Yoshihiko Noda

El 2 de septiembre de 2011, por sexto año consecutivo, el atribulado Japón estrenó primer ministro en la persona de Yoshihiko Noda, ministro de Finanzas en el Gobierno del dimitido Naoto Kan, al que tomó el testigo como jefe del Partido Democrático (Minshuto). Tercer primer ministro de la fuerza ganadora de las históricas elecciones de 2009, Noda asume el mando en un contexto nacional muy delicado, cuajado de problemas estructurales y coyunturales: por un lado, el peor cuadro de deuda y déficit públicos de la OCDE, la fortaleza excesiva del yen y la persistente deflación, tres realidades que se confabulan contra la recuperación económica y dañan las condiciones laborales; por el otro lado, las secuelas del catastrófico terremoto y tsunami de marzo, con la crisis nuclear de Fukushima aún abierta, que el pueblo japonés ha encajado con ejemplar entereza pero que se llevaron por delante a Kan. Todo ello con un trasfondo de envejecimiento acelerado de la población y estancamiento general, si no declive.

Aunque conservador en materia fiscal y de entrada contrario a inflar aún más la desorbitada deuda del Estado (el 225% y subiendo), el gobernante asume la necesidad de perseverar en las medidas de estímulo y se resigna a subir los impuestos directos y a emitir bonos especiales para financiar la costosísima reconstrucción de las áreas devastadas por el seísmo, para la que ya se han presupuestado 16 billones de yenes. Otra de sus divisas, la defensa de una subida del IVA, topa con la realidad de la recesión, que sólo la demanda interna, y no unas exportaciones desfallecientes, puede conjurar. En la política exterior, el mandatario nipón deberá mejorar las relaciones con Estados Unidos, China (que ya ha superado a Japón en PIB), Rusia y Corea del Sur, afectadas en los últimos tiempos por diversos contenciosos y pronunciamientos.

En el terreno puramente partidista, el sobrio Noda también pone a prueba su capacidad de liderazgo en un Minshuto que, trece años después de su nacimiento por la fusión de una pléyade de agrupaciones de centro e izquierda y con sólo un bienio de experiencia de gobierno, ha adquirido todos los vicios que provocaron el hundimiento del durante medio siglo todopoderoso Partido Liberal Democrático (Jiminto), en el que un día militaron Noda y casi todos sus colegas, y al que ofreciéndose como alternativa laminaron en las urnas: la fragmentación en facciones rivales, que discrepan sobre la política económica, la sombra de la corrupción, las meteduras mediáticas de pata y las lagunas de inconsistencia en la gestión pública. Incluso las lecturas revisionistas de los crímenes de guerra japoneses han aflorado entre los demócratas, de lo que el propio Noda es buen ejemplo. En un país acostumbrado ya al baile de primeros ministros despedidos por la vía dimisionaria y con una clase política parca en liderazgo e hipersensible a las críticas, quedan en el aire la durabilidad del Gobierno Noda y la compleción de la legislatura en 2013.

(Texto actualizado hasta septiembre 2011)

1. Trayectorias en el Nuevo Partido y el Partido Democrático de Japón
2. Responsable de Finanzas en los Gobiernos Hatoyama y Kan
3. Las consecuencias económicas y políticas del terremoto de 2011
4. Séptimo primer ministro en el último lustro


1. Trayectorias en el Nuevo Partido y el Partido Democrático de Japón

Oriundo de la prefectura costera de Chiba, en el área metropolitana del Gran Tokyo, y perteneciente a una familia de limitados recursos mantenida por un militar del servicio Terrestre de las Fuerzas de Autodefensa de Japón, su no pertenencia a las clases pudientes no le impidió ingresar en la elitista Universidad Waseda de Tokyo, tradicional cantera de notables políticos y empresariales. En 1980 se graduó por la Escuela de Ciencias Políticas y Económicas de Waseda, y posteriormente amplió su capacitación en el Instituto Matsushita de Administración y Gobierno (MIGM), un centro dedicado a la formación de líderes.

