José Raúl Mulino Quintero

El ganador de la elección presidencial del 5 de mayo de 2024 en Panamá es el opositor José Raúl Mulino, candidato del partido Realizando Metas (RM) y sustituto del líder de este movimiento de derecha liberal-populista, el ex presidente (2009-2014) Ricardo Martinelli, reo de blanqueo de capitales, inhabilitado para aspirar al cargo y asilado en la Embajada nicaragüense en Ciudad de Panamá. El 1 de julio Mulino prestará juramento como presidente de la República con un mandato de cinco años.

Coronando el accidentado proceso que desembocó en su postulación presidencial, Mulino batió con el 34,2% de los votos a siete adversarios, entre ellos el también ex presidente (2004-2009) Martín Torrijos, del democristiano Partido Popular, y, hecho notable, a los candidatos apoyados por las dos fuerzas políticas, el perredismo de centro-izquierda y el panameñismo/arnulfismo de centro-derecha, que durante décadas dominaron la escena panameña. Este duopolio ya fue finiquitado en su momento (en 2009, precisamente por Martinelli) y ahora ninguno de los dos sectores ha conservado las posiciones de cabeza. 

La debacle es particularmente grave para el PRD, el partido gobernante con el presidente saliente, Laurentino Cortizo, y cuyo abanderado, José Gabriel Carrizo, acabó en un anecdótico sexto lugar. Segundo fue, con el 24,6% de los votos, Ricardo Lombana, del centrista Movimiento Otro Camino (MOCA), y cuarto Rómulo Roux, del centroderechista Cambio Democrático (CD), la anterior formación de Martinelli y Mulino, abandonada en 2020 para poner en marcha RM, un partido personalista sin tapujos. En los comicios a la Asamblea Nacional, la Alianza para Salvar a Panamá formada por RM y el Partido Alianza ha obtenido 16 de los 71 escaños.

Mulino es un abogado de 64 años con amplia experiencia ministerial, parte de la cual transcurrió en el Gobierno de su jefe, amigo y mentor, Martinelli. Este le escogió como factótum de toda confianza después de que su condena a 128 meses de prisión por corrupción fuera ratificada por la Corte Suprema de Justicia y su pretensión de retornar al Ejecutivo quedara definitivamente sepultada en febrero de este año. Político de verbo sobrio pero eficaz y con una imagen de hombre adusto que se esfuerza en resultar afable, Mulino no tuvo que invertir muchos esfuerzos proselitistas durante la campaña al serle transferido el potente capital político de Martinelli, polémico personaje persistentemente popular, pese a sus juicios por corrupción, por el recuerdo de la prosperidad económica de Panamá durante su ejercicio al frente del Estado. 

Ello se contrapone al cuadro de declive productivo, alta inflación y alto endeudamiento legado por la Administración Cortizo, que encajó una ola de protestas sociales sin precedentes por el encarecimiento del coste de la vida, la parquedad de los salarios, la desigualdad rampante y las deficiencias en los servicios públicos. La COVID-19 actuó como catalizador del descontento ciudadano. Con todo, Panamá, durante mucho tiempo de bonanza, mantiene el cuarto mayor índice de desarrollo humano de América Latina y sigue liderando el ranking de PIB per cápita en toda la región.

El mandatario electo promete volver a los "buenos tiempos" de Martinelli, cuando el país "brilló económicamente" con unos altos niveles de inversión, y habla de alcanzar un 7% de crecimiento anual sostenido, tasa que contrasta con la previsión del FMI de tan solo un 2,5% para este 2024. Ese 7% es lo que avanzó en 2023 la economía panameña, basada en los servicios logísticos (el gran hub comercial y de transporte que supone el Canal, el cual afronta una fuerte caída de los ingresos por la reducción del tráfico marítimo, obligada por la merma de Lago Gatún como consecuencia de la sequía extrema que padece el país tropical), financieros y turísticos. La recesión pandémica, rayana en el 18% del PIB, fue una de las mayores del mundo, aunque entre 2021 y 2022 la recuperación superó el 26%. Relanzar las obras de grandes infraestructuras públicas, incentivar la contratación privada con fondos públicos hasta lograr el "pleno empleo", resolver las carencias en el suministro de agua potable, bajar el precio de los medicamentos y multiplicar la generación eléctrica solar son otras de sus propuestas.

