Sooronbay Jeenbekov

El 15 de octubre de 2017 en Kirguistán, la única democracia pluralista de la Asia Central postsoviética, unas elecciones comparativamente solventes, aunque no exentas de sombras, han dado la Presidencia de la República al candidato del oficialismo, Sooronbay Jeenbekov, miembro del gobernante Partido Social Demócrata (KSDP), primer ministro hasta agosto de este año y protegido del jefe del Estado saliente, Almazbek Atambáyev. Tanto la OSCE como el Consejo de Europa han certificado el carácter "competitivo" y "transparente" de las séptimas elecciones presidenciales celebradas aquí desde la defunción de la URSS en 1991. Durante parte de este cuarto de siglo, aproximadamente entre 2002 y 2013, Kirguistán sufrió una violenta secuencia de algaradas políticas, choques interétnicos e insurrecciones populares antigubernamentales (dos, en 2005 y 2010, saldadas con el derrocamiento de los dos primeros presidentes del país, sucumbidos al autoritarismo). Esas graves sacudidas, ya superadas, pusieron en serio peligro la integridad de este escondido Estado turcófono de seis millones de habitantes, tachonado de altas montañas, rodeado de vecinos mucho más poderosos que él, con vastos recursos energéticos (hidroelectricidad) sin explotar y que no progresa en la reducción de la pobreza.

Jeenbekov, que el 4 de diciembre protagonizará el primer traspaso pacífico de poderes entre dos titulares elegidos en las urnas de toda la región, asume un cargo con un mandato de seis años no renovable y que en virtud de la polémica reforma constitucional aprobada en el referéndum de diciembre de 2016 ha quedado reducido a una condición prácticamente protocolaria; ahora, en Kirguistán rige un sistema de gobierno plenamente parlamentario, otra rareza, junto con la condición democrática imperfecta, en esta parte del planeta y que de hecho emparenta al de Bishkek con los sistemas que más al sur funcionan en India y Pakistán. De Atambáyev, quien ha negado que tenga previsto continuar en el Ejecutivo desde el puesto, potenciado, de jefe del Gobierno, Jeenbekov hereda una situación bastante más sosegada que la imperante hasta hace unos años pero todavía lastrada por la corrupción, desaforada, y los casos, en número creciente, de trabas y hostigamiento, juicios penales incluidos, a la libertad de expresión y a los círculos de la oposición política.

Esta por ver si con Jeenbekov, un hombre discreto formado en el funcionariado agrícola, en la jefatura del Estado remitirán los tics de intolerancia que afloran en el oficialismo nucleado en torno al KSDP. Lo que sí parece seguro es que Kirguistán, encrucijada de las influencias, más o menos patentes, de Rusia, China, Kazajstán y Uzbekistán, seguirá siendo un socio comprometido en las dos grandes suborganizaciones que el Kremlin viene orquestando en el espacio de la CEI, la Unión Económica Euroasiática (UEEA) y la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC).


(Texto actualizado hasta octubre 2017)

1. Primera trayectoria en la política kirguisa con un perfil agrónomo
2. Primer ministro con el presidente Atambáyev y elección como sucesor en 2017

1. Primera trayectoria en la política kirguís con un perfil agrónomo

Natural de la región sureña de Osh, su primera etapa profesional transcurrió en la rama agropecuaria del aparato funcionarial de la entonces República Socialista Soviética Kirguís, en cuya Academia de Agricultura se graduó como ingeniero especializado en explotaciones ganaderas, si bien previamente ejerció de profesor de Ruso y Literatura en varios centros escolares. Antes y después del acceso del país a la independencia nacional en 1991 por la desintegración de la URSS, el futuro estadista desarrolló labores técnicas en granjas estatales de Osh y paralelamente se adiestró en la política local como secretario y director de Comités de Distrito del Partido Comunista de Kirguistán.

En 1993 Jeenbekov fue puesto al frente de una granja en Osh, pero dos años después se concentró exclusivamente en las funciones políticas al salir elegido diputado de la Asamblea de Representantes Populares, la Cámara alta del Joghorku Kenesh o Parlamento. Reelegido en los comicios de 2000 y 2005, fue vicepresidente de la Cámara y, desde 2006, al cabo del derrocamiento del presidente Askar Akáyev en la llamada Revolución de los Tulipanes y la subida al poder de Kurmanbek Bakíyev, presidente de la Comisión de Política Agrícola. En 2006 se dio el hecho también de la elección de su hermano menor, Asylbek Jeenbekov, como presidente del Joghorku Kenesh. Entre medio, en 2003, el mayor de los hermanos amplió su currículum académico con una titulación superior en Economía por la Universidad Nacional Agraria Kirguisa.

