Robert Golob

En abril de 2022, por tercera vez consecutiva, una votación general en Eslovenia ha catapultado a la jefatura del Gobierno a una figura con escaso bagaje político y cabeza de un partido novel que ha sabido capitalizar las ganas de cambio del electorado. En esta ocasión el triunfador es el empresario de la energía Robert Golob, desde enero al frente del Movimiento Libertad (GS), formación eco-liberal hasta ahora extraparlamentaria y que con sus 41 escaños, a solo cinco de la mayoría absoluta, debuta en la Asamblea como el grupo más potente en tres décadas de independencia nacional. El 25 de mayo Golob fue investido primer ministro en sucesión del derechista Janez Jansa y siete días después constituyó un Gobierno de coalición mayoritaria con socialdemócratas (SD) y eco-socialistas (Levica), dando lugar al más izquierdista de los 15 gabinetes habidos en esta república parlamentaria centroeuropea desde 1991.

En su perfil, Golob, además de prometer una regeneración de la democracia en Eslovenia, según él seriamente deteriorada por el estilo demagógico de Jansa, aúna al experto en renovables y mercados de gas y electricidad, y al formulador de políticas de sostenibilidad social y ambiental, cuestiones que la agresión bélica de Rusia a Ucrania ha situado en un máximo nivel de emergencia.

Jansa ha sido uno de los dirigentes europeos más comprometidos con el auxilio a Kyiv, la imposición de sanciones duras a Moscú y la adopción de medidas para escapar de la dependencia energética de Rusia. En cambio, su sucesor, concentrado en la denuncia de las políticas domésticas erosivas del Estado de derecho, presenta hasta ahora un historial de comentarios más bien condescendientes con la narrativa del Kremlin. La vicepresidenta del GS y probable candidata presidencial en octubre, Marta Kos, cuestionó durante la campaña la visita de Jansa a Zelenskiy y el suministro de armas al Ejército ucraniano. Por todo ello, Jansa no dudó en tildar a su pujante rival en las urnas de "prorruso", etiqueta que no tuvo el menor perjuicio para el señalado, quien describió los comicios como un "referéndum sobre la democracia". Europeísta nítido con cierto aire tecnocrático, la llegada de Golob al poder en Eslovenia es vista también como un refuerzo de la familia política de Macron dentro de la UE y, a la vez, como un revés para el Grupo de Visegrad, particularmente para la Hungría de Orbán.


(Texto actualizado hasta 8 junio 2022)

En Eslovenia, la fluidez del sistema de partidos y los fuertes vaivenes en las preferencias del electorado favorecen la irrupción fulminante de alternativas políticas novicias capaces de ganar unas elecciones generales y de pilotar el Gobierno nacional con muy poco tiempo de vida. En 2014 dio la campanada el Partido de Centro Moderno (SMC) del jurista Miro Cerar, en 2018 se impuso la Lista homónima (LMS) del comediante Marjan Sarec y ahora en 2022 es el turno del Movimiento Libertad (Gibanje Svoboda, GS) del emprendedor energético Robert Golob.

Llamativamente, estas tres personalidades devenidas primeros ministros de manera inopinada representaron y representan la misma corriente ideológica, el centro progresista social liberal y proeuropeo, contrapuesto al conservadurismo nacional-populista del Partido Democrático Esloveno (SDS) de Jansa y de hecho invocado también por otras fuerzas políticas eslovenas, aunque en el caso del Svoboda de Golob se hace además un especial hincapié en el activismo verde.

Golob, de 55 años, casado y con tres hijos, es un ingeniero eléctrico doctorado por la Universidad de Ljubljana y con estudios de posgrado en Estados Unidos que a lo largo de su trayectoria profesional ha trabajado en una serie de proyectos avanzados, públicos y privados, en el campo de la energía, en particular la solar. Ya en 1998, al poco de estrenar la treintena de edad y mientras daba clases en la Facultad de Ingeniería Eléctrica, su condición de especialista en planificación de sistemas, optimización de recursos, aplicaciones industriales y mercados energéticos hizo que el Gobierno del entonces primer ministro, el liberal Janez Drnovsek, le fichara para conducir el capítulo sobre la energía dentro del equipo nacional que empezó a negociar en Bruselas el ingreso del país en la UE. Luego, en mayo de 1999, el primer ministro le reclutó directamente para el Gobierno como secretario de Estado de la Energía adjunto al Ministerio de Economía, alta función que solo le duró un año porque en mayo de 2000 Drnovsek fue descabalgado por una coalición de partidos conservadores.

