon integrantes del Bloque Electoral Yuliya Tymoshenko (BYuT), que ideológicamente podía ubicarse en el centroderecha liberal.

Entre medio, en agosto, la artífice de esta coalición recibió nuevas judiciales, una buena y la otra mala. El 8 de ese mes, fiscales militares de Rusia iniciaron contra ella y su marido sendos casos criminales, y enviaron a la Fiscalía General de Ucrania las correspondientes órdenes internacionales de detención, por presunta violación de las leyes aduaneras de este país en una ocasión en 1995, cuando intentaron pasar sin declarar 100.000 dólares en metálico en el aeropuerto de Moscú, dinero que los fiscales vincularon a un acto de soborno a algún alto funcionario ruso. Al día siguiente, un juez de Kyiv dictaminó que la prisión preventiva de Oleksandr Tymoshenko no podía prolongarse ante la dificultad para reunir pruebas en la fase procesal, por lo que ordenó la inmediata puesta en libertad del empresario.

En las elecciones del 31 de marzo de 2002, después de sufrir un accidente de tráfico sin resultado de lesión que para algunos tuvo algo de extraño, y de amenazarle la Comisión Electoral Central (CEC) con no inscribir a sus candidatos tras recibir denuncias de que estaban disfrutando de financiación electoral ilegal, Tymoshenko y su Bloque obtuvieron el 7,3% de los votos y 22 diputados. Se trataba de unos resultados mediocres que situaban al BYuT a la zaga del Bloque Nuestra Ucrania (BNU, diez partidos) de Yúshchenko, ganador por mayoría simple, el KPU de Petro Symonenko y la coalición propresidencial Por una Ucrania Unida (ZYU, cinco formaciones, entre ellas el Partido de las Regiones, PR, al que pertenecía Yanukóvych) que animaba Volodymyr Lytvyn. El SPU de Moroz y el SDPU-o de Medvedchuk prácticamente empataron con el BYuT.

Confirmada en su asiento en la Rada, Tymoshenko volvió a la carga en su estrategia de oposición frentista, que no contemplaba la transacción con el poder sino todo lo contrario, un proceso de impeachment contra Kuchma, vía radical de la que Yúshchenko seguía disintiendo. En mayo de 2002 la política se apuntó una importante victoria con la decisión de un juez del distrito de Kyiv de dar carpetazo a las causas criminales que pesaban sobre ella y su marido.

Aunque una de cal y otra de arena, ya que unas semanas más tarde Tymoshenko se enteró de que en Turquía habían aprehendido a su suegro Hennadiy, a la sazón director general de la YESU, y otros tres altos ejecutivos de la compañía. Los cuatro habían sido incluidos por la Interpol en su lista de fugitivos en asunción de una orden internacional de búsqueda y captura emitida por la justicia ucraniana, que quería procesarlos por un buen número de presuntos delitos económicos. Más aún, en agosto de 2002 el nuevo fiscal general de Ucrania, Svatoslav Piskun, reabrió el caso criminal contra la nuera de Hennadiy Tymoshenko y envió a la Rada un suplicatorio para que le fuera levantada la inmunidad parlamentaria, pero el enésimo movimiento de la Fiscalía no prosperó. En octubre, las autoridades turcas sí acataron la requisitoria del Ministerio Fiscal extraditando a Kyiv a los cuatro imputados. Tymoshenko no fue escuchada por Ankara en su petición de que se les concediera el asilo político.


4. Colíder de la Revolución Naranja de 2004 contra el presidente Kuchma

La acentuación de los rasgos autoritarios del régimen de Kuchma, que socavaban la democracia ucraniana, y el ostensible viraje exterior prorruso, que cuestionaba la llamada diplomacia "multivectorial", consiguieron radicalizar a los grupos de la oposición, en especial el capitaneado por Tymoshenko. La acometedora diputada estrechó sus relaciones con Yúshchenko, muy decepcionado con la caída en saco roto de sus llamamientos a formar una mayoría oficialista en consonancia con el resultado de las elecciones, y por el cierre de filas de Kuchma con el SDPU-o, la ZYU y los clanes de Kyiv y Donetsk. El 16 de noviembre de 2002 Kuchma nombró primer ministro al rusófono Yanukóvych, quien consideraba a Tymoshenko –el sentimiento era compartido- una auténtica bestia negra.

