Tomislav Nikolic



El 31 de mayo de 2012 tuvo lugar en Serbia una mudanza política que una década atrás habría provocado escalofríos dentro y fuera del país, pero que hoy se acoge solo con suspicacia y cierta inquietud: la asunción presidencial del opositor Tomislav Nikolic, líder del Partido Progresista Serbio (SNS) y triunfador en doble vuelta electoral sobre Boris Tadic, del Partido Democrático (DS), su adversario inveterado finalmente batido. El singular recorrido de Nikolic, apodado en casa El Enterrador, es digno de estudio. Durante 17 años fue el segundo dirigente del Partido Radical Serbio (SRS), campeón del ultranacionalismo étnico y del delirio expansionista de la Gran Serbia, así como el lugarteniente de Vojislav Seselj, caudillo virulento sobre el que cayeron fundadas acusaciones de crímenes de guerra. El propio Nikolic se enroló en las bandas paramilitares que en 1991 combatieron en la Eslavonia croata con profusión de atrocidades y durante años alardeó de ser un buen chetnik. Aunque tuvo unas relaciones turbulentas con Slobodan Milosevic, en la etapa postrera de colaboración (1998-2000) llegó a ser viceprimer ministro tanto de Serbia como de la República Federal de Yugoslavia.

En 2003, tres años después del alzamiento democrático que puso fin al régimen milosevista, Nikolic sustituyó a Seselj en funciones en la presidencia del partido cuando aquel se entregó al Tribunal de La Haya. En el lustro que siguió, este aparejador de profesión condujo al SRS, resurgido con vigor insospechado, a sendas victorias en las elecciones legislativas de 2003 y 2007, solo que resultaron estériles por la marginación de las demás fuerzas políticas. Él mismo tuvo una meritoria actuación en las presidenciales de 2003, 2004 y 2008, cuyas primeras vueltas lideró, pero con desenlace infructuoso también: la primera votación quedó invalidada por la baja participación, mientras que las otras dos fueron desempatadas en su favor por Tadic. Estos logros en las urnas los tuvo Nikolic sin apenas reducir la intensa carga nacionalista del discurso radical.

En 2008 Nikolic dio la gran sorpresa: rompió con Seselj, fundó el SNS, presentado como un partido de centro-derecha abierto al mundo, aparcó la retórica panserbianista y proclamó su aceptación del futuro ingreso en la UE, pero con una condición: que Serbia no fuera obligada a reconocer la independencia de Kosovo, para él y la gran mayoría de compatriotas irrenunciable territorio nacional. Ahora, el equilibrio entre nacionalismo moderado, europeísmo tibio, rusofilia tradicional y compromiso para sacar a Serbia de su pésima situación económica y social, cual es la principal preocupación de la población, han otorgado a Nikolic, presto a gobernar en coalición con los socialistas de Ivica Dacic, la posición de poder perseguida con tenacidad.

El cambio de guardia en Belgrado se produce en un momento crítico para la nación balcánica, que en marzo obtuvo de la UE el estatus de candidato a la adhesión. El nuevo presidente reitera su compromiso con Europa, la paz y la seguridad regionales, pero pesa el recuerdo de sus palabras y acciones diametralmente opuestas. Ello, y más la preservación de los tonos populistas y de una incontinencia verbal que le pone en entredicho —el 2 de junio volvió a cuestionar el genocidio de Srebrenica—, alientan las dudas de si su reconversión ideológica es sincera y profunda, o bien oportunista y cosmética.

(Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 6/7/2012. El ejercicio de Tomislav Nikolic como presidente de la República de Serbia concluyó el 31/5/2017. Su sucesor en la jefatura del Estado fue su hasta entonces primer ministro, Aleksandar Vucic, ganador para el oficialismo de la elección presidencial del 2/4/2017. Vucic reemplazó asimismo a Nikolic en el liderazgo del SNS).

1. Lugarteniente de Vojislav Seselj en el SRS
2. Relaciones pendulares con el régimen de Milosevic
3. Resurgimiento y auge en la oposición a los demócratas reformistas
4. Abandono del SRS y creación del SNS: la hora de la moderación
5. Presidente de Serbia al cuarto intento en 2012


1. Lugarteniente de Vojislav Seselj en el SRS

Miembro de una familia de clase trabajadora de Kragujevac, tras realizar el bachillerato técnico probó a ganarse la vida como funerario, actividad que en su posterior trayectoria política iba a reportarle el inoportuno mote de El Enterrador, supuestamente adecuado a su físico corpulento y algo lúgubre. Las labores como supervisor de cementerio y encargado de una pequeña empresa de pompas fúnebres no debieron de gratificarle, así que en 1971, sin haber cumplido aún la veintena, se pasó al ramo de la construcción, donde sí alcanzó una relativa prosperidad. En las dos décadas siguientes, Nikolic ejerció de aparejador, jefe de obra y director técnico en varias firmas constructoras de Belgrado y Kragujevac.

En su biografía oficial consta, sin indicar fechas, que se graduó por la Facultad de Economía y Administración de Ingeniería (FIMEK), un centro privado de Novi Sad, y que posee un "máster en Ciencias Económicas". Cuando la campaña para las elecciones presidenciales de 2012, los detractores del político expresaron sus dudas sobre la formación superior obtenida por Nikolic muchos años después de terminar el colegio. Indagaciones periodísticas han confirmado que Nikolic recibió un máster por la FIMEK en 2010 y una diplomatura por otra facultad privada de Novi Sad y ya desaparecida, la de Administración (FAM), en 2007, sólo que las fechas de los exámenes y la duración de algunos cursos no cuadran. Para mayor confusión, el propio Nikolic mencionó en su momento que había "estudiado Derecho" en Kragujevac en 2006. Hasta el día de hoy, el interesado no ha despejado las brumas que envuelven su currículum universitario.

En los años postreros de la Yugoslavia instituida por Tito, el futuro dirigente empezó expresando sus ideas nacionalistas y anticomunistas en el Partido Popular Radical (NRS), minúscula agrupación opositora que evocaba al viejo partido homónimo de Nikola Pasic, el más importante político de los reinos de Serbia y Yugoslavia entre 1890 y 1926. Nikolic se incorporó al NRS al poco de su aparición en la candente actualidad política de 1990. Aquel fue el año en que comenzó a desintegrarse la Liga de los Comunistas Yugoslavos mientras que el presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, defensor del Estado federal pero bajo la égida de esa república, escenificó su abrazo del pluralismo democrático con el objeto de consolidar su peculiar régimen autoritario a caballo entre el nacionalismo chovinista y un socialismo apenas reconvertido.

