Portia Simpson Miller

Jamaica, país insular del Caribe anglófono que reconoce a la reina de Inglaterra como jefa del Estado en el seno de la Commonwealth, tiene desde el 30 de marzo de 2006 a una mujer al frente de su Gobierno. Portia Simpson Miller tomó el relevo al veterano Percival Patterson como primera ministra y líder del socialdemócrata Partido Nacional del Pueblo (PNP), en el poder desde 1989, rodeada de vivas muestras de su popularidad entre los jamaicanos humildes y con la misión prioritaria de parar la escalada de asesinatos perpetrados por las bandas del crimen organizado, lacra que amenaza con frenar el desarrollo de la industria turística

(Texto actualizado hasta mayo 2006)

1. Experiencia ministerial en carteras de ámbito social
2. Elección como líder del PNP y primera ministra


1. Experiencia ministerial en carteras de ámbito social

Hija de padres de religión protestante pentecostal y de raza negra (a la que pertenecen más del 90% de los jamaicanos, descendientes de esclavos africanos), los cuales le pusieron los nombres de dos heroínas de la literatura de Shakespeare, Portia y Lucretia, la parquedad de los recursos familiares no le impidió recibir una educación completa en el Marlie Hill Primary School de la parroquia de Manchester, el Saint Martin’s High School for Girls y el Union Institute & University de Miami, Estados Unidos, por el que obtuvo el título de Bachelor of Arts en Administración Pública y un diploma en Computación y Programación.

Años después, ya alcanzada una posición descollante en la función pública de su país, esa casa de estudios de Florida le otorgó un doctorado honorífico en Humanidades. En el currículum académico oficial, que sus adversarios políticos consideran inflado para suplir la falta de formación propiamente económica o jurídica, constan también sendos certificados de Gestión Avanzada por la Universidad de California en Berkeley, de Gestión Avanzada y Relaciones Públicas por el Instituto de Gestión y Producción de Kingston, y de Participación en el Programa Ejecutivo para Líderes en Desarrollo impartido por el John F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, este último obtenido en 1999.

Su entrada en la política profesional se remonta a 1974, doce años después de producirse la independencia de Jamaica del Reino Unido como monarquía de la Commonwealth, cuando salió elegida en comicios representante del distrito de Trench Town West y consejera en la Corporación de Saint Andrew y Kingston, el órgano de gobierno municipal conjunto de ambas parroquias. Su compromiso fue desde el principio con el Partido Nacional del Pueblo (PNP), fuerza izquierdista fundada en 1938 por uno de los artífices de la descolonización de la isla, Norman Manley, que predicaba la doctrina del “socialismo democrático” y que desde 1972 ocupaba de nuevo el Gobierno jamaicano bajo el liderazgo del hijo del anterior, Michael Manley. El rival inveterado del PNP era el, a pesar de su nombre, conservador Partido Laborista de Jamaica (JLP), creado por Alexander Bustamante, el primer ministro de la independencia, y ahora conducido por Edward Seaga.

La carrera política de la futura primera ministra progresó con celeridad. En las elecciones legislativas de diciembre de 1976, celebradas en plena escalada de la disputa ideológica y por el poder que enfrentaba a los dos partidos dominantes, Simpson ganó el escaño por South West Saint Andrew, una circunscripción eminentemente obrera y pobre, y se estrenó en la Cámara de Representantes. A comienzos de 1977 debutó también en el servicio gubernamental como secretaria parlamentaria del ministro de Gobiernos Locales. Y en 1978, su posición orgánica en el PNP saltó hasta una de las vicepresidencias del partido. Al finalizar la década, Simpson era ya un rostro conocido por el público y uno de los principales colaboradores de Manley.

La primera experiencia de Simpson en el aparato del Gobierno terminó el 1 de noviembre de 1980 con el retorno del JLP al poder, sólo dos días después de la contundente derrota sufrida por su partido en las elecciones que pasaron a la historia de Jamaica como las más crispadas y violentas (el pistolerismo sectario se cobró más de 800 vidas) de esta peculiar democracia caribeña, nunca interrumpida por golpes de Estado y siempre fiel al sistema parlamentario legado por los británicos, pero sacudida, año tras año, por la polarización bipartidista, una de las más marcadas del continente, y el gansterismo político.