Las movilizaciones conjuntas de la oposición contra las maniobras corporativistas del partido del poder produjeron extraños compañeros de viaje, como los comunistas de Symonenko. Todo 2003 y el arranque del decisivo 2004 estuvieron entreverados de tensiones por el progresivo calentamiento de los mensajes de unos y de otros, y por el asomo del rostro más intolerante del poder, que no dudó en intimidar, amenazar y agredir físicamente a los disidentes más contestatarios o molestos. Junto con el BNU, el SPU y el KPU, el BYuT organizó actos de protesta y suscribió declaraciones exigiendo la dimisión de Kuchma.

Aunque compartía propósitos generales, el colectivo opositor ofrecía una paleta de tácticas y estilos personales diferentes. Frente a la cautela de Yúshchenko, el legalismo de Moroz y la tibieza independiente de Symonenko, Tymoshenko desplegó una gran beligerancia que la llevó a oponerse y a boicotear, tanto en la Rada como en la calle, cuantas iniciativas de reforma política partieron del Ejecutivo, al considerarlas meros ardides oportunistas ideados para el beneficio propio en vísperas de unas elecciones presidenciales que aquel tenía muchas posibilidades de perder. Así sucedió con el paquete de enmiendas constitucionales concebidas para, a partir de 2006, reducir drásticamente los poderes del presidente de la República en beneficio del Gobierno y el Parlamento, trasladar la elección del jefe del Estado a la Rada en lugar del sufragio directo y extender el sistema proporcional a la elección de todos los diputados.

El 2 de julio de 2004, después de acusarla la incansable Fiscalía General de haber intentado sobornar al juez que instruía el sumario criminal contra su suegro, y días antes de desestimar de nuevo la Rada el consiguiente suplicatorio de desafuero, Tymoshenko suscribió con Yúshchenko la alianza electoral que venía reclamando desde hacía tiempo. El acuerdo suponía la retirada de ella de la liza por la Presidencia para no perjudicar las posibilidades de triunfo de la oposición, el nacimiento de la coalición Fuerza del Pueblo (Syla Narodu), con la inmediata fusión de los respectivos bloques parlamentarios, y la publicación del llamado Manifiesto por la Victoria del Pueblo, el cual emplazaba a los opositores "asumir el poder en Ucrania para limpiar el país de clanes criminales y bandidismo político" y a construir "un Estado justo y democrático bajo el imperio de la ley". Dos días después, Yúshchenko proclamó oficialmente su candidatura presidencial con el respaldo entusiasta de Tymoshenko.

Comenzaba la cuenta atrás electoral, pero hasta la cita con las urnas ambos dirigentes iban a toparse con nuevos y serios obstáculos que no estuvieron lejos de arruinar sus ambiciones de poder, aunque la peor parte se la llevó con diferencia Yúshchenko.

A mediados de septiembre de 2004, mientras el antiguo responsable bancario se hallaba ingresado de urgencia en un hospital vienés con un extraño cuadro de dolencias que, como más tarde iba a saberse, estaban provocadas por un envenenamiento, a todas luces criminal, con dioxinas, Tymoshenko fue citada por la Fiscalía Militar de Rusia para someterse a un interrogatorio en Moscú en relación con sus supuestos sobornos a altos funcionarios del Ministerio de Defensa del país vecino. Tymoshenko respondió que no tenía la menor intención de realizar tal viaje y su partido acusó a Kuchma, a Yanukóvych y al presidente ruso, Vladimir Putin de estar detrás de las actuaciones judiciales. El 23 de septiembre, un tribunal militar moscovita emitió contra Tymoshenko una orden internacional de detención y la Fiscalía Militar envió su dossier a la Interpol, la cual llegó a incluir el nombre de la ucraniana en su lista negra de fugitivos.

