Taye Atske Selassie

La Presidencia de la República de Etiopía, un puesto de naturaleza solo representativa y ceremonial, fue otorgada por el Parlamento el 7 de octubre de 2024 a Taye Atske Selassie, el ministro de Exteriores desde hacía solo ocho meses. Taye ha tomado el relevo a Sahle-Work Zewde, la presidenta elegida en 2018 y que llegó al final de su mandato de seis años claramente distanciada del primer ministro y hombre fuerte del país africano, Abiy Ahmed Ali

Se supone que Taye, curtido diplomático sin militancia partidista y con escasa experiencia política propiamente dicha, desempeñará sus limitadas funciones institucionales estrictamente supeditado a Abiy, un estadista con tendencias democratizadoras y conciliadoras en origen y autoproclamado reformista, pero que tras la concesión del Premio Nobel de la Paz en 2019 entró en una deriva de autoritarismo, represión, conflictos armados internos y violaciones humanitarias de enorme magnitud. Desde 2018 Etiopía, un Estado federal y multiétnico, ha estado sumergido en una poliédrica y sangrienta guerra civil donde se superponen diferentes frentes de contienda, en las regiones de Tigré, Oromia, Amhara, Gambela y Benishangul-Gumuz. 

Taye Atske Selassie fue nombrado responsable de Exteriores en febrero de 2024, al poco de suscribir Abiy con las autoridades de la vecina Somalilandia un polémico memorándum de entendimiento por el que Etiopía, el país más poblado del mundo (124 millones de habitantes) sin salida al océano, recibía en alquiler un corredor de acceso al mar Rojo por el puerto de Berbera. Aunque un gran éxito diplomático, por distintos motivos, para los poderes de Addis Abeba y Hargeisa, el paso dado por el primer ministro etíope encolerizó al Gobierno de Somalia, que habló de acto de agresión a su soberanía y de auténtico casus belli, toda vez que Somalilandia es un Estado separatista no reconocido y autoproclamado en 1991, cuando la guerra civil condujo al país del Cuerno de África al colapso y la desintegración.

Peor aún, el acuerdo etíope-somalilandés ha disparado las susceptibilidades de Eritrea, el vecino norteño sujeto a una brutal dictadura e independizado de iure en 1993, con el que Abiy puso fin formal al estado de guerra en 2018 —paz que precisamente le hizo acreedor del Nobel— y que entre 2020 y 2022 le prestó una colaboración militar decisiva para derrotar la rebelión doméstica del Frente de Liberación del Pueblo Tigré (FLPT) y las Fuerzas de Defensa de Tigré (FDT), en la que fue una guerra a gran escala, con cientos de miles de muertos y crímenes en masa perpetrados por todos los contendientes. Los rescoldos de este conflicto continúan activos, mientras la Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía sigue combatiendo las insurgencias etno-nacionalistas del Ejército de Liberación Oromo (ELO) y la milicia amhara Fano.

Esta situación en el flanco este se suma a las tensas relaciones con Egipto y Sudán, estados de la zona que no buen con buenos ojos la generación hidroeléctrica de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD, por su sigla en inglés), en servicio desde 2020 y nutrida con las aguas del Nilo Azul, arteria fluvial fundamental para las economías agrícolas de ambos países. Egipto está enviando armas a Somalia y en 2020-2022 Sudán sostuvo con milicianos amharas etíopes una serie de choques armados en el disputado distrito fronterizo de Al-Fashaga. A su vez, Abiy promueve la carrera de armamentos e insiste en las movilizaciones beligerantes frente a una vecindad cada vez más hostil, al tiempo que se erige en salvador de Etiopía y en ordenador de toda la geopolítica regional.

Ni por las capacidades inherentes a su cargo, pues Etiopía es una república parlamentaria, ni, seguramente tampoco, por su propia voluntad, está en condiciones el nuevo presidente Taye Atske Selassie de encarnar un factor de moderación del autoritarismo, la agresividad y el mesianismo del primer ministro Abiy Ahmed.

(Texto actualizado hasta 8 octubre 2024).


El quinto presidente de la República Democrática Federal de Etiopía es un diplomático de carrera que obtuvo su primera licenciatura en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Addis Abeba a finales de la década de los setenta, años de violentas transformaciones políticas en el populoso país de África Oriental. 

Con estudios de posgrado en su alma máter y en la inglesa Universidad de Lancaster (1989), Taye Atske Selassie labró su historial en el servicio doméstico y exterior con los gobiernos que en 1991, bajo el liderazgo del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE), sucedieron al derrocado régimen del dictador militar marxista Mengistu Haile Mariam y que tuvieron como primeros ministros sucesivamente a Meles Zenawi, Hailemariam Desalegn y, desde 2018, Abiy Ahmed Ali.

En su currículum figuran como primeros cometidos sendas asesorías en el Departamento Europeo del Ministerio de Exteriores y en las embajadas de Etiopía en Estocolmo y Washington, así como la jefatura del subdepartamento de Europa Occidental. Luego, en 2002, ascendió a cónsul general en Los Ángeles con el rango de embajador extraordinario y plenipotenciario, condición que en 2017 trasladaría a El Cairo. Por otro lado, entre 1992 y 1993 ejerció en la Comisión Constitucional preparatoria de la Asamblea Constituyente que en 1994 elaboró la nueva ley fundamental de Etiopía.

A finales de 2010 Taye fue nombrado director general para Asuntos Americanos del Ministerio de Exteriores en Addis Abeba y en octubre de 2015 pasó a ser ministro de Estado para Asuntos Políticos, en ambos casos con funciones de embajador volante. En septiembre de 2018, meses después de la investidura de Abiy como primer ministro, el diplomático fue ascendido a representante permanente de su país ante la sede central de la ONU en Nueva York, donde presentó sus credenciales al secretario general António Guterres.

Desde 2010, los superiores gubernamentales de Taye al frente del Ministerio de Exteriores fueron de manera sucesiva Hailemariam Desalegn, Tedros Adhanom —el más tarde director general de la OMS—, Workneh Gebeyehu, Gedu Andargachew y Demeke Mekonnen, este último ministro desde 2020. En enero de 2023 Abiy nombró a Taye su principal asesor de Política Exterior con rango ministerial y el 8 de febrero de 2024 le otorgó la cartera de Exteriores en sucesión de Demeke, dimitido en enero. 

El 7 de octubre siguiente, en un movimiento inesperado dispuesto por Abiy, Taye fue investido presidente de la República por la Asamblea Parlamentaria Federal de 659 miembros, reunida para la ocasión en sesión conjunta de sus dos cámaras, la de la Federación (alta, 112 miembros) y la de Representantes Populares (baja, 547 miembros). La fuerza política del oficialismo, el Partido de la Prosperidad (sucesor en 2019 del FDRPE, que había funcionado como un conglomerado no unitario de partidos étnico-regionales) gozaba de una hegemonía de 410 escaños en la Cámara de Representantes, de acuerdo con los resultados oficiales de los comicios de junio de 2021.

 (Cobertura informativa hasta 8/10/2024).

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