Ivo Sanader

Nacido en el seno de una familia dálmata de acendrada fe católica, los despachos de prensa informan que uno de sus hermanos se consagró sacerdote y que él mismo, tras terminar la escuela secundaria en su Split natal, estuvo dos años estudiando Filosofía en un seminario de Roma. Sin embargo, debió descartar la vida clerical y a cambio se entregó a los estudios filológicos en la Universidad austríaca de Innsbruck, donde obtuvo el doctorado en Literatura Comparada y Lenguas Romances en 1982. De vuelta a la entonces República Socialista de Croacia en el seno de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, empezó a trabajar de la casa de publicaciones Logos de Split, de la que terminó siendo el editor jefe y con cuyo sello publicó sus primeros ensayos sobre historia de la literatura. En 1988 abandonó Logos y se instaló en Innsbruck, donde puso en marcha una serie de proyectos empresariales privados, si bien siguió ligado al mundo editorial como miembro del consejo de redacción de la revista Mogucnosti.

Sanader retornó a Split en 1991 para hacerse cargo de la gestión del Teatro Nacional de la ciudad. Aquel fue un año crítico en la historia contemporánea de Croacia por estallar la guerra de agresión del Ejército Federal Yugoslavo (de hecho, convertido en el instrumento del expansionismo nacional-etnicista abrazado por los dirigentes socialistas de Serbia, en el contexto de la descomposición del Estado fundado por Tito en 1945) como respuesta a la declaración unilateral de independencia lanzada el 25 de junio por el Parlamento croata, que dominaba la Unión Democrática Croata (HDZ). Éste era el partido nacionalista y derechista vencedor en las elecciones libres de abril y mayo del año anterior y cuyo fundador (el 17 de enero de 1989) y líder, Franjo Tudjman, antiguo general del Ejército represaliado por el régimen titista, ostentaba la Presidencia de la República.

Sanader se estrenó en la política profesional en las filas de la HDZ a principios de 1992, luego de obtener el país el reconocimiento de su independencia por los países europeos occidentales y Estados Unidos, y de establecerse un precario alto el fuego que asentó la amputación militar de la tercera parte del territorio nacional, esto es, las regiones de Lika, Knin, Kordun, Banija y Eslavonia occidental por un lado, y Baranja y Sirmium (Srem) occidental en Eslavonia oriental por el otro, sobre las que los separatistas serbocroatas proclamaron la República Serbia de Krajina (RSK) y la ONU estableció cuatro Áreas de Protección (UNPA).

En las elecciones legislativas del 2 de agosto de 1992, ganadas nuevamente por mayoría absoluta por la HDZ, Sanader obtuvo el escaño en la nueva Cámara de Representantes de la Asamblea o Sabor, que entonces era bicameral, y diez días después recibió la cartera de Ciencia y Tecnología en el Gobierno monocolor que formó Hrvoje Sarinic. El 3 de abril de 1993 Sarinic cedió el testigo a un conmilitón, Nikica Valentic, y en el nuevo ejecutivo Sanader fue nombrado viceministro de Asuntos Exteriores, pasando a servir a las órdenes directas de Mate Granic. También entró a formar parte del Comité Central de la HDZ.

Entre las labores que Sanader tomó a su cargo estuvo la dirección de las conversaciones bilaterales celebras en marzo de 1994 en la embajada de Estados Unidos en Viena con el Gobierno internacionalmente reconocido de Bosnia-Herzegovina, el de mayoría bosniomusulmana basado en Sarajevo, y que condujeron a la constitución, el 18 de aquel mes, de la Federación de Bosnia-Herzegovina, entidad integrada por el Estado bosnio y la República Croata de Herzeg-Bosna (RCHB, proclamada por los ultranacionalistas de la HDZ bosnia en el área de Mostar con el apoyo del Gobierno de Zagreb), que se habían combatido fieramente desde el año anterior a la vez que los bosniomusulmanes intentaban sobrevivir a la brutal embestida militar de los serbobosnios.