La experta en administración continuó activa en la política representativa desde su escaño parlamentario en la oposición al Gobierno de Seaga hasta las elecciones de diciembre de 1983, en las que el PNP decidió no participar, siendo el resultado una Cámara copada por los laboristas. En los seis años siguientes, Simpson llevó la portavocía del Consejo Ejecutivo del PNP en Asuntos de la Mujer, Pensiones, Seguridad Social y Consumo, así como la presidencia del Movimiento de Mujeres del partido.

El PNP puso fin al boicot parlamentario en las elecciones del 9 de febrero de 1989, que le depararon una resonante victoria. En aquella edición, Simpson, candidata de nuevo por la circunscripción de South West Saint Andrew, escaño que iba a renovar en los próximos comicios –los de marzo de 1993, diciembre de 1997 y octubre de 2002, todos ganados por el PNP-, fue uno de los 44 legisladores que metieron los nacionalistas. Un día después, el 10 de febrero, Manley volvía al puesto de primer ministro y en el Gabinete reservó a su lugarteniente una cartera muy apropiada para su perfil de política sensibilizada con las problemáticas sociales, la de Trabajo, Bienestar Social y Deportes.

En los once años siguientes, con algunos cambios en el elenco de competencias, Simpson desempeñó su ministerio con laboriosidad, trabajo que magnificó su fama de servidora pública enérgica y preocupada por los desfavorecidos. La oposición laborista, por el contrario, denunció insistentemente la corrupción que practicaban los funcionarios a sus órdenes, según se desprendía de los numerosos escándalos que jalonaron el período, si bien ella no se vio involucrada en ningún caso.

Su popularidad la animó a presentarse a la elección interna celebrada por el PNP el 28 de marzo de 1992 para dirimir la sucesión de Manley, que, septuagenario en ciernes, había decidido dimitir por motivos de salud. Sin embargo, el liderazgo del partido y por ende la jefatura del Gobierno fueron ganados con una gran diferencia de votos por Percival Patterson, abogado de formación, varias veces ministro y número dos del partido.

La elección de Patterson, personalidad tecnocrática y no especialmente popular al estar identificado con las reformas económicas de libre mercado que venían sustituyendo a las antiguas políticas socialistas del PNP, se interpretó como una imposición del aparato del partido sobre las bases populares, que con mucho habrían preferido a la ministra de Trabajo y Bienestar Social, vista en la calle como una genuina representante de la clase trabajadora. Con todo, lo primero que hizo Patterson al asumir como primer ministro fue confirmar a Simpson en el Ministerio.

Simpson terminó su soltería en 1998 al contraer matrimonio con Errald Miller, un alto ejecutivo de la compañía de telecomunicaciones Cable & Wireless Jamaica Ltd., del que tomó el apellido de casada. El 21 de febrero de 2000 Patterson la puso al frente del Ministerio de Turismo, con la competencia añadida de Deportes. Se trataba de una oficina de mucha importancia al constituir esta actividad del sector servicios, junto con las remesas de los emigrados a Estados Unidos y las exportaciones de bauxita, la principal fuente de ingresos del país.

Tras las elecciones del 16 de octubre de 2002, que recortaron la mayoría del PNP de los 49 a los 34 escaños, Simpson Miller se hizo cargo del Ministerio de Gobiernos Locales, Desarrollo Comunitario y Deportes, a la vez que Patterson la tomaba a su servicio directo como secretaria parlamentaria en la Oficina del Primer Ministro. En esta nueva etapa ministerial, la política desempeñó cometidos internacionales como miembro del Consejo del Foro de la Commonwealth sobre Gobiernos Locales (CLGF), coordinadora de programas de la Red Interamericana de Descentralización (RIAD, un mecanismo creado en 2001 por la Cumbre de Las Américas) y miembro del Consejo de Administración del Centro Internacional de Formación de Autoridades Locales y Sociedad Civil (CIFAL, con sede en Atlanta).


2. Elección como líder del PNP y primera ministra

El anuncio por Patterson de que no encabezaría el partido y el Gobierno en la próxima legislatura abrió en el PNP la carrera por la sucesión. La archipopular ministra y vicepresidenta del PNP presentó su postulación, y en la votación realizada el 25 de febrero de 2006 con la participación de 3.808 delegados ganó el liderazgo del partido con 1.775 votos frente a los 1.538 conseguidos por el más adelantado de sus tres contrincantes, Peter Phillips, ministro de Seguridad Nacional y antiguo miembro del movimiento religioso Rastafari.