En 2002 Golob, por el momento sin filiación partidaria, resultó elegido concejal independiente en Nova Gorica, municipio de su región natal, Gorizia (Goriska), lindero con Italia. Aquel mismo año, el ingeniero incursionó en el sector privado con la puesta en marcha de Strela-G, empresa del ramo de las renovables que fue comprada por la firma Istrabenz Gorenje Energetski Sistemi (IGES) y que en 2004 paso a ser uno de componentes del grupo GEN-I, erigido en una de las principales compañías de distribución eléctrica y proveedores de gas natural del país. En los años que siguieron, GEN-I, con Golob de CEO y sede corporativa junto a la central nuclear de Krsko, experimentó un formidable crecimiento, llegando a desbancar en 2008 a Elektro Ljubljana como la principal comercializadora de electricidad en Eslovenia y expandiendo sus operaciones con sociedades subsidiarias a más de 20 países europeos. Asimismo, GEN-I se distinguía por su fuerte compromiso con la adaptación verde y la reducción de la huella del carbono en los negocios eléctrico y gasífero. Por lo demás, la abultada facturación de la compañía que dirigía hizo de Golob un hombre rico.

A finales de 2011 el empresario decidió incorporarse a Eslovenia Positiva (PS), nuevo partido de centro social liberal fundado por el alcalde de Ljubljana, Zoran Jankovic, y que con poco más de un mes de existencia fue el sorprendente ganador por mayoría simple de las elecciones generales del 4 de diciembre, si bien en febrero de 2012 Jansa se las arregló para retornar al puesto de primer ministro, ya desempeñado por primera vez entre 2004 y 2008, en virtud de una alianza con otros partidos conservadores. Golob pasó a ser vicepresidente del PS, que en marzo de 2013 pudo finalmente subir al Gobierno de la mano de su nueva líder (en sustitución de un Jankovic con problemas judiciales), Alenka Bratusek, y en coalición con los Social Demócratas (SD). Cuando en mayo de 2014 el PS se fracturó por las diferencias insolubles entre Jankovic y Bratusek, Golob siguió a esta última, que le confió una de las vicepresidencias de su nueva formación, la Alianza de Alenka Bratusek (ZaAB), llamada posteriormente Partido de Alenka Bratusek (SAB).

El mal desempeño de la ZaAB en las elecciones generales de julio de 2014, cuando Bratusek solo consiguió meter cuatro escaños en la Asamblea frente a los 36 del aún más reciente SMC de Miro Cerar, desencantó a Golob, que se retiró de la escena nacional y limitó sus actividades políticas a las funciones municipales en Nova Gorica. Sin embargo, su ocupación fundamental siguió siendo la empresarial, como líder de una de las compañías industriales más innovadoras y exitosas de Eslovenia, abanderada de la provisión de energía sostenible y descarbonizada. El plan estratégico de GEN-I para suministrar a sus clientes electricidad generada en un 100% por fuentes renovables hizo de su diseñador el candidato idóneo para la posición de embajador en Eslovenia del Pacto Europeo por el Clima, pilar del Pacto Verde Europeo lanzado por la Comisión Europea en diciembre de 2020.


UN NEÓFITO DE LA OPOSICIÓN PROGRESISTA PARA DESBANCAR A JANEZ JANSA Golob, acaso, habría proseguido su fructífera carrera empresarial en el sector energético, ausente de los avatares políticos de Eslovenia, de no haber resultado damnificado en 2021 por una reestructuración de GEN-I, para entonces un conglomerado bajo control del Estado del que eran copartícipes paritarios dos socios: GEN Energija, de titularidad exclusivamente pública; y GEN-EL Investments, a su vez un consorcio integrado por GEN Energija, Elektro Ljubljana y, en un extraño esquema accionarial, el propio GEN-I.