El 31 de octubre, un completamente desfigurado Yúshchenko, quien acusó al poder de haberle intentado asesinar, se batió con Yanukóvych y otros 21 candidatos, sin faltar Moroz y Symonenko. Al cabo de un parsimonioso escrutinio, la CEC puso en cabeza al candidato de Fuerza del Pueblo con el 39,9% de los votos, seguido muy de cerca por Yanukóvych. La segunda vuelta se disputó el 21 de noviembre y los primeros resultados facilitados por la CEC otorgando a Yanukóvych la victoria por una diferencia de casi seis puntos (los resultados definitivos redujeron esta ventaja a la mitad) soliviantaron a las huestes de Fuerza del Pueblo, que se echaron a las calles de Kyiv luciendo prendas y agitando banderas de color naranja, el color escogido para simbolizar su alternativa política.

Al unísono, Tymoshenko y Yúshchenko gritaron fraude, exigieron la anulación de los comicios, anunciaron la creación de un Comité de Salvación Nacional y reclamaron la implicación internacional, unos argumentos que se vieron avalados por el dictamen de los observadores de la OSCE sobre la comisión de "serias irregularidades" en la segunda vuelta. El organismo paneuropeo centró sus quejas en los episodios de violencia e intimidación registrados en varios colegios electorales y en la grosera parcialidad a favor de Yanukóvych mostrada por los medios de comunicación públicos. Una crisis política de incalculables consecuencias estaba servida en Ucrania, aunque los medios informativos y los propios protagonistas de la protesta se refirieron a la misma como una "revolución", la Revolución Naranja, que convirtió la Plaza de la Independencia de Kyiv, la Maidan Nezalezhnosti, en su centro neurálgico.

Aunque en el reparto de misiones políticas ella era la segunda de a bordo, Tymoshenko, con sus arengas antigubernamentales y sus exhortaciones a la desobediencia civil y el boicot activo a las autoridades del campo oficialista mediante bloqueos de comunicaciones y ocupaciones de edificios, fue la fustigadora y la portaestandarte del "movimiento de resistencia". Su verbo incendiario y su completamente renovado look (prendas de suntuoso color blanco, echarpes anaranjados, llamativos pendientes y el pelo teñido de rubio y recogido con una gruesa coleta que le pasaba de un lado al otro de la cabeza a modo de una corona, todo lo cual componía una estampa que fue descrita como una mixtura de "folclore tradicional" y "alta moda europea") incrementaron notablemente la colección de alias, algunos de ellos evocados por el mismo Yúshchenko: entre otras cosas, a Tymoshenko la llamaron "Pasionaria", "Juana de Arco", "Eva Perón", "Princesa Guerrera" y hasta "Diosa" de la Revolución Naranja ucraniana.

El dinamismo de la ex viceprimera ministra resultó fundamental para el éxito de las movilizaciones populares, que convirtieron a Ucrania en foco de atención internacional y que obligaron al poder a transigir bajo la presión añadida de la mediación diplomática del exterior, en particular de la Unión Europea. Con Yúshchenko llevando la batuta política, Gobierno y oposición se pusieron a negociar para solucionar la crisis por medios pacíficos.

A comienzos de diciembre, al cabo de varios días de mucha tensión y de alarmantes gestos de desafío en ambos bandos, se llegó a un principio de acuerdo que pasaba por la repetición de la segunda vuelta (fallando favorablemente en el recurso presentado por Yúshchenko, el Tribunal Supremo confirmó que la ronda del 21 de noviembre había estado trufada de casos de fraude en perjuicio del candidato opositor) y el sometimiento a la Rada de un paquete legislativo que incluía la tan traída y llevada reforma constitucional para redistribuir los poderes del Ejecutivo en detrimento del presidente de la República.

