Sabah Al Sabah

El 29 de enero de 2006 tomó posesión como quinto emir del Kuwait independiente Sabah Al Ahmad Al Jabir Al Sabah, el jeque de la familia real que ya venía ejerciendo como el supremo dirigente en la práctica, incluso desde antes de ser nombrado en 2003 primer ministro por su hermanastro Jabir, emir desde 1977 y fallecido el 15 de enero. El jeque Sabah, un septuagenario con cinco décadas de experiencia gubernamental, mayormente como ministro de Exteriores, es uno de los artífices del moderno Estado kuwaití, todavía más petrolero que democrático. Sabah fue designado emir por sus familiares jeques como solución de recambio del príncipe heredero Saad, primo segundo suyo y gravemente enfermo, quien ostentó el puesto de emir durante unos días antes de abdicar.

(Texto actualizao hasta enero 2006)

1. Un jeque con medio siglo de dedicación a las tareas de gobierno
2. Proclamación como emir tras la muerte de su hermanastro y la abdicación de su primo


1. Un jeque con medio siglo de dedicación a las tareas de gobierno

Cuarto hijo del jeque Ahmad Al Jabir Al Ali Al Sabah, dirigente de Kuwait desde 1921 hasta su muerte en 1950, y de la cuarta de sus quince esposas, Munira Al Ayyar, fue educado en la Escuela Al Mubarakiyah de Kuwait y por tutores privados de palacio, al igual que sus nueve hermanastros, todos de distinta madre. Asimismo, Sabah llegó a tener 18 hermanastras y sólo una hermana biparental, la jequesa Anud.

A partir de 1954 y hasta la concesión de la independencia en junio de 1961 por el Reino Unido, potencia que ejercía sobre el país un régimen de protectorado desde 1914, y encabezando el emirato el jeque Abdullah Al Salim Al Sabah, primo carnal de su padre, el joven jeque desempeñó diversos cometidos en la alta administración pública y palaciega, como miembro del Comité Ejecutivo Supremo o protogobierno, del Consejo Municipal de Kuwait, del Consejo de Construcción y Edificación y del Consejo Superior de Asuntos del Campo, así como jefe del Departamento de Trabajo y Asuntos Sociales, y, a partir de 1957, del Departamento de Prensa y Publicaciones.

El 17 de enero de 1962 Sabah prolongó sus cometidos gubernamentales como ministro de Información, Orientación y Asuntos Sociales en el primer Gobierno propiamente dicho que llevó las riendas del Estado de Kuwait y cuyo primer ministro era su hermanastro tres años mayor, el jeque Jabir Al Ahmad Al Jabir Al Sabah. Cabe apuntar aquí que Sabah y Jabir tuvieron dos hermanastros una generación más viejos, Abdullah, fallecido en 1957, y Muhammad, quien hasta 1964 se sentó con ellos en el Consejo de Ministros como titular de Defensa. Cuando en febrero de 1963 asumió la jefatura del Gobierno el hermano menor del emir, el jeque Sabah Al Salim Al Sabah, su sobrino en segundo grado fue promocionado al puesto que él desocupó, el de ministro de Asuntos Exteriores. Para entonces, el jeque, no obstante su juventud, ya tenía una sólida experiencia internacional como jefe de las delegaciones kuwaitíes en las reuniones de la Asamblea General de la ONU y la Liga Árabe.

Sabah fue confirmado en esta importante oficina las dos veces que hubo un cambio de gobierno de resultas de la muerte y sucesión del emir. La primera vez fue en noviembre de 1965, cuando su tío tocayo sucedió a Abdullah, mudanza que repuso a Jabir en el puesto de primer ministro. La segunda vez, el 8 de febrero de 1978, cuando el jeque Saad Al Abdullah Al Salim Al Sabah, hijo del emir Abdullah y primo segundo de los hermanastros Al Jabir, tomó el relevo al mayor de los dos como primer ministro y príncipe heredero después de que aquel alcanzara la condición de emir el 31 de diciembre de 1977.