El 24 de noviembre de 1995, después de los acuerdos de paz de Dayton, en los que Tudjman renunció definitivamente –aunque a regañadientes- a las veleidades expansionistas pancroatas a costa de Bosnia-Herzegovina e inició la normalización de relaciones con Serbia, sometidas a la enorme tensión que había provocado la reconquista militar de la mayoría de los territorios de la RSK en el mes de agosto, Sanader dejó el Consejo de Ministros para servir directamente a Tudjman como jefe de la Oficina Presidencial y miembro del nuevo Consejo de la Defensa y la Seguridad Nacional. El 30 de noviembre Tudjman estableció por decreto otro órgano a su servicio, el Consejo Presidencial, con funciones de asesoría, y Sanader también recibió membresía en él. Unos días después, donde su posición registró un ascenso fue en la estructura de la HDZ, al entrar en la nueva Presidencia ampliada a los 17 miembros.

En los meses siguientes, Sanader, investido en ese su rol más funcionarial que político, se comportó como un cortés portavoz de las reclamaciones de Tudjman en aspectos de política exterior, como el cumplimiento por la Administración Transicional de la ONU en Eslavonia oriental, Baranja y Sirmium occidental (UNTAES) del Acuerdo Básico firmado con Serbia en Dayton el 12 de noviembre de 1995, que estipulaba la retrocesión a la soberanía croata de dichos territorios otrora parte de la desaparecida RSK en el plazo de un año, dos a lo sumo (la devolución se produjo finalmente en enero de 1998), o la salvaguardia del autogobierno de los bosniocroatas de Mostar como socios de los bosniomusulmanes en un plano de igualdad en el seno de la FBH.

El 5 de noviembre de 1996 Sanader recuperó el puesto de viceministro de Exteriores. Como tal sirvió tres años largos, período que conoció el declive electoral de la HDZ, minada por los escándalos de corrupción y nepotismo, y el reguero de denuncias al Gobierno por su autoritarismo, las restricciones a la libertad de información o la instrumentación política de los servicios secretos y la Policía, expresiones impropias de un Estado que se llamaba a sí mismo democrático.

La estrella de Tudjman, caudillo absoluto de un partido con ínfulas (en buena parte realizadas) hegemónicas y elevado al altar devocional del padre de la patria, empezó a palidecer por el cansancio de una parte creciente de la población ante los tonos paternalistas y clericales, el ultraconservadurismo y la retórica nacionalista y etnicista de que hacía gala el régimen de la HDZ en estos años de la posguerra, cuando el electorado joven y urbano centraba sus expectativas en el desarrollo económico, las oportunidades laborales, la apertura al exterior y la inserción del país en las organizaciones euroatlánticas. Además, el estado físico de Tudjman era declinante, así que el final de una era política se avizoraba en el horizonte.

No siendo uno de los pesos pesados del régimen, los analistas políticos veían en el políglota y viajado Sanader un responsable de mediano perfil, de talante cauteloso, que rehuía los fárragos patrioteros al uso en sus declaraciones públicas y que probablemente no estaba imbuido de tanta ideología nacionalista como para perder la visión de las cosas, aunque, eso sí, estaba adscrito al oficialismo que emanaba de Tudjman, de quien fue hasta el final un fiel sin ambages. A lo largo de 1999, cuando la salud de Tudjman, al parecer aquejado de un cáncer intestinal, se tornó alarmante y cobró fuerza la rivalidad entre las facciones de las líneas dura y moderada de un partido que barruntaba una sucesión inminente en su liderazgo, Sanader se mantuvo quieto entre unos y otros.

Con no poca ambigüedad, en esta porfía Sanader rehusó alinearse tras su superior inmediato en el Gobierno, el ministro de Exteriores Granic, que dentro de la posición derechista común a todos miembros del partido representaba las sensibilidades más liberales y prooccidentales; pero tampoco se permitió tratos con el lobby de los herzegovinos, llamado así por tener un nexo ideológico y de paisanaje con la facción extremista de la HDZ bosnia y que había sido capitaneado hasta su fallecimiento en 1998 por el poderoso ministro de Defensa Gojko Susak. Este clan de prebostes políticos y militares, al que Tudjman dejó operar a sus anchas, arrastraba una pésima reputación por sus atribuidas conexiones con tramas delictivas en Croacia, su encubrimiento de los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos por las fuerzas de la RCHB contra los musulmanes de Bosnia y su implicación en múltiples escándalos de corrupción administrativa. Dicho sea de paso que el nombre de Sanader no fue involucrado en ningún caso sospechoso de delito.

