Matteo Renzi
Primer ministro (2014-2016)
(Nota de edición: esta biografía fue publicada el 28/2/2014. Matteo Renzi dimitió como primer ministro de Italia el 5/12/2016 de resultas de la derrota en el referéndum, celebrado en la víspera, de su propuesta de reforma constitucional para reorganizar el Parlamento y los poderes del Estado. Siete días después, Renzi wfue sucedido en la Presidencia del Consejo de Ministros por el hasta entonces titular de Exteriores, Paolo Gentiloni. El 19/2/2017 el dirigente cesó también como secretario del PD, pero volvió a recuperar las riendas del partido al ganar la elección interna del 30/4/2017. El 12/3/2018 Renzi renunció definitivamente a la Secretaría del PD ante la fuerte derrota sufrida por el partido en las elecciones generales. El 16/9/2019 Renzi anunció su abandono del PD y la creación, como una escisión del mismo, del partido Italia Viva. Italia Viva continuó en el segundo Gobierno de coalición de Giuseppe Conte hasta el 13/1/2021, abandono que precipitó la caída del Ejecutivo. Posteriormente, el partido de Renzi participó en el Gobierno de concentración de Mario Draghi en el período 2021-2022). |
El 22 de febrero de 2014 asumió la presidencia del Consejo de Ministros de Italia Matteo Renzi, el recién elegido líder del gobernante Partido Democrático (PD) y desde 2009 alcalde de Florencia. Con 39 años el más joven primer ministro en la historia del país transalpino y sin experiencia en la gestión pública nacional, Renzi, cuyos atributos más señalados son la desenvoltura mediática, la absoluta confianza en sus posibilidades reformistas y, según sus propias palabras, una "ambición desmesurada", ha coronado su fulgurante ascenso al poder en un movimiento desarrollado en dos tiempos.
Así, primero, en diciembre de 2013, conquistó la Secretaría Nacional del PD, poniendo fin al período de interinidad abierto por la renuncia de Pier Luigi Bersani, el frustrado aspirante a jefe de Gobierno tras las elecciones de febrero y al que había disputado sin éxito la elección primaria de 2012. Luego, al cabo de dos meses, el sindaco florentino no vaciló en desautorizar al primer ministro Enrico Letta, colega del partido y, como él, procedente de su ala popular-católica, centrista —diferente de la tradición socialdemócrata, ex comunista—, acusándole de pasividad reformista, obligándole a dimitir y arrebatándole el cargo con el concurso del presidente de la República, Giorgio Napolitano.
Renzi se ha hecho con el timón de Italia apoyado en una coalición mayoritaria que además de su partido componen los nuevos centroderechistas (NCD) de Angelino Alfano, los centristas liberales de Elección Cívica (SC) y los democristianos de la Unión de Centro (UdC). Transgresor y heterodoxo, ágil y directo, veleidoso (aseguró que nunca iría contra Letta) y pragmático, Renzi se propone transformar Italia, sacándola de la crisis económica y al mismo tiempo librándola de los viejos vicios y costumbres que anquilosan su "burocratizado" sistema político, para el que ha pedido el "desguace" de todos los rostros veteranos, empezando por los de su propio partido.
Este discurso regenerador lucha por hacerse con un espacio mayoritario en un ambiente de profundo malestar ciudadano y hasta ahora dominado por las estridencias de personajes como Silvio Berlusconi y Beppe Grillo, pero su autor no se ha librado de las acusaciones de ligereza, imprecisión ideológica y populismo. El "programa radical de reformas" de Renzi incluye una nueva ley electoral (polémicamente pactada con Berlusconi), la conversión del Senado en una cámara territorial, la reducción de los costes de la política, la supresión de privilegios corporativos y la creación de empleo con medidas de corte liberal. Tras jurar el cargo, Renzi obtuvo la confianza de las dos cámaras del Parlamento, institución que pisa por primera vez al no figurar en su currículum los mandatos de diputado o senador. Siguiendo la estela de Mario Monti y de Letta, es el tercer primer ministro que accede al Palacio Chigi sin el voto expreso de los ciudadanos en poco mas de dos años. Las europeas de mayo serán el primer examen electoral del nuevo gobernante.
(Texto actualizado hasta 28/2/2014)
1. Recorrido en la política florentina y miembro del ala centrista del PD
2. Abogado de la reforma política y contrincante de Pier Luigi Bersani
3. Las frustrantes elecciones de 2013 y la conquista del liderazgo demócrata
4. Desautorización de Enrico Letta y asalto a la jefatura del Gobierno de Italia
1. Recorrido en la política florentina y miembro del ala centrista del PD
Segundo de cuatro hermanos e hijo de un concejal miembro de la Democracia Cristiana (DC), nació en Florencia pero creció en Rignano sull'Arno, pueblo próximo a la capital de la Toscana donde tenía su hogar la familia. El muchacho, que en sus ratos libres salía de acampada con los scouts católicos de la asociación AGESCI y arbitraba partidos de fútbol de ligas locales, cursó la educación secundaria en un centro público florentino, el Liceo Ginnasio Dante de la vía Puccinotti. Una vez sacado el bachillerato, se matriculó en la cercana Università degli Studi (UniFi) con la intención de titularse en Derecho. En 1994, con 19 años, Renzi, luciendo gafas y haciendo gala de gran una desenvoltura y agilidad mental, concursó en el programa televisivo del Canale 5 La ruota della fortuna. Sus respuestas acertadas le permitieron ganar 48 millones de liras, cantidad considerable que destinó, según dijo, a robustecer las finanzas de la empresa de su familia, Chil Srl, dedicada a los servicios de marketing.
