Václav Klaus

Sólidamente instalado en el mundo de las finanzas y la economía desde su juventud no obstante haber nacido en una familia humilde (su padre era oficinista y su madre trabajó algunos años como taquillera en una pinacoteca capitalina), cursó estudios en la Universidad de Economía de Praga (VSE), por la que se licenció en Comercio Exterior en 1963, y posteriormente realizó posgrados en Italia y en la Universidad estadounidense de Cornell. Hasta 1970 desarrolló tareas de investigación en el Instituto de Economía de la Academia Checoslovaca de Ciencias (CSAV) y en lo sucesivo desempeñó diversos puestos de responsabilidad, desde 1971 a 1986 en el Banco Estatal y a partir de 1987 en el Departamento de Macroeconomía del recién creado Instituto de Análisis de la CSAV.

Cuando en noviembre de 1989 comenzaron las movilizaciones populares para forzar la caída del régimen del Partido Comunista de Checoslovaquia (KSC), Klaus se unió al Foro Cívico (OF), una plataforma de diversos grupos y movimientos que rápidamente acaparó la portavocía de la protesta. Klaus aportó al OF, animado por destacadas figuras de la intelectualidad y la disidencia política como el dramaturgo Václav Havel, su preparación de economista inequívocamente comprometido con el libre mercado.

El 7 de diciembre de 1989 se integró como ministro de Finanzas en el Gobierno de mayoría no comunista presidido por Marián Calfa, quien fue designado por el KSC tras dimitir su predecesor, Ladislav Adamec, por no obtener su Gobierno la confianza del OF. De los 21 ministros, siete presentaban la marca de independientes (los otros 14 pertenecían a los únicos partidos legales por el momento, el KSC y sus satélites, los partidos Socialista y Popular), y de ellos tres ejercieron de hecho como representantes del OF, Klaus, Ján Carnogurský y Jirí Dienstbier. En las elecciones libres del 8 y 9 de junio de 1990 Klaus ganó el escaño en la Cámara del Pueblo de la Asamblea Federal y luego renovó su función en el nuevo Gobierno que Calfa formó el 27 de junio, ya sin la presencia del KSC y sus aliados.

El 13 de octubre de 1990 Klaus sustituyó a Havel como presidente de OF, el cual, cumplido su cometido de aglutinar a las fuerzas democráticas en el período transitorio de 1989-1990, comenzó a desintegrarse a principios de 1991 por la concreción de diferentes tendencias ideológicas en su seno. Así, el 23 de febrero de aquel año Klaus precipitó la separación de su fracción formada en diciembre de 1990, el Club de la Derecha Democrática, a partir de la cual celebró el 20 y 21 de abril de 1991 en la ciudad morava de Olomouc un congreso que levantó acta fundacional del Partido Cívico Democrático (ODS), para cuya presidencia fue elegido él. Uno de los debates que precipitaron la ruptura del OF giró en torno al modelo de transición a la economía de mercado, que para Klaus sólo podía ser radical y capitalista sin ambages. Dienstbier, ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno, encabezó a su vez otra escisión, el Club Liberal, que el 27 de abril se concretó en el Movimiento Cívico (OH), el cual, junto con la Alianza Cívica Democrática (ODA), completó el trío de partidos surgidos del OF.

El 3 de octubre de 1991 Klaus fue elevado por Havel al estatus de viceprimer ministro, pero en julio de 1992 abandonó el Gobierno federal para asumir la jefatura del Ejecutivo de la República Checa como resultado de la victoria de la alianza del ODS y el Partido Cristiano Demócrata (KDS), con el 29,7% de los votos y 76 de los 200 escaños, en las elecciones del 5 y 6 de junio al Consejo Nacional Checo. En las elecciones parlamentarias federales celebradas al mismo tiempo, el bloque de Klaus se hizo con 85 de los 300 escaños de la Asamblea checoslovaca, seguido por la primera fuerza política en Eslovaquia, el Movimiento por una Eslovaquia Democrática (HZDS) de Vladímir Meciar, partido surgido a su vez del Foro Público contra la Violencia (VPN), que hasta 1991 figuró como el equivalente eslovaco del OF implantado en los países checos

