Roh Moo Hyun

Político de orígenes humildes y posturas progresistas que como abogado había participado en el movimiento democrático de su país en los años de la dictadura, Roh Moo Hyun llegó a la Presidencia de Corea del Sur en 2003 portando un mensaje de continuidad y mejora de las políticas reformistas, liberales y de acercamiento a Corea del Norte de su predecesor y correligionario, Kim Dae Jung. Durante su ejercicio, consiguió revertir una destitución parlamentaria votada por la oposición conservadora, pero su promesa principal de erradicar las prácticas corruptas perdió credibilidad al convertirse su propio círculo personal en pasto de los escándalos de corrupción. En 2007 sostuvo en Pyongyang con el dictador comunista Kim Jong Il una cumbre presidencial que alumbró grandes esperanzas, arruinadas pronto, de una reconciliación entre las dos Coreas. En 2008 Roh terminó su mandato y en mayo de 2009, con 62 años, abrumado por una investigación judicial como sospechoso de cobrar sobornos, el ex presidente se quitó la vida, trágico suceso que conmovió al país.

1. Un abogado comprometido con la causa democrática
2. Sucesor de Kim Dae Jung con un mensaje de diálogo, reforma y probidad
3. La azarosa búsqueda de la reconciliación con Corea del Norte
4. Una presidencia accidentada: pasos en falso y destitución temporal
5. Investigación por presunta corrupción y suicidio


1. Un abogado comprometido con la causa democrática

Nacido al año de terminar la Segunda Guerra Mundial en el seno de una familia rural con limitados recursos, recibió la instrucción escolar en su Gimhae natal y en la cercana Pusán, antes de graduarse en 1966 por la Escuela Superior de Comercio de esta gran ciudad portuaria frente al estrecho de Tsushima. Aunque comenzó a trabajar de oficinista en una factoría textil y luego en una empresa de la construcción, las pobres perspectivas profesionales en estos ramos le aconsejaron encaminar sus pasos al mundo del derecho, tal que empezó a prepararse para opositar a un puesto en la judicatura pública. Entre 1968 y 1971 interrumpió sus estudios autodidactas con motivo del servicio militar obligatorio, en 1975, pese a carecer de formación académica, aprobó el preceptivo examen estatal y poco después entró como pasante en el Instituto Jurídico de Formación e Investigación, de suerte que en 1977 ya estaba listo para asumir el puesto de juez de distrito en la corte regional de Taejon.

En 1978, sin embargo, abandonó esta función pública y se pasó a la abogacía privada al frente de su propio bufete, al principio especializado en derecho fiscal. Desde este ámbito, Roh iba a hacer los saltos al activismo humanitario y finalmente a la política, en unos años de absoluta ausencia de democracia y de cruda represión de los militares, que detentaban todo el poder desde el asesinato del presidente Park Chung Hee en octubre de 1979. Según las biografías divulgadas por su plataforma electoral en 2002, Roh asumió el compromiso de trabajar por las causas de los Derechos Humanos y la democracia cuando en 1981 aceptó llevar la asistencia legal, adquiriendo no pocos riesgos personales, de unos estudiantes que habían sido secuestrados y torturados por las fuerzas de seguridad de la dictadura bajo la imputación de poseer literatura política ilegal.

Su renombre como abogado defensor de víctimas de los desmanes del régimen del general Chun Doo Hwan, presidente de la República desde 1980, le catapultó a la acción política en su terruño de Gyeongsang del Sur. En 1985 activó el Comité Cívico Democrático de Pusán al tiempo que abrió una consultoría jurídica laboralista. En 1987 se puso al frente de la sección local del Movimiento Popular por una Constitución Democrática, organización de ámbito nacional que participó en las movilizaciones prodemocráticas. En septiembre de aquel año, su apoyo a las luchas sindicales le aparejó un período de arresto de tres semanas y la suspensión de su licencia como abogado. Además, se sumó al Partido de la Democracia y la Reunificación (PDR), creado en mayo de 1987 por los dos cabezas visibles del frente opositor civil, Kim Dae Jung y Kim Young Sam, para intentar expulsar del poder al Partido de la Justicia Democrática (PJD) de Chun por la vía electoral.

En las elecciones legislativas del 26 de abril de 1988 Roh obtuvo su primera acta de diputado en la Asamblea Nacional por la circunscripción de Pusán Este y en la lista del PDR, que se mantuvo leal a Kim Young Sam luego de escindirse el grupo de Kim Dae Jung, quien fundó por su cuenta el Partido de la Paz y la Democracia (PPD). Como había sucedido en las presidenciales de diciembre del año anterior, que dieron la victoria al favorito de Chun, el también ex general Roh Tae Woo, el oficialismo se aseguró la primacía gracias a las fracturas en el inestable campo opositor.

Siendo diputado del PDR, Roh fustigó las corruptelas del Gobierno de su tocayo y se opuso al proyecto de fusión de su partido con el PJD y una tercera fuerza hasta entonces opositora, el Nuevo Partido Democrático Republicano de Kim Jong Pil. La realización el 9 de febrero de 1990 de esta controvertida maniobra impulsada por Kim Young Sam, que supuso en la práctica la cooptación por los directos herederos de la dictadura de una parte sustancial de la oposición democrática, dando lugar al Partido Liberal Democrático (PLD), precipitó la defección de Roh y otros responsables del PDR, quienes pusieron en marcha el Partido Democrático (PD), con Lee Ki Taek de presidente.

Por este vericueto terminaron confluyendo los proyectos políticos de Roh y Kim Dae Jung: el 10 de septiembre de 1991 el PD y el Nuevo Partido Democrático (NPD, ex PPD) de Kim se fusionaron en una formación que mantuvo el nombre de Partido Democrático, sigla recurrente en el campo de la oposición surcoreana, enarbolada en primer lugar por la histórica fuerza política de Yun Po Sun y Chang Myon en los años cincuenta y sesenta (de la que, precisamente, emanó el primer NPD, a su vez la principal formación opositora al régimen de Park en los años sesenta y setenta). Kim se erigió en presidente del flamante PD y a Roh correspondió la función de portavoz ante los medios.

La suma al proyecto del PD, que empezó con grandes dificultades para consolidarse frente al poderoso PLD, acarreó a Roh varios fracasos en las urnas. En las legislativas del 24 de marzo de 1992 no pudo renovar su escaño por Pusán y en las municipales del 27 de junio de 1995 su apuesta por la alcaldía de la ciudad corrió la misma suerte, en una jornada en la que, paradójicamente, el PD barrió al PLD en la mayoría de los distritos metropolitanos de país, inclusive Seúl; precisamente, las de Pusán e Inchón fueron las únicas alcaldías importantes que conservaron los liberaldemócratas en el poder. No obstante estos reveses, Roh fue reforzando su posición interna en el partido, pasando de miembro de su Consejo Supremo en 1993 a vicepresidente en 1995. En el primero de los años citados, Roh estableció también el Centro de Investigación de Autonomías Locales.

El 5 de septiembre de 1995 Kim Dae Jung puso fin a más de dos años de voluntario apartamiento de la política nacional (a raíz de su tercera derrota presidencial en diciembre de 1992 había dimitido al frente del PD y abierto una etapa lectiva en universidades del extranjero) con la presentación de un nuevo partido, el Congreso Nacional para la Nueva Política (CNNP), que incorporaba una noción más nítidamente liberal en lo relativo a las propuestas económicas, aunque sin renunciar al progresismo de centroizquierda. La enésima empresa partidista de Kim no sedujo inmediatamente a Roh, que siguió activo en el PD y volvió a tropezar en su empeño en conseguir el escaño en la Asamblea Nacional, esta vez por un distrito de Seúl, en las elecciones del 10 de abril de 1996. Luego de este contratiempo, Roh aceptó la invitación de unírsele que le ofrecía Kim y en noviembre de 1997 fue elegido vicepresidente del CNNP.


