Yoon Suk Yeol

En Corea de Sur, el turnismo bipartidista típico de esta consolidada democracia de Asia se ha inclinado por el campo conservador, rompiendo la cíclica de una década, en las elecciones presidenciales del 9 de marzo de 2022. Su ajustadísimo ganador, al cabo de una campaña bastante subida de tono, es Yoon Suk Yeol, candidato del opositor Partido del Poder Popular (PPP, derecha liberal). Con el 48,56% de los votos, Yoon, anterior fiscal general del país, le sacó tan solo un 0,73% de ventaja a Lee Jae Myung, del oficialista Partido Democrático de Corea (PDC, centro-izquierda socioliberal), al que pertenece el presidente saliente Moon Jae In.

El 10 de mayo Yoon inaugurará su mandato de cinco años no prorrogable en un escenario cuajado de incertidumbres por los impactos de la enésima ola de la COVID-19, cuya incidencia está desbocada en Corea del Sur (situación inimaginable hasta hace muy poco, la nación asiática encabeza de largo la tabla mundial de contagios diarios, más de 300.000, y empieza a estar entre las que más defunciones reportan), y la invasión de Ucrania, contestada por Seúl con su participación parcial en el esquema internacional de sanciones y boicot a Rusia. Son dos crisis a las que se suman el eterno expediente de las relaciones con Corea del Norte, tormentosas y oscilantes, y los complejos tratos triangulares con Estados Unidos, Japón y China.



A diferencia de todos sus antecesores en el cargo, Yoon Suk Yeol es un absoluto novicio en política y carece de experiencia en este terreno. Toda su trayectoria profesional ha discurrido en el ámbito de la justicia, dedicado a perseguir violaciones de las leyes, en vez de elaborarlas o ejecutarlas. Licenciado en Derecho por la Universidad Nacional de Seúl, en 1991 aprobó el examen para abogado y en 1994 inició una carrera de fiscal público que se prolongaría durante 27 años. En sus etapas en la Fiscalías de Daegu, Daejeon y Seúl, Yoon trabajó en la investigación de muchos casos de corrupción, formuló acusaciones y mandó a prisión provisional a una serie de funcionarios, cargos políticos y empresarios vinculados a las administraciones de los presidentes progresistas Kim Dae Jung y Roh Moo Hyun. También, fue instrumental en la pesquisa de los entresijos del gran escándalo político nacional de 2016-2017, que derivó en la destitución parlamentaria de la entonces presidenta de la República, la conservadora Park Geun Hye.

En mayo de 2017, justo después de asumir el Ejecutivo, Moon Jae In puso a Yoon al frente de la Fiscalía del Distrito Central de Seúl. Desde esta oficina, Yoon acusó por distintos presuntos delitos y pidió penas de prisión para Park, su inmediato predecesor en la Presidencia y correligionario, Lee Myung Bak, tres ex directores del Servicio de Inteligencia Nacional y un antiguo jefe del Poder Judicial, por citar solo a los nombres más relevantes de una larga lista de encausados que fueron procesados, llevados a juicio y condenados, empezando por los dos ex presidentes. Su relativa fama de neutralidad animó a Moon a nominar a Yoon para el puesto de fiscal general de Corea del Sur en junio de 2019. Al poco de sentarse en su nuevo y elevado despacho de fiscal, en septiembre de 2019, Yoon acusó formalmente a la esposa del recién estrenado ministro de Justicia de Moon, Cho Kuk, de falsificación documental, en el marco de unas investigaciones de presuntas irregularidades en el círculo familiar del político que terminaron acarreando su renuncia en el mes de octubre.

Esta y otras diligencias generaron intenso malestar en el gubernamental PDC, desde donde se acusó al fiscal general de servir a los intereses del PPP; paradójicamente, la primera fuerza de la oposición había recibido mal la designación de Yoon por haber perseguido a dos ex presidentes, Park y Lee, de sus colores. En noviembre de 2020 la sucesora de Cho Kuk en el Ministerio de Justicia, Choo Mi Ae, expresó a las claras el disgusto del Gobierno con Yoon ordenando su suspensión disciplinaria en el cargo por mala praxis. La ministra adujo unas supuestas violaciones del código ético, situaciones de abuso de poder y la obstaculización de investigaciones a personas próximas al abogado acusador. Yoon recurrió al Tribunal Administrativo de la capital, que en diciembre detuvo cautelarmente la suspensión y acto seguido anuló otra suspensión de dos meses.

