Nabil Karoui

"Soy el primer preso político de la Revolución". Así se describe, desde la prisión preventiva a la que un juez le envió el 23 de agosto bajo los cargos de evasión fiscal y blanqueo de capitales, el magnate de la comunicación Nabil Karoui, segundo candidato más votado en la elección presidencial celebrada en Túnez el 15 de septiembre de 2019 y que disputará el balotaje con el otro sorprendente postulante outsider de la contienda democrática, el jurista independiente Kaïs Saïed.

Propietario del influyente canal de televisión Nessma TV, patrón, junto con su hermano Ghazi, del mayor emporio de publicidad del Magreb y llamado inevitablemente el Berlusconi tunecino, Karoui juega las cartas del político antisistema acosado por quienes temen perder poder y privilegios. Sin embargo, debe su fortuna empresarial a la apertura económica de los años del derrocado presidente Zine El Abidine Ben Alí y hasta 2017 estuvo en la dirigencia del partido oficialista Nidaa Tounes, que ayudó a fundar y donde representó la vertiente liberal y promercado. Fue igualmente un hombre próximo al jefe del Estado desde 2014, Béji Caïd Essebsi, cuyo fallecimiento en julio provocó el adelanto de las votaciones presidenciales.

El empresario, partiendo de una polémica campaña caritativa privada de ayudas a los desfavorecidos y creando un partido para la circunstancia, Qalb Tounes (Corazón de Túnez, que acudirá también a las legislativas de octubre), presentó un plan de gobierno pensado para seducir e ilusionar a la juventud, a los golpeados por las penurias cotidianas y, en suma, a todos los desencantados por el incumplimiento de las metas, en términos de trabajo, oportunidades y prosperidad, voceadas cuando la histórica revuelta popular de 2011. Sus principales promesas son lanzar un "plan nacional contra la pobreza", conferir una dimensión "global" a la seguridad antiterrorista, dinamizar la diplomacia y dotar al inquilino del Palacio de Cartago -que, de acuerdo con la Constitución, solo determina las políticas de Seguridad, Defensa y Relaciones Exteriores- de una iniciativa legislativa en materia económica, para sentar las bases de un "nuevo modelo económico" volcado al crecimiento y el empleo.

Su encarcelamiento a espera de juicio no ha anulado la candidatura presidencial de Karoui, que la inscribió previamente. Sin embargo, el multimillonario, cuyo estilo dinámico y moderno presenta rasgos populistas, no ha podido participar en la campaña electoral ni ejercer su derecho al voto, anomalías que se suman al mismo procesamiento del candidato, detenido precisamente ahora tras años de investigaciones en su contra. Karoui no duda de que tras su persecución judicial están los intereses políticos del primer ministro Youssef Chahed, quien por cierto ha quedado quinto en las elecciones, y su aliado gubernamental, el partido islamista Ennahda, los cuales ya venían echándole en cara que su televisión estuviera emitiendo sin licencia.


(Texto actualizado hasta septiembre 2019)

Nacido en 1963 en Bizerta, su educación universitaria transcurrió en Marsella, en cuya École Supérieure de Commerce (hoy, Kedge Business School) se sacó un diploma. Mientras estuvo en Francia trabajó para las multinacionales Xerox y Colgate-Palmolive, y a su regreso a Túnez encaminó sus pasos profesionales al mundo de la publicidad y la comunicación. A principios de los años noventa ejerció en la sección de ventas del grupo alemán Henkel y participó en la puesta en marcha del canal de televisión codificada Horizons Tunisie, perteneciente al grupo francés Canal+, del que se convirtió en director comercial.

En 1996, junto con su hermano un año menor, Ghazi, en adelante socio inseparable de aventuras comerciales, Karoui montó su primera compañía como empresario autónomo, EKKO, luego llamada KNRG, una agencia publicitaria que no tardó en obtener pingües beneficios en los mercados de Túnez, Marruecos y Argelia. En 1999 los hermanos se hicieron con la representación exclusiva en la región del Magreb de uno de los gigantes europeos del sector, la británica Saatchi & Saatchi. Luego, entraron en los mercados de la telefonía móvil, la producción audiovisual y los servicios digitales, y en 2006 agruparon todas sus sociedades y líneas de negocio en el holding Karoui & Karoui World, que abrió oficinas en Argelia, Marruecos, Libia, Mauritania, Sudán y Arabia Saudí.