2. Sucesor de Kim Dae Jung con un mensaje de diálogo, reforma y probidad

En las presidenciales de diciembre de 1997, el veterano Kim ganó finalmente la Presidencia de la República, frente al postulante del Partido de la Nueva Corea (PNC, nueva denominación del PLD), Lee Hoi Chang, y en febrero de 1998 sucedió en aquella a Kim Young Sam, produciéndose una histórica mudanza política en Corea del Sur. En julio de 1998 Roh regresó a la Asamblea Nacional gracias a una elección parcial en el distrito de Jongno, de Seúl, y en su nueva etapa de legislador adquirió más renombre como político conciliador y como autoridad arbitral en conflictos obreros, como los que afectaron a los grupos industriales Hyundai y Samsung.

Para las legislativas del 13 de abril de 2000, Roh insistió en presentarse en la complicada lista de Pusán, dejando una circunscripción, la de Seúl, que le ofrecía unas razonables perspectivas de reelección. El intento no prosperó y Roh vio arrebatado el escaño a manos de un contrincante del Gran Partido Nacional (GPN, ex PNC), que a la postre fue la lista más votada en el conjunto del país. Para entonces y desde el 20 de enero -los trasiegos de siglas partidistas son práctica habitual en Corea del Sur-, merced a su fusión con el pequeño Nuevo Partido Popular de Rhee In Je, el CNNP se llamaba otra vez Partido Democrático, si bien ésta era una traducción literal del coreano (Minju Dang), ya que la denominación habitual en inglés era la de Partido Democrático del Milenio (PDM).

Un poco como compensación por estos sinsabores electorales, el 7 de agosto de 2000 Kim nombró a su colaborador ministro de Asuntos Marítimos y Pesca, labor gubernamental que desempeñó hasta el 26 de marzo de 2001. En septiembre siguiente, en un momento personalmente muy complicado para Kim por el nuevo desfondamiento de la economía tras un par de años de rendimiento positivo, el estancamiento de la estrategia de acercamiento y reconciliación, la Sunshine Policy, con Corea del Norte (luego de la histórica cumbre de presidentes en Pyongyang a mediados de junio), el acoso parlamentario de la oposición que sumaba la mayoría parlamentaria y la sucesión de escándalos que afectaban a altos cargos del Ejecutivo, Roh lanzó su envite para suceder a su superior político en la Presidencia de la República en febrero de 2003.

Lejos de proyectarse como el delfín de Kim, Roh fue levantando una plataforma más personal que partidista, guardándose de verse salpicado por los contratiempos del mandatario saliente. En octubre de 2001 accedió al Consejo Supremo del partido y en noviembre fue designado para el importante puesto ejecutivo de asesor permanente. Esta última promoción interna de Roh coincidió con la dimisión de Kim como presidente de la formación, en un intento de apaciguar las críticas adversas. En la primavera de 2002, no obstante regresar las buenas noticias económicas, Kim fue blanco de una nueva y enérgica ola de reproches con motivo de las investigaciones que la justicia abrió contra sus tres hijos varones, dos de los cuales terminaron siendo arrestados por su presunta implicación en sendas tramas de sobornos y tráfico de influencias urdidas por hombres de negocios.

Pesando esta atmósfera, nada propicia para las posibilidades electorales del PDM, Roh concurrió victoriosamente en 2002 en las elecciones primarias del partido al recibir el 70% de los 70.000 votos efectuados en todo el país desde el 9 de marzo, de manera que el 27 de abril, en el último día de la consulta, la convención demócrata le proclamó en Seúl candidato presidencial. Nada más obtener la nominación, Roh dejó claro que no quería interferencias inoportunas y calificó de "lastre" para su aspiración los problemas familiares del presidente. Sin duda para no perjudicar a Roh, el 6 de mayo Kim se dio de baja en el partido que había fundado.

En su programa electoral, Roh definió una postura conciliatoria hacia Corea del Norte y de continuación de la Sunshine Policy, rebautizada como Política de Paz y Prosperidad, la cual, empero, no era totalmente del agrado de Estados Unidos, corresponsable de la seguridad de Corea del Sur desde el Armisticio de Panmunjom de 1953 mediante los 37.000 soldados estacionados en el país –cuya presencia Roh había rechazado en el pasado- y la cobertura de su paraguas nuclear. En efecto, la inclusión por la Administración republicana de George W. Bush de la anacrónica dictadura comunista de Kim Jong Il dentro de un "eje del mal" identificado en la escena internacional, en su caso por su aportación fundamental a la proliferación nuclear con el rostro más amenazador, suponía un drástico cambio de talante con respecto a la anterior Administración demócrata de Bill Clinton; ahora, Washington parecía dispuesto a apretarle las tuercas al veleidoso y arruinado régimen de Pyongyang, ofreciéndole como mucho negociaciones para arrancarle cesiones en materia armamentística sin nuevas contrapartidas en forma de ayudas económicas o de garantías de seguridad.

Al margen de este tema de candente actualidad y tan delicado para la seguridad nacional, Roh delineó unas propuestas económicas liberales con importantes matices sociales que incidían en la conclusión de las diversas reformas estructurales en curso, fundamentalmente la regulación y reducción de los conglomerados industriales, los chaebols, emporios corporativos tradicionales y dinamos de la consolidada práctica del soborno a cambio de favores, que el FMI señalaba como los principales obstáculos para el establecimiento en Corea del Sur de un modelo de mercado en régimen de libre competencia y no distorsionado por la colusión de intereses políticos y económicos privados. Roh quería acabar también con otra práctica arraigada en los chaebols que sobre el papel era ilegal: la transmisión de su propiedad corporativa de padres a hijos o a sobrinos, como si fueran un lote de herencia.

Por lo que respectaba al problema de las fuertes y frecuentes huelgas de obreros y funcionarios, causantes de graves pérdidas económicas, Roh dijo apostar por las fórmulas concertadas y negociadas para resolver estos conflictos derivados de la reconversión laboral, un enfoque de regusto socialdemócrata que durante la campaña contrastó con el liberalismo a ultranza expresado en este terreno por su adversario Lee Hoi Chang, partidario de flexibilizar a conciencia el mercado de trabajo y de prohibir los paros ilegales.

Erradicar la corrupción, reformar los sistemas fiscal y educativo, mejorar la seguridad social, corregir los desequilibrios regionales en el reparto de la renta nacional y convertir a Corea del Sur en un emporio logístico de los negocios del nordeste de Asia eran otros puntos importantes de la ambiciosa agenda del aspirante presidencial, que ganó ímpetu en las encuestas con su imagen de político honesto procedente de la clase trabajadora, sensible a las preocupaciones cotidianas del ciudadano de a pie, poco identificado con el regionalismo y sus servidumbres clientelistas, y ajeno al mundo de los negocios.

El 17 de septiembre de 2002 resurgió la esperanza de una vuelta al diálogo y la distensión intercoreanos con la reapertura -simbólica, eso sí-, de las comunicaciones terrestres, pero el 16 de octubre Pyongyang anunció, a guisa de revelación espectacular, que mantenía un programa nuclear secreto de carácter militar. Estados Unidos reaccionó ante lo que sin duda era una violación por los norcoreanos del llamado Acuerdo marco de Ginebra de octubre de 1994, amén de una insinuación de que habían logrado fabricar la bomba atómica, con la interrupción de los envíos de petróleo, medida que secundaron Japón y Corea del Sur en tanto que miembros de la Organización para el Desarrollo de la Energía en la península Coreana (KEDO), el consorcio internacional creado para cumplimentar los compromisos de 1994.