En tanto que ministro de Exteriores, el jeque Sabah fue miembro nato del Majlis al-Umma o Asamblea Nacional, la institución legislativa elegida por sufragio en enero de 1963 con poderes muy limitados y que aún así nunca fue apreciada por la familia real: en 1976, luego de celebrarse otras tres elecciones sin base de partidos –que estaban rigurosamente prohibidos- y con un cuerpo electoral muy restringido –sólo podían votar los hombres que podían demostrar la nacionalidad kuwaití de sus ascendientes-, el emir Sabah suspendió el Majlis y diez años más tarde, en julio de 1986, con los comicios de 1981 y 1985 entre medio, Jabir lo disolvió con carácter indefinido.

Sabah y Jabir formaron un tándem muy bien conjuntado a lo largo de las tres décadas que siguieron desde la emancipación de la tutela británica hasta la invasión irakí de agosto de 1990. Encargándose el primero de la diplomacia, marcando uno de los ejercicios más prolongados del mundo, y el segundo de todo lo que tuviera que ver con las finanzas, la industria y el comercio, los hermanastros fueron coartífices del extraordinario enriquecimiento de un país pequeño y desértico gracias a los ingresos por el petróleo y al socaire de las estrechas relaciones de cooperación establecidas con Arabia Saudí, el resto de monarquías del golfo Pérsico y Estados Unidos. Eso sí, preservando en todo momento el carácter absolutista, conservador y patrimonialista del régimen político; no obstante regir una Constitución, funcionar por épocas un Parlamento y tener Jabir una personalidad apocada y benigna, en la práctica funcionaba la dictadura familiar de los fundadores del país. En 1978 Sabah consolidó su posición como número tres del emirato después de Jabir y Saad con la asunción del puesto de viceprimer ministro. En añadidura, entre 1982 y 1985 volvió a ser ministro de Información.

En la década de los ochenta del pasado siglo Sabah demostró sus habilidades diplomáticas a la hora de concertar la protección militar de las potencias occidentales, las cuales enviaron a sus armadas para escoltar a los petroleros que partían de las terminales del emirato, y de estrechar los lazos con las monarquías amigas en el seno del Consejo de Cooperación de Estados Árabes del Golfo, todo con el objeto de defender a Kuwait de la hostilidad del Irán islamista shií, que había suplantado al irredentismo irakí como la principal amenaza a la soberanía del emirato.

Anteriormente, sobre todo en los primeros años de su ministerio, el jeque había trabajado a fondo para contener las apetencias anexionistas del Irak republicano y nacionalista, que consideraba a Kuwait una creación artificial del colonialismo británico a costa de tierra irakí, en una zona especialmente estratégica, la lengua de costa y el territorio interior situados al sur de la desembocadura del Chatt Al Arab en el golfo Pérsico. Tras el final de la guerra irano-irakí en 1988, el régimen de Saddam Hussein actualizó las viejas ambiciones expansionistas de Irak y se revolvió contra Kuwait, que le había financiado generosamente para doblegar al enemigo común, el jomeinismo.

Sabah, el emir y los demás miembros de la familia real huyeron precipitadamente a Arabia Saudí en automóviles tan pronto como se enteraron de que el Ejército irakí había traspasado las fronteras en son de invasión el 2 de agosto de 1990. Sólo el jeque Fahd, el más joven de los hermanastros Al Jabir y militar de carrera, se quedó atrás para presentar junto con un pelotón de guardias una resistencia heroica pero suicida a los agresores: fue abatido cuando intentaba repeler a tiros la columna de soldados irakíes que venía a tomar el palacio Dasmán. En los meses que duró la ruinosa ocupación irakí de Kuwait, los Sabah se acogieron a la hospitalidad de la familia real saudí, que puso a su disposición el hotel Sheraton en la ciudad de Ta'if.

