Manuel Marrero Cruz

El 21 de diciembre de 2019 la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), en el IV período de sesiones de su IX Legislatura, aprobó la designación de Manuel Marrero, hasta entonces ministro de Turismo, como primer ministro de Cuba con un mandato de cinco años. La promoción fue "propuesta" al Legislativo por el recién inaugurado (10 de octubre) presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, ya jefe del Estado cubano desde abril de 2018, y previa validación del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC), cuyo primer secretario es el general Raúl Castro.

El cargo que estrena Marrero fue restablecido tras 43 años de abolición por la nueva Constitución promulgada el 10 de abril. La definición de un primer ministro supone separar dos jefaturas ejecutivas, la del Estado y la del Gobierno, titularizadas hasta ahora por la misma persona. Desde 1976 esos oficiales fueron sucesivamente Fidel Castro, Raúl Castro y por último Díaz-Canel, presidente a la vez del Consejo de Estado (que se mantiene como el órgano colegiado permanente de la ANPP, con Esteban Lazo al frente) y del Consejo de Ministros durante 20 meses. De acuerdo con la Ley Fundamental, el Consejo de Ministros es el "máximo órgano ejecutivo y administrativo y constituye el Gobierno de la República". En cuanto al primer ministro, este es "responsable" ante la ANPP y ante el presidente de la República, a los que "rinde cuenta e informa de su gestión". Una fórmula para describir la absoluta supeditación institucional de Marrero a Díaz-Canel, sobreentendiéndose además que la primera y la última palabra las tiene la cúpula del PCC. Todo indica que el afable y diligente Marrero va a ser un primer ministro administrador y auxiliar, más que ejecutivo.

La nominación de Marrero ha causado sorpresa por tratarse de un funcionario muy poco conocido, incluso entre la población cubana, y por su bajo rango estrictamente político, pues ni siquiera es miembro del Comité Central del PCC. Sin embargo, su perfil profesional, bien nítido, explica su elección por Díaz-Canel, que se ha referido a él con tintes elogiosos y de cuya generación de cuadros "tecnocráticos" forma parte, más en la difícil coyuntura económica e internacional que vive Cuba: Marrero, primero como alto gerente del Estado y luego como ministro (nombrado en 2004 por Fidel Castro, era el portador de cartera gubernamental más veterano), lleva 29 años impulsando la industria hotelera y el turismo cubanos, desde hace tiempo el único rubro boyante del PIB, gran generador de ingresos y divisas, junto con la venta de servicios médicos al exterior. El turismo es también uno de los pocos sectores que atrae inversiones foráneas.

Con mucha experiencia en la interlocución con los empresarios extranjeros del ramo, acostumbrado a los negocios del sector privado y muy viajado, Marrero, quien es además coronel retirado del Ejército, conoce a la perfección una actividad económica vital que ha crecido considerablemente en los últimos años pese a las crónicas carestías que padece la isla y el reformismo a cuentagotas del régimen para abrirse al mercado, situaciones a las que ahora se suma el regreso del bloqueo estadounidense en todo su rigor. Las sanciones impuestas por la Administración Trump a lo largo de 2019, unidas al descenso de los suministros de petróleo venezolano, agravan las penurias financieras y materiales, y por de pronto ya han frustrado las expectativas de ver a miles de turistas del vecino norteamericano arribando a los hoteles del país caribeño, pródigo en bellezas naturales. Solo semanas antes de su elección como primer ministro flanqueado por seis viceprimeros ministros, Marrero manifestó que el "embargo de Trump obligaba a Cuba a aplicar un Plan B económico".


(Nota de edición: esta biografía fue publicada el 8/1/2020. Manuel Marrero fue elegido miembro del Buró Político del PCC en el VIII Congreso del partido único, el 16-19/4/2021. Posteriormente, el 19/4/2023, la X ANPP le reeligió en el puesto de primer ministro de la República de Cuba por un segundo período de cuatro años).