En mitad de la veintena, Noda, interesado al principio por la profesión periodística, estaba decidido a abrirse camino en la política representativa, empezando en el nivel local y en las filas de la fuerza hegemónica del país, el conservador Partido Liberal Democrático (Jiminto). Su primera campaña electoral, en abril de 1987, fue para un puesto en la Asamblea de la Prefectura de Chiba, el cual ganó, gracias a su familiaridad con los vecindarios de la circunscripción y su buena oratoria. Este modesto mandato, ejercido durante seis años, le enfiló hacia el escaño en la Cámara de Representantes de la Dieta o Parlamento de la nación, pero ya no a bordo del Jiminto, sino con el Nuevo Partido de Japón (Nihon Shinto), una de las tres grandes escisiones de corte reformista y progresista sufridas por los liberaldemócratas entre 1992 y 1993 como resultado de un largo período de escándalos de corrupción y peleas internas. El Shinto había sido lanzado en mayo de 1992 por Morihiro Hosokawa, antiguo prefecto de Kumamoto y campeón de la regeneración política en Japón.

Noda consiguió su objetivo en las históricas elecciones generales de julio de 1993, convocadas tras ser derribado el Gobierno liberaldemócrata de Kiichi Miyazawa en una moción de censura presentada por el Partido Socialista y respaldada decisivamente por las recientes hornadas de legisladores escindidos y rebeldes del oficialismo. Con 35 diputados, entre ellos Noda, que representaba al distrito 1 –plurinominal- de Chiba, el Shinto saltó al Gobierno con Hosokawa de primer ministro y coaligado con otros seis partidos de todo el arco opositor, entre ellos los otros dos grupos separados del Jiminto: el Partido de la Renovación de Japón (Shinseito), de Tsutomu Hata e Ichiro Ozawa, y el Nuevo Partido Pionero (Shinto Sakigake), de Masayoshi Takemura, Shusei Tanaka, Naoto Kan y los hermanos Kunio y Yukio Hatoyama.

En los años siguientes, Noda fue un actor, aunque de segundo nivel, en la agitada trayectoria del nuevo centro reformista nipón, pasto de sucesivas disputas y recomposiciones hasta que acertó a unificarse como Partido Democrático de Japón (Minshuto) en 1998. Así, el Shinto, tras ser descabalgado del Gobierno al cabo de los efímeros gabinetes de Hosokawa y Hata, dimitidos con dos meses de diferencia entre sí en 1994, se fusionó en diciembre de ese año con el Shinseito, el budista Partido del Gobierno Limpio (Komeito) y otras formaciones menores para dar lugar al Partido de la Nueva Frontera (Shinshinto), cuya jefatura terminó asumiendo, aunque con mucha polémica debido a sus maneras autoritarias, Ichiro Ozawa.

Noda perdió la reelección en la Dieta en los comicios de octubre de 1996, que depararon unos resultados decepcionantes al Shinshinto al sacar 156 escaños, 83 menos que el Jiminto del primer ministro Ryutaro Hashimoto. Sin solución de continuidad, el Shinshinto, convulsionado por el liderazgo autocrático de Ozawa, entró en un imparable proceso de desintegración que empujó a las facciones de Hata, Hosokawa y otras a converger con el primer Minshuto montado por Hatoyama y Kan, a su vez separados del Sakigake. Como resultado de la amalgama de agrupaciones opositoras, el 27 de abril de 1998 inició oficialmente su andadura el nuevo Minshuto, con Kan de presidente, Hata de secretario general y Hatoyama de vicesecretario general. Noda, de siempre crítico con Ozawa, estuvo entre los primeros en abandonarle.

Noda tuvo que esperar hasta después de las elecciones de junio de 2000 para adquirir alguna relevancia en el Minshuto, el cual, pese a su fuerte salto (127 escaños con el 25,5% de los votos) en comparación con el rendimiento del primer partido del dúo Hatoyama-Kan en 1996, no consiguió igualar los resultados obtenidos entonces por el Shinshinto de Ozawa. Una vez recobrado el escaño en la Cámara, en representación ahora del distrito 4 de Chiba, Noda fue ganando peso en el grupo parlamentario y en septiembre de 2001 se convirtió en el ministro de la Reforma Administrativa dentro del llamado próximo gabinete de la principal bancada opositora.

El 23 de septiembre de 2002 el diputado disputó a Hatoyama la Presidencia del Minshuto, pugna en la que terció también Kan, entonces secretario general. Hatoyama consiguió la reelección, pero poco después, en diciembre, dimitió por no encontrar apoyos para su propuesta de fusión con el pequeño partido Jiyuto de Ozawa, tomándole el relevo Kan. En la recomposición interna que siguió, Noda fue hecho presidente del Comité demócrata para Asuntos de la Dieta.

