Mohammad Yunus

El economista y empresario social Mohammad Yunus, Premio Nobel de la Paz y la personalidad más prestigiosa de Bangladesh, asumió en agosto de 2024 una alta misión a la que sus compatriotas le emplazaron en circunstancias de urgencia política y confiados en su aureola, unánimemente adjudicada, de hombre providencia. Se trataba de pilotar la nación con carácter provisional, en calidad de asesor jefe del Gobierno, tras la caída de la jequesa Hasina Wajed, primera ministra en los últimos 15 años y obligada a renunciar y a exiliarse por una población alzada contra sus desmanes autoritarios y represivos. Otrora icono de la democracia en el populoso Estado asiático, Hasina había terminado convirtiéndose en una autócrata sin escrúpulos y había incluido a Yunus en su lista de enemigos a neutralizar.

El conocido como el banquero de los pobres, mundialmente famoso por su labor pionera con los microcréditos, su honda vocación social y su compromiso con el desarrollo humano equitativo y el empoderamiento económico de las mujeres, ya está tomando con celeridad una serie de medidas encaminadas a restablecer el orden democrático, salvaguardar los derechos humanos, reajustar la economía y hacer justicia con las víctimas de la dictadura de facto en que devino el régimen de Hasina y su partido, la Liga Awami. Entre las tareas de su Gobierno interino y neutral está decidir cuándo podrá el país celebrar elecciones con garantías para volver a la normalidad constitucional. Por el momento, la paz civil sí se ha conseguido.

Con una trayectoria no libre de polémicas y optimista inveterado, Yunus proclama el poder "creador" del ser humano en la medida en que este "imagina" y "lucha". A los 84 años, ha sido llamado a tomar las riendas de Bangladesh mientras conducía la campaña Un Mundo de Tres Ceros, a saber: cero emisiones netas de carbono, cero concentración de la riqueza para acabar con la pobreza y cero desempleo con el "impulso del emprendimiento en todos".

(Texto actualizado hasta 6 septiembre 2024).


La infancia y juventud de Mohammad Yunus, hijo de una familia numerosa de fe musulmana procedente del campo e instalada en la populosa ciudad de Chittagong, transcurrió en la época en que la actual Bangladesh fue primero provincia de la India Británica y luego, tras la partición e independencia de 1947 —producidas cuando él tenía siete años—, las provincias pakistaníes de Bengala Oriental y Pakistán Oriental. La posición relativamente desahogada del padre, joyero de profesión, le permitió estudiar en la Collegiate School de Chittagong, un centro público de reputada solera y cantera educativa de muchas futuras personalidades bangladeshíes.

Alumno aventajado, el joven conoció mundo gracias a sus actividades en los Boy Scouts e ingresó en la Universidad de Dhaka, donde en 1961 obtuvo la licenciatura en Economía. Tras su graduación, fue contratado como asistente de investigación por el Bureau of Economics de Dhaka y empezó a dar clases en el Chittagong College. Asimismo, puso en marcha su primer negocio privado, una pequeña fábrica de envoltorios. En 1969 recibió el doctorado en Economía por la Universidad Vanderbilt de Tennessee, Estados Unidos, a cuyo Graduate Program in Economic Development (GPED) accedió a través de una beca Fulbright y donde conoció a su primera esposa, Vera Forostenko, una estudiante estadounidense hija de inmigrantes rusos con la que contrajo matrimonio en 1970. Ese mismo se trasladó a la Middle Tennessee State University de Murfreesboro en calidad de profesor auxiliar.

Yunus vivió en Estados Unidos la cruenta guerra de liberación nacional de Bangladesh, en la que el país arrancó la independencia a Pakistán con un enorme precio en vidas y la decisiva ayuda militar de India. Corría 1971 y el prometedor economista era un seguidor ferviente del jeque Mujibur Rahman, jefe del movimiento secesionista, líder de la izquierdista Liga Popular de Bangladesh (Liga Awami, BAL) y primer presidente de la flamante República. Cuando estallaron las luchas contra las fuerzas pakistaníes, que intentaron aplastar a los separatistas sin ahorro de violencias, el profesor expatriado en Tennessee organizó un comité de ayuda a sus paisanos.

