Micheál Martin

El bipartidismo en Irlanda fue abatido como expresión electoral en los comicios del 8 de febrero de 2020 al 33º Dáil, pero su hegemonía se refuerza en el Ejecutivo en virtud de una suma de dos que vuelve a hacer historia en el país. El 27 de junio, 12 días después de anunciarse el acuerdo y con un retraso motivado por la crisis del COVID-19, Micheál Martin, líder del Fianna Fáil, se convirtió en Taoiseach o primer ministro en alianza con el inveterado partido rival, el Fine Gael, cuyo jefe, el primer ministro saliente Leo Varadkar, pasa a ser Tánaiste o viceprimer ministro. El arreglo, inédito en 72 años de alternancia y que con la adición del Partido Verde alcanza una mayoría absoluta de 84 escaños, estipula que Fianna Fáil y Fine Gael tendrán un poder paritario durante los cinco años de legislatura y que en el ecuador de la misma, en diciembre de 2022, Martin y Varadkar procederán con una rotación ministerial y se intercambiarán los puestos.

Este matrimonio de conveniencia, para ahorrarle al país otra llamada a las urnas y de paso aunar voluntades en tiempos de adversidad sanitaria, social y económica, entierra las aspiraciones de la ganadora moral de las elecciones, Mary Lou McDonald, líder del Sinn Féin —primero en porcentaje de votos pero con un diputado menos que el Fianna Fáil— de subir a la jefatura del Gobierno respaldada por un ramillete de formaciones izquierdistas y progresistas. Sin embargo, esa fórmula no sumaba la mayoría necesaria y las otras posibilidades, sendas coaliciones del Sinn Féin con el Fianna Fáil y Fine Gael, no eran admisibles para sus dirigentes. En el primer intento de investidura procedimental del Taoiseach, el 20 de febrero, ninguno de los tres cabezas de facción reunió votos suficientes.

Micheál Martin, titular de varios ministerios en los gabinetes de Bertie Ahern y Brian Cowen, asumió en 2011 la complicada misión de recobrar la confianza de los irlandeses en su partido, duramente castigado en las elecciones que siguieron al descalabro bancario, la recesión económica, el rescate crediticio de la Eurozona y el consiguiente ajuste de austeridad. Recién ascendido al liderazgo del Fianna Fáil en sustitución del desacreditado Cowen, Martin no pudo evitar el desastre electoral, que mandó a su grupo, desde hacía 79 años siempre el más votado, directamente a la tercera posición en el Dáil. En las elecciones de 2016 el Fianna Fáil experimentó una recuperación parcial y a continuación Martin hizo alarde de pragmatismo permitiendo la formación de un Gobierno minoritario del Fine Gael, encabezado por Enda Kenny, con base en un pacto de "confianza y apoyo" parlamentarios que fue renovado en 2018, ya con Varadkar de Taoiseach. Ahora en 2020, el Fianna Fáil, paradójicamente, regresa al Gobierno cuando las urnas vuelven a serle adversas (caídas del 24% al 22% de los votos y de los 44 a los 38 escaños, la mitad de la fuerza disfrutada en el pasado).

Fianna Fáil y Fine Gael son dos partidos de centroderecha con pocas diferencias en la práctica legislativa. El segundo está más escorado al liberalismo conservador con nociones democristianas, y el primero presenta esos mismos elementos pero se asoma a un centro progresista difuso. El uno apela más a las clases medias urbanas del sector servicios y el otro se identifica mejor con los trabajadores manuales y la Irlanda rural. En la Eurocámara, los de Martin se sientan con los liberales de Renovar Europa y los de Varadkar se adscriben al Partido Popular Europeo. A diferencia del resto de Europa, su rivalidad tradicional no está cortada por patrones ideológicos convencionales, las balanzas derecha-izquierda o conservadurismo-progresismo, sino que se remonta a la época del Estado Libre de Irlanda y a las secuelas de la Guerra Civil de 1922-1923, de cuyos bandos ellos mismos se consideran descendientes.