Nikolic ascendió a la jefatura del NRS en vísperas de su fusión el 23 de febrero de 1991 con el Movimiento Chetnik Serbio (SCP) de Vojislav Seselj, un tribuno furibundo del nacionalismo más recalcitrante, supuestamente mal encarado con Milosevic y quien ya iba por su tercera aventura partidista en un año, siendo las otras dos el Movimiento por la Libertad de Serbia y el Movimiento de Renovación Serbio (SPO). Este último había surgido en marzo de 1990 como una alternativa democrática, nacionalista y conservadora a Milosevic y su nuevo Partido Socialista (SPS), pero Seselj no tardó en romper con el otro artífice del SPO, Vuk Draskovic, de planteamientos más moderados y en lo sucesivo antagonista político.

De la unión del NRS y el SCP, fraguada en vísperas de las proclamaciones de independencia de Eslovenia y Croacia, nació el Partido Radical Serbio (SRS). Con Seselj de presidente, Nikolic de vicepresidente y Aleksandar Stefanovic de secretario general, el SRS abrazó sin ambages el programa ultranacionalista de la Gran Serbia, entidad que en su versión más ambiciosa reuniría a las repúblicas de Serbia, Montenegro, Bosnia-Herzegovina y Macedonia, a las provincias autónomas serbias de Kosovo y Vojvodina, y a los territorios de Croacia donde estuviera presente la importante minoría serbocroata, sin faltar las regiones de Eslavonia, Banija, Dalmacia.

Los radicales, que como muy pronto iba a comprobarse y por desgracia no hablaban a la ligera, se proclamaban dispuestos a realizar el objetivo de la unificación de todas las "tierras serbias" por la fuerza de las armas, mandando a voluntarios chetniks (totalmente a la usanza de este antiguo movimiento de guerrilleros monárquicos derrotado por los partisanos de Tito en 1945) a combatir a los considerados enemigos mortales de los serbios, ya fueran los croatas o los musulmanes bosnios, responsables de un genocidio contra ellos en la Segunda Guerra Mundial.

Además del panserbianismo y el revanchismo belicista, el agresivo discurso del SRS incorporaba una abundante retórica sobre la "conspiración internacional" contra Serbia, complot para frustrar las aspiraciones nacionales de todo un pueblo del que tomarían parte Alemania (pronta reconocedora de las independencias eslovena y croata), la CIA estadounidense, Turquía (supuesta valedora de los albaneses de Kosovo) y el Vaticano (pintado por Seselj poco más o menos que como el Anticristo católico confabulado contra las iglesias ortodoxas eslavas). En la práctica, el SRS fue instrumentado con astucia por Milosevic, necesitado de argumentos victimistas y de peones ansiosos de violencia para materializar sus propios designios, no confesados abiertamente, de engrandecimiento nacional y personal.

Nikolic en la guerra de Croacia
De la doble estrategia política, legal, y paramilitar, ilegal pero tolerada y fomentada sin disimulos por el régimen milosevista, del SRS participó plenamente Nikolic, quien en 1991 recibió el bautismo de fuego en los frentes de Eslavonia Oriental, lindera con Vojvodina, el primer escenario de una guerra de construcción nacional basada en la amputación territorial y la limpieza étnica. Como él mismo iba a reconocer años después en una serie de entrevistas, su unidad de combatientes, enviada por Seselj en apoyo del Ejército Popular Yugoslavo y las tropas de "autodefensa" serbocroatas (más tarde organizadas como el Ejército de la autoproclamada República Serbia de Krajina), estuvo movilizada varios meses a partir del verano en el área delimitada por las ciudades de Vukovar, Vinkovci y Osijek, muy martirizada por la contienda. Uno de los lugares por los que pasó fue Antin, pueblo donde entre agosto de 1991 y enero de 1992 las fuerzas serbias asesinaron a varias decenas de paisanos croatas.

Una vez en casa, Seselj condecoró a su lugarteniente por la "bravura y el heroísmo" mostrados en el campo de batalla eslavón y le impuso el título de voivode, traducible por barón o señor de la guerra. De la ceremonia, con profusión de parafernalia chetnik y bendiciones religiosas, hay constancia documental por un video hecho circular por Internet en 2012 con motivo de las elecciones presidenciales. En la grabación se aprecia perfectamente a Nikolic, desprovisto de las largas melenas y barbas características de los chetniks y con un aspecto igual al de hoy, sólo que más joven.

Este tenebroso pasaje de la hoja de vida de Nikolic emergió con fuerza en 2005, cuando la ONG serbia Fondo para el Derecho Humanitario (FHP) reclamó a la Oficina de la Fiscalía para Crímenes de Guerra de la República de Serbia que abriera una investigación procesal de lo sucedido en Antin 14 años atrás. La FHP centró sus pesquisas en los voluntarios del SRS y, basándose en el testimonio de varios supervivientes, mencionó a Nikolic como uno de los posibles responsables de estos crímenes de guerra. El FHP aseguró también que los servicios de seguridad e inteligencia del Ejército y el Ministerio del Interior serbios disponían de toda la información necesaria para incriminar con base a Nikolic y sus conmilitones.

La fundadora y directora de la ONG, Natasa Kandic, fue más explícita y afirmó poseer "evidencias" de la participación personal de Nikolic en varios de los asesinatos a sangre fría. La reacción del político fue negar que se produjeran muertes de civiles en Antin cuando él estuvo allí —es más, no había "disparado una sola bala" en todo el tiempo que guerreó en Croacia, aseguró— y exigir a Kandic que se retractara y disculpara. Toda vez que la activista se reafirmó en lo dicho, el 28 de junio 2005 Nikolic presentó contra ella una demanda por difamación, y de paso otra contra el director de la televisión B92, Veran Matic, que había dado pábulo a la denuncia. En febrero de 2009 un juez falló a favor del injuriado, pero el veredicto quedó luego revocado por un tribunal de apelaciones.