La disonancia entre Tymoshenko y Yúshchenko asomó en relación con este último punto, que ella consideraba una claudicación. Así, en la votación de la fórmula transaccional que tuvo lugar el 8 de diciembre, el mismo día en que la página web de la Interpol mostró por unas horas la ficha policial de Tymoshenko, el BYuT boicoteó la sesión parlamentaria para mostrar su defensa de la continuidad del sistema de Gobierno presidencialista. Sin embargo, la reforma constitucional salió adelante con los votos sumados del oficialismo, los yushchenkistas, los socialistas y los comunistas.

A continuación se produjo el desenlace democrático de la crisis política: en la nueva votación del 26 de diciembre Yúshchenko se llevó la Presidencia frente a Yanukóvych con el 52% de los votos, el 10 de enero de 2005 la CEC le proclamó oficialmente vencedor y el 23 de enero se produjo el relevo de Kuchma. Entonces, operó una cláusula no divulgada –aunque ya sospechada, y desde la Revolución Naranja poco menos que evidente-, cual era el otorgamiento a Tymoshenko del puesto de primera ministra, una vez vencidas las resistencias de Yanukóvych, que ya había perdido una moción de censura parlamentaria en diciembre, a dimitir como titular. El 24 de enero de 2005, antes de partir hacia Moscú para sostener una cumbre de reconciliación con Putin, Yúshchenko emitió el nombramiento oficial.


5. Primera ministra de Ucrania y pronta ruptura con el presidente Yúshchenko en 2005

En enero de 2005 Tymoshenko recibió la encomienda de formar un Gobierno de "concordia nacional", abierto a la participación de diversas sensibilidades políticas y de carácter "honrado, profesional y patriótico". Se adivinaba desde ya cómo iba a funcionar el reparto de roles en esta alianza bipersonal no exenta de divergencias. Así, Yúshchenko se concentraría en la diplomacia, en el allanamiento de obstáculos para el ingreso del país en la UE y la OTAN, y en la remoción también de las suspicacias que pudiera tener el poder de Moscú, al que se transmitiría el mensaje de que el nuevo Ejecutivo ucraniano no albergaba posturas nacionalistas antirrusas y que su deseo era preservar la actual "asociación estratégica" de índole económica.

Por su parte, Tymoshenko, quien, salvo que la flamante legislación fuera revocada por el Tribunal Constitucional o por la propia Rada, pasaría a tener más poder que Yúshchenko en el plazo de unos meses, lidiaría con la corrupción ("ha llegado el momento de despejar el camino y quitar de en medio todo lo que estorba", afirmó) sin descartar la investigación criminal de actuaciones del anterior Ejecutivo, aplicaría una espinosa disciplina fiscal, impulsaría decisivamente las reformas liberales de mercado (en una coyuntura macroeconómica excepcionalmente buena, con un nivel récord de divisas y una tasa de crecimiento anual en 2004 del 12%) y revisaría determinadas privatizaciones realizadas por los gobiernos de Kuchma.

Antes de ser designada, Tymoshenko quiso modular su tono al de Yúshchenko asegurando que Ucrania y Rusia, por vecindad geográfica, lazos culturales e interacción económica, estaban condenadas a mantener unas relaciones de cooperación muy estrechas. Asimismo, dio seguridades de que la mayoría de población rusohablante de los oblasts orientales y meridionales, que acababa de pronunciarse masivamente por Yanukóvych en las elecciones, conservaría intactos sus derechos idiomáticos. Sin embargo, sobre los tratos bilaterales gravitaba el serio problema de las actuaciones judiciales y policiales contra Tymoshenko. Si la Fiscalía General de Ucrania, el 28 de enero, canceló todas las causas que mantenía abiertas contra ella, su marido y su suegro, la Fiscalía General de Rusia aclaró que sus diligencias seguían abiertas. Mientras Rusia no levantara su investigación de los supuestos sobornos y su orden internacional de búsqueda y captura, Tymoshenko no se arriesgaría a viajar a ese país.

