Wolfgang Schäuble
Ministro del Interior (1989-1991, 2005-2009), ministro de Finanzas (2009-2017) y presidente del Bundestag (2017-2021)
Nota de actualización: esta versión de la biografía fue publicada el 23/7/2015. Wolfgang Schäuble cesó como ministro federal de Finanzas el 24/10/2017, luego de las elecciones que clausuraron el tercer Gobierno Merkel, y a cambio asumió la presidencia del Bundestag. Mantuvo esta dirección legislativa hasta el 26/10/2021. A partir de esa fecha, Schäuble continuó políticamente activo como miembro del Bundestag (en representación del distrito de Offenburg, Baden-Württemberg), donde era, con 51 años de ejercicio ininterrumpido, el diputado federal más veterano. Wolfgang Schäuble falleció el 26/12/2023 a los 81 años de edad. |
Aunque no siempre han sintonizado en todo, como la vorágine del tercer rescate de Grecia acaba de mostrar, el incombustible Wolfgang Schäuble, ministro federal de Finanzas desde 2009, viene siendo el más fiel y valioso colaborador de la canciller Angela Merkel en la aplicación de políticas económicas de austeridad, en Alemania y en el conjunto de la Eurozona.
Antes de ocuparse del Tesoro germano en el segundo y el tercer gobiernos de Merkel, Schäuble, que a sus 72 años acumula más de cuatro décadas de mandatos en el Bundestag, ya había escrito una biografía de peso pesado de la CDU: fue sucesivamente el delfín de Helmut Kohl y el aparejador de la reunificación de 1990; presidente del partido entre 1998 y 2000, hasta que el gran escándalo de la financiación ilegal de la CDU le arrastró a una agónica dimisión; y desde 2005, una vez recuperado de aquel turbio episodio, llevó de nuevo el Ministerio del Interior en el primer Gabinete Merkel, su sucesora al frente de los cristianodemócratas. Schäuble cimentó su reputación de duro, primero en la lucha contra el terrorismo y luego, con profusión de polémica, en el combate contra el déficit y la respuesta a la tormenta de las deudas soberanas del euro.
La invalidez física por la paraplejía a la que un perturbado le condenó en 1990 al meterle una bala en la espalda ha contribuido a forjar el carácter riguroso, alabado en casa y sinónimo de rigidez e intransigencia afuera, de un conservador apegado a lo tangible, nada dado a edulcorar el discurso y que exige el cumplimiento a rajatabla de las "normas", por muy difíciles que sean las circunstancias, lo que en los países menesterosos de la Eurozona se traduce en dolorosos ajustes. Suya es la paternidad del célebre Freno de la deuda (Schuldenbremse), la consagración en la misma Ley Fundamental alemana de la obligatoriedad de elaborar unos presupuestos federales equilibrados, sin déficit estructural ni recurso a la emisión de deuda pública como alternativa de los ingresos fiscales.
En estos años, Schäuble, formado como especialista en contabilidad e impuestos, se ha ganado a pulso la etiqueta de ceñudo y metódico guardián de la ortodoxia en la zona del euro, para la que prescribe disciplina fiscal y saneamiento financiero como garantías de estabilidad y semillas de crecimiento en un contexto altamente competitivo. Su figura, poliédrica si se la mira con perspectiva, suele asociarse a conceptos como la Europa de las dos velocidades, geometría variable y núcleo duro europeo. Y al mismo tiempo, es un integracionista europeo galardonado con el Premio Carlomagno que defiende con el mismo ahínco el eje franco-alemán y el vínculo trasatlántico con Estados Unidos.
Haciendo valer la supremacía de la economía germana y los resultados de su gestión del déficit nacional, devenido superávit en 2014, el estricto Schaüble ha estado radicalmente en contra de "comunitarizar" las deudas del euro mediante la emisión de eurobonos y tampoco ve con buenos ojos soluciones como la reestructuración de los débitos. Alemania, que aporta el 27% del fondo de rescate europeo, el MEDE, le ha prestado solo a Grecia 55.000 millones en créditos y sus bancos privados concentran la mayor exposición del mundo a la deuda helena. Schäuble dejó su impronta en el Pacto Fiscal Europeo de 2012, instrumento que sacraliza el principio del equilibrio presupuestario en aras de la unión fiscal y que dio respuesta a la inquietud, manifestada por el ministro en muchas ocasiones, por las carencias de la arquitectura de la Unión Económica y Monetaria tal como la alumbró el Tratado de Maastricht de 1992.
Tras llevar la voz cantante en las reuniones del Eurogrupo, donde fue la némesis del griego Yanis Varoufakis, su filosofía impregna también los términos, severísimos, del tercer rescate financiero de Grecia, acordado en una situación límite en julio de 2015, aunque con una salvedad, un puntoinaceptable para Merkel y los demás líderes europeos por su tremendas implicaciones políticas. Así, en las negociaciones contrarreloj, Schäuble, que nunca ha ocultado su pesimismo sobre el futuro de la moneda única en el socio sureño, dijo a las claras que lo mejor para Atenas sería, más que redoblar su ya astronómico endeudamiento con sus socios, abandonar "de manera ordenada y temporal" el euro, volver al dracma y, libre de ataduras jurídicas, intentar la reestructuración o la quita de deuda que con tanta premura venía reclamando. Esta ha sido la postura más controvertida de Schäuble, quien en su momento defendiera el derecho de Alemania a lanzar operaciones contraterroristas de tipo "preventivo" y que, más recientemente, comparó la anexión rusa de Crimea con la anexión nazi de los Sudetes.