2. Relaciones pendulares con el régimen de Milosevic

Fuera como fuere, en 1992 Nikolic colgó la guerrera y en las elecciones legislativas del 20 de diciembre ganó su primer mandato de diputado en la Asamblea Nacional de Serbia, luego renovado en las seis votaciones celebradas hasta 2008. Los comicios de 1992, al poco de constituir Serbia y Montenegro la República Federal de Yugoslavia, supusieron para el SPS una importante pérdida de votos que fueron succionados por el SRS, a fin de cuentas el vendedor de un nacionalismo genuino, sin edulcorantes ni adhesiones oportunistas. Los radicales arrebataron la segunda posición a la coalición de fuerzas democráticas encabezada por el SPO, el movimiento DEPOS, y con 73 escaños se encontraron en la provechosa situación de prestar a los socialistas el respaldo que necesitaban para alcanzar la mayoría absoluta. Además de la vicepresidencia del partido, Nikolic asumió el liderazgo de su potente grupo parlamentario.

Fue el comienzo de una alianza informal, bien que breve, entre el SPS y el SRS, dos partidos que pescaban en el mismo caladero electoral en plena euforia nacionalista, con la guerra de Croacia provisionalmente ganada por los serbios de Krajina y la de Bosnia-Herzegovina, estallada en abril, bien aparejada para los serbobosnios, a los que no les faltaban ni pertrechos, ni armamento pesado, ni tropas de refuerzo, todo ello generosamente suministrado por el régimen de Belgrado, el SRS y otras organizaciones extremistas de Serbia. Para la débil oposición democrática, existía un peligro real de que en Serbia arraigara un frente "social-fascista".

Nikolic, el factótum más contenido en las formas pero igual de radical en el fondo, y Seselj, el caudillo irascible y patológicamente peligroso que llegaba a los puños para imponer sus criterios, compartieron las fluctuantes vicisitudes de la era Milosevic, con quien establecieron unas tormentosas relaciones que oscilaron entre la cooperación interesada y el odio deletéreo. Los roces empezaron ya en 1993, cuando Milosevic simuló cortar amarras con la entidad separatista de los serbobosnios, la Republika Srpska, por su rechazo a suscribir el plan de paz Vance-Owen para Bosnia-Herzegovina. La desconfianza se acentuó tras las legislativas de diciembre de 1993, en las que el SRS retrocedió hasta los 34 diputados y quedó por detrás del DEPOS.

En 1994, los estragos causados por la hiperinflación y las sanciones internacionales empujaron al autócrata de Belgrado a ser más convincente en su distanciamiento del contumaz presidente serbobosnio, Radovan Karadzic, lo que encolerizó al SRS. Seselj pagó sus dicterios y pendencias parlamentarias con una temporada en la cárcel y Nikolic, por el momento, se libró del castigo. El SRS emprendió una campaña de denuncias contra el Gobierno socialista y en junio de 1995, luego de tachar de "traidor" a Milosevic por no haber movido un dedo para impedir la caída de Eslavonia Occidental a manos del Ejército croata, Nikolic y Seselj fueron arrestados en Gnjilan, Kosovo, en el curso de un enfrentamiento con la Policía. Organizar un mitin no autorizado y resistirse a la autoridad les costó a los dos una condena a 60 días de prisión.

Tras su liberación, los dirigentes fueron testigos del colapso de la República Serbia de Krajina en un fulminante contraataque de las tropas de Zagreb y del retroceso también de los serbios de Bosnia frente a la ofensiva conjunta, allanada desde el aire por los bombardeos de la OTAN, del Ejército de Sarajevo (mayoritariamente musulmán) y los bosniocroatas. Estos fracasos, que enterraron para siempre la ensoñación de la Gran Serbia, no hicieron más que exacerbar las invectivas de los radicales, mientras Milosevic ganaba un inesperado reconocimiento internacional como el "hombre de paz" que firmaba los Acuerdos de Dayton, punto y final de la sangrienta guerra de Bosnia-Herzegovina.

Semanas después de la histórica rúbrica, en diciembre, Nikolic representó al SRS en unas inéditas conversaciones con el SPO de Draskovic, el Partido Democrático (DS) de Zoran Djindjic , el Partido Democrático de Serbia (DSS) de Vojislav Kostunica y la Comunidad Democrática de los Húngaros de Vojvodina (DZVM) para montar una plataforma conjunta de oposición y un "parlamento alternativo" a la hegemonía del SPS. La coalición se vino abajo prácticamente de inmediato por la patente incompatibilidad entre radicales y demócratas.

El SRS se mantuvo formalmente en la oposición y en las legislativas serbias del 21 de septiembre de 1997, boicoteadas por el DS y el DSS, vio recompensada su posición con el ascenso a los 82 escaños, sólo 28 menos que el SPS y sus aliados de la izquierda neocomunista. Nikolic volvió a ser reelegido. Tres meses después, Seselj no pudo coronar el éxito electoral en las presidenciales, de donde debía salir el sucesor de Milosevic, desde julio presidente federal de Yugoslavia. El candidato del SPS y hombre de paja de Milosevic, Milan Milutinovic, se le impuso en la segunda vuelta del 21 de diciembre.

Milosevic, necesitado en la Asamblea Federal de la mayoría de dos tercios para sacar adelante eventuales reformas constitucionales con las que cimentar su poder, empezó a lanzar cantos de sirena al SRS. La ambigüedad de los radicales se deshizo a principios de 1998, coincidiendo con la nueva ola de exaltación nacionalista por la irrupción del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), el rostro violento del independentismo albanokosovar. Seselj y Nikolic eran los campeones de la demagogia antialbanesa y el 24 de marzo, dejando los rencores a un lado, aceptaron tomar asiento en el Gobierno serbio de Mirko Marjanovic, junto con el SPS y la Izquierda Yugoslava (JUL) de Mira Markovic, la esposa de Milosevic. Su recompensa consistió en sendos puestos de viceprimer ministro.

Nikolic, el flemático de sangre fría, y Seselj, el colérico de sangre caliente, dimitieron del Gobierno serbio el 14 de junio de 1999 en protesta por la claudicación de Milosevic en la guerra de Kosovo, de donde ya se estaban retirando las fuerzas serbias en paralelo al despliegue de las tropas de la OTAN tras 78 días de bombardeos aéreos, pero el 12 de agosto se retractaron, a la vez que el SRS se estrenaba también en el Gobierno Federal que encabezaba el socialista montenegrino Momir Bulatovic. Entonces, Nikolic aceptó pasar a ser el viceprimer ministro de este Ejecutivo.