De mayo a noviembre de 2007 Jeenbekov tuvo una breve experiencia gubernamental como ministro de Agricultura, Recursos Hídricos e Industrias de Procesamiento en el Gabinete del primer ministro Almazbek Atambáyev, líder del Partido Social Demócrata (KSDP), del que Jeenbekov era miembro, y dirigente llamado a jugar un papel determinante en la posterior carrera política del antiguo director de granja colectiva. Tras la dimisión voluntaria de Atambáyev, Jeenbekov se apartó de la esfera pública y durante dos años largos estuvo dedicado a los negocios privados.

El retorno de Jeenbekov al servicio de Estado aconteció en abril de 2010, nada más triunfar la insurrección popular democrática que derribó al presidente Bakíyev. Entonces, la presidenta provisional de la República, Roza Otunbáyeva, una miembro del KSDP, le nombró gobernador interino de Osh, cargo de alta responsabilidad por cuanto esta volátil región, patria chica del representante estatal, se sumió en una terrible ola de pogromos interétnicos conectados con el violento cambio de guardia en Bishkek. En junio de 2010 más de 400 ciudadanos de las etnias kirguisa y uzbeka perdieron la vida en unas atrocidades que, con grandes dificultades, pudieron ser sofocadas por las autoridades centrales al amparo del estado de emergencia y el consiguiente despliegue del débil Ejército nacional.

En agosto de 2012, con Osh precariamente pacificado, Jeenbekov continuó directamente al tanto de la turbulenta situación regional desde el puesto de representante plenipotenciario del Gobierno de Bishkek. Para entonces, la Presidencia de la República ya estaba ocupada por Atambáyev, ganador de las elecciones democráticas de octubre de 2011, mientras que el nacionalista conservador Ömürbek Babánov, aunque por poco tiempo, dirigía el Gobierno de coalición. En diciembre de 2015 Atambáyev colocó a Jeenbekov en su equipo de lugartenientes en la capital como director del Servicio de Personal de la Presidencia. Al poco, en marzo de 2016, el jefe del Estado le ascendió a subjefe de la Administración Presidencial.


2. Primer ministro con el presidente Atambáyev y elección como sucesor en 2017

El 11 de abril de 2016 el primer ministro desde hacía un año, Temir Saríyev, presentó la dimisión, provocando la renuncia del Gabinete en pleno, después de que una comisión de investigación parlamentaria señalara al Gobierno por la adjudicación fraudulenta de una contrata de obra pública a una empresa china que carecía de la pertinente licencia. Al día siguiente, el grupo parlamentario del KSDP, el más numeroso del Joghorku Kenesh desde los comicios de octubre de 2015, propuso que Jeenbekov fuera el nuevo primer ministro a los otros dos socios de la coalición oficialista, los partidos Önügüü (Progreso) y Ata Meken (Patria). La respuesta afirmativa de estos permitió la investidura del candidato el 13 de abril con 115 votos a favor y ninguno en contra.

Transcurridos unos meses, el 24 de octubre de 2016, el nuevo Gobierno de coalición, al que apoyaban hasta seis formaciones políticas, naufragó al retirarse del mismo el KSDP en protesta por la postura de rechazo del Önügüü y el Ata Meken al proyecto de reforma constitucional, auspiciado por el presidente Atambáyev, que entre otros cambios expandía las atribuciones del primer ministro y el Joghorku Kenesh. Los partidos discrepantes argüían que la transformación del sistema de gobierno kirguís, de tipo semi-parlamentario, en uno plenamente parlamentario, al estilo de los habituales en las repúblicas europeas, respondía a un proyecto meramente personal de Atambáyev, para favorecer sus intereses políticos a corto plazo. Así, se creía que Atambáyev, cuyo mandato presidencial de seis años expiraba en diciembre de 2017 sin posibilidad de reelección, planeaba continuar a la cabeza del Ejecutivo desde el puesto de jefe del Gobierno y con poderes reforzados. Sin embargo, Atambáyev reiteró que de ninguna manera contemplaba ese escenario. Además, los contrarios a la mudanza constitucional recordaron que la Carta Magna aprobada en junio de 2010 incluía una cláusula que prohibía la introducción de enmiendas antes de 2020.