(Texto actualizado hasta 23/7/2015)
1. Ministro y delfín de Helmut Kohl
2. Una jefatura de la CDU truncada por el escándalo de la financiación ilegal del partido
3. Peso pesado en los gobiernos de Merkel: ministro del Interior y de Finanzas con un discurso de rigor
4. Reconocimientos y bibliografía
1. Ministro y delfín de Helmut Kohl
Nacido en el apogeo de la Segunda Guerra Mundial en la sureña Friburgo, entonces perteneciente al gau nazi de Baden, en el hogar formado por un asesor fiscal de fe luterana, su primera educación escolar transcurrió en los años de la ocupación aliada, la reconstrucción nacional y el arranque de la República Federal de Alemania bajo el liderazgo de Konrad Adenauer. En 1961 superó los exámenes finales de secundaria (Abitur) y se puso a estudiar Derecho y Economía en las universidades de Friburgo y Hamburgo, con la meta de convertirse en experto legal en las áreas de impuestos y contabilidad. En 1966 aprobó el Primer Examen Estatal y cuatro años después aprobó el segundo. Por último, en 1971, en su tercer año de casado con la economista Ingeborg Hensle, futura madre de sus cuatro hijos, Schäuble remató su formación con el doctorado en Derecho, tras lo cual fue reclutado por la administración de hacienda del land de Baden-Württemberg.
Mientras su carrera de funcionario estatal tomaba vuelo, Schäuble desarrollaba un intenso compromiso político con la Unión Cristiano Demócrata (CDU), el partido que hasta 1969 gobernó Alemania con los cancilleres Adenauer, Erhard y Kiesinger. En 1965, partiendo de su militancia en la Junge Union democristiana y su presidencia de la Asociación de Estudiantes Cristiano Demócratas (RCDS), obtuvo la membresía en la CDU, que rápidamente tomó nota de sus cualidades. En noviembre de 1972, con solo 30 años, el joven debutó como miembro del Bundestag en las elecciones que dieron la victoria al SPD del canciller Willy Brandt. En 1976 Schäuble vio revalidado su escaño por la circunscripción de Offenburg en Baden-Württemberg, el cual, como la vez anterior y al igual que en las otras diez reelecciones que el político iba a escribir en las cuatro décadas siguientes, fue ganado en la modalidad de elección directa por el sistema mayoritario. Durante ocho años más, simultaneó el mandato legislativo en Bonn con la práctica de la abogacía en el tribunal del distrito de Ortenau, del que Offenburg era la capital. Además, presidió el Comité Nacional de Deportes de la CDU.
La llegada a la Cancillería Federal en 1982 del renano Helmut Kohl, presidente del partido desde 1973, en coalición con los liberaldemócratas de Hans-Dietrich Genscher dio un oportuno empujón a la parsimoniosa carrera de Schäuble en las filas democristianas. Promovido primero a secretario del grupo parlamentario de la CDU y su hermanada bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), en el Bundestag, el especialista fiscal recibió de Kohl sus primeras responsabilidades de gobierno en noviembre de 1984, asumiendo el cometido de jefe de la Cancillería y ministro federal de Asuntos Especiales, una oficina de naturaleza básicamente burocrática y mínima exposición pública, aunque con voto en los consejos del Gabinete. En 1987 fue Schäuble el encargado de organizar, junto con el ministro de Exteriores, Genscher, el histórico viaje a Bonn del líder comunista de Alemania Oriental, Erich Honecker, primera visita de este nivel desde la firma en 1972 del Tratado Básico entre la República Federal y la RDA.
El siguiente nombramiento, producido en la remodelación ministerial del 21 de abril de 1989, fue ya de calado, pues Schäuble reemplazó al socialcristiano Friedrich Zimmermann al frente de Interior, departamento al que los avatares de la historia tenían reservado un especial protagonismo. Dado su perfil profesional, Schäuble habría podido llevar perfectamente la cartera de Finanzas o la de Economía, pero los compromisos de la CDU con sus socios, la CSU y el FDP, incluían la adjudicación de ambos puestos: Finanzas fue para el socialcristiano Theo Waigel y Economía siguió siendo el coto particular de los liberaldemócratas.
Al cabo de un año, el ministro se encontraba de nuevo absorbido por los tratos con la RDA, pero en unas circunstancias radicalmente distintas de las de 1987, cuando nadie imaginaba que el Muro de Berlín un día iba a desmoronarse bajo la presión de los manifestantes germanoorientaales y con el beneplácito de Moscú: ahora, se trataba de negociar con las autoridades del Este las complejidades jurídicas de la próxima reunificación de las dos Alemanias. El 31 de agosto de 1990 Schäuble fue el encargado de firmar en nombre de la RFA el histórico Tratado de Unificación. La ceremonia tuvo lugar en Berlín Oriental y por parte de la RDA, a la que le quedaban unas semanas de vida, el signatario fue Günther Krause, secretario de Estado del Gobierno del también democristiano Lothar de Maizière.