El 4 de marzo de 2021 Yoon comunicó su marcha de la Fiscalía General y, confirmando las suposiciones del público, su decisión de lanzarse a la carrera para las elecciones presidenciales de 2022. En junio siguiente anunció formalmente su postulación presidencial y un mes más tarde puso fin a su independencia política dándose de alta en el PPP, a cuya elección primaria se presentaba. Se trató de una incursión puramente personal, no un fichaje desde la formación opositora, donde de hecho muchos vieron a Yoon como un diletante con mínimos conocimientos de la política de Estado y sin verdadero pedigrí conservador. Sin embargo, el ya ex fiscal era una figura muy conocida en Corea del Sur y gozaba de unas elevadas cotas de aceptación popular, a tenor de los sondeos. Una serie de polémicas personales relativas a su actuación desde la Fiscalía y por ciertos comentarios sobre temas de actualidad no malogró su estela ascendente, tal que el 5 de noviembre de 2021 Yoon, con el 47,8% de los votos, arrebató la nominación presidencial del PPP al favorito de partida, Hong Joon Pyo, el aspirante de la derecha que ya fuera batido por Moon Jae In en las elecciones de 2017. En su discurso de proclamación, Yoon prometió devolver al PPP al Gobierno para "terminar con la política de división e ira, corrupción y saqueo", practicada según él por el PDC.

El PPP de Yoon es una formación liberal conservadora surgida el 17 de febrero de 2020 de la fusión de cuatro formaciones ideológicamente próximas, en las coordenadas de la derecha: el Partido Libertad de Corea (PLC), el Partido Futuro de Corea, el Nuevo Partido Conservador y Hacia el Futuro 4.0. De ellos, solo era potente el PLC, hasta 2017 llamado Partido de la Nueva Frontera (Saenuri); a su vez, el Saenuri era el heredero de, sucesivamente y hacia atrás en el tiempo, el Gran Partido Nacional, el Partido de la Nueva Corea, el Partido Liberal Democrático y el Partido de la Justicia Democrática, tratándose este último del soporte civil de la última dictadura militar. Desde la normalización democrática de finales de la década de los ochenta del pasado siglo, esta saga partidaria de la tradición nacionalista y anticomunista ha ostentado el poder durante 19 años con otros cuatro presidentes republicanos: Roh Tae Woo en 1988-1993, Kim Young Sam en 1993-1998, Lee Myung Bak en 2008-2013 y Park Geun Hye en 2013-2017. El actual y joven presidente del PPP, Lee Jun Seok, llegado al puesto en junio de 2021, mantuvo unas notoriamente malas relaciones con Yoon hasta diciembre de 2021, cuando ambos líderes escenificaron su "reconciliación" en un restaurante en la ciudad de Ulsan.


EL PROGRAMA DE YOON: SEGURIDAD Y DEFENSA MÁS ASERTIVAS Y LIBERALISMO PROMERCADOEn consonancia con el ideario de los halcones del PPP, el presidente electo plantea un retorno a las concepciones duras sobre la seguridad y la defensa de Corea del Sur, lo que podría suponer un empeoramiento adicional de las ya muy tensas relaciones con el imprevisible régimen norcoreano, dedicado a lanzar misiles de diverso alcance sobre el mar y, de cuando en cuando, a vituperar al Sur con violenta retórica guerrera.

Así, Yoon propugna aumentar el número de interceptores del dispositivo de defensa antimisiles balísticos THAAD, adoptado por el Gobierno de Park y desplegado parcialmente durante la presidencia de Moon. Más aún, en septiembre de 2021 el candidato opositor dijo estar dispuesto a solicitar a Estados Unidos, potencia que desde el Armisticio de Panmunjom de 1953 mantiene con su fiel aliado asiático un Tratado de Defensa Mutua, el despliegue de bombas nucleares tácticas –revirtiendo así la retirada en 1991 de esta categoría de armas de destrucción masiva– tan pronto como Seúl percibiera una amenaza seria e inminente por la RPDC de Kim Jong Un, objetivo que sería entonces de un fulminante "ataque preventivo". Sin embargo, la posibilidad de renuclearizar la mitad sur de la península coreana –la mitad septentrional ya lo está– no figura en la agenda de la Administración Biden, además de suscitar la reacción airada de China.

