Juha Sipilä
Primer ministro (2015-2019)
Juha Sipilä, empresario de tecnologías de la comunicación y líder del Partido de Centro (Keskusta), ganó en las elecciones generales del 19 de abril de 2015 un claro mandato para formar un nuevo Gobierno de coalición en Finlandia. El mismo, en un giro a la derecha, va a incorporar a los conservadores (KOK) del primer ministro saliente, Alexander Stubb, y al Partido de los Finlandeses (PS), la formación populista euroescéptica de Timo Soini, hasta ahora marginada del Ejecutivo.
El dirigente centrista, un tranquilo profesional y devoto luterano que hasta ahora ha coronado con éxito fulgurante todas sus apuestas en los negocios privados y en la política, y que es presentado como ejemplo de empresario nacional convencido de que las funciones del sector privado, convenientemente incentivado, son crear empleo, generar conocimiento y contribuir al desarrollo del país, se ofrece como la persona capaz de sacar a Finlandia, pese a su riqueza y a su alto grado de desarrollo, de la esclerosis económica instalada desde la Gran Recesión. Una vez comprobado que el plan de austeridad antidéficit y antideuda del anterior Gobierno de conservadores y socialdemócratas no ha funcionado, Sipilä propugna una disciplina fiscal aún más estricta aderezada de recortes sociales y la no subida de los impuestos como recetas para, dentro de un proyecto de resultados a medio y largo plazo, consolidar las finanzas, ahuyentar definitivamente la recesión, recortar el paro y recuperar la competitividad perdida por la nación escandinava.
(Texto actualizado hasta mayo 2015)
1. De empresario de electrónica para móviles a líder del Partido de Centro
2. Victoria electoral en 2015 y llegada a la jefatura del Gobierno finlandés
1. De empresario de electrónica para móviles a líder del Partido de Centro
Natural de Veteli, municipio escasamente poblado de la región centrooccidental del país, en la Finlandia del interior lacustre y boscosa, tras licenciarse en Ingeniería por la Universidad de Oulu, en 1986, comenzó a trabajar en Lauri Kuokkanen Oy, una compañía de telecomunicaciones domiciliada en la ciudad de Kempele. El joven hizo un ascenso profesional fulgurante: pronto entró en la plantilla de gerentes, se convirtió en socio capitalista y en 1992 ye era el consejero delegado de Solitra Oy, nuevo nombre de la empresa, especializada en la fabricación de filtros de radiofrecuencia y dispositivos electrónicos de comunicaciones inalámbricas, fundamentalmente telefonía móvil, sector del que Finlandia, gracias al gigante Nokia, era potencia mundial.
En 1996, siendo el principal socio capitalista de Solitra, Sipilä vendió el 80% de las acciones corporativas al grupo estadounidense ADC Telecommunications Inc. La operación le convirtió en multimillonario y con la fuerte suma ingresada puso en marcha en 1998 el fondo de inversiones Fortel Invest Oy. La nueva aventura empresarial fue todo un éxito y en la década siguiente Sipilä tomó asiento en las juntas de accionistas y los consejos de administración de numerosas compañías del ramo de las tecnologías de la comunicación. Entre 2002 y 2005 puso un paréntesis a su dirección general de Fortel Invest para llevar las riendas de Elektrobit Oyj, compañía basada en Oulu y líder en el ramo de las comunicaciones inalámbricas aplicadas a la industria del automóvil.
En 2011 Sipilä tomó una decisión drástica que llenó de asombro a colegas y allegados: despedirse de la dirección de Fortel Invest Oy para estrenarse en la política profesional como candidato a diputado del Eduskunta o Parlamento en las listas electorales del Partido de Centro (Keskusta). Aunque en su juventud se había vinculado a esta formación con raíces agrarias, hasta la fecha el próspero empresario e inversor se había mantenido al margen de la política.