3. Resurgimiento y auge en la oposición a los demócratas reformistas

El alzamiento popular de octubre de 2000 contra el régimen milosevista dejó completamente fuera de juego al SRS. La revuelta prendió en Belgrado al negarse el autócrata a reconocer su derrota a manos del candidato de la Oposición Democrática de Serbia (DOS), Kostunica, el 24 de septiembre. En esta votación, Nikolic candidateó en lugar de Seselj, quien se reservaba para las presidenciales serbias, dentro del enésimo cambio de estrategia del SRS, otra vez dispuesto a retar a los socialistas. Con sólo el 6% de los votos, El Enterrador quedó en un testimonial tercer lugar, pero con todo superó a Vojislav Mihailovic, el hombre del SPO (y nieto del líder de los Chetniks durante la Segunda Guerra Mundial, el general Draza Mihailovic), formación que había decidido marginarse de la DOS.

En la nueva Serbia democrática los radicales empezaron pagando un alto precio político por su alianza con Milosevic, el líder maquiavélico que había conducido al país al desastre: el 24 de octubre fueron expulsados del nuevo Gobierno serbio, de coalición entre el SPS, la DOS y el SPO; el 4 de noviembre siguiente se repitió la jugada en el nuevo Gobierno Federal; y en las elecciones del 23 de diciembre a la Asamblea Nacional cosecharon un revés estrepitoso, cayendo al 8,6% de los sufragios y los 23 escaños. El SRS, reducido a la condición de partido irrelevante y apestado, encaraba una travesía en el desierto, pero esta resultó ser insospechadamente corta. La recuperación electoral del partido extremista comenzó a los dos años, con Seselj todavía firmemente asido al timón. Luego, cuando Nikolic tomó los mandos, este resurgimiento devino verdadera alternativa a los gobiernos del DS y el DSS, una vez que la DOS quedó deshecha y sus dos principales integrantes se dedicaron a fustigarse mutuamente.

A diferencia de Seselj, quien mantuvo intacto su discurso fascistoide, xenófobo y paranoico hasta lo caricaturesco, el vicepresidente del SRS empezó a asumir la conveniencia de modular algo el tono y de ofrecer al electorado serbio un verdadero programa de gobierno, es decir, algo más que soflamas patrióticas y denuncias de conjuras extranjeras. La transformación del pensamiento de Nikolic fue un proceso lento, no lineal y, para una mayoría de observadores, bien poco convincente, pues mientras permaneció en el SRS no dejó de expresar su fe en la noción de la Gran Serbia y el paneslavismo, no menos utópico.

Sustitución de Seselj y primeras candidaturas presidenciales
La fecha del 14 de febrero de 2003 tuvo una especial significación en la trayectoria de Nikolic. Fue el día en que Seselj, segundo con el 36,3% de los votos en la fallida elección del 8 de diciembre de 2002 a la Presidencia de Serbia (la cual, como las anteriores rondas de septiembre y octubre, en las que había quedado tercero con el 23,2%, resultó invalidada por el bajo índice de participación), obtuvo confirmación del rumor de que el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) le había acusado formalmente de crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos presuntamente en las contiendas de Croacia y Bosnia. Lejos de resistirse, el 24 de febrero Seselj se entregó voluntariamente a La Haya (donde compartió prisión preventiva con Milosevic, deportado por el Gobierno de la DOS en 2001 y con su juicio penal ya abierto) convencido de poder desmontar los cargos imputados y al propio TPIY.

En Belgrado, Nikolic quedó con la encomienda de presidir el partido en funciones. Aunque manifiestamente leal al líder ausente, el número dos del SRS, con la mirada puesta en las elecciones generales de finales de año, no tardó en deslizar palabras de moderación y realismo. Si bien la colaboración con el TPIY de los gobiernos demócratas de Djindjic (asesinado en marzo) y su sucesor, Zoran Zivkovic, seguía considerándose vergonzosa, el dirigente radical comenzó a hablar de "cooperación sin concesiones" con la comunidad internacional y a ver viable el futuro ingreso en la Unión Europea de Serbia, país que podía actuar como "eslabón entre el Este y el Oeste". Los temas recurrentes del nacionalismo militante y rusófilo perdieron algunos renglones en favor de problemas más tangibles por los ciudadanos como podían ser el retraso económico, el paro y la pobreza.

La combinación de ligera desdramatización retórica y de críticas aceradas al oficialismo por los escándalos de corrupción, la criminalidad rampante y la deplorable situación socioeconómica proporcionó un gran éxito electoral al SRS de Nikolic, un partido que seguía sin reformarse y sin arrepentirse de nada de lo hecho o dicho. En las presidenciales del 16 de noviembre, él, con el 47,9% de los votos, se colocó en cabeza para disputar la segunda vuelta con el postulante de la DOS, Dragoljub Micunovic, pero, al igual que los intentos de 2002, el proceso quedó anulado porque la participación no alcanzó la mitad de los votos (sólo fue del 38,8%). Dicho sea de paso, el enésimo fiasco electoral prolongó la crisis de la oficina presidencial, vacante desde el fin del mandato de Milan Milutinovic (también reo en La Haya) en diciembre de 2002.

Poco después, 28 de diciembre, tuvieron lugar las legislativas y el partido rebotó al 27,6% de los votos y los 82 escaños, convirtiéndose de golpe y porrazo, y para consternación de muchos dentro y fuera de Serbia, en la primera fuerza parlamentaria. El triunfo tenía méritos propios, pero también debía mucho a la ruptura de la DOS, disuelta oficialmente dos días después de las presidenciales. Así, el DS de Boris Tadic y el DSS de Kostunica, cada uno capitán de una coalición de varios partidos, sumaron 90 escaños por separado. La mayoría de los antiguos votantes del SPS, ahora reducido a la nimiedad con el 7,6% de los sufragios, había trasladado sus preferencias al SRS, el cual aprovechaba casi todas las antipatías, de derecha y de izquierda, que concitaban los demócratas reformistas. Sin embargo, puesto que ningún partido estaba dispuesto a gobernar en coalición con el SRS, su triunfo en las urnas no tuvo más consecuencias que el liderazgo parlamentario, y, paradójicamente, en la oposición.