Reelegido en su escaño en los comicios del 9 de noviembre de 2003, vueltos a ganar, y de manera rotunda, por el Jiminto gracias al liderazgo carismático de su presidente y primer ministro Junichiro Koizumi -lo que convirtió en agua de borrajas el salto de los demócratas a los 177 puestos en la Cámara-, Noda fue nombrado en septiembre de 2004 titular de Finanzas en el próximo gabinete del Minshuto, conducido ahora, aunque por poco tiempo también, por Katsuya Okada. Un año después, el 11 de septiembre de 2005, el de Chiba fue uno de los 113 diputados demócratas que consiguieron salvarse de la debacle sufrida a manos del partido del Gobierno, que reconquistó la mayoría absoluta e hizo trizas las expectativas de poder de sus adversarios. Okada arrojó la toalla y su sustituto, Seiji Maehara, repuso a Noda en el Comité para Asuntos de la Dieta.

Este puesto le duró a Noda lo que aguantó en el mando Maehara, es decir, unos meses. En marzo de 2006, asaltado por un escándalo bastante pueril en torno a un falso correo electrónico que ponía de corruptos a unos diputados del Jiminto, Maehara presentaba la renuncia, arrastrando con él al titular del Comité para Asuntos de la Dieta. Noda permaneció en el dique seco hasta agosto de 2007, cuando Ozawa, sexto presidente del partido en ocho años, le recuperó para las posiciones directivas como responsable del Comité de Relaciones Públicas del Minshuto. En su labor de portavoz del principal partido de la oposición, Noda se encargó de difundir la posición del Minshuto favorable a enmendar la Constitución para convertir las Fuerzas de Autodefensa en unas verdaderas Fuerzas Armadas orientadas a la participación de tropas japonesas en las misiones de paz de la ONU. Esta postura revisionista tenía en Noda, sin embargo, un chirriante tono nacionalista que recordaba vivamente las actitudes más derechistas de los liberaldemócratas.

Ya en 2005, el diputado había levantado una fuerte polémica, con agrias repercusiones en China y Corea del Sur, al asegurar que los criminales de guerra de la clase A juzgados y condenados por los aliados tras la rendición nipona en la Segunda Guerra Mundial ya habían pagado sus cuentas con la historia y se les debía dejar de considerar tales. Además, había respaldado las controvertidas visitas de Koizumi al santuario shintoísta de Yasukuni, donde reposan los restos de los reos ajusticiados. Ahora, Noda volvió a irritar a China al insistir en la necesidad de que Beijing iniciara conversaciones directas con el Dalai Lama. En mayo de 2009 le llegó el turno de dimitir a Ozawa, víctima de la enésima acusación de trapacería e irregularidades contables. Hatoyama ganó la elección interna que le devolvió a la Presidencia demócrata y cesó como secretario general. El segundo cargo del partido en importancia lo desempeñó Noda en funciones y durante unos días, hasta que Hatoyama nombró para el mismo a su rival en elección interna, Okada.


2. Responsable de Finanzas en los Gobiernos Hatoyama y Kan

El virtual haraquiri del Jiminto, asfixiado por un descrédito sin precedentes a causa de los escándalos de corrupción, la mala gestión de la aguda crisis económica y la labilidad de sus líderes (tras la marcha de Koizumi en 2006 se habían sucedido tres efímeros primeros ministros, el último, desde septiembre de 2008, Taro Aso), puso en bandeja el triunfo arrollador, no obstante sus propios problemas internos, del Minshuto, que en las elecciones del 30 de agosto de 2009 marcó un antes y un después en 63 años de democracia al obtener una mayoría absoluta en la Cámara baja de 308 diputados con el 42,4% de los votos.

El 16 de septiembre de 2009 Yukio Hatoyama fue investido primer ministro de un Gobierno de coalición con el Partido Socialdemócrata (Shaminto) y el centroderechista Nuevo Partido Popular (Kokuminshinto), los cuales aseguraban la mayoría absoluta en la Cámara de Consejeros. Fue la ocasión para Noda de, a sus 52 años, estrenarse en las tareas de gobierno. Hatoyama le nombró viceministro de Finanzas, rango que pasó a compartir con Naoki Minezaki y que estaba directamente supeditado al titular del Ministerio, Hirohisa Fujii, un veterano de 77 años que ya desempeñara este mismo cometido en el Gobierno Hosokawa de 1993-1994.

