Julio María Sanguinetti Coirolo
Presidente de la República (1985-1990, 1995-2000)
Miembro de una familia de extracción burguesa y orígenes italianos, realizó estudios de Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Montevideo. Tras licenciarse como abogado en 1961 compaginó la práctica legal con la profesión periodística. Ya desde 1953 venía escribiendo en prensa, primero en el semanario Canelones y luego, a partir de 1955, como cronista de Acción, diario fundado por el entonces presidente, Luis Batlle Berres, para el que cubrió acontecimientos tales como los primeros pasos de la revolución cubana de 1959 y donde desarrolló su actividad hasta los años setenta.
Ambos medios estaban vinculados al Partido Colorado (PC), histórica formación liberal donde convivían sensibilidades progresistas y conservadoras (una mezcolanza de doctrinas y de estilos que siempre ha dificultado los intentos de clasificarlo en función de la ideología), y que tenía como rival inveterado al Partido Nacional (PN) o Blanco, conformando un bipartidismo que ha dominado la política uruguaya durante toda su historia, si bien la gran mayoría de las veces la fuerza gobernante ha sido el PC. En 1963, con 27 años, Sanguinetti consiguió el acta de diputado nacional por el departamento de Montevideo en la lista colorada de la facción batllista, que toma su nombre de José Batlle Ordóñez, quien fuera tres veces presidente de la República entre 1899 y 1915.
En 1964 fue miembro de la delegación uruguaya que participó en Ginebra de la fundación de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (CNUCED). En 1966 fungió de miembro redactor e informante del proyecto de reforma constitucional y desde 1967 figuró en el equipo asesor del presidente colorado Jorge Pacheco Areco para los asuntos relacionados con la Organización de Estados Americanos (OEA). Luego, en 1969, Pacheco le nombró ministro de Industria y Comercio, función que desempeñó hasta 1971, cuando pasó a hacerse cargo de la misión comercial uruguaya en la URSS. Asimismo, se hizo cargo de la subdirección de Acción.
En octubre de 1970 Sanguinetti protagonizó un violento incidente que cualquier persona no familiarizada con la singular persistencia entre la élite política e intelectual uruguaya de los "lances de honor", al más puro estilo decimonónico (y que incluso tenían cobertura legal), podía considerar una ridícula y peligrosa extravagancia. De todas maneras, la bizarría fue una soberana muestra de la personalidad de Sanguinetti y de la cultura política local en aquella época. Sucedió que el director de Acción, Jorge Luis Batlle Ibáñez, sobrino-nieto de Batlle Ordóñez e hijo de Batlle Berres, se sintió gravemente ofendido por el senador colorado Manuel Flores Mora, que le acusó de haberse beneficiado económicamente por su previo conocimiento de una devaluación del peso uruguayo. Batlle estaba fuera del país, y Sanguinetti, dando la cara en nombre de su jefe periodístico y correligionario, retó a Flores Mora a un duelo a sable a primera sangre. Según narran las crónicas, tras media hora de mandobles y estocadas, el ministro hirió a su adversario de un profundo tajo en la mano. El duelo terminó al punto, pero la peripecia no terminó ahí, ya que Batlle regresó al país y mandó a su vez sus padrinos al senador, teniendo lugar un segundo duelo que terminó en empate.
En marzo de 1972 el nuevo presidente, también del PC, Juan María Bordaberry Arocena, le trajo de vuelta al Ejecutivo como titular de Educación y Cultura. Aquel mismo año, Sanguinetti fue miembro fundador de la Comisión Nacional de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Nación. La quiebra del orden constitucional por las Fuerzas Armadas en junio de 1973 le privó de sus cargos en el Gobierno y en la Cámara de Representantes, donde había renovado su escaño por última vez en 1971, además de sus puestos de subdirector de Acción, que fue clausurado, y presidente de la Comisión Nacional de Artes Plásticas, para el que había sido elegido en 1967. En 1976 fue inhabilitado para desempeñar cualquier actividad política.
En los años siguientes, Sanguinetti se dedicó al periodismo, desde un punto de vista crítico con el Gobierno de facto, en los diarios El Día (1973-1981), Visión (desde 1974, como columnista de opinión, colaboración que ha continuado hasta la actualidad) y el semanario Correo de los Viernes (por él fundado en 1981 y dirigido hasta 1984), así como a la promoción de actividades culturales y deportivas, en tanto que presidente del Centro Regional de la UNESCO para el Fomento del Libro en América Latina (1975-1984) y vicepresidente del popular Club de Fútbol Peñarol.