A Nikolic le habría encantado tener como socio de gobierno al DSS, que no veía con buenos ojos la cooperación con el TPIY y que por lo tanto tenía una cierta compatibilidad con el SRS, pero Kostunica, pese a su nacionalismo, no se dejó tentar por el experimento, indigerible en Bruselas y Washington, y se las arregló para encabezar un Gabinete de minoría con el SPO, los tecnócratas del G17 Plus y la Nueva Serbia (NS), con eventual apoyo parlamentario del SPS. El asiento principal del recrecido grupo radical en la Asamblea permaneció vacío: era el de Seselj, presentado pese a su cautiverio en Holanda como el cabeza de lista electoral.

Seguro de su victoria esta vez, Nikolic volvió a intentarlo en las elecciones presidenciales del 13 de junio de 2004, a las que se presentaron una quincena de candidatos, reflejo de la atomización y el desorden que imperaban en la política serbia. Confirmando los pronósticos, en la primera vuelta el dirigente radical, con el 30,6% de los votos, superó a Tadic, destinatario del 27,4%, al empresario independiente Bogoljub Karic y a Dragan Marsicanin, postulado por los partidos del Gobierno Kostunica. De nuevo, la participación fue inferior al 50% (el 47,6% esta vez), pero la votación no corrió la suerte de las anteriores porque en febrero la Asamblea había tomado la precaución de reformar el código electoral y remover ese requisito de validez, que al parecer le venía muy grande a la anémica democracia serbia.

Nikolic encaró la segunda vuelta muy porfiado, reiterando todos los mensajes lanzados en la primera parte de la campaña, que convirtieron en espejismo el viraje a la moderación protagonizado el año anterior. Así, de ganar, convocaría de inmediato elecciones legislativas anticipadas para sentar al SRS en el Gobierno, que era la institución ejecutiva decisiva en el sistema republicano, de tipo parlamentario. Con él en la Presidencia, no habría una sola extradición más de ciudadanos demandados por el Tribunal de La Haya, aseguró. Asimismo, se ufanó de no estar recibiendo apoyos "de ningún enemigo de Serbia", a diferencia de sus adversarios proeuropeos. Con estas palabras, Nikolic se refería al alto representante de la PESC de la UE, Javier Solana, explícito detractor suyo.

Más todavía, Nikolic declaró a un periódico croata que la Gran Serbia delimitada por la línea Virovitica-Karlovac-Karlobag (es decir, englobando territorios de Croacia aún más amplios que los arrebatados en su día por la República Serbia de Krajina) no obedecía a ninguna "política imperialista", sino que permanecía como un "sueño" para él y otros miembros del SRS. Si de él dependiese, mientras hubiera "tierra serbia ocupada" Belgrado no mantendría con Zagreb relaciones normalizadas (las relaciones diplomáticas ya las había establecido Milosevic en 1996). Quizá para quitar hierro a sus comentarios más inquietantes, Nikolic formuló una promesa original: su presidencia, si las asambleas de Serbia y Montenegro estaban de acuerdo, ofrecería "a todos los países balcánicos" la disolución de sus Fuerzas Armadas y la destrucción de sus armas pesadas; con la monitorización de Rusia y Estados Unidos, Serbia sería la primera en iniciar este revolucionario proceso de desmilitarización regional.

El regreso con fuerza —en puridad, nunca se había ido— del viejo lenguaje victimista y etnicista fue un recurso contraproducente para las opciones electorales de Nikolic, pues disparó las alarmas de los gobiernos de la UE y Estados Unidos, que llamaron sin tapujos a votar por Tadic, y movió al disgregado campo reformista a cerrar filas tras el líder demócrata, quien no tuvo más que redoblar los mensajes de advertencia: si ganaba el radical, auguró, Serbia quedaría abocada al aislamiento diplomático y financiero, vería cerradas las puertas de las organizaciones euro-atlánticas y no tendría manera de salir de su postración económica. Incluso el taciturno primer ministro, Kostunica, pese a que no podía ni ver al sucesor de Djindjic, se avino a pedir el voto por Tadic. Como resultado, el 27 de junio, Nikolic, con el 45% de los votos, sucumbió ante Tadic, nuevo presidente de Serbia con el 53,7% de los sufragios.

Vaivenes legislativos y la tercera candidatura presidencial
En los meses y años siguientes, el líder opositor siguió dando bastante de que hablar, para perjuicio añadido de su imagen en el exterior. En septiembre de 2004, al hilo de las elecciones municipales, muy positivas para su partido, Nikolic declaró a un semanario de Sarajevo que a los serbios de Bosnia se les debía permitir celebrar un referéndum para salirse de ese Estado "artificial" y para que la Republika Srpska pudiera ser "anexionada" por Serbia. Nadie debía rasgarse las vestiduras por ello, pues "todos los serbios pertenecen a un solo Estado", y él en particular "no iba a descansar" hasta hacer eso realidad. En 2005 lidió con las acusaciones de la ONG FHP, que le causaron problemas con los croatas siendo miembro de la delegación estatal de Serbia y Montenegro en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.

En julio de 2006 Nikolic levantó una nueva polvareda al invocar el espectro de las armas y la violencia si la comunidad internacional, que desde 1999 ejercía un protectorado de hecho sobre la provincia perdida, concedía a las autoridades de la mayoría albanesa la independencia de Kosovo. La amenaza velada fue recriminada hasta por líderes de la minoría serbokosovar. En octubre del mismo año, con motivo de la reelección de Seselj como presidente del partido, el segundo de a bordo proclamó: "Continuaremos intentando que Serbia deje de estar arrodillada y se ponga en pie (…) Hasta que los radicales no lleguemos al poder, Serbia seguirá siendo una democracia disfuncional". En diciembre siguiente, miles de personas respondieron a su llamada a congregarse frente la Embajada de Estados Unidos en Belgrado para protestar por el trato dispensando a Seselj en La Haya, donde el acusado presionaba con una huelga de hambre para que pudiera defenderse a sí mismo ante el tribunal y recibir visitas conyugales en la prisión.

La cercanía de las elecciones legislativas del 21 de enero de 2007 indujo a Nikolic a tirar, como en 2003, de contrapesos discursivos. Si por un lado fue tajante en que un Gobierno suyo jamás reconocería la independencia de Kosovo —en esto no era excepcional, pues ningún partido parlamentario aceptaba la soberanía del territorio— ni entregaría al TPIY a los fugitivos serbobosnios Radovan Karadzic y Ratko Mladic si se descubría su escondrijo en Serbia, por otro lado rechazó que el ascenso al poder del SRS, un partido "víctima de los estereotipos" endilgados por sus oponentes políticos, fuera a traer el aislamiento internacional porque su apuesta era sin duda europea. Eso sí, la integración en la UE no podía ser "a cualquier precio": si los países de la UE reconocían la independencia de Kosovo, Serbia no llamaría a sus puertas.