Tras estas elecciones, la perspectiva de una desunión pacífica y pactada de la Federación había ganado muchos puntos entre las clases dirigentes de ambas repúblicas. El 20 de junio Klaus y Meciar llegaron a un principio de acuerdo para una rápida disolución del Estado checoslovaco nacido en 1918. El dirigente checo condujo las negociaciones de manera que, o se aceptaba el andamiaje constitucional de la Federación tal como estaba, o se procedía a su disolución por mutuo acuerdo. Hostil a cualquier fórmula de tipo confederal, Klaus rechazó las propuestas de Meciar sobre una presidencia federal bicéfala, con un presidente checo y otro eslovaco que rotarían periódicamente en la jefatura nominal del Estado, y sobre la celebración de un referéndum en torno a la soberanía eslovaca. Precisamente, la negativa de Klaus de someter al escrutinio popular una cuestión de tan alta trascendencia disgustó a Havel, que dimitió como presidente federal el 17 de julio como protesta.

El 2 de julio de 1992 entraron en funciones los gobiernos de coalición de Klaus en la República Checa y el de Jan Stráský (ODS) en la Federación, cuyo cometido no era otro que asegurar el funcionamiento normal del país en los meses que le quedaran de vida. El 21 de noviembre el Consejo Nacional Checo aprobó con 109 votos a favor, los del bloque de partidos leales a Klaus, una declaración de soberanía que fue calificada por la oposición de socialdemócratas, comunistas y republicanos de extrema derecha como un "golpe de Estado" para hacer irreversible la separación de los eslovacos a espaldas de la opinión pública.

Cuando el 1 de enero de 1993 Checoslovaquia dejó de existir y la República Checa alcanzó la condición de Estado independiente, Klaus, que hasta la asunción de Havel como presidente de la República el 2 de febrero ejerció de jefe del Estado en funciones, continuó al frente del Gobierno de coalición con otras tres formaciones del centro y la derecha surgido de las elecciones del año anterior: la ODA, la Unión Cristiana y Democrática-Partido Popular Checoslovaco (KDU-CSL) de Carnogurský y el KDS, el cual terminó fusionándose con el ODS en marzo de 1996.

Esta fórmula, garante de una mayoría absoluta de 105 escaños, se mantuvo, ciertos roces aparte, durante unos años, abonando la imagen del gobierno más estable de los nuevos regímenes democráticos de Europa Central y Oriental. A ello contribuyeron las coincidencias entre Klaus y Havel, sobre todo en política exterior (campo donde el presidente puede ejercer una cierta capacidad política), en un sentido decididamente prooccidental y partidario de la rápida inserción del país en las estructuras euro-atlánticas. Pero esta aproximación tenía su límite en la definición del papel del Estado en la economía.

En efecto, las recetas thatcherianas del equipo de Klaus, probablemente, el más entusiasta partidario del liberalismo en economía de todos los estadistas de la región (y, al decir de sus críticos, del resto del continente), tomaron unas características nacionales que difirieron de las fórmulas adoptadas por húngaros y polacos en sus respectivas transiciones económicas. Así, con Klaus los checos apostaron por un sistema de privatizaciones masivas de las empresas del Estado mediante la emisión de bonos abierta a todos los ciudadanos, que luego podían canjearlos por acciones o invertirlos en fondos de inversión. La fórmula recordaba poderosamente las nociones de "capitalismo popular" esgrimidas por Margaret Thatcher en el Reino Unido. Como la célebre mandataria británica, Klaus confiaba ciegamente en el papel regulador del libre mercado y en la iniciativa individual como motores de la prosperidad.