En aquella ocasión, Corea del Norte, -meses después de fallecer el padre de Kim Jong Il, Kim Il Sung-, había renunciado a sus vetustos reactores nucleares de gas-grafito, capaces de producir uranio enriquecido para usos militares, y aceptado someterse a los protocolos del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA); a cambio, obtuvo de Estados Unidos los compromisos de proveerle de dos plantas nucleares de agua ligera, más seguras y para usos estrictamente civiles, y de suministrarle 500.000 tn³ de petróleo bruto al año para subvenir las necesidades energéticas en el período transitorio, más ciertas garantías de no agresión y de normalización diplomática.

La campaña de las presidenciales discurrió, por tanto, con unas tensiones de fondo que no facilitaron la apuesta por la paz y la reunificación de las dos Coreas asumida por Roh con un guante de seda, y que en apariencia conferían, dadas las provocaciones chantajistas de Pyongyang, argumentos al hombre fuerte del GPN, Lee Hoi Chang, el ex primer ministro conservador que repetía envite presidencial con un mensaje de mano dura con los norcoreanos y que llegó al arranque de la campaña encabezando los sondeos de intención de voto.

Sin embargo, la extensión del sentimiento nacionalista y antiestadounidense entre la juventud y un importante sector de la opinión pública, que vieron al Gobierno de Bush como un obstáculo para la distensión y el reencuentro de los coreanos tras más de medio siglo de división y desasosegante guerra fría, terminó por beneficiar a Roh, el cual, empero, si bien advocaba unas relaciones más "equitativas" con la superpotencia norteamericana y un mayor sometimiento de su contingente militar a la jurisdicción surcoreana (la espoleta de las recientes y multitudinarias protestas antiestadounidenses había sido la absolución en septiembre por una tribunal militar de su país de dos soldados que mataron a dos chicas surcoreanas en un accidente de carretera) a la par que el diálogo con Corea del Norte, aseguraba no cuestionar la presencia de estas tropas foráneas, elemento clave para la seguridad de Corea del Sur.

Una semana antes de la cita con las urnas, el 12 de diciembre, el contencioso con Corea del Norte adquirió el inquietante cariz de una crisis nuclear en toda regla con el anuncio por Pyongyang de la inmediata reactivación del reactor de 5 megavatios, con capacidad para producir plutonio para usos bélicos, de la planta nuclear de Yongbyon, al norte de la capital, lo que constituía una flagrante violación de los acuerdos de 1994.

Así las cosas, el 19 de diciembre de 2002 Roh, votado muy preferentemente por las mujeres, los jóvenes y los asalariados con menos ingresos, se adjudicó la victoria con el 48,9% de los sufragios, seguido muy de cerca por Lee Hoi Chang, favorito de las clases medias y altas, con el 46,6% y, a mucha más distancia, por Kwon Young Gil, del Partido Democrático Laborista, con el 3,9%. La incertidumbre sobre el resultado fue total hasta el mismo cierre de las urnas, ya que en la víspera le retiró el respaldo a Roh el multimillonario líder de la Alianza Nacional 21 y muy popular presidente de la federación surcoreana de fútbol y accionista mayoritario de Hyundai, Chung Mong Joon, quien el 25 de noviembre había disputado en una primaria puntual con el dirigente político la definición del candidato unitario de los dos bloques; en aquella ocasión, Roh confirmó su postulación con el apoyo del 46,8% de los consultados en un sondeo público.

La prensa surcoreana ligó la espantada de Chung a unos confusos comentarios de Roh en el sentido de que si Estados Unidos y Corea del Norte entraban en guerra, el deber del Sur sería interponerse y mediar por la paz, si bien algunos comentaristas citaron como verdadera razón de la ruptura la negativa de Roh a garantizarle a Chung su apoyo para la liza presidencial de 2007. Abonando su fama de orador abrupto, tras conocer su victoria, Roh remachó su disposición a perseverar en la vía del diálogo para resolver los problemas en la península coreana y señaló que su Gobierno no iba a "doblegarse servilmente" ante lo que dijera la Administración Bush al respecto.

Por de pronto, el camino hasta la inauguración, en febrero de 2003, de su mandato quinquenal no renovable fue sobresaltado por los nuevos peldaños de la escalada nuclear del Norte: el 23 de diciembre los oficiales de Pyongyang retiraron los precintos de los sistemas de vigilancia y seguridad que la AIEA mantenía en la instalación de Yongbyon; tres días después, movilizaron en la planta un millar de tanques conteniendo 8.000 barras de combustible nuclear, suficiente para sintetizar 25 kilos de plutonio y municionar tres bombas atómicas; el 31 de diciembre fueron expulsados los últimos inspectores de la AIEA; y el 10 de enero, la agencia de noticias norcoreana anunció la retirada del país del TNP. Como represalia, los trabajos de la KEDO quedaron en suspenso.

Otro factor de perturbación fue la luz verde dada el 17 de diciembre por la Administración Bush al programa de Defensa Nacional Antimisiles (NMD), concebido para proteger el territorio continental de Estados Unidos de un hipotético ataque de misiles balísticos y que podría incorporar también una versión específica para la protección de los socios y aliados en la cuenca del Pacífico contra ataques de misiles de corto o medio alcance, la llamada Defensa de Teatro Antimisiles (TMD), aún en fase de investigación. Para Roh, siempre que no se desmarcase de la postura de neutralidad abrazada por su predecesor en el cargo, la TMD se avizoraba como un elemento de distorsión que entrañaba el dilema de escoger entre ponerse bajo el paraguas antimisiles, en tanto Corea del Norte siguiese tensando la cuerda y lanzando órdagos muy peligrosos, o rehusar tal cosa, en la creencia de que la TMD podría desencadenar una carrera de armamentos regional y, precisamente, avivar la paranoia militarista de los norcoreanos, con ruinosas consecuencias para una diplomacia que intentaba mantener a Pyongyang dentro de un régimen de no proliferación nuclear.


3. La azarosa búsqueda de la reconciliación con Corea del Norte

El disparo de prueba por los norcoreanos de un misil tierra-aire de corto alcance el mismo día de la asunción presidencial en Seúl, el 25 de febrero de 2003, recordó con crudeza que la Política de Paz y Prosperidad, llamada a ser virtualmente idéntica a la Sunshine Policy de Kim, aunque bienintencionada, tenía por delante una senda muy tortuosa, literalmente tachonada de minas, al tener que tratar con el régimen y el autócrata más imprevisibles y recalcitrantes del mundo. En su discurso inaugural en la Asamblea Nacional, Roh hizo profesión de fe en el entendimiento pacífico con el Norte y en un diálogo con el aislado país vecino basado en la "mutua confianza”. No mencionó el incidente del misil caído horas antes sobre el Mar de Japón, y tímidamente reconoció que "la sospecha de que Corea del Norte está desarrollando armas nucleares supone una grave amenaza para la paz en el mundo”.