Emprendedor con un concepto de las finanzas en favor de los más humildes

A su retorno a casa en 1972, Yunus, nombrado catedrático, se puso al frente del Departamento de Economía de la Universidad de Chittagong. Las calamidades naturales y las convulsiones políticas que empezaron a sacudir al joven Estado independiente hasta hacerlo tambalear decidieron su vocación de servicio público entregado a su gente. La hambruna que asoló Bangladesh en 1974, provocada por la inundación del río Brahmaputra y con un balance aproximado de 30.000 muertos, involucró al economista en los esfuerzos por reducir la abrumadora pobreza en que estaba sumida la mayoría de la población.

A su entender, la clave de esta batalla por el desarrollo humano y social de Bangladesh radicaba en levantar unas sólidas economías agropecuarias locales, sobre dos bases: los programas técnicos científicamente elaborados y, punto de lo más novedoso, la ayuda fundamental de un sistema no usurero de préstamos bancarios de muy bajo interés, muy poco dinero y plazos largos, el cual permitiría a los campesinos levantar sus propias explotaciones y montar sus propios negocios con un horizonte de rentabilidad.  

En 1975, el año en que Mujibur Rahman, el carismático padre de la independencia devenido dictador, fue asesinado en un golpe de Estado cívico-militar que abrió una etapa más conservadora en el curso político del país, Yunus y su grupo de colaboradores entusiastas se pusieron manos a la obra con el proyecto Nabajug Tebhaga Khamar de granjas experimentales compartidas. La iniciativa recabó el apoyo del Gobierno del general y presidente Ziaur Rahman (quien también iba a ser asesinado, en 1981) y sirvió de boceto para el programa estatal Swanirvar Gram Sarkar (Gobierno Local Autosuficiente) de cooperativas agrícolas centradas en la producción de alimentos para el autoconsumo y la creación de excedentes comerciales.

Además de ser el padre conceptual del programa Gram Sarkar, Yunus materializó su visión de los microcréditos para los emprendedores y los innovadores sin recursos económicos, convencido de su capacidad transformacional de las vidas de los pobres. En 1976 el economista, partiendo de un crédito concedido por el estatal Janata Bank, empezó a subvenir las necesidades de financiación de los habitantes de Jobra, aldea de su subdistrito natal de Hathazari, al norte de Chittagong y víctima recurrente de las inundaciones. 

Contrastando con el proceder de la banca tradicional, que solo concedía préstamos en cantidades excesivas para las necesidades básicas de la gente más humilde y con unos intereses y plazos que esta no podía cumplir, Yunus prestaba cantidades mínimas a los campesinos, preferentemente mujeres, habida cuenta de su hándicap adicional por la discriminación de género y por el hecho constatado de ser ellas mejores administradoras que los hombres del dinero que pudiera llegar a los hogares. 

Lo prestado en cada caso no pasaba de unos escasos dólares al cambio, pero esto ya era suficiente para poder engendrar los primeros ingresos por la venta en los mercados de productos del campo o manufacturas artesanas, ganancias que en muchos casos no tardaban en generar un positivo efecto de bola de nieve: esas ganancias podían destinarse a amortizar el primer crédito o a solicitar un segundo crédito de mayor cuantía para ampliar la actividad comercial en marcha. Se trataba, en suma, de activar un proceso productivo de ámbito familiar, una prosperidad de lo más modesta y no exenta de percances y fracasos por la precariedad endémica del entorno social, pero prosperidad al fin y al cabo.

Los microcréditos de Yunus, sistema que ya venían estudiando entre otros el científico social pakistaní Akhtar Hameed Khan (quien poco después activó en su país el Proyecto Piloto Orangi, con un destacado componente microfinanciero) y el activista estadounidense Al Whittaker, se revelaron todo un éxito, subrayaban informes periodísticos y artículos académicos: los prestatarios podían establecer unas economías familiares básicas con las que al menos subsistir y salir adelante, y además lograban pagar lo adeudado gracias a un esquema solidario y coparticipativo. Miles de bangladeshíes saltaron un obstáculo que antes parecía infranqueable y vieron mejoradas sustancialmente sus condiciones de vida. Yunus reclutó a más bancos comerciales y a trabajadores para expandir sus operaciones de préstamo volcadas en los pobres, y en 1983 toda esta estructura desembocó en la fundación del Grameen Bank (Banco del Pueblo). 