Nacido en la provincia oriental de Holguín en 1963, en los primeros tiempos del Gobierno revolucionario, realizó estudios superiores y se capacitó como ingeniero arquitecto. Asimismo, inició en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba una carrera castrense en la que llegó hasta el grado de coronel. Este último dato biográfico es recogido por algunos medios internacionales, pero no por las reseñas oficiales, que lo omiten por completo, mientras que sí destacan su pertenencia al Partido Comunista de Cuba (PCC) y a organizaciones afines como la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). En su etapa formativa el joven fue cuadro también de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

En 1990 Marrero comenzó su vinculación profesional al sector turístico, rama de la economía del Estado socialista que en aquellas fechas vivía una etapa de desarrollo. Con su contribución funcionarial y luego bajo su impulso ministerial, el turismo, pese a moverse en unas circunstancias económicas y políticas muchas veces desfavorables, iba a ser una industria boyante, aportadora de una cuota creciente del PIB cubano. Durante 14 años Marrero realizó tareas gerenciales y directivas en el Grupo de Turismo Gaviota, sociedad estatal creada en 1989 con el objetivo de dotar a la isla caribeña de infraestructuras turísticas de calidad y de equipamientos vacacionales de alta gama orientados a visitantes extranjeros deseosos de descubrir, más allá de la iconografía urbana vinculada a la historia y la política de Cuba, la belleza de la naturaleza del país, tanto en la costa como en el interior.

En la primera mitad de la década de los noventa Marrero, siguiendo siempre instrucciones precisas del Consejo de Ministros, cuyo presidente era Fidel Castro, promovió la construcción de hoteles en primera línea de playa en Holguín y fungió de subdelegado del Grupo para las provincias del este. Posteriormente fue nombrado director del resort Varadero Azul, sito en el más conocido destino playero de Cuba, sembrado de hoteles de cuatro y cinco estrellas y paraíso del buceo coralino. En 1999 fue ascendido a vicepresidente de Gaviota y en 2000 alcanzó la presidencia ejecutiva del holding, a su vez una de las principales compañías turísticas del Grupo de Administración Empresarial, S.A. (GAESA), consorcio regentado por el alto mando de las FAR.

Ministro de Turismo de Cuba
Su buen hacer al frente del Grupo Gaviota y, por supuesto, su absoluta obediencia comunista hacían de Marrero un funcionario idóneo para conducir el Ministerio de Turismo (MINTUR), pujante sector que ya en 1995 desbancó la producción azucarera, de capa caída, como la primera fuente de ingresos brutos el motor de la economía cubana, con una facturación anual entonces de 1.000 millones de dólares, junto con la comercialización de servicios profesionales médicos. En febrero de 2004 el Consejo de Estado, mandado por Fidel Castro, se decantó por el coronel en la reserva para sustituir a Ibrahim Ferradaz, ministro desde 1999 y quien en los últimos tiempos había tenido que poner orden en la corporación de servicios turísticos Cubanacán, parte también en el grupo militar GAESA y sacudida por un escándalo de irregularidades cometidas presuntamente por varios de sus directivos.

Marrero se hizo cargo del MINTUR en un momento de incertidumbre para la economía nacional, cuando todavía estaban frescos en la memoria los traumáticos rigores del Período Especial de los primeros años noventa, de resultas del derrumbe del bloque soviético. Nada más escampar las repercusiones negativas de los atentados del 11-S, el país debió enfrentar el endurecimiento del añejo embargo de Estados Unidos y el paquete de sanciones temporales de la Unión Europea, impuesto a La Habana en respuesta a la persecución por el régimen de la disidencia interna, la última ola de juicios políticos y los fusilamientos, censurados internacionalmente, de los secuestradores de un ferry condenados por terrorismo.

El clima político desapacible y los mayores controles cambiarios frenaron posiblemente el crecimiento del negocio turístico y demoraron la consecución de las metas de ingresos planteadas por el Gobierno, si bien en los últimos días de 2004 Marrero tuvo la satisfacción de anunciar, desde el Hotel Playa Pesquero que el Grupo Gaviota tenía en la provincia de Holguín, la superación ese año por primera vez de los 2 millones de visitantes forasteros, procedentes fundamentalmente de Canadá y Europa Occidental. En América Latina, México era el principal mercado emisor. A pesar de que las expectativas más optimistas no se habían cumplido, el turismo marchaba bien y el rubro contribuyó en buena medida a la etapa de marcado crecimiento del PIB, que alcanzó su culmen en 2006, para caer drásticamente en los años siguientes.

