Yanis Varoufakis

A caballo entre el carisma y la polémica, desde enero de 2015 Grecia tiene en Yanis Varoufakis a un ministro de Finanzas que en ocasiones incluso ha desplazado del foco mediático, tal es la celebridad alcanzada, a su superior en el Gobierno y en el partido izquierdista, la SYRIZA, del que es diputado pero no militante, el primer ministro Alexis Tsipras.

Multifacético, informal y con un físico y una gestualidad llamativos, Varoufakis es un profesor de Economía ateniense de 54 años con una dilatada experiencia docente en universidades del Reino Unido y Australia, país este último del que conserva la doble nacionalidad. Se encuadra en la escuela económica post-keynesiana, está considerado una autoridad mundial en la teoría de juegos y antes de convertirse en representante político ya había adquirido fama como analista académico de las causas del crash de 2008 y la Gran Recesión, y como crítico severo de las recetas de recortes y austeridad para la crisis de las deudas de la Eurozona, que en Grecia han tenido un impacto social particularmente devastador. De verbo ágil, propenso a las frases tajantes y aparentemente cómodo en las situaciones dialécticas pese a su insistencia en el diálogo y en la construcción de "relaciones de confianza" con los socios y poderes europeos, se define a sí mismo como un "marxista errático" y como un "profesor de Economía arrastrado a la escena pública por el inane manejo por Europa de una crisis inevitable".

Si bien no es el autor del llamado Programa de Tesalónica, plan anticrisis de la SYRIZA que incide en la prioridad absoluta del crecimiento, el socorro social de emergencia y una reestructuración negociada de la descomunal deuda pública de Grecia (que ya alcanza el 185% del PIB), Varoufakis suscribe como suyas todas y cada una de las medidas contempladas por Tsipras y en proceso de ejecución. Si el primer ministro ha de verse las caras con Jean-Claude Juncker, Donald Tusk y Angela Merkel, el titular de Finanzas conduce personalmente las negociaciones, en extremo complicadas, con Mario Draghi (BCE), Christine Lagarde (FMI), Wolfgang Schäuble (Tesoro alemán) y Jeroen Dijsselbloem (Eurogrupo), de los que intenta arrancar, hasta ahora sin éxito, la renuncia a los términos del "humillante" segundo programa de salvamento crediticio de Grecia, expirado oficialmente el 31 de diciembre de 2014 y prorrogado por dos meses, y al mismo formato de la Troika de acreedores como interlocutora de la insolvente Grecia. El argumento de todos ellos es que Atenas ha de atenerse a lo pactado y no pretender cambiar las reglas del juego.

El 20 de febrero de 2015, tras toparse con el escepticismo o el rechazo frontal para sus demandas de negociar una quita parcial de deuda "favorable para todos" y, como alternativa a la anterior, proceder a un canje de títulos de deuda soberana por "bonos ligados al crecimiento" (fórmula esta última que sí fue acogida con interés por el Tesoro británico), Varoufakis, sin dejar de insistir en que su país tenía la voluntad de pagar sus débitos, se plegó a lo que él consideraba, no una extensión adicional del segundo rescate, sino un "acuerdo puente entre los programas anteriores y el acuerdo final" que Grecia deberá suscribir con sus prestamistas. A cambio de dinero fresco para hacer frente a los vencimientos de deuda y a los gastos básicos del Estado en los próximos cuatro meses, el Gobierno heleno se comprometía a adoptar reformas y a respetar los objetivos de estabilidad financiera y equilibrio presupuestario, pero con "flexibilidad", limando el esfuerzo antidéficit de aristas socialmente lesivas.

El llamado Master Financial Assistance Facility Agreement (MFFA, fórmula semántica que destierra la palabra "memorándum", intragable para Varoufakis y su Gobierno) adquiere por tanto vida extra hasta el 30 de junio de 2015, y tras esa fecha las partes deberán alcanzar un "acuerdo sostenible", es decir, un tercer programa de asistencia. Sin embargo, para el ministro de Finanzas sigue la batalla diaria por conseguir la liberación de los fondos asignados. A mediados de abril, Varoufakis se encuentra bajo la tremenda presión de la imparable degradación de los bonos griegos y la acumulación de críticas, tanto internas (a derecha e izquierda) como externas, a su manera de conducir las negociaciones, calificada por algunos de "arrogante", "estéril" y "poco profesional". Es patente su nulo entendimiento con su poderoso e intransigente homólogo alemán, Schäuble, y tampoco parece contar con aliados en Bruselas.