Tudjman murió en Zagreb a los 77 años el 10 de diciembre de 1999 de un fallo cardíaco al cabo de 40 días de internamiento en la unidad de cuidados intensivos y de dos semanas de incapacidad para el desempeño de sus funciones presidenciales. De haber vivido más tiempo, quizá habría corrido la suerte de su homólogo serbio Slobodan Milosevic y ser formalmente acusado por el Tribunal Penal Internacional de La Haya (TPIY) creado por la ONU para enjuiciar los crímenes de guerra cometidos en la antigua Yugoslavia.

El presidente del Sabor y miembro de la HDZ Vlatko Pavletic se hizo cargo de la jefatura del Estado en funciones. Para la HDZ, que nunca había sido un partido moderno con democracia interna, sino más bien un movimiento de masas subordinado al líder carismático que había llegado al poder por abrazar la causas de la soberanía nacional y el anticomunismo y que luego se había convertido poco menos que en una corporación del Estado, llegó la hora de desenvolverse en la arena política de un sistema plural sin el elemento aglutinador que había sido su difunto fundador, con el resultado de que suspendió el examen.

Las elecciones legislativas del 3 de enero de 2000 fueron ganadas ampliamente por los partidos de la oposición, agrupados en dos coaliciones que abarcaban desde el centroizquierda a la derecha agraria, los cuales hasta hacía bien poco había malvivido a caballo entre la dispersión y la debilidad, características inamovibles mientras la sociedad croata estuvo entregada a la euforia nacionalista. En los cuartos comicios desde 1990 el partido del poder sólo obtuvo el 26,7% de los sufragios y 46 escaños, uno de los cuales fue para Sanader.

Sumida en el desconcierto y las tensiones fácticas, la HDZ celebró el 5 de enero una reunión de su Asamblea General en la que el 96% de los delegados escogió a Granic para candidato presidencial y a Vladimir Seks, un eslavón de Osijek abanderado de la línea intransigente, miembro de la Presidencia del partido, jefe de su grupo parlamentario y antiguo viceprimer ministro, para presidente en funciones de la formación hasta la elección del titular en el próximo congreso. El resultado de la Asamblea General de la HDZ se interpretó como una solución de compromiso, un intento de suspender los enfrentamientos internos del partido y de cerrar filas para intentar, al menos, retener la Presidencia de la República, toda vez que del Gobierno el desalojo ya estaba cantado: de conformidad con el resultado de los comicios al Sabor, el 27 de enero el último primer ministro de la HDZ, Zlatko Matesa, tuvo que dejar paso a Ivica Racan, líder de la desaparecida Liga de los Comunistas Croatas y ahora del Partido Socialdemócrata de Croacia (SDP), quien formó un gabinete sexpartito.

Las elecciones presidenciales del 24 de enero de 2000 supusieron otro amargo varapalo para la HDZ al no sacar Granic más que el 22,5% de los votos y ser descalificado para la segunda vuelta del 7 de febrero, que disputaron Drazen Budisa, del Partido Social Liberal Croata (HSLS) y candidato conjunto del SDP, y el que fuera último titular de la Presidencia colectiva federal yugoslava en 1991, Stipe Mesic, que en 1994 había abandonado la HDZ y entrado en la oposición, y que ahora optaba a la jefatura del Estado por cuenta de cuatro partidos del centro y la derecha (la liza presidencial fue ganada por Mesic).

Granic y otros dirigentes liberales como la ex asistenta presidencial Vesna Skare-Ozbolt y el recién cesado ministro de Defensa Pavao Miljavac resolvieron abandonar el partido el 2 de marzo y registraron su propia fuerza política, el Partido del Centro Democrático (DC), el 2 de abril. La marginación y luego la desaparición de su ala progresista no zanjó las polémicas en la HDZ; antes bien, éstas se agudizaron, ya que el grupo de Seks se enzarzó en un tropel de descalificaciones con la facción de los herzegovinos que ahora lideraba Ivic Pasalic, quien no había dudado en apoyar al ideológicamente muy divergente Granic para regatearle poder a Seks. Uno de los hijos de Tudjman terció en la trifulca acusando a Pasalic de corrupción, y éste respondió con el anuncio de que dimitía de la Presidencia del partido en solidaridad con el ex ministro de Exteriores.

