Margaret Beckett
Secretaria de Exteriores (2006-2007)
La primera mujer en asumir la Secretaría de Estado para Asuntos Exteriores y de la Commonwealth es una veterana dirigente laborista con raíces sindicales y curtida en las tareas parlamentarias desde dos décadas antes del encumbramiento político de Tony Blair, al que en 1994 precedió brevemente como líder interina del partido y cuyo programa del New Labour respaldó. Blair puso a Beckett al frente de la diplomacia británica en mayo de 2006, en un momento de intenso debate político sobre cuándo dimitiría como primer ministro en favor del canciller del Tesoro, Gordon Brown, y mientras arreciaban las críticas en relación con la omnipresente guerra de Irak. En marzo de 2007 la ministra afrontó la crisis provocada por la captura por Irán de una dotación de marinos de la Royal Navy en el curso de una controvertida misión en el golfo Pérsico.
(Nota de edición: esta biografía fue publicada originalmente en 3/2007. El ejercicio de Margaret Beckett como secretaria de Exteriores del Reino Unido concluyó el 28/6/2007. Su sucesor en el ministerio fue David Miliband). |
1. Una sobreviviente del viejo laborismo reclutada para el proyecto blairista
2. Responsabilidades cimeras en el partido, el Parlamento y el Gobierno
1. Una sobreviviente del viejo laborismo reclutada para el proyecto blairista
Nacida en el seno de una familia de clase trabajadora, en el entorno fabril del Gran Manchester, su padre se ganaba la vida como carpintero y su madre, una irlandesa de religión católica, atendía las labores del hogar. Ella y su hermana, que posteriormente iba a tomar los hábitos de monja, recibieron la educación secundaria en el Notre Dame High School de Norwich, Norfolk, un colegio para chicas regido por la congregación católica de las Hermanas de Notre Dame. Tras completar la instrucción escolar ingresó en una afamada escuela profesional de su terruño en el North West, el Instituto de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Manchester (UMIST), con el propósito de titularse en la rama de Metalurgia. Parte de esta formación profesional la realizó en la Escuela Tecnológica John Dalton, centro hoy integrado en la Universidad Metropolitana de Manchester.
En 1961, con 18 años, entró a trabajar como aprendiz en el holding empresarial Associated Electrical Industries (AEI), uno de los mayores fabricantes de motores, turbinas y sistemas de propulsión eléctrica del país. Durante unos años se ganó la vida como obrera cualificada y en 1966 ingresó en el Departamento de Metalurgia de la Universidad de Manchester, donde pasó a realizar actividades de tipo investigador y académico. Al igual que otros compañeros de generación aupados posteriormente al liderazgo del Partido Laborista, Beckett –que entonces portaba su apellido de soltera, Jackson- se introdujo en la política partiendo de la militancia sindical, en su caso en las filas de la Unión General de Trabajadores del Transporte (TGWU), a la que se afilió en 1964.
En 1970, el año en que los laboristas, bajo el liderazgo de Harold Wilson, un laborista clásico de profundas convicciones izquierdistas, fueron desalojados del Gobierno por los conservadores de Edward Heath, Beckett se convirtió en militante asalariada del partido, al que sirvió como técnica analista de política industrial. Esta labor interna estimuló su interés por la política representativa, tal que en 1973 el partido la seleccionó para contender en las elecciones generales del 28 de febrero de 1974 con un disidente laborista, Dick Taverne, por el escaño parlamentario de la circunscripción de Lincoln. Esta primera tentativa de sentarse en la Cámara de los Comunes fracasó, pero la joven treintañera obtuvo a cambio acceso a las instancias del Gobierno, recuperado por Wilson aunque sin gozar de mayoría, como asesora política de Judith Hart, la nueva ministra de Desarrollo de Ultramar, que orgánicamente pertenecía a la Oficina de Extranjería y de la Commonwealth (Foreign and Commonwealth Office), es decir, el Ministerio de Exteriores británico.