Noda y sus colegas del Ministerio de Finanzas encararon un panorama tremendamente adverso: como resultado de las medidas de estímulo fiscal aplicadas por el Gobierno anterior para sacar al país de su peor recesión desde el final de la guerra y también ante la persistente debilidad de los ingresos tributarios, el déficit y la deuda públicos iban camino de alcanzar el 9% y el 200% del PIB respectivamente, registro ominoso que no tenía parangón en la OCDE. Además, los precios, con bajadas mensuales del 2%, pintaban un cuadro deflacionista nefasto para el consumo y por ende para la recuperación económica. Para terminar de complicar el escenario, el yen se cotizaba demasiado fuerte con respecto al dólar, lo que penalizaba las exportaciones.

Durante la campaña electoral, Hatoyama había prometido una batería de medidas sociales para hacer más llevaderos la crisis y el repunte del paro, cuyo coste confiaba hacer sostener en un ahorro masivo de gastos corrientes y burocráticos, sin necesidad de subir los impuestos. Ahora, el flamante primer ministro se encontró ante el dilema de seguir apostando por expandir la demanda interna, apoyar a las familias y como resultado –estando descartada un alza de los impuestos- desmadrar el déficit, o bien comedir el gasto público, blindar la solvencia de la deuda soberana y a cambio arriesgarse a provocar una recaída en la recesión y más paro. En los debates internos, Noda, al parecer, se manifestó sin ambages en favor de contener el gasto y de evitar contraer más deudas.

Llegado diciembre, el Gobierno se decantó por una decisión salomónica a corto plazo consistente en la aprobación de un nuevo plan anticrisis, el cuarto desde 2008, dotado de 7,2 billones de yenes pero acompañado de una revisión a la baja de las costosas medidas de alivio social prometidas antes de las elecciones. El nerviosismo por el estrecho margen de maniobra con que contaba el Ejecutivo alcanzó cotas insospechadas en el Ministerio de Finanzas, cuyo titular, el anciano Fujii, se vio obligado a presentar la dimisión aquejado de hipertensión y agotamiento físico el 5 de enero de 2010.

Noda era un sustituto legítimo, pero Hatoyama prefirió entregar la sensible cartera de Finanzas a su segundo de a bordo, Kan, viceprimer ministro multitarea que entre otras áreas tenía voz en todo lo relacionado con las finanzas Si Noda pasaba por un conservador bastante ortodoxo en materia fiscal, para Kan, de raíces socialdemócratas, la prioridad absoluta era crecer, o al menos lo había sido hasta ahora. Noda continuó en su posición viceministerial, con pocos riesgos de entrar en conflicto con su nuevo jefe porque Kan ya estaba haciéndose a la idea de que el ajuste fiscal tendría que plantearse antes o después.

La acumulación de reveses en un tiempo récord (historial de meteduras de pata en relación con ciertos dineros personales y del partido; enfado popular por el incumplimiento de varias promesas electorales de corte social y por el mantenimiento de la base aérea estadounidense de Futenma en Okinawa; portazo al Gobierno, como resultado de lo anterior, de los socialdemócratas) arrastró al atribulado Hatoyama a la dimisión el 2 de junio de 2010, menos de nueve meses después de estrenar el cargo. A Hatoyama le cogió el testigo Kan, ahora mismo y sin asomo de dudas la personalidad más potente del Minshuto. El 8 de junio tomó posesión el nuevo Gabinete y, indicio de que los demócratas sucumbían ya a las presiones de los mercados, la cartera liberada por Kan pasó a manos de Noda, quien se puso manos a la obra para ejecutar la nueva disciplina fiscal anunciada, a su pesar, por el primer ministro debutante.

El Gabinete Kan se propuso echar freno a la emisión de deuda soberana, poniendo como tope los 44,3 billones de yenes, para asegurar la confianza de los mercados en los bonos japoneses y mantener sus notas de rating, y, como compensación, elevar el IVA del 5% al 10% a medio plazo y mantener congelado el gasto público durante un trienio. El objetivo a largo plazo (se barajó la fecha de 2021) era liquidar el déficit y obtener un balance de superávit en las cuentas del Estado. Las medidas anunciadas por el Gobierno cayeron como un jarro de agua fría en los electores, que en los comicios senatoriales parciales del 11 de julio decidieron castigar al Minshuto a modo de plebiscito sobre su gestión. La obtención por el partido gobernante de menos escaños (44) que el resucitado Jiminto (51) supuso la pérdida por el oficialismo del control de la Cámara alta y desató una tormenta interna, hasta el punto de escucharse el runrún de la dimisión de un primer ministro instalado hacía tan sólo un mes.

