Stefan Löfven

El 3 de octubre de 2014 el Partido Socialdemócrata Sueco (SAP), cerrando un inédito paréntesis opositor de ocho años y a raíz de las elecciones del 14 de septiembre, regresó al Gobierno del país escandinavo bajo la jefatura de Stefan Löfven. Aupado al liderazgo socialdemócrata en 2012, Löfven es un antiguo soldador industrial con un currículum dominado por su vertiente de dirigente del principal sindicato de los trabajadores suecos del metal, labor que desarrolló al margen de cualquier cometido parlamentario o ministerial. Solo la fuerte pérdida de votos de la Alianza de cuatro partidos del centro-derecha que desde 2006 gobernó Suecia y no los méritos propios, pues el SAP, imbatida primera fuerza parlamentaria desde hace un siglo, apenas mejoró sus pobres resultados de 2010, permitió a Löfven y su grupo recobrar el Ejecutivo en coalición minoritaria con los Verdes.

Su programa plantea los objetivos de fortalecer el sistema de protección social, actuar contra el aumento del déficit, menguar la tasa de paro, ahora mismo del 7,9% y ya inferior a la media europea, hasta convertirla en "la más baja de la UE", reducir la dependencia de la energía nuclear y reafirmar la muy generosa política nacional de asilo. Esta última, que ha animado a 83.000 foráneos, en su mayoría refugiados sirios e irakíes, a solicitar la acogida en el año que termina, es puesta en la picota por los Demócratas de Suecia (SD), el pujante partido nacionalista de extrema derecha que ahora es el tercero del Riksdag. El debate politizado sobre la inmigración y su impacto en los recursos públicos viene generando tensiones sociales en la nación que ofrece uno de los más avanzados y exitosos modelos de desarrollo del mundo.

Más ambiguo se muestra Löfven sobre los impuestos, bajados por el primer ministro saliente, el conservador Fredrik Reinfeldt, y que los socialdemócratas, tradicionales valedores de un sistema fiscal fuertemente progresivo y con unos altos tipos marginales, no parecen dispuestos a reponer en su anterior nivel, mientras la economía nacional, una de las más sólidas de la UE y al margen de la Eurozona, se contagia de la astenia del entorno. La primera decisión impactante del nuevo Gabinete Löfven ha sido reconocer a Palestina como Estado independiente, sin esperar a la posición común de los socios comunitarios, aunque el movimiento unilateral de Estocolmo ya se ha hecho sentir en Francia, España y el propio Parlamento Europeo. Sin embargo, el 3 de diciembre, a los dos meses justos de asumir, el primer ministro, que no consideraba peligrosa su minoría parlamentaria al tratarse de una situación común en la democracia sueca, se ha topado con la derrota de su proyecto de los presupuestos para 2015, rechazado con el voto conjunto de la Alianza del centro-derecha y los SD, lo que le aboca a la convocatoria de elecciones anticipadas para marzo del año que viene.


(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 1/12/2014. Tras las elecciones generales del 9/9/2018, el Gobierno de Stefan Löfven perdió una moción de censura parlamentaria el 25/9/2018. Sin embargo, ante la incapacidad de la oposición del centro-derecho para formar un gobierno alternativo, y en su tercer intento personal, Löfven consiguió ser investido por el Riksdag el 18/1/2019 al frente de un nuevo Gabinete de coalición SAP-Verdes minoritario, el cual entró en funciones tres días después. A su vez, este Gabinete fue derribado en una segunda moción de censura el 21/6/2021; siete días más tarde, Löfven presentó la dimisión, pero el 7/7/2021, como resultado de una secuencia de acontecimientos similar a la de la crisis 2018-2019, pudo ser investido por el Riksdag a la cabeza de un tercer Gabinete se características similares a los anteriores. El 30/11/2021 Löfven transmitió el puesto de primer ministro a Magdalena Andersson, recién elegida nueva líder del SAP.