Beckett obtuvo su segunda oportunidad electoral en los comicios del 10 de octubre del mismo año, adelantados por Wilson para intentar corregir su precariedad parlamentaria, y esta vez se llevó el escaño de Lincoln sacándole a Taverne menos de mil votos de ventaja. Wilson renovó el Gabinete y ella afianzó su vínculo con el Ejecutivo desde el puesto de secretaria parlamentaria privada de la ministra Hart. Fue el comienzo de una lenta carrera ascendente cuyo siguiente jalón vino en 1975, año en que el primer ministro la nombró adjunta al secretario parlamentario del Tesoro, Bob Mellish, en el cometido de vigilar la disciplina del voto de la bancada laborista en los Comunes (chief whip). Luego de la dimisión de Wilson y de la elección de James Callaghan como nuevo líder del partido y primer ministro en abril de 1976, fue promovida a subsecretaria parlamentaria de Estado en el Departamento de Educación y Ciencia, teniendo como directa superiora a la ministra Shirley Williams.
La diputada desempeñó este cargo hasta la histórica mudanza política del 4 de mayo de 1979, cuando el Partido Conservador, de la mano de su tocaya Margaret Thatcher, regresó al Gobierno con la abultada mayoría absoluta conseguida en las elecciones del día anterior. Estos comicios acarrearon a los laboristas la pérdida de 50 escaños, uno de los cuales fue el de la subsecretaria de Educación, que fue batida en Lincoln por su rival tory Kenneth Carlisle. Despojada de todo puesto en las instituciones políticas, orientó su actividad profesional al sector audiovisual, entrando a trabajar para la televisión comercial Granada en calidad de asesora e investigadora.
Fue en 1979 también cuando contrajo matrimonio con Lionel (Leo) Beckett, el responsable de la oficina del partido en Lincoln y por ende un estrecho colaborador en las campañas proselitistas del distrito, de quien tomó el apellido de casada. La pareja no iba a alumbrar descendencia, aunque él ya traía dos hijos fruto de una relación anterior, los cuales pasaron a tenerla a ella como madrastra legal. Por lo que se refiere a la política interna del partido, en 1980 fue elegida para integrar el Comité Ejecutivo Nacional laborista coincidiendo con el ascenso de Michael Foot al liderazgo. En 1981 apoyó a Tony Benn, cabeza del sector más a la izquierda del laborismo, en su infructuosa pugna con Denis Healey por el viceliderazgo de la formación. Asimismo, estuvo entre los animadores de la Campaña por el Desarme Nuclear, uno de los principales caballos de batalla de la izquierda británica en unos años caldeados por el debate sobre el despliegue de los euromisiles.
El reencuentro de Beckett con la política representativa se produjo en las elecciones parlamentarias del 9 de junio de 1983. Mientras su partido, dotado por Foot de una plataforma socialista caracterizada por el proteccionismo industrial, el pacifismo antinuclear y el rechazo a la Comunidad Europea, perdía otra cincuentena de escaños y era machacado por un conservadurismo thatcherista en el apogeo de su popularidad tras el desenlace victorioso de la guerra de las Malvinas, ella volvía al Palacio de Westminster como diputada por Derby South, circunscripción de la región de East Midlands y cuya representación iba a renovar en todos los comicios posteriores.
En los largos años que restaban de gobiernos conservadores, Beckett se aseguró un lugar relevante en la bancada laborista en los Comunes, primero, desde marzo de 1984, como miembro del opposition front bench (o grupo de diputados de área para las réplicas parlamentarias al Ejecutivo), donde fungió de portavoz de Salud y Seguridad Social, y luego, a partir de noviembre de 1989, en el seno del shadow cabinet (otra figura tradicional del parlamentarismo británico, componente central de la anterior y concebida como un gobierno simbólico y alternativo del principal partido de la oposición), donde llevó la secretaría del Tesoro y fiscalizó las gestiones viceministeriales de sus equivalentes en el Gobierno tory, los secretarios jefes del Tesoro Norman Lamont, David Mellor y Michael Portillo.
Amoldándose a la tendencia general del partido personalizada en su nuevo líder, Neil Kinnock, un cauteloso impulsor de la revisión doctrinal, Beckett fue abandonando las nociones izquierdistas más acusadas en favor de un laborismo más pragmático, menos reacio a los principios del capitalismo de mercado y de cortes proeuropeo y proatlantista. Una evolución que preparó el camino para la proclamación, al cabo de una década, del New Labour y la Third Way por el abogado Tony Blair, quien por el momento era un joven colega de ella en el shadow cabinet.
