Robert Abela

En Malta, el triunfo electoral en marzo de 2022, con una fortalecida mayoría de 44 escaños y el 55,1% de los votos, del gobernante Partido Laborista vino a certificar la gestión de Robert Abela, el primer ministro que en 2020 sucedió a Joseph Muscat, dimitido bajo la presión del asesinato de la periodista Daphne Caruana. Transcurrido un lustro desde aquella conmoción nacional, Abela ha afianzado el predominio de su partido, en el poder desde 2013, gracias en buena medida al dinamismo de la economía, basada en los servicios. La recesión pandémica, del 8,6%, estuvo entre las más agudas, pero en 2021 el PIB dio aquí uno de los rebotes más fuertes: el crecimiento rozó el 12%. Malta es el Estado miembro de la UE más pequeño por población, superficie y economía, si bien su PIB per cápita se sitúa en la parte media-alta de la tabla y coincide con el promedio de los 27.

Este escenario bonancible, acompañado de un bajo nivel de deuda (pero junto con un desmedido déficit) y un mejor comportamiento de los precios durante la espiral inflacionista que sacude a toda la UE, ha prevalecido sobre el descrédito sufrido por el PL bajo Muscat, a tenor del veredicto de las urnas planamente recuperado con Abela, en la crisis nacional de 2017-2020. Esta puso de manifiesto la corrupción y las turbias colusiones entre las élites políticas y empresariales maltesas. A día de hoy, los autores intelectuales del asesinato de Caruana siguen sin juzgar.


(Texto actualizado hasta 6 diciembre 2022)

Robert Abela, octavo primer ministro de Malta desde la independencia nacional en 1964, es hijo de George Abela, presidente de la República en el período 2009-2014. Criado en un entorno familiar dedicado a la abogacía laboralista, el joven siguió los pasos de su progenitor y cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Malta, por la que se tituló en 2002. Una vez colegiado abogado, Abela se incorporó al bufete privado de la familia, especializado en derecho industrial y litigios obreros. Paralelamente, desarrollo una militancia en el Partido Laborista (PL), del que su padre era destacado dirigente a la diestra de Alfred Sant, líder de la agrupación desde 1992 y primer ministro desde 1996.

Tras las renuncia de Sant en 2008, una década después de ser desalojados los laboristas del Gobierno por el Partido Nacionalista (PN, conservador) de Eddie Fenech Adami y Lawrence Gonzi, Abela ayudó a su padre en su aspiración a liderar el PL. La elección interna tuvo como ganador sin embargo a Joseph Muscat, un eurodiputado 26 años más joven que el veterano George Abela; este, poco después, quedó sobradamente compensando al nominarle el Gobierno nacionalista de Gonzi, de manera sorpresiva, candidato a jefe del Estado para suceder a Fenech Adami.

Tras tres derrotas consecutivas, el PL se apuntó una potente victoria en las elecciones generales del 9 de marzo de 2013; entonces, la formación centroizquierdista sacó 39 escaños, cuatro por encima de la mayoría absoluta, y el 54,8% de los votos, su cuota más abultada desde antes de la independencia. Muscat devolvió a los laboristas al poder tras 15 años en la oposición y Abela pasó a asistir al nuevo primer ministro en calidad de asesor legal del Gabinete. Ya en esta época su figura fue objeto de escrutinio por el PN, que le atribuía un serio conflicto de intereses al simultanear en apariencia su trabajo institucional para el Gobierno —lo cual incluía participar en las reuniones ministeriales del Gabinete— y los servicios de consultoría corporativa para la empresa energética semipública Enemalta.


SUCESOR DE JOSEPH MUSCAT EN EL CONTEXTO DEL CASO CARUANA En los comicios del 3 de junio de 2017, saldados para el PL con la pérdida de dos escaños pese a la ligera ganancia de votos, Abela estrenó el escaño de parlamentario. Su esposa desde 2008, Lydia Zerafa, también abogada de profesión y miembro de los órganos del PL, pasó a hacerse cargo del bufete familiar, el cual siguió contratando servicios jurídicos con el sector público.

Abela se proyectaba como un diputado del montón, leal a su jefe de filas y comprometido con el oficialismo. Este perfil convencional fue puesto a prueba por el mayor escándalo en la historia nacional, que vino a conmover la vida pública del pequeño Estado insular de la UE, con menos de medio millón de habitantes. Se trató del asesinato el 16 de octubre de 2017 de Daphne Caruana Galizia, conocida periodista que investigaba las corruptelas y las actividades criminales en las altas esferas políticas y empresariales maltesas, últimamente en el marco de las revelaciones contenidas en los Papeles de Panamá.

La muerte de Caruana, víctima de una bomba lapa colocada en su vehículo, concitó una enérgica condena internacional y desató una tormenta política y social sin precedentes en el país mediterráneo. La lentitud de las investigaciones policiales y la percepción de que el Gobierno laborista no estaba empleándose a fondo para esclarecer el crimen agudizaron la indignación de un sector de la sociedad maltesa, que reclamó en la calle la dimisión de Muscat y la captura y juicio de los asesinos de Caruana. En diciembre, el primer ministro anunció el arresto de una decena de sospechosos, de los cuales tres fueron más tarde acusados formalmente de perpetrar el ataque con coche bomba. Sin embargo, los imputados, presuntamente meros ejecutores por encargo, no señalaron a ningún inductor o autor intelectual de crimen.

Más de dos años después, el 20 de noviembre de 2019, la Policía detuvo en conexión con el caso a un influyente empresario local de los sectores hotelero, inmobiliario y energético, Yorgen Fenech, ya señalado por Caruana en sus investigaciones por sus negocios turbios y, alegaba la periodista, sus vínculos personales con Muscat. Días después, el primer ministro hizo caer a su jefe de Gabinete, Keith Schembri, otro de los personajes citados en la relación de titulares de cuentas bancarias en Panamá, que la Policía se disponía a arrestar para ser interrogado. En la calle, cogía ímpetu el movimiento de protesta popular.

Puesto contra las cuerdas, Muscat se resignó a anunciar su renuncia el 1 de diciembre. Su partida no era sin embargo inmediata; la misma quedaba diferida hasta enero, cuando entregaría el testigo gubernamental a la persona que le sucediera en el liderazgo del PL. A estas alturas de la crisis, Abela ya había asumido un perfil crítico en el campo del oficialismo, con reclamaciones al renuente Muscat y al laborismo para que acometieran cambios "desde los cimientos", no meramente "cosméticos".

Su llamamiento a "introducir la disciplina en todos los ámbitos, en todos los niveles, de arriba abajo" preludió su salto a una competición interna en la que se promocionó como el garante de la preservación de las esencias del PL, que debía seguir siendo el partido de las clases populares y trabajadoras. Después de dar el paso al frente, el candidato jugó con más énfasis la carta de la continuidad. A Abela, quien carecía de cualquier experiencia ministerial, le salió un rival de peso, Chris Fearne, vicelíder del partido y viceprimer ministro desde 2017. La votación por los más de 16.000 afiliados tuvo lugar el 12 de enero de 2020 y en ella Abela, visto como más moderado que Fearne, se llevó el liderazgo con un 57,9% de respaldos.

Al día siguiente, Abela prestó juramento como primer ministro de Malta. El 15 de enero tomó posesión el nuevo Gabinete, donde Chris Fearne continuaba como número dos.

(Cobertura informativa hasta 13/1/2020)