El 12 de octubre de 1990, nueve días después de la reunificación y a la edad de 48 años, el ministro del Interior y ya miembro de la Ejecutiva Federal (Bundesvorstandes) de la CDU abandonaba en Oppenau, al norte de Friburgo, un acto de la campaña para las elecciones federales de diciembre cuando un hombre se le acercó empuñando un revólver y le efectuó tres disparos. Uno de los proyectiles hirió a un guardaespaldas y los otros dos alcazaron al político en el rostro y en el torso. La última bala penetró hasta la columna vertebral y dañó la médula espinal de Schäuble, quien consiguió salvar la vida, pero quedándosele la mitad inferior del cuerpo completamente paralizada. Se trataba de una paraplejía que postró a Schäuble de por vida en la silla de ruedas. En cuanto al agresor, Dieter Kaufmann, de 37 años, fue detenido en el lugar de los hechos y más tarde fue declarado mentalmente desequilibrado con un diagnóstico de esquizofrenia agravada por toxicomanía. La Policía y el juez encargado del caso descartaron que el intento de magnicidio constituyera un atentado de tipo político. Se daba la circunstancia de que meses atrás, el dirigente socialdemócrata Oskar Lafontaine había sobrevivido a las cuchilladas que le asestó una mujer enajenada en Colonia.
La terrible experiencia no destruyó el ánimo ni la carrera política de Schäuble, que se propuso volver al trabajo tan pronto como le fuera posible, aún sin completar su terapia de rehabilitación. Recién dado de alta hospitalaria, el ministro, que tras una serie de intervenciones quirúrgicas albergaba alguna esperanza, finalmente frustrada, de poder recuperar la movilidad algún día, reapareció en público en un mitin de Kohl —por cierto que muy afectado por lo que le había pasado a uno de sus colaboradores de mayor confianza— en Offenburg en vísperas de las elecciones del 2 de diciembre, las cuales fueron ganadas por la CDU/CSU con una amplia mayoría. Sin solución de continuidad, Schäuble se reincorporó a su despacho del Ministerio y a las reuniones del Gabinete a las seis semanas del ataque. Los facultativos dijeron que al convaleciente le fue de gran ayuda tener una excelente constitución física como resultado de su gran afición a la práctica deportiva.
El ejemplo de superación de Schäuble despertó una corriente de simpatía y admiración entre los alemanes, en especial los que dependían de la silla de ruedas, pero la discapacidad funcional contraída arrojó dudas sobre sus hipotéticas aspiraciones sucesorias de Kohl. Antes del atentado, Schäuble estaba considerado el más probable delfín del canciller y, por el momento, jefe indiscutible de la CDU. En noviembre de 1991 Kohl le relevó del Gobierno, donde su puesto pasó a Rudolf Seiters, y le entregó el mando del grupo parlamentario de la CDU/CSU. Se trató de un claro espaldarazo político que daba verosimilitud a las especulaciones sobre una futura sucesión.
La sólida dirigencia de Kohl, el patriarca, y Schäuble, el lugarteniente de carácter, condujo a la CDU a su enésima victoria en las elecciones de octubre de 1994, pero la resaca de la reunificación, que trajo una profunda crisis económica, empezaba a pasar factura a los democristianos, abocados al desgaste tras 12 años en el poder. La idea de Kohl era presentarse por última vez candidato a la Cancillería en las elecciones 1998 y agotar en 2002 la legislatura en la que debía completarse la Unión Económica y Monetaria (UEM) europea, su otro gran legado. Estos planes requerían la definición sin ambigüedades de un heredero oficial. La unción del fiel Schäuble, investido por la prensa como el "canciller adjunto" de Alemania, llegó finalmente el 15 de octubre de 1997, al término de la IX Conferencia de la CDU en Leipzig. En los siguientes meses, sin embargo, el pesimismo prendió en las huestes democristianas, abatidas por el empuje que los sondeos otorgaban a los socialdemócratas de Oskar Lafontaine y Gerhard Schröder.
2. Una jefatura de la CDU truncada por el escándalo de la financiación ilegal del partido
Las votaciones del 27 de septiembre de 1998 al Bundestag fueron, en efecto, la antesala del salto de Schäuble al timón de la CDU, pero en unas circunstancias y en unos tiempos indeseados: el SPD, por primera vez desde la época de Brandt, se alzó con la victoria y el binomio CDU/CSU fue mandado a la oposición con sus peores resultados desde 1953. En la misma noche de las elecciones, tan pronto como conoció la debacle, un compungido Kohl anunció la dimisión como presidente de la CDU y exactamente un mes después se despidió de la Cancillería, que pasaba a ocupar Schröder en coalición con Los Verdes de Joschka Fischer. El siguiente acto de esta secuencia traumática fue, el 7 de noviembre, la XI Conferencia de Bonn, que eligió a Schäuble presidente del partido. Kohl siguió activo en la política, pero ya como simple diputado y presidente honorífico de su agrupación.
En noviembre de 1999 el liderazgo de Schäuble en la oposición y el prestigio personal de Kohl sufrieron una brutal convulsión por los vericuetos explosivos que estaba adquiriendo una investigación parlamentaria sobre la donación, de alrededor de un millón de marcos, realizada a la CDU en 1991 por el conocido vendedor de armas Karlheinz Schreiber. Al parecer, dicha transferencia no había sido declarada al fisco y, sospechosamente, se había producido en la misma época en que el Gobierno Kohl cerró una operación de venta de 36 carros de combate a Arabia Saudí. Responsables democristianos revelaron que el partido había usado durante años una red de cuentas secretas para ocultar donaciones clandestinas y Kohl, ante el peso de las evidencias, no tuvo más remedio que reconocer la existencia hasta 1998 de una contabilidad paralela en la CDU, la cual había servido para encubrir donativos y comisiones ilegales de hasta dos millones de marcos.