En 1996 Renzi dio sus primeros pasos en política como miembro de unos comites estudiantiles de apoyo al prestigioso economista, académico y alto funcionario del Estado Romano Prodi, cabeza de lista de El Olivo, la nueva coalición de centro-izquierda liderada por el ex comunista Partido Democrático de la Izquierda (PDS), y convertido en primer ministro de Italia luego de ganar las elecciones legislativas de abril de 1996, convocadas tras la caída del primer Ejecutivo de Silvio Berlusconi.Fue entonces también cuando Renzi se adhirió al Partido Popular Italiano (PPI), integrante de El Olivo, socio del Gobierno Prodi y la principal formación surgida de las cenizas de la DC, autodisuelta en 1994. Con una orientación demócrata cristiana progresista, el PPI tenía como principales dirigentes a Gerardo Bianco, Franco Marini y Mino Martinazzoli.
En 1999, mientras el Gobierno de El Olivo, a raíz de la renuncia de Prodi por la retirada del apoyo parlamentario del Partido de la Refundación Comunista (PRC) de Fausto Bertinotti, se hallaba presidido por Massimo D'Alema, el secretario nacional de los Demócratas de Izquierda (DS, ex PDS), Renzi fue elegido secretario del PPI en la provincia de Florencia. Ese mismo año obtuvo la licenciatura en Derecho con una tesis de fin de carrera centrada en la figura de Giorgio La Pira, alcalde florentino de la DC en la década de los cincuenta, conocido por sus iniciativas pacifistas. Al mismo tiempo, contrajo matrimonio con Agnese Landini, una maestra de escuela a la que había conocido en los scouts en 1994, cuando él tenía 19 y ella 17. La pareja iba a tener tres hijos, Francesco, Emanuele y Ester.
En el lustro siguiente, en el terreno profesional, Renzi estuvo dedicado en exclusiva a la empresa de mercadotecnia fundada por su padre, Chil, para la que trabajó como publicista y coordinador del servicio de venta de la La Nazione, el principal periódico florentino de tirada nacional, con el que Chil tenía contrato comercial. Este trabajo, más bien intrascendente para las apetencias del veinteañero, lo realizó Renzi en paralelo a sus actividades políticas, que discurrían por unos vericuetos mucho más prometedores. En 2001 coordinó el capítulo provincial de La Margarita, alianza electoral centrista formada por el PPI, entonces liderado por Pier Luigi Castagnetti, la Renovación Italiana (RI) de Lamberto Dini, los Demócratas seguidores de Prodi y la Unión de Demócratas Europeos Reformistas (UDEUR) de Clemente Mastella.
La Margarita, a su vez, era uno de los bloques integrantes de la coalición oficialista, El Olivo, cuyo cabeza de lista era Francesco Rutelli, hasta ahora alcalde de Roma. Sin embargo, el ganador de los comicios del 13 de mayo de 2001 fue el bloque del centro-derecha liderado por Berlusconi, la Casa de las Libertades, que desalojó al centro-izquierda y retornó al poder tras pasarse seis años en la oposición. En marzo de 2002 el PPI, el RI y los Demócratas procedieron a fusionarse, dando lugar a un partido unificado de centro social que tomó el nombre de Democracia es Libertad-La Margarita, con Rutelli de presidente. Renzi no perdió comba en esta secuencia de transformaciones y en 2003 fue elegido secretario del partido en la provincia de Florencia.
En las elecciones provinciales de junio de 2004 Renzi encabezó en Florencia la lista de El Olivo, que con el 58,8% de los votos se impuso con toda facilidad a la Casa de las Libertades y el PRC. Ganador en la primera vuelta, el todavía veinteañero fue investido presidente provincial en sucesión de Michele Gesualdi, colega margarito y en el puesto desde 1999. Esgrimiendo un discurso renovador y de rechazo a la "casta política", en su mandato de cinco años el joven dirigente florentino redujo el aparato burocrático de la provincia y bajó las tasas. Su gestión no estuvo exenta de controversias y en 2012 el Tribunal de Cuentas de Italia iba abrir una investigación de los gastos efectuados por las autoridades provinciales en estos cinco años. En las mismas fechas, el Ministerio de Economía y Finanzas sometió a escrutinio a Florente Multimedia, una sociedad creada por el Ayuntamiento de la ciudad, por posible facturación irregular en contratas de servicios adjudicadas por el Consejo provincial.
Entre tanto, la política nacional experimentó importantes novedades. De las elecciones generales de abril de 2006 salió vencedora La Unión, la última y más amplia coalición del centro-izquierda italiano, cuyo componente medular era la Federación del Olivo, integrada por los DS de D'Alema y Piero Fassino, DL-La Margarita y el Movimiento Republicano Europeo (MRE). Con Prodi de nuevo de capitán, la heterogénea alianza de adversarios de Berlusconi retomó las riendas del Ejecutivo. Posteriormente, los DS, que eran los herederos más moderados del extinto PCI, y DL-La Margarita, a su vez el descendiente más progresista de la también finada DC, iniciaron un proceso de fusión orgánica que el 14 de octubre de 2007, con la incorporación de un rosario de formaciones menores, desembocó en el Partido Democrático (PD). Walter Veltroni, quien ya fuera secretario de los DS entre 1998 y 2001, fue elegido secretario nacional del PD, en lo sucesivo el nuevo partido de Renzi.