Así, el Fianna Fáil (Soldados del Destino, en gaélico irlandés) fue creado en 1926 por Eamon de Valera, el líder del ala radical del viejo Sinn Féin, opuesta al Tratado Anglo-Irlandés de 1921 que alumbró la independencia nacional pero dejando fuera a los seis condados del Norte, mientras que el Fine Gael (Familia de los Irlandeses) surgió en 1933 como una reagrupación de los sectores nacionalistas moderados comprometidos con el nuevo statuo quo y cuyo máximo referente era el asesinado Michael Collins. Dos legados contrapuestos a los que la respetabilidad institucional conseguida por de Valera, varias veces Taoiseach y presidente de la República entre 1932 y 1973, y la práctica democrática consolidada ya hace mucho tiempo que limpiaron de odios y rencores, para dar lugar a una sana competición electoral.

Martin, vuelto a revelar como un posibilista abierto al acuerdo y el consenso, recuerda que el Fianna Fáil es un partido nacionalista que tiene entre sus metas la unidad de Irlanda y que se siente intensamente concernido por los principios del Acuerdo de Paz norirlandés de Viernes Santo (1998), el cual Bertie Ahern ayudó a fraguar. En su programa electoral, el partido esboza un plan de seis puntos para "profundizar y reforzar los lazos Norte-Sur" en el incierto escenario post-Brexit y avanzar hacia "la unidad dentro de un Estado compartido". Con una cautela que contrasta con la demanda apremiante del Sinn Féin, al que Martin rechaza de plano por su pasado de brazo político del IRA, el Fianna Fáil habla de abordar el "futuro constitucional" de Irlanda del Norte y de estudiar las posibilidades de un "referéndum de unidad".

Por lo demás, el Gobierno Martin se ha constituido dos días antes de entrar Irlanda, el 29 de junio, en la tercera de las cuatro fases del roadmap lanzado por el Gobierno Varadkar el 1 de mayo para ir dejando atrás las limitaciones de la movilidad interna y los cierres impuestos ante la propagación del coronavirus, que aquí está teniendo un impacto humano y económico menos severo que en el vecino Reino Unido. Con todo, los casos de contagio acumulados hasta la fecha, más de 25.000 (entre ellos Mary Lou McDonald), y los fallecidos, 1.735, representan unas tasas de afección más bien altas en el contexto de Europa.

Antes de llegar la pandemia, el PIB de Irlanda era el que más crecía de la UE (un sobresaliente 5,5% en 2019), a lo que se sumaban unas finanzas saneadas. La economía irlandesa aún avanzó unos llamativos 1,2% intertrimestral y 4,6% interanual entre enero y marzo, pero eso se explica en parte porque los ceses de actividades comerciales y el desplome del consumo empezaron más tarde que en la mayoría de los países del entorno. El desempleo se disparó desde el 4,8% que había en febrero hasta el 26% a finales de mayo y el crecimiento en el segundo semestre, previsiblemente, será negativo. El plan original de Varadkar contemplaba una fase quinta de cuasi nueva normalidad que no llegaría hasta agosto, pero la mejora de la situación epidemiológica animó al anterior Taoiseach a acortar los plazos un mes.

El objetivo prioritario del nuevo Gobierno Martin es inyectar estímulos económicos por valor de 6.500 millones de euros para ayudar a las familias y empresas damnificadas por el COVID-19, levantar el mercado laboral, y amortiguar el previsible bache de la recesión. También, se impone la meta de reducir las emisiones carbónicas un 7% anual.

(Nota de edición: esta biografía fue publicada el 29/6/2020. El 17/12/2022, conforme al pacto de rotación de puestos para la segunda mitad de la legislatura, Micheál Martin y Leo Varadkar se intercambiaron las posiciones de primer ministro y viceprimer ministro. Martin, además, tomó los ministerios de Exteriores y de Defensa).

1. Primera trayectoria en el Fianna Fáil y ministro de los Gobiernos Ahern y Cowen
2. Un líder para la reconstrucción del partido desde la oposición
3. Aspiración a Taoiseach en las elecciones de 2020


1. Primera trayectoria en el Fianna Fáil y ministro de los Gobiernos Ahern y Cowen

Micheál Martin nació en 1960 en la ciudad sureña de Cork; su padre, Paddy Martin, era empleado de la CIÉ, la compañía estatal del sistema de transportes públicos, y antes había sido soldado del Ejército y boxeador profesional. El muchacho cursó la enseñanza escolar en las Scoil y Coláiste Chríost Rí, y luego inició estudios de Arte en el University College de Cork (UCC). Una vez obtenida la diplomatura, siguió en las aulas para completar una licenciatura superior (Master of Arts) en Historia Política y facultarse en magisterio. Tras concluir su formación en la UCC, Martin se puso a dar clases en una escuela de secundaria de su ciudad, el Presentation Brothers College. Sin embargo, su activismo político en el partido Fianna Fáil, entonces liderado por Charles Haughey, tres veces primer ministro de Irlanda entre 1979 y 1992, no tardaría en absorber todos sus compromisos profesionales.