El descomunal escándalo dañó irremisiblemente el mito Kohl, quien se negaba a desvelar las identidades de los donantes ilegales, y Schäuble, jefe de un partido con la honorabilidad hecha añicos, afrontó una auténtica rebelión interna que exigía la ruptura sin contemplaciones con el ex canciller para salvar a la CDU de un arrastre fatal. Así, la secretaria general, Angela Merkel, declaró que la era Kohl estaba "terminada sin remedio". Schäuble, como Merkel otro antiguo protegido de Kohl, marcó distancias de su anterior jefe, pero no terminaba de hacer una declaración de repudio oficial a los viejos chanchullos, realizados mientras él lideraba el grupo de diputados en el Bundestag.
En realidad, Schäuble, durante años paradigma del tesón y los mensajes claros, estaba inquieto por las posibles implicaciones personales si la Fiscalía de Bonn, que abrió un sumario contra Kohl por indicios de malversación, seguía tirando de la madeja. Los observadores criticaron el encaje de bolillos practicado por el anterior ministro del Interior, que se resistía a romper públicamente con Kohl, como había hecho Merkel, pero al mismo tiempo intentaba desvincularse de su persona. Si su cautela era para minimizar los daños políticos del partido, insistían los comentaristas, tal estrategia no hacía sino agravar las desdichas de la CDU.
El 7 de enero de 2000 Schäuble sucumbió a las presiones y, en un acto calificado de "parricidio político" por algunos comentaristas, declaró que la era Kohl estaba efectivamente superada. Tan solo tres días después, el presidente orgánico convocó a los medios para reconocer que él también había recibido y en persona, durante un acto de recaudación de fondos en 1994, una donación ilegal de Karlheinz Schreiber —ahora mismo prófugo de la justicia alemana, que había ordenado su detención y extradición de Canadá bajo la acusación de de evasión fiscal— por valor de 100.000 marcos. A las 48 horas, Schreiber, desde Toronto, echaba más leña al fuego con la precisión de que su generoso donativo estaba relacionada con la construcción de una fábrica de vehículos militares ligeros en Canadá, para la que esperaba apoyo político del Gobierno alemán.
El reguero de revelaciones y confesiones internas sobre la magnitud de la financiación clandestina y los mecanismos de blanqueo de dinero negro, mediante una trama de cuentas bancarias en paraísos fiscales vigente aún, en la CDU, partido que veía evaporarse sus posibilidades de regresar al poder tras las elecciones de 2002 y en el que cundió el pánico a una debacle general en los próximos comicios estatales (los más agoreros, incluso, creían que la antaño todopoderosa formación podría llegar a descomponerse), dejó en una situación insostenible a Schäuble.
Aunque el 18 de enero, coincidiendo con la renuncia de Kohl a la presidencia honorífica del partido, obtuvo de sus colegas un voto de confianza para superar "la crisis más difícil en la historia de la CDU", y que dos días más tarde, a la par que el suicidio de Wolfgang Hüllen, responsable financiero del grupo parlamentario desde 1984, compareció ante el pleno del Bundestag para pedir perdón a la cámara en su nombre y en el de su partido, Schäuble, blanco además de las pullas del propio Kohl, quien le llamó "incompetente", tenía su liderazgo sentenciado. El dirigente aguantó casi un mes más: el 16 de febrero de 2000, horas después de decidir el Bundestag multar a la CDU por violar la ley de financiación de los partidos y ocultar donaciones ilegales, Schäuble dimitió como presidente orgánico y jefe del grupo parlamentario.
El mutis de Schäuble, camino de la sexta década de vida, al cabo de varias semanas agónicas activó el recambio generacional en los democristianos con las elecciones de Merkel (45 años) en la presidencia y de Friedrich Merz (44 años) en el liderazgo de la bancada del Bundestag. Se habló entonces del triunfo de los "jóvenes salvajes" o los "jóvenes turcos" de la CDU sobre la vieja guardia esclerotizada. Ahora bien, Schäuble, de cuya inteligencia y capacidades pocos dudaban, no era en modo alguno un veterano amortizado. Siguió en la brecha como diputado y miembro del Presidium, la máxima instancia ejecutiva de la CDU, y en 2002 recuperó parte de su anterior autoridad como vicelíder del grupo parlamentario y responsable de las políticas de exteriores, europea y de defensa. Además, en noviembre de 2001 la Fiscalía de Berlín le cerró el sumario que le había abierto a raíz de su confesión de enero de 2000 sobre la donación ilegal de Schreiber.
La resurrección política de Schäuble fue tan vigorosa que en los mentideros políticos nacionales comenzó a especularse con que el ex ministro podría ser el candidato a canciller por la CDU/CSU en las elecciones legislativas federales de septiembre de 2002. Al final, el cabeza de cartel opositor fue el líder de los socialcristianos bávaros, Edmund Stoiber, quien perdió la apuesta contra Schröder. De igual manera, el nombre de Schäuble también sonó con insistencia como aspirante a la alcaldía de Berlín en sustitución de Eberhard Diepgen de cara a las elecciones anticipadas de octubre de 2001 en el land y como posible candidato a presidente federal en mayo de 2004, pero estos escenarios no se materializaron por la falta de apoyos internos; en el primer caso, el envite municipal fue asumido por Frank Steffel, quien luego fracasó ante el socialdemócrata Klaus Wowereit, mientras que la postulación a la jefatura ceremonial del Estado recayó en el director gerente del FMI, Horst Köhler, el cual batió a su rival del SPD, Gesine Schwan, y sucedió al también socialdemócrata Johannes Rau.