Cuando 23 años después a Yunus le dieron el Premio Nobel de la Paz por este magna empresa, el Grameen Bank ya había dado préstamos por valor de más 6.000 millones de dólares a más de siete millones de personas, la gran mayoría mujeres, y su modelo microcrediticio había sido adoptado por doquier en muchas partes del mundo, y no solamente en países en vías de desarrollo. Para el economista bangladeshí, el crédito financiero, asequible y personalizado, era un derecho humano fundamental y una herramienta valiosísima para erradicar la pobreza, sin lo cual, argüía, no podía asentarse la paz en las sociedades.

Fue en 1983 también cuando Yunus, luego de su divorcio de Vera Forostenko en 1979, contrajo segundas nupcias con Afrozi, futura profesora de Física que en 1986 le dio su segunda hija, Deena. Su hermanastra mayor, Monica, nacida en 1979 y criada por su madre Vera en Estados Unidos, iba a adoptar la nacionalidad de este país y a convertirse en una aplaudida cantante operística con voz de soprano.

Aclamación internacional, prurito político, reguero de controversias y la enemistad de Hasina

Desde finales de la década de los ochenta, Yunus extendió sus actividades promotoras de las microeconomías locales al estímulo de la pesca fluvial, las infraestructuras de irrigación y proyectos de modernización tecnológica (informatización, telefonía móvil) en áreas rurales. Adquirió un estatus de referente para las ONG y los organismos internacionales dedicados a los problemas del desarrollo. En 1993 el secretario general de la ONU, Boutros-Ghali, le nombró para integrar el panel de asesores de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995. También figuró en el Consejo Asesor para el Desarrollo Económico Sostenible, el Grupo de Expertos de la ONU sobre Mujeres y Finanzas, y la Comisión Global sobre la Salud de las Mujeres, grupo asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Un extenso palmarés de galardones y reconocimientos internacionales precedió la llegada del premio supremo del que muchos consideraban a Yunus justo merecedor, como mínimo desde mediados de la década de los noventa. Se trataba del Nobel de la Paz, que le fue concedido en 2006 "por sus esfuerzos por crear desarrollo social y económico desde abajo", y que a los 66 años recogió el 11 de diciembre en Oslo, acompañado por su mano derecha Mosammat Taslima Begum en representación del Grameen Bank, persona jurídica cogalardonada. Yunus indicó que destinaría a causas en beneficio de la comunidad los 10 millones de coronas suecas (1,37 millones de dólares) con que estaba dotado el premio. Así, el dinero se repartiría entre la creación de una factoría de comida de alto valor nutritivo y bajo precio, la construcción de un hospital oftalmológico y el establecimiento de una universidad de ciencia y tecnología en Bangladesh.

Al Nobel de la Paz le siguieron laureles como la Medalla Presidencial de la Libertad (2009) y la Medalla de Oro del Congreso (2010) de Estados Unidos, donde Yunus tenía abundantes admiradores, como el ex presidente Bill Clinton y el magnate Bill Gates. En 2007 el economista bangladeshí respondió positivamente a la convocatoria del ex presidente sudafricano Nelson Mandela para la formación del grupo de líderes veteranos y retirados conocido como The Elders, del que sin embargo luego se disoció. En julio de 2008 presentó el Yunus Centre, think tank con sede en Dhaka y dedicado a difundir su pensamiento en torno a los negocios sociales, la eliminación de la pobreza y la economía sostenible en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, temas que pasaron a ser objeto de debate en las anuales Global Social Business Summits. En 2011 cofundó en Alemania la Yunus Social Business (YSB), una incubadora de start-ups sociales en países en desarrollo. 

En la segunda década del siglo, Yunus, muy solicitado desde la ONU, las ONG y el mundo académico, autor de libros y ponente y conferenciante en multitud de eventos, vio extenderse su influencia intelectual y quedó consagrado como la mayor autoridad mundial en materia de microfinanzas.

