Katrín Jakobsdóttir

Katrín Jakobsdóttir, líder del Movimiento de Izquierda-Verde (VG), formó en Islandia el 30 de noviembre de 2017 un Gobierno de coalición atípico por su fuerte transversalidad: integra a esta formación ecosocialista y a las principales fuerzas del centro-derecha identificadas con el capitalismo de mercado, el Partido de la Independencia (SSF) y el Partido Progresista (FSF). El Gabinete mayoritario de Jakobsdóttir, cuya disparidad ideológica pone de relieve la capacidad de los políticos islandeses para muñir entendimientos, llega tras una etapa de escándalos que han dañado la imagen de las citadas formaciones conservadoras y cierra la incertidumbre por la fragmentación parlamentaria salida de las elecciones del 28 de octubre. Estos comicios fueron adelantados a raíz de la caída en septiembre anterior del Gobierno que encabezaba el líder del SSF, Bjarni Benediktsson, ahora ministro de Finanzas.

El VG, el SSF y el FSF, que son respectivamente la segunda, la primera y la tercera fuerzas del Althing o Parlamento, basan su acuerdo de Gobierno en un plan para realizar más inversiones públicas aprovechando que la economía nacional va viento en popa y las finanzas del Estado lucen un espectacular superávit del 17% del PIB, así como rebajar algunos impuestos, mejorar la competitividad, crear un Fondo de Riqueza Soberano y asegurar el cumplimiento de los objetivos climáticos del Acuerdo de París. Además, comparten euroescepticismo, lo que remacha la decisión, adoptada por Reykjavík en 2015, de cancelar la anterior apuesta por el ingreso en la UE. Jakobsdóttir, que según los sondeos de valoración de líderes goza de un elevado crédito popular, es la segunda mujer primera ministra de Islandia después de la socialdemócrata Jóhanna Sigurdardóttir, en cuyo Gobierno de coalición de 2009-2013 ella sirvió como ministra de Educación.


(Texto actualizado hasta diciembre 2017)

1. Líder de la Izquierda Verde islandesa
2. Primera ministra en 2017 en coalición con los conservadores


1. Líder de la Izquierda Verde islandesa

Perteneciente a una familia de Reykjavík de la que han salido numerosos intelectuales, artistas y políticos, tras diplomarse en 1999 en Filología Islandesa y Francesa por la Universidad de Islandia empezó a trabajar para el canal público de televisión RÚV. En 2004 añadió a su currículum una licenciatura en Literatura Islandesa sobre la base de un estudio de la obra del popular escritor local de novela negra Arnaldur Indridason. Ese mismo año se instaló profesionalmente como articulista freelance y educadora, labores que ejerció en varios medios de comunicación nacionales, la editorial Edda, especializada en literatura infantil, la escuela de aprendizaje permanente Mímir y los campus universitarios de Reykjavík.

Políticamente, Jakobsdóttir se adhirió al Movimiento de Izquierda-Verde (Vinstrihreyfingin–Grænt Frambod, VG), formación de ideario ecosocialista lanzada en febrero 1999 por el ex ministro Steingrímur Sigfússon y otros miembros de la Alianza Popular (AB) contrarios al proyecto de fusión de esta agrupación socialista, mandada por Margrét Frímannsdóttir, con el Partido Socialmócrata (AF) de Gudmundur Stefánsson, dando lugar a la Alianza Socialdemócrata (SF), con la propia Frímannsdóttir de líder. El VG obtuvo el 9,1% de los votos y seis escaños, la cuarta bancada del Althing o Parlamento, en su debut electoral en los comicios de mayo de 1999. Cuatro años después, mientras laboraba como asesora de idiomas a tiempo parcial para la RÚV, Jakobsdóttir se convirtió en vicepresidenta del VG.

Los verdes de izquierda perdieron un diputado en las elecciones de mayo de 2003, pero treparon hasta los nueve representantes en las de mayo de 2007, pasando a ser la tercera fuerza del Althing por detrás de la SF y el conservador Partido de la Independencia (SSF); uno de los parlamentarios que debutaron entonces fue, con 31 años, Jakobsdóttir, elegida por la circunscripción de Reykjavík Norte. Su condición de diputada de la oposición al Gobierno del primer ministro Geir Hilmar Haarde, el líder del SSF, no iba a llegar a los dos años.