Los observadores destacaron que la raíz del presente desbarajuste en la HDZ estaba en la imprevisión de Tudjman, quien, convencido de que iba a seguir viviendo unos cuantos años más, se negó a abrir un proceso de sucesión ordenada, bien designando un heredero inapelable, bien democratizando las estructuras del partido para estimular la definición de aspirantes capaces de batirse en una elección interna cuando él ya hubiese fallecido.

Finalmente, en la cúpula de la HDZ prevaleció una cierta disciplina de grupo y las luchas puramente personales se mitigaron un tanto para no abocar al fracaso a la trascendental V Convención del partido, a celebrar el 29 y 30 de abril de 2000. Sanader, que acababa de presentar su último libro, Hrvatska u medjunarodnim odnosima 1990-2000 (Croacia en las relaciones internacionales 1990-2000), contó con el favor de los delegados y ganó la jefatura del partido frente al candidato de Seks, Branimir Glavas, prefecto del condado de Osijek-Baranja. Sanader tomaba las riendas del partido cuando los sondeos de intención de voto no le concedían ni el 7% si hubiese ahora una cita con las urnas, mientras la militancia hacía saber su disgusto por el espectáculo de luchas cainitas y el sinfín de escándalos de fraude, enriquecimiento indebido y abuso de autoridad que estaba dando la dirigencia.

Nuevo líder para la supervivencia del partido, el entrecano y atildado Sanader gozaba de una imagen de honestidad y de contención formal, y sus constantes referencias a una política exterior orientada a la Unión Europea (UE) y la OTAN le aparejaron la condición de moderado rodeado de nacionalistas recalcitrantes. Ciertamente, de la Convención salieron unos nuevos programa y estatutos que incidían en la orientación euroatlántica del partido. Ahora bien, en su primer discurso como presidente de la HDZ, Sanader empleó un tono que recordaba los ampulosos mensajes de la época de Tudjman para lamentarse de que el electorado hubiese "olvidado" todo lo que el partido "había hecho por el país", asegurando de paso que ellos volverían al poder "mucho antes de lo que numerosas personas esperan", vaticinio que, a la postre, acertó de pleno.

En el bienio siguiente, Sanader alternó los panegíricos a Tudjman en los aniversarios de su muerte y las fuertes críticas a Racan y Mesic por colaborar con el TPIY y propiciar la extradición de antiguos altos mandos militares acusados de crímenes en las guerras croata y bosnia de 1991-1995, con el refuerzo de sus planteamientos proatlantistas y proeuropeos y el ajuste de las cuentas pendientes en el partido, en particular la que tenía con Pasalic, cuya renuncia como vicepresidente del Sabor exigió en aras de la "mejora y consolidación de la buena imagen de la HDZ", ya que el político aparecía involucrado en demasiados expedientes sobre manejos económicos turbios.

El 21 de abril de 2002, en la VII Convención anual de la HDZ, Pasalic perdió su última batalla por el liderazgo del partido ante Sanader, quien, tal como se esperaba, fue reelegido, aunque sólo por cinco puntos de ventaja, con el 51% de los votos; que por Pasalic, un hombre claramente del pasado, se hubiese decantado el 46% de los delegados, mostró a las claras la vigencia que seguían teniendo los postulados tradicionales para muchos militantes.

Una vez asegurada la unidad del partido en torno a su liderazgo, Sanader se concentró en la estrategia preelectoral para reconquistar el Gobierno de la nación. La opinión general era que Sanader no tenía ninguna intención de hacer una ruptura clara con la herencia ideológica de Tudjman porque ello levantaría en la HDZ tensiones capaces de fraccionarla, y, aun a costa de malograr una oportunidad para remover sospechas y pobres valoraciones en las instancias de la UE y la OTAN sobre la formación que presidía y sobre él mismo, optó por esperar a que el poder le cayera como fruta madura en las próximas elecciones generales sin necesidad de desgañitarse en convencer de que representaba una sólida alternativa de gobierno.