Ya en 1985, siendo dirigente de la Ógra Fianna Fáil, las juventudes del partido, Martin salió elegido concejal en el Ayuntamiento de Cork. Dos años después, en las elecciones generales de febrero de 1987, no consiguió ganar el escaño de diputado del Dáil. En 1988 Haughey, Taoiseach (jefe del Gobierno) de nuevo, le dio asiento en la Ejecutiva Nacional del partido. Posteriormente, en los comicios adelantados de junio de 1989, Martin, al segundo intento, obtuvo el mandato en la Cámara baja del Parlamento, donde debutó en representación de Cork South-Central. Aquel mismo año, el todavía veinteañero contrajo matrimonio con Mary O'Shea, su novia desde la universidad. La pareja iba a tener cinco hijos, dos de los cuales, Ruairí, un bebe nacido prematuramente, y Léana, una niña de siete años que al parecer sufría una afección cardíaca congénita, fallecieron respectivamente en 1999 y 2010.

Entre 1992 y 1993 Martin compaginó su mandato parlamentario y la condición, básicamente honorífica, de Lord Mayor de Cork, o presidente del Consejo Municipal de la ciudad. La llegada en noviembre de 1994 al liderazgo del Fianna Fáil de Bertie Ahern en sustitución de Albert Reynolds, quien hubo de ceder el puesto de Taoiseach a John Bruton, del Fine Gael, de resultas del cambio de lealtades gubernamentales del Partido Laborista, supuso un empuje para la carrera parlamentaria de Martin, que ascendió a miembro del front bench partidario en el Dáil y a portavoz parlamentario de Educación e Idioma Gaélico.

Más tarde, la victoria mejorada del Fianna Fáil en las elecciones de junio de 1997 y la formación por Ahern de un Gabinete de coalición con los Demócratas Progresistas significó el estreno de Martin en las funciones ministeriales. En el primer Gobierno Ahern, donde con 36 años era el ministro más joven, el antiguo maestro de escuela empezó llevando la cartera de Educación y Ciencia. En enero de 2000, en el ecuador de la legislatura, Ahern le puso al frente del Ministerio de Salud e Infancia. En este cometido, Martin adquirió notoriedad por la prohibición nacional, introducida en marzo de 2004, del consumo de tabaco en todo espacio público y centro de trabajo, pubs y restaurantes incluidos. La prohibición de fumar irlandesa en los espacios laborales, altamente polémica pero contrapuesta por Martin a las elevadas cifras de mortalidad entre los trabajadores como consecuencia de enfermedades vinculadas al tabaquismo pasivo y activo, era en aquellos momentos la más drástica adoptada por un país en todo el mundo y fue efusivamente elogiada por los organismos sanitarios.

Al constituirse el segundo Gobierno Ahern en junio de 2002, Martin continuó presente como ministro de Empresas, Comercio y Empleo, departamento que siguió comandando en el tercer Gobierno, inaugurado en junio de 2007. En mayo de 2008 Ahern, tras tres buenos desempeños electorales y 11 años de ejercicio sin erosión de popularidad, presentó la dimisión a raíz de la investigación parlamentaria de unos cobros irregulares. El nuevo líder del Fianna Fáil y Taoiseach, Brian Cowen, Brian Cowen, siguió contando con Martin, al que nombró ministro de Asuntos Exteriores.