En el Gabinete que Tymoshenko sometió a la aprobación de la Rada destacaban las presencias del ex primer ministro (2001-2002) Anatoliy Kinaj, jefe del Partido de los Empresarios e Industriales de Ucrania (PPPU), para el puesto de primer viceprimer ministro; Oleh Rybachuk, Mykola Tomenko y Roman Bezsmertniy, tres diputados del BNU, como viceprimeros ministros; Borys Tarasyuk, líder del Ruj Popular de Ucrania, en Exteriores; el académico independiente Anatoliy Hrytsenko en Defensa; el socialista Yuriy Lutsenko en Interior; y Víktor Pynzenyk, líder del partido Nuestra Ucrania (antes llamado Partido del Orden y las Reformas), en Finanzas.

Además, Oleksandr Turchynov, el verdadero factótum de Tymoshenko, pasó a hacerse cargo del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU). Llamaba poderosamente la atención la escasa representación ministerial del BYuT en este equipo, siendo de hecho Tymoshenko y Turchynov los únicos miembros de dicho colectivo político. El acaudalado Petro Poroshenko, uno de los más estrechos lugartenientes de Yúshchenko y potencial rival de Tymoshenko por la jefatura del Gobierno, fue nombrado por el presidente secretario del RNBO.

El 4 de febrero de 2005 la Rada otorgó la confianza a Tymoshenko y su Gabinete con un volumen de votos muy superior al esperado, 373, 147 más de los requeridos. De manera sorprendente, casi todos los parlamentarios elegidos en 2002 en las listas de la ZYU y el SDPU-o votaron a favor, siendo el KPU el único grupo que se expresó en contra. Este masivo voto de confirmación concedía a Tymoshenko un período de gracia de un año, tiempo en el cual no podía ser sometida a una moción de censura. Igualmente llamó la atención el visto bueno dado por 357 diputados al programa gubernamental. El texto, muy neutro, no presentaba ni números económicos de deseado cumplimiento ni fechas para la ejecución de las políticas, sino tan sólo una visión general de las reformas con las intenciones de impulsar el bienestar de los ucranianos, cumplir con los estándares europeos en el ordenamiento del Estado y desarrollar la sociedad civil.

Tymoshenko aguardó a la celebración de su primer Consejo de Ministros para ser más explícita. Puesto que sus intenciones eran extirpar la corrupción, a la que ella definió como un "cáncer que penetra en cada célula de nuestra sociedad", introducir "orden" en el país y terminar con la influencia de los grupos económicos en el Ejecutivo y la Administración del Estado, el Gobierno se disponía a revisar y denunciar ante los tribunales de justicia nada menos que 3.000 contratos de privatización. Toda empresa que hubiese ido a parar a "manos deshonestas" o cuyo proceso de privatización presentara "irregularidades", sería renacionalizada para volver a ser privatizada mediante una nueva subasta libre de toda opacidad. El objetivo de esta vasta campaña, que no casaba bien con las credenciales liberales adjudicadas a Tymoshenko, era doble: afirmar la independencia y honestidad de las instituciones políticas, y proporcionar al Estado más ingresos, los considerados justos, por la venta de su parque empresarial.

La primera compañía que corrió ese sino fue la emblemática Kryvorizhstal, la mayor acería del país, que había sido vendida el año anterior por sólo 800 millones de dólares al postor que menos ofrecía, un consorcio participado por oligarcas de Donetsk y Viktor Pinchuk, el hijo político de Kuchma y el viejo socio mercantil de Tymoshenko, aunque ella ahora calificaba su etapa de gran empresaria como "un incidente en mi vida".