Una vez iniciado 2008, Renzi descartó presentarse a la reelección como presidente provincial en 2009 y a cambio, el 29 de septiembre, anunció su aspiración al cargo de sindaco (alcalde) de Florencia. El consistorio, considerado un bastión seguro del centro-izquierda, había estado encabezado en la última década por Leonardo Domenici, quien al acercarse el final de su segundo mandato había manifestado su deseo de postularse al Parlamento Europeo. Aunque a estas alturas Renzi, con 34 años, ya era bien conocido por el público toscano y gozaba de amplia popularidad en la región, su posición en el seno del PD era más bien marginal. Por otro lado, su partido, con sólo unos meses de vida, pasaba por un pésimo momento. El Gabinete Prodi II, debilitado por las divergencias ideológicas de las ocho formaciones que lo integraban, había caído en enero de 2008 al perder una moción de confianza en el Senado. Tras este naufragio, La Unión del centro-izquierda se desvaneció y sus anteriores integrantes acudieron separados a las elecciones generales anticipadas del 13 y el 14 de abril, facilitando la victoria del nuevo Pueblo de la Libertad (PdL) de Berlusconi y su aliado, la Liga Norte de Umberto Bossi.
Presentándose como la savia fresca de la que el PD, percibido por la opinión pública como un partido desorientado y esclerotizado pese a su reciente fundación, precisaba con urgencia, y aventando el eslogan voluntarista de O cambio Florencia, o cambio de puesto y me vuelvo al trabajo, Renzi se midió en la elección primaria del 15 de febrero de 2009 con cuatro contrincantes del PD. Para sorpresa general, el regidor provincial se llevó la candidatura a alcalde con el 40,5% de los votos, sacándole una ventaja de más de 13 puntos a su inmediato perseguidor, el diputado Lapo Pistelli, quien era el responsable nacional de Relaciones Exteriores del PD y hombre de confianza de Veltroni. Otro representante del aparato demócrata, Michele Ventura, ministro de Acción del Programa en el Gobierno en la sombra de la formación opositora, quedó cuarto con el 12,5%.
Dos días después, sin relación aparente con estas primarias locales, el secretario del partido, Veltroni, arrojó la toalla acosado por los escándalos de corrupción, sus malas posiciones en los sondeos de valoración de líderes y el reciente batacazo sufrido en las elecciones regionales de Cerdeña. Su sucesor, Dario Franceschini, procedente de la DC, no fue capaz tampoco de insuflar aliento a un partido minado por las intrigas internas y la crisis de identidad. Renzi, apoyado por la Italia de los Valores (IdV) del ex magistrado anticorrupción Antonio Di Pietro, la Izquierda Ecología Libertad (SEL) y una lista de independientes que tomó su nombre, la Lista Renzi, puso un contrapunto local a la suerte corrida en términos globales por su agrupación en las elecciones múltiples, europeas y administrativas, del 6 y el 7 de junio de 2009. Mientras que en la primera votación el PD sucumbió ampliamente ante el PdL, en Florencia, él, con el 47,4% de los votos, superó al candidato de Berlusconi, el ex guardameta de la selección nacional de fútbol Giovanni Galli, y al socialista Valdo Spini, quien contaba con el respaldo de verdes y comunistas. En la segunda vuelta del 21 y el 22 de junio el demócrata conquistó la alcaldía con el 59,9% de los sufragios.
Situarse al frente de la octava ciudad de Italia en población impulsó espectacularmente la nombradía política de Renzi, quien no tardó en convertirse en el alcalde más popular de país. Florencia, conocida como la joya del Renacimiento, añadió nuevos atractivos a su esplendor artístico y cultural, y la gestión de sus munícipes recibió bastantes elogios por el interés mostrado en la conservación y sostenibilidad del casco histórico, tan apreciado por los turistas. En particular, merecieron aplauso la campaña para reducir la siniestrabilidad en el tráfico rodado, el fomento de los vehículos eléctricos no contaminantes, la expansión de las calles peatonales y el innovador plan Volumen Cero, cuyo objetivo era mantener inmutable la superficie edificada y proteger los espacios verdes, obligando a construir las nuevas viviendas en solares despejados de los inmuebles antiguos.
Además, redujo a la mitad el número de concejalías, de 16 a 8, y las adjudicó a tres hombres y a cinco mujeres, una sobrerrepresentación femenina que iba más allá de la mera paridad de género y que acometió de manera deliberada, para provocar a los tradicionalistas y dejar claro su carácter transgresor. En 2012 Renzi, junto con sus colegas de Génova, Marta Vincenzi, y Verona, Flavio Tosi, fue nominado para el certamen bianual World Mayor, que distingue al mejor alcalde del mundo. El florentino pasó la primera criba de candidaturas, que superaron 25 ediles de los cinco continentes, aunque luego no figuró en el ranking de los 10 primeros, encabezado por el ganador, el alcalde de la ciudad española de Bilbao Iñaki Azkuna.
2. Abogado de la reforma política y contrincante de Pier Luigi Bersani
La promoción de Renzi en las instancias del PD, que en octubre de 2009 eligió como nuevo secretario a un veterano de la corriente socialdemócrata ex comunista y próximo a D'Alema, Pier Luigi Bersani, fue bastante rápida. Una vez ingresado en la Dirección Nacional de la colectividad, el alcalde empezó a tejer un círculo de seguidores y simpatizantes nucleado en torno a su equipo de colaboradores en el Ayuntamiento de Florencia y que fue reclutando a cuadros, diputados nacionales y representantes administrativos de otras provincias y regiones. La emergente corriente renziana vino a complicar el cuadro de facciones y camarillas que embarullaba el funcionamiento del PD. Además, sus posiciones ideológicas distaban de estar claras, en una formación ya conocida por su imprecisión doctrinal, lo que favorecía la adjudicación de multitud de etiquetas.
