Jean-Yves Le Drian

El socialista Jean-Yves Le Drian, un político veterano bien considerado a derecha e izquierda, pasó a ser el ministro de Exteriores de Francia en mayo de 2017 de resultas de la llegada al Elíseo de Emmanuel Macron y al formarse el Gobierno de Édouard Philippe. En marzo anterior, Le Drian, siendo ministro de Defensa a las órdenes del presidente saliente, François Hollande, había anunciado su apoyo a la candidatura presidencial de Macron en vez de respaldar al postulante del PS, Benoît Hamon, posicionamiento sonado que se anticipó en unos días al del ex primer ministro Manuel Valls y que vino a agudizar la crisis interna del socialismo, luego implosionado por el desastre en las urnas y la desbandada general de dirigentes.

Antes de adherirse al movimiento macronista, pero manteniendo por el momento la militancia en un partido que parece abocado a la extinción, el bretón Le Drian fue el responsable de la Defensa en los cinco gobiernos mandados por el PS durante el lustro presidencial de Hollande. A lo largo del período, este ministro tan eficiente como tranquilo y discreto dirigió el final de la misión de combate en Afganistán (2012) para después movilizar a las tropas de los tres ejércitos franceses en un rosario sin precedentes de intervenciones militares: la Operación Serval en Malí (2013-2014), que literalmente salvó al Gobierno de Bamako de la embestida guerrillera del yihadismo saheliano; la Operación Sangaris en otra antigua colonia, la República Centroafricana (2013-2016), decisiva para frenar la espiral de violencias sectarias entre musulmanes y cristianos que aterrorizaba Bangui; y la Operación Chammal, emprendida en Irak en 2014 y extendida a Siria en 2015 como la contribución gala a la campaña multinacional de bombardeos aéreos contra el Estado Islámico, y que desde la oleada de ataques terroristas en suelo francés ha sido defendida por París como una campaña bélica de legítima defensa.

En junio de 2017, próximo a cumplir los 70 años, Le Drian fue confirmado como ministro de Exteriores en el seno del segundo Gobierno Philippe, alineado tras las elecciones a la Asamblea Nacional.


(Nota de edición: esta versión de la biografía fue publicada originalmente el 3/7/2017. Jean-Yves Le Drian continuó como ministro de Exteriores de Francia en el segundo Gobierno Philippe y, desde el 6/7/2020, en el Gobierno de Jean Castex. El 20/5/2022 no continuó en el nuevo Gobierno de Élisabeth Borne, donde el Ministerio de Europa y Asuntos Exteriores correspondió a Catherine Colonna).

1. Trayectoria en el PS en la época de Mitterrand
2. Ministro de Defensa con el presidente Hollande en guerra contra el terror islamista
3. Dirigente socialista adherido a Macron y ministro de Exteriores del Gobierno Philippe

1. Trayectoria en el PS en la época de Mitterrand

Vástago de una familia bretona de clase trabajadora vinculada tanto al sindicalismo de izquierdas como al activismo católico, su padre tenía un taller de repuestos de automóviles, mientras que su madre trabajaba de costurera. El joven recibió la instrucción escolar en su comuna costera natal, Lorient, en la vecina población de Lanester y en el Liceo de Cornouaille en Quimper, igualmente en Bretaña. En 1966 inició estudios de Historia en la Universidad de Rennes-II, formación académica que en su primera etapa conjugó con unas labores docentes en Argelia.

Desde 1968 Le Drian empezó a trabajar como profesor de Historia a media jornada en un liceo de Hennebont, comuna del mismo departamento, Morbihan, del que Lorient era subprefectura, y en 1971 pudo acabar unos cursos de licenciatura alterados por su participación en las agitaciones estudiantiles del Mayo Francés. En 1973, tras el paréntesis del servicio militar, la Universidad de Rennes le contrató como profesor asistente de Historia. Sin embargo, su verdadera vocación estaba en la política.

