Nayib Bukele Ortez

Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 11/2/2019. El 1/12/2023, previa autorización por la Asamblea Legislativa, el presidente Nayib Bukele tomó licencia de sus funciones, manteniendo la titularidad institucional, para poder realizar su campaña reeleccionista de cara a las elecciones del 4/2/2024; entonces, las funciones de la jefatura del Estado salvadoreño fueron transferidas a la funcionaria Claudia Rodríguez de Guevara, persona propuesta a la Asamblea por Bukele, en calidad de designada a la Presidencia de la República y con un mandato interino, hasta el 1/6/2024.

El 3/9/2021 la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) declaró "errónea" su propia "interpretación" contenida en una sentencia de 2014, la cual había confirmado la prohibición de la reelección presidencial consecutiva —expresa en la Constitución salvadoreña de 1983— por un segundo período de cinco años, y falló que el presidente de la República en ejercicio sí tenía el derecho constitucional de buscar la reelección inmediata, hasta sumar un período máximo de 10 años, siempre que no ejerciera sus funciones en los últimos seis meses de su mandato. La actual Sala Constitucional fue nombrada el 1/5/2021 por la Asamblea Legislativa (dominada con mayoría absoluta por el partido del Gobierno, Nuevas Ideas, desde las elecciones legislativas del 28/2/2021) para suplir a los nueve magistrados —cinco titulares y cuatro suplentes— destituidos por los legisladores. Un año después de la sentencia habilitadora de la CSJ, el 15/9/2022, Bukele anunció su intención de optar a la reelección en 2024; posteriormente, el 26/10/2023, el presidente inscribió, junto con el vicepresidente Félix Ulloa, su nueva candidatura en el Tribunal Supremo Electoral (TSE). La elección presidencial tuvo lugar el 4/2/2024 y en la misma Bukele resultó vencedor con el 84,6% de los votos y un 52,6% de participación, con lo que el 1/6/2024 iniciará su segundo mandato de cinco años.


Las elecciones presidenciales celebradas el 3 de febrero de 2019 en El Salvador, uno de los últimos sistemas de hegemonía bipartidista que quedaban en América Latina, fueron un sorprendente, aunque no inesperado, paseo triunfal para el candidato tercerista que llevaba por bandera el rechazo al statu quo asentado en la nación centroamericana desde el final de la guerra civil: Nayib Bukele, de la opositora Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) y hasta el año anterior alcalde de San Salvador.

Empresario publicista de 37 años y con ancestros palestinos, Bukele noqueó en la primera vuelta a sus adversarios del gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda) y de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha), los dos partidos que, con un marcado antagonismo heredado de sus orígenes extremistas, han dominado absolutamente la política salvadoreña en los últimos 30 años, con cuatro administraciones areneras (1989-2009) seguidas de dos efemelenistas (2009-2019). Bukele, uno de esos casos de estrellato político meteórico, fue elegido para gobernar la capital del país en 2015 en las filas del FMLN, pero en 2017 rompió con el oficialismo y se lanzó a organizar una plataforma proselitista propia y un candidatura presidencial que finalmente, tras una serie de trabas legales, optó por vehiculizar en GANA, partido de signo conservador emanado en su momento de ARENA. Ahora, Bukele mete en el mismo saco al FMLN y a ARENA, ambas, según él, meras "maquinarias electorales al servicio de las oligarquías" y pilares de una "partidocracia corrupta que nos ha tenido en el subdesarrollo".

El éxito arrollador del antisistema Bukele, quien ha sabido capitalizar el hartazgo, en particular entre los jóvenes, por el enquistado panorama nacional de inseguridad, pobreza, desigualdad, precariedad laboral y corrupción política (con escándalos que hicieron trizas la reputación de tres de los cinco ex presidentes gobernantes entre 1989 y 2014), se vale de herramientas muy precisas: una imagen y un estilo frescos e innovadores, que hacen rancios los usos convencionales; un lenguaje que huye de retóricas trilladas y disquisiciones ideológicas, y que va al grano con mensajes rudimentarios, directos y repetitivos, como los tuits y etiquetas ("que devuelvan lo robado") de las redes sociales, manejadas por él con soltura; y un discurso inconformista que promete "una nueva forma de hacer política" y mejoras decisivas para que miles de compatriotas no tengan que lanzarse al éxodo migratorio en dirección a Estados Unidos.