Frente a las corrientes adscritas a alguna de las tres grandes tradiciones del PD, la socialdemócrata, la socialista democrática y la social cristiana inspirada por los valores popular-católicos, Renzi venía a encarnar un centro desvaído que hacía hincapié en la modernización del partido, el cual prácticamente debía reinventarse desde cero, aunque tampoco aportaba muchas pautas claras de hacia dónde tenía que ir en concreto. El renzismo, ubicado en la Tercera Vía y en el social liberalismo por algunos analistas, señalaba como referentes al prodismo y, fuera de Italia, al New Labour de Tony Blair y a las figuras del Partido Demócrata de Estados Unidos, Bill Clinton y Barack Obama.
Las pullas implícitas a Bersani, metido por Renzi en el saco de los políticos del denostado establishment, y visto por tanto como una reliquia del pasado incapaz de innovar e ilusionar, levantaron malestar en la Dirección Nacional, que empezó a sospechar de las intenciones del síndico florentino, percibido por algunos como un arribista de corto vuelo con pulsiones populistas. En agosto de 2010 Renzi propuso al PD un "desguace sin incentivos" ("rottamazione senza incentivi") de todos sus dirigentes veteranos y en noviembre siguiente organizó en su ciudad una asamblea popular de la que salió un documento reformista conocido como la Carta de Florencia. A raíz de estos pronunciamientos la prensa apodó a Renzi el Rottamatore, el Desguazador, y a sus partidarios los rottamatori.
El contraste entre el sexagenario Bersani y el treintañero Renzi, quien parecía acariciar la idea de desencadenar una revuelta de jóvenes turcos en el PD, no podía ser mayor en todos los aspectos. El primero procedía del viejo PCI, tenía un sólido bagaje ministerial y parlamentario, y ofrecía una estampa de burócrata que acentuaban una gestualidad grave, una oratoria medida y cierto aire anticuado; un político de la vieja escuela, en suma. El segundo, en cambio, había dado sus primeros pasos en política con los epígonos de la DC, carecía de cualquier experiencia ejecutiva o legislativa a nivel nacional, y exudaba desenvoltura mediática, jovialidad y confianza en sí mismo. Dicharachero ante las cámaras, hábil en pronunciar frases bordadas y capaz de responder con un espontáneo "no sé" varias veces en una entrevista sin temor a que la tomaran por un ignorante o un dubitativo, Renzi era indudablemente un político carismático, aunque su rasgo más marcado, reconocido por él mismo, era el de poseer una enorme ambición. Una cosa sí tenían en común Renzi y Bersani: ambos eran católicos practicantes.
Renzi siguió con atención el agitado curso político nacional, presto a meter baza a la menor oportunidad. Su por el momento superior partidista, Bersani, ejerció una oposición severa al caótico cuarto Gobierno de Berlusconi y luego, en aras de la estabilidad de los mercados de deuda soberana y haciendo asomar su lado mas pragmático, apoyó desde el Parlamento la amarga medicina de austeridad y ajustes aplicada por el Ejecutivo tecnocrático de Mario Monti. El independiente Monti fue la solución de recambio impuesta a los partidos italianos, en el crítico mes de noviembre de 2011 y no sin polémica, por el presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien hizo de correa de transmisión del criterio de los alarmados socios de la Unión Europea.
Casi un año antes de esta mudanza, en diciembre de 2010, en pleno escándalo personal por el caso Ruby, Berlusconi recibió en su villa privada de Arcore la visita de Renzi. El alcalde explicó que su reunión con el presidente del Consejo de Ministros había sido para discutir "algunos temas relacionados con la administración de Florencia". Sin embargo, el furtivo encuentro resultó bastante anómalo, pues el grupo parlamentario demócrata llevaba meses intentando tumbar a Berlusconi mediante mociones de censura, así que dio pábulo a todo tipo de comentarios. Este fue otro movimiento que puso en guardia a los críticos que Renzi estaba granjeándose a marchas forzadas dentro del PD.
En octubre de 2011, en vísperas de la traumática caída de Berlusconi acorralado por la espiral de la prima de riesgo y la minoría parlamentaria, Renzi dio otro trompetazo político en Florencia con la conducción de unas jornadas participativas en las que muchas personas, algunas de ellas miembros conocidos del PD pero la mayoría personalidades empresariales, artísticas e intelectuales de la sociedad civil así como ciudadanos anónimos, tomaron el micrófono para hacer propuestas de gobierno. El evento, bautizado Big Bang (un nombre quizá inspirado en el big bang propuesto por Michel Rocard para el Partido Socialista francés en la década de los noventa del siglo XX), recibió de su artífice el bombo de acontecimiento de gran importancia nacional, dada su intención rupturista con la "vieja política". Las propuestas reformistas escuchadas en el Big Bang florentino de octubre de 2011 incidieron en la desregulación de los sectores profesionales, la supresión de privilegios corporativos, la flexibilidad del mercado de trabajo, la reforma de las pensiones, la reducción del sector público y otros temas del repertorio liberal.
Renzi y sus lugartenientes comenzaron a elaborar un programa que incorporaba estos aportes y abogaba además por ampliar las coberturas sociales de las familias con hijos, bajar las retenciones fiscales de los trabajadores, aliviar la presión fiscal a las empresas para favorecer la contratación, mejorar las facilidades crediticias de las pymes, dar más estímulos a la inversión extranjera en Italia, abolir o reducir drásticamente las ayudas públicas a partidos y sindicatos, disminuir el número de parlamentarios, suprimir los cargos vitalicios, y reforzar la lucha contra la corrupción política y el fraude fiscal.