2. Responsabilidades cimeras en el partido, el Parlamento y el Gobierno
Tras la cuarta derrota consecutiva del partido, no obstante el considerable avance en votos y escaños, en las generales del 9 de abril de 1992 y a la vez, el 18 de julio siguiente, que la sustitución de Kinnock por John Smith, un centrista partidario de reformar en profundidad el programa político y la estrategia electoral del laborismo, Y con el que venía manteniendo una estrecha relación política por tratarse del canciller del Exchequer en el shadow cabinet, Beckett ascendió directamente a número dos de la formación por decisión de la convención laborista, que la eligió vicelíder orgánica en sustitución de Roy Hattersley. Con esta promoción, que llevaba implícito el viceliderazgo de la oposición en los Comunes, Beckett hizo historia en el laborismo británico por tratarse de la mujer que más alto había llegado en un partido donde el peso masculino seguía siendo abrumador. En 1993 fue hecha miembro del Consejo Privado (Privy Council) de la reina.
El 12 de mayo de 1994 Smith murió víctima de un fulminante ataque al corazón y Beckett tomó las riendas del partido con carácter interino hasta la definición del nuevo líder en una elección interna. Para la misma se postularon Blair y John Prescott, un dirigente de perfil sindicalista y apegado a las tradiciones laboristas, que había contendido por el puesto de vicelíder dos años atrás. A pesar de sus orígenes obreros y de su primera trayectoria nítidamente izquierdista, la líder en funciones simpatizaba menos con Prescott que con Blair y su plataforma de modernización radical del partido, que pasaba por el abandono de toda referencia estatutaria al estatismo económico y las nacionalizaciones, la supresión del poder de los sindicatos en los procesos decisorios del partido, la revisión a la baja de la protección asistencial del Estado del bienestar (ya mellado desde la era Thatcher) y un replanteamiento constructivo de las relaciones con la Unión Europea. Con todo, no quiso secundar a Blair y optó por presentar su propia candidatura, pese a no contar con ninguna posibilidad frente a dos aspirantes que confrontaban dos proyectos ideológicos bien perfilados.
El 21 de julio de 1994, con dos meses de adelanto sobre la fecha natural, tuvo lugar la conferencia anual del partido, de la que Beckett salió como única gran perdedora. En la elección del líder, que ganó Blair, quedó tercera con el 18,9% de los votos. A continuación, en la elección del vicelíder, fue derrotada por Prescott con el 43,5%. Blair, empero, la reclutó inmediatamente para su equipo de lugartenientes, que se fijó como objetivo prioritario ganar a los conservadores de Major las elecciones generales de 1997 y regresar al poder tras 18 años de travesía opositora. En octubre Blair la nombró secretaria de Salud en el shadow cabinet y justo un año después le encomendó el área de Industria y Comercio.
El 1 de mayo de 1997 el Partido Laborista obtuvo una resonante mayoría absoluta con el 43,2% de los votos y 418 escaños, y en la jornada siguiente Blair franqueaba la puerta 10ª de Downing Street. Beckett fue integrada en el nuevo Gabinete como secretaria de Estado de Industria y Comercio, puesto gubernamental que incluía el título, más empleado que el anterior para referirse al ministerio, de presidenta de la Junta de Comercio (Board of Trade). El 27 de julio de 1998 cedió la cartera a Peter Mandelson, considerado el más influyente colaborador de Blair y uno de los arquitectos del nuevo laborismo, para convertirse en líder de la Cámara de los Comunes, puesto de mayor lustre político y asentado en el Gabinete que desde la Segunda Guerra Mundial iba parejo al cargo, prácticamente ceremonial, de Lord president of the Council, esto es, la persona encargada de presidir las reuniones del Privy Council. Relevó en este doble cometido a Ann Taylor. En los tres años siguientes, Beckett consolidó su reputación de política eficiente mientras defendía las políticas del Gobierno en la Cámara baja con una mezcla de agudeza y contundencia.
El 8 de junio de 2001, en un ambiente exultante en las filas laboristas por la histórica mayoría absoluta consecutiva obtenida en las elecciones parlamentarias del día anterior, Beckett fue renovada por Blair en el Gabinete como titular del Departamento del Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (DEFRA), una secretaría de Estado de nuevo cuño, que reemplazaba al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación –muy criticado por su gestión de las epidemias que estaban diezmando la cabaña ganadera nacional, particularmente la encefalopatía espongiforme bovina, o mal de las vacas locas, y la glosopeda- con la adición de la competencia sobre el Medio Ambiente.