En su Plan Cuscatlán el gobernante electo habla de grandes proyectos de infraestructuras, de fuertes inversiones educativas, de la exención de impuestos —IVA incluido— para las familias más necesitadas y del empuje agrícola de las regiones menos desarrolladas. Se trata de una ambiciosa partida de costes cuyos recursos financieros no están claramente explicados. Además, quiere crear una Comisión Internacional Contra la Impunidad de la corrupción y "competir" con las poderosas y ultraviolentas maras en sus territorios, haciendo de la "prevención con inclusión social" el primero de los ejes de su plan de seguridad.

El próximo 1 de junio Bukele recibirá la Presidencia de la República del ex comandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén (quien justamente le duplica la edad) e inaugurará su mandato de cinco años. Por el momento, su histórica victoria electoral, que para él equivale a "pasar la página de la posguerra", supone un debilitamiento adicional del achicado bloque de la izquierda bolivariana en el hemisferio. Así, Bukele ha criticado duramente al venezolano Nicolás Maduro y ha llamado "dictador" al nicaragüense Daniel Ortega. Al mismo tiempo, el nuevo mandatario salvadoreño se declara admirador del mexicano López Obrador por su programa rupturista y anticorrupción. El primer hándicap de Bukele será puramente institucional, ya que la GANA, sustituto provisional de Nuevas Ideas, su partido propio, solo cuenta con una decena de diputados en la Asamblea Legislativa elegida en 2018 y que no será renovada hasta 2021; en el Legislativo, continúa intacta la preponderancia de ARENA y el FMLN.


(Texto actualizado hasta 11 febrero 2019)

1. Empresario y alcalde capitalino del FMLN
2. Ruptura con el oficialismo y triunfal envite presidencial en 2018


1. Empresario y alcalde capitalino del FMLN

El presidente electo de El Salvador para el período de Gobierno 2019-2024 procede de la comunidad, muy numerosa en el hemisferio y que ha dado muchos nombres famosos a la política, los negocios y la cultura, de los árabe-latinoamericanos, fundada hace casi un siglo por miles de emigrantes venidos de las tierras levantinas (libaneses, palestinos, sirios) del moribundo Imperio turco Otomano. En el caso de Nayib Bukele, sus ancestros son palestinos a través del padre, Armando Bukele Kattán, hijo de inmigrados oriundos de Belén y nacido en 1944 en el país que acogió a sus mayores. Casado con la señora Olga Marina Ortez, de religión católica, y padre de cuatro hermanos, Nayib Armando, Yusef Alí, Karim Alberto e Ibrajim Antonio, Armando Bukele fue un doctor en química industrial y devoto musulmán que alcanzó notoriedad comunitaria y nacional en sus facetas de próspero hombre de negocios, animador religioso, divulgador científico y escritor. Presidente de la Asociación Islámica Árabe de El Salvador durante varios años, Bukele sénior falleció en noviembre de 2015 a la edad de 70 años.

Nayib Bukele nació en la capital del país en 1981, en pleno recrudecimiento de la guerra civil entre el Ejército salvadoreño y la guerrilla marxista del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), y cuando el Gobierno estaba en manos de la Junta Revolucionaria que presidía el democristiano José Napoleón Duarte. La posición acomodada de su familia abría grandes oportunidades lectivas al joven, si bien este tomó la senda de los negocios privados tan pronto como alcanzó la mayoría de edad. Según él, tras graduarse bachiller en 1999 inició la carrera de Ciencias Jurídicas en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA El Salvador), pero la idea de capacitarse como abogado no tardó en quitársele, quedándole únicamente la vocación de integrarse en la gestión de las empresas levantadas por su padre y de dirigir sus propias firmas.

