Ngozi Okonjo-Iweala

El cambio de Administración en Estados Unidos a principios de 2021 ha permitido desbloquear la elección del director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), proceso que llevaba meses atascado. El puesto ha recaído en la nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, quien se convierte en la primera mujer y también en el primer africano que accede al cargo.

Economista experta en la financiación del desarrollo y valedora de las prácticas de buena gobernanza, Okonjo-Iweala trabajó 25 años en el Grupo del Banco Mundial, en su último período (2007-2011) como número dos de la institución, a cuya presidencia candidateó sin éxito en 2012, y durante siete años más (2003-2006 y 2011-2015) fue ministra de Finanzas de su país. En estos dos ejercicios, el uno en la alta función internacional y el otro en el servicio de Gobierno, ella construyó una reputación de gestora eficiente, perita en los aspectos técnicos, y a la vez con un marcado perfil político, de autoridad capacitada para la interlocución, la implicación de actores y el discurso movilizador. Como ministra, destacó por su celo anticorrupción, su preocupación por librar al Estado nigeriano de deudas y despilfarros, su énfasis en la transparencia institucional y sus programas para el empoderamiento económico de las mujeres y los jóvenes. Mientras cumplió con sus cometidos oficiales y con posterioridad a los mismos, Okonjo-Iweala fue en todo momento una personalidad influyente sumamente activa en los foros globales, donde se reconocieron sus dotes de liderazgo y su voluntad reformista.

El bagaje de Okonjo-Iweala debería ayudar a revitalizar una organización en crisis por su escaso dinamismo en la convulsa coyuntura mundial, con perjuicio para la búsqueda de soluciones multilaterales. Así, la OMC, cuya misión es velar por las normas que rigen el comercio internacional, facilitar los acuerdos para la remoción de barreras comerciales y administrar la resolución de disputas entre países, viene asistiendo impotente a las guerras arancelarias que desde hace años enfrascan a Estados Unidos, China y la UE con acusaciones entrecruzadas y mentalidad de bloque, así como al cariz nacionalista que está adquiriendo la producción y distribución mundiales de las vacunas de la COVID-19. En los últimos meses la OMC ha guardado silencio sobre las restricciones a las exportaciones de equipo médico. Precisamente, Okonjo-Iweala es una abanderada de la facilitación de la vacuna a los países de renta baja que han quedado marginados en los tratos mercantiles -no exentos de opacidad y desavenencias- entre las naciones ricas y la industria farmacéutica.


La candidatura de Okonjo-Iweala a presidir la OMC fue anunciada por el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, en junio de 2020. Días atrás, el actual cabeza de la organización surgida en 1995 del viejo Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), el brasileño Roberto Azevêdo, había anunciado su marcha anticipada por motivos familiares. El 31 de agosto Azevêdo dejó su despacho en Ginebra y la Dirección General de la OMC quedó vacante. En el proceso electivo del sucesor, que requería el consenso de los 164 estados miembros, Okonjo-Iweala contendía principalmente con otra mujer, Yoo Myung Hee, ministra de Comercio de Corea del Sur, con menos apoyos. La aspirante nigeriana recibió el respaldo de los gobiernos de la UE, pero en octubre la Administración Trump, después de asestar un duro golpe a la OMC al paralizar la renovación de su tribunal de arbitraje, indicó que prefería a la surcoreana.

El veto de Estados Unidos a Okonjo-Iweala dejaba en el limbo la elección del próximo director general. Sin embargo, el 5 de febrero de 2021 el nuevo Gobierno de Joe Biden arregló con Yoo Myung Hee su retirada de la competición. Candidata única con el imprescindible aval estadounidense, Okonjo-Iweala adquirió en ese momento la condición de directora general in péctore, a falta únicamente del nombramiento oficial por unanimidad del Consejo General de la organización, producido el 15 de febrero. Se decidió que el 1 de marzo Okonjo-Iweala tomara posesión como el séptimo director general de la OMC, con mandato hasta 2025 abierto a renovación.