El presidente depositó gran confianza en el nuevo formato diplomático multilateral conocido como las conversaciones sexpartitas de Beijing, en las que iban a discutir los problemas para la paz y la seguridad en la península altos representantes de los gobiernos de las dos Coreas, Estados Unidos, China, Rusia y Japón. La primera ronda de conversaciones, precedida en julio por una visita de Roh a su homólogo chino, Hu Jintao, y un comunicado conjunto Seúl-Pyongyang donde se expresaba la común voluntad de resolver las disputas mediante "un método apropiado de diálogo”, tuvo lugar del 27 al 29 de agosto y no arrojó ningún fruto. El gran obstáculo para la obtención de resultados era la enorme desconfianza mutua entre norcoreanos y estadounidenses. Los primeros, además, estaban sentados en la mesa hexagonal sólo bajo la presión de sus pacientes aliados chinos; la obsesión de Pyongyang siempre había sido la negociación exclusiva y directa con Washington, al que exigía el reconocimiento diplomático y garantías de no agresión para luego abordar el asunto del desarme propio

Las rondas segunda, en febrero de 2004, y tercera, en junio del mismo año, fueron igualmente estériles más allá de sendas declaraciones de actualización del compromiso de alcanzar acuerdos. En septiembre, fue el Gobierno del Sur, y no el del Norte, el que provocó la inquietud internacional al admitir que en la década de los ochenta, y de nuevo en fecha tan reciente como el año 2000, un grupo de científicos, supuestamente sin el conocimiento de las autoridades y prácticamente de manera "accidental”, había conducido unos experimentos secretos para enriquecer uranio y procesar plutonio. A pesar de negar que tales experimentos tuvieran finalidad militar y que existiera, ahora o antes, un programa de investigación violador de la Declaración Conjunta de 1992 sobre la desnuclearización de la península coreana, el Gobierno fue amonestado por la AIEA, que se declaró "muy preocupada” y anunció una investigación del "grave asunto”.

La sorprendente revelación se convirtió en un elemento de distorsión de las ya embrolladas reuniones a seis bandas. Pyongyang aprovechó la ocasión para condicionar su asistencia a la próxima ronda, prevista para este mismo mes, a la aclaración de los experimentos atómicos de Seúl y al cese por Washington de su "política hostil”. El 22 de septiembre, Roh, de visita en Moscú, quitó hierro al anuncio norcoreano, que ligó más que nada al compás de espera que abría la elección presidencial de noviembre en Estados Unidos. El 10 de febrero de 2005 Pyongyang tensó aún más situación informando que ya estaba en posesión de armas nucleares, anunciando su retirada de las conversaciones sexpartitas y demandando negociaciones bilaterales a Estados Unidos.

Roh reclamó cortésmente a Hu Jintao un papel más activo de su país en las conversaciones de las que era anfitrión en un nuevo encuentro de los dos el 8 de mayo de 2005 en Moscú, donde coincidieron con motivo de los actos conmemorativos del 60º aniversario de la rendición de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Las esperanzas del Sur de que el Norte levantara su boicot a las conversaciones sexpartitas cobraron fuerza en junio siguiente al reanudarse, tras diez meses de interrupción, el diálogo bilateral interministerial.

El 23 de junio las partes acordaron en Seúl aplicar "medidas prácticas y sustanciales” para solucionar el persistente problema nuclear "de manera pacífica y a través del diálogo”. En la declaración conjunta se apostaba también por rebajar la tensión e impulsar proyectos que facilitaran la reconciliación. Sobre el papel, Roh había conseguido el acercamiento bilateral más importante desde la cumbre presidencial de 2000, que él esperaba repetir. Perseverante en su posibilismo, el mandatario urgió al Norte a regresar a la mesa de Beijing, recordándole que la mayor amenaza para la paz en la península era su ambición nuclear, pero aceptando al mismo tiempo su demanda de garantías de seguridad.

La cuarta ronda de Beijing, en el verano de 2005, se programó en dos fases. La primera, del 26 de julio al 7 de agosto, concluyó sin avances. Pero la segunda, del 13 al 19 de septiembre, alumbró una Declaración Conjunta por la que Corea del Norte aceptaba desmantelar su capacidad nuclear en el marco del TNP a cambio de un compromiso estadounidense de no agresión y de abordar el reconocimiento diplomático, y del suministro por Corea del Sur de dos millones de kilovatios de energía. La alegría en Seúl duró menos de 24 horas: el 20 de septiembre, Pyongyang, en otra de sus típicas contramarchas erráticas, matizaba su compromiso de la víspera al condicionar su desnuclearización a la entrega por Estados Unidos de un reactor de agua ligera de uso civil, para generar electricidad.

El 17 de noviembre de 2005, días después de fracasar la primera fase de la quinta ronda de las conversaciones de Beijing en el intento de desatascar el punto muerto, y en la víspera del arranque en Pusán de la XIII Cumbre de la Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC), Roh y Bush escenificaron en la ciudad de Gyeongju una unidad de criterio para afrontar el permanente desafío de Kim Jong Il: la adquisición por Corea del Norte de un arsenal nuclear "no sería tolerada”, el desmantelamiento de su programa nuclear debía realizarse de forma "rápida y verificable”, y el estado de guerra técnico vigente en la península desde el Armisticio de 1953 debía zanjarse con un tratado de paz definitivo cuyas negociaciones no podrían mezclarse con las de la mesa sexpartita.

Lo que el comunicado conjunto omitía era que, aunque el diagnóstico y los objetivos eran los mismos, los presidentes seguían discrepando sobre los pasos a seguir en caso de cerrarse en banda Pyongyang y fallar la diplomacia: Roh se oponía, por principio, a una acción militar y tampoco era partidario de llevar la disputa al Consejo de Seguridad de la ONU con el objeto de imponer sanciones internacionales; Bush, en cambio no descartaba ninguna opción.

La Política de Paz y Prosperidad de Roh fue arrimada al abismo en el segundo semestre de 2006, cuando Corea del Norte, primero, el 5 de julio, probó por primera vez el misil de largo alcance Taepodong-2 y lanzó varios misiles más de alcance más corto sobre el Mar de Japón, y luego, el 9 de octubre, anunció la realización de su primera detonación subterránea de una bomba atómica, test que fue verificado por Estados Unidos. Este segundo y dramático desafío, por cuanto oficializaba la condición de potencia nuclear de Corea del Norte y alteraba el statu quo introduciendo un elemento de terror en las relaciones intercoreanas, y que coincidió con la elección del ministro de Exteriores del Sur, Ban Ki Moon, para ocupar la Secretaría General de la ONU, pilló a Roh atendiendo la visita del primer ministro japonés, Shinzo Abe, centrada en la superación del grave desencuentro que entre los dos países habían causado las polémicas visitas del predecesor de Abe, Junichiro Koizumi, al Santuario de Yasukuni, consideradas aquí un símbolo del pasado imperialista y agresor de Japón.

Visiblemente consternado, el presidente surcoreano condenó sin paliativos "el juego peligroso” del Norte, que entrañaba una "grave amenaza” para la paz regional y que obligaba al Gobierno del Sur a "replantear” su política vecinal. La crisis no podía ser resuelta sólo con el diálogo, indicó Roh, siendo necesario aplicar "medidas apropiadas” en alianza con Estados Unidos. Una referencia a acciones punitivas que el 14 de octubre el Consejo de Seguridad de la ONU hizo suyas con la imposición a Pyongyang de un embargo armamentístico, otro de productos de lujo y la congelación de sus activos financieros en el exterior. Seúl, además, anunció un plan de emergencia para afrontar el posible impacto negativo del test atómico en la economía surcoreana.

Paradójicamente, el clímax de miedo y furia que la prueba nuclear de octubre de 2006 había generado en la región puso el prólogo al enésimo viraje de Pyongyang hacia posiciones dialogantes, lo que a la postre se tradujo en una insospechada alforja de resultados para la política intercoreana de Roh, hasta entonces avara en gratificaciones. Las conversaciones sexpartitas se reanudaron en diciembre y el 13 de febrero de 2007, al cabo de la tercera fase de la quinta ronda, Corea del Norte regresó a la aceptación de la clausura de su programa y sus instalaciones nucleares a cambio de ayuda energética y alimentaria, y de la normalización de las relaciones con Japón y Estados Unidos, que por su parte accedió a levantar las sanciones financieras, a enviar petróleo y a retirar al país asiático de la lista del "eje del mal”. La posibilidad de una cumbre con Kim Jong Il, condicionada por Roh a la consecución de logros en la mesa de Beijing, adquirió mayores visos.