Por otra parte, quien fuera ministro de Seguridad Pública asume la divisa de "ley y orden" a la hora de enfrentar los problemas de inseguridad ciudadana. Mulino ha sido tajante sobre que piensa "cerrar" la selva de Darién, fronteriza con Colombia, a los cientos de miles de migrantes procedentes de otros países del Caribe y Sudamérica que intentan llegar a pie a Estados Unidos, a quienes aguarda la deportación si no dan marcha atrás. "Iniciaremos, con ayuda internacional y con todo apego a los derechos humanos, un proceso de repatriación de las personas que están allí para que sepan, los de allá y los que quieran venir, que aquí al que llega se le va a devolver a su país de origen", ha dicho. 

Menos claro se muestra sobre el que probablemente ha sido el asunto más candente de los últimos años: el cierre, ordenado en 2023 por la Corte Suprema y enérgicamente exigido por un amplio sector de la sociedad panameña con sensibilidad ambiental, de la explotación cuprífera a cielo abierto de Donoso, Colón, que el Gobierno de Cortizo había adjudicado a la filial panameña de la compañía canadiense First Quantum Minerals. Mulino arguye que, pese a la inconstitucionalidad del contrato de concesión en una área protegida, podría ser necesario reanudar las operaciones en Cobre Panamá para conseguir los fondos que requiere el "cierre ordenado" de la gigantesca explotación.

Está por ver cómo gobernará Mulino teniendo detrás a un jefe partidario con poses caudillistas y muchas ganas de seguir influyendo, pese a ser prófugo de la justicia y afrontar un segundo juicio por sobornos. Mulino ha asegurado que no será "títere de nadie", pero que también hará lo posible por "ayudar" a Martinelli, "como corresponde de acuerdo con la ley", con lo que da a entender que como poco le concederá un salvoconducto —negado por el Gobierno del PRD— para exiliarse en Nicaragua. Tras salir de votar el 5 de mayo, lo primero que hizo Mulino fue visitar en la Embajada nicaragüense a Martinelli, que halló aquí cobijo para eludir su inminente entrada en prisión en febrero. El ex presidente insiste en su inocencia y que es víctima de una " persecución política inhumana".

(Texto actualizado hasta 16 mayo 2024)


José Raúl Quintero Mulino, marido de Maricel Cohen y padre de cuatro hijos, nació en 1959 en el seno de una familia pudiente de Chiriquí. Su padre, José Mulino Rovira, fue gobernador provincial, y su madre, Nelly Quintero, desarrolló una labor de empresaria. Tras terminar el bachillerato en el Colegio San Vicente de Paúl de su población natal, David, estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Católica Santa María La Antigua (USMA) de la capital del país. En 1982 concluyó la carrera y a continuación cursó una maestría en Derecho Marítimo en la estadounidense Universidad Tulane.

Esta última especialidad académica, tan conectada con la intensa actividad portuaria y comercial que generaba el Canal de Panamá, por entonces todavía bajo la soberanía de Estados Unidos, orientó la práctica académica del joven Mulino, que en 1988 abrió con otros dos socios un bufete de abogados. Su actividad directiva en la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa (APEDE), el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CoNEP), la Asociación Panameña de Derecho Marítimo (APADEMAR) y el Colegio Nacional de Abogados (CNA) le llevó a participar en las movilizaciones de la Cruzada Civilista Nacional, la plataforma de fuerzas políticas y grupos de la sociedad civil que lucharon pacíficamente contra la dictadura militar del general Manuel Antonio Noriega, comandante de las Fuerzas de Defensa de Panamá, y su brazo político, el Partido Revolucionario Democrático (PRD), del cual solían salir los presidentes civiles de paja en esta sombría época de persecuciones, elecciones fraudulentas y corrupción a gran escala.