Varoufakis, que siempre ha mantenido la tesis de que lo que le suceda a Grecia es la antesala de situaciones semejantes en otros miembros de la Eurozona, tensa la cuerda al evocar el riesgo de la salida de la moneda única y, como Tsipras, ya no descarta acudir a nuevas elecciones o celebrar un referéndum sobre el euro, si la UE no se pliega a un acuerdo respetuoso con el programa electoral de la SYRIZA, sancionado con su voto por la mayoría del pueblo griego. El Gobierno insinúa incluso una suspensión de pagos.


(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 16/4/2015. Yanis Varoufakis dimitió como ministro de Finanzas de Grecia el 6/7/2015, tras lo cual abandonó el partido SYRIZA y no se presentó a las elecciones anticipadas de septiembre de 2015. En 2018 fundó el Frente Europeo de Desobediencia Realista (MeRA25), con el cual recobró el escaño de diputado en las elecciones de 2019).

1. Un economista multidisciplinar de izquierda con bagaje anglosajón
2. Etapa universitaria en Grecia, incursiones artísticas y la impresión de la crisis económica
3. Fichaje por la SYRIZA y ministro de Finanzas de Alexis Tsipras

1. Un economista multidisciplinar de izquierda con bagaje anglosajón

Yanis Varoufakis, nacido en Atenas en 1961, pertenece a una familia con un historial de militancia izquierdista. El padre, Georgios, que hoy frisa los 90 años, combatió en las filas comunistas durante la contienda civil de 1946-1949 y en la posguerra sufrió presidio político en el penal insular de Makronisos, de ominosa reputación; tras un período de exilio, Georgios Varoufakis, quien tenía una formación de químico, moderó sus ideas, se pasó a los socialistas de Andreas Papandreou y desarrolló una próspera carrera como profesor de universidad y empresario privado, llegando a convertirse en presidente de Halyvourgiki, una de las principales acerías del país. En cuanto a la madre, convergió igualmente en el PASOK, de cuya sección femenina fue impulsora, aunque en su caso procedía de un ambiente conservador.

La primera etapa lectiva de Varoufakis, coincidente con la dictadura de los Coroneles y los primeros años de la restauración democrática, discurrió íntegramente en la Escuela Moraitis, conocido centro privado ateniense. En 1978, el joven, inspirado por Papandreou, quien además de líder de la oposición al Gobierno derechista de Konstantinos Karamanlis traía unos arreos de economista académico bregado en universidades de Estados Unidos, Canadá y Suecia, y al que conoció personalmente por mediación de su padre, partió a Inglaterra para estudiar Economía en la Universidad de Essex. La decisión de cursar formación superior fuera de Grecia fue tomada con sus padres, quienes temían que su hijo fuera objeto de algún atentado por parte de los paramilitares de extrema derecha que en aquellos días solían atacar a estudiantes de ambientes izquierdistas. Políticamente, Varoufakis se encuadraba en el PASOK. Sin embargo, su visión de la economía y el mundo se ajustaba, ha explicado en innumerables ocasiones, a la dialéctica marxista.

En las aulas de la casa de estudios británica, Varoufakis, quien se sentía profundamente atraído por las teorías de Keynes y Galbraith, y que abominaba de las corrientes neoliberales y monetaristas que gracias a Reagan en Estados Unidos y a Thatcher en el Reino Unido iban a estar muy pronto en boga en el primer mundo occidental, descubrió "horrorizado", recuerda hoy el antiguo alumno, que la carrera económica se limitaba a impartir "modelos matemáticos simplistas", así que optó por estudiar directamente Matemáticas y Estadística, si de lo que se trataba era dominar la materia y sacarse la titulación.