A lo largo del siguiente lustro, mediado por las elecciones generales del 5 de mayo de 2005, que anunciaron el declive del nuevo laborismo (caída al 35,3% de los sufragios y pérdida de 56 escaños, entre los que no figuró el de ella) tras un rosario de crudas polémicas en torno a la participación del Reino Unido en la invasión y la ocupación de Irak y sobre la nueva legislación antiterrorista, Beckett conservó intacta e incluso acrecentó su buena imagen internacional al volcarse en la lucha multilateral contra el cambio climático, tema que por ejemplo encabezó la agenda de la cumbre del G-8 celebrada en Gleneagles, Escocia, en julio de 2005, de la que salió un Plan de Acción sobre el particular.
La opinión pública y ella misma celebraron como un éxito personal, después de mucho presionar, la ratificación por Rusia en noviembre de 2004 del Protocolo de Kyoto para la reducción de las emisiones de efecto invernadero, lo que permitió la entrada en vigor del acuerdo en febrero de 2005. Al mismo tiempo, la ministra no tuvo ambages en censurar la postura contraria al Protocolo defendida por Estados Unidos, aunque esta crítica no alcanzó a la coalición política y militar que operaba en Irak. Dicho sea de paso, Beckett respaldó públicamente las intenciones bélicas del presidente George W. Bush y de Blair en vísperas de la invasión del país árabe en marzo de 2003, aunque en agosto de 2002 deslizó algunas reservas sobre la proximidad de una deflagración que podría contribuir "al aumento de la pobreza y la degradación del medio ambiente en el mundo".
Entonces, la prensa británica informó que Beckett, el líder de los Comunes y ex secretario del Foreign Office, Robin Cook, y la secretaria de Desarrollo Internacional, Clare Short, eran los miembros del Gabinete más escépticos con el uso de la fuerza en Irak para derrocar la dictadura de Saddam Hussein y cercenar así el teórico peligro que entrañaban las armas de destrucción masiva que el dictador supuestamente poseía y escondía. Sin embargo, la secretaria del Medio Ambiente se mantuvo fiel a la línea impuesta por Blair mientras que Cook y Short llevaron su disidencia al extremo de renunciar a sus cargos inmediatamente antes y después, respectivamente, de emprenderse la guerra sin la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.
La lealtad de Beckett a Blair se hizo extensiva al conflicto interno alentado por el poderoso canciller del Exchequer, Gordon Brown, que tras las elecciones generales de 2005 se puso a presionar duro a su vecino de puerta en Downing Street para que le entregara el liderazgo del partido y la jefatura del Gobierno antes de terminar la legislatura, y encarar así con optimismo los próximos comicios a Westminster, lo que equivalía a señalar al erosionado primer ministro, pasados ya los años triunfales del blairismo, como un caballo perdedor. Esta polémica, junto con algunos escándalos políticos, la sensación de agotamiento de la agenda reformista del Gobierno y por supuesto la descorazonadora situación en Irak, salpicó la campaña de las elecciones locales inglesas del 4 de mayo de 2006, que depararon al laborismo la pérdida de 17 ayuntamientos urbanos y más de 300 concejalías.
El 5 de mayo, a rebufo del varapalo electoral, Blair realizó una remodelación gubernamental que, sorpresivamente, tuvo a Beckett como máxima beneficiaria al resultar nombrada secretaria de Estado para Asuntos Exteriores y de la Commonwealth en sustitución de Jack Straw, que fue degradado al cargo de líder de los Comunes entre rumores de discrepancias con el primer ministro sobre la conducción de la desastrosa posguerra irakí y el manejo del grave conflicto con Irán por el propósito de su programa de desarrollo de combustible nuclear, que el Gobierno persa insistía en presentar como para usos civiles.
La selección de Beckett para el Foreign Office fue enmarcada por los observadores en la determinación de Blair de mantener abiertas todas las opciones de respuesta de la comunidad internacional, incluidas las militares –pese a insistir en que ni el Reino Unido ni Estados Unidos habían elaborado planes de ataque-, por si fracasaba la vía diplomática y la política de incentivos y sanciones para persuadir al régimen de Teherán de que renunciara a enriquecer uranio susceptible de terminar en una ojiva nuclear. Precisamente, la primera misión de la flamante ministra de Exteriores británica fue, tres días después de asumir la cartera, reunirse en la sede de la ONU en Nueva York con sus homólogos de Estados Unidos (en este caso, otra mujer, Condoleezza Rice), Francia, Rusia y China, esto es, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, para discutir la redacción de una resolución de advertencia a Irán.
(Cobertura informativa hasta 10/5/2006)