1. Líder sindical de los metalúrgicos suecos
2. Salto a la jefatura del Partido Socialdemócrata
3. Primer ministro tras las elecciones de 2014 en coalición con los Verdes


1. Líder sindical de los metalúrgicos suecos

El futuro primer ministro de Suecia fue entregado por su madre indigente a un orfanato de Estocolmo como expósito, con solo 10 meses de vida, y posteriormente quedó bajo la custodia legal de una familia de Sollefteå, pequeña población del condado norteño de Västernorrland. Sus padres adoptivos eran de clase trabajadora, leñador y obrero fabril él, y auxiliar de salud ella. El muchacho, con un hermano biológico mayor y otros dos en el hogar de adopción, recibió formación profesional en el ramo de soldadura y luego se matriculó en la Escuela de Trabajo Social y Administración Pública de la Universidad de Umeå, pero solo estuvo en sus aulas curso y medio.

En 1979, tras realizar el servicio militar, trabajó brevemente en una serrería y poco después fue contratado como soldador industrial por la compañía Hägglund & Söner, un gran fabricante de armamento pesado como vehículos blindados y artillería autopropulsada, contratista del Ejército sueco. En la gran planta que Hägglund tenía en Örnsköldsvik, cerca de Sollefteå, Löfven laboró durante 16 años. Militante del Partido Socialdemócrata de los Trabajadores de Suecia (Sveriges socialdemokratiska arbetareparti, SAP), llamado habitualmente los Socialdemócratas (Socialdemokraterna), en 1981 ingresó en el movimiento sindical y a partir del año siguiente desempeñó diversas funciones representativas de los trabajadores metalúrgicos de las plantillas de Hägglund. En 1989 entró en la ejecutiva nacional del Sindicato Sueco de Trabajadores del Metal (Svenska metallindustriarbetareförbundet, más conocido simplemente como Metall), estrechamente ligado al SAP, y en 1995 dejó la fábrica para ejercer de negociador sindical a tiempo completo.

En la década siguiente, que coincidió con el Gobierno socialdemócrata de Göran Persson, líder del SAP en sucesión de Ingvar Carlsson, Löfven fue subiendo peldaños en el organigrama del sindicato Metall, siendo sucesivamente secretario del Departamento de Internacional, responsable en el Departamento de Organización y, desde 2002, vicepresidente nacional. Paralelamente, ocupó puestos directivos en organizaciones intersindicales de la región escandinava y a nivel europeo, como Nordiska Metall y la Federación Europea de Metalúrgicos (FEM), y en casa se integró además en los consejos del Centro Internacional Olof Palme (2002) y de la Confederación de Sindicatos Suecos (2004). En el terreno personal, Löfven rompió su soltería en noviembre 2003 con Ulla Margareta Arvidsson, antigua compañera de trabajo en Hägglund y funcionaria del SAP, quien tenía dos hijos de un anterior matrimonio.

2005 fue un año clave en la trayectoria Löfven, que entró como miembro suplente en el Comité Ejecutivo del SAP y de paso, en noviembre, resultó elegido presidente de Metall, llamado en adelante IF Metall merced a su fusión con la Unión Industrial Sueca (Industrifacket). El 1 de enero de 2006, con Löfven a su frente, inició su andadura formal IF Metall, gremio que representaba a 350.000 trabajadores en diversos sectores industriales y que era el segundo de la Confederación de Sindicatos Suecos en número de afiliados.

A partir de aquí, el líder de los trabajadores del metal suecos fue testigo, con la perspectiva privilegiada que le daba su pertenencia a la cúpula del partido, de la larga mala racha del SAP, una formación con un siglo largo de existencia que, marcando un registro democrático impresionante, había ganado con diversas mayorías todas las votaciones generales habidas desde 1914 y que desde 1932 había gobernado Suecia con dos interrupciones, los años 1976-1982 y 1991-1994. Los cinco líderes del SAP desde antes de la Segunda Guerra Mundial, Per Albin Hansson, Tage Erlander, Olof Palme, Ingvar Carlsson y Göran Persson, habían sumado un total 65 años de mandato como primeros ministros del país escandinavo.