Patrón de la televisión privada tunecina
Los Karoui, descritos a sí mismos como unos hombres hiperactivos y adictos al trabajo, lanzaron en 2007 su propio canal de televisión, Nessma TV, en cuyo capital accionarial iba a entrar la compañía Mediaset de Silvio Berlusconi. Tras dos años retransmitiendo programas extranjeros vía satélite de manera irregular, Nessma TV inició sus emisiones de manera oficial en marzo de 2009 con la preceptiva autorización del Gobierno tunecino. En su discurso a la nación con motivo del 53º aniversario de la independencia del país, el presidente de la República, Zine El Abidine Ben Alí, llegó a felicitar a los propietarios de Nessma, televisión que puso como ejemplo de los frutos de su política de liberalización de las comunicaciones y aperturismo informativo. Según Ben Alí, Nessma TV venía a "satisfacer la pluralidad de gustos y orientaciones" y a "empoderar al país para su adaptación a la revolución mediática global".

Las palabras elogiosas del presidente, dichas a toda la nación a modo de publicidad gratuita para la cadena y además del máximo nivel, no pudieron menos que llenar de orgullo a los hermanos Karoui, aunque las mismas también contenían una amenaza implícita, ya que el jefe del Estado, cabeza de un régimen dictatorial tras un maquillaje de elecciones, instó igualmente a la prensa y a las nuevas compañías audiovisuales a "respetar las normas éticas" y a "observar la inviolabilidad de la integridad de las instituciones"; las críticas que estos medios de información y comunicación pudieran realizar, matizaba Ben Alí, solo podían ser "objetivas", para "unir en lugar de desunir".

Nessma TV era una televisión generalista orientada al entretenimiento, pero el estallido de las grandes protestas antigubernamentales de diciembre de 2010 empujó a Nabil Karoui a dar eco informativo de lo que estaba sucediendo. Tras el triunfo en enero de 2011 de la Revolución popular, saldada con la fuga de Ben Alí y el colapso del régimen de partido hegemónico, Nessma TV adoptó un perfil de canal de información comprometido con los principios democráticos de la Revolución. Aunque sin adscripciones políticas por el momento, Karoui dejó entrever una simpatía por Béji Caïd Essebsi, veterano ex servidor del régimen bourguibista-benalista que en febrero de 2011 fue nombrado por el presidente interino de la República, Fouad Mebazaa, para ser el primer ministro en la etapa preconstituyente de la transición a la democracia.

Meses después, en octubre de 2011, en consonancia con el espíritu plural, secular y modernizador de sus dueños, Nessma TV emitió la película de animación francesa Persépolis. La iniciativa concitó una encolerizada reacción de la corriente salafista local, 200 de cuyos miembros salieron a manifestarse ante la sede de la cadena en la capital del país, a la que intentaron prender fuego. Karoui fue hostigado por los islamistas radicales en su propio domicilio y, más aún, recibió una denuncia que terminó en los tribunales. Procesado por "blasfemia" y "alteración del orden público", delitos por los que enfrentaba una condena de hasta tres años de cárcel, el empresario fue declarado culpable, si bien la pena que le cayó, el pago de una multa de 2.400 dinares, fue simbólica. El veredicto llegó en mayo de 2012, cuando fungía el Gobierno de coalición mandado por el partido islamista moderado Ennahda, ganador de las elecciones del 23 octubre de 2011 a la Asamblea Constituyente.