Junto con su hermano Karim y otros parientes de la familia Bukele, Nayib impulsó varios grupos de empresas y sociedades que facturaban en diversos ramos económicos. La que más repercusión ganó fue OBERMET, S.A. de C.V., una compañía de servicios promocionales y publicidad de la que fue presidente y que firmó numerosos contratos con las administraciones públicas del Estado tras la llegada del FMLN a la Presidencia de la República en 2009, una vez reconvertidos los ex guerrilleros a la socialdemocracia y desalojando del poder a su enconado adversario, el partido derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, subida al Gobierno en 1989), en la persona del periodista Mauricio Funes Cartagena.

En 2011, al estrenar la treintena de edad, Bukele decidió entrar en la política con los colores del FMLN. Su bautizo electoral fue en la liza por la alcaldía de Nuevo Cuscatlán, pequeño ayuntamiento del departamento de La Libertad, en la periferia sur del área metropolitana de San Salvador. En las votaciones municipales del 11 de marzo de 2012 el empresario, respaldado además por el pequeño partido Cambio Democrático (CD), se impuso a su contrincante de ARENA y quedó investido para dirigir Nuevo Cuscatlán con mandato entre el 1 de mayo de 2012 y el 30 de abril de 2015. En estos tres años de alcalde, Bukele elaboró unos presupuestos sociales que incluyeron la dotación de becas educativas para jóvenes del municipio carentes recursos y, pese a la irrelevancia política de su consistorio, donde había censados menos de 10.000 habitantes, logró darse a conocer en San Salvador gracias a su estilo fresco y su soltura en las redes sociales, que conectaba con los jóvenes.

La dirección nacional del FMLN se fijó en las posibilidades proselitistas de Bukele, señalado por doquier por su estilo dinámico e innovador, de cara a la contienda con ARENA por el control de la segunda plaza política más codiciada del país después de la Presidencia, la Alcaldía de San Salvador. La misma la tenían en estos momentos los areneros con Norman Quijano González, elegido en 2009 frente a la entonces titular reeleccionista del FMLN, Violeta Menjívar Escalante, y renovado en 2012 frente a Jorge Schafik Handal Vega, el hijo del fallecido líder histórico de los efemelenistas, Schafik Jorge Hándal Hándal. La formación de izquierdas había gobernado San Salvador en el período 1997-2009 con sus alcaldes Héctor Silva Argüello, Carlos Rivas Zamora y, desde 2006, Violeta Menjívar. Quijano era un competidor complicado para el FLML, pero ya en octubre de 2012 el regidor sansalvadoreño hizo oficial su candidatura presidencial en 2014.

En agosto de 2014, luciendo la misma estampa con la que menos de un lustro después iba a catapultarse a la jefatura del Estado —barba recortada y pelo alisado hacia atrás rematado en un asomo de coleta, chaqueta azul oscura, camisa blanca sin corbata y desabotonada, componiendo todo ello un look moderno al que se añadían unas maneras joviales—, Bukele anunció su postulación a la Alcaldía capitalina ofreciendo a los electores "una nueva forma de hacer política", una en la que no cupieran "los juegos sucios tradicionales", y sí "la proposición, la acción y los resultados". Dos meses atrás, había empezado a gobernar en la Casa Presidencial el veterano ex comandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén, segundo presidente consecutivo del FMLN y ganador frente a Norman Quijano del balotaje del 9 de marzo.

Bukele llegó a la elección municipal del 1 de marzo de 2015 recién casado con la licenciada en Psicología Gabriela Rodríguez, apoyado por el Partido Salvadoreño Progresista (PSP) y mandando en las encuestas de intención de voto sobre su contrincante de ARENA, el empresario textil Edwin Zamora. Cumpliendo los pronósticos, el efemelenista se impuso con el 50,4% de los sufragios y el 1 de mayo siguiente tomo posesión del cargo con un mandato de tres años.

El programa municipal de Bukele, calificado de innovador, tenía como insignias la mejora de la seguridad ciudadana, a lograr con la instalación de un nuevo sistema de videovigilancia en las calles de los distritos más golpeados por la criminalidad de las poderosas maras y los pequeños delincuentes, el recorte de salarios funcionariales y demás gastos corrientes en el Ayuntamiento, la rehabilitación y peatonalización de tramos urbanos degradados, y la creación de una bolsa de becas universitarias. En los meses y años siguientes, su gestión mereció críticas positivas, si bien la prensa local también indagó en el aumento del número de licitaciones y contratas de campañas publicitarias públicas adjudicadas por el Gobierno de la nación a la sociedad OBERMET, desde 2013 presidida por el hermano del alcalde, Karim.