El Keskusta, hasta 1965 llamado Liga Agraria (ML), era un veterano partido moderado de corte liberal, preocupado por cuestiones tales como el clima óptimo para los negocios, la descentralización y el desarrollo rural, y con un pie en el ambientalismo. Había dado muchos primeros ministros a la democracia finlandesa y en las últimas décadas del siglo XX había sido la segunda o la tercera fuerza más votada por detrás del Partido Socialdemócrata (SDP) y los conservadores del Partido de la Coalición Nacional (KOK), aunque en 1991, con Esko Aho de líder, consiguió encaramarse a la primera posición. En los últimos ocho años, los centristas, nuevamente primeros en las votaciones de 2003 y 2007, y de las manos sucesivas de Anneli Jäätteenmäki, Matti Vanhanen y Mari Kiviniemi, venían encabezando cuatro gabinetes consecutivos de amplia coalición con socialdemócratas, conservadores, populares suecos y verdes.
Sin embargo, Sipilä escogió el peor momento político de los centristas para hacer su debut electoral: desprestigiado por los escándalos de corruptelas y malas prácticas que afectaban a su dirigencia y por el deterioro de la situación económica -que iba a desembocar, ya en 2012, en la segunda recesión nacional en cuatro años-, el Keskusta sufrió en los comicios del 17 de abril de 2011 un fortísimo varapalo con la pérdida de más de siete puntos de voto (del 23,1% al 15,8%) y 16 escaños (de 51 a 35), desplomándose de la primera a la cuarta posición. De hecho, había que remontarse a nada menos que el lejano 1917, en tiempos de la ML, para encontrar unos resultados peores.
Sipilä, que libró la campaña electoral al volante de un viejo Chevrolet El Camino reconvertido en un vehículo propulsado por un voluminoso gasógeno que empleaba madera como combustible (aunque incorporando un sistema de control electrónico), conquistó su mandato popular en representación del distrito electoral de Oulu y el 20 de abril tomó posesión de su escaño en el grupo parlamentario centrista, del que fue elegido segundo vicepresidente. A partir del 22 de junio de 2011 el empresario fungió como legislador en la oposición al nuevo Gobierno de coalición arco iris formado por el líder del KOK, Jyrki Katainen, quien se asoció a los socialdemócratas de Jutta Urpilainen, el Partido Popular Sueco (RKP/SFP), la Alianza de Izquierda (VAS), la Liga Verde (VIHR) y los Cristianos Demócratas (KD). Tamaña alianza oficialista dejó al Keskusta sumido en la soledad opositora en el Parlamento, con la única e ingrata compañía del Partido de los Finlandeses (PS), el partido populista euroescéptico y antiinmigración de Timo Soini.
En estas circunstancias, el liderazgo partidario de Kiviniemi estaba completamente amortizado. En abril de 2012 Sipilä anunció su candidatura a suceder en la presidencia de la formación a la ex primera ministra, elección interna que iba a ventilarse en el congreso del 9 de junio. Ese día, el aspirante, que solo llevaba un año en la colectividad, coronó su envite con el mismo éxito fulminante que en su anterior trayectoria empresarial, derrotando en segunda votación a su rival Tuomo Puumala, un treintañero 21 años más joven pero que sin embargo le ganaba en experiencia parlamentaria. No menos llamativo fue el hecho de que la primera ronda de voto dejara en la estacada a un veterano de la talla de Paavo Väyrynen, quien fuera presidente del partido entre 1980 y 1990, amén de eurodiputado, tres veces ministro de Exteriores y otras tantas candidato a presidente de la República, la última vez hacía tan solo unos meses.
2. Victoria electoral en 2015 y llegada a la jefatura del Gobierno finlandés
A Juha Sipilä no le costó apenas nada convertirse en un líder de la oposición sólido y convincente. Su fuerte tirón popular contrastaba con el paulatino desgaste del Gobierno encabezado por el KOK, que en abril de 2014 perdió al VAS de Paavo Arhinmäki, en junio siguiente, poco después de la infructuosa moción de censura parlamentaria lanzada por el Keskusta, cambió de conductor, Alexander Stubb por Katainen, y en septiembre sufrió la defección de un segundo socio, el VIHR. El otro integrante principal de la coalición oficialista, el SDP, mudó igualmente de líder al caer derrotada la viceprimera ministra Urpilainen en la elección interna que la enfrentó al sindicalista Antti Rinne, el cual luego tuvo serios problemas para consolidarse.