Okonjo-Iweala ha figurado en la primera línea de la batalla contra el SARS-CoV-2, y por vía múltiple. Entre 2016 y enero de este año presidió la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (GAVI), enfocada en la inmunización de los niños de países en desarrollo, y desde abril de 2020 ha sido doble enviada especial: de la Unión Africana, para movilizar el apoyo económico internacional a la lucha del continente contra la pandemia; y del Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la COVID-19, iniciativa de colaboración mundial para el desarrollo, producción y acceso equitativo a las pruebas diagnósticas, los tratamientos y las vacunas. Lanzada por el G20, la ACT Accelerator reúne entre otros a la OMS, el Banco Mundial, la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) y la propia GAVI, a través de su facilidad COVAX. En enero de 2021, además, el G20 nombró a la nigeriana copresidenta de su Panel Independiente de Alto Nivel (HLIP) sobre Financiación de los Bienes Comunes Globales para la Preparación y Respuesta ante Pandemias.

La nueva directora general, quien desde 2019 posee también la nacionalidad estadounidense, diagnostica que la OMC necesita "reformas de largo alcance" para realizar más eficazmente su fin de priorizar el comercio justo y equilibrado, y conseguir que los países con más recursos dejen de obstaculizar los suministros médicos que salvan vidas. Muchos críticos de la OMC señalan al organismo por aferrarse a reglas rigurosas mal adaptadas a los rápidos cambios de la economía global, como todo lo que rodea la propiedad intelectual. Ella misma, en su presentación de credenciales al Consejo General de la organización, mencionó la necesidad de "actualizar" las normativas de la OMC para "tener en cuenta realidades del siglo XXI" como el comercio electrónico, acelerado por la pandemia, y las economías digital, verde y circular. En las presentes circunstancias, las buenas prácticas comerciales resultan esenciales para la recuperación de la economía mundial y también para aliviar el tremendo estrés que soportan los sistemas de salud, afirma la directora. El "nacionalismo y proteccionismo de las vacunas", añade Okonjo-Iweala, carece de sentido desde el momento en que "la naturaleza de la pandemia y la mutación de muchas variantes hacen que ningún país pueda sentirse seguro hasta que todos los demás países hayan tomado precauciones para vacunar a su población".

Dicho sea de paso, la llegada de Okonjo-Iweala al mando de la OMC supone un refuerzo adicional de la presencia de mujeres en las posiciones de liderazgo económico internacional. Así, la búlgara Kristalina Georgieva es la directora gerente del FMI, la francesa Christine Lagarde es la presidenta del Banco Central Europeo (sin abandonar la UE, la alemana Ursula von der Leyen preside la Comisión Europea) y Janet Yellen acaba de estrenarse como secretaria del Tesoro de Estados Unidos. En el Banco Mundial, la india Anshula Kant ostenta el puesto de directora gerente y oficial financiera principal, mientras que la cubano-estadounidense Carmen Reinhart funge de economista jefa. La misma función que en el FMI desempeña la india Gita Gopinath.

(Texto actualizado hasta febrero 2021)

Hija del matemático y economista Chukwuka Ben Okonjo, miembro de la casa real Obahai de Ogwashi-Ukwu (y futuro monarca de esta institución tradicional del estado del Delta, entre 2007 y su fallecimiento en 2019) y de la también profesora universitaria Kamene Okonjo, la posición social y el perfil intelectual de su familia le aseguraron una educación superior a la que rara vez tenían acceso las chicas nigerianas nacidas antes de la independencia nacional en 1960.

Según ha contado en entrevistas, su infancia y adolescencia transcurrieron inicialmente bajo el cuidado de su abuela, responsable de criarla mientras sus padres se formaban en el extranjero, y luego bajo el impacto de la guerra civil de Biafra (1967-1970), el conflicto secesionista que devastó toda la región meridional costera de Nigeria, entre el delta del Níger y la frontera camerunesa, y en el que combatió su progenitor, alistado como brigadier del Ejército biafreño. La familia real Obahai, como la gran mayoría del pueblo biafreño, pertenecía a la etnia Igbo y profesaba el cristianismo. Tras la victoria militar de las tropas federales y el colapso de la autoproclamada República de Biafra, los Okonjo sufrieron represalias económicas, pero con el tiempo recobraron su estatus.