Este análisis acomodaticio tenía el ojo puesto en los votantes desencantados de la HDZ que cambiaron de papeleta en los comicios de 2000 y tomaba lectura de la crisis instalada en la heterogénea coalición de Racan, donde el SDP, el Partido Popular Croata (HNS) de Vesna Pusic, el Partido Campesino Croata (HSS) de Zlatko Tomcic y el Partido Liberal (LS) de Zlatko Kramaric defendían, con diversos matices de convencimiento o resignación, la necesidad de acatar las demandas de extradición formuladas por la fiscalía del TPIY para no hipotecar las aspiraciones internacionales del país, mientras que Budisa y una mayoría del HSLS se oponían a las entregas por estimar que La Haya, levantando actas de acusación contra altos oficiales del Ejército, retirados o en activo, que gozaban del crédito de héroes nacionales, lo que hacía era someter a juicio la legítima liberación militar en 1995 de los territorios segregados por los serbocroatas. La convivencia entre Racan y Budisa se hizo imposible y en julio de 2002 el primer ministro formó un nuevo ejecutivo cuatripartito que retuvo a dos ministros social liberales declarados en rebeldía de su formación.

Sanader terció en la polémica acusando a Racan de "criminalizar" la llamada guerra patriótica de 1991-1995, pero tampoco hizo aspavientos populistas, para no descalificarse ante los observadores internacionales, puesto que el ambiente político discurría a su favor: las órdenes de captura, las extradiciones y los procesos abiertos por la propia justicia croata contra los antiguos mandos castrenses en los campos de batalla concitaban el rechazo frontal de las activas asociaciones de ex combatientes, disgustaban a la siempre influyente Iglesia católica (una encuesta desveló que los sacerdotes croatas simpatizaban masivamente con la HDZ) y, en general, eran impopulares para una parte significativa de la población, sobre todo la de cierta edad y la que vivía en poblaciones pequeñas, en el campo y en las regiones afectadas por los estragos de la guerra.

Todos estos segmentos del electorado no terminaban de creer al TPIY cuando aseguraba que su único propósito era esclarecer la responsabilidad individual de los jefes militares que, sin ningún género de dudas, estaban involucrados en operaciones de limpieza étnica contra población civil y en crímenes de guerra contra combatientes serbios y bosniomusulmanes. En cuanto al voto por correo de la nutrida diáspora croata en el extranjero, que tiene reservados seis escaños en el Sabor, era un patrimonio de la HDZ casi en su totalidad. En las elecciones locales del 20 de mayo de 2001, transcurrido sólo un año desde el cambio de liderazgo en el partido, la HDZ cosechó contra todo pronóstico un excelente resultado: volvió a ser el partido más votado en todo el país y en 14 de los 20 condados, si bien las alianzas de las fuerzas del Gobierno aunaron mayorías suficientes que frustraron las tomas de posesión de muchos alcaldes y prefectos del partido de Sanader.

El baqueteado Gobierno de Racan podía aducir a su favor el crecimiento de la economía, la reducción del desempleo (no obstante seguir siendo muy alto y no bajar la tasa del 14%) y el control de la inflación. Pero, en realidad, subsistía un profundo malestar social por los efectos de la cura de austeridad (caída del gasto público; reducciones de personal en las Fuerzas Armadas, la Policía y la administración de justicia; moderación salarial en un país de sueldos ya de por sí bajos) adoptada de común acuerdo con el FMI a cambio de su asistencia stand-by, lo que de entrada provocó un aumento alarmante de la deuda externa hasta situarse en los 20.000 millones de dólares, la más abundante de toda la región balcánica.