Los meses siguientes fueron ricos en buenas noticias, que reportaron popularidad al presidente surcoreano. En mayo, dos trenes, cruzándose en ambas direcciones a través de la Zona Desmilitarizada y la Línea de Demarcación Militar en la frontera con 150 pasajeros a bordo, unieron por ferrocarril los dos países por primera vez desde el final de la guerra que les enfrentó hace más de medio siglo. En julio, Pyongyang anunció el cese de las actividades en el reactor de Yongbyon y la AIEA confirmó esta parada. Y a últimos de septiembre, en la segunda fase de la sexta ronda de las conversaciones sexpartitas, los norcoreanos adoptaron los compromisos de entregar una declaración detallada de sus actividades nucleares y de desmantelar las instalaciones de Yongbyon antes del 31 de diciembre.

Este último movimiento sirvió de inmejorable antesala para el viaje de Roh al país comunista, planificado al detalle y acordado por huéspedes y anfitriones desde hacía semanas, si no meses. De hecho, el acuerdo fue mantenido en secreto por unos días y anunciando por el Gobierno chino el 2 de octubre, haciéndolo coincidir con el arranque de la magna cumbre intercoreana.

El 2 de octubre de 2007 Roh y su esposa, Kwon Yang Sook, cruzaron a pie la Línea de Demarcación cerca de Panmunjom y luego continuaron por carretera, montados en un vehículo del Gobierno norcoreano, hasta Pyongyang, donde encontraron el recibimiento masivo y multicolor de la población, movilizada con órdenes y consignas por el régimen, y la salutación de bienvenida de Kim Jong Il, quien, en notable contraste con su talante para con Kim Dae Jung siete años atrás, cuando se deshizo en sonrisas, lució un semblante hierático y exudó frialdad. La cumbre Kim-Roh propiamente dicha se desarrolló en dos jornadas, el 3 y el 4 de octubre, y produjo una declaración firmada por la que las partes, tomando como base la declaración de junio de 2000, se comprometían a buscar un tratado de paz definitivo, a reducir la tensión militar, a desarrollar las comunicaciones transfronterizas por tierra, mar y aire, y, en suma, a avanzar por el camino de la reconciliación y la reunificación.

El 4 de octubre los presidentes se estrecharon la mano y brindaron con champán por los acuerdos alcanzados, con un Kim algo más animado, quizá gracias a los regalos de su huésped, quien, sabedor de su gran afición al cine, le había obsequiado entre otros presentes con un paquete de películas en formato DVD con los capítulos de la exitosa teleserie surcoreana Dae Jang Geum y otras protagonizadas por la actriz norteamericana Liz Taylor –de la que el Querido Líder era fan declarado-, un material, por cierto, estrictamente prohibido en Corea del Norte. A cambio, Roh se trajo a casa cuatro toneladas de songi, un exquisito y carísimo hongo del género tricholoma, muy apreciado por los gastrónomos coreanos.

A mediados de noviembre, el renacido espíritu de diálogo y colaboración entre las dos Coreas se mantuvo vivo con las conversaciones en Seúl, primeras desde 1992, de los respectivos primeros ministros, Han Duck Soo por el Sur y Kim Yong Il por el Norte. Para entonces, la Administración de Roh estaba pendiente sobre todo de las elecciones presidenciales de diciembre, a las que aquel no se presentaba por que la Constitución se lo impedía y que, al cabo de un quinquenio cuajado de traspiés, no pintaban nada bien para el oficialismo. Antes de terminar noviembre, Pyongyang presentó un informe sobre el inventario de sus capacidades, materiales y dispositivos nucleares, dio por cumplida su parte del trato y se puso a reclamar los suministros prometidos por Estados Unidos. Toda vez que halló parcial e incompleta la lista, Washington dejó las ayudas en suspenso. La desnuclearización de Corea del Norte volvió a la incertidumbre, pero los nuevos episodios de esta interminable saga Roh ya no iba a conocerlos desde la Presidencia.


4. Una presidencia accidentada: pasos en falso y destitución temporal

Roh llegó a la Presidencia de la República de Corea resaltado su perfil de hombre hecho a sí mismo, sin grandes estudios, sin fortuna familiar o empresarial, dedicado a la causa democrática y con mínima experiencia en la gestión de la cosa pública, déficit que transformó en virtud, ya que de esta manera no vendría contaminado por lealtades endogámicas y, al contrario, lo haría portando ideas frescas y mirando por el provecho del conjunto de la ciudadanía. Los observadores destacaron además que su elección supuso el ascenso al poder de una nueva generación de políticos coreanos, nacidos en los años cincuenta y sesenta, muchos de ellos fogueados en las protestas estudiantiles contra la dictadura y desvinculados del contexto político y económico de la guerra y la posguerra, lo que les convertía en más nacionalistas en relación con Estados Unidos y Japón, así como más conciliadores de cara a Corea del Norte. Los primeros momentos de la presidencia de Roh estuvieron rodeados de optimismo y grandes expectativas.

Sin embargo, el mandatario no tardó en concitar, por acciones u omisiones, un vendaval de de acusaciones de incompetencia, improvisación, flojera y mendacidad. La tercera imputación fue hecha por la misma base electoral del oficialismo, en una especie de presión desde la izquierda popular, en referencia a la falta de reflejos de Roh para defenderse de la oposición agresiva practicada por el GPN, que ostentaba la mayoría en la Asamblea y era el principal voceador de la cuarta imputación. Los sindicatos iniciaron una campaña de huelgas laborales y los principales periódicos la emprendieron con la manera de gobernar de Roh, quien respondió con demandas por libelo.

A finales de septiembre de 2003 el campo presidencial reorganizó sus fuerzas lanzando una nueva formación centrista y liberal, el Nuevo Partido para los Ciudadanos Participativos, que al cabo de un mes adoptó el nombre definitivo de Nuestro Partido Abierto (Yeollin Uri Dang). El Uri reclutó a la mitad de la bancada de diputados del PDM y a un puñado de legisladores del GPN, y tuvo a Im Chae Jung como primer presidente. El propósito de Roh, que anunció su intención de mover su militancia del PDM al Uri, era dotarse de una fuerza política más compacta y leal a sus políticas reformistas domésticas y en los tratos con Corea del Norte. El objetivo más urgente era ganar las legislativas del año siguiente y obtener una mayoría parlamentaria para el oficialismo. Por de pronto, lo que quedó del PDM tras las defecciones en masa comunicó su paso a la oposición.

Semanas después, en octubre, agobiado por unas tempranas intervenciones judiciales que investigaban la denuncia de que un estrecho colaborador suyo había recibido una fuerte suma de dinero del SK Group –uno de los principales chaebols del país- tras las elecciones de diciembre, por las sospechas de corrupción que recaían en otros miembros de su equipo, por el ofrecimiento –rechazado- de dimisión hecho por el primer ministro, Goh Kun, y el resto del Gabinete, y por los intentos del GPN de socavar su acción de gobierno –moción de censura contra el ministro del Interior-, Roh sorprendió a propios y extraños al proponer someterse a un plebiscito nacional de confianza en su ejercicio, a celebrar en diciembre: si lo perdía, dimitiría y favorecería la convocatoria de elecciones presidenciales anticipadas para abril de 2004, coincidiendo con las legislativas. "Creo que no puedo dirigir los asuntos del Estado en estas circunstancias”, explicó el presidente para justificar una maniobra que valdría la pena "si sirve como una oportunidad para cambiar nuestra forma de hacer política, incluso si ello significa que no soy capaz de completar mi mandato”.

La estupefacción fue mayor al reconocer el propio Roh que su propuesta, poco más o menos, de declarar fallida y caducada su presidencia con menos de un año de vida, de llevarse a la práctica, crearía en el plazo inmediato más problemas de los que pretendía arreglar: "Hasta que me someta al referéndum, espero inseguridad para la gente y caos en los asuntos del Estado. Pero soportaremos ese dolor”, indicó. Confrontado con un unánime sentimiento de rechazo a la idea, Roh no volvió a hablar de someterse a la confianza popular, pero a este paso en falso le siguieron, sin solución de continuidad, un buen número de resbalones.