El abogado Mulino emergió para el servicio de Estado tras los históricos acontecimientos de 1989 y la subsiguiente restauración democrática: el escándalo electoral de mayo, la represión desatada por el régimen norieguista, la invasión por el Ejército de Estados Unidos, el derrocamiento y detención del general y, como colofón, la instalación del legítimo presidente electo, el arnulfista Guillermo Endara, el 20 de diciembre. A principios de 1990 Endara nombró a Mulino viceministro de Relaciones Exteriores, adjunto al ministro Julio Ernesto Linares. En octubre de 1993 Linares falleció en el ejercicio de sus funciones y Mulino le sustituyó en el cargo hasta el final del mandato de Endara en septiembre de 1994.

A finales de 1993 Mulino estuvo entre los fundadores del Partido Solidaridad (PS), nueva colectividad de centro moderado con la vocación de abrir un tercer espacio en el condominio del PRD y el Partido Arnulfista (PA), denominación temporal del histórico Partido Panameñista (PPa). El abogado se convirtió en el adjunto del líder del PS, el banquero e industrial Samuel Lewis Galindo, candidato testimonial en las elecciones presidenciales de 1994, de las que salió ganador el perredista Ernesto Pérez Balladares

En julio de 2005, tras una década como vicepresidente y mientras fungía de magistrado suplente de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia, Mulino fue elegido presidente del PS para suceder al dimitido Lewis Galindo, cuyo liderazgo venía siendo cuestionado tras los bandazos electorales de 1999, cuando el PS optó por secundar al candidato presidencial del PRD, Martín Torrijos, y 2004, cuando aceptó ser el vehículo del veterano ex presidente Endara, aspirante del panameñismo disidente. Los triunfadores en estas votaciones fueron respectivamente la abanderada del PA, Mireya Moscoso de Arias, y el perredista Torrijos. 

Fiel colaborador de Ricardo Martinelli

En octubre de 2006 el PS, previa ruptura con el sector de Endara, procedió a fusionarse con el Partido Liberal Nacional (PLN) para dar lugar a la Unión Patriótica (UP), con Guillermo Ford Boyd de presidente y Mulino de vicepresidente. Mulino tomó el relevo al septuagenario Ford en noviembre de 2008. Para entonces, la UP llevaba meses volcada con la candidatura presidencial de Ricardo Martinelli Berrocal, acaudalado empresario comercial con experiencia en el servicio público, pues había ocupado altos puestos gerenciales del Estado en las administraciones de Pérez Balladares y Moscoso, y orientado políticamente al centro-derecha liberal. De hecho un antiguo militante del PS, Martinelli era el fundador (1998) y líder del partido Cambio Democrático (CD), y ya había intentado llegar a la Presidencia de la República en las elecciones de 2004, cuando quedó en una discreta cuarta posición tras Torrijos, Endara y el arnulfista José Miguel Alemán. Ahora en 2009, sin embargo, Martinelli era el claro favorito.

Mulino encontró atractiva la plataforma electoral de Martinelli, quien preconizaba un "cambio democrático" en el país del istmo ligado al final de la impunidad de las prácticas corruptas, la lucha eficaz contra la delincuencia común e inversiones generosas en el terreno social. El empresario hablaba también de atraer más inversión extranjera generadora de riqueza y empleo, de ratificar el Tratado de Promoción Comercial (TPC) con Estados Unidos y de desarrollar ambiciosos proyectos de infraestructura de transportes una década después de la retrocesión a la soberanía panameña del Canal, en proceso de ampliación con la construcción del tercer juego de esclusas. 

La UP de Mulino se integró de buena gana en la Alianza por el Cambio forjada por CD, que atrajo también para su proyecto al Movimiento Liberal Republicano Nacionalista (MOLIRENA) y, hecho decisivo para su aplastante triunfo electoral, el reorganizado Partido Panameñista. Así, el 3 de mayo de 2009 Martinelli arrolló a su contrincante del gubernamental PRD, Balbina Herrera, con el 60,1% de los votos y el 1 de julio inauguró su mandato de cinco años.