La joven Ngozi recibió la instrucción escolar en colegios selectos y comenzó estudios preuniversitarios en la International School de Ibadán (ISI). En 1973 marchó a Estados Unidos para formarse como economista en la Universidad de Harvard. En 1977 obtuvo la graduación magna cum laude, tras lo cual, con la ayuda de una beca de la American Association of University Women (AAUW), entró en el programa de doctorado del Massachusetts Institute of Technology (MIT) para el área de Economía y Desarrollo Regionales. En 1981 Okonjo defendió con éxito su tesis sobre el crédito agrícola en Nigeria y al año siguiente fue contratada por el Grupo del Banco Mundial, incorporándose a su plantilla de economistas especializados en el desarrollo del continente africano. Entre 1989 y 1991 asistió al vicepresidente de Operaciones del organismo, en 1995 fue nombrada directora de Cambio Institucional y Estrategia, y a partir de 1997 condujo los negociados de las regiones de Asia Oriental y Oriente Medio.

Entre el Banco Mundial y el Gobierno de Nigeria
En julio de 2003 Okonjo-Iweala, a sus 49 años toda una experta en la dimensión económica del desarrollo de los países de renta baja, interrumpió sus dos décadas de carrera en el Banco Mundial al aceptar el ofrecimiento que le hacía el presidente de su país, Olusegun Obasanjo, del Partido Democrático Popular (PDP), de convertirse en la primera mujer ministra de Finanzas de Nigeria. Sus misiones, que acometería con éxito, eran negociar con los países del Club de París una condonación sustancial de la deuda externa nigeriana y optimizar los ingresos fiscales obtenidos de las exportaciones petroleras. Particularmente elogiadas fueron sus medidas para mejorar la transparencia de las finanzas federales y, a través de una plataforma electrónica de gestión integrada que tenía el apoyo técnico del Banco Mundial y el FMI, depurar las plantillas de funcionarios de miles de empleados fantasma, práctica sangrantes para la administración de un país que figuraba en los rankings de los más corruptos del mundo.

La economista llevó la cartera de Finanzas hasta junio de 2006, fecha en que Obasanjo la movió al Ministerio de Exteriores, donde sentaba de nuevo un precedente de género. Atrás dejaba un historial de realizaciones bastante impresionante, alcanzado en no mucho tiempo: además de conseguir cancelaciones de deuda bilateral por valor de 18.000 millones de dólares -a cambio de saldar Nigeria con sus acreedores pagos por 12.000 millones, de manera que el país redujo su montante de deuda externa en 30.000 millones- y de ahorrarle al Estado más de 1.000 millones en la supresión de nóminas falsas mantenidas por funcionarios corruptos, su gestión eficiente ayudó a la caída de la inflación (desde el 17,9% en 2005 al 8,2% en 2006) y al incremento de las reservas de divisas. Las cuentas federales quedaron robustecidas con un superávit histórico, rayano en el 9%. Todo ello en el contexto de un boom económico que obedecía a la escalada de los precios del petróleo.

Okonjo-Iweala dirigió la diplomacia nigeriana tan solo durante unas semanas: el 3 de agosto de 2006 presentó la dimisión a Obasanjo luego de que el presidente, al parecer sensible al malestar de ciertos altos cargos por el celo anticorrupción de la ministra y a una animosidad creada en su contra no exenta de prejuicios machistas, la destituyera como jefa del Equipo de Gestión Económica, desde el cual seguía involucrada en las negociaciones para la reducción de deuda externa, esta vez con los acreedores privados del Club de Londres. También, se apuntó que Obasanjo, aun consciente de la excelente reputación internacional de su colaboradora, tan provechosa para los intereses de Nigeria, quería que Okonjo-Iweala dejara de desempeñar tareas asociadas a un ministro de Finanzas y se limitara a las rutinas diplomáticas. Okonjo-Iweala siguió siendo la responsable de Exteriores hasta el 30 de agosto, cuando tomó posesión del cargo Joy Ogwu, otra mujer.