Los comicios de 2007 no alteraron el statuo quo. El SRS volvió a ser la fuerza más votada con el 29,1% de los sufragios y continuó encabezando la Asamblea con 81 escaños, pero se encontró en las mismas que la vez anterior: sus casi nulas posibilidades de llegar a un sólido entendimiento con otras formaciones. El 8 de mayo, luego de amenazar con "otro 5 de octubre", es decir, un alzamiento popular capaz de derrocar al Ejecutivo, si el "traidor" presidente Tadic transigía en las negociaciones sobre Kosovo y de proponer la declaración del estado de emergencia para sortear el mandamiento constitucional de convocar nuevas elecciones si los partidos no eran capaces de formar gobierno en el plazo convenido, Nikolic se tomó una revancha, fugaz a la postre, al ser elegido presidente de la Asamblea Nacional con los votos del SRS, el SPS, el DSS y el NS, derrotando a la candidata del DS, Milena Milosevic.

El sorpresivo movimiento parlamentario abrió la expectativa de un Gobierno de coalición de esas cuatro formaciones. Nikolic calentó más el ambiente al reclamar un viraje de la política exterior para estrechar lazos con Rusia y Bielarús, con los que Serbia podría formar un único Estado, y de esa manera "plantar cara a la hegemonía de América y la Unión Europea". El 9 de mayo, entrevistado por un medio croata, manifestó: "Soy un chetnik y si entráramos en guerra lo seré de nuevo". La avalancha de mensajes de disgusto y advertencia recibidos desde la UE y el Consejo de Europa (el comisario Olli Rehn dijo que veía a Serbia montada en una "máquina del tiempo muy surrealista y peligrosa") disuadió a Kostunica de un posible pacto con los radicales y el 11 de mayo, in extremis, el primer ministro aceptó formar un Gobierno de coalición con el DS, el G17 Plus y el NS.

Dos días después se ejecutó la segunda parte de esta verdadera operación de contención sanitaria del fantasma nacionalista en Serbia impuesta desde Europa con la remoción de Nikolic al frente de la Asamblea. El dirigente se plegó a la petición de Kostunica de dimitir sin aspavientos. Al punto, la Comisión Europea anunció la "inmediata" reanudación de las negociaciones, rotas en 2006 por el fracaso de Belgrado en la captura y entrega de Ratko Mladic, para la firma del Acuerdo de Estabilización y Asociación (AEA), paso previo a la solicitud oficial de adhesión a la UE. En julio, Nikolic volvió a la carga con el panserbianismo al recordar que "la base de acción política del SRS es que un día, si Dios quiere, Serbia, la Republika Srpska, Montenegro y la República Serbia de Krajina conformen un Estado en los Balcanes". En diciembre, reclamó una "presencia militar rusa" en el país para "reforzar la posición de Serbia en la búsqueda de una solución para la crisis de Kosovo y eliminar una amenaza potencial de la OTAN". Rusia era, recalcó, "nuestro mejor aliado, nuestro mayor protector".

Las elecciones presidenciales del 20 de enero y el 3 de febrero de 2008 fueron un calco de las de 2004, en la confrontación de los programas, en la ansiedad de los recados europeos y en la presentación del proceso como un blanco contra negro donde el país se la jugaba. También en los resultados finales, si bien Nikolic acortó distancias. En la primera vuelta el radical se adelantó con el 40% de los sufragios y en la segunda Tadic volvió a beneficiarse del voto de rechazo a su adversario (aunque esta vez se quedó sin el respaldo del DSS) y se llevó la reelección con un apurado 50,3%.

Durante la campaña, bajo el eslogan de Con todo mi corazón, Nikolic se retractó de sus pasados exabruptos belicistas en relación con Kosovo, pero subrayó la defensa de la integridad territorial de la República con todos los medios no violentos al alcance, desde la imposición de un bloqueo comercial a la ruptura de relaciones diplomáticas con los gobiernos que reconocieran la independencia de la provincia, aún nominalmente serbia. En Mitrovica, la dividida ciudad kosovar y capital del territorio norteño controlado por la minoría serbia, el candidato juró, como Milosevic a finales de los años ochenta, que él nunca dejaría en la estacada a los serbios locales. En cuanto a la UE, tenía que tener claro que Serbia jamás ingresaría en ella "si es sometida a una humillación y un chantaje en Kosovo".

Días después del desenlace de las presidenciales serbias de 2008, el 17 de febrero, la autoproclamada República de Kosovo declaró su independencia unilateral con la aquiescencia de la ONU y las potencias occidentales, que empezaron a reconocer al nuevo Estado. En Belgrado, Nikolic arremetió contra Tadic por haber desoído sus demandas de declarar el estado de emergencia y de convocar una "protesta de un millón de serbios" como muestra de repudio a la secesión. El Gobierno DS-DSS se rompió y Kostunica, tan enfadado como Nikolic por la actitud favorable a Prístina de la mayoría de países de la UE, convocó elecciones legislativas anticipadas. Las votaciones tuvieron lugar el 11 de mayo y, pese a la sensibilidad nacionalista del momento, fueron ganadas por la coalición Por una Serbia europea, capitaneada por el DS. El SRS apenas arañó unos miles de votos más que en 2007, quedándose con el 29,5% y perdiendo tres de sus 81 escaños.


4. Abandono del SRS y creación del SNS: la hora de la moderación

Un lustro de frustraciones electorales, con derrotas por los pelos y victorias claras pero estériles, hizo meditar a Nikolic sobre el futuro político de una formación extremista que parecía incapaz de conquistar el poder ejecutivo nacional, de acceder a una parcela del mismo siquiera, y de la que encima él no era el verdadero mandamás. La firma el 29 de abril del AEA en Bruselas reverdeció el europeísmo condicionado —de hecho, un euroescepticismo— del vicelíder del SRS y las diferencias con el encarcelado Seselj, tan eurófobo como 20 años antes, tomaron un rumbo de colisión.

