Souad Abderrahim

La llegada en julio de 2018 de Souad Abderrahim a la alcaldía de la ciudad de Túnez, en un país que en muchos aspectos está a la vanguardia en su ámbito geográfico y cultural a pesar de las dificultades sociales y económicas que arrastra, marca un hito con varios prismas. No solo se trata del primer regidor provisto de legitimidad democrática en la urbe mediterránea; ella es también la primera alcaldesa en la historia del país y la primera de una capital de la Liga Árabe investida por una asamblea municipal de elección popular.

Comercial farmacéutica de profesión, Souad fue la candidata del partido islamista moderado Ennahda, al que se unió tras la Revolucion de 2011 y luego, hasta 2014, representó en la Asamblea Constituyente, en las elecciones municipales de mayo, ganadas por una formación que aspira a recobrar en las generales de 2019 su anterior primacía legislativa. Su imagen de modernidad y su discurso progresista, pero sin renegar de las tradiciones locales, sirven al propósito de Ennahda de proyectarse como un partido "civil con referencias islámicas", comprometido con las libertades individuales y respetuoso del avanzado estatus, tras décadas de leyes emancipadoras y equiparadoras, alcanzado por la mujer tunecina. Mientras anuncia mejoras radicales en los servicios públicos urbanos —en particular, la gestión de residuos— y una gestión "transparente", la mera elección de Souad en el Ayuntamiento de Túnez representa un gran avance en los procesos de inclusión social y empoderamiento de las mujeres en la nación magrebí.


(Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 25/9/2018. El ejercicio de Souad Abderrahim como alcaldesa de Túnez concluyó el 8/3/2023, en un contexto de severo deterioro de las instituciones democráticas, al decretar el presidente de la República, Kaïs Saïed, la disolución de todos los consejos municipales).

Perteneciente a una familia numerosa de la población costera de Métouia, aprobó la enseñanza secundaria en el Lycée Khaznadar de Túnez y luego se matriculó en la Facultad de Medicina de Monastir. Al ingresar en la universidad, la joven desarrolló una faceta contestataria como dirigente de la Unión General Tunecina de Estudiantes (UGTE), un sindicato estudiantil en parte afín al Movimiento de Tendencia Islámica (MTI). Liderado entre otros por Rashid Ghannouchi, el MTI practicaba entonces una oposición de alcance subversivo contra el régimen autoritario del presidente de la República y padre de la independencia, Habib Bourguiba, celoso impulsor del secularismo en el Estado y la sociedad.

Su activismo antigubernamental le costó a Souad serios encontronazos policiales y judiciales, y finalmente la salida de la Facultad de Medicina, debiendo reemprender sus estudios en la rama de Farmacia en la misma Universidad de Monastir. Bajo el Gobierno del presidente Zine El Abidine Ben Alí, sucesor de Bourguiba en el golpe palaciego de 1987 y artífice de una engañosa liberalización política, Souad volvió a sufrir arresto y prisión por oponerse al régimen neodesturiano del Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD), el partido hegemónico que con distintos nombres mandaba en el país norteafricano desde la emancipación colonial de Francia en 1956. Esta primera etapa en la vida de la futura alcaldesa capitalina llegó a su fin en 1992 al conseguir la diplomatura en Farmacia, tras lo cual se estableció en el terreno empresarial como gerente de una distribuidora de productos farmacéuticos.

La imagen de la mujer moderna dentro del partido islamista Ennahda
Souad Abderrahim se mantuvo apartada de la política durante casi dos décadas. Este largo paréntesis vino a cerrarlo la Revolución Tunecina de enero de 2011, que acabó con la dictadura benalista, liquidó al RCD y metió al país por la senda, rápida aunque complicada, de la verdadera democracia multipartidista. Como otros antiguos activistas de oposición, Souad emergió a la vida pública al calor del triunfo de este alzamiento espontáneo de los ciudadanos, un movimiento genuinamente popular, ni urdido ni protagonizado por los partidos contrarios a Ben Alí. En su caso, partiendo de una reorganización de la UGTE, Souad aceptó la invitación que le hizo Rashid Ghannouchi, recién retornado del exilio, de unirse a su Partido del Renacimiento (Ennahda), el movimiento islamista heredero del MTI y vuelto a la legalidad el 1 de marzo.