En 1981, el año de la victoria electoral del PASOK y de la subida de Papandreou al poder en Grecia, el futuro gobernante se diplomó en Economía Matemática por el Departamento de Ciencias Matemáticas de Essex y al año siguiente añadió a su currículum el título de Master of Science en Estadística Matemática, obtenido en la Universidad de Birmingham. En 1983 Varoufakis empezó a dar clases de Econometría y a asistir en investigación en el Departamento de Economía de la Universidad de Essex. En 1985 contrató como investigador sénior asociado por la Escuela de Economía y Estudios Sociales de la Universidad de East Anglia en Norwich y poco después retomó la labor docente aquí también. En abril de 1986 el Departamento de Economía Aplicada y el Trinity College de la Universidad de Cambridge le becaron para que impartiera clases a sus alumnos.

Varoufakis coronó su capítulo formativo en 1987 con el doctorado en Economía por la Universidad de Essex. Su tesis, apoyada en una batería de datos macroeconómicos, era una investigación estadística del impacto de las huelgas obreras en las industrias de Estados Unidos y el Reino Unido bajo el prisma de varios modelos teóricos. Justamente entonces se produjo la tercera victoria electoral consecutiva de Thatcher sobre los laboristas, un acontecimiento político tan deprimente a sus ojos que el doctor empezó a preparar un plan para "escaparse" del país europeo. Lejos de retornar a Grecia, donde su único futuro era, así lo creía, "ser reclutado por el Ejército" para prestar el servicio militar obligatorio, Varoufakis encontró una plaza académica en el otro lado del mundo, en Australia. En septiembre de 1988 se instaló en Sydney y en los 12 años siguientes ejerció de titular de docencia en el Departamento de Economía de la Universidad local, donde dio asignaturas a alumnos de pregrado, grado y posgrado. Siguió siendo un ciudadano griego, pero adquirió también la nacionalidad del país de acogida.

En esta dilatada etapa australiana, que incluyó un paréntesis académico de un año, entre 1995 y 1996, en la Universidad de Glasglow y un fellowship en Economía y Ética Social por la Universidad Católica de Lovaina, el profesor griego se convirtió en un especialista en la rama de la matemática aplicada, en su caso a la economía, conocida como la teoría de juegos, cuyo fin es construir modelos y teorías para describir escenarios racionales de cooperación o conflicto, así como procesos estratégicos de toma de decisiones. Situaciones y conceptos como el dilema del prisionero, la suma cero o el equilibrio de Nash surgían en los análisis de Varoufakis, cuyo interés en la economía política, la microeconomía, las ciencias sociales, los problemas del desarrollo y la globalización, o las políticas de equidad a partir de la econometría y la macroeconomía de las tradiciones neoclásica y postkeynesiana fue en aumento. Todos estos temas quedaron plasmados en una copiosa producción académica y bibliográfica, con una decena de libros escritos en inglés y traducidos a otros idiomas, y multitud de capítulos de obras colectivas y artículos, que se prolonga hasta la actualidad.


2. Etapa universitaria en Grecia, incursiones artísticas y la impresión de la crisis económica

En 2000 Varoufakis dio un viraje académico y vital que, según él, respondió a las mismas motivaciones, de pura incomodidad política, que le habían empujado a abandonar el Reino Unido a finales de ochenta: el "aborrecimiento" que le producía el "giro conservador" experimentado por el "país de las antípodas", gobernado desde 1996 por el primer ministro liberal John Howard, "aquel hombrecillo horrible", recuerda. Sin embargo, en la decisión de regresar a su patria, pero conservando la doble nacionalidad, también pesaba la "nostalgia". Así que en el verano de 2000, con 39 años, el economista estuvo de vuelta en la capital de Grecia a tiempo para comenzar el curso académico como catedrático asociado de Teoría Económica en el Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de Atenas.

Allí puso en marcha en 2003 un "innovador, progresista y pluralista" Programa Internacional de Doctorado en Economía, el UADPhilEcon, del que fue director hasta 2008 y para el que reclutó a colegas de la talla de Robert Sugden, Maurice Godelier y Geoffrey Brennan. En el documento de presentación del UADPhilEcon, su autor explicaba que el programa enfocaba la economía "como una ciencia social, combinando la teoría avanzada predominante y el trabajo aplicado con un filo crítico, gracias a un compromiso serio con las implicaciones filosóficas, políticas e históricas de las ideas y las técnicas económicas".

