Nigel Farage

El líder del partido que invoca la "independencia" del Reino Unido presenta la paradoja de defender la salida de su país de la UE desde la misma institución democrática, el Parlamento, de la organización que fustiga sin cesar y con cuyo colapso fantasea. Orador apasionado, polemista nato y de verbo mordaz y provocador, aunque sin semblantes iracundos y sí por lo general joviales, Nigel Farage niega tajantemente que su euroescepticismo vehemente sea una eurofobia (al contrario, él se incluye entre "los amantes de la libertad de Europa", asegura, y su esposa es alemana, recuerda), sino que solo quiere que su país disponga de plena "soberanía nacional" para gobernar "sin ataduras" de Bruselas.

Igualmente, el eurodiputado británico no acepta que se le endilguen las etiquetas de racista, xenófobo o ultra, como a otros destacados dirigentes de la derecha nacionalista europea, a pesar de sus reiterados mensajes populistas contra los trabajadores comunitarios que emigrarían al Reino Unido para quitarles el trabajo a los nativos. Abomina del nacionalismo étnico de formaciones abiertamente fascistas como el British National Party y propugna una "cooperación" de los europeos sin "uniones" ni "eurócratas".

Tras años de ascensos en las urnas, 2014 fue fausto para Farage y su formación, al convertirse en los ganadores de las elecciones europeas con un espectacular 27% de los votos, la primera vez en un siglo que una votación nacional ha sido ganada por una fuerza ajena al bipartidismo dominante. La gran asignatura pendiente del UKIP viene siendo el Parlamento de Westminster: solo en el otoño de 2014 consiguió entrar con dos escaños, merced a sendas elecciones parciales, en los Comunes. El propio Farage ha sido seis veces candidato frustrado a la Cámara baja y ahora en mayo de 2015 vuelve a intentarlo con más posibilidades, aunque el sistema electoral mayoritario perjudica tremendamente a su partido.

El gran poder de Farage, al que la prensa sensacionalista de derechas ha solido jalear, reside en su capacidad de dictar debates y meter presión a los partidos mayoritarios, que se ven obligados a incorporar a sus programas el tratamiento restrictivo de la inmigración y los acentos críticos con Europa. Su discurso cala y el principal damnificado es el Partido Conservador de David Cameron, del que Farage fue miembro hasta 1992, cuando le dio portazo disgustado por la firma británica del Tratado de Maastricht. El primer ministro, que teme la sangría de votos en favor del UKIP, se ha referido a Farage como un "supremo tacticista que quiere destruir a los conservadores".

Tras acusar al "establishment de Westminster" de "apaciguar" a los independentistas escoceses con sus promesas de amplio autogobierno, Farage, aunque no contempla una coalición formal con los tories, se ofrece a Cameron para "bloquear" desde el Parlamento una alianza entre los laboristas y el Partido Nacional Escocés, y de paso le insta a que adelante el anunciado referéndum sobre la membresía de la UE, cuyo horizonte más lejano es finales de 2017.

(Cobertura informativa hasta 24/4/2015. Para mas información, puede consultarse el documento del CIDOB 'Líderes en las elecciones de 2015 en el Reino Unido: perfiles y programas')