En 1996 Yunus aceptó el ofrecimiento de asesorar en las áreas de medio ambiente, ciencia, tecnología y educación primaria al breve Gobierno provisional del juez en jefe Mohammad Habibur Rahman, el cual rigió Bangladesh durante tres meses, cubriendo las elecciones generales que supusieron la derrota del conservador Partido Nacionalista de Bangladesh (BJD) de la begum Khaleda Zia (viuda de Ziaur Rahman y primera ministra desde 1991) y la victoria de la BAL de la jequesa Hasina Wajed (hija de Mujibur Rahman). 

En aquella época, el banquero, aunque políticamente no afiliado, seguía mirando con abierta simpatía la tradición nacionalista progresista del Bangabandhu Mujibur Rahman y mantenía unas cordiales relaciones con su hija Hasina, la cual gobernó Bangladesh hasta que los comicios de 2001 devolvieron a Zia y a su agrupación al poder. Por ejemplo, en febrero de 1997 Washington acogió una Cumbre internacional sobre el Microcrédito organizada por Yunus y la Administración Clinton en la que Hasina, designada copresidenta del Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno del evento, pronunció el discurso inaugural pródigo en elogios a su compatriota.

En 2006 Yunus y otras personalidades de la sociedad civil hicieron una campaña instando a los partidos mayoritarios a que presentaran candidatos honestos, en un país lastrado por la más desmedida corrupción, a las votaciones generales que tocaban ese año pero que el violento enfrentamiento entre los archirrivales BJD y BAL no permitió tener lugar. 

Las elecciones, intervención del Ejército mediante, tuvieron que esperar hasta 2008, tiempo en el cual Bangladesh contó con tres gobiernos provisionales sucesivos, el primero encabezado por el presidente de la República, Iajuddin Ahmed, una figura independiente, y los otros dos por el juez Fazlul Haque —que solo estuvo al mando un día— y el ex gobernador del Banco Central Fakhruddin Ahmed. En enero de 2007 Yunus sugirió el nombramiento de Fakhruddin Ahmed como asesor jefe del Ejecutivo al nuevo hombre fuerte del país, el general Moeen U Ahmed, cuando este le ofreció dicho puesto a él mismo con el fin de sacar a Bangladesh del atolladero.

En febrero de 2007, en mitad de esta grave crisis política e institucional, con el país bajo el estado de emergencia y tutelado por los militares, Yunus, tras unos meses de dudas y deliberaciones, anunció su decisión de poner en marcha un partido de nombre Nagorik Shakti (Poder de los Ciudadanos). Vagamente situado en un centro-izquierda social liberal y con un discurso enfocado en el combate a la pobreza y la corrupción, el Nagorik Shakti no pasó de propuesta organizativa, ya que Yunus, aduciendo que no encontraba candidatos adecuados —los aspirantes a mandatos representativos con el Nagorik Shakti tenían que tener un expediente limpio de toda sombra de corrupción y costearse sus campañas en sus terruños enteramente de su bolsillo—  y enfrentado además a las acusaciones de conflicto de intereses con el Grameen Bank, le dio carpetazo tan pronto como en mayo, no llegando a inscribirlo en el registro de formaciones políticas.

La jequesa Hasina, que iba a salir triunfante de las elecciones de diciembre de 2008 y a inaugurar su segundo y prolongado período de Gobierno en enero de 2009, fue una de las voces internas que criticó la frustrada aventura política de Yunus, al que empezó a ver como un advenedizo que se entrometía donde no debía. Más aún, para la BAL Yunus era ahora un peligroso rival en potencia en la competición por ganarse el favor electoral de los pobres, tradicionalmente cortejados por los partidos dominantes con el populismo más desembozado. Hasina ya estaba irritada con Yunus desde que enero de 2007 el banquero apoyara el manifiesto de Fakhruddin Ahmed, el nuevo asesor jefe del Gobierno, sobre que pensaba descalabrar la corrupción de los partidos políticos antes de las retrasadas elecciones generales.

En noviembre de 2010, un documental emitido por la televisión noruega y de titulo Atrapado en la Micro Deuda alegó que el Grameen Bank había desviado de manera irregular 100 millones de dólares donados por el Estado europeo para préstamos hipotecarios, pero que luego ese dinero había sido depositado en las cuentas correctas y no había sido objeto de ninguna sustracción ilegal. La Agencia Noruega para el Desarrollo y la Cooperación (NORAD), titular de la donación, negó cualquier operación sospechosa por parte del Grameen Bank, pero el Gobierno de Hasina se apresuró a dar eco a lo dicho en el documental y la primera ministra salió a arremeter sin contemplaciones contra Yunus, acusándole de haberse dedicado durante años a "chuparle la sangre a los pobres en nombre del alivio de la pobreza" y valiéndose de los microcréditos.