A principios de 2004 Varoufakis desempolvó sus viejos vínculos socialistas como asesor económico de Georgios Papandreou, nuevo presidente del PASOK e hijo de Andreas, quien quería ofrecer al electorado un programa renovado en la materia tras el reguero de frustraciones causado por la gestión del primer ministro socialista saliente, Kostas Simitis. Sin embargo, en los comicios de marzo se impuso el partido Nueva Democracia (ND) de Kostas Karamanlis, sobrino de Konstantinos, el cual trajo de vuelta al Ejecutivo a los conservadores tras un hiato opositor de 11 años.

En 2005 Varoufakis vivió en su esfera privada un episodio "desagradable" que lo dejó en "estado de shock", confiesa. Fue la súbita decisión de su recién divorciada esposa, Margarite Poulos, una greco-australiana de segunda generación a la que había conocido en Sydney a principios de los noventa, siendo ella alumna de Historia en la Universidad donde él daba clases de Economía, de volver a su ciudad natal junto con la hija de ambos, Xenia, una bebé. Poulos, que había obtenido hacía poco el doctorado en Historia y tenía por delante una prometedora carrera profesional en la Universidad de Sydney, puso fin a su residencia en Grecia "por razones que ahora reconozco como legítimas", explica Varoufakis en su blog de Internet. Aquel mismo año, el economista se sobrepuso a la traumática ruptura de su matrimonio y fue "salvado del olvido" gracias al idilio con la ateniense Danae Stratou, renombrada artista de instalaciones, vistosas obras de land art y medios audiovisuales, que en 1997 había embellecido el desierto de Egipto con una gran doble espiral confeccionada con túmulos de arena (la obra recibió el nombre de Desert Breath) y que en 1999 había representado a Grecia en la Bienal de Venecia. Stratou era madre de dos niños fruto de un matrimonio anterior.

En Stratou, cónyuge de sus segundas nupcias, Varoufakis halló a una compañera ideal con la que podía compenetrarse en el ámbito de las ideas, al compartir pensamiento de izquierdas, y desarrollar "una miríada de proyectos" en común que pisaban firmemente el terreno del arte y apenas o nada el de la economía, disciplina a priori mucho más árida y menos creativa. Entre 2005 y 2006 la pareja hizo un periplo viajero por siete puntos del planeta afectados por fracturas políticas o sociales arraigadas. Estos eran Mitrovica en Kosovo, la Línea Verde de Chipre, Belfast en Irlanda del Norte, Cisjordania en Palestina, la Línea de Control de Cachemira entre India y Pakistán, Badme en la frontera etíope-eritrea y la valla policial entre Estados Unidos y México. Se trató de un trabajo de campo del que salió la instalación audiovisual de Stratou CUT: 7 líneas divisorias, enriquecida con los textos descriptivos de Varoufakis, el cual se vinculó a la autoría del trabajo en calidad de "colaborador". Basándose en su aporte intelectual a CUT: 7 líneas divisorias, Varoufakis publicó en 2007, cuando ya era catedrático titular en la Universidad de Atenas, el libro The Globalizing World.

Del proyecto "artístico-político" concebido por su esposa emanó además en 2010 la organización sin ánimo de lucro Vital Space, definida por Stratou como una "plataforma global, interdisciplinar e intermediática para abordar los temas más acuciantes de nuestro tiempo", construida sobre "la creencia de que el poder del arte puede cambiar el mundo". Varoufakis enfatiza que él vio venir el "tsunami" económico mundial de 2008-2009 ya a principios de la década, cuando se percató del carácter "insostenible" de las pautas sobre las que descansaba la globalización de los mercados y de la vulnerabilidad de la Eurozona, cuestiones que trató en una serie de artículos escritos con su colega Joseph Halevi, de la Universidad de Sydney, y que fueron "más o menos ignorados".

Para alcanzar mejor a una audiencia no receptiva a sus vaticinios agoreros, Varoufakis y Halevi se pusieron a trabajar en un libro donde iban a exponer sus "puntos de vista sobre el callejón sin salida en el que se encontraba la segunda fase del capitalismo de posguerra y su conexión con otro callejón sin salida, el de la teoría económica". Además, preocupado por el curso económico de su país, el economista empezó a lanzar en la escena nacional el mensaje de que Grecia afrontaba "una crisis que la dejaría hecha pedazos" y que de paso llevaría a Europa "hacia la desintegración". El crash de 2008, detonado por el pinchazo de la burbuja de las hipotecas sub-prime y la caída de Lehman Brothers, uno de los mayores bancos de inversión del mundo, en Estados Unidos, fue como una descarga energética para Varoufakis, que se sintió justamente vindicado y que se volcó en el análisis del desastre bancario, financiero y económico en marcha.