Esta actitud porfiada del gobierno de Klaus, unida a las proverbiales responsabilidad cívica y laboriosidad de los checos, tuvo su traducción en éxitos macroeconómicos: la inflación se contrajo progresivamente desde 1992 y el PIB inició la senda del crecimiento sostenido en 1994 tras varios años de recesión, todo ello con una tasa de paro moderada que muchos países de la Unión Europea (UE) querrían para sí. Ahora bien, la oposición denunció el carácter antisocial de este programa y la importancia desmesurada que concedía a los valores consumistas y de competencia individual.

En las elecciones legislativas del 31 de mayo y el 1 de junio de 1996 quedó registro de este descontento al perder la mayoría absoluta la coalición de Klaus, que bajó a los 99 escaños, uno de ellos para el primer ministro, si bien el porcentaje de voto, el 44%, fue incluso superior al sumado por los tres partidos en 1992. El ODS conservó su condición de principal fuerza parlamentaria con 68 escaños y el 29,6% del voto, casi exactamente la misma cuota de sufragios obtenida en 1992. El 4 de julio Klaus reeditó su gobierno tras asegurarse un "pacto de gobernabilidad" con la principal fuerza de la oposición, el Partido Social Demócrata Checo (CSSD).

Los éxitos de la República Checa en sus esfuerzos para homologar sus estructuras políticas, económicas y de seguridad con las occidentales no pasaron desapercibidos en las capitales occidentales, especialmente en la alemana. Mientras Klaus presidió el Gobierno, la República Checa ingresó en el Consejo de Europa (30 de junio de 1993), obtuvo el estatuto de país asociado a la OTAN (10 de marzo de 1994) y la UEO (9 de mayo de 1994), entró en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 21 de diciembre de 1995), y suscribió un Acuerdo de Asociación con la UE (4 de octubre 1993), ante la que planteó la demanda formal de adhesión el 23 de enero de 1996.

Tanto la OTAN como la UE confirmaron en 1997 que la República Checa iba a figurar en sus primeras rondas de ampliación, en 1999, en el primer caso, y en los albores del próximo siglo, en el segundo. Por otro lado, el 21 de enero de 1997 Klaus suscribió en Praga con el canciller Helmut Kohl una declaración germano-checa sobre la superación de diferencias históricas entre las dos naciones, en la que cada parte asumía su responsabilidad y expresaba su pesar por dos episodios ominosos del reciente pasado común: la anexión del territorio de los Sudetes y la ocupación de los países checos por el III Reich en 1938-1945 por una parte, y la expulsión de la minoría alemana que vivía en el citado territorio después de la Segunda Guerra Mundial y de la caída del país bajo la órbita soviética, por la otra.

A finales de noviembre de 1997, la aparición de un escándalo sobre la presunta donación al ODS por un prominente hombre de negocios de 220.000 dólares dos años atrás, poco antes de recibir del Gobierno una concesión en la privatización de una acería, puso al descubierto el lado menos edificante del modelo económico de Klaus, el de la ausencia de instrumentos de control, la proliferación de la corrupción y el desorden de la gestión, precisamente ahora que la marejada económica había obligado al Gobierno a introducir un doloroso programa de ajuste. En estas circunstancias, la coalición gobernante terminó estallando. El 29 de noviembre la ODA y la KDU-CSL retiraron sus ministros y al día siguiente Klaus no tuvo otra salida que la dimisión, que fue aceptada de inmediato por Havel, cuyas críticas a la labor del primer ministro habían subido últimamente de tono. A lo largo de diciembre la Policía fue desgranando detalles sobre una red de financiación ilegal del ODS que, al parecer, incluía una serie de cuentas secretas en bancos suizos.

La estrepitosa caída de Klaus, que declaró no saber nada de las acusaciones vertidas contra su partido, se produjo como remate a varios meses de incertidumbre económica por la crisis de confianza en la moneda nacional, la corona, reflejada desde el mes de mayo en los mercados de valores. En los primeros meses de 1998 se fue conociendo el registro de las principales variables en 1997, que suscitaron amargas valoraciones sobre la magnitud del "falso milagro económico" checo bajo Klaus: el crecimiento cayó al 0,9% del PIB (por el contrario, Eslovaquia registró un crecimiento del 5,7% en el mismo período), la inflación marcó el 10% y el paro, antes bajísimo, prácticamente se había duplicado, hasta rozar el 6%. Klaus sólo reconoció haberse equivocado en la elaboración del presupuesto, que salió completamente desequilibrado por una previsión sobrestimada de los ingresos fiscales.