El juicio a Karoui, denunciado por Amnistía Internacional, tuvo mucha repercusión y atrajo el interés de figuras opositoras como Chokri Belaïd, destacado abogado izquierdista y líder del Movimiento de Patriotas Demócratas (MOUPAD), quien aprovechó la causa para realizar un impactante alegato en defensa de la libertad de expresión en Túnez. Posteriormente, en febrero de 2013, Belaïd fue asesinado por extremistas religiosos, magnicidio que provocó una enorme conmoción nacional, cubierta al detalle por Nessma TV, y a la postre la caída del primer ministro del Ennahda, Hamadi Jebali

Durante su proceso por blasfemia, Karoui se aproximó al ex primer ministro Essebsi para el proyecto de fundar un partido político de carácter estrictamente laico, nacionalista pragmático e identificado con las reformas democráticas. Colocándolo en el centro del espectro ideológico y en la oposición al cuestionado Gobierno de la Troika (esto es, el islamista Ennahda y los partidos no confesionales CPR y Ettakatol), Essebsi dio a su partido el nombre de Llamada de Túnez (Nidaa Tounes), el cual obtuvo el registro legal en julio de 2012. La incorporación de personalidades como Karoui, icono del nuevo empresariado de éxito enriquecido al socaire del aperturismo económico del benalismo, dotó de una importante vertiente liberal y promercado a Nidaa Tounes, cuya militancia variopinta incluía también a viejos servidores del presidente Habib Bourguiba y ex miembros del partido del régimen derrocado en el alzamiento de 2011, el RCD -de los que el propio Essebsi era preclaro exponente-, así como a tecnócratas, sindicalistas y socialdemócratas.

Sin disimulos, el multimillonario puso Nessma TV al servicio de las campañas electorales de Nidaa Tounes, que en 2014, una vez promulgada la nueva Constitución, ganó tanto las legislativas de octubre, tras lo cual formó un Gobierno de concentración con ministros del Ennahda y con el técnico Habib Essid de primer ministro, y las presidenciales de noviembre y diciembre, en las que Essebsi, a los 88 años, batió al titular aspirante a la reelección, Moncef Marzouki. La instrumentación del emporio publicitario y mediático de los hermanos Karaoui para las necesidades proselitistas de Nidaa Tounes fue investigada en 2015 por la Alta Autoridad Independiente de la Comunicación Audiovisual (HAICA).

Tras la subida de Nidaa Tounes al poder, Karoui siguió al margen de las instituciones republicanas, aunque su perfil político cobró nitidez. Considerado una persona muy próxima a Essebsi, en enero de 2016 fue elegido miembro de la ejecutiva del partido durante el congreso que Nidaa Tounes celebró en Sousse. En abril siguiente el empresario llegó a dejar la dirección general de Nessma TV, pero inmediatamente después entró en desavenencias con el hijo del presidente y director ejecutivo de la formación oficialista, Hafedh Caïd Essebsi. El enfrentamiento fue a más y en abril de 2017 el propietario televisivo terminó abandonando el partido con profusión de reproches.

A partir de este momento, Karoui se dedicó a construir su propia base de apoyos políticos y simpatías ciudadanas. La empresa fue facilitada por la labor social de la ONG caritativa creada en memoria de uno de los tres hijos tenidos con su esposa Salwa Smaoui, Khalil, fallecido en un trágico accidente de tráfico en agosto de 2016. La intensa campaña humanitaria de la Asociación Khalil Tounes, desarrollada in situ por su presidente y enfocada en personas sin recursos de todas las gobernaciones del país, era puntualmente cubierta en directo por Nessma TV, que mostraba la entrega de ayudas a los desfavorecidos en horario de máxima audiencia.

Por otro lado, en septiembre de 2016 año el magnate fue señalado por la ONG anticorrupción I-Watch, dedicada a monitorizar las instituciones, los partidos y los grupos de la sociedad civil que llevaban la voz cantante en el nuevo Túnez democrático, como sospechoso de evadir impuestos y de desviar fondos no declarados al fisco tunecino hacia sociedades opacas radicadas en el extranjero, concretamente en Marruecos, Argelia y Luxemburgo. I-Watch sustanció su imputación con una denuncia formal que fue admitida por los órganos de justicia. Entonces, Karoui tachó las acusaciones de la ONG de maniobra de descrédito urdida por sus enemigos internos de Nidaa Tounes.