Asimismo, propugnaban ampliar los derechos civiles de las parejas homosexuales de hecho (generalizando un modelo de uniones civiles pero sin llegar a legislar el matrimonio, figura sí aceptada por otros sectores del PD) y agilizar los trámites del divorcio. Por otro lado, el europeísmo de los rottamatori no admitía dudas, luego en este aspecto no había heterodoxia en relación con el manifiesto oficial del PD. En abril de 2013, Renzi, en una entrevista para el diario español El País, iba a afirmar que su propuesta era "construir los Estados Unidos de Europa". En febrero de 2012, fue dada a conocer la Fundación Big Bang, luego llamada Fundación Open, una suerte de think tank identificado con el debate y los estudios políticos con el fin de "renovar la sociedad italiana", pero que en realidad se enmarcaba en el proyecto proselitista de Renzi.
El 13 de septiembre de 2012, durante un mitin en Verona, Renzi destapó sus cartas al postularse a la elección primaria, abierta a cualquier italiano "acreditado" como simpatizante del centro-izquierda y convocada por Bersani sin estar obligado a ello, para la definición del candidato a presidente del Consejo de Ministros en las elecciones generales del año siguiente, a las que el PD acudía con unas perspectivas de voto del 30%, el doble que el PdL. La precandidatura de Renzi, aunque no cogió a nadie por sorpresa, desató un acalorado debate en el PD, donde dirigentes históricos como D'Alema y Rosy Bindi, actual presidenta de la Asamblea Nacional del partido, consideraban que la plataforma del intendente de Florencia carecía de un proyecto claro y respondía esencialmente a una ambición personal de poder. Los más identificados con esta tendencia ideológica del partido destacaron que Renzi en modo alguno podía considerarse "de izquierdas".
Berlusconi, que amagaba con retirarle el respaldo parlamentario del PdL al Gobierno Monti, no desperdició la ocasión de meter cizaña y deseó la victoria a Renzi, quien era, aseguró, "portador de nuestras ideas". El aludido replicó que el Il Cavaliere, acosado por los líos judiciales pero resuelto a seguir dando la batalla y condicionando la política italiana, sería "el primero en ser desguazado". El envite de Renzi, galvanizado por la exclamación apremiante de Adesso! (¡Ahora!), fue una competición directa con Bersani y otros tres aspirantes a primer ministro: Laura Puppato, consejera regional del Véneto y compañera del PD; Nichi Vendola, presidente de la región de Apulia y líder de la Izquierda Ecología Libertad; y Bruno Tabacci, diputado de la Alianza por Italia (ApI), el partido montado por Rutelli tras dar portazo al PD en 2009
En la primera ronda de las primarias de Italia. Bien Común, el 25 de noviembre, el alcalde reunió el 35,5% de los votos, en números absolutos más de un millón de papeletas, y se colocó a remolque de Bersani, primero con el 44,9%. El 2 de diciembre fue disputada la segunda vuelta y Bersani conquistó la candidatura con el 60,9% de los votos. Además de en la Toscana, Renzi tuvo su mayor caudal de apoyos en la vecina provincia umbría de Perugia y en la piamontesa Cuneo.
3. Las frustrantes elecciones de 2013 y la conquista del liderazgo demócrata
Aunque derrotado en este desafío, Renzi conservó intacta su condición de alternativa para el futuro liderazgo del PD, futuro que iba a plantarse bastante antes de lo esperado. El alcalde con la banda de la flor de lis apoyó fielmente a Bersani en la campaña para las elecciones generales, a las que el PD se presentó de la mano del SEL (ecosocialista), el Partido Socialista Italiano (PSI, socialdemócrata), el Centro Democrático (CD, democristiano y social liberal) y un ramillete de pequeñas formaciones regionalistas y autonomistas de Trentino-Alto Adigio, Sicilia, Piamonte y el Valle de Aosta.
El programa de los demócratas, titulado La Italia justa y redactado en términos sumamente moderados, predicaba la regeneración política y la aplicación de reformas económicas capaces de conjugar el rigor financiero legado por Monti y la reactivación del consumo y el crecimiento, una necesidad urgente al hallarse el país en recesión. Sin embargo, al final, las opciones del PD de comandar el próximo Gobierno se vieron menoscabadas por las excepcionales circunstancias que rodearon los comicios del 24 y el 25 de febrero de 2013: la concurrencia electoral de cinco bloques ideológicos, segmentación que dinamitaba la clásica bipolaridad de derecha e izquierda, y la tremenda desafección partidista de los ciudadanos, más hartos que nunca de su clase política y ansiosos de castigarla.
Estos factores jugaron en contra del PD, que no supo capitalizar el descontento generalizado, y que, como quedó de manifiesto también, no escogió a su mejor cabeza de lista para tan especial coyuntura. Así, Italia. Bien Común recibió una mayoría absoluta de 340 escaños en la Cámara de Diputados pero sólo con el 29,5% de los votos, porcentaje que era ocho puntos inferior al sacado en 2008, cuando el PD de Veltroni cosechó 239 diputados. La discrepancia entre los resultados de entonces y los de ahora se explicaba por los mecanismos de la particular ley electoral italiana de 2005, que en esta ocasión habían favorecido considerablemente a la alianza del centro-izquierda, pero sólo en la Cámara baja.
El fracaso se presentó en el Senado, donde el PD y sus asociados alcanzaron unos insuficientes 113 escaños sobre 301. Si se miraban los votos y no los escaños, Italia. Bien Común estaba en realidad empatada con el bloque conservador de Berlusconi y veía pisados los talones por el verdadero y rotundo triunfador en las elecciones, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) del cómico y adalid de la "anti-política" Beppe Grillo, que de hecho se convirtió de golpe y porrazo en el primer partido del país. Al quedar en minoría en el Senado y resultar insuficiente el pacto con el bloque centrista liberal de Monti, el PD tropezó con un problema de gobernabilidad de difícil solución y Bersani, pírrico ganador por la mínima y con su liderazgo demócrata irremisiblemente dañado, vio aguarse sus perspectivas de convertirse en primer ministro.