En estos años, una postura llamativa de Schäuble fue su vehemente rechazo a la política exterior del Gobierno de socialdemócratas y verdes en relación con la crisis de Irak. En 2002 el dirigente democristiano censuró que el eje franco-alemán, es decir, Schröder y el presidente Chirac, se alineara con Rusia y China en la oposición a la estrategia expeditiva de Estados Unidos y sus aliados europeos para obligar al régimen irakí a someterse a las inspecciones internacionales de las supuestas armas de destrucción masiva. Cuando en 2003 se produjo la invasión anglo-estadounidense, Schäuble fue uno de los pocos políticos alemanes de primera línea que salió a justificar la acción bélica de Washington y Londres.
3. Peso pesado en los gobiernos de Merkel: ministro del Interior y de Finanzas con un discurso de rigor
Schäuble tuvo una participación destacada en la campaña para las elecciones federales del 18 de septiembre de 2005. Tras producir los comicios un muy decepcionante empate técnico con el SPD y aceptar Schröder hacerse a un lado para que pudiera constituirse un Gobierno de gran coalición, el primero desde 1969, con Merkel de canciller y los socialdemócratas Franz Müntefering, Frank-Walter Steinmeier y Peer Steinbrück de vicecanciller, ministro de Exteriores y ministro de Finanzas respectivamente, Schäuble, en vez de recibir la cartera de Defensa, que era el puesto para el que había sonado con más fuerza y que terminó siendo para su correligionario Franz Josef Jung, retomó las riendas del Ministerio del Interior, oficina en la que dio el relevo al socialdemócrata Otto Schily.
Ministro del Interior en el primer Gobierno Merkel (2005-2009)
Desde el 22 de noviembre de 2005, Schäuble fue un ministro federal del Interior enfrentado a una doble preocupación: el auge del proselitismo, a veces violento, de la extrema derecha xenófoba y antisemita, y la amenaza del terrorismo de matriz islamista. En el primer terreno, no le tembló el pulso a la hora de, con la ley federal en la mano (en concreto, la sección 86a del Strafgesetzbuch o Código Penal), prohibir pequeñas organizaciones que hacían propaganda de la negación del Holocausto, exhibían simbología pronazi o inculcaban clandestinamente en los jóvenes esta ideología al socaire de inocentes de campamentos vacacionales. Destacó la proscripción, en marzo de 2009, de la Heimattreue Deutsche Jugend (HDJ), movimiento juvenil considerado en la órbita de la formación política legal Nationaldemokratische Partei Deutschlands (NPD) de Udo Voigt.
Por lo que respeta al zarpazo del terrorismo, dos ataques que pudieron haber sido muy graves fueron abortados por la Policía en julio de 2006 y septiembre de 2007. En el primer caso, los agentes federales se incautaron en sendos trenes de línea regional de dos maletines bomba que, aparentemente, pudieron haber causado una masacre comparable a la de los atentados de Madrid de 2004. En realidad, la Policía desactivó los explosivos después de fallar el mecanismo de ignición. Dos sospechosos de origen árabe resultaron detenidos en conexión con este atentado frustrado: el primero fue arrestado en Kiel cuando intentaba escapar a Dinamarca, tras lo cual fue acusado, juzgado y condenado a cadena perpetua; el segundo sospechoso se entregó en Líbano a las autoridades locales. Entonces, Schäuble dijo que Alemania se había salvado de una tragedia inconmensurable por pura buena suerte.
En cuanto al segundo caso, consistió en la desarticulación, culminando un vasto operativo de vigilancia y rastreo, de una célula formada por tres hombres en posesión de material sofisticado con el que se disponían a construir varios coches bomba, supuestamente con la intención de emplearlos contra intereses estadounidenses en Alemania y contra el aeropuerto internacional de Frankfurt. Los tres detenidos, juzgados y sentenciados por pertenencia a organización terrorista y conspiración para cometer asesinato, eran ciudadanos alemanes convertidos al Islam, con conexiones turcas y entrenados en campamentos jihadistas en Pakistán.
Incluso con anterioridad a ambos sucesos, Schäuble propuso una batería de medidas extraordinarias para blindar la seguridad interna en la antesala de la Copa Mundial de Fútbol de 2006, disputada en Alemania entre el 9 de junio y el 9 de julio de aquel año. En concreto, invocó la necesidad de aplicar a la seguridad doméstica procedimientos de carácter militar, y citó como deseables la detención preventiva y sin cargos de meros sospechosos policiales de maquinar actos terroristas, la interceptación de sus comunicaciones sin orden judicial y hasta la "eliminación controlada", tal fue la expresión empleada en julio de 2007 en palabras para el semanario Der Spiegel, de cabecillas de organizaciones terroristas. Estas tácticas drásticas, en la línea de la guerra global al terrorismo practicada por Estados Unidos, pugnaban abiertamente con la Ley Fundamental, pero el ministro, acribillado de críticas desde el SPD, Los Verdes, el conjunto de la izquierda y las ONG de Derechos Humanos, se preguntó si no convendría enmendar la Carta Magna para dar respuesta a las "nuevas amenazas" y a los "chantajes" de los terroristas sin los actuales "problemas jurídicos" que la legislación actual presentaba.