En octubre de 2007 Okonjo-Iweala regresó al Banco Mundial, esta vez como directora gerente de Operaciones en la sede central del Grupo de Washington y número dos de la organización que presidía el estadounidense Robert Zoellick. En esta segunda etapa en el Grupo, prolongada hasta julio de 2007, la alta funcionaria nigeriana supervisó las líneas de crédito de bajo interés a los países de África, Europa, Asia Meridional y Asia Central.

En julio de 2011 el entonces presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, colega partidario de Obasanjo y sucesor del mandatario elegido en 2007 pero fallecido en 2010, Umaru Yar'Adua, recuperó a Okonjo-Iweala para el Ministerio de Finanzas, departamento al que la experta sumó la posición de ministra coordinadora de la Economía. En los cuatro años siguientes, Okonjo-Iweala continuó su buen hacer en la modernización de las estadísticas nacionales y el control de la inflación, aunque no fue capaz de impedir la vuelta del déficit presupuestario, acelerado por el derrumbe de la cotización del petróleo en el segundo semestre de 2014. Causaron sensación sus programas para el empoderamiento económico de las mujeres y los jóvenes, estimulado por el Gobierno mediante ayudas directas y facilidades crediticias a la creación de pequeñas empresas.

Sin embargo, Okonjo-Iweala seguía siendo una personalidad que suscitaba odios y tenía no pocos enemigos en casa. En enero de 2012, la política, adoptada por el Ministerio de Finanzas, de terminar con los precios subsidiados de los combustibles desató unas protestas populares tan furiosas que el presidente Jonathan tuvo que dar marcha atrás con la medida. La ministra recibía amenazas de muerte y en diciembre de 2012 vivió el angustioso trance del secuestro por unos desconocidos de su anciana madre, Kamene Okonjo, de 82 años. Los captores le exigieron su dimisión como ministra, pero ella no transigió. Transcurridos cinco días, Okonjo-Iweala pudo reunirse con su madre, devuelta a la libertad sana y salva gracias a la intervención de la Policía.

Aquel mismo año, Okonjo-Iweala presentó su candidatura a una posición en la cima de las finanzas globales para la que parecía perfecta, la presidencia del Grupo del Banco Mundial, su lugar de trabajo durante un cuarto de siglo, de cuya estructura y funcionamiento, todos los entresijos técnicos, tenía un conocimiento maestro. Sin embargo, el puesto, venía a decir una regla no escrita, correspondía a un ciudadano de Estados Unidos (en tanto que la dirección gerente de la organización hermana, el FMI, era para un europeo). La aspiración de la nigeriana era más bien simbólica, aunque con una carga reivindicativa obvia. La Administración Obama se decantó por el surcoreano nacionalizado estadounidense Jim Yong Kim, médico prestigioso que dirigiera el Departamento de VIH/SIDA de la OMS, pero sin experiencia en la financiación del desarrollo. Siguiendo con la tradición, el Consejo de Gobernadores del Banco Mundial se limitó a ratificar al candidato seleccionado por Estados Unido, de manera que Jim Yong Kim tomó el testigo a Robert Zoellick el 1 de julio de 2012.

El cambio de Administración nigeriana el 29 de mayo de 2015, cuando el presidente electo Muhammadu Buhari, del partido APC, relevó a Jonathan, derrotado en las votaciones de marzo, cerró la hoja de servicios gubernamental de Okonjo-Iweala. La economista se mantuvo plenamente activa, en el seno de numerosas organizaciones y palestras locales, regionales e internacionales (véase infra). Una de sus actividades más destacadas fue, desde enero de 2016, la presidencia de la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (GAVI), asociación internacional de la que forman parte entidades públicas y privadas, incluidos gobiernos, organismos multilaterales como la OMS, UNICEF y el Banco Mundial, empresas farmacéuticas, actores de la sociedad civil y fundaciones filantrópicas como la Fundación Bill and Melinda Gates, uno de los miembros fundadores de GAVI. La nigeriana fue elegida presidenta del Consejo de la alianza pro-vacunas en septiembre de 2015.