En enero de 2011 el Gobierno anunció la apertura de un escrutinio de las actividades del Grameen Bank por indicios de supuestas irregularidades y Yunus fue advertido de que debía separarse de la dirección ejecutiva de su banco mientras durasen las investigaciones. Se alegaba además que Yunus, con 70 años, había excedido la edad de jubilación obligatoria para el desempeño de su cargo corporativo. En marzo, el Banco de Bangladesh intervino oficialmente la entidad removiendo a su frente a Yunus, el cual inició un proceso de apelación legal ante la Corte Suprema que, pese a la movilización popular en su defensa y a los mensajes de apoyo de figuras del exterior como Hillary Clinton y John Kerry, no prosperó. 

En los meses y años siguientes, abundaron los comentarios e imputaciones sobre malas prácticas, inefectividad, usura y lucro encubiertos en la estrategia de microcréditos del Grameen Bank, que seguía operando pero sin Yunus al timón y sometido a una regulación más estrecha por el Estado, y en las actividades de su conglomerado de organizaciones y empresas sectoriales. 

El Nobel y sus numerosos valedores alegaron que detrás de toda esta vorágine de acusaciones y demandas, algunas de las cuales le entrañaron procesos y juicios con cargos diversos (ingresos irregulares, lavado de dinero, violación de normativa laboral), había claras motivaciones políticas, y recordaron que los microcréditos habían sacado y estaban sacando de la pobreza extrema a millones de personas en todo el mundo. Yunus hablaba de fabulaciones en su contra, pero hubo de reconocer que determinados capítulos operativos del Grameen Bank, en cuya estructura de servicios ambicionaban introducirse algunas firmas microfinancieras asiáticas con mentalidad decididamente comercial, bien podían amparar los convencionales objetivos de lucro. A fin de cuentas, el Grameen Bank era un banco, si bien bastante peculiar, sin bonus corporativos ni reparto de dividendos, y no una ONG.

Por otro lado, desde algunas organizaciones y partidos de izquierda defensoras de fórmulas socialistas, pero también desde medios de comunicación sin esa tendencia ideológica, se acusaba a Yunus de no hacer otra cosa que promover el libre mercado, la propiedad privada y la economía individualista, y de aplicar recetas capitalistas y "neoliberales" tras la fachada benévola y humanitaria del emprendimiento social, en lugares donde imperaban los más flagrantes abusos e injusticias en cuanto al reparto de la renta, el acceso a oportunidades y los derechos laborales. Viéndolo así, los microcréditos no servirían para propiciar el verdadero cambio social, sino más bien para apuntalar el sistema vigente.

La gran crisis política de 2024: revuelta popular contra Hasina y gobernante temporal de Bangladesh

El 1 de enero de 2024 un tribunal nacional impuso a Yunus y a tres colegas la pena de seis meses de prisión y una multa simbólica de 30.000 takas (al cambio, 274 dólares) en una sentencia de culpabilidad por violaciones de la legislación laboral en Grameen Telecom (GTC), una de las varias compañías no lucrativas en que con los años se había segmentado el Grameen Bank, en su caso dedicada a llevar la digitalización y las redes de telefonía móvil al medio rural. El reo eludió provisionalmente la prisión bajo fianza mientras la justicia resolvía su apelación, pero como medida prudencial optó por abandonar el país. Instalado en París, Yunus vio cómo las autoridades bangladeshíes se disponían a intervenir drásticamente el Grameen Bank, aparentemente con la intención de fragmentarlo en 19 entidades de crédito regionales.

Seis días después de la condena a Yunus, denunciada por Amnistía Internacional, la Liga Awami de Hasina se adjudicó la victoria en las votaciones generales, prolongando la secuencia de triunfos oficiales en las urnas iniciada en 2008 y continuada en 2014 y 2018. Sin sorpresas, los comicios del 7 de enero de 2024, al igual que los anteriores, no reunieron los mínimos requisitos de libertad y justicia, y supusieron otro giro de tuerca en la lúgubre situación política en que se había sumido Bangladesh, caracterizada por el fraude electoral, la corrupción, el autoritarismo, la persecución arbitraria de opositores y la represión brutal de las manifestaciones recurrentes de ciudadanos descontentos. Hasina no toleraba la menor disidencia.    