La incorporación a las altas instancias del Ennahda por Souad, una mujer profesional de 46 años que vestía con sofisticada indumentaria a la europea y llevaba suelta una melena castaña que le llegaba hasta los hombros, luego una apariencia sin evocaciones religiosas (en su etapa de estudiante y militante de la UGTE, por contra, se había cubierto la cabeza con el hiyab, atuendo femenino cuyo uso en los lugares públicos constituía un abierto desafío a las autoridades de la época), permitía a Ghannouchi y sus camaradas ilustrar sus garantías proselitistas de que el Ennahda, sin renegar del confesionalismo islámico basado en la ideología de los Hermanos Musulmanes, era un partido comprometido con la democracia, las libertades individuales y la preservación del estatus de la mujer en la sociedad tunecina, entre los más avanzados del mundo árabe tras décadas de burguibismo y benalismo.

Este énfasis progresista en un Islam "moderado" y compatible con la "modernidad", que rechazaba toda forma de "extremismo" y descartaba la implantación de la Sharía como fundamento de derecho, buscaba remover la desconfianza de quienes, dentro y fuera de Túnez, tenían presente el anterior discurso del Ennahda, bastante más conservador y pródigo en apelaciones coránicas y panislámicas, amén de radicalmente crítico con Occidente.

En septiembre de 2011 Souad se dio a conocer como candidata del partido, encabezando la lista por la circunscripción de Túnez 2, en las próximas elecciones a la Asamblea Constituyente, órgano de 217 miembros del que debían salir la Carta Magna del nuevo Túnez democrático y las instituciones post-transición. Irradiando seguridad y convicciones, la empresaria farmacéutica ratificó las afirmaciones de Ghannouchi sobre que el Ennahda "no hacía diferencias entre los sexos" y "reconocía la igualdad de derechos de las mujeres". "Creo en la sinceridad del Ennahda; si no, no habría puesto a una mujer como yo al frente de su lista electoral", comentó en alusión al llamativo hecho de que ella era la única candidata de la formación islamista que no usaba el hiyab. También, aplaudía el objetivo del Ennahda de "preservar la identidad árabe-islámica" de Túnez. "Respeto las tradiciones de la sociedad tunecina y me adhiero a ellas", añadió.

Esta última valoración de Souad no dejaba de contrastar con su imagen mediática de mujer liberal con una estética sin atisbos de tradicionalismo. Por lo demás, la candidata se presentaba a las urnas arropada por su familia, que formaban su marido, Anouar Landa, un especialista en comercio electrónico que la asistía en el negocio de venta de medicinas, y sus dos hijos, Samy y Nourhene. Tal como vaticinaban los sondeos, las elecciones constituyentes del 23 de octubre de 2011 fueron ganadas por el Ennahda, que capturó 89 escaños, uno de ellos, en representación de Túnez capital, para Souad, con el 37% de los votos. Días antes de arrancar sus sesiones la Constituyente el 22 de noviembre, la asambleísta electa, en una entrevista para una cadena de radio, realizó unos comentarios que levantaron bastante polémica, más porque parecían pugnar con su concepción progresista de los derechos de la mujer tunecina. Así, según ella, las libertades debían "enmarcarse en las costumbres, las tradiciones y el respeto a la moralidad"; esto suponía, por ejemplo, que las madres solteras, "una infamia, una plaga para la sociedad tunecina", no debían aspirar a un marco legal que protegiera sus derechos.

En los tres años que funcionó la Asamblea Constituyente, revestida además de funciones de asamblea legislativa ordinaria, Souad presidió el Comité parlamentario de Derechos Humanos y Libertades. Fuera del hemiciclo, participó en los procesos de formulación de políticas del Ennahda, el partido responsable de pilotar el Ejecutivo de coalición mientras durase la redacción de la nueva Constitución, adoptada finalmente el 26 de enero de 2014. Hasta entonces, los islamistas condujeron dos gabinetes, con dos lugartenientes de Ghannouchi, Hamadi Jebali y Ali Larayedh, de primeros ministros.

Hito electoral en el Ayuntamiento de Túnez
La sucesión de crisis en los terrenos político, económico y de seguridad erosionó fuertemente al Ennahda, que perdió las elecciones del 26 de octubre de 2014 a la nueva Asamblea de Representantes del Pueblo a manos de Nidaa Tounes, el partido laico de centro liberal y progresista puesto en marcha por el veterano Béji Caïd Essebsi, primer ministro de transición durante unos meses en 2011 y pronto presidente de la República. Souad, quien se veía a sí misma no como una militante del islamismo moderado preconizado por el Ennahdda sino como una independiente adherida al proyecto político del partido, no se presentó a estas elecciones, cesando por tanto en las instituciones del Estado. Tampoco entró en los gobiernos de coalición dirigidos por Nidaa Tounes dentro de la cuota ministerial del Ennahda, escenario que algunos habían creído probable considerando su perfil.