Después del rechazo en referéndum del proyecto constitucional del 30 de noviembre de 1980 y restituidos sus derechos políticos el 29 de junio de 1981, Sanguinetti encabezó la delegación del PC en las negociaciones partidistas con los militares con vistas a una transición pacífica y ordenada a la democracia, que culminaron con la firma, el 3 de agosto de 1984, del denominado Pacto del Club Naval. En 1983 fue elegido secretario general del Comité Ejecutivo del PC y en agosto de 1984 obtuvo la nominación mayoritaria para las elecciones presidenciales del año siguiente, que habían de poner fin a doce años de dictadura. El 25 de noviembre de 1984 Sanguinetti venció con el 31,2% de los votos al candidato blanco mejor situado, Alberto Sáenz de Zumarán (un segundo candidato colorado, el ex presidente Pacheco Areco, que abrazaba postulados de extrema derecha, recibió el 10%), tal que el 1 de marzo de 1985 tomó posesión del puesto con un mandato quinquenal y sustituyendo al presidente interino, Rafael Addiego Bruno, quien a su vez había reemplazado el 12 de febrero al presidente militar, general Gregorio Álvarez Armellino. A la ceremonia de inauguración asistieron gran número de mandatarios y un total de 72 delegaciones extranjeras, como expresión del apoyo de la comunidad internacional a la nueva etapa política en Uruguay.
Considerado en aquel momento como un político progresista en las cuestiones políticas y más conservador en las económicas, Sanguinetti consiguió rehabilitar la imagen de un partido que encerraba una gran diversidad ideológica y cuyos sectores más conservadores habían respaldado el golpe de Estado de 1973. Sin demora, levantó las prohibiciones que pesaban sobre los partidos y los dirigentes que se habían opuesto activamente a la dictadura, y amnistió a los presos políticos. En una manifestación de prudencia y moderación, aunque no exenta de polémica, evitó seguir el ejemplo argentino de procesar a los responsables de las violaciones de los Derechos Humanos, en el caso uruguayo numéricamente inferiores pero particularmente atroces, cometidas en la etapa precedente y presentó la denominada Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, mejor conocida como Ley de punto final.
Esta ley, que libraba de persecución judicial a los militares y policías presuntamente culpables de crímenes, la defendió Sanguinetti como el justo complemento a la Ley de Pacificación Nacional de 1985, en virtud de la cual fueron liberados 267 guerrilleros tupamaros, incluido el líder histórico del grupo, Raúl Sendic, que habían intervenido en la lucha armada durante las décadas de los sesenta y setenta. La Asamblea General la tramitó como decreto-ley el 21 y el 22 de diciembre de 1986, y el referéndum derogatorio del 16 de abril de 1989, convocado al cabo de una masiva campaña nacional de firmas organizada por las izquierdas, la ratificó con el 55,9% de los votos.
En el orden exterior, Sanguinetti relanzó las relaciones con España y restableció los contactos con los países comunistas. En un ámbito más cercano, el 26 de mayo de 1987, como colofón de varias reuniones preparatorias, suscribió con su colega de Argentina, Raúl Alfonsín, el Acta de Montevideo, acuerdo decisivo para impulsar la integración económica regional conforme a los objetivos trazados por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Alfonsín ya venía negociando una ambiciosa agenda de desarme arancelario en el comercio bilateral con el brasileño José Sarney; ahora, Sanguinetti fue incluido en un proyecto librecambista e integrador que adoptó forma tripartita y que ganó ímpetu a raíz de la cumbre de los tres presidentes que el uruguayo organizó en Colonia el 6 de febrero de 1988. Con la suma de Paraguay, todos estos trabajos desembocarían en la creación del Mercado Común del Cono Sur (MERCOSUR) en 1991.