Menos preocupado por los daños políticos, Noda encarnó en adelante la perseverancia economicista del Gobierno, que siguió pregonando la urgente aprobación de una rigurosa reforma fiscal por la Dieta, en particular la duplicación del IVA, siendo necesario el asentimiento del Jiminto al carecer los demócratas de la mayoría absoluta en el Senado. El titular de Finanzas tenía otro frente abierto, el monetario: ante la imparable apreciación del yen, Noda advirtió que el Banco de Japón (BOJ), siguiendo instrucciones del Ministerio, podría intervenir en el mercado cambiario, por primera vez desde 2004, para forzar la depreciación de la divisa.

A finales de agosto, confrontados con las últimas cifras económicas que presentaban una recuperación extremadamente frágil tras dos años de profunda recesión (el PIB se había despeñado más de un 7% en 2008 y 2009), Kan y Noda anunciaron un paquete de medidas de estímulo del consumo privado de casi un billón de yenes con cargo a los fondos de reserva. Simultáneamente, el BOJ hizo una inyección de liquidez en el sistema financiero por valor de 10 billones de yenes. A mediados de septiembre, inmediatamente después de imponerse Kan a su retador Ozawa en una elección interna del liderazgo demócrata, la autoridad monetaria, superando sus reluctancias, materializó el aviso de Noda y realizó unas operaciones de venta de moneda nacional cuyo valor osciló entre los 300.000 y los 500.000 millones de yenes (al cambio, 3.600-6.000 millones de dólares) de acuerdo con las estimaciones iniciales; semanas después se supo que la operación había sido en realidad de mucho mayor calado, totalizando los 2,1 billones de yenes.

La intención del BOJ y el Tesoro era destinar estas ventas de yenes a insuflar dinero fresco a la languideciente economía y conseguir que los precios subieran. A renglón seguido, Kan hizo una remodelación ministerial que vino a reforzar la posición de Noda, perfilado como uno de los más influyentes miembros del Gabinete y como un candidato potencial de cara a una eventual sucesión. Llegado octubre, el BOJ dio el paso adicional de bajar los tipos de interés a virtualmente cero, mientras que el Gobierno, poniendo un paréntesis a sus iniciales intenciones de austeridad, dio luz verde a un segundo plan de estímulo por valor de 5,1 billones de yenes que serían canalizados a los gobiernos locales para la contratación de obras de infraestructura generadoras de empleo. Noda fue tajante en que el Tesoro no tiraría de emisiones suplementarias de bonos para financiar el paquete, sino que trabajaría con un presupuesto extraordinario confiado a los ingresos fiscales. Sin embargo, resultaba claro que, por tercer año consecutivo, el dinero con cargo a deudas iba a superar al ingresado por la vía impositiva.

El Gobierno demócrata se las veía y se las deseaba para cuadrar el sudoku económico. En noviembre, Noda y sus colegas se encontraron con la buena noticia de que el PIB había crecido en el tercer trimestre del año un 0,9%, bastante más de lo esperado. Por otro lado, el bloqueo por los senadores liberaldemócratas al suplemento presupuestario de 4,4 billones de yenes necesario para financiar el último paquete de estímulo fiscal fue sorteado al prevalecer la mayoría oficialista en la Cámara baja. Sin solución de continuidad, el siguiente caballo de batalla que se planteó fue la aprobación del presupuesto ordinario de 2011-2012, que contemplaba gastos por un total de 92,4 billones de yenes, una cantidad récord. En cuanto a los ingresos, el techo fijado para las emisiones de deuda soberana, de 44,3 billones, sería respetado. Cada vez resultaba más palmaria la necesidad de elevar el IVA, que se encontraba entre los más bajos del mundo, al 10%, a fin de engordar la recaudación. Kan y Noda formaban una piña al respecto, pero algunos colegas del Gabinete, particularmente los del círculo de Ozawa, el shogun en la sombra del Minshuto, ponían objeciones.

El 14 de enero de 2011 el primer ministro hizo una segunda remodelación ministerial para reforzar el área económica del Ejecutivo con vistas a facilitar la aprobación en la Dieta del próximo presupuesto y la negociación de la espinosa reforma del IVA. El 6 de marzo el Gobierno sufrió un severo contratiempo con la dimisión del popular ministro de Exteriores, Maehara, que superaba a Noda en la percepción como posible sucesor de Kan, tras reconocer que había admitido donaciones electorales de un proveedor extranjero. El asunto de las donaciones irregulares tocó de lleno al propio Kan, cuya popularidad se tambaleaba. A mayor abundamiento, se supo ahora que en el último trimestre de 2010, el año de la recuperación del crecimiento, con un 3,9% positivo global, la economía se había contraído un 0,3% con respecto a julio-septiembre y el 1,3% con respecto a octubre-diciembre de 2009. Si el primer trimestre de 2011 encadenaba una segunda cifra negativa, Japón se declararía de nuevo en recesión.