El nuevo primer ministro interino designado por Havel el 17 de diciembre de 1997, Josef Tosovský, hasta entonces gobernador del Banco Central, no contó con Klaus para elaborar la lista de ministros, entre los cuales figuraron cuatro miembros del ODS críticos con su liderazgo partidario. Confirmado en la presidencia del partido en un congreso extraordinario celebrado el 13 y el 14 de diciembre, Klaus exigió a los ministros disidentes que, o bien dimitieran, o bien cesaran de militancia en el ODS. El 17 de enero de 1998 se concretó la escisión capitaneada por Jan Ruml, ex ministro del Interior y rival de Klaus por el liderazgo del ODS en el congreso de diciembre, e Ivan Pilip, que figuraba como titular de Finanzas en el Gobierno Tosovský, dando lugar al partido Unión de la Libertad (US). Cuando el 28 de enero el nuevo primer ministro se sometió al voto de confianza parlamentario, el grupo del ODS, mayoritariamente leal a Klaus, votó negativamente.

Contra todo pronóstico, no se apagó la estrella política de Klaus, que, superado su peor momento, se aprestó a mantener su puesto de privilegio en la escena política y librar nuevas batallas con sus enemigos parlamentarios. En la campaña para las elecciones legislativas del 18 y el 20 de junio de 1998 el ex primer ministro resucitó todos los espectros del anticomunismo y, con tintes demagógicos, presentó al CSSD de Milos Zeman como una fuerza neocomunista.

La imputación era espuria, pues el CSSD, a diferencia de los partidos afines en Polonia y Hungría, no provenía del antiguo KSC, cuyo nicho ideológico fue ocupado por el Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSCM), prácticamente el propio KSC con algunos retoques doctrinales. Zeman fue un efímero militante del KSC hasta su expulsión en el período de normalización iniciado por las autoridades instaladas en el poder tras la invasión soviética de agosto de 1968, y luego militó en el OF antes de unirse al CSSD, el cual tenía una tradición propia como partido previa a la instauración del régimen comunista en 1948.

El CSSD se aprovechó del profundo desencanto que el brusco final del Gobierno Klaus había generado en la población y superó al ODS, rebajado a la segunda posición con el 27,7% de los votos y 63 escaños. Los resultados, empero, no fueron del todo malos para el partido de Klaus si se tenían en cuenta la amplitud del descalabro económico (1998 iba a terminar registrando un crecimiento negativo del 2,2%) y la reciente escisión de la US de Ruml. La escasa mayoría obtenida por el CSSD movió a Zeman a negociar con Klaus un Gobierno de coalición. Aunque estas conversaciones fracasaron, ambos líderes sí alcanzaron, el 9 de julio, un acuerdo que garantizaba un mínimo de gobernabilidad, según el cual el ODS obtenía las presidencias de las dos cámaras del Parlamento y a cambio se comprometía a no lanzar ni apoyar moción de censura alguna contra el Gobierno.

Válido en principio para toda la legislatura, el pacto de estabilidad Zeman-Klaus, que repetía lo sucedido en 1996 pero a la inversa, levantó una fuerte polémica en la opinión pública por lo que se entrevió de componendas maquiavélicas entre los dos partidos mayoritarios a costa de los pequeños (KDU-CSL, ODA y US), que vieron frustradas sus expectativas de compartir el poder, y no dejó de sorprender a los observadores, considerando el antagonismo ideológico de sus firmantes. El 17 de julio de 1998, coincidiendo con el nombramiento de Zeman por Havel como primer ministro, Klaus fue elegido presidente de la Cámara de Representantes.