Partiendo de una militancia, bregada en la Revolución de 1968, en la Juventud Estudiante Cristiana (JEC) y la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF), Le Drian se afilió en 1974 al Partido Socialista (PS) de François Mitterrand y Pierre Mauroy, quien le ayudó en sus ambiciones. La progresión del profesor de Historia en las filas socialistas fue rápido: concejal y teniente de alcalde de la comuna de Lorient (a la vez que su padre, Jean Le Drian, fungía de primer teniente de alcalde de Lanester) en 1977, diputado de la Asamblea Nacional por la 5ª Circunscripción de Morbihan en abril de 1978 y alcalde de Laurent en julio de 1981, al poco de llegar Mitterrand a la Presidencia de la República y convertirse Mauroy en primer ministro. En 1980 se apartó de las directrices de la dirección nacional del PS al salir en defensa de unos militantes de la organización separatista Frente de Liberación de Bretaña llevados a juicio por atentar contra un edificio oficial. En esta época, Le Drian se mostraba muy crítico con la situación socioecómica de su patria chica, que según él estaba rezagada en relación con las regiones más prósperas del país por culpa de la desidia inversora de las autoridades centrales de París.

En mayo de 1991 Le Drian iba por su cuarto mandato consecutivo en la Asamblea Nacional cuando Mitterrand y su escogida para reemplazar a Michel Rocard como primer ministro, Édith Cresson, le reclutaron para el Ejecutivo nacional en calidad de secretario de Estado para el Mar, un área, incluida en el Ministerio de Equipamientos, Vivienda, Transporte y Espacio, que conocía bien al estar familiarizado con la economía portuaria de Bretaña y ser el autor de un informe oficial sobre la modernización de la marina mercante francesa. Nada más asumir este departamento del Gobierno, Le Drian presentó una reforma del sector de la estiba que soliviantó a los sindicatos y puso en pie de guerra a los trabajadores portuarios de su región, en particular los de Lorient, donde seguía siendo el alcalde. Este conflicto laboral erosionó al secretario de Estado, que en abril de 1992 fue apartado del Gobierno al tomar las riendas del mismo Pierre Bérégovoy.

En el lustro que siguió, la carrera política de Le Drian se mantuvo en un perfil bajo. Cuando las elecciones legislativas de marzo de 1993, que dieron una resonante victoria a la coalición del centro-derecha formada por el RPR de Jacques Chirac y la UDF de Valéry Giscard d'Estaing, el candidato bretón fracasó en el intento de recobrar el escaño en la Asamblea Nacional, debiendo conformarse con su plaza de alcalde en Lorient. Allí, a pesar de la animosidad de los estibadores locales, que no olvidaban su reforma ministerial, Le Drian fue reelegido para un cuarto mandato en junio de 1995.

Le Drian estuvo de vuelta en la Asamblea Nacional en junio de 1997 al socaire del triunfo electoral del PS y su alianza de la izquierda plural. El nuevo primer ministro socialista, Lionel Jospin, no requirió sus servicios en el Gobierno. A cambio, en marzo de 1998 el asambleísta por Morbihan tomó asiento también en el Consejo Regional de Bretaña, mandato que requirió su baja como alcalde de Lorient, si bien siguió como concejal municipal.

En enero de 2000 asumió la presidencia de la Comunidad de Aglomeración del País de Lorient, nueva estructura intercomunal del departamento de Morbihan, en marzo de 2001 fue reelegido concejal en las municipales, en junio de 2002 revalidó también su mandato nacional en las legislativas y en marzo de 2004, concurriendo como el cabeza de una lista conjunta de diversas formaciones de izquierda (socialistas, comunistas, verdes), resultó elegido presidente del Consejo Regional bretón, derrotando a Josselin de Rohan, miembro de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido conservador sucesor del RPR y desde 2002 instalado en las dos oficinas del poder ejecutivo nacional. El 2 de abril de 2004 Le Drian tomó posesión como el primer presidente bretón perteneciente al PS desde la creación de esta oficina administrativa en 1974.


2. Ministro de Defensa con el presidente Hollande en guerra contra el terror islamista

Le Drian decidió no presentarse de nuevo a la Asamblea Nacional en las elecciones legislativas de junio de 2007, por cierto que vueltas a perder por el PS en la resaca de la derrota en las presidenciales de su candidata, Ségolène Royal, frente al postulante de la UMP, Nicolas Sarkozy, con el fin de concentrarse en su trabajo en Bretaña. Su gestión allí fue respaldada por las urnas en las votaciones regionales de marzo de 2010.