A finales de noviembre, ante el comienzo de los arrestos en su anillo de asistentes y la profundización del rastreo judicial de los presuntos casos de aceptación de sobornos y donaciones ilegales para la campaña electoral del PDM en 2002, Roh, ejerciendo su derecho constitucional, salió a vetar una ley aprobada por la Asamblea para constituir un panel independiente de investigación de las alegaciones de corrupción, alegando que una investigación especial era innecesaria porque los fiscales del Estado ya estaban encargándose del caso. A principios de diciembre, los tres partidos de la oposición volvieron a unir sus fuerzas para superar los dos tercios de mayoría que la Constitución exigía para superar un veto presidencial. Era la primera vez en medio siglo que el Legislativo imponía su voluntad al Ejecutivo con este procedimiento.

Paralelamente a estas polémicas, Roh, cuyo Gobierno había apoyado expresamente la invasión del mes de marzo para derrocar al régimen de Bagdad, entró en un regateo con Estados Unidos por el envío de tropas con capacidad de combate a la ocupación de Irak, solicitado por la Casa Blanca, que el mandatario intentó vincular a la flexibilización de la postura de la superpotencia americana con respecto a Corea del Norte. La cuestión fue discutida por Roh con Bush en Bangkok el 20 de octubre, en el marco de la IX Cumbre de la APEC, y en noviembre siguiente el Gobierno anunció su disposición a despachar 3.000 soldados en misión de "paz y reconstrucción”, concretamente a la región norteña del Kurdistán, que se sumarían a los más de 600 médicos e ingenieros presentes en el país árabe desde el mes de abril y que iban a hacer del surcoreano el tercer contingente en número de tropas tras los de Estados Unidos y el Reino Unido .

Con la oposición de una parte considerable de la opinión pública, la Asamblea aprobó este voluminoso despliegue adicional de tropas el 13 de febrero de 2004, pero el secuestro y asesinato por decapitación del ciudadano surcoreano Kim Sun Il en junio, seguido de las amenazas directas contra Corea del Sur y su personal en Irak lanzadas por insurgentes integristas en la órbita de Al Qaeda retrasaron el operativo de Seúl, cuyos primeros soldados no llegaron hasta septiembre. La peligrosa misión en Irak, definitivamente mal asimilada por la ciudadanía surcoreana y que dio lugar a furiosas manifestaciones de protesta, fue otro de los frentes de desgaste para Roh, que desde diciembre de 2005 dispuso la paulatina retirada del contingente, el cual, sin embargo, no fue enteramente repatriado antes de terminar el quinquenio presidencial.

Las elecciones legislativas del 15 de abril de 2004 eran aguardadas con impaciencia con Roh, quien confiaba en poder zafarse del acoso de la oposición derechista como resultado de las mismas. Las encuestas eran favorables al Uri, su reciente creación partidista. Sin embargo, antes, el GPN y sus aliados, en un movimiento rápido y contundente, consiguieron noquear al mandatario.

La caída de Roh empezó a fraguarse el 4 de marzo, cuando la Comisión Nacional Electoral dictaminó que el presidente había violado la normativa electoral, que exigía al jefe del Estado una escrupulosa neutralidad política en estos casos (más cuando ahora mismo, Roh, técnicamente, no era miembro de ningún partido por el momento), al haber realizado unos comentarios "ampliamente favorables” a las aspiraciones de los candidatos del Uri en los próximos comicios. Al punto, el GPN y el PDM exigieron a Roh que se disculpara, so pena de arrostrar un proceso de juicio y destitución en la Asamblea. Amparándose en el criterio de de la Comisión, que había dejado claro que su pronunciamiento era una amonestación de la que no podían derivarse consecuencias penales, Roh rehusó pedir perdón.

El 8 de marzo el GPN y el PDM, que juntos sumaban 208 diputados, iniciaron el procedimiento de impeachment contra Roh por infracción de la ley electoral y por incompetencia en la gestión de la cosa pública. El boicot físico, con una sentada en el hemiciclo, practicado por los 47 diputados del Uri no consiguió impedir la votación, que tuvo lugar el 12 de marzo con el resultado cantado: Roh fue separado de sus funciones con 193 votos a favor, dos votos en contra y la ausencia del pleno de la bancada del Uri. El primer ministro, Goh Kun, asumió la jefatura del Estado en funciones. El apartamiento de Roh del cargo era, sin embargo, provisional, ya que el Tribunal Constitucional debía pronunciarse sobre su validez, para lo que contaba con un plazo de 180 días; sí el veredicto del Constitucional ratificaba la votación de la Asamblea, Roh quedaría definitiva e irrevocablemente destituido; si la invalidaba, el presidente regresaría al puesto automáticamente. Tras conocer el triunfo de la moción en su contra, Roh presentó sus disculpas a los ciudadanos por la situación creada y por el deterioro de la imagen que el país estaba dando al exterior, y expresó su confianza en la decisión favorable del Tribunal Constitucional.

Las tensiones y los tumultos vividos en la Asamblea se trasladaron a la calle, donde decenas de miles de partidarios de Roh bramaron contra lo que les parecía una especie de golpe institucional y una burla a la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Pero el panorama no era del todo aciago para Roh, ya que el grueso de la opinión pública, aunque crítica con su labor hasta entonces, no encontraba justificación para su destitución parlamentaria.

Es más, los acontecimientos empezaron a aparejarse de manera favorable al presidente suspendido. Las elecciones del 15 de abril fueron una rotunda expresión de adhesión popular al ganar el Uri 152 de los 299 escaños en juego y retroceder el GPN a los 121 diputados (el PDM recibió un fortísimo castigo y vio comprometido su futuro al no retener más que nueve escaños). Roh completó su victoria el 14 de mayo con el veredicto del Tribunal Constitucional declarando nula, por infundada, su destitución por la Asamblea. Una vez reinstalado en la Presidencia, Roh emitió a la nación un discurso contrito y conciliador en el que pidió "profundas disculpas” por todo el trastorno político e institucional causado en los últimos dos meses, del que era "moralmente responsable”, y ofreció la rama de olivo a la oposición, a la que prometió escuchar y capacidad de compromiso. El GPN reaccionó a la oferta presidencial con positiva cautela. El 24 de mayo Goh Kun presentó la dimisión y el 8 de junio Roh nombró nuevo primer ministro a Lee Hai Chan, miembro del Uri, quien fue investido por la Asamblea el 29 de junio.

Tras este doble espaldarazo, popular y judicial, en la primavera de 2004, Roh se concentró en sacar adelante sus planes de reforma estructural de los chaebols y de indagación de las corruptelas e irregularidades cometidas por altos funcionarios vinculados a anteriores administraciones, tarea harto complicada desde el momento en que su propio entorno estaba en el punto mira de la justicia por los fuertes indicios de financiación ilegal de la campañas políticas y de tráficos de influencia con sobornos de por medio. En noviembre, el Gobierno estableció una agencia estatal dedicada exclusivamente a investigar las conductas deshonestas de los oficiales públicos.

Antes, el primero de julio, entró en vigor la nueva semana laboral de 40 horas, convirtiendo al sábado en el segundo día festivo de la semana, para todas las empresas, públicas o privadas, con más de 1.000 trabajadores; se trataba de una conquista social largamente demandada por los sindicatos. El 9 de marzo de 2005 la voluntad de diálogo nacional de Roh fue ejemplificada con la firma por una cuarentena de altos representantes de los sectores público, político, empresarial privado y civil del llamado Pacto Coreano contra la Corrupción y por la Transparencia. Con el presidente unido a la ceremonia en calidad de observador, el documento fue firmado entre otros por el primer ministro Lee Hai Chan, el presidente de la Asamblea Nacional, Kim Won Ki, el presidente del Uri, Lim Chae Jung, la presidenta del GPN (e hija del difunto presidente Park), Park Geun Hye, el alcalde de Seúl, Lee Myung Bak, y los presidentes de las compañías Samsung, Hyundai, LG y SK.