La derrota de Phillips tuvo mucho que ver con el fracaso de su ministerio en los esfuerzos de erradicar la violencia que generaban las mafias del narcotráfico, muy florecientes en un país insular por el que pasa una de las rutas de la cocaína colombiana en tránsito a Estados Unidos, y las bandas de pequeños delincuentes, pero también la propia Policía jamaicana, repetidamente denunciada por las organizaciones pro Derechos Humanos como responsable de cometer numerosas ejecuciones extrajudiciales; con 1.671 homicidios –de los que un centenar fueron de niños- contabilizados en 2005, Jamaica, país pequeño de 2,7 millones de habitantes, presentaba una de las tasas de criminalidad más elevadas del mundo.

La transmisión del mando en el Gobierno no fue inmediata, sino que se demoró más de un mes. El 30 de marzo Patterson dimitió formalmente y Simpson Miller, con 60 años, tomó juramento como la primera mujer primer ministro de Jamaica y la cuarta en dirigir un ejecutivo en la América anglófona, después de Mary Eugenia Charles en Dominica (1980-1995), Kim Campbell en Canadá (1993) y Janet Jagan en Guyana (1997-1999). Un día más tarde fue nombrado el Gabinete, donde destacó la baja del ministro de Asuntos Exteriores, Keith Desmond Knight, uno de los miembros del oficialismo que había manifestado sus dudas sobre la capacitación de Simpson Miller, quien se reservó para sí el Ministerio de Defensa, para presidir el Gobierno nacional.

La opinión de Knight no era excepcional en el PNP, y mucho menos en la oposición laborista, que hacía un año también había sometido a su liderazgo a relevo generacional con la jubilación de Seaga y la elección de Bruce Golding, y que aseguraba no temer el efecto vivificador que la llegada de Simpson Miller pudiera tener en las perspectivas electorales –los próximos comicios tocan en 2007- de su archirrival socialdemócrata, muy desmejoradas en los últimos tiempos.

Ni las denuncias de tolerar las corruptelas en los ministerios bajo su mando, ni las imputaciones de carecer de talla intelectual, ni las mordacidades de los medios de comunicación que la tachan de populista y de “besucona en serie” (el epíteto es doblemente malévolo, ya que serial kisser trae a las mientes la expresión serial killer), han hecho mella en una política extremadamente popular, siempre sonriente, abierta al contacto físico con el jamaicano de a pie y que, en opinión de sus fervientes admiradores, suple con creces cualquier limitación que pudiera haber en su currículum profesional con un fuerte carisma y una especial habilidad para conectar con los estratos sociales más desprotegidos, particularmente las mujeres negras con bajos ingresos.

Mama Portia y Sista P., como afectuosamente la llaman sus seguidores, ha despertado grandes expectativas en un país de desarrollo medio que si bien crece con unas razonables perspectivas de sostenibilidad por la robustez de los ingresos por el turismo, las ventas de mineral de aluminio y las remesas de la emigración, está hipotecado por un nivel de endeudamiento muy elevado (6.800 millones de dólares de deuda externa y deudas públicas totales equivalentes al 135% del PIB), unido a un déficit por cuenta corriente de carácter estructural y otro presupuestario. Se cree que casi la mitad de las actividades económicas que se desarrollan en la isla son informales y no tributan al Estado.

El nivel de pobreza, en torno al 16%, es comparativamente bajo en el contexto meso y sudamericano (y, desde luego, es mucho más benigno que en la vecina Haití), pero en Jamaica los países de referencia son socios del Caribe anglófono que, como Barbados, Bahamas o Trinidad y Tobago, disponen de mucha más riqueza por habitante. Simpson Miller ha prometido mejorar el nivel educativo de los jóvenes, estimular las inversiones generadoras de empleo –el paro oficial supera el 11%- y la industria del turismo, y, directamente relacionado con lo anterior por cuanto que supone un formidable obstáculo para ambos desarrollos, volcarse en la prioridad número uno, que no es otra que poner coto a la ola de criminalidad ligada al narcotráfico que asola el país, en especial las barriadas populares de Kingston, Portmore, Montego Bay y Spanish Town.

(Cobertura informativa hasta 1/5/2006)