La ruptura, muy abrupta, se materializó el 6 de septiembre de 2008 con la renuncia de Nikolic a todos sus cargos en los órganos de dirección del partido. Rápidamente, el cismático constituyó con 21 diputados fieles un grupo parlamentario propio denominado Adelante Serbia y dictó esta sentencia: "el viejo Partido Radical Serbio ha dejado de existir". El 11 de septiembre llegó desde La Haya una carta iracunda de Seselj, donde el jefe preso ponía a Nikolic y su facción de "traidores, agentes y marionetas occidentales", y ordenaba su expulsión inmediata del SRS. El castigo fue aplicado al día siguiente. El 24 de septiembre Nikolic anunció la creación del Partido Progresista Serbio (SNS), cuyo congreso fundacional tuvo lugar el 21 de octubre. Nikolic fue elegido presidente y Aleksandar Vucic, secretario general del SRS hasta la espantada del mes anterior y el último ministro de Información de Milosevic, vicepresidente.

El SNS fue presentado por sus hacedores como una fuerza moderada de centro-derecha que abrazaba unos principios programáticos muy claros de política interior y exterior: daba la bienvenida al AEA y abogaba sinceramente por el ingreso en la UE; sostenía la preservación de la soberanía y la integridad territorial de la República de Serbia y de las provincias autónomas de Vojvodina y Kosovo y Metohija, partes inseparables de la misma; quería un abanico de buenas relaciones diplomáticas y comerciales con la UE, Estados Unidos, Rusia, las potencias emergentes de Asia y los vecinos del sudeste europeo; defendía la neutralidad militar del país, lo que excluía el ingreso algún día en la OTAN; buscaba la formación de un Estado estable y seguro con plena vigencia del imperio de la ley y los principios constitucionales; y se comprometía a luchar contra el crimen y la corrupción, a propiciar la recuperación económica y a reparar el tejido social, destrozado por la crisis.

Multitud de observadores nacionales y foráneos expresaron su escepticismo con la conversión ideológica de Nikolic, aunque la ruptura con el SRS, su partido de toda la vida, no podía ser más rotunda. Los análisis politológicos, aun reconociendo que el posibilismo y la moderación podían marcar una tónica en el SNS, no dudaron en meter al nuevo partido de Nikolic en el campo nacionalista-populista.

La estrategia de Nikolic se encaminó a conseguir el adelanto electoral. A principios de 2011 estableció una coalición —algo ajeno al historial del SRS— de amplio espectro con tres pequeñas formaciones que tenían en común el nacionalismo moderado, la NS de Velimir Ilic, el Movimiento de la Fuerza de Serbia (PSS, derecha) de Bogoljub Karic y el Movimiento Socialista (SP, izquierda) de Stevan Gavric. La alianza electoral adoptó el hombre de Pongamos a Serbia en Marcha y en el transcurso de los meses fue reclutando nuevos adherentes, hasta llegar a la docena de miembros. En consonancia con el punto de programa del SNS que afirmaba la tolerancia de las minorías étnicas y religiosas, a la plataforma electoral de Nikolic no tuvieron ambages en subirse el Partido Popular Bosniaco y el Partido Romaní.

Nikolic estaba impaciente por medirse con el DS en las urnas y en febrero de 2011 organizó una protesta de presión política frente a la Asamblea Nacional, con la asistencia de 55.000 personas. En abril siguiente endureció su pulso al oficialismo con una segunda manifestación masiva y, en calidad de diputado, con el inicio el día 16 de una huelga de hambre y de sed en el mismo hemiciclo. Aunque Tadic le pidió in situ que abandonara la huelga por su propio bien, el opositor cayó enfermo y hubo de ser hospitalizado con un cuadro de deshidratación e hipertensión. Aun encamado, Nikolic se resistió a recibir medicación o alimentación intravenosa. El 21 de abril, acatando el ruego del patriarca Irinej, cabeza de la Iglesia Ortodoxa Serbia, quien le recordó que esta forma de protesta iba en contra de los preceptos religiosos, Nikolic accedió a ingerir líquidos de nuevo y días después volvió a probar bocado. El dirigente no consiguió su propósito electoral y además fue duramente criticado por los partidos contrarios, que le tacharon de temerario e irresponsable. Al final, las legislativas tendrían lugar a la vez que las presidenciales, el 6 de mayo de 2012.


5. Presidente de Serbia al cuarto intento en 2012

Durante la campaña, Nikolic, con los sondeos a favor, difundió sus consignas proeuropeas y de regeneración económica, y en general mostró un talante contenido y moderado. Aunque seguían encarnando proyectos contrastados, ya no podía hablarse de un antagonismo abismal entre él y Tadic, quien en marzo se había apuntado el éxito del sí del Consejo Europeo a la solicitud de adhesión presentada a la UE en 2009, luego de entregar por fin Belgrado al TPIY a Karadzic y Mladic. Ahora bien, los parabienes europeos no eran suficientes para disipar la amenaza que se cernía sobre el envite reeleccionista del jefe del Estado (el 5 de abril, a fin de que sus responsabilidades institucionales no interfiriesen en la campaña, Tadic se descargó de las funciones presidenciales, asumidas en el ínterin por la titular de la Asamblea, la socialista Slavica Djukic Dejanovic), pues la ciudadanía serbia vivía con agobio y hastío la persistente anemia económica —instalada desde la recesión de 2009—, el encarecimiento de la vida, el paro exorbitante —el 24% y subiendo—, la mezquindad de los salarios y el espectro de la pobreza.

Los resultados de la vuelta del 6 de mayo dibujaron un escenario inconcluso y abierto. En las presidenciales, Tadic, cabeza de la coalición Elección por una Vida Mejor, consiguió destacarse por la mínima, mejorando en menos de tres décimas el 25% sacado por Nikolic. En la estacada quedaron Ivica Dacic por el SPS, Kostunica por el DSS y otros ocho aspirantes; la candidata del SRS, Jadranka Seselj, esposa de Vojislav, quedó en séptimo lugar con el 3,8%. Nikolic, a modo de rabieta, denunció que miles de papeletas habían sido falsificadas a favor de su contrincante demócrata, pero las autoridades electorales y judiciales desmintieron este supuesto fraude.

