Plamen Oresharski

El 29 de mayo de 2013 se constituyó en Bulgaria un Gobierno de coalición presidido por el tecnócrata Plamen Oresharski, candidato del Partido Socialista (BSP) pese a no tener filiación política. Economista con experiencia que ya sirviera con los socialistas de Sergey Stanishev como ministro de Finanzas en su Gobierno de 2005-2009, Oresharski es la alternativa del centro-izquierda al conservador Boyko Borisov, el primer ministro tumbado en febrero por una colérica protesta popular y cuyo partido, el GERB, obtuvo una inoperante mayoría simple en las elecciones del 12 de mayo. Tras aceptar el mandato del presidente de la República, Rosen Plevneliev, Oresharski presentó un Gabinete dominado por los ministros del BSP y con una cuota menor para el partido representante de la minoría turca, el Movimiento por los Derechos y las Libertades (DPS). Su principal misión será aliviar la calamitosa situación social de Bulgaria, el país del flanco oriental de la UE más golpeado por la pobreza y los bajos ingresos de la población, que además ha de soportar unos preocupantes niveles de corrupción y criminalidad.

Este sombrío panorama contrasta con el cuadro macroeconómico, que resulta ser de los más benignos de la UE, tras años de austeridad fiscal y ortodoxia financiera contenidas en el programa de convergencia. La recesión, por los pelos, se va esquivando con unas tasas de crecimiento agónicas. La deuda pública, del 17% del PIB, es la segunda más baja de los 27. Y el déficit público, con una previsión del 1,3% para este año, cumple igualmente los viejos criterios de Maastricht. Hasta el desempleo, con una tasa por encima del 12%, no resulta escandaloso en comparación con el que azota a otros socios comunitarios y se sitúa en la media de la Eurozona. El nuevo Ejecutivo búlgaro nace con la debilidad que supone quedarse a un escaño de la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional y con una ambigüedad política intrínseca, ya que depende en todo del BSP pero guarda distancias del programa electoral de los socialistas, que hablaba de derogar el tipo único el 10% en el impuesto sobre la renta, precisamente aplicado por Oresharski cuando era ministro en 2008.

(Texto actualizado hasta junio de 2013)

1. Responsable de Hacienda en diferentes gobiernos búlgaros
2. Primer ministro en 2013 por designación del Partido Socialista


1. Responsable de Hacienda en diferentes gobiernos búlgaros

Natural de la región occidental del país, no lejos de la intersección fronteriza con Serbia y Macedonia, en 1985 se graduó en Hacienda y Crédito por la Academia de Economía D. A. Tsenov de la ciudad de Svishtov. Posteriormente, entre finales de los ochenta y principios de los noventa (luego, coincidiendo con la transición política desde la dictadura comunista a la democracia parlamentaria), Oresharski consolidó su especialidad financiera en la Universidad de Economía Nacional y Mundial (UNSS) de Sofía, donde se sacó un máster y un doctorado en Análisis de Inversiones. También disfrutó de becas formativas en centros de Estados Unidos y el Reino Unido.

En 1992, una vez concluidos sus estudios, la UNSS le contrató para el puesto de vicedecano responsable del Departamento de Finanzas. En 1993, rigiendo el Gabinete de tecnócratas presidido por el economista independiente Lyuben Berov, Oresharski debutó en las funciones gubernamentales como director de la Oficina de Tesorería y Deuda del Ministerio de Finanzas, cargo al que en 1995 añadió la condición de síndico de la Bolsa de Sofía. En mayo de 1997 el nuevo primer ministro, Ivan Kostov, de la conservadora Unión de Fuerzas Democráticas (SDS), le ascendió a viceministro de Finanzas, siendo su inmediato superior el ministro Muravey Radev. Hasta el final de la legislatura de cuatro años, Oresharski desempeñó un papel fundamental en la reestructuración de la deuda externa y la reducción de la deuda pública búlgara, así como en la estabilización y convertibilidad de la moneda nacional, el lev, que el primero de julio de 1997 quedó ajustado con el marco alemán a razón de 1.000 levs por marco. Por otro lado, hasta 2000 formó parte de la junta del UniCredit Bulbank.

Con el cambio de Gobierno de julio de 2001, fecha en que Kostov dejó pasó al ganador de las elecciones generales del mes anterior, el ex rey reconvertido en político Simeon Sakskoburggotski, Oresharski retomó la actividad académica en la UNSS, donde impartió clases y llevó un vicerrectorado. Otra mudanza gubernamental, la que devolvió al poder al Partido Socialista Búlgaro (BSP) bajo el liderazgo de Sergey Stanishev, trajo de vuelta a Oresharski al Ejecutivo en agosto de 2005, esta vez como ministro de Finanzas. El economista era el único titular de cartera independiente, no afiliado a alguno de los tres partidos de la coalición forjada por Stanishev, a saber, el BSP, el Movimiento Nacional de Simeón (NDSV) y el Movimiento por los Derechos y las Libertades (DPS, representante de la minoría turca).