Los sinsabores de los socialdemócratas empezaron con las elecciones al Riksdag del 17 de septiembre de 2006. El SAP, como de costumbre, fue la fuerza más votada, pero con una pérdida de 14 escaños y una caída al 35% de los votos. Había que remontarse hasta 1920, cuando Hjalmar Branting ganó los comicios con un insuficiente 29,6% de los sufragios, para encontrar unos resultados tan flojos. Persson, que aspiraba al cuarto mandato gubernamental, tuvo que dejar paso al conservador Fredrik Reinfeldt, jefe del Partido Moderado (Moderata samlingspartiet, M) y cabeza de una Alianza de centro-derecha integrada también por los partidos de Centro (Centerpartiet, C), Popular Liberal (Folkpartiet liberalerna, FpL) y Cristiano Demócrata (Kristdemokraterna, KD). La coalición mayoritaria de Reinfeldt constituyó el nuevo Gobierno el 6 de octubre y los socialdemócratas retornaron a la oposición después de 12 años bajo el liderazgo de Mona Sahlin, ministra multicartera en los gabinetes de Carlsson y Persson.

Sahlin, procedente del ala derechista del partido, no fue capaz de remontar las fortunas enflaquecidas del SAP. Los socialdemócratas, grandes paladines del modelo nacional del estado del bienestar, tan avanzado como dispendioso, se encontraron con escasos argumentos frente a la labor del Gobierno Reinfeldt, que era matizada en sus medidas y bastante solvente en los resultados.

Reinfeldt, sin poner en cuestión toda la estructura de la protección social con cargo al Estado (evitando así la suerte corrida por el anterior primer ministro conservador, Carl Bildt, quien pagó su enérgico programa de austeridad y recortes liberales con la pérdida de la mayoría por la coalición burguesa en las elecciones de 1994), suprimió algunos beneficios sociales especialmente generosos a la vez que alivió la elevada presión fiscal a las rentas y las empresas, y privatizó compañías estatales. Aunque en 2008 y sobre todo en 2009, cuando la contracción productiva se comió cinco puntos del PIB, la economía sueca sufrió mucho la Gran Recesión europea, la recuperación que siguió fue muy vigorosa, permitiendo al Ejecutivo, pese a las rebajas tributarias, mantener las finanzas consolidadas con un bajo nivel de endeudamiento y con las cuentas, que antes de la crisis habían gozado de un frondoso superávit, prácticamente equilibradas.

Así las cosas, en las elecciones parlamentarias del 19 de septiembre de 2010 los moderados subieron a los 107 escaños y por poco no arrebataron su tradicional primer puesto al SAP, que sufrió un batacazo sin precedentes con la pérdida de 18 diputados, pasando de 130 a 112, y 4,3 puntos de voto, hasta el 30,7%. Los peores resultados encajados desde se convirtió en un partido de gobierno hacía ya un siglo fueron más dolorosos para el SAP porque, inspirado en la alianza de izquierdas gobernante en la vecina Noruega, se presentó a los comicios coaligado con el Partido Medioambiental de los Verdes (Miljöpartiet de Gröna, MP) y los socialistas ex comunistas del Partido de la Izquierda (Vänsterpartiet, V). Reinfeldt, aunque en minoría, siguió gobernando.


2. Salto a la jefatura del Partido Socialdemócrata

Pasarse una segunda legislatura consecutiva en la oposición era un escenario impensado que dejó a los socialdemócratas suecos en estado de shock. La alianza electoral Roji-Verde se deshizo y Mona Sahlin, acribillada a críticas desde las bases, arrojó la toalla en marzo de 2011. Su sucesor fue Håkan Juholt, vocero de un retorno a las esencias izquierdistas pero que a las primeras de cambio vio su posición comprometida al revelar la prensa que había abusado de sus dietas de parlamentario para sufragar su alojamiento en Estocolmo. Confrontado con la pérdida de apoyos en la cúpula partidaria y con los pésimos sondeos de intención de voto, que situaban a los socialdemócratas a la zaga de los moderados con hasta 13 puntos de desventaja, Juholt anunció su renuncia como líder del SAP el 21 de enero de 2012.