Tras la liberación del emirato por las fuerzas internacionales encabezadas por Estados Unidos y la reposición del emir y el Gobierno en marzo de 1991, el jeque Sabah fue exonerado de sus cometidos como viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores por su primo Saad. Esta remoción se inscribió en una drástica remodelación gubernamental decretada por el primer ministro, quien intentó así calmar el descontento de los kuwaitíes por las dificultades de la reconstrucción posbélica, las severas restricciones a las libertades públicas en virtud de la ley marcial impuesta con el pretexto de la inseguridad y, sobre todo, por la pretensión de la familia real, que tenía a siete miembros en el Gobierno además del príncipe heredero, de que el estado de cosas político siguiera como antes de la invasión, es decir, petrificado.

Había avidez de reformas, y además, la opinión pública reprochaba a los jeques Nawaf Al Ahmad Al Jabir Al Sabah, uno de los hermanastros Al Jabir y ministro de Defensa, y Salim Al Sabah Al Salim Al Sabah, hijo del emir Sabah e impopular ministro del Interior, que no hubieran salido a defender el país con las armas cuando se produjo la invasión irakí. El primer ministro Saad decepcionó a los sectores politizados de la sociedad al mantener a ambos familiares en el Gabinete, Nawaf como responsable de Asuntos Sociales y Trabajo, y Salim como responsable de Exteriores.

En realidad, el jeque Sabah fue el único ministro destacado que fue despedido, lo que no dejó de vincularse al estado de abulia y morbidez en que se había sumido el emir desde el final de la guerra. Sabah era probablemente el mejor confidente de Jabir, y la entrega por éste de la dirección efectiva del emirato a Saad dejó un tanto descolocado al hasta ahora ministro de Exteriores. Los recelos y rencillas entre las dos grandes ramas de la familia Sabah que venían turnándose al frente del emirato, el linaje de Jabir y el linaje de Salim, los dos hijos mayores del dirigente del país entre 1896 y 1915, Mubarak el Grande, no eran nuevos, e iban a volver a aflorar en el futuro.

El alejamiento del jeque de las tareas gubernamentales fue, empero, breve. La celebración el 5 de octubre de 1992 de elecciones al Majlis, cuya restauración venían exigiendo unánimemente Estados Unidos, los países europeos y los actores más dinámicos del emirato, aunque no inauguró un sistema propiamente democrático por la proscripción de los partidos, el veto a las mujeres, el mantenimiento de los diputados no electos –todos los ministros- y la salvaguardia de las amplias prerrogativas ejecutivas y legislativas del emir, sí dio paso a un hemiciclo representativo de las diversas tendencias ideológicas (panarabistas e izquierdistas, fundamentalistas sunníes y shiíes, liberales laicos y reformistas, y monárquicos conservadores), y a una férula más liberal y tolerante de los Sabah.

El emir, en un gesto de desafío a las fuerzas opositoras ganadoras de las elecciones, volvió a nombrar primer ministro a su primo, pero como contrapartida devolvió a su hermanastro el ministerio de Exteriores y el puesto de viceprimer ministro, y dispuso que seis ministros no procedieran del oficialismo. Sabah tomó posesión de sus antiguos cargos el 18 de octubre. En los años siguientes, Sabah condujo la diplomacia kuwaití por los vericuetos tradicionales del pacto, desde el 19 de septiembre de 1991 de naturaleza escrita, con Estados Unidos en los capítulos de la seguridad y la defensa, la vigilancia recelosa de las maniobras de Saddam Hussein y la cooperación con las monarquías árabes vecinas. El Gobierno del emirato apostaba por el derrocamiento del dictador irakí y secundó sin reservas la posición de dureza de las administraciones de Estados Unidos y de su aliado británico, tanto en el capítulo del hostigamiento militar como en el de las sanciones de la ONU.