Oresharski aplicó una reforma tributaria cuyo punto estrella era el tipo único del impuesto sobre la renta del 10%, vigente desde el 1 de enero de 2008 y al que se equiparó el impuesto de sociedades. También, consiguió mantener a raya la deuda pública, siempre por debajo del 20% del PIB, y preservar el superávit presupuestario, hasta la abrupta caída de los ingresos fiscales fruto de la recesión económica que se abatió sobre Bulgaria a principios de 2009. En tanto que ministro de Finanzas, el representante búlgaro tomó asiento en las juntas de gobernadores del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD). En las elecciones generales del 5 de julio de 2009 Oresharski ganó su primer mandato en la Asamblea Nacional en representación de la segunda circunscripción de Burgas y como candidato independiente de la Coalición por Bulgaria, lista de centro-izquierda comandada por el BSP. Los comicios fueron sin embargo ganados por el partido centroderechista Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), cuyo líder, Boyko Borisov, formó Gobierno el 27 de julio


2. Primer ministro en 2013 por designación del Partido Socialista

El 28 de febrero de 2013 el presidente de la República, Rosen Plevneliev, anunció el adelanto de las elecciones generales al 12 de mayo, dos meses antes de la conclusión natural de la legislatura, en respuesta a la dimisión en pleno, ocho días atrás, del Gobierno Borisov. Puesto que los partidos principales declinaron el mandato para intentar formar un nuevo Gobierno, Plevneliev nombró el 12 de marzo un Gabinete provisional y apartidista encabezado por el diplomático Marin Raykov.

Borisov sucumbió a las furibundas y masivas manifestaciones populares de repudio a un alza desmesurada de los precios de la electricidad. Esa fue la espoleta de las protestas, las más virulentas desde la caída del régimen comunista en 1989, pero los ciudadanos ya estaban enfadados por la falta de reacción del Gobierno, obsesionado con la austeridad fiscal y la consolidación financiera –con efectos positivos en las macromagnitudes, por cierto-, ante el crecimiento del paro (por encima del 12%), la mezquindad de los salarios y el bajo nivel general de los ingresos. No menos importante, existía una percepción de que Ejecutivo de Borisov había fracasando estrepitosamente en las luchas contra la corrupción y el crimen organizado, lo que ya había sido advertido por los socios de la Unión Europea, que en 2010 bloquearon la entrada de Bulgaria, el país más pobre de los 27, en el espacio Schengen.

Los comicios depararon una complicada aritmética parlamentaria. El GERB volvió a ganar, pero con un importante retroceso en votos y escaños, que pasaron de 117 a 97, en una Asamblea de 240 miembros. Sólo otras tres formaciones obtuvieron representación, el recrecido BSP de Stanishev (84 escaños), el DPS de Lyutvi Mestan (36) y el ultranacionalista Ataka de Volen Siderov (23). Además, la participación, del 51,3%, fue la más baja de la democracia; en las primeras elecciones democráticas, las de 1990, votaron el 90% de los electores. Con estos resultados, técnicamente no era posible formar un Gobierno de mayoría a menos que el GERB pactara una gran coalición con el BSP o el DPS, algo que no cabía en la cabeza de ninguno de los tres dirigentes. Tanto una coalición GERB-Ataka (en realidad, Siderov había dejado clara su negativa a llegar a acuerdos con Borisov, pese a haber apoyado su investidura en 2009) como la más obvia BSP-DPS sumarían 120 escaños y se quedarían a uno de la mayoría absoluta. La otra alternativa, el Gobierno del GERB en solitario, no era considerada factible por nadie.

Borisov dio rienda suelta a su frustración al advertir que podría solicitar la anulación de las votaciones que en puridad había ganado con un argumento no baladí: la incautación policial de hasta 350.000 papeletas electorales ilegalmente empresas, que había enzarzado al GERB y el BSP en un cruce de acusaciones sobre presuntos intentos de manipulación electoral en la tarde del sábado y la mañana del domingo. Este incidente y la violación del silencio electoral, apuntaba Borisov, habían disuadido a muchos búlgaros de ir a votar. Borisov también se mostró disconforme con la fórmula propuesta por Stanishev de permitir la formación de un Gobierno de tecnócratas, al estilo del de Mario Monti en Italia. Finalmente, el escenario insinuado por Borisov, la repetición de los comicios, se desvaneció.