El 5 de febrero el Consejo de Ministros declaró nulo el contrato de privatización del gigante metalúrgico y días después, oportunamente, un tribunal de Kyiv estableció que aquella operación no se había ajustado a la ley. En octubre, una vez allanados todos los obstáculos legales, Kryvorizhstal iba a ser revendida a la mayor productora mundial de acero, Mittal Steel, por 4.800 millones de dólares, permitiendo a las autoridades ucranianas alardear de la más cara privatización en el espacio ex soviético. Sin embargo, produjo perplejidad y cierta inquietud que los grandiosos planes económicos de Tymoshenko contradijeran los mucho más modestos de Yúshchenko, quien con auténtico celo liberal cuantificó las compañías susceptibles de desprivatizar en no más de 40. La primera ministra quería también que el Estado se quedara con una cuota minoritaria de acciones de las empresas sometidas a reprivatización.

Además, parecía que el presidente se sentía incómodo con los anuncios gubernamentales del descubrimiento de hasta 20.000 delitos económicos cometidos bajo el régimen anterior y la apertura contra ex funcionarios al servicio de Kuchma de cientos de expedientes penales relacionados con actos de corrupción, abuso de poder o manipulación electoral. La falta de sintonía asomaba asimismo ante el escenario de un mercado común con Rusia, Bielarús y Kazajstán en el seno del llamado Espacio Económico Único, que Yúshchenko contemplaba con interés pero del que Tymoshenko no quería ni oír hablar.

En julio de 2005, mientras las encuestas domésticas indicaban que la primera ministra superaba en popularidad al jefe del Estado, la revista Forbes situó tercera a Tymoshenko en su lista de las cien mujeres más poderosas del mundo, por detrás de la secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, y la viceprimera ministra de China Popular, Wu Yi. Sin embargo, este poderío tenía los días contados.

A finales del verano, en medio de un rampante descontento social por la abrupta desaceleración del crecimiento económico, el encarecimiento de los precios y la percepción del incumplimiento de las promesas de la coalición naranja sobre una mejora del nivel de vida de la población, y con el prolegómeno de una situación calcada de la acontecida un lustro atrás como era el anuncio de una reforma del sector del carbón, esta vez centrada en la liquidación de las deudas que el Estado tenía con dicha industria –y que la primera ministra explicó personalmente a los mineros de Donetsk en una visita efectuada al óblast a últimos de agosto-, Tymoshenko se convirtió en la gran damnificada por la tormenta de acusaciones de corrupción que se abatió sobre el Gobierno.

La crisis estalló el 3 de septiembre con la dimisión del secretario de Estado al frente del Gabinete Presidencial, Oleksandr Zinchenko, acompañada de la denuncia de que el entorno de Yúshchenko estaba lleno de corruptos. Zinchenko señalaba en particular a Poroshenko, al asesor presidencial Oleksandr Tretyakov y a Mykola Martynenko, jefe de la facción parlamentaria del nuevo partido de Yúshchenko, la Unión Popular Nuestra Ucrania (NSNU). Cuatro días después dio idéntico portazo Mykola Tomenko, el viceprimer ministro para asuntos sociales y culturales, quien subrayó que las corruptelas y las influencias oligárquicas seguían campando por sus respetos en las máximas instancias del Estado, y que el espíritu y los objetivos de la Revolución Naranja estaban siendo arruinados.

El 8 de septiembre el vapuleado Poroshenko presentó su renuncia, que a su vez precipitó la decisión de Yúshchenko, ese mismo día, de destituir al Gobierno en pleno, con su jefa a la cabeza, y de encomendar la formación de un nuevo Gabinete al gobernador de Dnipropetrovsk, Yuriy Yejanurov. Yúshchenko justificó el sacrificio de la dama naranja, pese a estar libre de imputaciones personales de corrupción, "como un asunto de honor", por haber preferido las "intrigas entre bastidores" en lugar de los "ideales del Maidán", por haber intentado cancelar deudas contraídas por la YESU con el Estado y con Gazprom, y por su incapacidad para coordinarse con otras instancias del Ejecutivo.