El libro que tenía entre manos con Halevi tuvo que ser reescrito a la luz de los acontecimientos y, con la incorporación del doctor de la Universidad de Atenas Nicholas Theocarakis como tercer autor, acabó publicándose en 2011 bajo el título en inglés de Modern Political Economics: Making Sense of the Post-2008 World. En esta obra, Varoufakis llegaba a la conclusión de que el histórico desaguisado había pillado a todos por sorpresa porque "la teoría económica [dominante] es inherentemente defectuosa". Y esto era así porque "la única verdad científica del capitalismo es su indeterminación radical, una condición que hace imposible el uso de herramientas de la ciencia, como el cálculo y las estadísticas, para ponerlo en cuestión".

Los autores de Modern Political Economics identificaban también dos grandes fases en la economía del mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial: primero, el llamado Plan Global, presente a partir de 1947 con el arranque del orden monetario de Bretton Woods; y luego, desde 1971, a raíz del final del patrón dólar-oro (medida que convirtió a la divisa estadounidense en la moneda de reserva internacional por excelencia), hasta el fatídico 2008, el llamado Minotauro Global, entendido como el flujo masivo de capital mundial a Estados Unidos y a Wall Street, proceso que Varoufakis y sus colegas comparaban con el "tributo a la bestia" que, según la narración del mito griego, los atenienses hacían regularmente a los cretenses del rey Minos.

Este segundo esquema conceptual fue desarrollado minuciosamente por Varoufakis en su siguiente libro, The Global Minotaur: America, the True Causes of the Financial Crisis and the Future of the World Economy , traducido y editado en varios países europeos. En clave provocadora, el economista heleno se afanaba en desmotar el "mito" de que la crisis global había sido desencadenada por el descontrol especulador de los mercados financieros y la avaricia de los bancos, es decir, factores coyunturales, y en buscar para aquella unas raíces mucho más profundas y complejas; según él, los síntomas de una gran crisis que había de venir se remontaban al nacimiento del "minotauro global" en 1971 y aún al crack de 1929. En suma, que la de 2008-2009 era una crisis sistémica, intrínseca al paradigma imperante del capitalismo y por tanto inevitable.

A partir de 2010 Varoufakis fue una personalidad académica conocida por el gran público griego en calidad de vitriólico denunciante de los motivos, sintetizados por él en la rapacidad "cleptocrática" de las élites dirigentes, que habían conducido al país a la virtual bancarrota nacional a tenor del déficit astronómico y unas deudas colosales que el Estado heleno no podía saldar. La dramática situación obligó al nuevo primer ministro, Papandreou -al que el economista ya hacía cuatro años que no asesoraba-, a lanzar unos durísimos planes de ajuste fiscal y, cuando los vencimientos inminentes de pagos le pusieron contra las cuerdas, a solicitar el rescate financiero de la Eurozona y el FMI.

El primer salvamento crediticio de Grecia, por valor de 110.000 millones de euros y a cambio de un draconiano programa de medidas de austeridad y reforma estructural dictado y supervisado in situ, con la consiguiente pérdida de soberanía nacional, por la Troika de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI, fue recibido por el economista como un "nuevo acto de cleptocracia" que no iba a sacar a Grecia de sus penurias por la sencilla razón de que imponía una drástica reducción del ingreso nacional, sin el cual el país no podría pagar sus deudas, ni las viejas ni las nuevas contraídas ahora. Y, claro, estaba el terrible coste humano y social de los sucesivos paquetes de austeridad, "terapia que no solo es dolorosa sino peor que la enfermedad", argüía el docente y autor. Para colmo de desdichas, los ajustes generaban "daños colaterales" a diestro y siniestro: las angustias financieras no dejaron al margen a la Universidad de Atenas y programas académicos como el UADPhilEcon "en esencia colapsaron" a causa de los tijeretazos presupuestarios. "Todo por lo que había trabajado en la Universidad de Atenas se vino abajo", rememora hoy Varoufakis, quien de paso vio menguar considerablemente su salario de profesor.