Ni la gran coalición con Berlusconi, ni el Gobierno en solitario de minoría, ni el pacto con Grillo parecían unas opciones viables, o simplemente deseables, a los ojos de la gran mayoría de los demócratas; si Bersani no conseguía asegurarse la investidura por el Senado, el PD tendría que presentar otro candidato al presidente Napolitano o bien aceptar la convocatoria de nuevas elecciones. Frente a este panorama, muchas miradas se volvieron hacia Renzi, quien, según Il Corriere della Sera, estaba instigando las presiones internas a Bersani para que desistiera y le cediera la candidatura a él, pues se veía capaz de forjar un Ejecutivo de concentración nacional, un peculiar governissimo "de transición" con Grillo y Berlusconi, es decir, los caudillos de las dos fuerzas populistas antitéticas en que había quedado emparedado el PD. El alcalde desmintió esta intriga contra Bersani, al que de ninguna manera iba a "apuñalar", aunque también era cierto que su actuación no le había "convencido".
El 22 de marzo Bersani, sin mucho optimismo, aceptó de Napolitano el encargo de formar el nuevo Gobierno, pero inmediatamente después se estrelló con el rechazo tajante del M5S a prestarle cualquier colaboración, tal que seis días después el dirigente demócrata comunicó al jefe del Estado su fracaso. Este paso en falso de Bersani animó a Renzi a deslizar críticas más desembozadas. La tensión entre los dos hombres se disparó a mediados de abril a propósito de la candidatura de Franco Marini, el antiguo líder del PPI, al cargo de presidente de la República —el mandato de Napolitano expiraba en mayo—, opción que fue pactada por Bersani con Berlusconi y Monti a espaldas de Renzi.
Sin embargo, Bersani se hundió solo. El 18 de abril Marini no consiguió ser elegido por la Cámara en las dos primeras votaciones con la preceptiva mayoría de dos tercios al rebelarse varios diputados del grupo demócrata; al día siguiente, el candidato alternativo presentado por el PD en solitario y a la desesperada, Prodi, fracasó igualmente en la cuarta votación al no alcanzar mayoría absoluta. Esta sucesión de bofetones no dejó a Bersani más salida que presentar la renuncia como secretario del PD. En la jornada siguiente, 20 de abril, Napolitano, accediendo a las súplicas de los principales grupos parlamentarios salvo el M5S y a sus 87 años, aceptó someterse a la reelección para un nuevo mandato de siete años, que obtuvo sin problemas.
Mientras la Secretaría del PD permanecía vacante, Renzi, en estos momentos el político más popular de Italia a tenor de los sondeos, se coló en una terna de candidatos a primer ministro. Según la prensa, Napolitano barajaba escoger al sucesor de Monti de entre uno de estos tres hombres: el alcalde de Florencia, el vicesecretario del PD, Enrico Letta, y el socialista Giuliano Amato, dos veces presidente del Consejo entre 1992 y 2001. El 24 de abril de 2013 Napolitano se decantó por Letta, quien a toda velocidad nombró un governissimo de gran coalición, sin precedentes desde 1947, con el PdL de Berlusconi, la Elección Cívica (SC) de Monti, los Radicales Italianos (RI) de Marco Pannella y Emma Bonino, y la Unión de Centro (UdC) de Pier Ferdinando Casini. Angelino Alfano, la mano derecha de Berlusconi, fue hecho viceprimer ministro y ministro del Interior.
El nuevo presidente del Consejo explicó que sus prioridades iban a ser las medidas económicas y sociales "de emergencia", así como una reforma política profunda que estaba en la línea de lo reclamado por Renzi para dar operatividad a las instituciones y regenerar los usos y costumbres del sistema político, con la supresión del Legislativo bicameral (convirtiendo al Senado en una cámara de representación territorial), la aprobación de una nueva ley electoral más equilibrada (que favoreciera la formación de gobiernos estables e introdujera las listas abiertas) y el final de la financiación pública de los partidos. Renzi elogió al sobrio Letta, un dirigente del PD unos años mayor que él y con igual recorrido partidista, con la salvedad de que él había arrancado el suyo en los últimos años de la DC, además de paisano toscano. Sus maneras académicas y articuladas de especialista en cuestiones europeas ponían un reverso al estilo vivaz y coloquial de Renzi, con mucho más conocido que él.
Renzi se abstuvo de lanzar el guante para la elección del nuevo secretario del PD. El puesto recayó el 11 de mayo en Guglielmo Epifani, anterior secretario general del sindicato CGIL y considerado un hombre de consenso y de interinidad. La verdadera contienda iba a tener lugar en las primarias demócratas de finales de año, cuando las principales corrientes medirían sus fuerzas y lucharían por el control de la Dirección Nacional. Hasta entonces, el ambiente político se fue caldeando por las sucesivas condenas judiciales a Berlusconi, sentenciado a siete años de prisión por prostitución de menores en el caso Ruby y a otros cuatro por fraude fiscal en el caso Mediaset, más la inhabilitación a perpetuidad para el desempeño de cargos públicos. El líder del PdL y tres veces primer ministro amenazó con hacer caer a Letta si el PD, que era lo que quería su secretario, Epifani, votaba a favor de despojarle de su escaño de senador.