Klaus desempeñó en la nueva legislatura cuatrienal una polémica jefatura de la oposición, pletórica en ambigüedades y salidas de tono. Por un lado, resistió todas las presiones, de sectores de la opinión pública y de los partidos menores de la oposición, para que rompiera su inopinada alianza con el CSSD; más aún, propuso la entrada formal del ODS en el Gobierno, que sería bien de "gran coalición", bien de "supercoalición", esto es, integrado por todos los partidos con representación parlamentaria a excepción del KSCM, cuyas perspectivas electorales al alza provocaban hondo desasosiego.

Por otro lado, a lo largo de 1999 y 2000 Klaus vertió acerbas críticas contra la OTAN -el 12 de marzo de 1999 se produjo la histórica entrada de la República Checa en la organización de defensa-, a la que acusó de provocar el éxodo de refugiados de Kosovo con su campaña de bombardeos para obligar a claudicar al régimen de Slobodan Milosevic en su represión genocida de los albaneses, y contra la UE, por aplicar sanciones a Austria a raíz de la entrada de la ultraderecha de Jörg Haider en el Gobierno encabezado por el popular Wolfgang Schüssel. Ahora bien, Klaus no tardó en entrar en agrias polémicas con las autoridades austríacas en torno a la cuestión de la central nuclear de Temelin, considerada altamente insegura por la UE, y además metió a Viena en un eje germanista y presuntamente anticheco junto con Berlín y Budapest. Por lo demás, los reproches de Klaus a la UE se nutrían sobre todo de la estrategia de preadhesión de los países solicitantes diseñada por la Comisión Europea.

En particular, en mayo de 2000 Klaus declaró que los costos de la apuesta checa por el ingreso en la UE estaban siendo "subestimados", mientras que las ventajas estaban siendo "sobrestimadas". Un mes más tarde, el líder conservador, al tiempo que repartía críticas a mansalva contra feministas, ecologistas antinucleares y globalistas, demandó la celebración de un referéndum sobre la cuestión, ya que un ingreso "no meditado" en la UE podría, en su opinión, poner en peligro la identidad nacional y cultural checa. Aunque el presidente Havel y las abiertamente europeístas KDU-CSL y US salieron al paso de unas declaraciones, que, a su juicio, dañaban "la credibilidad y el prestigio del país", lo cierto es que a finales de 2000 las encuestas de opinión concedían al ODS una intención de voto ampliamente superior a la del partido de Zeman.

Confiado en esta perspectiva halagüeña, a lo largo de 2001 Klaus continuó con sus declaraciones euroescépticas, que él prefería llamar "eurorealistas", y a principios de diciembre, poco después de ser reelegido abrumadoramente en la presidencia del partido, no tuvo ambages en expresar en su alocución ante el Parlamento Europeo en Bruselas que era hora de oponerse a la tendencia "supranacionalista" en la UE, a la "europeización" de las políticas nacionales de seguridad y de defensa, y a la "unificación subrepticia" del continente. En referencia a los atentados del 11 de septiembre, sentenció que las "raíces" del terrorismo internacional no eran otras que las "posiciones antiliberales, antidemocráticas, anticapitalistas y antiestadounidenses" del entorno. Ni que decir tiene que tan francas valoraciones en la institución comunitaria que es la emanación democrática de los ciudadanos no sentaron nada bien en varios grupos parlamentarios y provocaron una fuerte polémica en Praga.

La confirmación por Zeman de que no iba a continuar en la presidencia del Gobierno tras las elecciones del 14 y 15 de junio de 2002 a la Cámara de Representantes y que el candidato al puesto iba a ser el nuevo presidente del CSSD, Vladimír Spidla, molestó profundamente a Klaus. Cuando Spidla dejó saber que no le entusiasmaba la idea de renovar el pacto de gobernabilidad con el ODS y que iba a explorar puntos de encuentro con la KDU-CSL y la US-DEU (fusión de la US y la extraparlamentaria Unión Democrática), y también después de elaborar el Gobierno unos presupuestos generales deficitarios, Klaus puso el grito en el cielo por lo que le parecía un "brusco giro a la izquierda" en el CSSD y acusó a Spidla, en lo sucesivo blanco favorito de sus catilinarias, de jugar una "carta social falsa" y de "coquetear con la demagogia y el populismo" si pretendía dotar al país de un dispendioso sistema del bienestar a la escandinava.