2. Ruptura con el oficialismo y triunfal envite presidencial en 2018

Ahora bien, Bukele empezó a ser noticia principalmente por sus desavenencias con algunos concejales de su propio grupo y responsables orgánicos del FMLN, que saltaron a las redes sociales, muy usadas por el edil (quien estaba activo en Twitter desde 2009), y que fueron a más. Los desacuerdos entre el alcalde y la dirección de su partido, a la cabeza del cual figuraba, desde 2004, el secretario general Medardo González Trejo, revestían carácter personal, aunque también tenían un trasfondo ideológico: desde el principio, resultó evidente la nula identificación del empresario metido a político con la retórica y la narrativa de izquierdas de la colectividad que un día fuera poderosa organización revolucionaria y tuviera como principal integrante al Partido Comunista Salvadoreño. Más aún, Bukele comenzó a verter duras críticas a la labor de Gobierno nacional.

El choque culminó el 10 de octubre de 2017, día en que el Tribunal de Ética del FMLN resolvió expulsar de sus filas a Bukele al hallarle culpable en el proceso disciplinario abierto en su contra. Entre otras cosas, el alcalde era acusado de "violar la carta de principios, objetivos, estatutos, reglamento y demás normas del partido", y de cometer "actos difamatorios, calumniosos e injuriosos contra la imagen y el honor" del presidente Sánchez Cerén y miembros de la ejecutiva del partido.

Además, pesaba el altercado, constitutivo según el FMLN de un grave "irrespeto a los derechos humanos de la mujer", vivido por la síndica de la Alcaldía Xochitl Marchelli, quien aseguraba que Bukele, durante una sesión del Concejo Municipal celebrada el 6 de septiembre anterior, la había agredido verbal y físicamente al llamarla "maldita traidora" y "bruja", y haberle arrojado una manzana con intención de lastimarla. Al parecer, Bukele estaba irritado con Marchelli porque esta quería que se discutiera el tema de la imputación de un delito de acoso sexual, amenazas y lesiones a mujeres contra el jefe administrativo del Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM), Herbert David Rivas Martínez, ya detenido por orden de la Fiscalía General de la República.

Más allá de los conflictos circunstanciales, Bukele colisionó sin remedio con el FMLN en el momento en que dejó entrever su ambición de candidatear a la Presidencia de la República en las elecciones de 2019. Puesto que el FMLN no toleraba sus "argumentos de conducta personalista", el alcalde, ahora mismo un independiente no adscrito pero lleno de inquietudes reformistas, se lanzó de inmediato a la construcción de una plataforma sociopolítica a su gusto y medida.

Su primer movimiento fue, escasos días después de su expulsión del FMLN, partido que, al igual que ARENA, no era otra cosa, opinaba ahora, que una "maquinaria electoral al servicio de las oligarquías", anunciar por video, desde Facebook y empleando la etiqueta #HagamosHistoria, el movimiento Nuevas Ideas. Este surgía como una amalgama de grupos espontáneos de ciudadanos que compartían propuestas de mejoras para El Salvador y generaban debate público, y aspiraba a convertirse en una organización política de carácter horizontal, "sin cúpulas". Nuevas Ideas pretendía retar y vencer a los "corruptos" partidos tradicionales, a pesar de no disponer de sus "estructuras territoriales" ni de sus "recursos financieros", y, en última instancia, "cambiar el sistema político del cual ya todos estamos hartos". El círculo inicial de colaboradores de Bukele en su nueva empresa política lo componían funcionarios, asesores y otras personas de confianza de su equipo municipal en San Salvador.