Ambiguo en esta espinosa cuestión, Renzi oscilaba entre la fidelidad a Letta, quien necesitaba estabilidad y tiempo para aplicar sus reformas con el concurso del PdL, y el desdén hacia Berlusconi, lo cual bien podía desembocar en la conclusión prematura de la legislatura y el adelanto electoral, una perspectiva atractiva para las elevadas ambiciones del alcalde. Como ya había manifestado anteriormente, la estrategia correcta del PD y el centro-izquierda con respecto al problemático Berlusconi no era intentar "mandarlo a la cárcel", sino "jubilarlo" de la política; que Berlusconi terminara o no entrando en prisión, explicaba Renzi, era una cuestión que competía exclusivamente a los tribunales.
En julio de 2013, las relaciones entre Letta y el renzismo se agrietaron al reclamar esta corriente la marcha del número dos del Gabinete, Alfano, quien afrontaba una moción de censura de los opositores M5S y SEL en relación con el llamado caso Ablyazov. El 28 de septiembre los cinco ministros berlusconianos, con Alfano a la cabeza, obedeciendo la orden de su jefe, presentaron la dimisión y colocaron al Gobierno Letta al borde del colapso. El primer ministro rechazó estas renuncias pero fió su continuidad a una moción de confianza parlamentaria. El 1 de octubre, en un viraje de todo punto inesperado, Alfano se revolvió contra las instrucciones de su superior partidista y se alineó con su superior gubernamental, Letta, quien superó el voto de confianza de la Cámara el 2 de octubre.
En octubre y noviembre la trepidante secuencia de acontecimientos incluyó la expulsión de Berlusconi del Senado, y el estallido y extinción del PdL, al resucitar Berlusconi su anterior partido, Forza Italia (FI), y escindirse Alfano y su grupo, que fundaron el Nuevo Centro Derecha (NCD); FI se pasó a la oposición y el NCD permaneció en el Gobierno. Esta cadena de sobresaltos puso antesala al encumbramiento de Renzi en el PD, cantado desde el mutis de Bersani en abril e impulsado por dirigentes como Dario Franceschini y Piero Fassino, ambos ex secretarios del PD y los DS. En la elección primaria del 8 de diciembre de 2013 casi dos millones de personas registradas para la votación, el 67,5% de los que se acercaron a las urnas, eligieron al alcalde de Florencia quinto secretario nacional del PD. Los derrotados fueron los diputados Gianni Cuperlo (18,2%), vinculado a D'Alema y Bersani, y Giuseppe Civati (14,2%). Independientemente de quien fuera a ser el ganador, el relevo generacional estaba asegurado.
Renzi asumió oficialmente el puesto cimero el 15 de diciembre con la elección por la Asamblea Nacional del partido de la nueva Dirección Nacional de 120 miembros. De la misma salieron figuras como Rosy Bindi, pero permanecieron ex officio, en tanto que antiguos secretarios nacionales y primeros ministros, Bersani, D'Alema, Prodi, Veltroni y Franceschini, amén del secretario saliente, Epifani, y el primer ministro en ejercicio, Letta. La continuidad de D'Alema en los órganos de dirección no dejó de causar sorpresa, dada su condición de acérrimo detractor de Renzi. Cuperlo, uno de los aspirantes derrotados en la primaria, reemplazó a Bindi en la presidencia de la Asamblea Nacional. De los 13 miembros de la nueva Secretaría Nacional, siete eran mujeres.
4. Desautorización de Enrico Letta y asalto a la jefatura del Gobierno de Italia
La incertidumbre sobre la nueva bicefalia instalada en el PD, es decir, la calidad de la convivencia entre Renzi, el jefe del partido, y Letta, el jefe del Gobierno, se deshizo prácticamente de inmediato. Con sus gestos y sus palabras, el alcalde de Florencia dejó meridianamente claro que no sintonizaba con el primer ministro y, soterradamente, transmitió el mensaje de que sus ambiciones políticas no habían quedado satisfechas con su victoria en la primaria de diciembre; es más, estaría impaciente por hacer el siguiente asalto, que sólo podía apuntar al Palacio Chigi. Letta, que el 11 de diciembre había obtenido de nuevo la confianza del Parlamento, se encontró con que Renzi voceaba su rechazo a la alianza con el grupo de Alfano y empezaba a sondear a los partidos de la oposición, incluido el M5S, sobre la posibilidad de alcanzar un consenso en torno a la batería de reformas políticas e institucionales que él consideraba imprescindibles y que requerían tocar la Constitución.
En enero de 2014 Renzi apremió a Letta a abordar el proyecto de la nueva ley electoral para sustituir a la polémica porcata de 2005, que acababa de ser declarada ilegítima por el Tribunal Constitucional, y, para alarma del primer ministro, no tuvo ambages en citarse en la mismísima sede romana del PD con el reo de la justicia Berlusconi, supuestamente desahuciado de la política y al que Renzi había señalado en su momento como el "primer desguazado" de Italia. Sin embargo, Berlusconi seguía mirando con benevolencia a un hombre que todavía no había nacido cuando él ya estaba construyendo su imperio empresarial porque, aun siendo miembro del PD, "es inteligente y no es comunista".
Aunque el motivo oficial del encuentro era discutir el modelo de la futura ley electoral, sobre la que los interlocutores llegaron a un principio de acuerdo (se bonificaría con el 53% de los escaños, en lugar del 55% como hasta ahora, al partido que sacara el 35% de los votos, "premio de mayoría" pensado para favorecer el modelo bipartidista y acabar con el "poder indebido de veto" de las minorías, y se mantendrían las listas cerradas), en el PD, y fuera de él, se extendió la sospecha de que Renzi y Berlusconi estaban confabulándose contra Letta. Indiferente a la inquietud y el enfado de una parte de la dirigencia y la militancia demócratas, Renzi siguió adelante con sus compadreos con Berlusconi. En señal de protesta, Cuperlo dimitió como presidente de la Asamblea Nacional del PD, que quedó vacante, y Bersani amenazó con dar el portazo también.