Apenas dos semanas antes de las elecciones el ODS seguía encabezando los sondeos de intención de voto y Klaus anunció que si no se ganaba él dimitiría al frente del partido. Sin embargo, el CSSD se adjudicó nuevamente la victoria con el 30,2% de los sufragios y 70 escaños y el ODS obtuvo unos resultados francamente decepcionantes, con pérdida de votos y escaños con respecto a 1998, respectivamente el 24,5% y 58. Spidla pasó a presidir el Ejecutivo en coalición con la KDU-CSL y la US-DEU, y puso fin a la colaboración institucional con el ODS. Klaus, contrariamente a lo asegurado antes de las elecciones, rehusó presentar la dimisión como presidente del partido y retrasó este desenlace hasta una conferencia extraordinaria a celebrar en diciembre.

El pugnaz líder conservador no arrojó la toalla política. Primero, el 11 de julio, intentó ser reelegido presidente de la Cámara baja en la consideración de que la exigua mayoría del CSSD y sus dos socios de centroderecha le brindaban posibilidades, pero cayó derrotado en segunda votación ante el candidato socialdemócrata, Lubomir Zaorálek, por 101 votos contra 76. Este fracaso le indujo a suscitar la posibilidad de optar a la reelección en la jefatura del ODS, pero en octubre volvió a cambiar de opinión y anunció su postulación para la misma Presidencia de la República, que en febrero debía ser liberada por Havel al concluir su segundo mandato quinquenal. Klaus no se resignaba a ser marginado de los puestos señeros en las instituciones republicanas y su envite presidencial, de paso, permitía zanjar la incertidumbre sobre sus aspiraciones internas en el partido, pues la condición de jefe del Estado es constitucionalmente incompatible con puestos de conducción partidaria.

Así las cosas, el 13 de diciembre de 2002 se llegó a la Conferencia del ODS en la localidad de Frantiskovy Lazne con un coro interno de críticas al controvertido estilo de Klaus y llamamientos a dejar atrás la excesiva personalización de la agrupación en su líder y a corregir la trasnochada retórica antiizquierdista. Los compromisarios eligieron como nuevo presidente al senador Mirek Topolánek frente al favorito impulsado por Klaus, Petr Necas, vicepresidente y responsable del área de Defensa del partido. Klaus fue nombrado presidente honorífico de la formación y acogió con desdén la elección de Topolánek, un dirigente con el que había tenido desacuerdos en el pasado. No obstante, Topolánek afirmó que el ODS no iba a variar sus postulados y que su ideología no era sino el "klausismo".

La exigencia de mayoría absoluta por separado en las dos cámaras del Parlamento en la primera votación auguraba una difícil elección presidencial, así que en cuanto se publicaron algunos sondeos periodísticos que le situaban como el favorito del electorado Klaus revirtió una posición arraigada de su partido y pasó a demandar una reforma constitucional para introducir la elección presidencial directa.

En la primera ronda de votaciones, el 15 de enero de 2003, Klaus se deshizo de los candidatos del CSSD, Jaroslav Bures, y el KSCM, Miroslav Krízenecký, pero su lid con el postulante de la KDU-CSL, el presidente del Senado Petr Pithart, quedó inconclusa al obtener 113 votos, 28 menos de los necesarios. En la segunda ronda, el 24 de enero, el damnificado en la primera votación fue Zeman y Klaus disputó las segundas y terceras votaciones con la senadora de la ODA Jaroslava Moserová, que tenía el apoyo de la KDU-CSL y la US-DEU, e implícitamente el de Havel; aunque reunió de nuevo el mayor número de votos, éstos siguieron sin alcanzar las mayorías cualificadas para cada caso, y en la tercera votación, por 14 papeletas, Klaus vio escapársele la Presidencia, que el 2 de febrero, con la expiración del mandato de Havel, hubo de ser asumida en funciones por Spidla y Zaorálek.