Automáticamente, Jeenbekov puso su cargo a disposición del Parlamento. El 8 de noviembre Jeenbekov presentó un nuevo Gabinete que recibió el visto bueno de los diputados y fue nombrado por Atambáyev el día 11. Justo un mes más tarde, el 11 de diciembre, el polémico paquete de enmiendas constitucionales quedó sancionado en referéndum nacional con un 79,6% de votos afirmativos, si bien la participación fue solo del 42,1%.

El 21 de agosto de 2017 Jeenbekov volvió a presentar la dimisión, esta vez con carácter irrevocable: se marchaba del Gobierno porque su partido, el KSDP, le había proclamado, en su Congreso del 15 de julio, candidato para las elecciones presidenciales que tocaban el 15 de octubre del presente año. En su anuncio, el postulante oficialista indicó su deseo de concurrir "en igualdad de condiciones" con otros aspirantes. Precisamente, un relevante contendiente potencial, Ömürbek Tekebáyev, el líder del partido socialista Ata Meken y campeón del repudio a la reforma constitucional del año anterior en la convicción de que tras la misma se escondía el deseo de Atambáyev de "traer de vuelta el autoritarismo bajo la forma de una dictadura de primer ministro", fue apartado del juego de manera drástica: detenido bajo la acusación de aceptar sobornos de un inversor ruso, el opositor fue juzgado por corrupción y fraude, y condenado a ocho años de prisión. En cuanto a la jefatura del Gobierno, esta recayó, tras unos días de ejercicio en funciones del viceprimer ministro Muhammetkaliy Abulgazíyev, en Sapar Isákov, otro miembro del KSDP.

El 15 de octubre de 2017 Kirguistán, considerada la única democracia de la Asia Central postsoviética, celebró sus séptimas elecciones presidenciales desde la independencia con la concurrencia de Jeenbekov por el KSDP, el opositor y también ex primer ministro Ömürbek Babánov, además líder del partido derechista Respublika-Ata Jurt y rico empresario petrolero, y otros nueve contendientes, entre los que figuraba un tercer antiguo jefe de Gobierno, Temir Saríyev, cabeza del partido Akshumkar (Halcón Blanco).

Pese a las denuncias de prácticas ilegales como compras de votos, a las trabas que el oficialismo ponía a medios de comunicación y periodistas críticos, al clima de intimidación que los últimos procesos judiciales podían generar en las filas opositoras y a la presunta injerencia del vecino Kazajstán, a cuyo Gobierno Atambáyev acusó sin medias tintas de favorecer con descaro a Babánov, la jornada electoral transcurrió en calma y con la sensación de que el proceso electivo era realmente competitivo y tenía un desenlace abierto; es decir, que Jeenbekov, pese a apoyarse en la maquinaria del oficialismo, no tenía en modo alguno asegurado el triunfo, ni siquiera en una eventual segunda vuelta si es que no alcanzaba la mitad más uno de los votos en la primera ronda.

Según los datos avanzados por la Comisión Electoral Central (CEC), Jeenbekov se alzó con la victoria sin necesidad del balotaje al recibir el 54,7% de los sufragios. Babánov quedó segundo con el 33,7% y Adajan Madumárov, de Bütün Qirgizstan (Kirguistán Unido), tercero con el 6,5%. La misión de observadores de la OSCE, en una valoración preliminar, manifestó que Kirguistán había dado "un ejemplo en general positivo por celebrar elecciones competitivas y una transferencia pacífica de poder". "Las votaciones de ayer fueron transparentes y los votantes pudieron hacer libremente sus elecciones de entre un amplio repertorio de candidatos; este es un signo de la creciente madurez política de la sociedad kirguisa", afirmó por su parte el 16 de octubre Doris Fiala, al frente de la delegación de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE). Sin embargo, la OSCE y la APCE hicieron constar su "preocupación" por las muestras de un uso abusivo de recursos públicos, opacidad en los gastos de campaña, tratamientos informativos sesgado desde los medios públicos y compras de votos en algunas circunscripciones.

A falta aún de la publicación por la CEC de los resultados definitivos, y siempre que estos no fueran impugnados por los candidatos derrotados, Jeenbekov quedaba convocado para prestar juramento como quinto presidente de la República Kirguisa con un mandato de seis años el día 4 de diciembre de 2017.

(Cobertura informativa hasta 20/10/2017)