Para conseguir el estatus partidario, Nuevas Ideas debía presentar al menos 50.000 firmas de ciudadanos debidamente acreditados ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE). El 8 de mayo de 2018, una semana después de concluir Bukele su ejercicio en la Alcaldía (donde le tomó el relevo al arenero Ernesto Muyshondt García-Prieto, vencedor en los comicios locales del 4 de marzo, celebrados a la vez que los legislativos, con una aplastante mayoría sobre la efemelenista Jackeline Rivera Ávalos), el secretario general del protopartido, Federico Anliker, hizo entrega de las rúbricas válidas, y no solo 50.000, sino 200.000. Sin embargo, el TSE se tomó con parsimonia la verificación de todo este acopio de firmas y el proceso de registro legal empezó a dilatarse. Otra cuestión era la inscripción de la candidatura presidencial de Bukele, que requería un procedimiento diferente y vendría a continuación.

Impaciente por la demora de las instituciones, Bukele denunció ser "víctima del sistema" y amenazó con "demandar ante instancias internacionales" al TSE si no legalizaba ya a Nuevas Ideas. Las elecciones presidenciales estaban programadas para el 3 de febrero de 2019, con eventual segunda vuelta el 10 de marzo, y la inscripción de candidaturas tenía de plazo entre el 3 de octubre y el 5 de noviembre de este 2018. El tiempo apremiaba, así que a últimos de junio, sin esperar al trámite de Nuevas Ideas por el TSE, el ex alcalde materializó un pacto de postulación con Cambio Democrático, el partido centroizquierdista que ya le apoyara cuando la elección municipal de 2012 en Nuevo Cuscatlán.

A los pocos días, el 10 de julio, en una sentencia sospechosamente oportuna para quienes no veían con buenos ojos las aspiraciones de Bukele, visto por ellos como un perturbador populista, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) resolvió una demanda de 2015 donde se solicitaba la cancelación del CD como persona jurídica porque el TSE había establecido que la formación no cumplía en aquella fecha con la Ley de Partidos Políticos (LPP), si bien ahora mismo, tras la reciente obtención de un diputado en la Asamblea Legislativa, el CD sí satisfacía los requisitos para seguir operando. El 25 de julio el TSE, con gran polémica, revocó la inscripción del CD argumentando que en las elecciones de 2015 el partido no había obtenido representación ni tampoco reunido un mínimo de 50.000 votos.

Este contratiempo obligó a Bukele a buscar a toda prisa otro vehículo para su candidatura presidencial. Así que el 25 de julio, minutos después de conocer la disolución del CD por orden judicial, el opositor corrió a inscribir su precandidatura en la elección primaria de la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), partido conservador con una decena de diputados y fundado en 2010 por escindidos de ARENA. El presidente del Directorio Ejecutivo Nacional de GANA era el empresario José Andrés Rovira Canales y su candidato en las elecciones presidenciales de 2014 había sido Elías Antonio Saca González, cuarto y último presidente arenero de la República en el período 2004-2009, quien en estos mismos momentos estaba en prisión y aguardando la sentencia de su proceso penal por apropiación indebida de fondos.

El desembarco de Bukele revolucionó la interna de la formación derechista. La gran mayoría de los afiliados de GANA se rindió al gancho proselitista de Bukele, y de hecho el precandidato propio que anteriormente tenía todas las de ganar, Wilfredo Salgado García, ex alcalde de San Miguel, dijo que se apeaba de la competición, aparentemente para ahorrarse una derrota humillante. Sin embargo, la autoridad electoral del partido mantuvo la papeleta de Salgado en las mesas electorales. Así las cosas, el 29 de julio Bukele y su escogido para flanquearle como candidato a vicepresidente, el abogado Félix Ulloa Garay, presidente del Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador (IEJES), arrasaron con el 90,3% de los votos, en términos absolutos 1.863 papeletas.

Ya solo restaba inscribir la plancha presidencial en el TSE, trámite que Bukele y Ulloa realizaron el 15 de octubre de 2018, justo al año de poner en marcha el movimiento Nuevas Ideas. Bukele concurría a elecciones bajo la bandera de GANA, que aceptó modificar su logo y colores para mejor identificarse con la simbología acuñada por el candidato, una golondrina blanca en vuelo sobre fondo azul celeste, aunque su filiación seguía siendo la de Nuevas Ideas, al que el TSE finalmente dio registro el 21 de agosto. Además, Bukele recibió la adhesión de los partidarios del ya extinto CD. En las urnas iba a batirse con los pretendientes de ARENA, Juan Carlos Calleja Hakker, rico propietario de una cadena de supermercados, y el oficialista FMLN, Hugo Martínez Bonilla, hasta mayo el ministro de Relaciones Exteriores de Sánchez Cerén.