El embrollo se resolvió el 28 de febrero en favor de Klaus, que encontró el premio a su pertinacia. En la primera votación, el ex primer ministro ganó al representante del Gobierno, Jan Sokol, con unos insuficientes 115 votos en la Cámara de Representantes, pero aquel le batió en el Senado por 47 votos contra 32. En la segunda votación, Klaus no alcanzó la mayoría simple en las dos cámaras y sólo en la tercera votación, efectuada conjuntamente por los 281 legisladores, se proclamó presidente con 142 votos frente a los 124 de Sokol. Para la culminación por todo lo alto de la carrera política de Klaus, dada por finiquitada sólo unos meses atrás, resultó decisivo el voto del KSCM, que -asombrosa ironía- prefirió apoyarle no obstante su anticomunismo sin parangón frente a Sokol, un candidato inaceptable para la pujante formación izquierdista de Miroslav Grebenícek por haber tachado de "ignominiosa" la expulsión de 2,5 millones de alemanes de los Sudetes en 1945.

El 7 de marzo Klaus, cuya investidura fue muy bien recibida por el Gobierno de George W. Bush en Estados Unidos, tomó posesión de su mandato quinquenal con un talante conciliador, como intentando atenuar los pronósticos de grandes trifulcas en ciernes entre él y Spidla, quien a su vez estaba siendo presionado por Zeman para que reviviera el pacto de gobernabilidad con el ODS. En su discurso inaugural, Klaus afirmó no albergar intenciones de dictar el curso político doméstico y que aspiraba a ejercer una influencia "sólo indirecta" en este terreno. También consideró que el proceso de integración de la República Checa en la UE (la adhesión se producirá en mayo de 2004) era una prioridad, pero puntualizó que "el presidente ha de ser, sobre todo, leal a su país".

En los días siguientes el flamante mandatario causó sensación con unas declaraciones moderadas en las que llamó a remover tensiones en las relaciones con Austria y, absoluta novedad en su discurso, opinó que la deportación de los alemanes de los Sudetes decretada por el presidente checoslovaco Edvard Benes en 1945 representaba algo que "no tiene espacio en la Europa de hoy". Este último comentario fue elogiado en el Parlamento Europeo, que lo consideró lo más parecido a una declaración de pesar por aquel triste episodio del Estado checo en vísperas de su ingreso en la UE.

La impresionante relación de reconocimientos académicos honoríficos de Klaus, catedrático de Economía desde 1995 y casado y con dos hijos, incluye sendos profesorados por las universidades de Suffolk, Rochester, Jacksonville y Buckingham, así como doctorados por las de Tufts, Belgrano y Aix-Marseilles, entre otras. Premiado en igual medida, cuenta con numerosos galardones otorgados por universidades, institutos y fundaciones de Europa y América, entre los que se citan el premio Schumpeter de Economía, el premio de la Fundación Internacional de la Libertad (1990), la medalla Walter Curtis de la Universidad de Fairfield, Estados Unidos (1992) y el premio de la Fundación Max Schmidhein, Suiza (1992).

Sus opiniones sobre políticas deflacionarias, monetarias y fiscales, economía comparada y economías de transición han sido publicadas en numerosos medios especializados. Como ensayista político, ha publicado los libros (títulos traducidos al español) ¿Por qué soy un conservador? (1992), Entre el pasado y el futuro (1996), En defensa de ideas olvidadas (1997) y Europa vista por un político, vista por un economista (2001). En el período comprendido entre su salida del Gobierno y su salto a la Presidencia, ha sido miembro del Consejo InterAcción.

(Cobertura informativa hasta 25/3/2003)