Elenco de actividades internacionales y bibliografía
A lo largo de sus carreras en el Gobierno nigeriano y el Banco Mundial, y con posterioridad a las mismas, Okonjo-Iweala ha formado parte de las juntas directivas o los consejos asesores de un largo número de ONG, compañías del sector privado, organismos públicos, paneles internacionales y cuerpos académicos, además de su ya mencionado servicio al frente de la GAVI.

Una relación parcial de filiaciones incluye: el banco británico Standard Chartered PLC; la sociedad de inversiones kenyana Lionworks Capital; la Nigeria Mortgage Refinance Company; la consultora Results for Development (R4D); el Asian Infrastructure Investment Bank International (AIIB) de Beijing; la International Commission on Financing Global Education Opportunity (Education Commission); la Commission on World Growth; la Global Commission on the Economy and Climate; el Global Leadership Council on Transparency and Corruption del Foro Económico Mundial; el Mandela Institute for Development Studies (MINDS) de Johannesburgo; el B Team; y la Campaña ONE contra la pobreza extrema. Amén de entidades basadas en Estados Unidos, como la American Academy of Arts and Sciences (AAAS), la Clinton Global Initiative, la Rockefeller Foundation, el Carnegie Endowment for International Peace, el Women’s World Banking y el Georgetown Institute for Women, Peace and Security.

En julio de 2018 el gigante de Internet Twitter la nombró miembro de su Consejo Directivo. Adicionalmente, fue copresidenta o miembro de la Global Partnership for Effective Development Cooperation (GPEDC, impulsada por la OCDE y el PNUD), el Comité Conjunto Banco Mundial-FMI para el Desarrollo, el Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI, el Panel de Alto Nivel del Secretario General de la ONU sobre la Agenda de Desarrollo post-2015, y el Grupo de Personas Eminentes sobre Gobernanza Financiera Global, vinculado al G20. En 2019 se incorporó a la Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación, puesta en marcha por la UNESCO y encabezada por la presidenta de Etiopía, Sahle-Work Zewde.

También, Okonjo-Iweala es distinguished visiting fellow del Centre for Global Development (CDG) y la Brookings Institution, así como presidenta de los consejos académicos de la African University of Science and Technology (AUST) de Abuja y la Nelson Mandela African Institution of Science and Technology (NM-AIST) de Arusha, y de la agencia especializada de la Unión Africana African Risk Capacity (ARC), con sede en Johannesburgo. En su faceta de emprendedora local, en 2006 puso en marcha NOI Polls, la primera empresa de demoscopia autóctona de Nigeria, y en 2008 el Centre for the Study of the Economies of Africa (CSEA), think tank con sede en Abuja que sigue presidiendo.

Ha publicado los siguientes libros: Chinua Achebe, Teacher of Light: A Biography (2003, en coautoría con Tijan Sallah); The Debt Trap In Nigeria: Towards a Sustainable Debt Strategy (2003, en coautorías con Charles Soludo y Mansur Muhtar); Reforming the UnReformable: Lessons from Nigeria (2012); Fighting Corruption is Dangerous: The Story Behind the Headlines (2018); y Women and Leadership: Real Lives, Real Lessons (2020, en coautoría con la ex primera ministra australiana Julia Gillard), además de diversos informes, papers académicos y artículos. Su rico currículum lo completan un palmarés de premios y reconocimientos, y una quincena de doctorados honoríficos. Ngozi Okonjo-Iweala y su esposo, el neurocirujano Ikemba Iweala, son padres de cuatro hijos y abuelos de tres nietos. Uno de sus vástagos, nacido en 1982, es el médico y novelista nigeriano-estadounidense Uzodinma Iweala.

(Cobertura informativa hasta 1/1/2021)