De inmediato, el principal partido de la oposición sueca abrió un proceso de sucesión interna para el que se postuló Löfven, quien en el último lustro había asistido a las desventuras del SAP con actitud silenciosa. El 26 de enero los miembros del Comité Ejecutivo se decantaron por el presidente de IF Metall como nuevo líder del partido y al día siguiente formalizaron su decisión por unanimidad; en el sindicato, el sustituto de Löfven fue Anders Ferbe. La elección de Löfven, un hombre en edad madura, 55 años, y con una imagen afable, fue presentada como un revulsivo para devolver la ilusión a las deprimidas huestes socialdemócratas que hacía virtud del paupérrimo currículum político del nuevo líder: dedicado casi en cuerpo y alma a las actividades sindicales en defensa de los trabajadores, Löfven carecía de cualquier experiencia gubernativa o parlamentaria. De hecho, resultaba insólito que el líder de la oposición al Gobierno Reinfeldt no fuera al menos diputado.

Oficialmente, el de Löfven era un liderazgo interino, que tendría que ser sometido al próximo Congreso del partido. Este tuvo lugar entre el 3 y el 7 de abril de 2013 en Gotemburgo y, sin sorpresas, se saldó con la confirmación del equipo dirigente. El primer examen electoral de Löfven, las europeas del 25 de mayo de 2014, fue un auténtico fiasco al experimentar el partido un retroceso adicional y quedarse en el suelo histórico del 24,2% de los votos, lo que les hizo perder uno de los seis eurodiputados que mandaban a Bruselas. Sin embargo, las votaciones europeas, dada su bajísima participación (el 51,1% en esta edición), todo lo contrario que cuando tocaban las generales, donde lo normal era que la abstención cayera en picado y no superara el 20%, no solían ser en Suecia un indicador muy fiable de hacia qué lado del espectro basculaba el electorado. De hecho, a partir de febrero de 2012, justo después de convertirse Löfven en su líder, los socialdemócratas superaron a los moderados en todas las encuestas de intención de voto nacional con una horquilla que iba del 31% al 36%.

El verdadero reto era, por supuesto, la elección al Riksdag del mes de septiembre. Löfven y sus camaradas elaboraron una estrategia de victoria basada en un programa que, de manera parecida a como lo había hecho Reinfeldt en 2006 pero a la inversa, defendía el giro en la dirección de las políticas del Gobierno, en este caso a la izquierda, aunque sin retomar del todo las banderas clásicas de la socialdemocracia sueca. Así, Löfven sostenía la necesidad de fortalecer los cimientos del sistema del bienestar, destinando más gasto público a la protección de las familias, la educación, la sanidad y la generación de empleo (el paro, rozando el 9%, se consideraba inaceptablemente alto, por más que la tasa fuera inferior a la media de los 28 países de la UE en más de dos puntos), y de revertir gradualmente los recortes de impuestos aplicados por el Gobierno conservador a las rentas de trabajo, a las actividades económicas (del 28% al 22%), a ciertos capítulos del consumo y a los planes de pensiones.

Ahora bien, los socialdemócratas, puntualizaba Löfven, no pretendían que la "gente corriente" pagara más impuestos directos, aunque las rentas más altas sí habrían de hacerlo. Incluso para este segmento del electorado tenía Löfven un guiño: si volviera al poder, su partido no reintroduciría los impuestos especiales a la riqueza y a la propiedad aplicados por los gobiernos anteriores a 2006 pero abolidos por el Ejecutivo actual.

El aspirante a primer ministro presentó otro argumento para justificar la conveniencia de que el Estado recaudara más vía tributos: se trataba, además de recuperar los niveles de gasto social, de detener la tendencia al alza del déficit público, que desde 2010, cuando se alcanzó el perfecto equilibrio de las cuentas, no había hecho más que aumentar, hasta situarse a finales de 2013 en torno al 1,3% del PIB. Con todo, se trataba de un nivel inferior al tope del 3% fijado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que compromete a todos los estados miembros de la UE, estén en la Eurozona o no, como era el caso, por decisión propia, de Suecia. En efecto, el país nórdico, miembro de la UE desde 1995, tenía aparcado el debate sobre el cambio de la corona por el euro pese a satisfacer los cuatro criterios de convergencia financiera y monetaria.