El 26 de enero de 2009, con Islandia hundida en la peor crisis financiera de su historia por el colapso de los principales bancos privados en octubre anterior, el Gobierno de coalición que Haarde mantenía con la SF dimitió en pleno. Las consultas urgentes entre los partidos desembocaron en la constitución el 1 de febrero de un Gabinete minoritario, de transición hasta el adelanto electoral, que por primera vez sentaba juntos a la SF y el VG. La hasta ahora ministra de Asuntos Sociales y en breve jefa de los socialdemócratas, Jóhanna Sigurdardóttir, fue investida primera ministra, mientras que el líder del VG, Sigfússon, se posesionó de las carteras de Finanzas y de Pesca y Agricultura, y su segunda, Jakobsdóttir, tomó otro de los cuatro puestos adjudicados a su colectividad, el Ministerio de Educación, Ciencia y Cultura.

Luego, las elecciones anticipadas del 25 de abril de 2009, ganadas con mayoría simple por la SF, consolidaron al VG en la tercera posición con el 21,7% de los votos y 14 escaños. El 10 de mayo siguiente Sigurdardóttir reeditó su Gobierno bipartito y Jakobsdóttir siguió siendo la ministra de Educación con competencias añadidas, el área de Cooperación Nórdica.

Hacia el final de la legislatura, Sigfússon anunció su decisión de dejar la jefatura del VG. Archipopular entre los miembros del partido, Jakobsdóttir, a los 37 años, fue elegida para conducir a la izquierda verde el 24 de febrero de 2013. El cambio de liderazgo, empero, no salvó al VG de sufrir, a la par que los socialdemócratas, ahora encabezados por Árni Páll Árnason, un severo traspiés en las elecciones del 27 de abril de 2013, a las que el Gobierno de la izquierda llegó muy desgastado por el impacto en los bolsillos de las medidas de ajuste y estabilidad, ahora que el país procuraba salir de la convalecencia de la crisis, el rechazo popular, expresado en dos referendos, a sus planes para reparar económicamente a los gobiernos británico y holandés por los perjuicios causados por la quiebra bancaria de 2008, y el auge del euroescepticismo.

Así, el VG vio evaporarse las ganancias experimentadas en el último sexenio y descender su cuota al 10,9% de los sufragios y los siete escaños, entre ellos el de la decepcionada líder. La victoria fue absoluta para el campo del centro-derecha que conformaban el SSF y el Partido Progresista (FSF), los cuales establecieron el 23 de mayo un Gobierno de coalición con el líder de la segunda formación, Sigmundur Davíd Gunnlaugsson, de primer ministro, y su colega al frente de la primera, Bjarni Benediktsson, de ministro de Finanzas.

En la nueva legislatura, Jakobsdóttir asumió la tarea de reconstruir su partido desde la oposición y recuperar la confianza de los votantes. Algo que iba a lograr con prontitud, en buena medida merced a los patinazos del oficialismo conservador, sobre el que volvieron a gravitar serias sospechas de chanchullos deshonestos y corrupción. En abril de 2016 la escandalosa dimisión de Gunnlaugsson, forzada desde la calle tras descubrirse su participación en el gigantesco esquema internacional de evasión fiscal revelado por los llamados Papeles de Panamá, dejó la jefatura del Gobierno en manos de otro miembro del FSF, Sigurdur Jóhannsson, al que solo le restó encajar el previsible varapalo electoral. En los comicios anticipados del 29 de octubre de 2016, mientras que los progresistas de Jóhannsson cosechaban una estrepitosa derrota, los verdes de Jakobsdóttir resurgieron con brío y su 15,9% de los votos les permitió saltar de la cuarta a la segunda plaza en el Althing con una decena de escaños. Era la primera vez que los ecosocialistas superaban a los socialdemócratas, hundidos hasta el borde de su desaparición como fuerza parlamentaria.