La involución del régimen político de Bangladesh hacia una caricatura de democracia violadora de los derechos humanos contrastaba con los progresos positivos en otros campos: el crecimiento económico fuerte (basado en la industria textil de manufactura intensiva volcada a la exportación) aunque profundamente desequilibrado, paralelo a una mejora sustancial de los estándares de desarrollo humano de la población. Los índices de pobreza extrema y moderada habían descendido de manera ostensible, y aquí el Grameen Bank bien podía reclamar su parte en el logro. Esta vistosa paleta de números había permitido a Hasina establecer unas buenas, excelentes incluso, relaciones internacionales con todo el mundo: además de India, Estados Unidos, la UE y Occidente en general, pero también China, Rusia y las demás potencias de Oriente y el Sur emergente.

Hasina, de 76 años, siete menos que Yunus, inauguró su cuarto Gobierno consecutivo el 11 de enero, recostada en una mayoría absoluta de 224 escaños, 33 menos que en la anterior legislatura, en el Jatiya Sangsad o Parlamento Nacional de 350 miembros y con la única oposición institucional del Partido Nacional (Jatiyo), ya que el BJD, como en las elecciones de 2014, había optado por el boicot legislativo ante el hostigamiento sistemático que sufrían sus militantes y la perpetuación del confinamiento de su líder, Khaleda Zia. La antigua primera ministra había sido condenada a 17 años de prisión en sendos juicios por corrupción en 2018 y además padecía graves problemas de salud.

Ya a últimos de 2022 había comenzado en Bangladesh un ciclo de grandes protestas populares con reclamaciones sociales y económicas a las que el Gobierno respondió con grandes dosis de violencia. Llegado junio de 2024, las protestas tomaron un cariz más político por las reclamaciones de democracia y el rechazo, sobre todo por parte de los estudiantes universitarios, a la restitución por la Corte Suprema, revirtiendo la abolición adoptada en 2018, del sistema de cuotas laborales en el sector público, el cual concedía una prioridad no meritocrática a los bangladeshíes descendientes de los combatientes en la guerra de independencia nacional; en concreto, los hijos y nietos de los Mukti Bahini volvían a tener reservados el 30% de los puestos de funcionario. La Liga Awami insistía en la pertinencia de esta acción afirmativa, pues favorecía a grupos sociales considerados marginados.

Hasina ordenó a la Policía y a su Batallón de Acción Rápida, una unidad antiterrorista, acallar a los revoltosos con profusión de fuego real. Para la represión fueron movilizadas también una serie de organizaciones de base y milicias en la órbita de la BAL. Las víctimas mortales en las calles empezaron a contarse por decenas y pronto por centenares. Los heridos saltaron de los miles a las decenas de miles. Sin embargo, la protesta no amainó y la furia por el derramamiento masivo de sangre movilizó a más gente contra el Gobierno. La vorágine de violencia incluyó ataques contra templos y negocios regentados por la minoría religiosa hindú (en un país en un 90% musulmán), que los opositores de Hasina consideraban fieles votantes de la BAL.

El 21 de julio la Corte Suprema dictó que la "cuota meritocrática" de puestos en el servicio público ascendiera del 44% al 93%; en adelante, ya solo el 5% de las plazas funcionariales serían para los descendientes de los luchadores por la libertad de 1971, junto con un 1% para las minorías étnicas (el 5% hasta entonces) y otro 1% para los discapacitados; las cuotas del 10% respectivamente para las mujeres y para determinados distritos con muy bajo nivel de renta fueron suprimidas, tal como exigían los estudiantes. En otras circunstancias, este cambio sustancial tal vez habría servido para desactivar las protestas y los llamamientos a la desobediencia civil, pero a estas alturas del curso político la movilización popular apuntaba ya directamente contra la continuidad de Hasina y su partido en el poder, cuya legitimidad se había derrumbado.