En 2012, el año del retorno al Gobierno de Nueva Democracia de la mano de Antonis Samaras, al cabo de dos elecciones generales celebradas en poco más de un mes y en las que tuvo una enorme repercusión el ascenso vertiginoso de la Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA) de Alexis Tsipras, aquellas circunstancias lesivas para su trabajo y su bolsillo, unidas a las "amenazas de muerte" contra miembros de su familia por su "insistencia en discutir en público el último escándalo de los banqueros griegos", empujaron a Varoufakis a buscar un respiro en el ambiente no enrarecido y académicamente amable de la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs de la Universidad de Texas.

En el campus de Austin, donde arribó en enero de 2013 en calidad de visiting professor acompañado de su esposa Danae, Varoufakis retomó las clases y mantuvo un estimulante vis a vis profesional con su colega y amigo James K. Galbraith, una de los máximos exponentes de la escuela postkeynesiana e hijo de John Kenneth Galbraith. Juntos publicaron en julio de 2013 una revisión, la cuarta en menos de tres años, de Modest Proposal, texto con recomendaciones de políticas económicas para hacer frente a la crisis del euro y cuya primera versión había salido a la luz en noviembre de 2010 en coautoría con el veterano economista británico Stuart Holland, antiguo diputado laborista y actualmente profesor en la Universidad de Coimbra.

Entre 2013 y 2014, mientras se convertía en un profesor muy popular en Texas con su agilidad mental, sus maneras informales, su lenguaje expansivo y su físico peculiar (cuerpo atlético, cabeza rapada, rostro anguloso y rasgos, como la prensa de medio mundo iba resaltar en 2015, acusadamente viriles), Varoufakis intensificó su exposición mediática internacional a golpe de entrevistas, participaciones televisivas e incursiones editoriales. Además, prestó servicios profesionales para la compañía de videojuegos online Valve Software.


3. Fichaje por la SYRIZA y ministro de Finanzas de Alexis Tsipras

En su cuenta de Twitter, abierta en 2010, Varoufakis se presentaba como un "profesor de Economía dedicado a escribir en silencio oscuros textos académicos durante años, hasta verse arrastrado a la escena pública por el inane manejo por Europa de una crisis inevitable". Aunque había asegurado que nunca dejaría la academia por la política, la angustiosa situación de Grecia y la convicción de que las políticas de austeridad resultaban un fracaso le pusieron en rumbo de contacto y colaboración con la SYRIZA, que desde la oposición denunciaba sin cesar al Gobierno de Samaras.

Tsipras y sus camaradas (en la SYRIZA destacaba un cuarteto de economistas de tradición marxista formado por Giannis Milios, Giannis Dragasakis, Georgios Stathakis y Euklidis Tsakalotos) tenían su propio plan anticrisis, decididamente heterodoxo, para Grecia, el llamado Programa de Tesalónica. Dado a conocer en septiembre de 2014, los ejes de este plan "no negociable" eran la cancelación del "injusto" memorándum de entendimiento con la Troika sobre el segundo y más dispendioso plan de salvamento financiero (suscrito en marzo de 2012 tras constatarse el fracaso clamoroso del primero y consistente en 230.000 millones de euros entre préstamos y quita parcial de deuda soberana), la moratoria y condonación negociadas de la aplastante deuda pública (equivalente al 175% del PIB), la sustitución de la austeridad por una "cláusula de crecimiento" y la aplicación de un "Plan de Reconstrucción Nacional" para confrontar la "crisis humanitaria", reactivar la economía con "justicia fiscal" y generar puestos de trabajo.

En Modest Proposal, concebido para superar el conjunto de la crisis de las deudas soberanas de la Eurozona y la Gran Recesión, Varoufakis abordaba algunos de estos problemas de una manera similar, al propugnar un programa expansivo de "recuperación y convergencia liderado por la inversión" y otro programa de "solidaridad social de emergencia". Sin embargo, en la espinosa cuestión de la deuda, el economista se mostraba prudente dentro de su inventiva y no hablaba de reestructurarla con quitas (y mucho menos de auditorías de deuda "ilegítima", impagos o cancelaciones unilaterales, estrategias que habían figurado en el discurso de la SYRIZA pero a las que Tsipras ya no aludía), sino que detallaba una fórmula de conversión de títulos en bonos del BCE.