Desde abril de 2013 el Keskusta superó al KOK en todas las encuestas de intención de voto de cara a las elecciones generales de 2015. La formación opositora se vio espoleada por los decepcionantes resultados de la gestión de los gobiernos Katainen y Stubb, comprometidos con un programa de austeridad para lograr los objetivos de la estabilidad presupuestaria y la reducción de la deuda pública, pero que pugnaba con la creación de crecimiento y, lo que era peor, estaba fracasando clamorosamente en la lucha contra los desequilibrios financieros. Así, al comenzar 2015 la rica Finlandia exhibía un cuadro macroeconómico francamente malo en el contexto de la vecindad escandinava. 2014, con una contracción del PIB del 0,1%, había concluido como el tercer año consecutivo en recesión, registro que en la UE solo igualaban Italia, Chipre y Croacia (ni siquiera la asolada Grecia, cuya economía volvió a crecer en 2014). Se suponía que en 2015 Finlandia iba a crecer de nuevo, pero estaba por ver cuánto.
El déficit no había hecho más que aumentar en toda la legislatura y ahora se situaba en el 3,2%, dos décimas por encima del tope del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) de la UE. La deuda pública estaba en trance de rebasar también el límite del 60% del PIB fijado por el PEC. El paro iba camino del 10% y, aunque era inferior en un punto a la media de la UE de 28 miembros y en dos puntos al promedio de la Eurozona de 19 miembros, contrastaba con los índices modestos o nimios de Suecia, Dinamarca y Noruega. Uno de los aspectos que más preocupaba era la abrupta pérdida de competitividad de la economía finlandesa, nítidamente por debajo de las tasas alemana, sueca, holandesa o danesa.
En la campaña para los comicios del 19 de abril de 2015 el líder centrista explotó su imagen de empresario sagaz en los negocios, y al mismo tiempo de político pragmático sin corsés elitistas y de finlandés común enraizado en las tradiciones nacionales de culto al trabajo bien hecho, inversión en la formación de las personas, desarrollo armónico con la naturaleza y austeridad luterana. Sipilä presentó una batería de propuestas conducentes a subsanar todas las deficiencias que ahora mismo lastraban el país. De entrada, era menester acometer una disciplina fiscal muy estricta para ganar la batalla del déficit, pero sin subir ningún impuesto, pues al mismo tiempo se trataba de reconciliar a Finlandia con el crecimiento, luego no había que penalizar la demanda interna.
El ajuste tendría que venir básicamente de los recortes centrados en el sector público, donde decenas de miles de plazas de funcionario podrían quedar suprimidas, pero sin dejar al margen los costes de la protección social, que también tendrían que revisarse a la baja. La estrategia mixta del Gobierno Stubb, que venía combinando las podas de gastos y las alzas tributarias, y que a la luz de los resultados podía considerarse de lo más ineficiente, no entraba en los cálculos de Sipilä. Para recuperar el lustre productivo y el espíritu emprendedor de antaño, Finlandia, proponía Sipilä, debía poner plenas facilidades a la empresa privada, inclusive el abaratamiento del despido, y apostar en firme por la bioindustria, sector que con las oportunas inversiones podría generar según él hasta 200.000 puestos de trabajo en los próximos años.
Con todo, el discurso del jefe centrista destilaba mucha prudencia, al incorporar los avisos de que ni él ni nadie tenía "varitas mágicas", y que las prioridades de dinamizar la economía, recuperar la competitividad perdida y equilibrar las cuentas públicas requerían tiempo para materializarse y asentarse. "Son un proyecto de diez años", razonó, para concretar que el cambio de ciclo, si se aplicaban las medidas correctas, sería un hecho antes de cuatro años. Por eso, el aspirante a primer ministro incidió en las nociones típicamente empresariales de "visión de futuro" y "planteamiento de objetivos".