En la fase preelectoral, Mulino se sintió molesto con Martinelli porque este, rompiendo un pacto previo suscrito con él, concedió la candidatura a vicepresidente de la República no a la UP sino al PPa, concretamente a su líder, Juan Carlos Varela, quien se aseguró el puesto adicional de ministro de Exteriores, precisamente el cometido que Mulino ya había desempeñado con Endara. Sin embargo, este fue el precio puesto por Varela a Martinelli para bajar su propia candidatura presidencial y sumarse a la Alianza por el Cambio.

La cartera ministerial que Martinelli otorgó a Mulino fue una de peso, la de Gobierno y Justicia. Al entrar en el Gobierno de la nación, Mulino cedió la presidencia de la UP a Aníbal Galindo. El 14 de abril de 2010 el Ministerio de Gobierno y Justicia quedó segmentado en dos nuevos departamentos, el Ministerio de Gobierno, responsable de la administración del Estado y la protección civil, y el Ministerio de Seguridad Pública, al cargo de la seguridad interna y los cuerpos policiales. Mulino tomó posesión del segundo ministerio, que condujo hasta el final del período constitucional el 1 de julio de 2014.

En todo este tiempo, el abogado se ganó una reputación de funcionario celoso en la prevención y persecución del crimen común, cuando no de excesivamente duro en los operativos policiales para disolver determinadas protestas populares. La represión de las manifestaciones de los trabajadores bananeros de la provincia caribeña de Bocas del Toro en julio de 2010 se saldó con dos muertos y varias decenas de heridos, muchos de ellos por disparos de perdigones, tipo de munición que Mulino no dudó en justificar porque le parecía la manera más efectiva de desbloquear las vías públicas y restablecer el orden. Además, algunos le acusaron de extralimitarse con el despliegue de nuevas herramientas tecnológicas de control y vigilancia. Mulino fue objeto también de señalamientos por presuntas irregularidades contables en su Ministerio. Por otro lado, su identificación con el proyecto político del presidente Martinelli desembocó en la absorción de la UP, que contaba con cuatro asambleístas, por CD el 27 de marzo de 2011.

Durante la presidencia de Juan Carlos Varela (2014-2019), vencedor en las urnas sobre el candidato de CD, José Domingo Arias, Mulino enfrentó una investigación penal por su participación en el caso del contrato del Ministerio de Seguridad Pública con la empresa italiana Finmeccanica para la adquisición de equipos de radar y helicópteros, y presuntamente con sobornos de por medio, asunto que había derivado en un ruidoso escándalo en perjuicio del Gobierno de Martinelli.

En octubre de 2015 Mulino llegó a ser detenido con carácter preventivo a requerimiento de la Fiscalía Anticorrupción, que barajaba formularle el cargo de peculado. El arresto carcelario se prolongó hasta marzo de 2016, fecha en que el juzgado quinto del Primer Circuito de lo Penal del Primer Circuito Judicial de Panamá ordenó sustituir la medida cautelar por el impedimento de salida del país con notificación periódica mensual. 

El 30 de agosto de 2017 la Corte Suprema de Justicia, en respuesta al recurso de amparo de garantías interpuesto por el procesado, emitió un fallo que anulaba por error de procedimiento el expediente de la investigación y consideraba inconstitucionales las detenciones de Mulino y de Alejandro Garuz, ex director del Consejo de Seguridad. La Corte adujo entonces que la fiscal anticorrupción encargada del caso, Zuleyka Moore, había conducido sus investigaciones sin la correspondiente autorización judicial. Mientras duró su cautiverio, Mulino insistió en que él no había cometido irregularidad alguna en su ministerio y acusó al presidente Varela de instigar su persecución judicial por motivos políticos.