A la luz de su narrativa posterior, a lo largo de 2014 Varoufakis, desplazando el rigor académico en favor de la acuciante realidad política y social, debió ir radicalizando su visión de qué era lo que un Gobierno tenía que acometer con la mayor urgencia para sacar a Grecia del catastrófico desbarajuste en que estaba sumida. Contactó con Tsipras, coincidió plenamente con sus audaces propuestas anticrisis y aceptó el ofrecimiento del líder izquierdista de ser el ministro de Finanzas de su Gobierno, si es que la SYRIZA ganaba con autoridad las elecciones anticipadas del 25 de enero de 2015, escenario que avanzaban todas las encuestas. Además, el profesor texano fue incluido en las listas electorales del partido como candidato al Vouli o Parlamento sin tener que convertirse en un militante oficial.

A lo largo de la campaña electoral, ni Varoufakis ni Tsipras confirmaron las intensas especulaciones de que el primero iba para el sensible Ministerio de Finanzas. Dirigiéndose a los medios con plena sincronía, lanzaron los mensajes de que la única manera que Grecia tenía de obtener ingresos y pagar sus deudas era creciendo, que ciertamente se acometerían reformas, "pero no las que nos manden Washington y Frankfurt", que la "insostenible" deuda soberana helena tendría que someterse a algún tipo de reestructuración de gran alcance, que se iba a acabar el "ejercicio de cinismo" que suponía "tomar las pérdidas de los bancos para hacerlas recaer sobre los contribuyentes", y que la SYRIZA no contemplaba el abandono del euro y el regreso al dracma. Además, Varoufakis fue muy enfático en afirmar que el país, lejos de estar creciendo de nuevo como indicaban los datos oficiales al cabo de seis años de recesión y déficit galopantes, siete paquetes de austeridad y dos rescates crediticios de la UE y el FMI (que pese a sus dimensiones, 340.000 millones de euros, no habían conseguido ahuyentar el temor a un abandono de la moneda única), seguía "en plena depresión".

Empleando su tono más pugnaz y retador, el profesor avisó que la SYRIZA iba a tratar de formar un Gobierno "que dijera basta", que "rompiera la lógica" del inexcusable cumplimiento de los compromisos adquiridos por Gobiernos precedentes y que "no se moviera un milímetro de sus posiciones", aunque reconocía que los poderes europeos intentarían "resistirse". Eso sí, de convertirse él en ministro de Finanzas, Varoufakis expondría las nuevas propuestas de Atenas sin espíritu de "confrontación" ni de manera "unilateral", sino buscando la "colaboración" con los socios de la Eurozona. El 25 de enero de 2015 la SYRIZA ganó las elecciones generales con el 36,3% de los votos y 149 escaños, dos por debajo de a mayoría absoluta. A toda velocidad, Tsipras pactó un chocante Gobierno de coalición con el partido de derecha, aunque nacionalista en materia económica, Griegos Independientes (ANEL) y el 26 de enero prestó juramento como primer ministro. Sin sorpresas esta vez, Varoufakis, su fichaje de lujo, fue anunciado como nuevo ministro de Finanzas, oficina en la que el economista experto en la teoría de juegos tomaba el relevo a Gikas Hardouvelis.

Varoufakis, a la sazón diputado electo, tomó posesión del cargo junto con los demás miembros del Gabinete el 27 de enero, justo en la víspera de la salida a la venta en Amazon de su último libro, Europe after the Minotaur: Greece and the Future of the Global Economy. El flamante ministro, al que aguardaba una complicadísima negociación europea contrarreloj, pues la extensión de dos meses del ya oficialmente expirado segundo programa de asistencia financiera vencía a últimos de febrero -tras lo cual el Gobierno de Atenas, si no obtenía una nueva prórroga, se quedaría sin dinero para hacer frente a los gastos básicos del Estado-, tenía muy avanzado su enésimo ensayo, que llevaba el título provisional de Reverse Alchemy: Europe on the Road to Disintegration.

(Cobertura informativa hasta 27/1/2015)