Para algunos observadores, las verdaderas razones del cese Tymoshenko no eran diferentes de las que habían rodeado su destitución por Kuchma como viceprimera ministra en 2001: con sus modos expeditivos y destemplados, Tymoshenko perjudicaba los intereses corporativos de importantes grupos industriales e irritaba al poder político de Moscú, con el que Yúshchenko quería mantener relaciones cordiales a toda costa. Sin embargo, la marginación de Tymoshenko no se tradujo en una mejora del diálogo económico con Rusia; al contrario, preludió una etapa de desencuentro que llegó a su clímax en diciembre de 2005 y enero de 2006 por la decisión de Gazprom de encarecer drásticamente las ventas energéticas y por la negativa de Kyiv a abonar las nuevas facturas.

La represalia rusa, consistente en el cese de los suministros de gas, aunque sólo duro un par de días, hasta que las partes entraron en razón y volvieron a la mesa de negociaciones, provocó daños añadidos a la presidencia de Yúshchenko, que ya estaba profunda y prematuramente erosionada. Tymoshenko reaccionó a la expulsión gubernamental de septiembre de 2005 con su acostumbrado tono porfiado. Acusó a Yúshchenko de haber "destruido prácticamente nuestra unidad, nuestro futuro y el futuro del país", culpó como instigadores del decreto de cese a funcionarios corruptos del entorno del presidente, denunció que el RNBO actuaba como un gobierno paralelo y escamoteó todo apoyo parlamentario al Gobierno de Yejanurov.


6. Segunda etapa en la oposición parlamentaria (2005-2007)

Los amagos de recomponer la unidad perdida, protagonizados fundamentalmente por Tymoshenko, no fructificaron y Yúshchenko prefirió pactar con Yanukóvych un memorándum de entendimiento que entre otros aspectos frenaba en seco la campaña de reprivatizaciones. La comparecencia conjunta de Tymoshenko y Yúshchenko el 22 de noviembre de 2005 en el Maidán para conmemorar el primer aniversario de la Revolución Naranja sólo produjo arengas y llamamientos a respaldar en las urnas dos opciones políticas, el BYuT y el BNU, que se miraban como rivales.

La frialdad y la tirantez en las relaciones entre los máximos líderes de la protesta cívica de 2004 iba a durar como mínimo hasta las trascendentales elecciones legislativas del 26 de marzo de 2006, de las que, en virtud de la reforma constitucional vigente en enero de ese año, iba a salir un primer ministro perteneciente al partido o la alianza de partidos más votados y con los poderes reforzados. Convencida de tener la razón de su parte, con la conciencia limpia y con la satisfacción añadida de tener ya resueltas sus cuitas judiciales en Ucrania y Rusia –el 26 de septiembre de 2005 la Fiscalía Militar del país vecino había cancelado la orden internacional de arresto que pesaba sobre ella luego de acudir a Moscú para testificar de manera voluntaria-, Tymoshenko afrontó los comicios postulándose a primer ministra, enarbolando la bandera de la "solidaridad" y dándose baños de multitudes en una campaña que libro a pie de calle y sin apenas publicidad televisiva.

El 26 de marzo de 2006 el BYuT, integrado por el VOB y el USDP, capturó el liderazgo electoral de la antigua Fuerza del Pueblo con el 22,3% de los votos y 129 diputados, en tanto que los seis partidos del yushchenkista BNU sólo recogieron el 13,9% y 81 escaños. Saltaba a la vista que el grueso de quienes habían agitado el color naranja año y medio atrás se había decantado por Tymoshenko y castigado a Yúshchenko, considerado el principal responsable de la desunión de los demócratas prooccidentales.