Löfven aseguraba que, en las actuales circunstancias, los objetivos de disciplina fiscal se cumplirían mejor reajustando hacia arriba la presión tributaria. Tampoco veía clara la explicación de que Reinfeldt se aferraba a la bajada de los impuestos como una manera de estimular la economía (el PIB sueco había avanzado el 1,6% en 2013 frente al virtual crecimiento cero de la UE y la contracción de la Eurozona, y ahora, en la primera mitad de 2014, ese ritmo estaba aflojado de manera significativa); a su entender, el primer ministro obraba así más bien "por ideología".

En su discurso preelectoral, Löfven hizo hincapié además en el desarrollo de las políticas industriales y de innovación, y reiteró la negativa fundamental de los socialdemócratas a apartarse de la proverbial neutralidad de Suecia, expresada en la no participación en alianzas militares. Estocolmo, eso sí, podía mejorar el grado de cooperación con la OTAN, de cuyo programa Asociación para la Paz (ApP) Suecia era signataria desde 1994, además de miembro del Consejo de Asociación Euro-Atlántico (CAEA) desde 1997. La posición "solidaria" de Suecia en el mundo, continuaba arguyendo Löfven, debía reforzarse con la persecución de un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y con la promoción activa de los esfuerzos de desarme.

En cuanto a la política de alianzas del SAP, Löfven apostaba por ganar en las urnas un "mandato fuerte", pero reconocía que los Verdes eran "socios naturales" de los socialdemócratas y que el izquierdista Vänsterpartiet era un grupo con el que su partido también se llevaba bien. En el campo del centro-derecha, centristas y popular liberales podrían ser consultados para prestar cooperación parlamentaria. El objetivo fundamental de una hipotética mayoría de gobierno basada en la socialdemocracia sería, explicaba Löfven, no depender lo más mínimo de los Demócratas de Suecia (Sverigedemokraterna, SD), la pujante formación nacionalista de extrema derecha liderada por Jimmie Åkesson y Björn Söder, que ahora disponía de una veintena de escaños en el Riksdag pero que podría protagonizar un fuerte avance en los comicios de septiembre.

Los SD, acusados insistentemente de esconder credenciales fascistas y de incitar al odio racial y la xenofobia, eran partidarios de cerrar las puertas a la inmigración y de restringir la política de asilo a los refugiados de conflictos bélicos de todo el mundo, la más generosa de Europa, por considerar que la integración social de los alóctonos era un fracaso que además suponía una onerosa carga económica a los suecos autóctonos. Aunque decían aceptar la sociedad multiétnica, los SD renegaban de las políticas de multiculturalidad y a cambio defendían la asimilación de la población de origen extranjero.


3. Primer ministro tras las elecciones de 2014 en coalición con los Verdes

El 14 de septiembre de 2014 Löfven, pese a distanciarse en los últimos meses de sus propias palabras sobre un retorno parcial a los niveles de presión fiscal bajados por Reinfeldt en estos años, condujo a su partido a una victoria nada vistosa. El SAP, con el 31% de los votos y 113 diputados, apenas mejoró los paupérrimos —por comparación con la serie histórica— resultados de 2010. Sin embargo, esta vez su líder sí se encontraba en condiciones, bien que precarias, de formar el próximo Gobierno al esfumarse esa posibilidad para Reinfeldt, pues el cuatripartito de centro-derecha sufrió una pérdida global de 32 escaños. Los máximos damnificados de la debacle de oficialismo eran los Moderados, con un retroceso de 23 diputados.

Se había producido un fuerte corrimiento de votos, pero no a la izquierda, como habría cabido esperar de la tradición parlamentaria, sino a la extrema derecha marginada por las demás formaciones políticas. Así, los verdaderos triunfadores de la jornada fueron los SD, que más que duplicaron sus escaños, aumentándolos de 20 a 49, y de golpe y porrazo se convirtieron en la tercera fuerza del Riksdag. El anuncio inmediato por Reinfeldt, nada más conocer los resultados, de que rehusaba sondear cualquier entendimiento con los nacionalistas y que arrojaba la toalla hizo que todas las miradas convergieran en Löfven, quien tampoco tenía las cosas nada fáciles. Ni siquiera sumando a los diputados del MP (25) y el Vänsterpartiet (21) gozaría un Gobierno Löfven de la mayoría absoluta en el Riksdag, que era de 175 escaños.