En noviembre de aquel año expiró su mandato en la dirección general del consejo de administración de GEN-I y la junta de accionistas decidió no renovarle como CEO, quedando por el momento vacante el órgano de dirección del grupo. Según medios de la prensa nacional, Golob fue despedido por los accionistas entre acusaciones de planear junto con Elektro Ljubljana la venta en secreto, sin el conocimiento de los supervisores y de las demás compañías matrices, del 75% de las acciones de GEN-EL. En aquellos momentos, Jansa, desde la caída del Gobierno Sarec el año anterior, volvía a ser el primer ministro, pilotando un Gobierno minoritario de centro-derecha que reunía al SDS y a los partido Concretamente (Konkretno, ex SMC) y Nueva Eslovenia (NSi).

Sin ocupación profesional ahora aunque con un patrimonio financiero de lo más desahogado, Golob optó en enero de 2022 por retornar a la política activa con grandes ambiciones. El vehículo elegido no fue el SAB de Bratusek, sino el Partido de las Acciones Verdes (Z.DEJ), grupúsculo fundado en mayo de 2021 por Jure Leben, ministro de Medio Ambiente con Sarec, y sin diputados en la Asamblea Nacional. El Z.DEJ defendía un modelo de crecimiento económico equilibrado, que armonizara el desarrollo industrial, la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. El anuncio por Leben de que ya no estaba interesado en el proyecto político por él lanzado apenas unos meses atrás brindó la oportunidad a Golob, que el 24 de enero ingresó en la formación por la puerta grande. Solo dos días después, un congreso le eligió presidente del partido y de paso aprobó la nueva denominación de Movimiento Libertad. La diplomática Marta Kos Marko y la jurista Urska Klakocar Zupancic adquirieron la condición de vicepresidentas.

La cercanía de las elecciones generales del 24 de abril impulsó la reescritura del programa del GS, que sin perder sus esencias ecologistas, radicalmente contrarias a las explotaciones mineras dañinas para la naturaleza, las emisiones carbónicas o la proliferación de los plásticos, abrazó una agenda más amplia, con verdadera vocación de gobierno. Esta se centraba en el liberalismo social, el modelo de sociedad abierta, la mejora de los estándares democráticos, la prevalencia del Estado de derecho, la excelencia en las relaciones con los socios de la UE y el regreso a Eslovenia de la cultura del diálogo y la cooperación, tan valiosa durante la arriesgada separación de la antigua Yugoslavia a principios de los noventa. Unos valores todos ellos que, en opinión de Golob y sus compañeros, Jansa, defensor del húngaro Orbán, admirador del estadounidense Trump, hostil a la justicia independiente, fustigador de la prensa crítica y en ocasiones mordaz con los dirigentes de la UE, estaba erosionando sistemáticamente desde su vuelta al Gobierno en marzo de 2020.

En su manifiesto electoral, titulado Merecemos un país mejor, el GS definió como pilares: la transición verde fiada a las energías renovables y buscando reducir la dependencia del gas natural; la economía sostenible y digitalizada con soluciones de economía circular; el fortalecimiento de la sociedad civil; la "alianza intergeneracional" con salarios y pensiones "dignos"; el "empoderamiento" de los jóvenes a través de una educación de calidad; y un sistema público de salud de primer nivel, que para empezar evitara la repetición de situaciones como el "caos en la gestión" de la pandemia. "Quiero vivir en un país democrático, legal y solidario, por lo que no estoy de acuerdo con una cultura de odio, ira y división", proclamaba Golob en la web de su partido, lanzando otro dardo a Jansa.

El desembarco de Golob en Z.DEJ/GS no solo colocó en el radar del público a una colectividad minúscula prácticamente desconocida hasta entonces; mucho más aún, supuso, de manera casi instantánea, la colocación del partido eco-liberal a la cabeza de los sondeos, en plano de igualdad o superando, dependiendo de la empresa encuestadora y del día, al SDS de Jansa. El tremendo tirón se nutría íntegramente de las virtudes personales de Golob, que suscitó simpatías por doquier con su estilo desenvuelto y a la vez serio, su discurso renovador y su imagen de profesional perito en áreas punteras de la economía.