En Kyiv y en la mayoría de los oblasts del oeste los partidarios de la ex primera ministra se impusieron con rotundidad. Pero las peleas fratricidas de los antiguos revolucionarios tuvieron un precio que se cobró con creces Yanukóvych, cuyo PR ganó los comicios con una mayoría simple de 186 escaños con el 32,1% de los votos. Con la adición del SPU, cuarta fuerza de la Rada entrante con 33 diputados, los partidos de la antigua coalición contra Kuchma podían formar un Gobierno que descansaría en una mayoría absoluta de 243 escaños.

Venciendo sus mutuas desconfianzas y ciertas antipatías personales, los dirigentes emprendieron unas arduas negociaciones que el 21 de junio, tras varias fintas de ruptura y al filo del plazo legal de 90 días, vencido el cual habría que convocar nuevas elecciones, desembocaron en un anuncio de acuerdo para restablecer la coalición naranja. Tymoshenko, haciendo valer su primacía electoral, arrancó de unos reluctantes Yúshchenko y Moroz su retorno al cargo de primera ministra.

Todo parecía listo para que Tymoshenko pudiera ejercer su arrogada condición de "última esperanza" del cumplimiento de las promesas hechas al pueblo en el histórico otoño de 2004. Pero el 6 de julio el acuerdo tripartito saltó por los aires al ponerse de acuerdo los socialistas con regionalistas y comunistas para investir presidente de la Rada a Moroz. Este se hizo con un puesto que las negociaciones con Tymoshenko y Yúshchenko habían reservado a Poroshenko y al que el jefe socialista aparentemente había renunciado a cambio de una cuota ministerial para su partido en el futuro Gobierno.

La traición de Moroz frustró la constitución del ejecutivo del BYuT, el BNU y el SPU, no dejando más opción a Yúshchenko, una vez descartada la convocatoria de nuevas elecciones, que nombrar primer ministro el 3 de agosto a su archiadversario de las presidenciales de 2004, Yanukóvych, en aras de un Gobierno estable y de mayoría. Una cohabitación impensable hasta hacía días inició su andadura en Ucrania. El tumulto político de julio de 2006, por tercera vez en menos de seis años, supuso para Tymoshenko su marginación del poder institucional, pero cuanto más la arrinconaban sus enemigos y detractores, más crecía su carisma entre la población, facilitando la difusión de enérgicos mensajes cargados de populismo y victimismo.

Tras reclamar en vano la celebración de elecciones anticipadas, la dirigente se acomodó en la oposición, dedicándose a deslegitimar el acuerdo de "consenso universal" adoptado por el PR, la NSNU, el SPU y el KPU ("es un acta de capitulación política", dijo) así como el nuevo Gobierno de Yanukóvych ("un cóctel molotov político", a su juicio), y afanándose en articular en la Rada un bloque opositor capitaneado por ella que inicialmente ganó la adhesión de varios diputados del BNU y el SPU, aunque por otro lado el BYuT sufrió la deserción de algunos legisladores que se pasaron al oficialismo.

El 24 de febrero de 2007 Tymoshenko se apuntó un gran éxito con la firma por su bloque y el de los yushchenkistas, golpeado por un reguero de defecciones, de un acuerdo que alumbraba una "oposición unida". El presidente saludó este primer paso dirigido a recomponer la antigua coalición naranja, principio de un acercamiento a Tymoshenko que fue paralelo a un acelerado deterioro de las relaciones con Yanukóvych, al que Yúshchenko acusaba de acrecentar sus filas con tránsfugas seducidos a golpe de talonario.

En abril de 2007, la amenaza materializada por el jefe del Estado de disolver la Rada y de acudir a elecciones anticipadas ante el "ilegítimo" proceso de reorganización por el PR de una mayoría parlamentaria progubernamental capaz de introducir reformas constitucionales fue entusiásticamente respaldada por Tymoshenko. Por otro lado, la opositora, de vuelta de un viaje a Estados Unidos, desató las iras del Gobierno ruso por sus declaraciones en una entrevista al periódico The Washington Times y en un artículo para la revista Foreign Affairs, donde llamaba a "contener" la deriva "expansionista" del régimen "imperialista" de Putin.