Como jefe de la diplomacia irlandesa, Martin iba a exhibir en los tres años siguientes una postura decididamente propalestina en el conflicto de Oriente Próximo. Sin embargo, su primera gran intervención no aconteció en el terreno internacional, sino en la política doméstica, como capitán de la campaña del Gobierno para la ratificación del Tratado de Lisboa en el referéndum constitucional del 12 de junio de 2008. En la consulta, sin embargo, se impuso el voto negativo, resultado inesperado que levantó un revuelo político y que obligó a retrasar casi un año la entrada en vigor del Tratado de Reforma de la UE. Dublín optó por celebrar un segundo referéndum el 2 de octubre, con el desenlace esta vez de la victoria del sí.


2. Un líder para la reconstrucción del partido desde la oposición

El Gobierno Cowen, y el Taoiseach en particular, quedaron fatalmente tocados por las consecuencias fiscales y financieras de las graves crisis de la insolvencia bancaria y la recesión de 2008-2009, que borraron de un plumazo el largo período de intensos crecimiento y generación de riqueza en Irlanda, sin parangón en Europa. En noviembre de 2010, el aumento desorbitado del déficit público y la insostenible situación de la deuda soberana obligaron a Irlanda, siguiendo los pasos de la también acuciada Grecia, a solicitar el rescate coordinado de la Eurozona y el FMI, los cuales acordaron conceder a Dublín una ayuda crediticia de 85.000 millones de euros condicionada a la aplicación de un duro programa de ajuste estructural y recortes de austeridad.

El fenomenal estropicio económico, político y social hizo añicos el liderazgo de Cowen, criticado desde todos los flancos, incluido su propio partido. Uno de los descontentos más destacados del oficialismo era el ministro de Exteriores, que ya en septiembre de 2010 expresó a las claras su ambición de presidir el Fianna Fáil tan pronto como se creara un situación de vacancia en su mando. Sin embargo, por el momento, Martin se resistía a reclamarle públicamente a Cowen que se hiciera a un lado. El 16 de enero de 2011 la reserva del ministro llegó a su fin al anunciar que él votaría en contra de Cowen si este accedía a someterse a una moción de confianza interna. Martin puso su cartera gubernamental a disposición del Taoiseach, quien inicialmente rehusó admitirle la renuncia. Sin embargo, dos días después, Cowen ganó el voto de confianza del grupo parlamentario y entonces sí aceptó la dimisión de Martin, al que pese a todo seguía considerando un "buen colega" y un "muy buen amigo".

Parecía que la batalla por el liderazgo se había saldado con victoria para el acosado primer ministro, pero el 22 de enero Cowen, de manera completamente sorpresiva, comunicó que renunciaba a la jefatura del Fianna Fáil, si bien seguiría dirigiendo el Gobierno hasta las elecciones generales del 25 de febrero. De inmediato, Martin anunció su candidatura a la sucesión de Cowen, a votar por el grupo de diputados del Dáil. El 26 de enero se impuso sin excesivas dificultades a sus tres rivales en liza, todos colegas del Gabinete: los ministros del Medio Ambiente, Éamon Ó Cuív, de Finanzas, Brian Lenihan (quien meses después iba a fallecer de un cáncer de páncreas), y de Turismo, Mary Hanafin.

Una vez hecho con las riendas del partido, Martin se afanó en subrayar el compromiso del Fianna Fáil con las familias, los trabajadores y la clase media tradicional, advirtiendo de paso que el conservadurismo liberal del Fine Gael y su repudio por principios al déficit desbocado podrían imponer a los ciudadanos sacrificios sociales inaceptables. Ahora bien, en su programa electoral, el Fine Gael, liderado por Enda Kenny, atacaba precisamente algunas de las condiciones más dolorosas del rescate europeo negociado por los ministros del Fianna Fáil, como eran los tipos de interés de los prestamos concedidos y la subida del impuesto sobre las rentas de trabajo.

Los sondeos prometían un resultado electoral catastrófico para el partido del Gobierno y Martin, más cuando el universalmente repudiado Cowen seguía siendo el Taoiseach, nada pudo hacer para evitarlo. Con el 17,4% de los votos (24 puntos menos que en los comicios de 2007) y 20 escaños (57 menos), el Fianna Fáil encajó los peores resultados con diferencia en sus 85 años de existencia y, por primera vez desde las elecciones de 1932, perdió la condición de primera fuerza del Dáil; cayó directamente a la tercera posición, siendo rebasado por los laboristas de Eamon Gilmore. En la prensa escrita y en las redes sociales faltó tiempo para que circularan ironías y chistes sobre un partido que en adelante debía llamarse "Fianna Failed". El histórico hundimiento no pasó factura personal a Martin, al que los militantes no hacían extensible la negligencia de gestión adjudicada a Cowen y su círculo económico, y pese a que el ex ministro de Exteriores había cifrado sus esperanzas en conservar al menos la treintena de diputados.