La victoria en las elecciones presidenciales de abril y mayo de 2012 sobre Sarkozy de François Hollande, con quien el político bretón mantenía desde hacía tiempo unas estrechas relaciones personales que iban más allá del mero vínculo partidario, sacó a Le Drian de su puesto de mando periférico y lo colocó en la órbita más cercana al Elíseo con despacho ministerial en París. Aunque no tenía ningún conocimiento práctico en este terreno fuera de su servicio militar de juventud, en 2011 Le Drian fue fichado por Hollande, entonces precandidato de cara a las primarias ciudadanas del PS, para que llevara las cuestiones de su plataforma relativas a las Fuerzas Armadas. Hollande quedó muy satisfecho del servicio de Le Drian y tras ganar las primarias a Martine Aubry le mantuvo a su lado en la campaña contra Sarkozy.

El 15 de mayo de 2012 Hollande inauguró su presidencia y al día siguiente tomó posesión el nuevo Gobierno socialista del primer ministro Jean-Marc Ayrault. En su seno, Le Drian, como todo el mundo esperaba, recibió Defensa, una de las carteras de mayor peso, integrando así un grupo selecto de lugartenientes de Hollande que además de Ayrault completaban el veterano Laurent Fabius en Exteriores, Manuel Valls en Interior, Pierre Moscovici en Economía y Finanzas, y Michel Sapin en Trabajo y Empleo. Le Drian traía una reputación de servidor público eficiente, tranquilo y sumamente discreto. Sin embargo, las turbulentas circunstancias internacionales iban a hacer del suyo un ministerio de combate en el sentido literal del término.

Al estrenar su puesto gubernamental, Le Drian se puso manos a la obra para realizar la promesa hecha por Hollande en la campaña electoral de traer de vuelta a casa antes de terminar el año a las tropas de combate que desde 2001 estaban desplegadas en Afganistán como parte de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), comandada por la OTAN y cuya misión era ayudar al Gobierno de Kabul en la lucha contra los rebeldes talibanes. El operativo de retirada comenzó inmediatamente y afectó a 2.200 de los 3.600 soldados asignados a las distintas misiones conducidas sobre el terreno en los marcos de la ISAF de la OTAN y la Operación Libertad Duradera de Estados Unidos, esta centrada en la lucha contra el terrorismo islamista.

Como resultado, después del 20 de noviembre de 2012 el Ministerio de Defensa dejó en el país asiático un contingente reducido de 1.400 uniformados, fundamentalmente personal movilizado en tareas de instrucción de las fuerzas del Gobierno afgano y de apoyo logístico, además de un cierto número de tropas de operaciones especiales. En diciembre de 2014 concluyó oficialmente la ISAF y París dio carpetazo también a sus operaciones Épidote, para la formación del Ejército afgano, y Pamir, para el patrullaje y vigilancia de la seguridad en la provincia de Kabul. Siguieron funcionando las operaciones Herakles, ejecutada por una fuerza de la Armada francesa en el océano Índico, y Áres, centrada en la lucha antiterrorista.

Al iniciarse 2013, el Ministerio de Le Drian y las Fuerzas Armadas francesas encararon la urgente necesidad, pese a todos los riesgos y peligros que una intervención de este calibre entrañaba, de acometer otro gran despliegue de fuerzas de combate, terrestres y aéreas, en la ex colonia africana de Malí, donde el Estado amenazaba con derrumbarse. En el empobrecido país norteafricano, la suma en 2012 de la rebelión armada de los secesionistas tuareg en las regiones septentrionales y un golpe de Estado militar en la capital, Bamako, había abierto una gravísima crisis de seguridad y un vacío de poder de los que estaban sacando provecho las poderosas guerrillas yihadistas activas en esta parte del Sahel; estas, mediante una fulminante ofensiva, habían conquistado en gran medida las áridas regiones norteñas, Timbuktu, Kidal y Gao, y se disponían a asaltar la mitad sur, con Bamako en el punto de mira. Los enemigos a batir eran Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento por la Unidad y la Jihad en África Occidental (MUJAO) y los tuaregs Ansar ad-Din.