Aventura presidencial en 2019 entre problemas judiciales
El 25 de abril de 2019, cuando el salto oficial de Karoui a la contienda política nacional parecía inminente, agentes policiales, siguiendo instrucciones de la HAICA, irrumpieron en los estudios centrales de Nessma TV en Túnez capital y confiscaron abundante material técnico. Las autoridades justificaron la aparatosa operación policial contra el canal privado porque sus dueños venían emitiendo sin licencia desde 2014 y además estaban ignorando sistemáticamente los avisos de que debían regularizar su situación.

Karoui habló de "injusticia histórica" cometida contra su televisión y presentó la incautación de equipos de emisión como una venganza del Gobierno de coalición de Youssef Chahed, hasta hacía poco miembro de Nidaa Tounes y ahora al frente de una escisión llamada Tahya Tounes (Viva Túnez), por la línea editorial crítica de la cadena. El Sindicato Nacional de Periodistas Tunecinos (SNJT) subrayó su posición de principio contraria al cierre de cualquier medio informativo, pero añadió que Karoui debía "asumir su responsabilidad" por la comisión reiterada de "graves violaciones" de las normativas. En esos momentos, el grupo Karoui & Karoui World se componía de seis subsidiarias: Production (spots de publicidad televisiva), Interactive (estrategias de mercado), Advertising (publicidad corporativa), Outdoor (publicidad estática en lugares públicos), Entertainment (productos audivisuales) y Wagence (servicios digitales).

El incidente de la intervención policial contra Nessma TV resultó providencial para las ambiciones políticas que todo el mundo atribuía a Karoui, el cual, a pesar de no haber puesto aún su aspiración presidencial sobre la mesa, se coló como un ciclón en los sondeos de preferencia de personalidades de cara a las próximas elecciones para la jefatura del Estado, previstas en noviembre. Otorgándole de golpe entre el 21% y el 23% de los votos, las encuestas situaron a Karoui muy por delante del candidato del oficialismo, el primer ministro Chahed, y en reñida pugna con el otro postulante fenómeno, el austero profesor constitucionalista Kaïs Saïed, figura independiente también y portador de un discurso rigurosamente legalista y anticorrupción, muy crítico con las normas vigentes y la clase política, hasta el punto de adjudicársele una etiqueta, la de azote del establishment surgido de la Revolución de 2011, que Karoui, con un currículum y un estilo completamente distintos, reclamaba también para sí.

El 27 de mayo de 2019 fue el día en que el mayor potentado de la comunicación de Túnez y el propietario de la principal agencia de publicidad del Magreb, a sus 55 años, anunció que, en efecto, estaba en la carrera por la sucesión del anciano Essebsi, quien había descartado presentarse para un segundo mandato, en el Palacio de Cartago. Entrevistado por su propia televisión, Karoui explicó que su programa se fundaba en una promesa simple, "erradicar la pobreza" que padecían cientos de miles de tunecinos, meros "invisibles" para el actual Gobierno. El movimiento político por él puesto en marcha no era "en modo alguno populista, sino más bien popular", y apelaba a una "revolución a través de las urnas", a fin de "restablecer la esperanza en la confianza".

El siguiente paso fue la presentación de un vehículo partidario para concurrir a las elecciones legislativas de octubre y a las presidenciales de noviembre. El empresario anunció la creación de Qalb Tounes (Corazón de Túnez) el 25 de junio, una semana después de aprobar la Asamblea de Representantes del Pueblo una muy polémica reforma del código electoral -diseñada, al parecer, para perjudicar a Karoui- que bloqueaba las candidaturas de quienes tuvieran antecedentes penales, distribuyeran ayudas directas a los ciudadanos o hubieran difundido propaganda política o recibido fondos extranjeros en los 12 meses anteriores a la elección.