Con todo, los problemas y los reveses no dejaron de perseguir a Roh. En junio de 2004 el presidente, para simbolizar el cambio de época que venía pregonando desde su manifiesto electoral de 2002, anunció su intención de deslocalizar la capital política y administrativa del país, trasladándola de Seúl a una ciudad de las regiones central o meridional aún por determinar, proponiendo como candidatas Jincheon, Cheonan, Kongju y Nonsan. Una vez escogida la ubicación, las labores de construcción podrían comenzar en 2007 y las de mudanza en 2012, y concluir ambas hacia 2030. El Gobierno calculaba que el traslado de la capital afectaría a medio millón de personas, para las que habría que levantar edificios de trabajo, viviendas, comercios y servicios, y que su coste ascendería a 45 billones de wones, es decir, unos 39.000 millones de dólares, si bien la oposición aseguró que la cantidad final bien podría duplicar esa cifra.

Las razonadas explicaciones de Roh, sobre la necesidad de equilibrar el reparto regional, de desconcentrar y descongestionar Seúl y el Área Capitalina, ya que su densidad demográfica y su riqueza económica habían "alcanzado el límite” y constituían "una rémora para el desarrollo nacional”, e incluso de alejar al Gobierno y el Parlamento de una invasión desde la cercana frontera con Corea del Norte, no fueron aceptadas por la opinión pública; el plan, de hecho, provocó una indignación general cuyo epicentro fue, con lógica, Seúl, cuyo alcalde, Lee, era del GPN. Las críticas fueron también demoledoras al coste exorbitante del faraónico proyecto, que no compensaría los teóricos beneficios de la creación de un país menos macrocefálico, y que el país, pasados ya los años del boom económico –aunque el PIB surcoreano siguió registrando un crecimiento respetable a lo largo del quinquenio, con tasas anuales de entre el 4% y el 5%-, difícilmente podría asumir.

El 11 de agosto el Gobierno anunció que Kongju, 120 km al sur de Seúl, era su elección para acoger la nueva sede de los poderes del Estado. Sin embargo, el 21 octubre del mismo año el Tribunal Constitucional dejó el plan en el vado con una sentencia que declaraba anticonstitucional la ley ad hoc aprobada por la Asamblea y que obligaba al Gobierno a convocar un referéndum sobre la cuestión si quería seguir adelante con su proyecto.

Lo que le quedaba de presidencia a Roh, que todavía era el grueso del mandato, fue pródigo en ingratitudes. En marzo de 2005 el viceprimer ministro y ministro de Finanzas, Lee Hun Jai, hubo de renunciar tras verse implicado en un escándalo de corrupción. La exigua mayoría del Uri en la Asamblea se evaporó al ritmo de una serie de derrotas en elecciones parciales y tras la condena de dos de su diputados por fraude electoral, lo que dañó seriamente la iniciativa legislativa del Gobierno y desató en la formación oficialista, de la que Roh era ya miembro aunque no el presidente, dimisiones en cascada. Para zafarse de su renacida minoría parlamentaria, el presidente propuso formar una "gran coalición” al GPN. La formación conservadora se apresuró a rechazar la oferta y sus propios votantes volvieron a mirar a Roh con incredulidad e incomprensión.

En noviembre de 2005, la decisión de la Asamblea de ratificar el plan del Gobierno de liberalizar el mercado doméstico del arroz, levantando gradualmente barreras a las importaciones de acuerdo con los compromisos asumidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), provocó la furia de los cultivadores de este importantísimo producto agrícola, que emprendieron una campaña de movilizaciones, llegando al extremo algunos campesinos de suicidarse como expresión de protesta. La ira del agro surcoreano se exacerbó en febrero de 2006 con el anuncio del inicio de negociaciones para la adopción de un Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos, las cuales quedaron concluidas en abril del año siguiente.

El 14 de marzo de 2006 el primer ministro Lee Hai Chan, acusado de jugar frívolamente al golf mientras el Ejecutivo hacía frente a una huelga nacional de ferroviarios, dimitió. Su sustituta, Han Myung Sook, primera jefa de Gobierno titular en la historia del país y diputada del Uri, duró en el puesto hasta marzo de 2007; le tomó el relevo Han Duck Soo, anterior ministro de Finanzas y primer ministro en funciones entre ella y Lee.

A principios de febrero de 2007 el Uri, hundido en las encuestas, entró en descomposición al declararse en rebeldía 23 de los 133 diputados que entonces conservaba. Estos escindidos pronto arrastraron tras de sí al grueso del grupo parlamentario del Uri y el 5 de agosto se unieron a otros disidentes del GPN para formar el Nuevo Partido Unido Democrático (NPUD), que a su vez, trece días después, absorbió los restos del Uri. Culminando la alambicada peripecia de la tradición partidista de Roh y Kim Dae Jung con un desenlace reintegrador, el NPUD iba a fusionarse con el PDM, ahora llamado Partido Democrático, el 17 de febrero de 2008, en vísperas del cambio de Administración, naciendo como resultado el Partido Unido Democrático (PUD).

El jefe del Estado asistió a este baile de siglas desde la barrera, con su influencia política muy menguada. No quiso afiliarse a los sucesores del Uri y no tuvo nada que decir en el proceso de primarias del NPUD, que en octubre proclamó candidato presidencial a Chung Dong Young, hasta hacía poco un estrecho colaborador suyo, como ex ministro de Unificación y ex presidente del Uri.


5. Investigación por presunta corrupción y suicidio

En la recta final de su mandato, Roh se aferró a su cumbre con Kim Jong Il y a las grandes expectativas levantadas por la declaración de Pyongyang. Varios proyectos estrella de su manifiesto electoral de 2002 estaban a medio hacer y otros se habían quedado en el tintero. Los comentaristas independientes pintaron un balance más bien pobre de estos cinco años, que habían quedado indeleblemente afectados por las salidas inconsistentes de un presidente al que la mayoría, sin embargo, reconocía buenas intenciones, una sincera vocación pacifista y ganas de cambiar una serie de esquemas y situaciones obsoletos. Pero la turbamulta política y las batallas institucionales habían dañado la imagen internacional de Corea del Sur como país atractivo para las inversiones.

En las elecciones del 19 de diciembre de 2007 el candidato del GPN, Lee Myung Bak, seductor con su promesa de conducir al país a un gran salto económico, tecnológico y de infraestructuras que repartiría riqueza y empleo a espuertas, y partidario también de avanzar en la reconciliación con Corea del Norte pero sin actitudes de apaciguamiento, arrolló a Chung Dong Young. En consecuencia, el 25 de febrero de 2008 Roh entregó la Presidencia a un representante del partido conservador al que Kim Dae Jung había desalojado del poder una década atrás.

Tras abandonar la Casa Azul de Seúl, Roh se retiró con su esposa a su nueva villa campestre en Bongha, la aldea de poco más de cien habitantes, cerca de Gimhae, donde había transcurrido su infancia, en lugar de entrar a vivir en un inmueble oficial en la capital provisto de guardias de seguridad, como habían hecho sus predecesores en el cargo. Claro que la casa de campo de Roh, con sus más de 2.000 metros cuadrados y mucho terreno circundante, era con mucho más grande que las viviendas urbanas de los otros ex presidentes. Además, Bongha, a raíz de contar con tan ilustre vecino, se convirtió en una atracción turística y en destino de peregrinación de simpatizantes políticos. De hecho, se divulgaron planes para convertir el lugar en algo parecido a un centro de ecoturismo.