El gesto postrero de la acorralada primera ministra de ofrecer una mesa de diálogo no aplacó a los manifestantes, que el 4 de agosto lanzaron una movilización multitudinaria en Dhaka para obligarla a renunciar. Los choques con la Policía dejaron cerca de 100 muertos. Al día siguiente, Hasina, desvalida por el Ejército, firmó la dimisión y escapó en helicóptero a la vecina India, país de siempre afín. Instantes después, miles de manifestantes sumados a la "Gran Marcha hacia Dhaka" asaltaban su residencia oficial en la capital. El Gobierno dejó de funcionar.

El vacío de poder por la huida precipitada de Hasina fue cubierto por el general Waker-uz-Zaman, jefe del Estado Mayor del Ejército, y el presidente ceremonial de la República, Mohammad Shahabuddin Chuppu, un miembro de la BAL que hasta entonces había sido enteramente dócil a los designios de la jequesa. El general Zaman, objeto de suspicacias y temores ante una posible toma castrense del poder, anunció un plan para formar con la máxima premura un Gobierno interino de naturaleza civil y neutral, y prometió que el Ejército investigaría la violencia desatada contra los manifestantes. En la jornada posterior, 6 de agosto, Chuppu, dentro de sus prerrogativas constitucionales, disolvió el Jatiya Sangsad, ordenó la liberación de la líder de la oposición, Khaleda Zia, cuyo partido reclamó la convocatoria de elecciones cuanto antes, y destituyó al Inspector General de la Policía, Chowdhury Abdullah Al-Mamun, señalado como el principal ejecutor de la represión.

El 7 de agosto el presidente Chuppu, a la salida de una reunión con los mandos uniformados y los representantes del Movimiento Estudiantil Anti- Discriminación, comunicó el nombramiento de Mohammad Yunus, el primer y único Premio Nobel en la historia de Bangladesh, para la posición de asesor jefe del Gobierno provisional que iba a regir el país en el período de transición. Para facilitar el cambio de guardia, Yunus fue absuelto de su condena a seis meses de prisión por el Tribunal de Apelaciones Laborales. La sentencia favorable llegó después de que un tribunal de Dhaka le exonerara también de una imputación de soborno y apropiación indebida de fondos de Grameen Telecom interpuesta por la Comisión Anti-Corrupción.

El 8 de agosto Yunus aterrizó en el aeropuerto de Dhaka procedente de París, fuertemente custodiado y en olor de multitudes. Visiblemente emocionado, sus primeras palabras fueron de tributo a quienes habían dado sus vidas para "proteger la nación" del "régimen brutal y autocrático de Hasina", y de llamamiento a todos para "reconstruir" el país con "trabajo duro" y "disciplina". Para él, este era un "día glorioso" en el que Bangladesh había obtenido "su segunda independencia". 

Por la tarde, el llamado banquero de los pobres prestó juramento como asesor jefe del Gobierno con mandato provisional en el Palacio Presidencial de Dhaka, en presencia de Chuppu, Zaman y una docena de miembros de su flamante Gabinete. Este estaba formado por funcionarios y juristas retirados, ex altos mandos del Ejército, profesores, activistas sociales y empresarios, e incluía a dos líderes estudiantiles, Nahid Islam and Asif Mahmud, nombrados asesores respectivamente de Correos, Telecomunicaciones y Tecnología de la Información, y de Juventud y Deportes. De los 19 asesores con cartera, cuatro eran mujeres y ninguno respondía a una sigla partidista.

En los días siguientes, el Gobierno de Yunus, quien advirtió que todas las instituciones del país y también la economía estaban "rotas" y había que arreglarlas, emitió un torrente de disposiciones urgentes: medidas para ayudar a las manufacturas textiles, que habían visto afectada su actividad por las interrupciones del suministro de materia prima debido a los disturbios; la creación de una fundación para socorrer a los heridos y a las familias de las víctimas de la "revolución" y que sería presidida por el asesor jefe en persona; o la firma por Bangladesh del instrumento de adhesión a la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas. Además, la ONU anunció la creación de una misión de investigación in situ de la matanza de estudiantes y la justicia local ordenó a la Policía investigar la posible responsabilidad penal de Hasina y de varios miembros de su Gobierno en las violaciones humanitarias.

(Cobertura informativa hasta 6/9/2024).

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