El 9 de marzo de 2011 Martin se estrenó como líder de la oposición al Gobierno Kenny, de coalición mayoritaria Fine Gael-Laboristas. Por delante tenía una legislatura con mínimas posibilidades de influir en el curso del gobierno y en la que la misión fundamental sería reconstruir y renovar un partido seriamente malparado. Las elecciones del 26 de febrero de 2016, disputadas cuando Irlanda ya había dejado atrás la traumática intervención financiera de la Eurozona, aliviado sus cargas deudoras y enjuagado la mayor parte de su déficit, y mientras la economía volvía a crecer a un ritmo superior incluso al de los años más boyantes de Irlanda como Tigre Céltico, depararon una recuperación briosa, pero de todas maneras parcial, al Fianna Fáil, que ascendió a los 44 escaños con el 24,3% de los votos. Toda vez que el Fine Gael sufrió un fuerte retroceso, faltándole 29 diputados para la mayoría absoluta, los bisnietos políticos de Eamon de Valera se encontraron con que los de Kenny solo les superaban en un punto porcentual y seis escaños.

El colapso del Partido Laborista, ahora conducido por Joan Burton, convertía a la formación izquierdista en inservible como socia de coalición para Kenny. El habitual tercer puesto de los laboristas —salvo precisamente en la legislatura saliente— fue arrebatado por el Sinn Féin de Gerry Adams, un partido radical con el que ninguno de los dos grandes estaba dispuesto a pactar. Con esta aritmética parlamentaria, el Taoiseach del Fine Gael no podía aspirar más que a un arriesgado Gobierno de minoría.

El 10 de marzo Kenny fracasó en el intento de ser elegido por el Dáil primer ministro de nuevo y al instante presentó la dimisión, si bien su Gobierno continuó en funciones. El 6 de abril Kenny perdió una segunda votación de investidura. La parálisis parecía abocar a Irlanda a unas nuevas elecciones, pero la situación de bloqueo pudo ser superada gracias a la flexibilidad de Martin, que el 29 de abril sorprendió al país suscribiendo con Kenny un acuerdo de "confianza y apoyo" por el que el Fine Gael podía seguía gobernando en minoría en virtud de un soporte parlamentario básico del Fianna Fáil. El pacto Kenny-Martin se limitaba en esencia a la aprobación de los presupuestos y no comprendía toda la legislatura, sino solo hasta septiembre de 2018, es decir, tres ejercicios presupuestarios; llegada esa fecha, el pacto de estabilidad sería "revisado". Además, el Fianna Fáil se reservaba el derecho a votar en contra de todo proyecto de ley que no le satisficiera. Una vez sellado este acuerdo sin precedentes en la historia del bipartidismo en la República de Irlanda, Kenny, el 6 de mayo, al tercer intento, fue investido primer ministro con la abstención del Fianna Fáil.


3. Aspiración a Taoiseach en las elecciones de 2020

Martin mantuvo inalterable el acuerdo de "confianza y apoyo" cuando en junio de 2017 Kenny traspasó el liderazgo del Fine Gael y la jefatura del Gobierno a Leo Varadkar, hasta entonces ministro de Protección Social. Año y medio después, en diciembre de 2018, al cabo de dos meses de negociaciones, el líder opositor confirmó la renovación del pacto de gobernabilidad hasta el final de la legislatura en 2020. Sin embargo, a lo largo de 2019, varios diputados del Fianna Fáil manifestaron su rechazo a prolongar el compromiso. La falta de unanimidad en el Fianna Fáil arrojó dudas sobre el grado de fiabilidad de los de Martin en su promesa de abstenerse en las votaciones clave del Dáil.