Los problemas de Mulino con la justicia panameña discurrieron en paralelo a las acciones penales por presuntos actos de corrupción y espionaje político (mediante pinchazos telefónicos sin autorización judicial) incoados a Martinelli, que en 2015 se autoexilió en Miami y en 2018 fue extraditado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de vuelta a Panamá con una orden de detención de la Corte Suprema de Justicia y otra de búsqueda de la Interpol. Ingresado de inmediato en una penitenciaría y a partir de 2019 bajo arresto domiciliario, aquel mismo año el tribunal que le juzgaba declaró a Martinelli "no culpable" de los cuatro delitos imputados, dos de peculado (por sustracción y de uso), uno de interceptación ilegal de telecomunicaciones y otro de seguimiento y vigilancia también ilegales, por todos los cuales el fiscal pedía en su contra 21 años de prisión, y dispuso su puesta en libertad. Sin embargo, se trató meramente de una tregua pasajera en la odisea judicial del ex presidente.

El 28 de mayo de 2018, mientras Martinelli permanecía arrestado en Estados Unidos, aguardando impotente su inminente extradición a Panamá sin dejar en ningún momento de proclamar su inocencia, Mulino, desde Chiriquí, lanzó su precandidatura para las primarias presidenciales de CD. El objetivo era frustrar la postulación interna de Rómulo Roux, ex ministro de Asuntos del Canal y de Relaciones Exteriores con Martinelli y que en enero anterior había arrebatado la dirección orgánica del partido al líder fundador aprovechando su ausencia, luego de haberle suplido como encargado en los últimos tres años de exilio en Florida. Mulino, haciendo en todo momento de portavoz de su jefe, presentó despectivamente a Roux como el "candidato de Varela" y formuló un plantel de propuestas donde destacaba la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente para dotar a Panamá de una nueva Carta Magna.

La elección primaria de CD tuvo lugar el 12 de agosto y el factótum de Martinelli, con un pobre 29,1% de apoyos (28.682 votos sobre 98.418 válidos), fue contundentemente derrotado por Roux. Después, en la elección presidencial del 5 de mayo de 2019, Roux, apoyado por el Partido Alianza, una escisión de CD registrada en marzo anterior, y últimamente también por Mulino y su sector crítico, sucumbió, aunque por escaso margen, ante el candidato del PRD, Laurentino Cortizo.

Candidato presidencial en 2024 con trasfondo rocambolesco

La reanudación de los líos judiciales para Martinelli iba a hacer de su leal Mulino un reemplazo providencial para la conducción electoral de su movimiento político, que seguía conservando un alto nivel de apoyo popular pese a las graves imputaciones que recaían en el ex presidente.

Con la mirada puesta ya en la elección presidencial de 2024, Martinelli intentó arrebatar el mando de CD a Roux, pero fracasó. En consecuencia, en febrero de 2020, optó por romper oficialmente con la formación de la que era artífice y, siguiendo los pasos de la Alianza de José Muñoz Molina, materializó su escisión con la puesta en marcha de un movimiento derechista propio que al principio intentó tomar el nombre de Partido Martinelista y finalmente obtuvo el registro del Tribunal Electoral, el 24 de marzo de 2021, bajo la denominación de Realizando Metas (RM). La expresión fue escogida con el fin de reflejar las iniciales del nombre y el apellido del fundador, indicando a las claras el carácter personalista de la flamante colectividad. 

Previamente, en noviembre de 2020, Martinelli había encajado la decisión del Tribunal Superior de Apelaciones de anular el fallo de "no culpabilidad" de agosto de 2019 y de ordenar un nuevo juicio por los cuatro cargos de escuchas telefónicas y malversación de caudales públicos. En noviembre de 2021 Martinelli volvió a ser absuelto de los delitos de espionaje.

De acuerdo con su testimonio, Mulino no tomó parte en el nacimiento de RM, al que se sumó formalmente a posteriori, en 2022, y de hecho barajaba jubilarse de la política y retirarse a la vida familiar. Pero la peripecia judicial de Martinelli, al que todos los sondeos situaban en cabeza y en ocasiones con amplísima ventaja, vino a cambiar completamente el guión.