Confiado en el paraguas de seguridad que le brindaba el dispositivo militar de Estados Unidos, Kuwait dejó claro que la normalización de las relaciones con Irak pasaba por el esclarecimiento del paradero de los prisioneros y desaparecidos de guerra, pendiente desde la invasión de 1990. En este sentido, el reconocimiento por Bagdad de las fronteras y la soberanía de Kuwait el 10 de noviembre de 1994 no disipó la tremenda desconfianza que inspiraba el imprevisible régimen irakí. En lo que se refiere a la normalización de relaciones diplomáticas en el ámbito árabe, Sabah hizo mayores progresos con los estados que apoyaron a Saddam durante la guerra, como Yemen y Jordania.

Paralelamente, aunque su salud física fue declinando hasta extremos alarmantes, de puertas hacia dentro el emir dio varias muestras de un renovado vigor político que se manifestó al intentar imponer a un Majlis dominado por facciones tradicionalistas una serie de reformas modernizadoras, siendo la más destacada la concesión del sufragio femenino, y en las demostraciones de confianza hacia su hermanastro, el cual llegó a desplazar a Saad, que también estaba con la salud quebrantada, como el segundo dirigente del Estado. Ahora bien, el historial de achaques de esta familia de jeques septuagenarios no dejó al margen a Sabah, al que en 1999 le fue implantado un marcapasos y que en agosto de 2002, meses después de que su hermanastro y su primo marcharan al extranjero para ser tratados de sus dolencias (problemas cardiovasculares el primero y un cáncer de colon el segundo), tuvo que ser hospitalizado de urgencia por una apendicitis.

El 8 de octubre de 1998 Sabah fue nombrado primer viceprimer ministro y tomó el control del Gobierno de hecho. En 2001, el derrame cerebral sufrido por el emir magnificó el rango político de su hermanastro. El 13 de julio de 2003, ocho días después de celebrarse las cuartas elecciones al Majlis desde la restauración de 1992, las cuales depararon una mayoría de diputados conservadores (islamistas y monárquicos) y un drástico retroceso de los liberales, tuvo lugar la mudanza, por largo tiempo esperada, que puso fin a una tradición respetada desde la formación del Estado: la separación, mediante decreto-ley del emir, de las funciones de príncipe heredero y primer ministro, cargo éste que correspondió a Sabah. Por su parte, el jeque Nawaf pasó a hacerse cargo de la vicepresidencia primera del Gobierno y el Ministerio del Interior.

La llegada de Sabah a la jefatura formal del Gobierno sucedió en unas circunstancias de profundo desasosiego en el emirato. A las convalecencias crónicas de Jabir y Saad y el inmovilismo de un Majlis que bloqueaba los proyectos de ley reformistas del Ejecutivo, ya fuera la plenitud de derechos políticos de las mujeres, la desregulación del sector petrolero y la reducción de las cargas asistenciales del Estado, se les sumaba la emergencia de un terrorismo islamista vinculado ideológicamente a la red de Al Qaeda, el cual, desde las postrimerías de 2002, estaba atentando contra los soldados estadounidenses que, sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, se disponían a invadir Irak por tierra utilizando Kuwait como gran base logística.

Aunque no era un rupturista con el pasado, ni representaba el cambio generacional, ni gozaba de una salud excelente, Sabah estaba acreditado como un reformista que creía firmemente en las relaciones de amistad con Occidente, que era consciente del peligro subversivo de Al Qaeda y sus representantes internos, y que poseía una dilatada experiencia, en verdad difícilmente superable, en el manejo de los asuntos de Estado. La confirmación de derecho de lo que ya venía desempeñando de hecho mitigó la sensación de vacío de poder en Kuwait. Además, con el emir prácticamente incapacitado para ejercer sus funciones, el primer ministro empezó a desenvolverse como un regente en la práctica.