En el capítulo económico, el Gobierno de Sanguinetti, que incluía a dos ministros del PN, se planteó como tarea prioritaria el poner freno a la deuda exterior de 5.100 millones de dólares, cifra enorme, cercana al total de la producción nacional. Asimismo, Sanguinetti se mostró activo dentro del Grupo de Apoyo (Uruguay, Perú, Brasil y Argentina) al Grupo de Contadora (México, Colombia, Venezuela y Panamá), foros informales de consultas dedicados a la exploración de medidas preventivas contra la extensión de los conflictos armados en Centroamérica y que en diciembre de 1986 decidieron fusionarse con el nombre de Grupo de los Ocho, el cual a su vez tomó en octubre de 1990 el nombre de Grupo de Río coincidiendo con su ampliación a Chile, Ecuador, Bolivia y Paraguay. Sanguinetti presidió la II Reunión del Grupo de los Ocho, en Punta del Este el 29 de octubre de 1988.
En el primer tramo de su mandato, la economía uruguaya, que hasta 1985 padeció una aguda depresión, registró unos indicadores positivos, con crecimiento de la producción, descenso de la inflación, estabilización del desempleo e incremento de las exportaciones. La confrontación con los sindicatos, que exigían la ruptura con el FMI y el impago de la deuda, se vio compensada con la apertura de vías concertadas para reforzar el consenso entre los partidos políticos y sacar adelante legislación de interés general, siendo su principal exponente el Acuerdo Nacional suscrito el 1 de abril de 1986 por el PC, el PN, el izquierdista Frente Amplio (FA) y la conservadora Unión Cívica (UC). Hacia el final de la presidencia, pese a los acuerdos para su refinanciación, la deuda exterior siguió aumentando, siempre sólo sensiblemente por debajo del PIB, el cual además volvió a contraerse hasta una tasa de crecimiento virtualmente cero. La inflación también experimentó un fuerte repunte y 1990 se cerró con un índice del 130%.
El 1 de marzo de 1990 Sanguinetti entregó la banda presidencial a Luis Alberto Lacalle de Herrera, candidato del PN vencedor en las elecciones del 26 de noviembre anterior. Siguió dedicado al periodismo, a las actividades académicas y a la política interna de su partido como líder del Foro Batllista, cercano a la socialdemocracia, que era la facción más importante del PC junto con Batllismo Radical (Lista 15), encabezada por Jorge Batlle. Hasta 1991 el Foro Batllista fue parte de la Coincidencia Nacional y respaldó al Gobierno de Lacalle.
En 1994 Sanguinetti consiguió de nuevo ser el precandidato más votado en las elecciones primarias del PC y ello se trasladó a los resultados de las elecciones presidenciales del 27 de noviembre de 1994, que ganó con el 24,7% de los votos por delante de Tabaré Ramón Vázquez Rosas, de la coalición Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), los otros dos candidatos del PC, Jorge Batlle y Jorge Pacheco Areco, y los tres del PN, el más fuerte de los cuales resultó ser Alberto César Volonté Berro, con el 14,9%. En realidad, Vázquez fue el candidato individual más votado, pero en el recuento, de acuerdo con la Ley de Lemas aún vigente, se consideraban los votos totalizados por un partido o lema y se otorgaba la victoria al mejor situado de sus sublemas o candidatos (en la práctica, esto sólo afectaba a los dos partidos mayoritarios). Tal fue esta ocasión, ya que el coloradismo, sumando los votos de Sanguinetti, Batlle y Pacheco, recibió el 32,3%, por encima del 31,2% reunido por los tres blancos y el 30,6% cosechado por el frenteamplista Vázquez. El 1 de marzo de 1995 Sanguinetti inició su segundo período presidencial como el tercer mandatario reelegido en la historia del país.
Sanguinetti formó un Gobierno de coalición con el PN, que recibió cuatro ministerios, el Partido por el Gobierno del Pueblo (PGP), que conformaban antiguos escindidos del coloradismo y cuyo líder, Hugo Batalla, era el compañero de fórmula para la Vicepresidencia, y la UC. Además, estableció pactos puntuales con el partido Nuevo Espacio (NE), cuyo principal componente era democristiano. Este marco de alianzas le permitió sacar adelante en una Asamblea General dividida a partes iguales entre las tres fuerzas principales los presupuestos generales del Estado hasta el final de su mandato, la reforma de la Ley de la Seguridad Social -contestada por las organizaciones de trabajadores y jubilados- y la reforma de la Constitución. Garantizada con el respaldo de una mayoría de dos tercios parlamentaria, esta reforma, que suprimió la casi centenaria Ley de Lemas, fue refrendada por el pueblo el 8 de diciembre de 1996 con un 50,2% de votos favorables y entró en vigor el 14 de enero de 1997. Las enmiendas supusieron el refuerzo del poder ejecutivo frente al legislativo y una profunda reforma del sistema electoral, que entre otros puntos introdujo la presentación de la candidatura presidencial única por partido y el sistema de doble vuelta en las elecciones si en la primera ningún candidato obtenía la mayoría absoluta.