A lo largo de la campaña electoral, el GS disfrutó de una máxima intención de voto del 27%. Pero tras concluir el escrutinio de los comicios del 24 de abril, la alternativa de la oposición centrista se encontró con que era la rotunda vencedora con el 34,4% de los votos y 41 escaños (incluido el de Golob) sobre 90, resultados que mejoraban los sacados en 2014 por Miro Cerar y que triplicaban los obtenidos en 2018 por Marjan Sarec, los otros dos grandes outsiders de la política contemporánea de Eslovenia. De hecho, se trataba de la mayor cuota parlamentaria sacada por un partido ganador desde la independencia, en un sistema multipartidista bastante equilibrado que desconocía las mayorías absolutas. Del interés del electorado en estas elecciones dejó constancia el nivel de participación, el 71%, 18 puntos más que en 2018 y el más elevado desde las votaciones de 1996.

"Hoy, los sueños se han hecho realidad (…) Hemos logrado nuestro objetivo: una victoria que nos permitirá devolver la libertad al país (…) La gente quiere cambios y ha expresado su confianza en nosotros como los únicos que pueden traer esos cambio", declaró por video a sus seguidores Golob, quien permanecía en casa tras haber dado positivo en el test del coronavirus el 18 de abril.

Jansa reconoció que tendría que retornar a la oposición, aunque no exactamente por deméritos propios: en realidad, el SDS había ganado dos escaños más, hasta los 27 (aunque con retroceso en votos), y si se había visto desplazado al segundo puesto era por el arrollador debut del GS. Uno de sus socios del Gobierno conservador, la NSi de Matej Tonin, también había subido, en un escaño. En cambio, el tercer socio, el Konkretno de Zdravko Pocivalsek, cabeza de la coalición Conectemos Eslovenia (PoS), había sufrido un colapso total con la pérdida de su decena de diputados. También fueron barridos de la Asamblea la LMS de Sarec y el SAB de Bratusek. Indudablemente, casi todos los que cuatro años atrás habían votado por el actor cómico metido a político ahora habían sido seducidos por el empresario energético.

Rápidamente, Golob transmitió al presidente de la República, Borut Pahor, su disposición a entrar en negociaciones con los SD de Tanja Fajon y La Izquierda (Levica), el partido eco-socialista del joven Luka Mesec, lo que alumbraría un Gobierno mayoritario respaldado por 53 diputados. Irónicamente, ambas formaciones izquierdistas se disponían a sentarse en el próximo Ejecutivo pese a haber sufrido sendos descalabros en las urnas. Saltaba a la vista que muchos votantes de izquierda se habían decantado por la opción social-verde-liberal de Svoboda. Ya antes de las elecciones, Golob había mantenido contactos con Fajon, Mesec, Sarec y Bratusek, integrantes de la Coalición del Arco Constitucional (KUL), un frente anti-SDS. El primer ministro en ciernes se mostró interesado en incorporar a su Gabinete tanto a Sarec como a Bratusek, dos antiguos primeros ministros, pese a ser extraparlamentarias sus agrupaciones.

Concluidas con éxito las negociaciones, el 23 de mayo Golob fue designado por el presidente Pahor y el 25 de mayo la Asamblea le invistió primer ministro con 54 votos a favor y 30 en contra. El 1 de junio la Asamblea, por 53 votos contra 28, aprobó el nuevo Gobierno tripartito, donde GS tenía 11 ministros (además del primer ministro), los SD cuatro y Levica dos. Fajon era viceprimera ministra y ministra de Exteriores, y Mesec viceprimer ministro y ministro de Trabajo, Familia, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades. Sarec, el primer ministro de Eslovenia hasta 2020, aceptó llevar la cartera de Defensa. En cambio, el fichaje de Bratusek, la antigua jefa partidaria de Golob, no se materializó.

(Cobertura informativa hasta 8/6/2022)