En 2004 la política exterior kuwaití registró dos importantes novedades: el 15 de enero, la obtención por Estados Unidos del estatus de Aliado Importante No de la OTAN (MNNA), que en la región del golfo Pérsico hasta entonces sólo tenía Bahrein, y el 29 de junio, el establecimiento de las relaciones diplomáticas con Irak, al día siguiente de asumir un Gobierno Interino la soberanía nominal del país de manos de la autoridad de ocupación encabezada por Estados Unidos. El dinamismo reformista del jeque se adjudicó su primera gran victoria el 16 de mayo de 2005 con la aprobación por el Majlis, con 35 votos a favor, 23 en contra y una abstención, de la ley que otorgaba a las kuwaitíes los derechos a votar y ser votadas en elecciones. La primera vez que iban a poder ejercitarlos sería en las legislativas de 2007.

El 12 de junio siguiente, a rebufo del entusiasmo desatado en los sectores progresistas de la sociedad y pasando por alto las furiosas objeciones de los islamistas, Sabah dio el paso histórico de nombrar a una mujer, la activista de Derechos Humanos y politóloga Massuma al-Mubarak, para un puesto ministerial, el de Planificación y Desarrollo Administrativo. Este avance democrático, sin embargo, no opacó la situación de deterioro de la seguridad interna y de continuidad de los abusos del poder. En enero de 2005, una serie de tiroteos en la capital entre agentes e islamistas que presuntamente maquinaban cometer atentados terroristas contra objetivos de Estados Unidos, que mantenía un contingente de 18.000 soldados en el emirato, se saldó con la muerte de 12 personas. Al hilo de estas refriegas, las autoridades detuvieron a cuatro decenas de sospechosos de pertenecer a la Brigada de los Leones de la Península, un grupo clandestino que se vinculó Al Qaeda.

El cabecilla de la célula terrorista supuestamente desarticulada, un predicador radical llamado Amer Khlaif al-Enezi, murió en extrañas circunstancias en febrero unos días después de ser arrestado. En mayo, 37 de sus compañeros fueron llevados a juicio bajo la acusación de terrorismo y en diciembre seis de ellos fueron condenados a muerte. También en mayo, 14 ciudadanos fueron detenidos por violar la prohibición vigente sobre los partidos políticos tras poner en marcha, en enero, el Partido de la Ummah, al que se le adjudicó la etiqueta de integrista a pesar de que sus promotores decían reclamar el verdadero pluralismo político en Kuwait.


2. Proclamación como emir tras la muerte de su hermanastro y la abdicación de su primo

Jabir Al Ahmad Al Sabah falleció el 15 de enero de 2006 a los 79 años, víctima al parecer de un fallo cardíaco y sin recobrarse del abatimiento emocional que le había causado la traumática invasión irakí de 1990. Atrás quedaban más de 40 años, primero como jefe del Gobierno y luego como emir, de ambigua ejecutoria, en la que su resistencia innata a los cambios liberalizadores había dado paso a un reformismo más o menos convencido, que le puso a la vanguardia de todos los monarcas del Golfo, y la intolerancia con la disidencia había sido mitigada por una personalidad sensible frente a todas las expresiones de violencia. Su sueño de transformar un país de beduinos del desierto regalado con la colosal riqueza petrolera de su subsuelo en una sociedad urbana, educada y moderna pero sin renegar de la tradición, se había hecho realidad, aunque ahora Kuwait debía hacer frente a las limitaciones de su modelo de desarrollo, al avance de las concepciones reaccionarias y fanáticas del Islam sunní, y a la asechanza del terrorismo.

De manera automática, Saad, postrado en una silla de ruedas y posiblemente aquejado de la enfermedad de Alzheimer, a los 75 años, se convirtió en el nuevo emir. Sin embargo, el mismo día, las declaraciones a la prensa del jeque Salim Al Alí Al Salim Al Sabah, jefe de la Guardia Nacional, primo carnal del Saad y primo segundo y cuñado del primer ministro, sobre la necesidad de convocar un “comité en apoyo al liderazgo”, acompañadas de quejas por el “caos” y la “corrupción” que afligían al emirato, lo que debía interpretarse como un rapapolvo al hermano de su esposa Anud, mostraron a las claras que la sucesión pendiente desde 1978 era causa de controversia entre los linajes de Salim y Jabir. Por de pronto, estaba meridianamente claro que Sabah iba a seguir siendo el primer ministro y lo más probable era que fuera designado príncipe heredero también.