El 21 de mayo se constituyó la Asamblea Nacional electa y dos días después el GERB comunicó al presidente Plevneliev que desistía de intentar formar Gobierno. El turno recayó entonces en el segundo partido más votado, el BSP, que presentó para tal efecto, no a su cabeza de lista, Stanishev, sino a Oresharski, un experto económico de confianza cuya no militancia partidista, a pesar de sus obvios vínculos socialistas, podía facilitar su investidura como primer ministro. El mismo 23 de mayo Plevneliev transmitió a Oresharski el encargo de formar el nuevo Ejecutivo. Contrariamente a lo especulado en un primer momento, Oresharski distó de escoger a sus ministros con autonomía de Stanishev y terminó confeccionando una lista de miembros del Gabinete que era casi íntegramente partidista, con representantes del BSP y del DPS, luego podía hablarse con toda propiedad de un Gobierno de coalición. Aunque varios de ellos ofrecían un perfil técnico, la mayoría de los ministros no eran tecnócratas independientes. Además, este equipo carecía de mayoría absoluta y en las votaciones clave tendría que confiar en el apoyo de terceros, necesariamente el Ataka.

Así que Oresharski, salvo en el punto de que él mismo podía pasar por un tecnócrata, no se ajustó bien a su definición, endilgada por el BSP, de el Mario Monti búlgaro, puesto que no iba a encabezar un Consejo de Ministros apartidista respaldado por ciertos partidos desde el Parlamento. De hecho, esta experiencia ya la había tenido Bulgaria, con gran polémica entonces, cuando el "Gobierno de expertos" de Lyuben Berov entre 1992 y 1994, al que sostuvieron también el BSP y el DPS. Más que al italiano, el caso de Oresharski se asemejaba al de Loukas Papademos en Grecia entre 2011 y 2012, salvo por el hecho de que el tecnócrata Papademos dirigió un gobierno de gran coalición.

El 27 de mayo Oresharski dio a conocer su equipo de Gobierno. De sus 16 integrantes, una decena eran del BSP, incluidos todos los de peso: Asuntos Exteriores (para Kristian Vigenin), Defensa (Angel Naydenov), Interior (Tsvetlin Yovchev) y Finanzas (Petûr Chobanov). Los socialistas colocaron además a Zinaida Zlatonova como viceprimera ministra y ministra de Justicia, al frente del manejo de los fondos comunitarios. El DPS recibió tres carteras y los tres puestos restantes fueron para independientes. El 29 de mayo la Asamblea Nacional, con 120 votos, exactamente los que sumaban los grupos del BSP y el DPS, contra 97, los del GERB, invistió a Oresharski y, en votación aparte, dio luz verde a su Gabinete. Siderov y sus diputados se abstuvieron. La sesión de investidura resultó accidentada y discurrió con tensión. Mientras, en la calle, cientos de personas expresaban su indignación por el perfil del nuevo Ejecutivo. Borisov, el gran derrotado de esta peripecia política, criticó duramente al flamante primer ministro.

En su discurso de investidura, Oresharski afirmó que Bulgaria se encontraba "en una profunda crisis institucional, que se suma a la depresión económica y agrava la desintegración de la sociedad". También, emplazó a las fuerzas parlamentarias a alcanzar "el máximo consenso público sobre las medidas urgentes para conseguir la estabilidad, la recuperación económica, el refuerzo de las instituciones y una mayor solidaridad en una sociedad sacudida por la desesperanza y la falta de expectativas". En concreto, se refirió a la adopción de una estrategia de crecimiento y desarrollo a largo plazo para reducir la pobreza y evitar la emigración de trabajadores y universitarios cualificados. Los requerimientos de inversión pública se intentarían conciliar con los objetivos de déficit, el cual no debería superar el 1,3% del PIB este año. También, habló de revisar las tarifas eléctricas, luchar enérgicamente contra el crimen organizado, atajar las prácticas de espionaje político desde oscuras instancias del Estado, transparentar las acciones del Gobierno, prestar atención a las minorías étnicas y lingüísticas, asegurar la libertad de información y dialogar con los agentes sociales.

En cuanto a la política monetaria, caracterizada por el ajuste lev-euro y las restricciones a las operaciones del Banco Nacional en el mercado de divisas, no experimentaría variaciones. Por otro lado, el primer ministro indicó implícitamente que mantendría el flat tax del 10% introducido por él hace un lustro, así como el impuesto de sociedades por el mismo valor. El descarte de una reforma tributaria para crear un sistema progresivo para los contribuyentes físicos suponía marcar las distancias del programa del BSP, que también había propuesto elevar el salario mínimo; es más, Oresharski se desdecía a sí mismo, pues durante la campaña electoral hizo de portavoz del BSP en relación con este punto.

(Cobertura informativa hasta 1/6/2013)