En las legislativas, el SNS, considerando la lista conjunta Pongamos a Serbia en Marcha, se colocó en su debut directamente al frente de la tabla con el 24% de los votos y 73 escaños, seis más que Elección por una Vida Mejor. Fue el gran responsable del colapso total del SRS (menos del 5% de los votos y ninguna diputación), aunque el SPS, el otro triunfador de la jornada, aspiró una parte importante del anterior poderío electoral de los radicales. Al final, Nikolic sí había hecho honor a su apodo de El Enterrador, pero con respecto a su antigua formación: como resultado de la ruptura de 2008, el SRS había pasado de ser el primer partido de la Asamblea a quedar fuera de la misma.

Tan pronto como se conocieron los resultados definitivos de la primera vuelta, la situación empezó a pintar mal para Nikolic porque Tadic se aseguró el respaldo de Dacic para la segunda vuelta; a cambio, el líder socialista, antiguo portavoz de Milosevic y últimamente ministro del Interior, se perfilaba como primer ministro de un nuevo Gobierno de coalición DS-SPS, prolongando así la experiencia estrenada en 2008 con el Gabinete de Mirko Cvetkovic. La respuesta de Nikolic fue un acuerdo con Kostunica.

El 19 de mayo, en vísperas del veredicto definitivo de las urnas, Nikolic se despachó sobre todos los temas controvertidos que habían envuelto su carrera política en una larga entrevista concedida al alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ). Entre otras muchas cosas, el candidato explicó que la integridad territorial de los estados vecinos surgidos de la extinta Yugoslavia no podía ser cuestionada y que las ideas panserbianistas ya no tenían validez para él. Preguntado por este cambio de postura, respondió: "Dijo un filósofo francés que sólo un loco no cambia su opinión. He pasado por un proceso completo. Ya no puedo volver allí".

El 20 de mayo, contra pronóstico y para estupefacción de muchos dentro y fuera del país, el líder progresista se proclamó presidente de Serbia con el 49,5% de los votos. En términos absolutos, recibió algo más de millón y medio de papeletas, 640.000 menos que en 2008, cuando perdió. La paradoja lo explicaba el muy bajo índice de participación, que sólo alcanzó el 46.3%, 22 puntos menos que en 2008.

En sus primeros mensajes como mandatario electo, Nikolic empleó la consabida frase de rigor al expresar su deseo de ser "el presidente de todos los ciudadanos". También tuvo palabras para los serbios de Kosovo: "Serbia no se desviará de la vía europea, pero tampoco abandonará Kosovo”, manifestó, a modo de síntesis de su enfoque "equilibrado" de la estrategia nacional. A los pocos días hizo su primera salida al extranjero, a Rusia, donde tuvo una cálida acogida del presidente Vladímir Putin. El 24 de mayo se desprendió de la presidencia del SNS, asumida en funciones por Vucic.

Nikolic tomó posesión con un mandato de cinco años el 31 de mayo de 2012 en la Asamblea Nacional. En su discurso inaugural, el flamante estadista tuvo palabras fuertemente críticas para su predecesor en el cargo allí presente, Tadic, quien era responsable de serios "errores" en sus ocho años de gestión y del que heredaba un "Estado corrupto". El acto, deslucido por la ausencia de altos representantes de Croacia, Eslovenia, Bosnia y Macedonia, no pudo sustraerse a la enésima polémica generada por la incontinencia verbal del político progresista, quien, tal como se encargó de recordar ahora el presidente de Croacia, Ivo Josipovic, en su entrevista para el FAZ del día 19 se había referido a Vukovar como una "ciudad serbia" a la que los croatas "no habían regresado" cuando su reintegración pacífica a Croacia (con el resto de Eslavonia Oriental) en 1998.

El 25 de mayo la oficina de prensa de Nikolic negó en redondo que este hubiera dicho tal cosa sobre Vukovar: "Eso es una mentira traicionera. La política de Tomislav Nikolic va a ser construir la paz y la estabilidad en la región". Sin embargo, el periodista que había entrevistado al político terció a su vez para confirmar que, en efecto, Nikolic le había dicho que Vukovar era serbia y que los croatas "no tenían nada que hacer allí".

El 2 de junio, el tercer día de su presidencia, Nikolic volvió a ponerse en entredicho al sugerir a una televisión montenegrina algo que había sido (y seguía siendo) uno de los leitmotiv favoritos del SRS, que en la ciudad bosnia de Srebrenica no había habido ningún genocidio de civiles musulmanes. "En Srebrenica fueron cometidos crímenes de guerra por algunos serbios que ya fueron capturados, juzgados y castigados (…) Es muy difícil inculpar a alguien, y probarlo ante un tribunal, de algo que se califica de genocidio". Además, no pensaba asistir a la conmemoración anual de la masacre, pues: "No pregunten siempre al presidente de Serbia si va a ir a Srebrenica. Mi predecesor ya estuvo allí y rindió tributo. ¿Por qué todos los presidentes deberían hacer lo mismo?".

Estas palabras de Nikolic relativizando la matanza de 8.000 personas en la localidad bosnia en 1995 provocaron reacciones airadas de las autoridades de Sarajevo y fueron deploradas por el Departamento de Estado de Estados Unidos y por la UE, cuya jefa diplomática, Catherine Ashton, advirtió que la organización "rechazaba enérgicamente cualquier intención de reescribir la historia". El áspero reproche de la UE puso una incómoda antesala al primer viaje oficial del presidente Nikolic, precisamente a Bruselas. El 14 de junio, con intentos mutuos de aparentar entendimiento y cordialidad, el líder serbio sostuvo sendos encuentros con Ashton, con el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y con el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy.

El 28 de junio el mandatario encargó formar gobierno a Dacic, quien le aseguró estar en condiciones de forjar una coalición mayoritaria entre el SNS, su SPS y la coalición liberal conservadora Regiones Unidas de Serbia (URS, animada por el G17 Plus) de Mladan Dinkic. El inesperado pacto SNS-SPS sepultó las esperanzas, alentadas por instancias comunitarias, de que Tadic pudiera seguir mandando como primer ministro apoyado en los socialistas y forzando a Nikolic, el reformista dudoso, a amoldarse a una cohabitación desfavorable.

Tomislav Nikolic y su esposa, Dragica, tienen dos hijos que les han dado cinco nietos. Según su ficha oficial y semblanzas de la prensa serbia, el político gusta de pasar las vacaciones en su casa solariega de Bajcetina, al sur de Kragujevac, donde busca setas, recoge hierbas medicinales y elabora sljivovica, un brandy tradicional serbio. Tiene publicados trece libros de temática política nacionalista.

(Cobertura informativa hasta 6/7/2012)