3. Las consecuencias económicas y políticas del terremoto de 2011

En estas complicadas circunstancias para Noda y los demócratas sobrevino la inmensa catástrofe del terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011 en la isla principal de Honshu, que mató a 20.000 personas, arrasó hasta extremos difíciles de imaginar vastas extensiones de las prefecturas costeras de Fukushima, Iwate y Miyagi, arrojó fuera de sus hogares a 320.000 residentes de toda la región de Tohoku y, sumando desastre al desastre, provocó una cadena de accidentes nucleares, con contaminación radioactiva de alcance incierto, en tres reactores de la planta de Fukushima I, que pusieron al mundo en vilo. La peor calamidad sufrida por el archipiélago nipón desde la Segunda Guerra Mundial desbarató los planes económicos del Gobierno y amenazó con darle el golpe de gracia a un país ya aquejado de muy graves dolencias estructurales.

Para afrontar la costosísima reconstrucción de las zonas devastadas por la ola gigante, donde había que retirar millones de toneladas de basura y escombros, reparar carreteras y puertos, levantar decenas de miles de viviendas y restablecer los servicios básicos de agua, luz y teléfono, y para indemnizar a los cientos de miles de damnificados por el seísmo, el Gobierno aprobó dos presupuestos extraordinarios, el primero por valor de 4 billones de yenes, el 22 de abril, y el segundo de 2 billones, el 5 de julio. Los mismos superaron el voto de la Dieta el 2 de mayo y el 25 de julio, respectivamente. Por otra parte, el BOJ, ya a las primeras de cambio, inyectó 15 billones de yenes en el sistema bancario.

Toda vez que valoraba en 16,9 billones las pérdidas ocasionadas por el terremoto de manera directa (el cálculo no incluía los daños generados por la crisis nuclear de Fukushima, cuyas secuelas iba a padecerlas la región durante generaciones), el Gabinete empezó a trabajar en la elaboración de un tercer presupuesto extra de 10 billones. Incluso en estas circunstancias excepcionales, Noda se aferró a la disciplina fiscal en el sentido de que no se recurriría a la emisión de bonos, sino a los recortes en otras partidas. Los analistas estimaron que dicho plan de financiación podría funcionar con los dos primeros presupuestos, que juntos sumaban 6 billones de yenes, pero aplicarlo también al tercero, mucho más voluminoso, parecía tarea imposible.

En mayo se conoció el dato de crecimiento correspondiente al primer trimestre del año, que fue negativo. La tasa, del -0,9% intertrimestral y el -3,7% anualizado, devolvía al país a la recesión, pero estaba claro que si no hubiera habido terremoto el retroceso habría sido prácticamente el mismo. El ruinoso seísmo sí tuvo un impacto fulminante en la cuenta corriente, cuyo superávit sufrió un enorme bocado por el súbito descenso de las exportaciones y el incremento en igual medida de las importaciones.

Pero la catástrofe nacional del 11 de marzo de 2011 no tardó en pasar facturas también políticas. Mientras Noda quedaba básicamente a resguardo gracias a su trabajo técnico, Kan, obligado a dar la cara y a rendir cuentas ante la población, vio cargar sobre su persona una catarata de críticas a la gestión de la crisis por el Gobierno. Así, multitud de encuestas reflejaron el malestar y la desconfianza de una mayoría de japoneses, que estaban sobrellevando la desgracia con ejemplar entereza, por el manejo en particular de la crisis de la central de Fukushima, donde la alerta nuclear, vigente mientras durasen las tareas de refrigeración y sellado de los reactores dañados, no disipaba las dudas sobre la verdadera dimensión de las fugas radioactivas y los riesgos para la salud. El principal error de Kan fue la dilación en admitir la gravedad del siniestro nuclear.

A lo largo de mayo, cobraron ímpetu los tambores de rebelión interna en el Minshuto, donde el siempre intrigante y poderoso Ozawa, inasequible a su derrota en la votación de septiembre por el liderazgo (entonces, el primer ministro superó el desafío de su predecesor en la presidencia del partido con un holgado margen de votos), amagaba con allanar su defenestración por la oposición parlamentaria. Kan se la jugó el 2 de junio, cuando hubo de someterse a una moción de censura presentada por el Jiminto. Finalmente, las facciones parlamentarias leales a Ozawa y Hatoyama, origen constante de críticas a Kan, Noda y el resto del núcleo duro del Gabinete, no votaron contra su propio líder y el baqueteado primer ministro sobrevivió.