Su imagen fresca, juvenil y, potenciándola con indumentarias informales, contestataria, y la machaconería de sus mensajes inconformistas, muy básicos pero efectivos, sobre que había llegado la hora de revolverse contra la corrupción y los abusos de décadas de "partidocracia", unidas a un hábil manejo de las redes sociales (en Twitter hizo furor el hashtag #QueDevuelvanLoRobado), lanzaron a Bukele desde el primer día al liderazgo de absolutamente todos los sondeos de opinión, y sacándoles a Martínez y Calleja una abultada ventaja, por lo general de no menos de 20 puntos, en todo momento.

En cuanto a las concreciones programáticas, Bukele, que rechazaba "encasillarse de izquierda o de derecha", no se sentía incómodo con la etiqueta de "antisistema" y aseguraba ser "más radical" que la izquierda del FMLN pero "no en el tema ideológico", sino en el sentido de que "hay que hacer cambios de verdad para nuestro pueblo", puso sobre la mesa el Plan Cusca¬tlán de "nueva gobernanza", un documento surgido de las propuestas y deliberaciones de Nuevas Ideas.

En su plan de Gobierno, el candidato opositor mencionaba una serie de "proyectos insignia". Entre ellos estaban: el tratamiento de la inseguridad y la violencia desde tres ejes, el de la "prevención" —consistente en impedir el reclutamiento de más jóvenes por las pandillas mediante actuaciones de "inclusión social"—, el del "combate" policial y el de la "reinserción" de los delincuentes; el Proyecto Dalton, con la oferta de 20.000 becas para la formación en universidades extranjeras de estudiantes salvadoreños que luego tendrían que regresar al país para volcar aquí el conocimiento adquirido; Mi Nueva Escuela, para modernizar los centros de enseñanza infantil y mejorar el rendimiento académico; Nacer-Crecer, Franja del Norte y Franja del Pacífico, con actuaciones específicas para la reducción de la pobreza y el desarrollo humano, empujando los sectores agropecuario y pesquero, de las regiones más pobres del país; el aumento de la dotación del Fondo para el Desarrollo Económico y Social de El Salvador (FODES), dirigido a los municipios; la exención del pago de impuestos, incluido el IVA, a 100.000 familias en especial situación de vulnerabilidad; y la creación de una Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador (CICIES).

Bukele, quien, siendo alcalde de San Salvador, había sido acusado de pactar con las pandillas que controlaban el barrio capitalino donde el Ayuntamiento construyó e inauguró en 2016 el Mercado Cuscatlán —una original integración de centro comercial, centro cívico y biblioteca pública que aunaba los puestos de venta tradicionales, los servicios de hostelería y los equipamientos culturales—, diagnosticaba que las maras eran un "poder fáctico" con el que el Estado debía "competir" para "ganarse a los jóvenes", pero sin llegar a "negociar" con ellas.

El documento programático mencionaba también la "evaluación de la creación de un fondo público de pensiones", reforma que daría una "mayor cobertura" a la población pero de la que no se aclaraba el mecanismo de cotizaciones, así como el lanzamiento de grandes obras de infraestructuras de comunicaciones, logísticas y turísticas, y de regeneración medioambiental, como el Aeropuerto del Pacífico en La Unión, el Ferry Regional, el Ferry Nacional y el Metro elevado San Marcos-San Salvador-Apopa. Para la financiación de estos "proyectos de infraestructura insignia", el Plan Cusca¬tlán preveía un desembolso mínimo de 1.525 millones de dólares y un máximo de 2.455 millones entre 2019 y 2024, correspondiendo el grueso de estas inversiones al capital empresarial privado.

Por otro lado, indagado por sus creencias religiosas al ser hijo de musulmán y de cristiana católica, el candidato confirmó que era una persona "creyente en Dios", aunque no pertenecía "a ninguna religión". Además, se pronunció en contra del aborto.

(Cobertura informativa hasta 1/2/2019)