Más tarde, Yoon se retractó sobre la posible reinstalación de ojivas nucleares tácticas en Corea del Sur y a cambio consideró "más realista" requerir de Estados Unidos la presencia de submarinos de su Armada con dotación nuclear en las aguas territoriales surcoreanas. Ahora, el nuevo presidente insiste en que el fortalecimiento de la alianza con Washington es necesario a fin de enviar un potente mensaje de "disuasión" al Norte. A la vez, no obstante, subraya su deseo de restablecer las líneas de cooperación económica, pero siempre que Pyongyang de pasos hacia la renuncia de su capacidad nuclear militar, manifiesta desde el primer test atómico realizado en 2006. Como todos los presidentes surcoreanos de uno u otro signo, Yoon no olvida expresar su esperanza de que la dos Coreas retomen la senda de la reconciliación y puedan algún día sellar el tratado de paz pendiente desde el mero cese de hostilidades que puso término de facto, que no de iure, a la guerra de 1950-1953.

En cuanto a las relaciones con Japón, lastradas aún por las heridas que dejó la brutal ocupación colonial de 1910-1945, el dirigente se presenta dispuesto a profundizar la cooperación trilateral sobre seguridad que incorpora a Estados Unidos. Y con respecto a China, primer socio comercial de Corea del Sur, Yoon ha declarado que desea abrir una "nueva era de mutuos respeto y cooperación" basada en un "diálogo de alto nivel estratégico". Aquí, una de cal y otra de arena, pues Yoon también ha mostrado interés en la iniciativa QUAD, el Diálogo Cuatrilateral de Seguridad con Japón, India y Australia que Estados Unidos revivió en 2017 dentro de sus esfuerzos para cercar geopolíticamente a Beijing en el ámbito indo-pacífico.

Sobre la economía y la sociedad, Yoon se ha comprometido a atajar el grave déficit de vivienda asequible que impide la emancipación de los jóvenes. Ha anunciado, con fuerte polémica al emplear un tono antifeminista, su deseo de suprimir el Ministerio de Igualdad de Género y Familia porque, a su entender, en Corea del Sur ya "no existe una discriminación sistémica" de las mujeres. Y ha desgranado una serie de medidas para reducir el peso del Estado en la economía, estimular las inversiones del sector privado con beneficios fiscales para las pymes y suprimir regulaciones en los mercados, incluido el laboral, para el que prescribe una mayor flexibilidad en las horas de trabajo y la abolición de la semana de 52 horas.

Su programa, marcadamente liberal en el terreno económico, no incluye acciones para acotar las posiciones dominantes o transparentar el funcionamiento de los chaebols, los poderosos conglomerados industriales de matriz familiar (Samsung, Hyundai Motor, SK, LG) que señorean la economía surcoreana y han protagonizado infinidad de escándalos de sobornos, malversación de fondos y abuso de poder. Este desinterés de Yoon en la reforma de los chaebols contrasta con el papel clave que, como fiscal, jugó en los arrestos de los patronos de algunos de estos emporios imputados por prácticas corruptas. Yoon pone énfasis en la transformación digital para impulsar a Corea del Sur hacia el estatus de gran potencia económica del mundo desarrollado, y esa meta requiere tener contentos a los chaebols tecnológicos. En particular, promete convertir al país de Extremo Oriente en una "superpotencia de los semiconductores" y en un campeón de la "Cuarta Revolución Industrial con Inteligencia Artificial", realizaciones que certificarían el éxito del "cambio de paradigma económico" por él propugnado, uno "liderado por el sector privado y la innovación".

En estos momentos, el PPP, de resultas de las elecciones legislativas de abril de 2020, solo dispone de 110 diputados en la Asamblea Nacional, dominada por los demócratas con una mayoría absoluta de 172 escaños. Los próximos comicios no tocan hasta 2024. Ahora bien, en el sistema surcoreano el presidente dispone de plenos poderes ejecutivos y es independiente del Parlamento. Ello implica, entre otras facultades, que el jefe del Estado puede nombrar a su discreción al primer ministro, si bien este luego ha de ser confirmado por la Asamblea. En Corea del Sur, el primer ministro es un cargo de tipo funcionarial, auxiliar del presidente, y no se corresponde al de un jefe del Gobierno (es el propio presidente el que actúa como tal); más bien, equivale a la figura, no recogida por la Constitución, del vicepresidente de la República.

(Cobertura informativa hasta 15/3/2022)