La cooperación con el TPIY iba a restar votos al Gobierno, pero las encuestas indicaban que seguían siendo más los croatas que las apoyaban. Este tema por sí solo no le resultaría suficiente a Sanader para derrotar a Racan en las urnas: las principales preocupaciones tenían que ver con la realidad socioeconómica. Así las cosas, en las elecciones anticipadas del 23 de noviembre de 2003 la HDZ, sin compañeros de lista, obtuvo el 33,9% de los votos y 66 diputados, victoria con mayoría simple que tenía el mérito de haber sido lograda en un contexto de fragmentación parlamentaria (14 listas de partidos obtuvieron representación). El HNS y el HSS concurrieron por separado y no estaban dispuestos a repetir la experiencia de poder con el SDP.

Tras conocer los resultados, Sanader subrayó que la HDZ había trazado una línea de separación con su pasado autoritario y que la formación que presidía estaba ahora "comprometida con la democracia, el imperio de la ley, los Derechos Humanos y los derechos de las minorías". Rotundo y explícito, se apresuró a remachar: "nosotros condenamos el nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el extremismo; no somos un partido nacionalista, sino conservador".

Con estas palabras, Sanader lanzó un guiño a las fuerzas políticas conservadoras del continente agrupadas en el Partido Popular Europeo (PPE), la Internacional de Partidos Demócrata Cristianos y Populares (IDC) y la Unión Demócrata Internacional (UDI), dos de cuyos miembros, los populares austríacos del canciller Wolfgang Schüssel y los socialcristianos bávaros del ministro-presidente Edmund Stoiber, ya mantenían vínculos de cordialidad con la HDZ. Para Estados Unidos también hubo importantes gestos: Sanader no sólo salió a apoyar la invasión y la ocupación de Irak, sino que indicó la disposición de un gobierno por él presidido a otorgar garantías de inmunidad a los ciudadanos y soldados de la superpotencia establecidos en el territorio croata frente a una hipotética reclamación por la Corte Penal Internacional (CPI).

El jefe de gobierno in péctore reiteró que sus prioridades de política exterior iban a ser la consolidación de las relaciones, dejadas en un buen nivel por el gabinete Racan, con los países vecinos y, muy especialmente, la intensificación del diálogo con la UE y la OTAN para alcanzar el ingreso de Croacia en ambas organizaciones, hoy por hoy sin fecha, en el plazo más corto posible.

De hecho, Sanader estimó factible el umbral de 2006-2007 para la plasmación de este doble objetivo exterior, que según las encuestas es compartido por la gran mayoría de la población. Sobre la UE, se permitió incluso trazar una comparativa con Rumanía y Bulgaria (que llevaban cerca de cuatro años negociando el tema e invirtiendo duros esfuerzos de adaptación, y que al cabo de unos días, en el Consejo de Bruselas, iban a conocer la probable fecha de su ingreso, enero de 2007) en torno a las respectivas situaciones de las reformas estructurales y normativas, el grado de desarrollo de la economía de mercado, la renta per cápita y los salarios reales (las dos últimas variables son nítidamente mejores en Croacia).

De nuevo, Racan legaba un terreno abonado, por más que lo mayor y esencial estaba por hacer. Por lo que se refiere a la UE, Croacia depositó la demanda oficial de ingreso el 21 de febrero de este año electoral después de firmar en octubre de 2001 el Acuerdo de Estabilización y Asociación (AEA) y de entrar en vigor en marzo de 2002 el Acuerdo interino concebido para empezar a aplicar las previsiones de integración comercial contenidas en el primer instrumento. Eso sí, las autoridades de Zagreb no podían presumir la certeza de que Bruselas iba a aceptar su solicitud a corto plazo, y mucho menos conocer cuándo podrían arrancar las hipotéticas negociaciones oficiales de adhesión. De todas maneras, el horizonte de 2007 entraba dentro de lo posible. En cuanto a la OTAN, en mayo de 2000 el país balcánico occidental se adhirió al programa de cooperación militar Asociación para la Paz y justo dos años después hizo lo propio con el Plan de Acción para el Ingreso (MAP), luego con la organización defensiva liderada por Estados Unidos las incertidumbres se antojaban menores.