Sin embargo, Kan estaba irremisiblemente tocado, así que justo antes de la votación en la Cámara baja, en una maniobra pensada para salir airoso del brete, sorprendió a los diputados con estas palabras: "En estos momentos estoy trabajando para la reconstrucción del país, pero una vez concluya mi labor tengo intención de dejar la responsabilidad a la siguiente generación". La promesa de renuncia en una fecha incierta no libró a Kan del asedio del creciente número de voces que pedía su marcha inmediata. A finales de julio, Kan, con la popularidad por los suelos, insistió aún en que su prioridad era la reconstrucción nacional y que no tenía intención de disolver la Cámara baja a corto plazo, viendo factible la celebración de elecciones en el verano de 2013, es decir, a la conclusión natural de la legislatura. Sin embargo, el cuestionado liderazgo del primer ministro ya no daba para más. El 23 de agosto, el ministro de Economía, Kaoru Yosano, reveló el secreto a voces de que su jefe se disponía a dimitir en cuestión de días y que estaba listo para entregar el mando a un sucesor en el partido y el Gobierno.

Los quinielistas políticos se lanzaron a identificar a los candidatos y a comentar sus pros y sus contras. Los nombres barajados eran el ex canciller Maehara, Banri Kaieda, actual ministro de Comercio, Michihiko Kano, el titular de Agricultura, Sumio Mabuchi, ex ministro de Transportes, y Noda, del que se destacaron su conservadurismo fiscal (con poco margen para aplicarse en la presente situación), su acérrima defensa de la subida del IVA, su vigilancia de la cotización del yen y su apoyo a la industria nuclear japonesa, ahora mismo acribillada de reproches. El de Finanzas era partidario de volver a poner en funcionamiento todas las centrales atómicas que estaban paradas para someterse a tests de seguridad, aunque por otro lado aceptaba una moratoria en la construcción de más reactores nucleares con vistas al progresivo abandono de este tipo de energía.

Maehara, que confirmó su aspiración, partía como favorito, aunque en su contra tenía los ecos del escándalo de las donaciones que le había costado el cargo en marzo. Además, era notoria su antipatía por China, un sentir hacia el principal socio comercial del país que ahora mismo Japón podría no permitirse. Claro que Noda no se quedaba manco en este tema, ya que, en un artículo, había advertido contra el "serio riesgo regional" que suponía la "rápida escalada militar" de los chinos. Por si fuera poco, hacía escasos días, el 15 de agosto, el ministro había reiterado su tesis de que los criminales de guerra de la clase A eran inocentes de dichos cargos a la luz del derecho nipón.

Durante unos días más, Noda siguió a lo suyo. El 24 de agosto, el ministro restó importancia a la rebaja por la agencia de calificación Moody's de la nota de solvencia de los bonos japoneses a 10 años, que pasaron de Aa2 a Aa3. El titular de Finanzas insistió en que la confianza de los compradores de deuda nipona seguía "intacta", tal como reflejaba el 1% de rentabilidad con que se subastaban. Además, anunció la creación de un fondo de emergencia de 7,6 billones de yenes con cargo a las reservas en moneda extranjera para apoyar las exportaciones de pequeñas y mediadas empresas perjudicadas por la persistente fortaleza del yen.


4. Séptimo primer ministro en el último lustro

El 26 de agosto de 2011, luego de prosperar en la Dieta sendos instrumentos legales sobre el presupuesto y sobre el fomento de las energías renovables, Kan materializó los anuncios oficiosos de dimisión hechos por terceros. Noda lanzó al punto su candidatura para batirse con cuatro rivales en las rondas de votaciones parlamentarias a las que estaban convocados los 398 representantes y consejeros del Minshuto. De los cinco, él era el único que defendía la subida de los impuestos al consumo. En la primera votación, Noda se deshizo de Maehara, Kano y Mabuchi. Sin embargo, con 102 votos, fue claramente superado por su colega Kaieda, quien recibió 143 adhesiones, casi todas procedentes de la facción de Ozawa. La segunda y definitiva ronda tuvo lugar el 29 de agosto y el ministro de Finanzas, respaldado por la mayoría de quienes habrían preferido a Maehara o Kano, ganó la partida por 215 votos contra 177.