El 4 de junio de 2023 Martinelli, impasible frente a su último revés, las sanciones personales impuestas por el Gobierno de Estados Unidos por su atribuida implicación en la trama de sobornos de Odebrecht y la deportación de dos de sus hijos, reclamados también por la justicia panameña por causas de corrupción, se deshizo cómodamente de tres rivales internos, Rubén Darío Campos, Francisco Ameglio y David Ochy, en las primarias presidenciales RM. El pugnaz dirigente los arrolló con el 96,9% de los votos. Al poco, el 18 de julio, la jueza segunda Liquidadora de Causas Penales, Baloisa Marquínez, declaró a Martinelli culpable por el delito de blanqueo de capitales (cometido en la compra de acciones de la editorial de prensa Epasa con cargo a un fondo de más 40 millones de dólares procedente del cobro de comisiones por la adjudicación de obras públicas) y le impuso una condena de 10 años y ocho meses de cárcel más el pago de 19,2 millones de dólares, al final del juicio por el llamado caso New Business.

La sentencia suponía un duro golpe a la aspiración presidencial de Martinelli, ya que el artículo 174 de la Constitución panameña prohibía ser presidentes o vicepresidentes a quienes hubieran sido "condenados por el Órgano Judicial en razón de delito contra la administración pública". Además, el ex presidente estaba procesado también por el caso Odebrecht, que ya dibujaba otro juicio en el horizonte. Sin embargo, la sentencia por New Business aún podía apelarse y, en última instancia, ser ratificada por la Corte Suprema para ser firme. Aferrado a esta esperanza de exoneración, Martinelli siguió adelante con su campaña como si nada.

En septiembre de 2023 RM y el Partido Alianza establecieron la Alianza para Salvar a Panamá. Martinelli, en otra muestra del carácter personalista y populista de su plataforma, anunció que para acompañarle en la fórmula presidencial iría su propia esposa, Marta Linares. La designación generó una viva polémica nacional y mucho rechazo, y el Tribunal Electoral se negó a inscribirla. El 11 de octubre Linares, de mala gana, renunció a su candidatura vicepresidencial y tres días después su marido comunicó que su nuevo compañero de fórmula era Mulino, el cual había asistido en silencio a toda esta secuencia turbulenta. Antes de terminar el mes, el Tribunal Superior de Liquidación de Causas Penales confirmó la sentencia de julio. Entonces, Martinelli presentó recurso de casación a la Corte Suprema.

Mulino retornaba por tanto al primer plano de la actualidad como candidato de RM a la Vicepresidencia de la República en las elecciones del 5 de mayo de 2024, pero este no fue el último cambio de planes que le afectó. El 2 de febrero de 2024, tal como se esperaba, la Corte Suprema de Justicia no admitió el recurso de casación y ratificó la condena a 128 meses de prisión por el caso New Business. Definitivamente, Martinelli, que además afrontaba el arranque el 15 de julio del otro juicio por el caso Odebrecht, no podía ser candidato presidencial al quedar constitucionalmente inhabilitado.

La decisión de la Corte Suprema volvió a sobresaltar los acontecimientos: el 7 de febrero Martinelli se personó en la Embajada de Nicaragua en Ciudad de Panamá, donde solicitó y obtuvo el asilo ante la "persecución política" de que era objeto (las autoridades panameñas le negaron el salvoconducto para poder viajar al vecino país centroamericano, por lo que el ex presidente quedó atrapado en la legación), y el 9 de marzo los magistrados del Tribunal Electoral confirmaron el reemplazo del inhabilitado Martinelli por Mulino como el candidato presidencial de RM. El 3 de mayo, en la antevíspera de las elecciones y con todos los sondeos sonriendo al opositor, la Corte Suprema de Justicia rechazó una demanda de invalidación de la postulación de Mulino presentada a título personal por la abogada Karisma Karamañites, quien argumentaba que Mulino no se había sometido al preceptivo proceso de primarias y además acudía a las urnas sin acompañante en la boleta presidencial.

(Cobertura informativa hasta 16/5/2024).

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