Menos categórico se mostró Sanader cuando se le preguntó por la cooperación con el TPIY, que, según todos los indicios, iba a enviar en breve una nueva hornada de peticiones de extradición de encausados y cuya cabal satisfacción estaba indisolublemente ligada al éxito de las pretensiones de pertenencia algún día a las organizaciones euroatlánticas: aseguró que no esperaba "ningún drama" cuando tocase colaborar con la corte de La Haya porque se actuaría de acuerdo con la legislación constitucional vigente, aunque calificó de "meramente hipotética" la formulación de nuevas demandas de entrega de presuntos criminales de guerra; más aún, señaló que su gobierno plantearía una "batalla legal" para persuadir al TPIY de que anulara el acta que pesaba sobre el ex general Ante Gotovina, responsabilizado de las ejecuciones de decenas de civiles serbios durante la reconquista de la Krajina en 1995 y en situación de prófugo desde 2001.

El 9 de diciembre Mesic designó primer ministro a Sanader, que se propuso negociar un gobierno lo menos minoritario posible con otras fuerzas parlamentarias del centro y la derecha, bien atrayéndolas a un pacto de gobierno con reparto de puestos ministeriales, bien asegurándose su apoyo desde el Sabor. Las conversaciones con el HSLS y el HSS no prosperaron, a diferencia de las sostenidas con el DC, la formación fundada por Mate Granic que ahora dirigía Vesna Skare-Ozbolt y que sólo había sido capaz de ganar un escaño (y, además, compartido con otras dos formaciones que integraron una lista conjunta), e, inopinadamente, con los representantes de la minoría serbia encuadrados en el Partido Serbio Democrático Independiente (SDSS), propietario de tres diputados.

Elogiado golpe de efecto destinado a apoyar con hechos sus declaraciones sobre la renuncia a las alforjas más onerosas del partido, el 19 de diciembre Sanader y los legisladores electos del SDSS firmaron un acuerdo calificado de "histórico" que otorgaba a los serbocroatas una presencia auxiliar en el Ejecutivo mediante el nombramiento de sendos asistentes ministeriales en las oficinas de Justicia, Interior, Cultura y Educación, y, lo que era más importante, preveía también medidas encaminadas a favorecer el retorno de los miembros de esa comunidad, probablemente todavía más de 200.000, que continúan refugiados en Serbia, Montenegro o Bosnia desde la victoriosa ofensiva de 1995. En particular, el documento estipulaba la devolución a lo largo de 2004 a sus legítimos dueños de los bienes raíces abandonados que luego fueron entregados a asilados bosniocroatas, así como la restitución de propiedades nacionalizadas por el Estado, siendo las más notorias las confiscadas a la Iglesia Ortodoxa Serbia.

Agotadas las posibilidades de negociación multipartita, el 23 de diciembre Sanader y su gobierno fueron investidos por el Sabor con 88 votos a favor, 29 en contra y 14 abstenciones. El Ejecutivo alineado sería monocolor de no incluir a la centrista Skare-Ozbolt en Justicia y al independiente Dragan Primorac en Investigación, Educación y Deportes. En cuanto a los respaldos parlamentarios, la HDZ podía contar con el SDSS, el también pequeño Partido de los Pensionistas (HSU) y el resto de representantes de las minorías nacionales, con todo, apenas una decena de diputados. Sanader confiaba en que el HSLS y, sobre todo, el HSS le brindaran apoyo puntual o que incluso se plegaran a un pacto válido para toda la legislatura, como sugería el hecho de que diputados de estos grupos votaran a favor en la investidura.

En sus primeras alocuciones como gobernante, Sanader ha desgranado un ambicioso programa que incluye: la continuación de las reformas estructurales sostenidas en legislación específica que deberá aprobar el Sabor; mudanzas, en aras de la eficacia del servicio y el ahorro presupuestario, de la función pública y la alta administración del Estado, empezando por la reducción del número de ministerios del Gobierno; estabilidad financiera junto con una política fiscal que apueste por el estímulo de la producción y el consumo, siendo sus aspectos principales un descuento del 22% al 20% en el impuesto sobre el valor añadido y rebajas también en los tributos a las actividades económicas; y, la mejora de los estándares de vida de la población a través de alzas salariales y la atención subsidiada de colectivos como las madres de familia, los pensionistas y los ex combatientes, aunque esta promesa de inversión social contrasta con las intenciones expresadas de recortar el gasto público.

(Cobertura informativa hasta 31/1/2004)