La política económica expansionista de su Gobierno permitió revertir en 1996 la recesión del -2.5% registrada el año anterior, en parte debida a la caída de las exportaciones, con unas elevadas tasas de crecimiento, que además no generaron inflación. Por el contrario, ésta variable experimento un descenso continuo hasta situarse en 1999 en torno al 6%. El buen rendimiento de la actividad comercial y de los sectores productivos clave generó empleo y facilitó la mejora de los salarios y las pensiones, un aumento general de ingresos que a su vez alimentó la tasa de inversión y el consumo interno. Este panorama bonancible se vio drásticamente afectado por la crisis brasileña de 1998-1999, que contrajo los pedidos de este país, destino de más de un tercio del total de las exportaciones uruguayas. Una interdependencia que se enmarca en el MERCOSUR, cuyas cumbres IX, XIII y XVII Sanguinetti auspició, respectivamente, el 7 de diciembre de 1995 en Punta del Este, el 15 de diciembre de 1997 en Montevideo y el 8 de diciembre de 1999 también en Montevideo.
El 1 de marzo de 2000 concluyó su mandato y entregó la banda presidencial a su correligionario Jorge Batlle, vencedor en las elecciones del 28 de noviembre de 1999.
Siempre activo en el periodismo y el mundo cultural, durante su paréntesis presidencial de 1990-1995 Sanguinetti fue articulista de la agencia de noticias EFE y del diario El País, ambos españoles. Su vínculo con España se ha consolidado como director de seminarios organizados por la Universidad Complutense de Madrid y conferenciante en los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Santander.
Desde 1996 ha promovido y animado un grupo de destacadas personalidades del mundo de la política y la intelectualidad (entre ellos, el ex presidente colombiano Belisario Betancur, el ex presidente del Gobierno español Felipe González y los presidentes en ejercicio de Chile y Brasil, Ricardo Lagos y Fernando Cardoso, respectivamente) denominado el Círculo de Montevideo, que actúa como un foro de debate cercano a los postulados de la denominada tercera vía, desde el punto de vista latinoamericano. También preside desde 1990 el Instituto PAX, una fundación académica de acción internacional, y es miembro tanto del Consejo InterAcción, otro foro de encuentro de mandatarios retirados de todo el mundo, centrado en la elaboración de informes y estudios con finalidad asesora en diversas áreas de ámbito internacional, como del Club de Madrid y el Consejo de Presidentes y Primeros Ministros del Programa de las Américas del Centro Carter de Atlanta, Estados Unidos.
Es doctor honoris causa por las universidades de Brasilia (1985), Moscú (1990), Asunción (1994), Génova y Bucarest, y, artículos y estudios breves aparte, ha publicado los libros Alcances y aplicaciones de la nueva Constitución uruguaya (1967), La nación, el nacionalismo y otros ismos (1978), El temor y la impaciencia (1991), El año 501 (1992), Un mundo sin Marx (1993) y Meditaciones del milenio (1994). En añadidura, está en posesión de las órdenes de Boyacá (Colombia), San Carlos (Colombia), del Sol (Perú), de Malta, Isabel La Católica (España), José Matías Delgado (El Salvador), del Quetzal (Guatemala y Honduras), Cruzeiro do Sul (Brasil), del Mérito (Chile), Mariscal Francisco Solano López (Paraguay), Libertador General San Martín (Argentina), Libertador (Venezuela), Andrés Bello (Venezuela), del Águila Azteca (México) y Manuel Amador Guerrero (Panamá), entre otras. Es también caballero de la Gran Cruz de Italia y de la Gran Cruz de la Legión de Honor de Francia.
Julio María Sanguinetti está casado con la historiadora y periodista Marta Canessa, con la que ha tenido dos hijos.
(Cobertura informativa hasta 20/3/2001)