Sin embargo, Souad Abderrahim seguía siendo un valor estimado por el Ennahda, que en 2017 la integró en su Buró Político, máxima instancia directiva de una colectividad que ahora se presentaba como "partido civil", con separación de las actividades políticas y religiosas. Más aún, el Ennahda, en un golpe de efecto que dio mucho que hablar, la escogió como su candidata a la alcaldía de Túnez en las elecciones municipales, primeras desde la Revolución de 2011, a celebrar en mayo de 2018. El Ayuntamiento de la capital del país nunca había estado regentado por una mujer, como tampoco había precedentes de alcaldes salidos de un consejo municipal con legitimidad democrática. El titular saliente, Seifallah Lasram, era un independiente que había sido designado por el Gobierno al poco de la Revolución, en abril de 2011. Las últimas elecciones municipales se remontaban a 2010, en tiempos de Ben Alí. Toda vez que el cargo de alcalde de Túnez conllevaba el título honorífico, con connotaciones religiosas, de jeque, voces de sectores musulmanes conservadores no dejaron de expresar su malestar por la posibilidad, para ellos contraria a toda tradición local, de que la capital tuviera a su frente a una jequesa.

Presentada como candidata "independiente" apoyada por el Ennahda, aunque a todos los efectos era una aspirante del partido, Souad basó su propuesta electoral en la mejora radical de las infraestructuras de servicios públicos de Túnez, sobre todo la recogida y tratamiento de residuos urbanos, cuyas carencias y deficiencias tenían bastante enfadados a vecinos y comerciantes. También, habló de plantar árboles y extender las zonas verdes, y prometió una gestión municipal señalada por la "transparencia".

El 6 de mayo de 2018 las listas del Ennahda fueron las más votadas en Túnez y en la mayoría de las poblaciones importantes del país. En la capital, urbe mediterránea con algo más de un millón de habitantes (alrededor de 2,5 millones si se considera su área metropolitana, el Gran Túnez), los islamistas se hicieron con 21 de los 60 puestos del Consejo Municipal. A nivel nacional, el Ennahda sacó el 28,6% de los votos, seguido de Nidaa Tounes con el 20,1%, y ganó 2.135 de las 7.212 concejalías en juego. Souad Abderrahim era la virtual alcaldesa electa en Túnez, y con ella los candidatos correligionarios en Sfax, Kairouan, Bizerta y otras ciudades grandes. Según la Instancia Superior Independiente para las Elecciones (ISIE), el 49,3% de los 53.668 candidatos presentados eran mujeres, si bien los hombres encabezaban el 70% de las listas locales.

El 3 de julio, por 26 votos contra 22, el Consejo Municipal de Túnez invistió alcaldesa a la candidata del Ennahda, quien dedicó su victoria "a todas las mujeres de mi país, a toda la juventud y a Túnez". El rival derrotado en la investidura fue Kamel Idir, candidato de Nidaa Tounes. Tres mujeres más alcanzaron la alcaldía en otras tantas gobernaciones del país: Sihem Dinari, del Ennahda, en Metlaoui (Gafsa), Hayet Fejari, del Ennahda también, en El-Alaa (Kairouan), y Leila Mourad, de Nidaa Tounes, en Hergla (Sousse).

Souad Abderrahim hacía historia dentro y fuera de la nación magrebí, pues nunca antes la capital de un país árabe había estado dirigida por una mujer aupada en un proceso de elección popular. En Irak, desde 2015, era alcaldesa de Bagdad Zekra Alwach, pero en su caso había sido nombrada por el Gobierno central. En el conjunto del mundo árabe, eran escasísimos los ejemplos de mujeres alcaldes, pudiendo, literalmente, contarse con los dedos. En Marruecos estaban los casos de Fatima-Zahra Mansouri de Marrakech (2009-2015) y Asmaa Chaâbi de Essaouira (2003-2009). Eva Habil, regidora de la pequeña población de Komboha, se convirtió en 2008 en la primera alcaldesa de Egipto, mientras que Fatimatou Mint Abdel Malick, de Tevragh-Zeina, escribió un registro similar en 2001 en Mauritania.

El 18 y el 19 de septiembre de 2018 Souad Abderrahim debutó en la función internacional como anfitriona en Túnez de un seminario de especialistas titulado Comunicaciones sobre migración: una cuestión de gobernanza local. El evento se encuadraba en las labores del Mediterranean City-to-City Migration Project (MC2CM), a su vez implementado por el International Centre for Migration Policy Development (ICMPD) y teniendo como socios a la organización Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), la agencia Hábitat de la ONU y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Desde 2015 el proyecto MC2CM involucraba en una mesa multinacional de trabajo a nueve ciudades de Europa, Magreb y Oriente Próximo: Ammán, Beirut, Lisboa, Lyon, Madrid, Tánger, Túnez, Turín y Viena.

(Cobertura informativa hasta 25/9/2018)