El 11 de enero de 2013, a petición del desbordado Gobierno del presidente interino, Dioncounda Traoré, y al amparo de la resolución 2.071 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el 12 de octubre anterior a iniciativa de Francia y que invocaba la intervención militar exterior para ayudar al Ejército malí a repeler a los integristas, París, resignada a actuar en solitario por la negativa de los socios de la UE a implicarse en una misión de combate en Malí que fácilmente podía causar bajas, desencadenó la Operación Serval, un dispositivo formado por 4.000 soldados y abundante dotación aérea que consiguió invertir de un plumazo el curso de la guerra.

El Ejército malí y las fuerzas especiales galas, apoyados desde el aire por helicópteros de ataque Gazelle y cazabombarderos Mirage, desbarataron el avance islamista sobre la estratégica ciudad de Mopti, expulsaron a las unidades de AQMI y Ansar ad-Din infiltradas en Diabaly, población de la región de Ségou a 400 km de Bamako, y siguiendo el eje sur-norte emprendieron la reconquista metódica de todos los territorios perdidos en el último año, primero en Mopti y luego en Gao, Timbuktu y finalmente la remota Kidal, sujeta a control francés desde el 31 de enero con el apoyo de tropas chadianas.

La intervención militar gala en Malí, lanzada a renglón seguido de la fracasada operación de rescate mediante comandos del agente de los servicios secretos Denis Allex en Somalia, infligió cuantiosas bajas y consiguió arrinconar a los yihadistas, y de paso neutralizó las pretensiones de los secesionistas tuareg del Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), quienes habían proclamado en el norte el Estado Independiente de Azawad. De esta manera, la atribulada Malí pudo celebrar en unas condiciones razonablemente estables las previstas elecciones presidenciales democráticas en julio de 2013. Además, la supresión de los peores escenarios de inseguridad permitió los despliegues sucesivos de las tropas de la Misión Internacional de Apoyo a Malí Liderada por África (AFISMA), contingente organizado por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), y su sucesora, la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA), además de la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea (EUTM-Malí).

En julio de 2014 Le Drian, visiblemente satisfecho por el éxito de la misión, que había costado a Francia nueve bajas mortales y la pérdida de un helicóptero, anunció el final de la Operación Serval, que delegaba en el Ejército de Chad el músculo militar para perseguir a los yihadistas en los agrestes parajes del desierto de Kidal, y el arranque de la Operación Barkhane, un dispositivo más reducido para proseguir la lucha contra las bandas terroristas en todo el Sahel.

Para entonces, Le Drian ya llevaba medio año pendiente de otro frente abierto por el Ejército en el área de influencia de Francia en el continente negro. Se trataba de la Operación Sangaris en la República Centroafricana, en curso desde el 5 de diciembre de 2013, por la que las tropas destacadas permanentemente en este país, tan estrechamente ligado a los intereses estratégicos de París, y unidades de refuerzo, hasta un total de 600 hombres, estaban realizando patrullas de vigilancia en Bangui y sus alrededores en un intento de acabar con la espiral de asesinatos sectarios perpetrados por las milicias musulmana Séléka y cristiana Anti-Balaka. Una pesadilla de matanzas indiscriminadas con trasfondos político y religioso que había arrastrado a la antigua colonia rica en recursos mineros, sumida en un ciclo de violencia y anarquía desde 1996, al borde de una guerra civil de incalculables proporciones y la desintegración territorial.

El 29 de octubre de 2016, con el Gobierno de Bangui en manos de un presidente elegido democráticamente y respaldado por la comunidad internacional, Faustin-Archange Touadéra, Le Drian iba a anunciar la clausura de la Operación Sangaris, de hecho la séptima intervención militar francesa en la RCA desde su independencia en 1960, trazando un balance muy positivo que fue puesto en cuestión por muchos observadores locales e internacionales, ya que si bien era cierto que los niveles de violencia habían caído notablemente, las milicias sectarias no habían sido desarmadas y seguían plenamente activas, dedicadas a cometer atrocidades al menor descuido, además de que los progresos hechos en el restablecimiento de la seguridad civil y la presencia del Gobierno se limitaban básicamente a la capital y unas pocas localidades del sur. En la RCA permanecerían 300 militares franceses, si bien la responsabilidad del mantenimiento de la seguridad correspondía a los 11.000 cascos azules y policías de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA).