Sobre las elecciones generales del 8 de febrero de 2020, adelantadas en unos meses por Varadkar, sobrevoló una candente cuestión de política exterior pero cuyo alto impacto en las vicisitudes de la isla hacía de ella prácticamente un tema de política doméstica, y decididamente un asunto de trascendencia nacional: se trataba del Brexit, la salida del Reino Unido de la UE, materializado oficialmente tras repetidos retrasos el 31 de enero pero aún inconcluso, pues ahora seguía un período de transición y adaptación, de 11 meses como mínimo, hasta el 31 de diciembre de 2020, en el que el Reino Unido seguiría aplicando la legislación de la UE mientras negociaba con Bruselas el futuro marco de relaciones comerciales.

Todo lo que afectaba al Reino Unido afectaba a Irlanda del Norte, con la que la República de Irlanda no tenía fronteras físicas para los ciudadanos en el sentido de que no existía el control de pasaportes. En noviembre de 2018, a fin de evitar que el límite entre las dos Irlandas se convirtiera en una frontera dura por cuanto el Brexit haría de la misma una frontera exterior de la UE, el Gobierno británico de Theresa May y la Comisión Europea habían acordado el llamado backstop o salvaguardia irlandesa, un apéndice a la primera versión del Acuerdo de Retirada que ahorraba la creación de aduanas al mantener en Irlanda del Norte ciertos aspectos del Mercado Interior Único de la UE, a menos que las partes arreglaran un acuerdo alternativo.

El backstop, con su unión aduanera panirlandesa —y por tanto británico-irlandesa— de facto, era un apaño en principio temporal pero que podía durar indefinidamente, y fue positivamente recibido por los partidos nacionalistas de Irlanda del Norte y por todo el arco político de la República Irlanda, sin faltar el Fianna Fáil de Martin, que no dejaba de recordar, como partido nacionalista que era, su compromiso con una Irlanda unida. Sin embargo, el primer ministro sucesor de May, Boris Johnson, reabrió las negociaciones con la UE y el resultado fue un Acuerdo de Retirada enmendado que ya no contemplaba una salvalguardia irlandesa de entrada. Irlanda del Norte se saldría de la Unión Aduanera de la UE a la vez que el resto del Reino Unido, aunque recibía garantías de un marco para el comercio en ambas direcciones sin tarifas ni barreras no arancelarias, al menos en lo tocante a las mercancías procedentes de los dos países. Es decir, otra unión aduanera de facto, pero bajo las reglas británicas, no las europeas. El nuevo protocolo, acordado por Londres y Bruselas en octubre de 2019 y bien acogido por el Gobierno Varadkar, podía ser abandonado por Irlanda del Norte si así lo votaba su Asamblea autonómica.

Para las elecciones de 2020, a las que se presentaba por octava vez consecutiva en representación de Cork South-Central, Martin divulgó el manifiesto Una Irlanda para todos, que desgranaba cinco objetivos genéricos a alcanzar en 2025: "Calidad de vida para todas las familias"; "Propiedad de tu propia casa"; "Comunidades fuertes, vibrantes y seguras a través de Irlanda"; "Cumplir nuestros objetivos contra el cambio climático"; y "Trabajar por los valores de Irlanda en la escena global". Algunas de las medidas incluidas en los cuatro primeros capítulos eran el aumento de las ayudas y beneficios sociales a las familias con hijos, sendas bajadas del impuesto sobre la renta de los trabajadores con ingresos medios y del impuesto sobre las ganancias de capital, la construcción de 50.000 viviendas asequibles, el aumento a 16.000 del número de agentes en servicio de la Garda (Policía), y una mayor protección de los jóvenes contra la pornografía y los juegos en línea mediante una nueva legislación para el filtrado de contenidos web.

El quinto capítulo del programa del Fianna Fáil se refería a la necesidad de "proteger los principios" del Acuerdo de paz norirlandés de Viernes Santo (1998), "profundizar y reforzar los lazos Norte-Sur" en el escenario post-Brexit, y "hacer realidad todo el potencial de la paz", lo cual podía y debía conducir hacia "la unidad dentro de un Estado compartido". La segunda meta pasaba por un plan de seis puntos, el último de los cuales hablaba de abordar el "futuro constitucional" de los seis condados del Norte y de elaborar un "Libro Verde sobre cómo debe abordar el Gobierno irlandés el manejo de cualquier referéndum de unidad si surgen circunstancias en las que se puedan convocar".

(Cobertura informativa hasta 1/2/2020)