En la ronda protocolaria de entrevistas de los respectivos cabezas de cartel con el presidente de la República, Gudni Jóhannesson, Jakobsdóttir manifestó su deseo de formar parte de un Gobierno de coalición que estaría integrado por el VG, de paso potencial conductor del mismo, más el pujante Partido Pirata de Birgitta Jónsdóttir, el nuevo Partido de la Reforma (Vidreisn) de Benedikt Jóhannesson, el partido Futuro Brillante (BF) de Óttarr Proppé y la descalabrada SF de Oddny Gudbjörg Hardardóttir. Esta fórmula pentapartita del centro-izquierda sumaría 34 diputados, dos por encima de la mayoría absoluta.

Sin embargo, correspondía a Benediktsson, en tanto que cabeza de la lista más votada, el primer turno para intentar formar gobierno. El 2 de noviembre de 2016 el líder independentista recibió el correspondiente mandato presidencial, pero 13 días después Benediktsson devolvía la encomienda ante lo infructuoso de su tentativa: el SSF no se ponía de acuerdo con el Vidreisn y el BF. Entonces, Jóhannesson, al día siguiente, trasladó el mandato a Jakobsdóttir. Estar señalada en las encuestas como el político nacional que más confianza inspiraba a sus paisanos no le sirvió a Jakobsdóttir para muñir la complicada coalición de cinco personas que tenía en mente. De esta manera, el 25 de noviembre también ella devolvió su mandato al jefe del Estado. La pirata Jónsdóttir fracasó igualmente y el 30 de diciembre Benediktsson fue requerido de nuevo para que procurara levantar un Gobierno creíble. Finalmente, el 11 de enero de 2017, Benediktsson pudo articular un Gabinete mayoritario a tres SSF-Vidreisn-BF.

Así las cosas, Jakobsdóttir se situó como la primera figura de la oposición al nuevo Gobierno centrista de Benediktsson. Como el progresista Gunnlaugsson, aunque de una manera mucho más prematura, el independentista Benediktsson se vio salpicado por unos reproches a un proceder personal -en este caso, la ocultación al público de una carta de recomendación dirigida por su padre a las autoridades para que borraran el expediente criminal de un amigo suyo al amparo de su derecho a que se restableciera su "honor"- que terminaron costándole el puesto a los ocho meses de asumirlo. El 16 de septiembre de 2017, dos días después de notificarle el BF su abandono de la coalición, Benediktsson presentó la renuncia y solicitó a Jóhannesson un adelanto electoral que el presidente convocó para el 28 de octubre.


2. Primera ministra en 2017 en coalición con los conservadores

Las segundas elecciones adelantadas en algo más de cuatro años sonrieron a la izquierda verde, que si bien no consiguió igualar su cota histórica de 2009 al menos ascendió un punto de voto (el 16,9%) y sacó un escaño más (11). Con 16 escaños, el SSF de Benediktsson preservó la primera posición, pero sensiblemente achicada por la pérdida de cinco puestos en el Althing más fragmentado que Islandia recordaba, con ocho fuerzas representadas. Las conversaciones preliminares mantenidas por el presidente Jóhannesson el 30 de octubre permitieron descartar a Benediktsson como un candidato con posibilidades de formar gobierno, luego fue Jakobsdóttir el primer líder partidario al que aquel se dirigió.

El 2 de noviembre de 2017 Jakobsdóttir obtuvo el mandato oficial para unas negociaciones que arrancaron sentando en una mesa al VG, al FSF de Jóhannsson, a la recuperada SF de Logi Már Einarsson y a los desfondados Piratas que ahora tenían como presidenta a Halldóra Mogensen, es decir, los partidos segundo, tercero, cuarto y sexto más votados. Esta fórmula aportaba 32 escaños, justo la mayoría absoluta, pero los interlocutores no se entendieron. Entonces, Jakobsdóttir se quedó con los progresistas e incorporó a las negociaciones a los de Benediktsson, no obstante la considerable distancia ideológica que había entre el VG y el SSF. Por de pronto, en la reciente campaña electoral los rojiverdes habían propugnado la subida de la presión fiscal a las rentas altas, las propiedades inmobiliarias y la poderosa industria pesquera, mientras que los independentistas insistían en tirar de créditos bancarios, es decir, endeudar al Estado, para cubrir las necesidades fiscales del Gobierno. Luego estaba el tradicional antagonismo en el capítulo de la seguridad y la defensa, siendo rigurosamente proatlantista el SSF y contrario a la pertenencia nacional a la OTAN el VG.