A los pocos días, el 28 de junio, llegó la noticia de que Nabil y Ghazi Karoui estaban imputados por la Fiscalía del Tribunal Judicial, Económico y Financiero de Túnez en base a la denuncia interpuesta en 2016 por la ONG I-Watch. El 8 de julio el juez instructor del caso presentó contra los hermanos los cargos de fraude fiscal y lavado de dinero agravado (con reincidencia), y de paso les prohibió abandonar el país y ordenó la congelación de todos sus bienes y activos financieros.

Qalb Tounes estalló contra el primer ministro Chahed y sus socios del Gobierno, los islamistas del Ennahda, acusándoles de "valerse desvergonzadamente de las instituciones y los recursos del Estado para eliminar a opositores políticos". El 2 de agosto Karoui, desafiante y arropado por una comitiva de incondicionales, se presentó ante la Instancia Superior Independiente para las Elecciones (ISIE), que, para sorpresa de algunos, no puso objeciones a la inscripción de su candidatura presidencial. Las elecciones habían sido adelantadas al 15 de septiembre, semanas antes de los comicios a la Asamblea, debido al fallecimiento del presidente Essebsi el 25 de julio.

La campaña electoral arrancaba oficialmente el 2 de septiembre, pero Karoui y sus acólitos se apresuraron a divulgar el manifiesto electoral de Qalb Tounes, que vislumbraba un "Túnez libre y soberano, y a la vez justo, equitativo, democrático, próspero y respetado". En la agenda del candidato tenía "prioridad absoluta" la lucha contra la pobreza, cometido que iba a requerir la elaboración y firma de un Pacto Nacional ad hoc por todos los partidos políticos, sindicatos y demás organizaciones sociales en los primeros 90 días del mandato. El Pacto Nacional contra la pobreza, concebido como una "iniciativa legislativa presidencial", establecería "una estrategia urgente y un plan de acción para satisfacer las necesidades de los pobres en términos de alimentación, vivienda, transporte y sanidad".

Otros asuntos clave del programa del opositor eran la definición de un nuevo concepto de la seguridad nacional centrada en la lucha antiterrorista, que adquiriría una dimensión "global", la dinamización de la política exterior y las relaciones diplomáticas, potenciando en ellas la vertiente económica, y la conversión de la Presidencia de la República en una institución activa en la esfera económica, pese a que aquí la Constitución reservaba al Gobierno la definición de la política general. Así, Karoui quería sacar adelante una Ley de Orientación Económica, equiparable según él a una "Constitución Económica", para poner los cimientos de un "nuevo modelo económico para Túnez" volcado al crecimiento, el empleo y el conocimiento.

El 23 de agosto Karoui, que en la última encuesta publicada, el 15 de julio, se mantenía en cabeza con el 23% de los votos (el más potente de sus 25 contrincantes, Kaïs Saïed, era segundo con el 14%), recibió un doble mazazo legal: por un lado, la HAICA y la ISIE resolvieron que Nessma TV, puesto que carecía de licencia, no podía cubrir en sus emisiones el desarrollo de la campaña electoral; y, peor aún, el magnate fue arrestado por la Policía siguiendo una orden de la Corte de Apelaciones, que dispuso el inmediato ingreso del acusado en prisión preventiva. Esto suponía que Karoui, aunque seguía siendo candidato y su opción iba a figurar en las mesas de los colegios electorales cuando estos se abrieran el 15 de septiembre, no iba a poder participar en su propia campaña presidencial ni tampoco ir a votar.

Airado, el partido Qalb Tounes denunció en un comunicado el "rapto violento y sorpresivo" de su candidato, víctima de una "práctica fascista" que recordaba "las horas más oscuras de la tiranía". El 3 de septiembre la Corte de Apelaciones rechazó la petición de puesta en libertad de Karoui hecha por su abogado, quien presentó a su cliente como un "prisionero político". En la víspera, la esposa del detenido, Salwa, inauguró la campaña electoral de Qalb Tounes en la gobernación de Gafsa, acto en el que leyó una carta de su marido preso.

(Cobertura informativa hasta 3/9/2019)