Aunque las cuestiones económicas absorbieron los debates de la campaña, el Keskusta no dejó de ocuparse del sensible capítulo de la inmigración, y, a contracorriente del discurso imperante en Europa, en unos términos aperturistas. Así, Sipilä se mostró partidario de flexibilizar los requisitos de entrada de los trabajadores extracomunitarios, por ejemplo, no exigiéndoles el conocimiento del idioma finés (tan difícil de aprender para muchos extranjeros) y bastándoles el inglés, entendido como idioma laboral. En cuanto a las políticas exterior y de seguridad, los centristas seguían creyendo que mantenerse fuera de la OTAN, pero asociado a ella mediante el Partenariado por la Paz, y conservar el estatus formal de neutralidad era lo mejor para el país, incluso en tiempos de aumento de las actividades militares rusas en la región del Báltico, en conexión con la guerra de Ucrania y el grave deterioro de las relaciones entre Moscú y las potencias occidentales.
Las encuestas, en enero y febrero, llegaron a otorgar al Keskusta hasta 57 de los 200 escaños del Eduskunta y el 26% de los votos. El resultado de las elecciones del 19 de abril certificó la recobrada primacía centrista, pero de un manera más discreta. Así, los de Sipilä ganaron una mayoría simple de 49 diputados con el 21,1% de los sufragios. Les siguieron los Verdaderos Finlandeses con 38 puestos, el KOK con 37 (siete menos) y el gran derrotado de la jornada, el SDP, con 34 escaños (ocho menos). Dados la pluralidad de fuerzas parlamentarias -ocho-, la inalterable tradición de gobiernos multipartitos transversales -de tres socios como mínimo, siendo lo habitual gabinetes de cuatro o cinco colores- y el pragmatismo de Sipilä, quien no cerraba las puertas a suscribir pactos con cualquiera de los partidos grandes, incluido el de Timo Soini -libre ya del férreo cordón democrático que las restantes agrupaciones le habían impuesto en el pasado-, era de prever la constitución de un equipo gobernante integrador y de amplio espectro.
El 28 de abril el primer ministro Stubb presentó la dimisión ritual y el presidente de la República, Sauli Niinistö, encargó a Sipilä la formación del nuevo Gobierno. Además de dar forma al próximo Ejecutivo, el líder centrista tomó la responsabilidad de presidir de manera interina el Eduskunta, misión que le fue confiada el mismo día 28 con el aval de 194 diputados. El otro candidato al puesto, el euroescéptico Soini, recibió un solitario voto, aunque luego fue compensado con un puesto de vicepresidente de la Cámara. En sus primeras palabras al hemiciclo, el postulante a primer ministro declaró que: "La situación internacional es la más tensa en mucho tiempo. La situación en Finlandia es también muy difícil y tenemos grandes problemas que resolver. Tenemos que estar preparados para adoptar soluciones no convencionales". El 7 de mayo Sipilä desveló sus intenciones de formar un Gobierno de coalición con los Verdaderos Finlandeses de Soini y el KOK de Stubb, es decir, un tripartito orillado a la derecha que daba una confortable mayoría absoluta de 124 escaños. Sipilä hizo notar que los tres cabezas de facción tenían apellidos que empezaban por la letra ese, luego tal vez convendría hablar, bromeó, del "Gobierno de los tres Ases".
Juha Sipilä, un miembro activo de la congregación luterana laestadianista Rauhan Sana, está casado desde 1981 con Minna-Maaria Sipilä y ha sido padre de cinco hijos, los cuales le han dado hasta ahora seis nietos, luego el político es abuelo por partida múltiple con tan solo 54 años. El menor de sus vástagos, Tuomo, falleció el 18 de febrero de 2015, en los preparativos de la campaña electoral, a la prematura edad de 21 años a causa de la desgraciada complicación de una intervención quirúrgica que en principio era rutinaria. La tragedia fue anunciada por su desolado padre en su página de Internet.
(Cobertura informativa hasta 7/5/2015)