En marzo de 2008 el Gobierno, pilotado por el general Raúl Castro desde el apartamiento de su hermano Fidel por enfermedad, levantó la "prohibición absurda" que pesaba sobre los ciudadanos cubanos de hospedarse en los hoteles turísticos de su propio país; la mitad de las plazas hoteleras de Cuba, por lo general no asequibles para la inmensa mayoría de los autóctonos en razón de su elevado precio, estaban administradas por cadenas foráneas, principalmente españolas, con el Grupo Sol Meliá a la cabeza.

La Gran Recesión mundial de 2008-2009, las reformas domésticas a cuentagotas y el proceso de normalización de las relaciones cubano-estadounidenses en el período 2014-2016 a iniciativa de la Administración demócrata de Barack Obama se conjugaron de una manera tal que el turismo mantuvo su ritmo de facturación al alza, entrando últimamente en una fase de aceleración. En 2015 el MINTUR reportó la estadía de 3,5 millones de turistas extranjeros, medio millón más que en 2014, y en 2017 la cifra se disparó hasta los 4,6 millones, récord que en parte obedecía al acuerdo de 2016 con Washington para la apertura de los vuelos comerciales entre la isla y el continente.

2017 marcó sin embargo un punto de inflexión: además de los daños materiales causados por el huracán Irma, especialmente cuantiosos en la zona de Los Cayos, Cuba se encontró con la llegada a la Casa Blanca del republicano Donald Trump, el cual dio contramarcha en el deshielo propiciado por Obama y revirtió las medidas de suavización parcial del bloqueo. Esto tenía un impacto directo en las inversiones y la industria del turismo, vital fuente de divisas y generadora ya del 10% del PIB, amén de medio millón de empleos locales. En junio de 2017 la Organización Mundial del Turismo (OMT) condenó la decisión inicial de la Administración Trump de reimponer las restricciones viajeras entre Estados Unidos y Cuba.

Las políticas de sanción, justificadas por Trump por la "alianza revolucionaria" que La Habana mantenía con el régimen venezolano de Nicolás Maduro, se sustanciaron mayormente a lo largo de 2019 con la reactivación de los capítulos más punitivos de la Ley Helms-Burton de 1996, la suspensión de todos los vuelos comerciales excepto los que tenían como destino La Habana y la prohibición de los viajes de crucero y otras embarcaciones recreativas a la isla. El MINTUR asumió que estas sanciones iban a reducir el número de viajeros y a frustrar la previsión de los 5 millones de turistas, así como la meta de los 3.000 millones de dólares en ingresos.

En todo este tiempo, Marrero desarrolló una labor opaca en los medios de comunicación generalistas de fuera de Cuba dada la naturaleza de su ministerio, uno de los más alejados de la actividad propiamente política —a pesar de que los avatares políticos sí tenían implicaciones directas en los balances del MINTUR—, pero era bien conocido por los operadores turísticos de la región del Caribe, que apreciaban su excelente disposición para los negocios conjuntos entre el Estado cubano y las cadenas turísticas privadas.

A Marrero se le reconocía una dilatada experiencia en la interlocución con los inversores extranjeros, así como habilidad para promover los atractivos turísticos de Cuba en los principales eventos internacionales del sector, como la Feria Internacional de Turismo de Madrid (FITUR), la Conferencia Iberoamericana de Ministros y Empresarios de Turismo (CIMET, de cuyos encuentros anuales él era un habitual) y el World Travel Market de Londres, en cuya edición de 2019 declaró que el "embargo de Trump" obligaba a Cuba a "aplicar un Plan B económico".

La sucesión en abril de 2018 de Raúl Castro (el cual continuó siendo la máxima autoridad política desde su cargo de primer secretario del PCC) en la presidencia de los Consejos de Estado y de Gobierno por el hasta entonces primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, significó para Marrero, que no era miembro del Comité Central del PCC, una mayor presencia institucional. El 18 de abril el ministro debutó como diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) en representación del municipio holguinero de Gibara y de conformidad con los resultados de las elecciones de lista única a la IX Legislatura, celebras el 11 de marzo anterior. El 21 de julio siguiente la ANPP, a propuesta de Díaz-Canel, le confirmó en el Gobierno.

(Cobertura informativa hasta 4/11/2019)