Pero el delicado estado de salud de Saad aconsejaba realizar su sucesión por su primo segundo sin más tardanza. Fueron necesarios varios días de intensas reuniones entre los principales jeques de la familia real para convencer de la necesidad de la designación de Sabah a los Salim que insistían en mantener el principio de alternancia y entregar el emirato a un pariente en primera sanguinidad del emir Sabah Al Salim Al Sabah, el que rigió hasta 1977. Si era obvio que Saad no estaba en condiciones de desempeñar esa dignidad, la candidatura habría podido reclamarla Salim Al Alí, pero el jeque no gozaba de un estatus de poder y autoridad lo suficientemente elevado como para hacerse imponer, amén de ser octogenario en ciernes. De todas maneras, la tradición de los turnos ya se había roto en 1965, cuando Sabah Al Salim sucedió a su hermano Abdullah. Claro que, por otro lado, Sabah era un año más viejo que Saad. Al final, la disputa fue zanjada en una reunión particular entre Sabah y Salim, quien dio su brazo a torcer.

Una vez tomada la decisión en el interior de palacio, era necesario mantener las formas y la legalidad institucional. El 23 de enero, Saad, quien a lo largo de esta crisis parece que habló en su nombre mucho menos –si es que llegó a tomar parte en los conciliábulos- de lo que sus familiares hablaron por él, aceptó abdicar. Al día siguiente, el Majlis, tras acusar recibo de la carta de renuncia de Saad, aprobó en sesión extraordinaria su apartamiento del puesto de emir con ningún voto en contra. A continuación, el mismo día 24, el Consejo de Ministros nombró decimoquinto dirigente y quinto emir de Kuwait a Sabah, quien fue confirmado por el Majlis por unanimidad y tomó posesión el 29 de enero.

El 7 de febrero, el emir nombró príncipe heredero a su hermanastro Nawaf, lo que quebraba de nuevo la tradición de la alternancia con los Salim y suscitó interrogantes sobre cómo iban a reaccionar estos parientes a una elección que en apariencia no había sido consensuada con ellos, y primer ministro a un sobrino carnal, Nasser Muhammad Al Ahmad Al Sabah, luego, a mayor abundamiento, otro miembro del linaje Al Ahmad. A diferencia de su difunto hermanastro (quien tuvo 13 esposas, numerosas concubinas y 39 hijos reconocidos) y la mayoría de los jeques de la familia real, el emir Sabah no se ha acogido al permiso coránico de la poligamia. Su única esposa fue la jequesa Fatuwah bint Salmán Al Sabah, nieta por parte de madre de Mubarak el Grande y biznieta por parte de padre de Sabah ibn Jabir Al Sabah, dirigente de Kuwait entre 1859 y 1866. Antes de morir en 1990, Fatuwah dio a Sabah cuatro hijos, tres varones y una hembra.

El primogénito, Nasir, nacido en 1948, sirvió a su padre como secretario de Estado de Asuntos Exteriores entre 1990 y 1991 y actualmente le asiste como ministro de Estado del Amiri Diwan o Gabinete del Emir. Ha dado a Sabah cuatro de sus ocho nietos. Su hermano, Hamad, ha desarrollado toda su carrera profesional en empresas de telecomunicaciones, manufacturas y servicios financieros. El tercer hijo varón, Ahmad, se mató en un accidente de circulación en 1969. La benjamina, Salwa, fue madre de cuatro hijos antes de divorciarse de su esposo y de fallecer en junio de 2002.

(Cobertura informativa hasta 24/5/2006)