Tras convertirse en el nuevo presidente del partido mayoritario de la Dieta y por ende en el próximo primer ministro de Japón, Noda llamó a la unidad del Minshuto, a estas alturas lastrado por la misma fragmentación en facciones que había conducido al Jiminto a su actual situación, y pasó lista a los desafíos más urgentes que enfrentaba el país, a saber: la destrucción dejada por el terremoto, la emergencia nuclear, la fortaleza excesiva del yen y la presión deflacionaria. El 30 de agosto la Cámara de Representantes invistió a Noda, con 54 años, primer ministro con 308 votos a favor y 157 en contra. El 2 de septiembre presentó el nuevo Gabinete, rejuvenecido con la ausencia de muchos veteranos conocidos por el público. El mismo día, Noda y sus ministros prestaron juramento de sus cargos ante el emperador Akihito, último trámite antes de tomar posesión.

Dos diputados del partido en la cuarentena de edad, inexpertos en la gestión de la cosa pública y poco conocidos pero de la total confianza de Noda, Jun Azumi y Koichiro Gemba, a la sazón oriundos ambos de prefecturas asoladas por el terremoto, fueron hechos ministros de Finanzas y Exteriores, respectivamente.

Azumi sería la mano derecha del primer ministro en la ejecución del tercer y abultado presupuesto extraordinario dedicado a la reconstrucción, el cual podría estar listo para su tramitación en la Dieta en cuestión de semanas. A diferencia de los dos anteriores, el tercer suplemento presupuestario tendría que ser financiado con recursos extraordinarios y temporales, de tres tipos: una emisión especial de bonos (luego con cargo a la deuda pública, que ya marcaba el 225%), una subida de los impuestos sobre la renta y de sociedades, y la venta de algunas propiedades del Estado. Más aún, el Gobierno ya estaba trabajando con el borrador de un cuarto presupuesto extra para el año fiscal que vencía en marzo de 2012, este por valor de entre 1 y 2 billones de yenes. En cuanto a la duplicación del IVA al 10%, seguía en la agenda del Ejecutivo, aunque Noda matizó ahora que no quería pillarse los dedos y que cualquier gravamen al consumo debía tener en cuenta la evolución trimestral del PIB, ahora mismo no muy halagüeña: el país seguía en recesión y estaba por ver si conseguiría zafarse de las cifras negativas en el tercer o el cuarto trimestre del año.

Por lo que se refería al Ministerio de Exteriores, Gemba tenía ante sí una agenda bastante apretada también. Noda, uno de los dirigentes más proestadounidenses del Minshuto, esperaba visitar pronto a Barack Obama para avanzar en las discusiones, arrastradas desde el acuerdo de principio de 2006, sobre la recolocación de la facilidad militar de Futenma en otro emplazamiento de Okinawa, opción que seguía topando con la oposición frontal de los isleños, los cuales exigían la completa desmilitarización de la prefectura, y que no concitaba simpatías en el ala izquierda del partido gobernante. Hatoyama había sucumbido al contencioso, Kan había confirmado el plan de levantar la nueva base en el distrito de Henoko y Noda, ahora, encaraba la impaciencia creciente de Washington, que aguardaba la decisión final de Tokyo para poder ejecutar su plan de trasladar a los 4.000 marines de Futenma a su isla de Guam.

Además de con Estados Unidos, Noda y Gemba debían mejorar las relaciones también con China, Rusia y Corea del Sur, afectadas por la propensión de los políticos nipones (ya sean de Jiminto o del Minshuto) a revisar con tonos ofensivos para quienes sufrieron los horrores de la ocupación imperial la historia de la Segunda Guerra Mundial. En el caso de las relaciones con Rusia, la parte ultrajada era Tokyo, que el año anterior había puesto el grito en el cielo por la visita del presidente Dmitri Medvédev a las islas Kuriles, cuya soberanía rusa los japoneses no reconocen. Por de pronto, Noda dejó claro que ni él ni nadie del Gabinete retomarían las polémicas visitas a Yasukuni.

Siguiendo con la costumbre de divulgar las aficiones populares de los líderes japoneses debutantes, los medios internacionales se han hecho eco de la devoción del sobrio y reservado Noda por las artes marciales y la lucha libre. Como judoka, luce en sus combates el cinturón negro. El primer ministro está casado y es padre de dos hijos.

(Cobertura informativa hasta 5/9/2011/)