Ministro de Finanzas en el segundo Gobierno Merkel (2009-2013)
La CDU/CSU, protegida de la erosión por el liderazgo de Merkel, batió con claridad al SPD de Steinmeier en las elecciones federales del 27 de septiembre de 2009 y justo un mes después la canciller tuvo listo su segundo Gabinete, esta vez coaligada con los liberaldemócratas de Guido Westerwelle, ahora vicecanciller y ministro de Exteriores. Los equilibrios entre las respectivas cuotas de poder de la CDU, la CSU y el FDP se tradujeron para Schäuble en la obtención del poderoso Ministerio de Finanzas, el área de gestión gubernamental más ajustada a su preparación profesional. El titular de Finanzas en la anterior legislatura, el socialdemócrata Steinbrück, había comenzado su labor concentrado en el cumplimiento de los criterios de Maastricht sobre el déficit y la deuda públicos, y en la compleción del ambicioso programa de reformas estructurales para reducir los costes del Estado del bienestar que se prolongaba desde los años de Schröder, pero la Gran Recesión de 2008-2009, año en que la locomotora económica alemana retrocedió un 5,6%, la mayor contracción de la posguerra, vino a echar por tierra todos los logros anteriores.
Así, si en 2008 las cuentas federales habían recobrado el equilibrio exacto, con cero déficit y cero superávit, solo un año más tarde el balance negativo, del 3% del PIB, volvía a estar en los niveles preocupantes de 2005. La caída de los ingresos a causa de la crisis, el gigantesco desembolso de dinero público para rescatar y sanear los bancos privados en problemas, y las inyecciones de estímulo económica (con todo, modestas en comparación con las realizadas en el Reino Unido y Estados Unidos) no podían menos que desbaratar el balance fiscal del Gobierno. La deuda pública rozaba el 80% del PIB, 20 puntos más de lo permitido por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE.
Cuando tomó los mandos del Ministerio de Finanzas, Schäuble se mostró abiertamente pesimista sobre las posibilidades que había de reequilibrar el presupuesto federal en los cuatro años de legislatura. Por el momento, esta meta era una "utopía" y como muy pronto habría que esperar hasta 2013 para alcanzarla. La convalecencia post recesión, insistía el ministro, no daba apenas margen para aplicar las políticas de ahorro y austeridad ya en curso en otros países de la Eurozona. Lo que urgía era una amplia bajada de los impuestos, por 24.000 millones de euros anuales, para empujar el consumo y la inversión.
Ahora bien, la apuesta por las políticas anticíclicas de tipo expansionista apenas se sostuvo medio año. En junio de 2010, justo después de fraguarse el primer rescate financiero de Grecia y con la gran crisis de las deudas soberanas de la Eurozona en sus etapas iniciales, Merkel y Schäuble, contra el criterio de los socios liberaldemócratas, campeones del alivio tributario, dieron un drástico volantazo al encumbrar la fórmula del ajuste fiscal en aras de la consolidación presupuestaria. Aprovechando que la economía nacional, dinamizada por las exportaciones a Estados Unidos, China y los emergentes, volvía a crecer con brío, el Gobierno anunció un plan de ahorro de casi 80.000 millones de euros entre 2011 y 2014. Semejante "esfuerzo excepcional" iba a afectar sobre todo a las prestaciones sociales que recibían los ciudadanos. Schäuble estaba plenamente decidido a dar cumplimiento a la última enmienda a la Ley Fundamental, aprobada por el Bundestag en vísperas de las elecciones de 2009, que prohibía al Gobierno Federal manejar un déficit estructural superior al 0,35% del PIB más allá de 2016.
En adelante, Schäuble, preocupado por las limitaciones de la arquitectura de la UEM, pasó a ser el rostro riguroso, de expresión ceñuda y sin florituras verbales, de la ortodoxia fiscal a rajatabla que el Gobierno Merkel quería para Alemania y prefería también para el conjunto de la Eurozona, cuyas "reglas" debían ser acatadas sin rechistar por todos sus miembros, sin importar la magnitud de sus zozobras contables. El ministro desplegó una enérgica batería de consignas y dictámenes que el público europeo percibió con nitidez.
Así, Alemania, principal aportador de fondos, recordaba el ministro, tenía la voluntad de socorrer a los socios del euro sumidos en graves apuros de caja por no poder hacer frente a los desorbitados intereses que los mercados exigían a sus degradadas deudas soberanas, pero los receptores de los préstamos de emergencia, a cambio, debían acometer unos completos programas de ajuste económico que incluían reformas estructurales en las pensiones y el mercado laboral, del tipo de las realizadas por Alemania, privatizaciones de activos públicos y la persecución de unas exigentes metas anuales de poda de déficit.
Al igual que sucedía en la rica Alemania, el saneamiento financiero generador de "confianza" y "competitividad" tenía prioridad sobre el estímulo del crecimiento y la creación de empleo en aquellos países de la periferia o del flanco sur del euro azotados por las tormentas de la deuda, como Irlanda, Portugal, Italia y España. Esto tenía una particular vigencia para la traumatizada Grecia, pertinazmente al borde de la quiebra, cuyo segundo rescate financiero, bastante impopular en Alemania, quedó sellado en marzo de 2012, muchos meses después de constatarse el fracaso del primer paquete de salvamento; este había resultado ineficaz, opinaban analistas críticos, a causa fundamentalmente de su gestión cicatera por Alemania en el seno del Eurogrupo, la reunión informal de ministros de Finanzas del euro, en el que Schäuble, al parecer, llevaba la voz cantante.