Claro que también había puntos en común, como el rechazo al ingreso del país en la UE, euroescepticismo que abrazaba muy especialmente el FSF. Jakobsdóttir y Benediktsson estaban de acuerdo con que había que aprovechar la actual coyuntura sobresaliente de fuerte crecimiento del PIB, de en torno al 6% interanual, y saneamiento de la balanza financiera del Gobierno, la cual lucía ahora un espectacular superávit del 17%, para redoblar el gasto público en el estado del bienestar, las comunicaciones y la floreciente industria turística, solo que discrepaban sobre las fuentes de financiación.

Por otra parte, en el imaginario de la izquierda radical islandesa el dúo SSF-FSF era la expresión partidista de una élite adinerada cuyas malas prácticas del capitalismo rapaz y abusivo habían arrastrado al pequeño país insular al desastre económico una década atrás. Tanta era esa lejanía conceptual con el centro-derecha que el ala juvenil del VG mostró a Jakobsdóttir su rechazo frontal a un acuerdo que les parecía contra natura, repudio compartido por dos diputados y por cierto número de militantes que anunciaron su baja como muestra de protesta. De constituirse este atípico Gobierno tripartito, sostenido en una mayoría de 35 mandatos (33, si se descontaban a los dos diputados rojiverdes disidentes), sería el más transversal en los últimos 70 años de historia de parlamentarismo islandés.

Jakobsdóttir, Benediktsson y Jóhannsson lograron un consenso básico para gobernar en torno a una serie de temas: las bajada del impuesto sobre la renta y de las cotizaciones a la seguridad social a los contribuyentes y trabajadores con ingresos más bajos; la subida del impuesto a las rentas de inversión; la supresión de algunos tipos de IVA y el alza, en un 50% como mínimo, de la tasa a las emisiones carbónicas; unas mayores inversiones en la sanidad, la educación y las infraestructuras de transportes y telecomunicaciones, sobre todo en la región sudeste y las áreas rurales; la creación de un Fondo de Riqueza Soberano nutrido por los ingresos derivados de los recursos naturales; el avance en los parámetros de una administración transparente y eficiente; el refuerzo de la capacidad legislativa, presupuestaria y supervisora del Althing; en asunción de los objetivos de los Acuerdos de París, la conversión de Islandia en un país "neutral" en el empleo de combustibles fósiles hacia 2040; el control del boom turístico para impedir que esta actividad dañase el frágil ecosistema islandés; y la mejora de los marcos legales reguladores de la igualdad de géneros y los derechos de la comunidad LGBT.

Una vez acordados el reparto de cargos y el programa de Gobierno, Jakobsdóttir recibió de Jóhannesson la vía libre para constituir su Gabinete, cosa que hizo el 30 de noviembre. De los 10 puestos -sin contar el de la flamante primera ministra-, la izquierda verde tomó dos, el SSF cinco y el FSF tres. El jefe del Gobierno saliente, Benediktsson, se quedó con la cartera de Finanzas y Asuntos Económicos, y su conmilitón Gudlaugur Thór Thórdarson siguió siendo el ministro de Asuntos Exteriores. El jefe progresista, Jóhannsson, fue nombrado titular de Transportes y Gobiernos Locales.

Katrín Jakobsdóttir ha formado una familia de tres hijos con el académico Gunnar Örn Sigvaldason, profesor de Ética, Filosofía y Pensamiento Político de la Universidad de Bifröst.

(Cobertura informativa hasta 1/12/2017)