Roh tenía 61 años y en apariencia decía adiós a la política, que pensaba sustituir por el desarrollo de la "agricultura verde”, aunque en Bongha se hizo acompañar por un puñado de colaboradores íntimos y secretarios. Sin embargo, el capítulo de su vida que recién acababa de terminar llamó a su puerta con bastante prontitud y con noticias desagradables. En octubre de 2008 el GPN en el poder aseguró que de la Casa Azul habían desaparecido 238 discos informáticos y todos los registros digitalizados del quinquenio presidencial de Roh, nada menos que 72 terabytes de información. Las sustracciones se habían hecho en vísperas del cambio de Administración y en julio del año en curso Roh había devuelto a los Archivos Nacionales la cuarta parte de todo este material; del resto, seguía sin tenerse noticia.

En noviembre de 2008, la honorabilidad de Roh, que se ufanaba de haberse marchado de la Presidencia con las manos completamente limpias, empezó a ser puesta seriamente en entredicho con el inicio por la Oficina Suprema de Fiscales Públicos de unas investigaciones por presunta corrupción contra personas de su entorno más cercano. En diciembre, su hermano mayor, Roh Gun Pyeong, que en 2004 ya había sido juzgado y condenado a una pena suspendida de un año de prisión por haberse dejado sobornar por Nam Sang Kook, presidente de una de las corporaciones de Daewo –quien luego se suicidó tirándose desde un puente-, a cambio de la conservación de su puesto ejecutivo, fue arrestado bajo la acusación de haberse embolsado la imponente cantidad de 3.000 millones de wones en la operación de compra en 2006 de la corredora de valores Sejong Securities por la Federación Nacional de Cooperativas Agrícolas, un ente del Estado.

El mayor de los Roh admitió su responsabilidad en "parte” de los cargos por soborno, en lo que parecía tratarse de un claro caso de tráfico de influencias, pero se cuidó de involucrar al ex presidente. La prensa surcoreana reclamó explicaciones al menor de los hermanos y los medios conservadores tacharon a Roh directamente de hipócrita. Antes de terminar el año, la familia de Nam Sang Kook anunció una demanda criminal contra el ex presidente porque estaba convencida de que unos comentarios suyos por la televisión, cuando el primer escándalo protagonizado por su hermano, habían inducido al empresario a quitarse la vida en 2004.

El 7 de abril de 2009, mientras su hermano permanecía en prisión a la espera de juicio, Roh recibió un nuevo y demoledor golpe con el arresto de Jung Sang Moon, su secretario en la Casa Azul, como sospechoso de recibir en metálico un millón de dólares y 300 millones de wones del empresario Park Yeon Cha, presidente de la compañía textil Taekwang Industry, quien se encontraba detenido precisamente por realizar sobornos y evadir impuestos, y que había sido también el socio de Roh Gun Pyeong en la venta de Sejong Securities en 2006. Ese mismo día, horas después, Roh se valió de su página de Internet para emitir una compungida declaración en la que pedía excusas por las acusaciones de corrupción que recaían en sus allegados e, inesperadamente, admitía que Park, a través de Jung, había facilitado dinero a su misma esposa, Kwon Yang Sook, y a otros miembros de su familia. Las presentes circunstancias eran, lo reconocía, "motivo de preocupación para la gente”. "Estoy profundamente avergonzado y pido perdón desde el fondo de mi corazón”, rezaba el mensaje electrónico.

La desolación de Roh parecía genuina, pero al sincerarse con la intención de exonerar a su antiguo ayudante (Jung, en efecto, vio levantado el arresto), lo que hacía era incriminar a su propia familia. A la luz de los nuevos datos, Kwon fue llamada a comparecer por los fiscales para ser interrogada y el 11 de abril la ex primera dama reconoció en declaración secreta que en junio de 2007 había percibido de Park un millón de dólares con la intermediación del asistente de su esposo. El dinero lo había empleado en pagar unas deudas, pero no quedó claro de si se trató de un préstamo o de otra cosa. El hijo del matrimonio, Roh Gun Ho, fue asimismo interrogado para responder de la alegación de que había sido el destinatario final de otros cinco millones de dólares transferidos desde la inagotable faltriquera de Park al marido de una prima carnal, sobrina de su padre. Roh defendió la inocencia de su hijo y, en lo que pareció ser otro cambio de ánimo en su carácter ciclotímico, adoptó un tono de desafío: si no había más remedio, estaba listo para librar una batalla en los tribunales, ya que él no había ingresado ningún dinero ilícito.

El 22 de abril Jung fue detenido de nuevo, esta vez por el presunto desvío de 1.250 millones de wones del fondo reservado para gastos presidenciales. Ese mismo día, Roh colgó otro mensaje autorreprobatorio en su página web. Anunciaba el cierre de la misma, y, con tono agónico, añadía: "He perdido mi causa moral con los hechos que he admitido hasta ahora. Sólo me queda seguir el procedimiento legal (…) Lo que tengo que hacer es postrarme ante la nación y pedir perdón. Desde ahora, el nombre de Roh ya no puede ser símbolo de los valores que perseguís. He perdido el derecho a hablar de democracia, progreso y justicia. Deberíais abandonarme”.

El cerco judicial se le estrechaba a Roh a toda velocidad. Finalmente, le llegó la citación de interrogatorio de los fiscales, que tenían entre manos fuertes indicios de que el entonces presidente había aceptado del empresario Park sobornos por valor de seis millones de dólares, los dineros supuestamente dados a la esposa y el hijo pero en realidad destinados a él, con la intermediación de Jung. La comparecencia tuvo lugar el 30 de abril y se prolongó durante más de diez horas. Un día fatídico para el ex mandatario, que vio además cómo su trayecto hasta Seúl y su llegada a la sede de la Oficina Suprema de Fiscales Públicos se convertía en un turbulento espectáculo mediático, con furgonetas y helicópteros de la prensa acosándole, y cientos de partidarios y detractores –algunos de los cuales arrojaron huevos y zapatos al autobús que le trasladaba- vociferando sus consignas antagónicas e insultándose mutuamente. Aunque ante los fiscales se mantuvo firme, antes de entrar en la sala volvió a mostrarse cariacontecido: "Me siento profundamente avergonzado ante mis conciudadanos. Lamento haberles decepcionado”, declaró a los reporteros.

El 14 de mayo Roh Gun Pyeong, de 67 años, fue hallado culpable de aceptar sobornos y condenado a una pena de cuatro años de cárcel y a una multa de 570 millones de wones. Días después, la prensa especuló con que los fiscales ya habían reunido suficientes evidencias para ordenar la detención del otro Roh, que podría producirse en cualquier momento. El último hecho imputable era la aceptación en 2006 de dos relojes suizos de superlujo valorados en 100 millones de wones cada uno, obsequio de Park con motivo de su sexagésimo cumpleaños.

El 23 de mayo el país se conmovió con una dramática noticia: Roh Moo Hyun, su presidente hasta hacía poco más de un año, acababa de morir tras precipitarse al vacío desde lo alto de un promontorio rocoso situado a escasa distancia de su casa en Bongha. El estadista había sido hallado en las primeras horas de la mañana al pie del barranco, de 30 metros de altura, con gravísimas heridas, pero aún con vida. Trasladado de urgencia a un hospital de la cercana ciudad de Yangsan, su muerte había sido certificada una hora después de ingresar en el centro médico, donde nada pudieron hacer para salvarle de sus múltiples fracturas y de una profunda incisión en la cabeza. La posibilidad, contemplada en los primeros momentos, de que Roh hubiese sufrido un accidente fue rápidamente