Schäuble, visto desde Atenas como un mandamás arrogante que imponía sacrificios sociales desgarradores y menoscababa la soberanía nacional de Grecia mientras el Tesoro germano se beneficiaba a espuertas (hasta el punto de subastar bonos a corto plazo con intereses negativos, de cobro por el Estado) de la demanda masiva de títulos nacionales de deuda (ansiados por los inversionistas como valor refugio al disponer de la codiciada triple A en las clasificaciones de rating), tendía a mirar la voluntad cumplidora de las autoridades helenas con incredulidad. De hecho, su escepticismo sobre el futuro de Grecia en la Eurozona fue en aumento.
En febrero de 2012, las dudas expresadas por Schäuble sobre la intención del Gobierno que fuera a salir de las elecciones de mayo de cumplir los compromisos adquiridos por el Ejecutivo actual, el del tecnócrata independiente Loukas Papademos, quien se disponía a firmar el memorándum del segundo rescate, indignaron al presidente de Grecia, Karolos Papoulias. "No puedo aceptar que el señor Schäuble insulte a mi país ¿Quién se cree que es el señor Schäuble para ridiculizar a Grecia?", tronó el jefe del Estado heleno, que añadió, evocando los dolorosos episodios de la Segunda Guerra Mundial: "Siempre hemos estado orgullosos de defender no solo la libertad de nuestro país, sino también la de Europa".
Por otro lado, en Schäuble, Merkel, que tenía la misma opinión, halló un rocoso pilar de rechazo a la propuesta, planteada inicialmente por el presidente del Eurogrupo, el primer ministro y ministro de Finanzas luxemburgués Jean-Claude Juncker, y luego bien acogida por los presidentes de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, así como abrazada por el nuevo presidente francés, el socialista François Hollande, sobre una emisión de eurobonos porque ello supondría "colectivizar" las deudas nacionales y endosar a los países cumplidores la falta de "responsabilidad" de otros.
En 2012 las tesis dogmáticas de Schäuble quedaron registradas, como si de unas nuevas tablas de la ley económica se tratara, en el polémico Pacto Fiscal Europeo, instrumento decisivo para la deseada unión fiscal, mas allá una mera unión monetaria, de la Eurozona que dejaba obsoleto el viejo Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) de Maastricht. El PEC establecía unos límites básicos a los niveles nacionales de déficit y endeudamiento para conseguir una cierta armonización económica. Ahora, el Pacto Fiscal Europeo seguía la estela del Pacto por el Euro, o Euro Plus, un compromiso de competitividad ligado a la contención salarial —tan en boga en la Alemania de los minijobs— adoptado por el Consejo Europeo en marzo de 2011 como una versión suavizada del Pacto de Competitividad inicialmente acariciado por Berlín.
El Pacto Fiscal Europeo, de nombre oficial Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Eurozona, consagraba la regla del equilibrio presupuestario, hasta el punto de requerir a los estados signatarios modificaciones ad hoc en sus respectivos ordenamientos legales, preferiblemente en las constituciones nacionales, para fijar expresamente un tope de déficit estructural del 0,5% y la aplicación de sanciones casi automáticas a los países que rebasaran el umbral del 3%. A Schäuble le habría gustado que el Pacto Fiscal adquiriera vinculación jurídica como una reforma directa de los tratados europeos, pero la oposición planteada por dos países no miembros de la Eurozona, Chequia y el Reino Unido, condujo a su firma por 25 gobiernos en marzo de 2012 bajo la forma de un tratado gubernamental, es decir, una vía más rápida, que garantizaba su puesta en marcha tan pronto como fuese ratificado por 12 de los 17 estados de la Eurozona. Para satisfacción de Berlín, el Pacto Fiscal entró en vigor el 1 de enero de 2013 para los 16 estados miembros y no miembros de la Eurozona que ya lo habían ratificado.
El ahorro, de lo más conservador, aplicado en su país por el "ayatolá de la austeridad" no fue entendido en muchos despachos políticos, económicos y académicos de dentro y fuera de Europa, ya que si Alemania se conformaba con crecer muy poco, la debilidad de su demanda interna dañaría a los socios comerciales con economías más pequeñas necesitadas de un tirón vendedor. Y si sus vecinos de la UE no crecían y compraban menos, forzosamente, Alemania, la gran exportadora, también saldría perjudicada, subrayaba este razonamiento. El caso fue que el tijeretazo presupuestario, ayudado por la robustez de los ingresos fiscales procedentes de la actividad laboral y empresarial, y por los bajísimos intereses que pagaban los bonos de deuda, tuvo tanta intensidad que la gran potencia de la UE, cuyo déficit llegó al 4,1% en 2010, consiguió equilibrar sus cuentas ya en el ejercicio de 2012: ese año, el cuadro fiscal presentó un superávit del 0,1% del PIB, tasa envidiable que, de nuevo contra pronóstico, se repitió en 2013.
La contraparte de tamaño esfuerzo fue un crecimiento raquítico, del 0,4% en 2012 y del 0,1% en 2013, que, de todas maneras, contrastaba con la recesión suave experimentada por la UE y la Eurozona en ese bienio. Por si fuera poco, el paro se estabilizó en torno al 5% de la población activa. Algunos comentaristas hablaron de "tercer milagro alemán", expresión que tanto podía referirse a las sobresalientes tasas de crecimiento registradas en 2010 (el 4,1%) y 2011 (3,6%,), a renglón seguido de una corta aunque feroz recesión y que duplicaron los promedios de la UE, como a la posterior obtención del superávit fiscal, paralelo al superávit comercial, en mitad del torbellino financiero europeo, aunque a costa del consumo y la inversión de la apagada demanda interna.