Al comenzar febrero, Renzi redobló sus presiones a Letta para que mostrara un mayor dinamismo y pusiera en marcha sin dilación el plan de reforma política contenido en el programa electoral del PD y últimamente reformulado por la Dirección Nacional. Sotto voce, el secretario nacional, pese a haber asegurado que él sólo llegaría a esta posición de poder "por las urnas" y nunca mediante "maniobras de palacio", conminaba a su correligionario a que se fuera y dejara el terreno libre a un sustituto que no podía ser más que él mismo, pero el gobernante aseguró con aire de desafío que dimitir no entraba en sus planes. El 12 de febrero el acoso a Letta devino un ultimátum con desenlace decidido de antemano cuando Renzi anunció la convocatoria de una convención partidaria con un único orden del día: examinar la labor del Gobierno.
El 13 de febrero la Dirección Nacional del PD entendió que el Gabinete Letta no había hecho los deberes contenidos en su mandato parlamentario de abril de 2013 y que correspondía realizar un cambio de Ejecutivo. La moción salió adelante con 136 votos contra 16, más dos abstenciones. Al punto, Letta anunció mediante un comunicado que en la jornada siguiente, 14 de febrero, presentaría la carta de renuncia al presidente Napolitano, como así fue. Renzi ya tenía el camino plenamente despejado para asumir la misión, poniéndose al frente del Ejecutivo, de sacar a Italia de la "situación de incertidumbre e inestabilidad" en que estaba sumida, tarea que hacía "urgente y necesario", una vez descartado el recurso a unas elecciones anticipadas, "transformar esta legislatura en constituyente".
El 17 de febrero Napolitano encargó a Renzi en el Palacio del Quirinal la formación del nuevo Consejo de Ministros. El designado aceptó la encomienda "con reservas" (exactamente las mismas protocolarias palabras había empleado Letta en abril de 2013) y al cabo de cuatro días tuvo lista la composición del Gabinete, que comunicó al jefe del Estado. El Gobierno Renzi se basaba en cuatro partidos que sumaban una mayoría de 368 diputados: el PD, el NCD, la SC y la UdC, luego dejaba fuera a los Radicales Italianos, presentes con Letta. Los demócratas obtenían nueve puestos, incluido la Secretaría del Consejo, para Graziano Delrio, uno de los más destacados rottamatori, y los ministerios de Exteriores y de Defensa, idos a dos mujeres, Federica Mogherini y Roberta Pinotti; la primera reemplazaba a la radical Bonino y la segunda pasaba a los anales como la primera titular femenina del departamento.
Renzi optó por apear a su compañera de partido Cécile Kyenge, la ministra de Integración objeto de una brutal campaña de ataques racistas de la Liga Norte, y, en un gesto sorpresivo, nombró en Asuntos Regionales a Maria Carmela Lanzetta, miembro del sector del PD más crítico con su gestión y votante de Giuseppe Civati en la primaria de 2013. El neocentroderechista Alfano seguía en Interior, pero dejaba de ser vicepresidente del Consejo, donde tenía a otros dos miembros de su partido. Renzi no tomó vicepresidente. Los cívicos de Monti y los democristianos recibieron un puesto cada uno. Tres carteras, entre ellas la sensible de Economía y Finanzas, para el prestigioso economista Pier Carlo Padoan, fueron confiadas a independientes.
El Gabinete Renzi presentaba como rasgos destacables su condición de paritario, con ocho puestos de ministro para hombres y otros ocho para mujeres, el primero en la historia de Italia, así como su edad media, de 47 años, que lo convertía en el más joven también. El mismo Renzi, con 39 años, era el más joven presidente del Consejo desde la unificación nacional en 1861. Además, Renzi, quien cedió al teniente de alcalde Dario Nardella, de su misma edad, la banda de síndico de Florencia, se trataba del tercer primer ministro consecutivo en poco más de dos años no salido del mandato de las urnas y el cuarto de la República Italiana, tras Carlo Azeglio Ciampi (1993-1994), Lamberto Dini (1995-1996) y Giuliano Amato (2000-2001), que no poseía el escaño de diputado o senador. Con la salvedad de que los tres gobernantes citados eran en aquellos momentos políticos sin filiación partidista.
El 22 de febrero Renzi y sus ministros prestaron juramento en el Quirinal ante Napolitano. Dos días después, el ya presidente del Consejo pronunció su discurso programático en la Cámara alta del Parlamento, donde tenía asegurado el apoyo externo de un ramillete de grupos menores, entre ellos el Partido Socialista (PSI), Por Italia (formado por la UdC y una reciente escisión de la SC, los Populares por Italia del ministro saliente de Defensa, Mario Mauro) y los populares sudtiroleses del SVP. Curiosamente, esta era la primera vez que Renzi pisaba el Legislativo de la República. El 25 de febrero su flamante Ejecutivo obtuvo la confianza del Senado por 169 votos contra 139 y al día siguiente la de la Cámara de Diputados por 378 contra 220.
Matteo Renzi es autor de los siguientes libros: Ma le giubbe rosse non uccisero Aldo Moro. La politica spiegata a mio fratello (en coautoría con Lapo Pistelli, 1999); Tra De Gasperi e gli U2. I trentenni e il futuro (2006); A viso aperto (2008); "La mi' Firenze". 1949-2009: Confartigianato racconta la città (obra colectiva, 2010); Fuori! (2011); Stil Novo. La rivoluzione della bellezza tra Dante e Twitter (2012); Adesso! Un viaggio per cambiare l'Italia (2012); y Oltre la rottamazione. Nessun giorno è sbagliato per provare a cambiare (2013).
(Cobertura informativa hasta 28/2/2014)