El siguiente cornetazo de Hollande y Le Drian sonó bajo la amenaza de un enemigo mucho más poderoso, coriáceo e insidioso, el Estado Islámico (EI). Esta vez, a diferencia de lo sucedido en Malí y la RCA, Francia no iba a poder desarrollar una operación militar acotada tanto en el espacio como en los objetivos, e invertir un esfuerzo castrense y bélico susceptible de producir rápidos resultados coronados con éxito.

El 19 de septiembre de 2014 la Armée de l'air francesa, secundando a las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, empezó a bombardear posiciones del EI en Irak, concretamente en el área de Mosul. Casi exactamente un año después, el 27 de septiembre de 2015, Francia extendió sus ataques a objetivos del autoproclamado Califato en Siria. La denominada Operación Chammal, que según Le Drian descartaba el despliegue de tropas de tierra, se intensificó a raíz de los terribles atentados terroristas del 13 de noviembre en París. Entonces, Hollande calificó la masacre perpetrada por los yihadistas suicidas vasallos del Califato de "acto de guerra" contra Francia, decretó el estado de urgencia y ordenó redoblar los bombardeos en Irak y Siria para "destruir" al EI.

El 17 de noviembre Le Drian obtuvo de sus colegas ministros de Defensa, reunidos con él en Bruselas, la activación, por primera vez y de manera unánime, del artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea referente a la defensa colectiva europea. Puesto que Francia había sufrido una "agresión armada en su territorio", los demás estados miembros le debían "ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance". En la misma jornada, las aviaciones de Francia y Rusia se coordinaron para bombardear a fondo Raqqa, la ciudad siria elegida por el EI como la capital de su Califato. La escalada bélica subió un nuevo peldaño el 23 de noviembre al sumarse a los bombardeos los cazas Rafale del portaaviones Charles de Gaulle, destacado en aguas del Mediterráneo oriental.

El 29 de septiembre de 2016, después del atentado de Niza, un portavoz del Ejército reveló que desde hacía nueve días Francia estaba disparando fuego de artillería terrestre en zonas de Irak donde se perseguía el desalojo del EI con una batería de cañones de grueso calibre, en apoyo de las fuerzas irakíes. Se trataba de un importante salto cualitativo en la implicación de Francia en la guerra contra el EI. Posteriormente, en diciembre, Le Drian presentó la nueva estrategia de ciberdefensa, suerte de cuarto ejército francés para librar la guerra informática en el ciberespacio.


3. Dirigente socialista adherido a Macron y ministro de Exteriores del Gobierno Philippe

Absorbido por esta sucesión de zafarranchos que implicaban al conjunto de las Fuerzas Armadas, Le Drian se proyectó al público como un ministro entregado a sus responsabilidades y alejado de las reyertas ideológicas que convulsionaban al PS, donde no obstante encarnaba la tendencia más moderada y pragmática, la mejor identificada con las políticas social liberales de Hollande y el primer ministro desde abril de 2014, Manuel Valls.

Ahora bien, el veterano titular de Defensa llegó a superar en popularidad a sus dos jefes institucionales, manteniéndose como uno de los pocos miembros del Ejecutivo a los que los encuestados ponían buena nota de manera constante. Accediendo a una acumulación de cargos bastante habitual en la política francesa, en diciembre de 2015 Le Drian volvió a presentarse a las elecciones a presidente de Bretaña y ganó su tercer mandato como preboste regional tras los dos primeros encadenados entre 2004 y 2012; en el ínterin, el presidente bretón había sido su colega del PS Pierrick Massiot. Colaborador valioso de Hollande, al que se le acumulaban los críticos y los detractores, Le Drian fue el ministro de Defensa en los cinco gobiernos de su presidencia: los dos de Ayrault, los dos de Valls y, desde diciembre de 2016, el de Bernard Cazeneuve.