Las conversaciones poselectorales discurrieron con rapidez al encontrar Löfven inaceptables, por radicales, las demandas de los socialistas en el terreno económico y dejar claro los cuatro partidos del Ejecutivo saliente que seguían relacionados como alianza y que no aceptarían compromisos de legislatura con el SAP por separado. Visto el panorama, y puesto que quedaba completamente descartado intentar apoyarse en los SD, Löfven procedió a negociar la formación de un Gobierno de minoría, un escenario bastante habitual en la democracia parlamentaria sueca, con la sola compañía de los Verdes.

Este bipartito era doblemente inédito: se trataba de la primera vez que el MP se sentaba en el Gabinete de la nación y era también la primera vez en más de medio siglo que el SAP incluía en el Consejo de Ministros a representantes de otro partido: desde tiempos de Tage Erlander, los socialdemócratas siempre habían gobernado en solitario, y casi siempre en minoría, confiando en los apoyos prestados puntualmente por otras fuerzas parlamentarias. La primera prueba de fuego del nuevo Ejecutivo en el Riksdag iba a ser la aprobación de los presupuestos generales para 2015.

Löfven cerró con los ecologistas un acuerdo básico, vago y poco preciso en opinión de los observadores y el centro-derecha, sobre todo en materia de impuestos, con las metas de podar el déficit público, rebajar las contribuciones fiscales de las pensiones, comprimir la tasa de desempleo (el 7,8%) hasta convertirla en "la más baja de la UE en 2020", avanzar en las políticas de igualdad de género y reducir paulatinamente la dependencia de la energía nuclear en favor de las fuentes renovables. En este último punto prevaleció el criterio de los socialdemócratas frente a la demanda de los Verdes de que se adoptaran compromisos más exigentes, empezando por la parada inmediata de dos de los diez reactores nucleares que funcionaban en Suecia. Por otro lado, el Gobierno, pese a las presiones de los SD, mantendría intacta, es más, buscaría su refuerzo, la política nacional de asilo e inmigración, aunque presionaría en la UE para que los socios comunitarios asumieran sus "responsabilidades" y aumentaran su cuota de recepción de refugiados.

En la declaración de políticas del Gobierno presentada al Riksdag el 3 de octubre, Löfven se mostraba diáfano sobre el particular con estas palabras: "Suecia debe tener una política de asilo humana y debe ser lugar de refugio para la gente que huya de la persecución y la opresión. El apoyo firme a la política migratoria es una de las fortalezas de nuestro país". El 2 de octubre el Riksdag aprobó el Gobierno Löfven por 132 votos contra 49 (los SD) y 154 abstenciones (los diputados de la Alianza del centro-derecha). El nuevo Ejecutivo, con seis de sus 18 puestos en manos de los Verdes y paritario de hombres y mujeres, para subrayar su vocación expresamente feminista, tomó posesión al día siguiente ante el rey Carlos XVI Gustavo en el Palacio Real de Estocolmo.

Los ministros más destacados eran la ex comisaria europea Margot Wallström en Exteriores, Peter Hultqvist en Defensa, Magdalena Andersson en Finanzas y la coportavoz del MP Åsa Romson el Ministerio del Medio Ambiente, con la función añadida de viceprimera ministra. En el Riksdag, donde acababa de estrenar el mandato de legislador, Löfven cedió el escaño a una joven colega de bancada, Lawen Redar.

En su discurso parlamentario, Löfven anticipó además que su Gobierno iba a reconocer a Palestina como Estado independiente, actuación diplomática que era coherente con la solución de los dos estados para resolver el conflicto palestino-israelí. La decisión, recibida con enfado por Israel, que convocó al embajador sueco en Tel Aviv y llamó a consultas a su representante en Estocolmo, y acogida con desconcierto y cierto malestar en la UE, donde Suecia era el primer país miembro en dar este paso de manera unilateral, fue materializada el 30 de octubre.

(Cobertura informativa hasta 1/11/2014)