En marzo de 2013 Berlín, como era de esperar, jugó un papel fundamental en la negociación del rescate europeo de la banca de Chipre, por valor de 10.000 millones de euros, que, en una decisión sin precedentes, impuso un corralito temporal y una fuerte quita, disfrazada de tasa, para los depósitos particulares de más de 100.000 euros. Entonces, el ministro Schäuble, quien, por cierto, acababa de perder a su hermano menor Thomas, uno de los más destacados políticos de la CDU en Baden-Württemberg, trasladó a otros, empezando por los propios chipriotas, cualquier responsabilidad por el perjuicio causado a los ahorradores de la isla mediterránea. Sin embargo, medios periodísticos, citando fuentes internas del más alto nivel, revelaron que en las apresuradas discusiones del Eurogrupo, Alemania y sus aliados del núcleo duro europeo, Austria, Holanda y Finlandia, junto con el FMI, presionaron para que la quita afectara también a los depósitos de menos de 100.000 euros.
Schaüble afirmó que el rescate con quita, que obligaba a contribuir a accionistas, acreedores de deuda y bonos, y grandes depositantes, podía servir como "norma" para futuras intervenciones en la Eurozona. A los pocos días, el ministro matizó que el salvamento de la banca chipriota constituía un caso excepcional y que los ciudadanos de la Eurozona tenían garantizados sus depósitos de más de 100.000 euros, tal como establecían las normas europeas. El presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, en sintonía con su colega alemán y que había hablado en similares términos, se corrigió también. Schäuble recalcó que la intención original, finalmente rechazada por el Parlamento de Nicosia, de penalizar a los pequeños depositantes no había partido del Gobierno alemán, sino del Gobierno chipriota, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. En junio de 2013 los ministros de Finanzas de los 27 acordaron de manera definitiva que cualquier futuro rescate bancario respetaría en toda circunstancia los depósitos de menos de 100.000 euros. Los que superasen esa cantidad, considerados "no asegurados", no recibirían esa "superprotección", aunque conservarían una "protección especial", lo que no excluía la posibilidad de tocarlos en caso de suprema necesidad.
Schäuble, con 71 años recién cumplidos, anotó en su currículum de gran veterano su undécima reelección consecutiva en unas elecciones al Bundestag, las del 22 de septiembre de 2013, que brindaron a la CDU/CSU una victoria rayana en la mayoría absoluta. El 17 de diciembre Merkel arrancó su tercer período como canciller en gran coalición con los socialdemócratas de Sigmar Gabriel y de nuevo flanqueada por el incombustible y valioso Schäuble en el Ministerio de Finanzas. Aunque los compromisos con el SPD incluían un cierto giro social en las políticas domésticas de Alemania, como la regulación legal del salario mínimo y la flexibilización de la jubilación a los 67 años, Merkel y Schäuble se aseguraron de que Gabriel, flamante vicecanciller y ministro de Economía, y Steinmeier, otra vez responsable de Exteriores, asumieran las metas de equilibrio presupuestario y reducción de deuda pública, y les dieran manos libres para seguir imponiendo en la UE sus criterios de unión fiscal y unión bancaria pero sin unión de deuda, y de priorizar la austeridad sobre el crecimiento.
4. Reconocimientos y bibliografía
A lo largo de su trayectoria política Wolfgang Schäuble ha recibido cierto número de reconocimientos. En mayo de 2012 recogió en Aquisgrán el prestigioso Premio Internacional Carlomagno, antes que él ya ganado por Merkel, Kohl y otros estadistas alemanes. El jurado de la ciudad renana se lo otorgó "en tributo a sus excepcionales servicios para la superación de la división de Alemania y Europa, y a su papel como generador de ideas y protagonista destacado en prácticamente todos los progresos hechos por la integración europea en las últimas tres décadas, y en reconocimiento a su importante contribución a la estabilización de la Unión Monetaria".
Además del Carlomagno, le han sido conferidos entre otros la Orden del Mérito de la República Italiana, la Orden del Mérito de la RFA (dos veces, en 1989 y 1991), las órdenes nacionales del Mérito y de la Legión de Honor de Francia y el Konrad-Adenauer-Freiheitspreis que en 1998 le otorgó la Deutschland-Stiftung, fundación vinculada a la CDU. Es asimismo doctor honoris causa por las universidades de Erlangen-Nuremberg, Friburgo, Varmia y Masuria, Tubinga y Corvinus de Budapest. En el capítulo de filiaciones, hay que destacar sus pertenencias a la Fundación Alemana de Paraplejía (DSQ) y la Fundación Internacional para la Investigación sobre Paraplejía (IRP), la enfermedad neurológica, hoy por hoy incurable y en su caso adquirida por lesión traumática, que antes que él sufrieron otros dos políticos famosos, los estadounidenses Franklin Roosevelt y George Wallace.
El ministro alemán es el autor de los siguientes libros de reflexiones y memorias políticas: Der Vertrag. Wie ich über die deutsche Einheit verhandelte (1991); Und der Zukunft zugewandt. Perspektiven deutscher Politik (1994); Und sie bewegt sich doch (1998); Mitten im Leben (2000); Scheitert der Westen? Deutschland und die neue Weltordnung (2003); Zukunft mit Maß. Was wir aus der Krise lernen können (2009); y Braucht unsere Gesellschaft Religion? Vom Wert des Glaubens (2009).
(Cobertura informativa hasta 1/1/2014)