El 23 de marzo de 2017, faltando un mes para las elecciones presidenciales de las que debía salir el sucesor de Hollande, hundido en los sondeos y políticamente amortizado, Le Drian desató reverberaciones en la política nacional al declarar su apoyo al pujante candidato del nuevo movimiento centrista ¡En Marcha!, Emmanuel Macron, quien fuera colega del Gabinete hasta el año anterior, cuando dimitió como ministro de Economía. En otras palabras, Le Drian rehusaba respaldar al aspirante de su propio partido y también ex ministro, Benoît Hamon, quien articulaba un discurso socialista nítidamente de izquierdas, mal sintonizado con la línea de Hollande. El paso adelante de Le Drian, precedido por otros pronunciamientos en igual sentido dentro del PS, contribuyó a agudizar el desconcierto y el clima de división imperantes en las filas socialistas, fractura que se ahondó pocos días después al ser el ex primer ministro Valls, derrotado por Hamon en la primaria ciudadana de enero (liza interna en la que Le Drian le había expresado su preferencia), el siguiente socialista de talla en anunciar su voto para Macron, al que sonreían las encuestas.

El 7 de mayo de 2017 Macron, tras ponerse en cabeza en la primera vuelta del 23 de abril, batió a su adversaria ultraderechista, Marine Le Pen, la líder del Frente Nacional, y el 14 de mayo se instaló en el Elíseo. Aunque Le Drian fue sugerido por los quinielistas políticos como un posible candidato a encabezar el nuevo Gobierno, el escogido por Macron para el cargo institucional y para la misión de liderar la formación de la nueva mayoría presidencial en la Asamblea fue el 23 años más joven Édouard Philippe, alcalde de El Havre, diputado nacional y miembro de Los Republicanos (LR, ex UMP), el -al menos hasta ahora- gran partido del gran centro-derecha francés que, compartiendo infortunio con su rival de siempre, el PS, había visto sucumbir a su candidato, el ex primer ministro François Fillon, en la primera vuelta de las presidenciales.

De todas maneras, Macron le tenía reservando un puesto de postín al único ministro del Gobierno saliente de Cazeneuve que había admitido en su plataforma de campaña. El 17 de mayo se constituyó el Gabinete Philippe, un equipo ecléctico integrado por personalidades de diversos partidos e independientes a los que unía la fe en el proyecto macronista, donde Le Drian seguía en la brecha como flamante ministro de Europa y Asuntos Exteriores, departamento en el que tomaba el relevo a su conmilitón Ayrault. Los observadores confrontaron los perfiles, ambos gratos a Macron, de Le Drian, quien representaba la solidez y la experiencia, además de tratarse de un servidor público alabado a derecha e izquierda, y Philippe, quien reflejaba el recambio generacional y el empuje reformista deseados por el nuevo presidente. Los dos eran disidentes de sus partidos, el PS y LR, los cuales, oficialmente, se mantenían al margen de la mayoría presidencial en gestación. Además de Le Drian, el socialismo macronista estaba presente en el Gobierno también con Gérard Collomb, nuevo ministro del Interior,

El 2 de junio Le Drian se desprendió de la presidencia del Consejo Regional de Bretaña, en la que fue sucedido por Loïg Chesnais-Girard, y el 21 de junio volvió a tomar posesión del Ministerio al constituirse el segundo Gabinete Philippe de resultas de las elecciones legislativas del 11 y el 18 de junio. Los comicios se saldaron con la mayoría absoluta del partido de Macron y el colapso histórico del PS, que pasó de tener 280 escaños a tan solo 30.

Desde 2006 Jean-Yves Le Drian está casado en segundas nupcias con la española de nacimiento Maria Vadillo, también política del PS y en la actualidad vicepresidenta del Consejo Regional de Bretaña. Político muy celoso de su vida privada, se ha negado a desmentir o confirmar las informaciones periodísticas que le describen como un masón de firmes convicciones, activo desde hace muchos años en el Gran Oriente de Francia.

(Cobertura informativa hasta 1/7/2017)